ESTUDIOS DE
PREHISTORIA
Y ARQUEOLOCIA
MADRILENAS
10
SEPARATA
MUSEO DE SAN ISIDRO
J)
[-as guarniciones clc cintur'ón ¡' atalqc cle tipología rnilitar en Ja Hispanra Romana.
¿t
tenor de los bronces hirllados en la ]\4eseta Sur
49
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la
Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la
Meseta Sur
Joaquín Aurrecoechea Fern ández*
The belt harness and horse equipment of militaryt tipology in Hispania Romana, in
accordance with the bronzes found in the Sowthern Plateau
Resumen
tes arqueológicas iic toclo el hnperio. el artículo propone una visión cle síntesis sobrc eJ ¡ranoratna de est¿ls piczas en Hisp:rrtia.
Abstract
archaeological evidence about these iterns in Ronran Ernpire. the articlc suggests a surve)'iir Hispania.
I. Introducción
EI estudio de los bronces romanos en nuestro país se ha
visto potenciado en los últimos años, debido al interés creciente que este tipo de materiales ha suscitado. A pesar de
ello, una categoía importante de estos objetos, los adscritos
al mundo militar, no se han beneficiado de esta diniámica. La
ausencia de estudios concretos en este campo es aún más 1a-
mentable si tenemos en cuenta que 1a Península Ibérica fue
la primera provincia conquistada por Roma, siendo su suelo,
por tanto, e1 primero pisado por sus legiones y porque en
nuestro país estuvo acantonada durante siglos 1a Legio VII|.
Salvo algunas excepciones, como los materiales procedentes
de Numancia y Cáceres el Viejo (Schulten, 1921;1929,ULbert, 1985), aún no han sido publicados 1os bronces pertene-
cientes a establecimientos militares de
la importancia
de
León, Herrera de Pisuerga, etc., panorama que esperamos ver
pronto cambiado, como ha ocurrido ya con algunos materiales específicos, como son los cingula militae tardorromanos
estudiados pot Péfez Rodríguez-Aragón (.1992a y 1992b) y
1os botones arroblonados (Aurrecoeche a, 1994).
Nuestro trabajo abarca tL área geográfica, la Meseta
Sur, entendida en sentido amplio, por lo que nos ocuparemos de los bronces militares aparecidos en las comunidades castellano-manchega y madrileña2. Para esta zona
contamos, desde los últimos años, con una serie de investigaciones que han puesto de manifiesto la importancia de la región desde el punto de vista broncístico3. No
obstante, un grupo de materiales, cuya morfología responde a los modelos usados en ambientes militares. apenas han sido reflejados en las publicaciones contemporáneas en forma de noticias aisladas. La necesidad de ofre-
cer una síntesis de dichos bronces se imponía, debido
tanto al número ciertamente elevado de especímenes que
':'
Fr¿ncisco Pachcco. T - 1 0.' D6. 1!)00.+ Nlirl¡gx (EsPaña). e nail: jorc¡rrin @)bbl-
cat.bbl. urnrr.cs.
La Lt,gio )'ll Ccntiutt l¡ constituvó G¿lba. en cl año ó8 d. C.. con elelrelltos
hisprros ¡' por till motilo se la denomira Calbiana. Nornbrado eurpcrador sc lr llcr a
a Italia y poco tienrpo rlcspués es transtériih r Panonia. al rtando del 1e-tado r\ntonio Prino. Tras la revueltr posterior il la muette cle Galba (año 69), csta legión apol'a
a Otón. gtibcrnador cle Ia Lusitania contru Vilclio. Proclamadc¡ ésle úlLimo cntpcraclor. las lcgiones de orielte se sublcr itit a flvor de Vésplsiolo. Arltonio Prino r§rr¡1rc
el nando dc las l-ucrzas cn Panonia 1'marcha haci¡ Ttalia. donde destrona a Vitclio
cn no¡nbre de Vespasirno. Tras su r uclta ¡ Patronia es elvitLl¿ c¡t cl 7-1 a Esltaña. col
sede c¡ l-cón. Comandacla por L lpio Trajrno. su legaclo en el ttl, contritru)ó a apaglr Ia ilsurreccirin en la Cle¡m¿nia SLqrcrior contra Donicinrttt (8 I -96). Participa en
lasopcracionc"clcAdriani¡IIl7 l-18)erBril¿uri¡r¡-deAntonioPío(l3E-l6l)cncl
Atiica Septertrional. I-oor¡blc a Scptirnio Severo cottsiguc cl apelativo plrr /i/r'1it.
Estuvo todr\ ía prasente en ei S. V. aunquc corno Iegión comitatcnsc. Olras Icgiones
tuvieron una csltncia más ltrcle en suelo hisplttto sot la 1-eglo l\r Mat ctlonit'u,
Le,qio Y Aluutlue. Lt,qio )'l I:erruto ¡ I-agio IX llispuna tlte parlic^iparrln cn los srt
cesos bélicos dc l-incs clc la RepúbJica. iu guerril contra Ponipelo ¡, la últirra [asc dc
la colquista de la Penirsula. I)Lrr¿utc los cottflictos dcl rño 68/69 tLtvieron un papel
dest¡cado parir Hispania 1t Lt'git I :\tliutri.r. Legio VI \tictri.r -r' Lcgio X Geaitta.l,os
pLlcslos fr-ooierizos en donrlc postcriorrneote estu!ieron dcrtinaclas algunrs de e11rs:
N,l¿-suncia. tsrigclio. Xanten. Nvme-qer. ctc.. scrán enclaYes qUC sc rcpctirín a Io largo
dc csLas páginas por los parule1os acluciblcs a clistintrs piezrs quc cstr¡dittnos.
qLre
I Qucrcnros agradecer a todas rqucllrs pchonas que nos hul posibilitaclo el
acceso r sus coleccioncs. trnto públic¿ls cornri pri!adrs. Irs l¿rcilidades otiecidas.
especialmcnLc ¿r Fr¡Lncisco cle la Cigoira. I-rustino N{ontero, personal del Institut.)
Arqueológico N,lunicipal de N{aclriil. ilei NIusco Arqucológico de Cueuca. dcl l\lusctr
dc Ciuclacl Real ¡- del \luseo de Sanlii Cruz. Los nrateriales proccdcntcs cle La Bien
venida peúenecen r un yrcinricnto tod¿i\'ía en h:c dc cxc¿1\¿tción. recogiénclose en
cstc cstudio las piezrs clrertes dc corltc\to esttatigráfico. proporcionad¿rs anlable
rrcntc por sLr dircclora Carnen Fernández Ochoa, a quien ln¿rnifést¿lDos nllc\iro agradccirnicnto. Tarrbién c¡ueremos indic¡r nues¡a deuda cou Enriquc dc Carrera. quier
pacientcmcntc sc prcstó a la lahor de traductor Y nos anintó para llerar a crbo cl prcsente trabajo. ponicndo l nuc\lra alisposición tanlo los nrcdios del Ittstitub Arc¡uco1(r
lico Nltmicipal que dirige, conro su pcr\ona a tra\ és de exlensas ch¿irlls cn Ias que in
lcrc¿unbiarrr¡s puntos de rista. Prrl las labores de interpretación ¡' búsqueda cle para
ielos hemos contado con l¿ lnestirrable r¡-uda dc los it\estjgadores galos \4. Fcugére
)'P Pruc. quiencs arnablcnrente nos ofiecieron lit intbrrnación de que disponían c ini
ciaron una auténticr búsc¡uccla dc matcriales. inclLtso inétlitos. cn l¿is coleccioncs dc
su enlorn0.
I Eienplo cle cllo st»r los dirersos trabujos rcalizados para las prorlncias cle
Cuenca (FLrcntcs. 1983: l9E7: 1989t l Ciudad Real (Aurrecocchca. l98tla: 1990:
1990a: 1990b: 1991 I.
50
Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
sobrepasa el centenar, como a que la gran mayoría de
ellos aún permanecían inéditos. Precisamente 1a abundancia de tales materiales en una zofia en la que se desconocen asentamientos militares, a excepción del campamento
de La Cerca (Anguita, Guadalajara) (Sánchez Lafuente,
1919,11-82)4, es un hecho de vital importancia que intentaremos interpretar, así como su concentración cronológica en torno a unos parámetros temporales bastante
que nuestros bronces no puedan beneficiarse de las investigaciones en ellos realizadas, bien por pertenecer a
excavaciones antiguas o por tratarse de materiales descontextualizados.
II. El equipo personal
A.
concretos.
Los broches de cinturón altoimperiales
El término "bronces de tipología militar" nos parece
más acertado, dada su amplitud conceptual, que
e1 res-
trictivo "bronces militares", sobre todo si tenemos en
cuenta que el carácter castrense de la mayoría de nuestros
objetos no puede ser confirmados. La utilización de dicho
término nos permite aglutinar en el presente trabajo tres
categorías distintas de piezas: aquellas cuya filiación mi-
litar es indiscutible, debido a que responden a modelos
empleados exclusivamente en entornos militares; los
ejemplares de dudosa adscripción, ya que comparten el
mismo esquema morfológico que los bronces utilizados
por legionarios y auxiliares, aunque su uso se ha constatado también en ambientes civiles; y los ejemplares que
inspirándose en tipologías militares reinterpretan y adaptan los modelos primigenios variando su morfología6.
Tanto unos como otros responden a una misma dinámica
y el estudio conjunto de todos ellos nos abre nuevas posibilidades interpretativas, ya que la mayoría de los yacimientos arqueológicos de donde proceden están a la espera de su estudio. Precisamente la carencia de investigaciones referidas a los asentamientos en que han sido
hallados, es una importante limitación a la hora de evaluar su aparición en nuestras tierras. Yacimientos muy
próximos entre sí, como Villarrubia de Santiago, Ocaña,
Ocaña 2, Villasequilla de Yepes y Borox; o el más alejado de El Quinto (Seseña), todos ellos en Toledo, son prácticamente desconocidos por nuestra ciencia, a pesar de la
cantidad y la calidad de los materiales halladosT. Otros,
sin embargo, como La Bienvenida (Ciudad Real) o Segóbriga, cuentan con una larga historia bibliográfica, aunr
Establccimiento tradicioralrrcnlc considerado como calllpaltcnlo lcgionario
cl 196 a.C.. del que clesconoccltos
materialcs clue puedan ser adsc¡itos r los objetos qLtc ttfilmos.
j llerros dejaclo lucra del presente estudio los
bronces esrnalt¿rclos. \it alLrc csta
rros prcparurdo ¡ctual[ler]tc un trabujo que los cle ¿t conoccr cn conjunto. Entrc cllos
se encuerrrr?n una serie de placls de cinturón o ataii¡c arrobloladas. conccu(rudas Se
ogrilicanente entrc cl sur de la actual Ct¡nrunidatl de N{adrid ¡, cl norte de la provincia de Tolcdo. de clar¿ flliación militar ¡,c¡ue sc cncucrtrun vinculadas a r,¡ci
rnicntos estudiaclos cn c1 presente n-abajo cn 1os que han aparccido intportantes lolcs
de bronces aulóllicanrente r¡rilitrrcs.
'' Aún tenclríamos que añaclir unt nLLcvt categoría dc bro¡rces pertelreicnles.r
guarnicic»rcs de rtalaje cu\o origen militar es truY rc¡noto o ine\istcltlc. colro las
cirmas de le¡o I los pasadues trollcocónicos. pero que han sitlo incluidos rcluí porc¡ue los considcrantos itnpoftantcs para conpletar el ptroranta tle las guarnicio¡es
equinas cn nuesfa región.
vinculado con el asalto dc Catírn a .Srgr»rirr cn
'
Queremos Ilantar la atención sr¡L¡re es¡os vacinicnlos. tsí collto otros situii
dos entrc los }ínites de las provincias de \tiidrid. 'foleclo ,v Guadalrjara. ya que la
actiridad constructora incliscriminada. los morirnientos oc¡rsionales de tic[¿ ].
sobre todo. la actividad i[controlada clc buscarlores clandestinos. cstáI ]ireralmentc
arrasanclo 1r zona. descLe el punto dc \ista arqueológico. Sienil'icaLir.o del clesconocimicnto rle los mismos rcsulta el que c¿si la totalidacl dc los lacimienkrs reflejaclos
en nueshr tlabr¡o. rlgunos de krs cuales l¿r los habÍamos datio a conocer nosotros
nrisrnos en otras publicacioncs. no son reflejaclos en la Hoja corresponcliente de la
Tithilu (Tabula Imperii Ronrani. 1993). En cl proyccto de estudio cle la cucncr medi¡
del TLrjo c¡ue conocernos (Fcrníndcz Nliranila: -Vangas: Plácido. 1990. 15 65). ram
bión se omiten una scric clc cncl¡r,es dc¡cumentados por nost¡tros mediante colec,
ciones priradas ¡i cu1,os rrateriales son objcto rlc la tesis doctoral c¡ue claboramtis.
Esperiinros que estas pduinrs sinan para sensibilizar sobre cstc hccho. que aftcta
seriamenlc al conocimiento que en un futLlro sc tcnga de la ditiintica arqucolrigica
del te¡ritorio.
A comienzos del Imperio, el balteuss era un objeto funcional que podía o no tener una decoración figurada. Los relieves funerarios muestran un cambio gradual durante el S.
I, desde el empleo de dos cinturones hasta el uso de un
único cinturón. Originalmente, cada balteus servía para soportar un arma a cada costado, pero posteriormente ambas,
daga y espada, fueron colgadas de un sólo cinturón, o la
daga era llevada en el cinturón y la espada en un tahalí
sobre el hombro, costumbre esta última que se popularizó
durante la tercera centuria.
Los accesorios más comunes de estos cinturones son la
hebilla, con placa charnelada o no, así como diversas placas decorativas distribuidas regularmente por el resto del
cuero. Al principio del Imperio hubo un cambio general
desde las placas de cinturón estrechas a otras más anchas,
coincidiendo con el cambio de uso desde los dos cinturones estrechos a uno solo ancho, siendo los conjuntos de
Velsen (Morel; Bosman, 1989) y Rheingónheim (Ulbefi,
1969a) las fuentes arqueológicas más completas para este
período. Desde el punto de vista ornamentístico podríamos
hablar de tres grupos de placas en el S. I d.C.: las ornamentadas con plateado, nielado, o combinación de ambos,
cuyos motivos decorativos consisten en diseños geométricos o vegetales, cruces de San Andrés, etc.; las placas repujadas en relieve con diseños tales como la loba y los gemelos, escenas de caza, o un busto coÍ cornucopiae (interpretado tradicionalmente como Tiberio); y, por último,
la categoría de placas más abundantes, repujadas en relieve mediante un simple umbo y círculos concéntricos, de
las que tenemos un representante en nuestro catálogo procedente de Estremera (Madrid) (FIG. 1, 2).Las hebillas estaban generalmente unidas a una de las placas mediante
charnela, aunque ocasionalmente podrían estar integradas
en la misma placa, adquiriendo frecuentemente la forma de
un pelta de gran tamaño, como nuestro ejemplar de Ocaña
(FIG. 1, 5), aunque también se utilizaron coetáneamente
otras hebillas cuadradas rematadas por apéndices esféricos. Las agujas de las hebillas peltiformes suelen presentar la morfología de una "flor de lis", mientras que las otras
ostentan agujas sencillas.
Durante el período antonino los accesorios del cinturón
cambiaron significativamente, incorporando la mayoría de
las placas, hebillas y apliques de este momento diseños calados (algunos de inspiración celta) o esmaltados, moda que
perduró durante todo el S. III d.C.e. Placas rectangulares ca-
'Bishop r Coulstor defienclen lr utilización dcl té¡mito briltrrr.r I no r'íttqulunt
prra krs dos prirreros sillos de nuestra era. basándosc cn c¡ue la palabra rr'ngulrrar
¿rpenas sc mcncjolr en las fuentes cliísicas h¿st¡ cl S. Ill. B¿¡1|¿,¡rs es el conccpto cmplcado. por ejemplo. en dilcrsas ctrtas parliculares sobre papiro, conto la de Apo
llonous (99 d.C) ) la dc Claudius Terertianus (inicios clcl S. lll. y pu aurores cle 1a
talla dc Plinio e1 Viejo l Tircito (Bishcry: Coulston. 199-1. 59).
'' A este mornento cronológico pcrtcnecen los ahundantes bronccs csnt¿ltitclos
encontr¿r{los er1 nuestro
milmentc.
tcrrituio
de estudio. cu1'a investiglcitín concluiremos próxi
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/ EPAM 10. 1995
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7.- Ocarir: 10. VillasequiJla de Yepcs: I L- Borox:
If.
Alme¡clros.
1996
53
ladas y esmaltadas, cuyos extremos rematan en peltas han
aparecido en todo el Imperio, desde Britania, a lo largo del
Rhin y el Danubio hasta Siria (Dura), en los fuertes militares abandonados durante los turbulentos sucesos del S.
IIIl0. Es precisamente en la tercera centuria cuando se produce un cambio imporlante en el equipo militar, pues la espada se cuelga ahora de un tahalí, mientras que el cinturón
se reserva para portar únicamente la daga. Es por ello que
en este siglo el mayor anhelo decorativo recala en los accesorios de bronce de los tahalíes y no en los de 1os cinturonesll. Las hebillas que utilizaban estos últimos eran inuy
simples, generalmenie de forma circular, como la nuéstia de
Villarrubia de Santiago (Toledo) (FIG. 1, 6), pudiendo ser
las anillas lisas, de hierro o bronce, con o sin aguja, o decoradas con una extensión para encajar uno de los botones.
Tipos característióos de éste período son las hebillas rectangulares caladas y sin aguja, que se sujetan al cinturón por
medio de sendos botones dispuestos uno a cada lado, por lo
general fungiformes, y los broches con apliques que reproducían la frase FELIX UTERE (Usalo con buena suefie),
siendo un ejemplar completo hallado en una tumba de Lyon
el mejor representante de esta última categoría.
Poco conocemos de las hebillas y placas de cinturón militares usadas en Hispania durante el altoimperio, panorama
que contrasta con'la abundancia de piezas tardorromanas de
la misma índole. Es por ello que las seis piezas que aquí estudiaremos cubren parcialmente un importante vacío en la
arqueología peninsular.
La placa de Estremera (Madrid) pertenece a un grupo
bien conocido y muy difundido de balteus castrenses de la
segunda mitad del S. I, compuestos por una hebilla peltiforme (del tipo de la nuestra de Ocaña) y varias placas ornamentadas con un umbo central que se disponen a lo largo
del cuero. Dichas placas constituyen el tipo B en 1a sistemattzación de los cinturones pre-flavios llevada a cabo por
Grew y Griffiths (1991, 49). Ambos extremos de la placa
están doblados formando un tubo y una aguja con terminación bulbosa 1o atraviesa, formando una especie de "pseudo charnela", 1o que parece indicar que las distintas placas
del cinturón se articulaban entre sí. Un ejemplar completo
procedente de Rheingónheim (Ulbert, 1969,126) es el representante paradigmático de este equipo, junto con los ha-
llazgos de Tekije (Bishop, Coulston, 1993, 59) y Cesena
(Righini, 1965, 81, fig. 1). Asimismo se conservan representaciones iconográficas de estas piezas en 1a estela de Ca-
L'r
Desde Círmodo ¡ Diocleciano. h esLabiliclad interna dcl hnperio fue altctrda
por la guerru civil v la usurpación. I-a región del D¿rnubio (llliricum t no sólo sttr¡i
nistró los mejores soldrdos, sino fambiér muchos de los empcraclo-es cle este siglo.
EI reclutamic¡rto cle lll¡riciuni para las unidades preluianas y legionarias en Italia
(desdc cl reinado de los Severos). así como l¿t tnís amplia cxtctlsión geogrífica t1c
unidadcs dc ilirios. turo corro ct¡nsecuencia ia cvoluciiin del equipo militar bltjo nlotlclos d¿nubianos. El control militar romano se extendió m¿is allá del norte dc Brita
nia. Nu¡idia ! lüesopotamia. proporcionando ü1 t(nninus l)o5f .lacrr para eJ equipo
hallado en las nucr¿ts zonas ocuparlts. Por otra parte. algrulas íreas lucron ¡bando
nadas cn el S. Ill.. como los fuertes de 1a línca del Agri Decurnirrttes y los dcl otro
lrclo cie N{rinz. rbandonados ertre cl 259-260. así conlo los de Dacia alrcdcdor del
271. lo quc ha proporcionldo ut ter¡¡tintts allte qttr¡n pala los malcriales ¿llí enconlrados. Otr¡s zonils nlenos estratúgjcas, conro Corbridgc doncle se docrurcntó una pe
queña.lhbrlrrr. o el luertc lcgionario tle Cacrlon abandonado r finales del S lll. han
producido materirlcs cquiparables. Por últirni¡. la mavor cantidad de equipo militar
ale estc nlornento fue hrllado cn Dura Europos (Siria). preservado gracias ¿rl corlc\to árido en hs torres y los tÍtneles colapsados durantc cl período final clc ocupaci(rn
er cl últirro tercio dcl S. III lBishop: Coulston. 1991. l2l-123).
Lr
Algunos posibles acccsorios de estos tahalíes de la terccr¡ centttria han aparccido tambiétr en nuestla zora (Fig. 7, 2). aunque er cl presente trabrio sc han inte
grado en el grupo de Jos bronccs de amés. por tratarse de taleras de dudosa itrterprclJ\'r,rn. o (r el u<.r¡lique. dc.oruliro..
Foto
l.
Gurnición de cinturón decorada con insiciones de Villasequilla
de Yepes.
sacco. No debe extrañarnos el hecho de no conocer ningún
paralelo peninsular para esta pieza, pues su uso está vinculado a los cingulum que sostenían la espada, arma reservada a los legionarios, por lo que su hallazgo es raro incluso
en la Galia meridional, debido a que la Narbonense fue pacificada con anterioridad a su época de mayor utilización
(Depeyrot; Feugere, Gauthieq 1986,146), no conociéndose
ninguna pieza en Mamrecos 12.
El broche completo de Villasequilla de Yepes (Toledo), caracterizado por su hebilla de bronce en forma de
"D" unida a la placa mediante pasador de hierro, pertenece a un tipo más longevo, cronológicamente hablando, ya
que estuvo en uso durante las dos primeras centurias de1
Imperio, como demuestran los ejemplares de Caerleon
(Zierrkiewicz, 1995, 111, fig. 39, 19) y Sablas (datado
entre el 75-100 d.C.) (Feugere; Tendille, 1989, 154, fig.
lI0, 213). Boube incluye los ejemplares marroquíes de
Thamusida entre el equipo del S. [-III d.C. (Boube-Piccof,1994,13-74). En el Imperio se han encontrado piezas
de esta cafegoría et Arae Flaviae, ZtgmanteT, Saalburg,
Arnsburg e Intercisa, por citar sólo algunasl3. En Hispania se conocían piezas semejantes en Conímbriga (Alarcao, 1919,96, fig. 20, 60) y en el M.A.N. de Madrid (Ripoll, 1986, 66, fig. 3, I y 3) ra. La cronología entre e1 S. III d. queda confirmada, también para nuestra provincia,
por el ajuar que acompañaba al broche de la necrópolis de
Paredes (Alenquer, Portugal) (Horta, 1910, 65 y 13-14,
fig. 4, 25), y las hebillas sueltas de Conímbriga (Alarcao,
1919, 96, fig. 20, 61, 62 y 64). Estas últimas aparecieron
en estratos del S. I d.C., estando asociada una de ellas al
momento de construcción del foro flaviols. No obstante,
rr Boube rcl¡ciona cinco hebilhs peltitirrtles dc su inve¡tario eun L'sto\ cinltrrones (Bt¡ubc-Piccot. l!)9,1. l3), si bien estos ejcmplares han aparccido sin sus plrcas. Debido r la pcrclriración de estas hcbillas hast¡. al ntenos. el S. lll d.C.. la atribución c¡onoló-qic¿r de las piczas marroquíes ctcelnos que no pucde estableccrsc cotl
scguridad.
Lr
Est¿s piezas guardan unas cvidentes scmcjanzas ti¡rmalcs con las
hebillls
h lori(d
de
ic!:nrctúlÍLt.
rr El broche portugués se techa desde mcdiados del S. I ¡ la mitad del S. II d.C.'
sj bien la datación se establece por ntcdio de parulelos. flno de los broches del
\'1.4.N. cucnta ci¡n u|a dcculcirin de nieladi¡s. ntientras clttc cl otro ha sido inler
pretado como pcrtcnecierte a unl 1o¡i¿t .\e!¡ilattt.tt(t (RipolJ. 1986, -5ó).
L5
L¿ unile¡srlidaci de las tbrnas ¡lc algunos cle los broches de cintutin romanos.
queda rtcstiguada col los ejcntplirres que tt¿tllrl]os. pues en la primcra lnitad del S. IV
cncontraremos nucvarnente placas rcctangulares con dccoración incisa t hebillas clt
fbrma dc "D". que constiluycn la Forma C. lipo a de Sommcr. si bien el sislcna dc en
garceeotreplacayhebillasueleserclilcrcnte(Som¡ler.198.1.Iám.2.n'I--5).
54
Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10,1995-1996
hemos de reseñar el empleo de hebillas idénticas en la
Hispania tardo republicana, como atestigua el campamento de Cáceres el Viejo, fechado en torno al 80 a.C. (Ulbert,
1984, 217,lám. 10, n" 60).
l
Foto
2.
asr?#
Hebillas peltifomes altoimpedales, procedentes de Villasequilla de Yepes
y Ocaña.
(Toledo) (FIG. 1, 4), que ilustra un tipo de piezas con una
cronología bien definida y que son muy abundantes en
otras provincias del Imperio, aunque en Hispania se encuentran poco representadas. Son las hebillas que presentan un travesaño en el aro exterior que delimita una forma
de creciente y origina un perfil et "L", documentadas en
Hod Hill ya durante el período claudio (Brailsford, 1962,
93), aunque al parecer continuaron en uso hasta el S. III,
como ha señalado Oldenstein (Oldenstein, 1976, n" 971).
Nuestra pieza toledana, por otra parte, se incluiría en e1
grupo C de hebillas peltiformes pre-flavias propuesto por
Grew y Griffiths (199I, 49), caracferizado por aquellas
que poseen un travesaño surcado por una profunda moldura convexa. Hebillas semejantes, a título de ejemplo han
sido encontradas en Richborough (Cunliffe, 1968,93,Lám.
35,96) y Thamusida (Boube-Piccot, 1994,65-66, n" 49).
Boube vincula la pieza maffoquí con los cinturones de1 S.
I, ornamentados con placas rectangulares, documentados
concretamente entre el reinado de Claudio y Nerón16. Otra
pieza, que podría ser calificada como de paralelo exacto
para nuestro ejemplar toledano, es un especimen del nivel
claudio de Hod Hill (Grew; Griffiths, 199I,14, fig. 14, n"
126).
Un hallazgo frecuente de la arqueología peninsular son
las hebillas peltiformes. La datación de los especímenes
descontextualizados es un tarea realmente difícil en nuestra provincia, pues se encuentran presentes prácticamente
durante toda la romanidad. Sin embargo, 1a mayoría de las
hebillas bien datadas entran dentro del mundo bajoimperial, debido a su asociación con los broches de tipo Simancas y por hallarse insertas en 1a dinámica de 1as denominadas "Necrópolis de1 Duero". Los ejemplares altoimperiales, por el contrario, no siempre son identificados con
éxito, aunque creemos que las diferencias morfológicas
entre unas y otras piezas pueden ayudar a la hora de precisar la cronología de las hebillas sin contexto. Es por eIlo
que, basándonos en criterios estilísticos y paralelos foráneos, no dudamos en catalogar la pieza de Ocaña (FIG. 1,
5) como altoimperial y, aunque esto es más difícil de demostrar, posiblemente vinculada a una placa con umbo
central como la descrita anteriormente. La forma interna
de la hebilla que describe la pelta culminándola con espirales enrrolladas sobre sí mismas, la técnica de fabricación
que implica un bronce de delgada lámina, así como el tamaño generaldelapieza de grandes dimensiones, abogan
por esta cronología. Concretamenfe la pieza toledana encaja en e1 grupo B de hebillas peltiformes pre-flavias definidas, por Grew y Griffiths, como aquellas de travesaño
liso (Grew; Griffiths, 1991, 49). Entre los paralelos que
podemos citar señalaremos los ejemplares de Hod Hill y
Verulamium, ambos de época claudia; el de Newstead, posiblemente flavio; de época claudio-neroniana el de Waddon Hill; el de Camulodunum, en torno al año 60 d.C.; o
los de Richborough (Cunliffe, 1968, 93). En plata tenemos
también un buen paralelo en el broche completo de Pompeya, asociado a una placa repujada con la figuración de
Neptuno y Minerva (Feugere, 1993, 221). En Hispania
contamos con la hebilla altoimperial de Ampurias (Palol,
1969,151,Fig.26,
La características hebillas peltiformes con engarce trapezoidal para asir a la tira de cuero, están representadas
también en nuestra iírea mediante el espécimen de Villasequilla de Yepes (FIG.
1, 3).
El empleo de estas piezas, ranro
entre e1 equipo del equino como del soldado, parece estar
avalado por su presencia en el carro de la tumba de NagyLook, elementos de arnés de Brigetio o los ajuares personales de los soldados de la necrópolis de Lauriacum
(Boube-Piccot, 1980, 139). Respecto a su cronología, los
hallazgos de Dura-Europos, datables entre el 165-256 d.C
(Frisch; To11,1949,17-18, n" a0 y 4l), y los de lattmba24
de Lauriacum, en la que aparecieron cuatro monedas de la
segunda mitad del S. IV (Klober,1951,89, lám 48, 15), parecen indicar un uso continuado desde finales de la segunda centuria hasta últimos de la cuarta. De todos los hallazgos conocidos la serie marroquí es una de las más numerosas, con trece ejemplares de Volúbilis, siete en Banasa, dos
en Souk-el- Arba, trece en Thamusida, uno en Sala, cinco
en Tamuda y dos en Tánger, estando documentado incluso
un taller broncista dedicado a la producción de estos elementos en Thamusida (Boube-Piccot, 1980, n' 156-168,
408-412, 49 5 -496, 531 -539, 6 10, 6 1 5-6 I 8 y 626-627). De
entre las prolijas hebillas de la Mauritania Tingitana, sin
embargo, solo dos de ellas, procedentes ambas de Tamuda,
pueden ser consideradas como paralelos exactos para nuestro ejemplar toledano, pues en ellas las volutas de la pelta
se unen al perfil exterior (Boube-Piccot, 1980, n" 615 y
618).
Las hebillas anulares, del tipo de la encontrada en \tllarrubia de Santiago (FIG. 1, 6), como ya dijimos, son propias
de la tercera centuria, no apareciendo representadas en las
fuentes iconográficas del peíodo tetrárquico. Sin embargo,
se ha constatado que algunas piezas aisladas del equipamiento del S. il tuvieron una vida residual en época tardo-
romana (Bishop; Coulston, 1993, 160). Esta explicación
1), a la que habría que sumar las de Arcóbriga (Zarugoza) (Caballero, 1914,44,ftg.12,9 a 11) y
podría justificar la aparición en Hispania de hebillas anulares vinculadas a yacimientos de las denominadas "Necrópo-
León (Mañanes, 1983, 403,Lám. 2, 23).
Queremos mencionar aquí otra hebilla peltiforme así
mismo altoimperial, hallada en e1 ámbito geográfico que
tratamos. Se trata del ejemplar de Villasequilla de Yepes
inrcstigadtla tlance\a lambión ollece u¡ listaLlo con los huilazgos cle las
hcbillas peltifirrmes en cl lmperio v su correspondicntc bibliosrafía. al quc nos rc
nritir¡t¡s (lloube Piccot. 199.1. ó5. not¡s 2 a 5).
('La
55
6
9
8
III
Figura -3. Guarriciones de cinluón
I
r
-3. \¡illasecluilla tlc
\tpcsl
2 1 ,1. Carpio de Tljo: 5.- Estterriera:
9. Provincia dc Toleclo.
6.
Ocaña;
7
Villanubia de Santiago;8.- Santo Espíritu;
56
.loaquín Aurrecoechea Fern¿índez / EPAM 10. 199-5-1996
4
IV
5
6
Figura,1. Carnasdeflenolotrasgurrnicioresdeatalajc:1.
Talaveral¿rNuelr:2.
Viliasecluilla de Yepes:
3.
Alcas: .1. L¿ Bienvenicla: 5.- Ei Quinto: 6.- Ocaña 2
lis del Duero", como la hallada en La Mofterona (Abasolo
et alii, 1984, 12, hg.3, 5), aunque también podría ser posible la perpetuación de una moda atávica en nuestro territorio. La cronología inicial de estas hebillas, parámetro al que
aún no nos hemos referido, podría ser más antigua de 1o que
se piensa, pues en Conímbriga esta documentado un ejemplar en el estrato del S. I, perteneciente a la fase de construcción del foro flavio (Alarcao, 1919,96, fig. 20, 65).
paso (Johns; Potter, 1983,78-81, fig. 6); el excepcional cinturón de la colección Ortiz, datado en torno al año 400 y procedente de Asia Menor, con tres paneles historiados en los
que se representa la metamorfosis de Dafne (Feugere, 1992,
125-136,
fig. 3-6, lám. l); o el archiconocido tesoro
de
Durante el S. IV el cinturón militar vuelve a obtener el
protagonismo que había perdido en la etapa inmediatamente precedente, ya que de él vuelve a colgarse 1a espada. Es
Ténés (Argelia) con placas trabajadas en un opus interrasi/¿ sumamente elaborado y dos hebillas, una de las cuales decorada con cabezas de cisne que están estilísticamente más
próximas a las testas de estas mismas aves que rematan los
mangos de simpulum y otros objetos altoimperiales, que a
otras piezas tardorromanas (Heurgon, 1958,31-46, fig, 6-7,
lám.3-4). Estas piezas de carácter lujoso pueden servimos
de introducción a1 nuevo papel social que obtuvo el cingulum en época tardorromana, período en el que se convierte
en parte esencial del uniforme de una sociedad militarizada
y símbolo del rango social, tanto de los soldados como de
en este momento cuando se enriquecen, decorativamente ha-
los funcionarios civiles
blando, tanto las placas como las hebillas, acompañándose
de un buen numero de accesorios auxiliares como apliques,
botones y terminales de cinturón con abundante desarrollo
ornamentístico. El cinturón se convierte ahora en un objeto
complejo, vinculándose. según la tesis tradicional, con gru-
Características de la segunda mitad del siglo IV son las
hebillas zoomórficas, formadas por una simetría de leones
o delfines afrontados hacia la mortaja de la aguja, unidas a
placas charneladas ornamentadas con calados en los que
priman los motivos de "ojos de cer:radura". Las distintas categoías de estas piezas han sido señaladas por Sommer
(1984), mientras que la distribución espacial de las distintas variantes se encuentra recogida más ampliamente por
Bóhme (1986,482-485). Básicamente se distinguen: el tipo
Sissy, de difusión eminentemente gá1ica y que presenta una
hebilla con simetría de leones; e1 tipo Sagvar, con simetría
de delfines; el tipo Colchester, de difusión preferentemente
británica, y en el que la hebilla presenta delfines cuyas colas
se enroscan para formar una pelta; el tipo Tongern, versión
reducida de1 anterior ya que solo cuenta con dos "ojos de
cerradura"; y el tipo Salona, de difusión ilírica, con sus hebillas cuadradas. Coetáneas a estas clases serían los broches
que no presentan calados de "ojos de cerradura", sino que
incorporan en sus placas el primero de los apliques en "hélice" que luego se repiten en el cinturón. Entre ellos encontramos: el tipo Champdolent de hebilla delfiniforme, que
puede ser considerado el cinturón militar de las tropas del
norle de 1a Galia entre el 340 y el 380; el tipo Gala de hebilla rectangular, usado casi exclusivamente por efectivos
militares de la diócesis iliria; y el tipo Remagen, de morfoIogía mixta por contar en la placa con calados de "ojos de
cerradura" y hélices. Para todas estas categorías contamos
con versiones de placa rígida, en la que placa y hebilla se
fundieron en una sola pieza, así el tipo Muids, versión rígida del tipo Champdolent, etc. 18. En líneas generales, las he-
B. Los broches de cintarón tardorromanos
ultrapirenaicos
pos defoederall o laetes, que eran guerteros germanos instalados, como informalaNotitia, en Renania y en el Norte
de la Galia. La germanización de1 ejército romano durante
la cuarta centuria y el papel fundamental que esta "barbarizactór'" tuvo en la implantación de las nuevas modas en el
equipamiento, es un tema ampliamente tratado por la investigación moderna. Arqueológicamente existe 1a tendencia a
considerar como germánicos a todos los elementos de cinturón excisos (Kerbschnittgamituren), tan abundantes en
Renania y el Norte de la Galia, en donde la arqueología tardorromana está bastante más desarrollada que en otras provincias del Imperio. Esta intetpretación debe ser matizada,
pues si comprobamos la repartición geográfica en ámbitos
funerarios de estos objetos, acompañados de armas y objetos de adorno, veremos que efectivamente se corresponden
con una tradición germánica, pero que si tenemos en cuenta otros parámetros distintos al de la distribución funeraria,
comprobaremos que objetos análogos se encuentran en otros
tipos de hábitat (ciudades, etc), aunque, si bien es cierlo en
número inferior (Feugere, 1993, 250).
Estos cinturones tardíos evolucionaron a parlir de los
modelos más simples del S. III. En la primera mitad del S.
IV los broches eran sencillos, formados por chapas dobladas
en "U" y hebillas simples, generalmente ariñonadas u ovales. Contemporáneamente aparecen 1os apliques en forma de
hélice, como compañeros de los cinturones más anchos (1012 cm), pasando posteriornente a asociarse, en primer lugar,
con los broches delfiniformes de la segunda mitad del S. IV
decorados con arcos de her:radura (Delphinschnallen mit
durbrochenem Beschlág) y luego con las placas de decoración excisa (Kerbschnittgürtelgarnituren) Estos últimos modelos son los más comúnmente utilizados a finales del S. IV
y primeros decenios del S. V. Aparte de los ejemplares en
bronce, que seían los que hemos reseñado hasta e1 momento, se encuentran otros realizados en metales preciosos que
destacan por sus cualidades ornamentísticas radicalmente
distintas a las del resto de las piezas broncíneas, pues en
ellas 1a tradición clásica se manifiesta plenamente vigente.
Así el broche de Thetford (Inglaterra), presuntamente ocultado a fines del S. IV o comienzos del S. Y con la hebilla
decorada mediante dos cabezas de caballo afrontadas muy
naturalistas y una placa en Ia que se representa un sátiro al
17.
ii Corno ha señalado Pércz Rodrígucz Aragrin 1 1992 19924). la itnportancir
clel misnro dio lugar a que el propio término. por ntctoninlit. clesignarr al scn icio rlli-
l
littr lt¡¡¡t¡¡t,.¡ tlui tnilittttt r¡il(¡i .n!¡¡f). utilizánclose expresiottcs conto r'üigalttnr rtinlc
rtotingLrlLrrnntcrt'ri.patt rcfcrirsctlacrltratlaetrel serricjonrilitrr :LeLir,¡..1¡¡i¡r
lLnt,lepotrcrt,t¡ libcruri r'ürjrrlo. inrlicrndo cl ccsc ctr cl rnisrno: Lút,quIo olit¡rL'ttt
t,.rut,rt o spriliuri r /r3ii1o, parr 1a crpulsión ¡' clcgradacitin deshon«rsa. ctc. El honor
que colrportrbll cl uso clel r in.qtrlttnt. se comprcndc crl loda \tl ma-qnitttd si tctrctlos
cn cLrcnia que su concesi(rn Ilcraba inrplícita la ceremonia tlc.jutaulcrtlo del cat--9o. Es
por ello que su cr¡¡rccsirin v or¡rrrent¿ciól lucmn ollcto de re-culacitin en los Códicc\'lc(ldo\iano v Justirir¡ro. ¡ c¡uc sus guanriciores figumn en lr No¡i/lí I)it¡iit¿tlu¡il,
entre 1r. insignitF del rr¡¡¡r.r st('rorufi ltryirit¡¡¡ut¡t l del ¿¿¡¡¡¿'s t'rtrnt ¡.tit,Lrtt'uttt.
I Tanrbién tbrmiin piLrtc clc esta tarnilia: e1 tipo Argclicrs. con tnotivo li¡luratlil
en su plrcr calada ¡ del que posihlcmellc tcngrlto\ un represertiultc cn nucstra te
gión. si interpretauros cl aplicluc dc Boror (Fi-s. l{). 1.1) conlo Pcrtetre.ie¡te.r trrt.t
guarnición conrplenrentrrir de cstü cirlcgoría de cintur(in: los l¡rochcs cott placa rígi
da triangular. lisr t¡ calada Y hel¡illa oral o rrriiit»tada. pata el que conltrnos con un
único rcpresentalrte er llispanir. hallado en Andrlucía ¡ aún inóditit. pltes estal incorporado a ll tc\is tiancesii sin publicrr clc Gisela Ripoll. r cluicn agradecetrlos el
quc nos cliera a conoccr ll picza: cl tipo Furfiroz ¡. por últirttt. eJ tipo Sitrancrs. clcl
que nos ocLrprrcnrt)s el otr-o apartado de nucstro tr'¿tbajo.
58
Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
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Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur
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60
Joaquín Aumecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
billas con aro rectangular y que no presentan cabezas de
animales son típicas de las provincias orientales de las orilIas del Danubio y los Balcanes. Las hebillas del tipo britano o gálico que aparecen en Oriente, así como las guarniciones de cinturón danubianas encontradas en Occidente, se
interpretan como sintomáticas del movimiento y la presencia de tropas de una u otra parte del Imperio (Bóhme, 1986,
484).
En la Meseta Sur se han encontrado varias piezas relaciona?as con las guarniciones descritas, algunas simplemente amplían la zona de dispersión de los broches ultrapirenaicos ya conocidos, como la hebilla delfiniforme de Villamrbia de Santiago (FIG. 2, 5), o la hebilla relacionada
con los cinturones excisos de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero, 1986, 253, fig. 1, 9),
pero otras documentan tipos aún inéditos en nuestro suelo,
como son las placas que incorporan hélices de Borox (FIG.
1, 10) y Ocaña (Toledo) (FIG. 1, 11).
distinguiéndose unas de otras en que las hispanas cuentan
con un sistema de bisagra para unirse a la placa y las foráneas no. Otras piezas, que aunan características de los broches delfiniformes extrapeninsulares y Simancas, son denominadas por Pérez Rodríguez-Aragón de "tipo intermedio",
categoría entre las que se encuentran los bronces de Tirig
(Castellón), similar formalmente al tipo Colchester pero
que presenta botones para sujetarse al cuero (Rosas, 1976),
y Argeliers (Aude, Francia) (Palol, 1969, 150, fig. 25,4)21.
La hebilla de Villarrubia de Santiago, a pesar de estar rota
en su vástago de unión con la placa, no pudiendo aventurar
entonces si contó con bisagrai o cerró mediante travesaño
recto, nos parece más conectada con los ejemplares foráneos de La Olmeda y Sant Josep, que con el resto de los hallados en Hispania. El carácter más naturalista de los delfines que en los broches de Silos y Tirig y la casi imposibilidad de que la zona de inserción con la placa rematara en
sendas peltas, nos hacen pensar en su pertenencia a un broche de origen extrapeninsular, cuya modología concreta no
puede aquilatarse. Cronológicamente las hebillas delfiniformes con placa calada se fechan entre el 350 y el 380, según
se desprende del análisis de algunos contextos funerarios
pertenecientes a la Galia y Panonia, siendo por tanto sin-
crónicas en gran parte con el denominado "horizonte
rbschnitt" (Bóhme, 1986, 482).
La hebilla de La Bienvenida (Ciudad Real) 1a dimos a
conocer ya hace algunos años (Aur:recoechea, Fernández
Ochoa; Caballero, 1986,253, fig. 1, 9), yinculándola con
ke
guarniciones excisas propias del tránSito entre la cuarta y la quinta centuria, por lo que trataremos de eIla más
adelante a tenor del remate de cinturón exciso de Villarrubia.
Los fragmentos de placas de Borox (FIG. 1, 10) y Ocaña
(FIG. 1, 11) marcan un nuevo estadio en nuestro conocimiento sobre los broches tardorromanos hispanos, pues representan un nuevo tipo de bronces que hasta ahora no habían sido documentados en nuestro suelo, nos referimos a
los broches que incorporan una hélice casi exenta en su
placa. l{uestros ejemplares toledanos serían la adaptación
hispana de los broches tipo Champdolent o tipo Gala, los
primeros de hebilla zoomórfica con delfines afrontados y los
últimos con hebilla rectangular (Sommer, 1984,36,1ám. 14,
n" 5-6), no pudiendo concretar el tipo exacto al que están
adscritos, por no conservarse 1a hebilla. Thmbién cabe la posibilidad de que pudieran encuadrarse en la variante de placa
rígida tipo Muids, ya que al no conservarse el extremo de la
placa donde se insertaba la hebilla, desconocemos el sistema
de unión de ambos elementos (Sommeq 1984, 38, lám. 16,
7). El tipo Champdolent cuenta con una difusión eminente1as
is;¡rry#;:
Foto
3. Hebillas delfiniforme y anulr
de
Villrubia
de Santiago. Hebilla en forma
de "D" de Borox.
Para la hebilla de Villarrubia, debido a su estado fragmentario y a que ha perdido la placa que la complementaba, no podemos precisar con exactitud el tipo de guamición
a la que pertenecía, aunque abogamos por su inclusión, atítulo de mera hipótesis, entre las del tipo Sagvar o Champdolent. No obstante, no podemos olvidar que estas mismas
hebillas no siempre fueron acompañadas de las placas caladas, sino que también aparecen engarzadas a placas rectangulares u ovales sin esta ornamentación. En Hispania se conocen desde hace tiempo ejemplares de la familia de los
broches con hebilla zoomorfa y placa calada decorada con
"ojos de cerradura". Algunas pueden interpretarse como de
origen extrapeninsular, así la de Sant Josep (Castellón)
(Rosas, 1980,202-203, fig.2, 12) y La Olmeda (Palencia)
(Palol; Corres, 1914,91-92,fig.22, 1)re; mienrras que orras
se han interpretado como copias hispanas, como la de Castillo Billido (Soria) (Lucas, 1911, 41, fig. 47) y el castro de
La Yecla de Silos (Burgos) (Palol, 1969,146, fig. 25 bis)20,
r" Sant Josep es un poblado lortilicado t¿ualorrom¿lno cuyo úlrimo pcríoi1o de
ocupación ticnc una ttcha 7ro\t .lttctil tlcl último tercio clei S. I\'. Rosas. quien publi,
cr por primera lez cst¡ hebilla. la dat¡ a l'incs dcl S. lV o comienzos dcl S. \'. según
criterios cstilÍslicos derirados dc Ir comparaci(rn con piezas publicrdas por Bullilgcr. El ejerrrplar de I-a Olmcda se encontró en cl curdro 6 de h habitación I 2. rl sur
cle la excclra clc lr habitaci(rn I l. iurlto a un
\aso de TSHT Dr¿s. 31.
-sriln
rr)Castillo Billido cs un cas(ro ti¡tificarlo
de larga r icll. cnrre el S. IV a.C. al VI
d.C.. en el quc rparecieron abundantcs m¿Llcrilrlcs trrdoffomanos. sobrc todo TSHT
deco¡¿rd¡ a molcle. El broche dc La Yecla apareció en uno ilc los denontil¿rdos 'callejones". junto a materiales tardoromanos.
mente gálica, siendo el ejemplar paradigmático de esta serie,
hallado en Niederbreising, un excelente paralelo para nuestro ejemplar de Borox, mientras que el tipo Gala es caracteístico de lazona danubiana22. Su hispanismo vendría dado
por 1a presencia de botones para asirse al cuero, modo de fijación eminentemente peninsular en época tardía, si bien conocemos algunos casos galos en que se prefirió también a los
rr El broche de Tirig aparcció cn una sepultura de la scgunda rnitad clel S. IV
L¡n cuchillo tipo Sim¿Lncus.
rr La picza proccrlcnte de Ocaña la dirnos r r u conocer ell nucsiro lrrbujo sohre
.junlo a
los boloncs hispauos tAurrecocchcr. 199-+. n" 69). confundióndola con uno tle estos
objctos. Tras la restauraci(rn c¡ue posteriormelte a csta cstLldio se lleró a cabo. pudinros obscrr lr c¡uc los tr¡vesaños de la hélicc sc cncon¡r'ahatr rotos cn uno dc sus lados.
por lo que 1a primera irlcrprctrcj(in debía ser lnoclificada pues uos encontralbarnos
ante Lrn¡ placa tle cinturór liagrncnttda.
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur
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Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
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13.- Marchamalo: l'1.- Mazarambroz.
Las guamiciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana a tenor de los brolces hallados en la N{eseta Sur
botones frente al remache. Estos serían, aparte del archiconocido broche de Argeliers, los menos difundidos procedentes de Saint Clément o Nimes23.
C. Los terminales de cinturón tardonomanos
ultrapirenaicos
Contamos con tres piezas pertenecientes a terminales de
cinturón tardorromanos, cuyo interés principal radica en que
es la primera yez qu'e se publican, hasta el presente, este tipo
de objetos en nuestro país. Dos de ellos pertenecen a sendas
categoías de terrninales bien conocidas fuera de nuestras
fronteras, nos referimos al remate anforiforme de Mazarambroz (Toledo) (FIG. 1, 9) y al exciso de Villamrbia de Santiago (Toledo) (FIG. 1, 8), mientras que el otro se trata de un
terminal peltiforme, también de Villamlbia, para el que no
hemos logrado encontrar paralelos (FIG. 1, D24.
=*
Foto
4.
Terminales de cinturón tardoromanos de Villanubia de Santiago y
Mazarambroz.
Los terminales anforiformes estiín vinculados generalmente a 1as guarniciones con hebillas delfiniformes, cuyos
apliques suelen adoptar frecuentemente la forma de "hélice".
Keller ha dividido estas piezas en cinco categorías pnncipales, estando adscrito nuestro ejemplar toledano deMazaram'
broz a su forma A, caractenzada por las asas en doble voluta que dejan un orificio central ar:riñonado (Keller, 1911,4546, frg. 18, 7-11). Por otra parte, para el cuerpo del ánfora,
Simpson ha distinguido dos clases principales de perfiles, ci
líndrico y globular, mientras que las asas pueden presentar
forma peltiforme o arriñonada (Simpson, 1916, 198-200).
Para Simpson estas piezas, vistas en su conjunto, tienen una
gran uniformidad conceptual en su diseño, por lo que plantea
la hipótesis de que los ejemplares recogidos en su catálogo,
representen la producción de un número limitado de talleres
en un lapso de tiempo no muy amplio, aunque la aparición de
imitaciones locales en el ¡írea geflnana podrían invalidar esta
tesis (Sommer, 1984,51). Sommer recoge estos remates de
correa en su forma B, distinguiendo nuevamente dos variantes, encajando nuestra pieza en el tipo a (Sommer, 1984,49-
ll De estos e.jerlplares g¡los v dc otr¿rs piezas co¡ roblones en lrtgar cle remlt
ches. trrtrrcmos nrás e\tens¿unente cr nucstras cot¡clusiones.
rr Tenemos incluso dudas sobre la cronologíi1 exacta de esta úllinriL
¡iczr. ¡ue*
auncluc está ¿iclscrita a un ¡,rcimicnto prolijo en brorccs militares taLdoLromanos,
coino es el cle Villarrubia. no descarlrnros quc sca telnporalntenlc im(crior. Su fbrnia
gencral, que recnerda a los Le¡minrlcs anforif¡r¡nes. podría avalar sin embargo ula
dataciórr tarclía.
63
51, lám. 19). En Hispania se tenía constancia del conocimiento en nuestro suelo, al menos visual, de estos terminales
por el influjo que ejercieron sobre algunos broches Simancas,
como e1 hallado en la provincia de Burgos, cuya placa reproduce a este recipiente (Palol, 1969, 149, fig.24, 6), pero se
desconocían auténticos terrninales como el que estudiamos, a
excepción de una pieza de origen bético depositada en el
Museo de Maguncia2s. El terminal andaluz, que no conserva
el remate de engarce con la correa, es muy similar al toledano, pues ambos poseen un cuerpo romboidal y asas arriñonadas. Estos tenrrinales anforiformes son muy comunes en la
Galia, ostentando muchos de ellos decoración de círculos troquelados como nuestro ejemplar, por lo que podríamos citar
a título de ejemplo entre 1os paralelos franceses la pieza del
cementerio de Evreux (Fauduet, 1992, ll5, n" 874), aunque
guarda una mayor similitud formal con dos piezas de Hérault,
halladas respectivamente en Loupian y Béziers, pues 1a primera presenta unas "asas" casi idénticas y la segunda posee
un cuerpo romboidal y un esquema general que concuerda
con nuestra pieza de Mazarambroz (Feugere, 7993, 253, tt"
17 Y 18). Otros paralelos formales son los terminales de Pritzier (Sommet 7984, lám. 19, 11). La datación dentro de la
segunda mitad de 1a cuarta centuria está avalada por múltiples contextos funerarios, como el enterramiento de SaintMarcel (París) (Bonnet et aiii, 1989,191, n' 175) y las necrópolis de Panonia, encontriíndose asociados en estas últimas a fíbulas cruciformes de los tipos Keller 3 (datadas entre
eL3401360i), Keller 4 (350/380), Keller 5 (370-400) y Keller
6 (primera mitad del S. V), así como a monedas de Juliano,
Joviano, Valentiniano I y Graciano (Keller, 1971).
Respecto al terrninal lanceolado de Villamrbia de Santiago, decorado con una serie de peltas excisas (FIG. 1, 8), pertenece al grupo de los Kerbschnittgütelgarnituren, cint.urones anchos decorados con placas excisas, cuyas hebillas poseen extremos decorados con animales en actitud de morder
el eje de lapieza. Formalmente lapieza toledana se adscribe
a la Forma B, tipo c, variante lb de Sommer para remates de
correa (Sommer, 1984, 52,1ám. 20) y en e1 tipo V A de
Chadwick (Chadwick, 1961,63-64,fie.23). Los bronces excisos comenzaron a usarse en el reinado de Valentiniano
(364-315), perdurando hasta el de Honorio (393-433), si bien
el peíodo de máxima utilización comprende el último tercio
del S. IV documentándose tipos derivados de ellos durante
toda la quinta centuria. Bóhme fecha los terminales lanceolados excisos concretamente a finales del S. IY en torno al
400 (Bóhme, 1986, 413). Caracteísticos de su momento de
apogeo son los broches del tipo A, compuestos por cinco placas reunidas en dos grupos y un tubo repujado con decoración de astrágalos; el tipo B, con solo tres piezas conseguidas mediante la fusión de diversas placas y el remate tubular, siendo característico 1a aparición de un frontón triangular ornamentado con animales, así grifos en posición heráldica (piezas de difusión preferentemente gala), o persecuciones de monstruos marinos (comunes en la zona danubiana);
y la variante figurativa Muthamannsdorf, de remate circular
y característica decoración con escenas figurativas nieladas.
Ya entre el cambio de siglo y las dos primeras décadas del S.
V aparece el tipo Checy, simplificación morfológica del tipo
B, aunque con un mayor desarrollo de la decoración animalística del contomo de las piezas; y el tipo Vieuxville, forlj
conocemos gracias a la amrbilitlacl de la Dra. Ciscla Ripoll.
¿r su tesis dc la Lhiversidaci de la Sorbona sobre la iuc¡ttcoiogía tuneraria de ia Bética, r trarés de la colección dcl NTuseo de Mar¡unci¿r.
Este
terniral lo
quiel lo ha incorporaclo
Joaquín Aurecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
64
mado por tres placas rectangulares con sendos remates tubulares con decoración de astrágalos. Es en este momento
cuando la decoración animalística, heráldica o configurando
persecuciones, combinadas con otras geométricas o vegetales, se generalizan tanto en las placas, como en los apliques
y los remates de las cor:reas, hasta conformar en las piezas un
auténtico "horor vacui", propio de este período. Otros tipos,
sin embargo, son mucho más sencillos, ostentando únicamente una hebilla con su placa, como por ejemplo los tipos
Herbergen, Misery y Vermand. El mapa de dispersión de los
bronces militares excisos comprende principalmente 1a línea
de1 Rhin y el Danubio Superio¡ así como e1 norte de Francia, el Sureste de Inglaterra (FIG. 14), aunque se han constatado también algunos hallazgos aislados en el norte de Africa, y como a continuación veremos, en Hispania26.
Terminales excisos ornamentados con peltas y cuya sintaxis decorativa guarde paralelismos con el remate de cor:rea lanceolado de Villartubia son, por ejemplo, e1 de 1a
guarnición tipo A de Abbeville (Somme) (Bullinger, 1969b,
149-159, fig. 4
y 8), Trier (Sommer,
de Annaba (Túnez) (Sommer, 1984,Lám.20,9).
Pertenecientes a guarniciones excisas del tipo A han
sido documentadas en Hispania dos piezas, halladas ambas
en La Olmeda(Pérez Rodríguez-Aragón, 1992a,n" 23 y 24).
Variante del tipo B, con una difusión preferentemente ilíri-
ca, es la contraplaca de La Morterona (Pérez RodíguezAragón, 1992a, n" 25), mientras que el aplique de Andorra
se encuentra asociado generalmente a guarniciones del tipo
A (Canturri et alii, 1985, 65-68). Un remate de correa exciso, procedente de la Bética, se conserva en el Museo de Maguncia, cuyo diseño decorativo y morfología difiere ostensiblemente del bronce toledano que comentamos2T. Por último, tenemos la placa reutilizada en un broche de Hornillos del Camino (Palol, 1969, 144-145, fig. 24,5), cuya filiación tipológica no puede ser fijada con seguridad2s.
Otras piezas emparentadas con los cinturones de decoración excisa, aunque también aparecen asociadas a placas con
otros tipos de omamentaciones e incluso lisas, son las hebillas decoradas con cabezas animalísticas dirigidas hacia el
eje de la pieza, que en Hispania han sido halladas en la
Cueva de los Murciélagos de Zuheros (Córdoba) (VERA,
1994,69-11), Can Bosch de Basea (Morral et a1ii, 1980, 13,
fig.26), Monsanto (Santos; Ponte, 1980, 60-61) y, dentro de
la Meseta Sur, en La Bienvenida (Ciudad Real). Salvo los
y castellano-manchego, las otras dos
hebillas conocidas son ornamentísticamente muy simples.
Su filiación ultrapirenaica podría ponerse en duda, al haber
aparecido desvinculadas de las placas excisas a 1as que, a
l" \r¡ incluilros er nuestro rnapa la zona norte de Iiali¡. pcrquc lls
¡riczrs cluc
sc r incuLlan con csa rcgión son atrihuidas. lt¡ tcnjctndosc pof tanto certez¿ de \Lr au
téntica procetlencia.
] Estc lcrnintl. nua\tnrcnlc. nos h¡ sirlo datlt¡ lr conoccr por Ciiscir Ripoll irer
nota 2 I ).
:" I.r tr¡L¡illr c¡cisa dc r\ndorra sc clcontrri cr uu hl-ibital 1ir¡tificado ile altura.
culo vrlor estratégico hizo clue estuviera lrarcticrnlente ocLrpado a li¡ lar-go dc tocla 1a
lristoria. La antiglra 5¿11r1¿r¿l1r hl proporciorlclo unl nccrópolis dcl ti¡to "l)ucrd'. lc
chablc hacilr cl S. V cn la zona dc La \,lorteroua )'eu cu)'as c\ca\rei(rnes \e etr!r)il
tra) una placa excisa. La llll¡ de La Olrneda. donde han aparecido dos bronces c\ci
sos mili. cs urn pluarliuma rlc lirs ¡icus rcrirlcncias dc los llrlilirndi:tlrs dc lr I'lcsctr.
Finalmente la placa reutilizada de Hornillor del Carnino. estii adscrita t¿rrbién u urn
([' llrlc.ll'.r. Il¡.l,rp,'lr. J;l 'llrr "l tLl. lr"
por Palencia, Burgos, Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Barce-
lona, Andorra y Castelo Branco (Portugal)2e. Estas hebillas
con cabezas de animales están documentadas desde e1 período de Valentiniano I (364-315) a Honorio (.393-423), sietdo su área de dispersión principal: el norte de la Galia, Renania, el NO de Alemania y Britania (Bóhme, 1986,413).
1984, lám. 20, 1l),
Lambaesis (Bishop; Coulston, 1993, fig. 128,3 y 9), sepultura 6 de Oudenburg, Houdan (Bullinger, 1969a, fig.24,2,
fig. 28, 2), Leicester (Chadwick, 196l , 63, fig. 23, a), etc.
Si bien su paralelo más cercano se encuentra en un terminal
ejemplares portugués
buen seguro, en su día estuvieron incorporadas. aunque.
como Pérez Rodríguez-Aragón no dudamos, en incoryorar
estas piezas al mundo de los Kerbschittgürtelgarnituren, al
haber sido encontrados en la Meseta castellana otros ejemplares de filiación indudablemente excisa. Por otra parte,
hasta el momento, no hemos constatado ningún ejemplar de
estas hebillas vinculado con un broche de tipo Simancas o de
tipo intermedio, mientras que sí se ha hecho con las hebillas
delfiniformes. Este último dato vendría a avalar, según opinamos, el carácter extrapeninsular de las piezas conocidas,
ampliando por tanto el área de dispersión de los bronces excisos y guarniciones afines, que en la actualidad se extienden
D. Los broches de cinturón tipo
Simancas
Estos broches son bien conocidos de la arqueología peninsular, no sólo porque su hallazgo es relativamente frecuente en nuestras excavaciones tardorromanas, sino porque además gozan del privilegio de haber sido una de las
categorías de bronces que primeramente llamó la atención
de los investigadores hispanos. A Palol se debe el primer
trabajo sistemático sobre los mismos (1969), continuado y
ampliado por Caballero en su obra sobre Fuentespreadas
(1914). Recientemenfe Pérez Rodríguez-Aragón 1es ha dedicado varios estudios dentro de sus artículos de conjunto
sobre los cingula militae (1992 y 1992a), por 1o que las referencias a este autor son indispensables.
Se trata de una categoría de broches típicamente hispanos, como parece atestiguar su área de difusión, y cuyo origen parece derivar de las guarniciones con decoración calada que imperaron hasta la llegada de 1os broches excisos. y
entre ellas, sobre todo están conectados con los ornamentados mediante "ojos de cer:radura". Dicha conexión con los
cingula militae europeos mit durbrochenen Beschlcig fue ya
establecida por Sommer, quien incluye el tipo Simancas en
su Sorle II, form B, typ e, es decir, como uno más dentro de
la amplia familia de los broches calados, aunque denotando
su claro localismo hispano (Sommer, 1984,35). La articulación de la hebilla con la placa mediante bisagra, así como
e1 medio de sujeción del bronce al cuero mediante botones,
serían sin embargo sendos rasgos atávicos que emparentarían estas piezas con los cinturones usados durante el S. II
y III d.C.
Las hebillas presentan dos variantes fundamentales, señaladas ya por Palol y Caballero Zoreda: peltiformes y rectangulares, estando las primeras estrechamente enraizadas
con los precedentes altoimperiales. Una peculiaridad de los
r! La Cuera de los N'lurciélagos. aulquc nás crrrocida por su
licic
ncolítica. prc-
scrtta ucupación ia¡tlorromrna docuncntarl¿ lrcdilurte sillilata\ prleoer rrtrrn.rs
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r ircul¿do r un 1'acimiento crrl'os bronces tarclororn¿nos demnestun el misrni¡ hori
zr¡nte cultural quc cl clcnt»rinrclo dc las Nccrrlrpolis ilcl Ducrt¡ . Por úlLimo. la hcbillr tle Nlonsanto carece de confe\kr.
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7.c»'ttit.2..1 ¡, 11. Boro.r: -i.- Nlmde-jarl 5.- \Iarcharnalo: 6
IX
¡' l0:-
Puchla de \{ont¿lbrln:
7. Villarrul¡i¡ dc Santiaso: 8.
Titulcia:
9.
Ocrña.
66
Joaquín Aurrecoechea Fern¡indez
broches de tipo Simancas es, sin embargo, la presencia de un
tipo deterrninado de hebillas que no se han documentado
entre los cinturones de otras categorías. Nos referimos a las
características hebillas que denominaremos "comudas", singularizadas por sus remates en forma de esferas. Pérez Rodrí.guez-Aragón postula que estas hebillas podían derivar de
los modelos del S. III, que tienen como prototipo el broche
del Numerus Omnium, señalando que la forma rectangular
con protuberancias en las esquinas de las piezas europeas
evolucionó en Hispania hasta convertirse en hebillas trapezoidales con desarrollados apéndices rematados por bolas30.
Sin embargo, según nuestra opinión, el origen de estas hebillas sería más antiguo, teniéndolo que buscar, como en la mayoría de los casos en que se rastrean los ancestros morfológicos de la metalistería tardía, en un tipo de piezas militares
altoimperiales más antiguas, las hebillas de perfiles cóncavos
y remates globulares. Las similitudes entre estas dos categorías de piezas es evidente. Tanto unas como oftas presentan
dos chamelas, y aunque la apariencia general de la hebilla es
cuadrada, los tres lados que no están en contacto con 1a placa
del cinturón se curvan, presentando generalmente una sección en "D". El lado recto que soporta el par de chamelas
cuenta a menudo con 1a presencia de molduras, así mismo, el
tránsito entre el remate esférico y el cuerpo de la hebilla suele
marcarse también con una moldura. La nota distintiva principal la encontramos en que en los especímenes altoimperiales las esferas ter-rninales frecuentemente son de mucho
menor tamaño, mientras que en las hebillas tardías adquieren
unas proporciones tales que las convierten en las auténticas
protagonistas decorativas de la pieza. También la forma de
sujetarse a la placa varía, pues las hebillas altoimperiales suelen unirse a este elemento mediante travesaño recto en el que
se inserta la charlela doblada de la placa, formando parte de
cingula constituidos por segmentos metálicos articulados,
propios de los primeros siglos del Imperio. Sin embargo, las
hebillas tardorromanas se unen a la placa mediante bisagras,
aunque también se conocen hebillas "cornudas" altoimperiales con este sistema de unión. Las hebillas altoimperiales con
remates esféricos se han documentado en contextos castrenses britanos desde finales de la primera centuria, como por
ejemplo en Wroxeter y Richborough, datándose en este último campamento entre el 80-120 d.C. (Cunliffe,1968,93-94,
liám 35, 91-98), si bien son conocidas en otros yacimientos
datados en las dos primeras centurias de nuestra era, como
Arae Flaviae (Planck, 1915, 186,lám. 11, 12), Oberstimm,
(Bóhme, 1978,
lll y 206, 138-139), tor:res del Muro de
Adriano (Bank East) (Allason-Jones, 1988, 216,frg.5), y Vo-
lúbilis (Boube-Piccot, 1994,109, n'
187)31.
No obstante,
su
uso parece iniciarse durante la República, como atestigua una
pieza hispana encontrada en el campamento de Cáceres el
Viejo, en uso aproximadamente hacia el 80 a.C., que se asemeja a uno de los ejemplares que presentamos en nuestro catiálogo, procedente de Ocaña (FIG. 2, 7), debido a que cuen-
"rDicho autor nrcnciora un¿ hebilla lragrnentada de Canrunlum idéntic¿ a las
ltis¡rtnls. c¡uc sc hr queritlr féchar en ópocl altoinrpcrial. si bien él indica c¡ue esta
poblacirin panónica fuc lamL¡icln uclutlonarrie[¡o de tropas e incluso lubri«t ct cl
Brjo Tmpcrio. por lo que parece irrdicar quc su cronologíl poclrír ser tardorromana.
A nuestro pareccr tal posibilidrd es nrul dudosa. si tencrros cn clr!.nr.r (lue c\r\tcl
hcbillrs 'cornuilas'rltoirDperiales igualcs: r quc rdcmís la distribucir'lt espacial de
las hebillas tardías cs cscnci¡lmcnle hisprlla. no eltcontrándose apenls clocLrntc¡tlildts
entre la cultlrra mltcri¡l trrlorrornana de zonas con¡o la Gllia o cl \orlc ile Alrica.
cor ius clrre taltos coltactos ntrnilicslan ruestLos bronces bajoirnperialcs. En cs{os
tcrrilorios sólo corocenos tlos hebillas "cor¡ruclas": la clc \4ontpcllicr r' \(rlúhilis.
'r La pieza rrarroc¡uLí. sin coltexto estratigráfico. es incluida por Boubc cntrc lrs
het¡illas tartlías de su catálogit. si bicn c\ posiblc c¡ue su dataci(rn sea ntás alltiguil.
/ EPA},I
10. 1995 1996
k*,üJ*-'"--.kj
Foto
5. Hebillas "cornudas"
de época tardoromana, halladas en Santo Tomé del
Puerto (Segovia), Puebla de Montalbán y Carpio de Tajo (Toledo).
ta con remates esféricos en todas las esquinas (Ulbert, 1984,
211 ,lám. 10,n" 62). Otro paralelo para esta pieza toledana es
una hebilla inglesa datada en época altoimperial y procedente de South Shields, que también posee foÍna rectangular,
con apéndices en cada esquina y dos bisagras para la unión
con la placa (Allason-Jones; Miket, 1984, 194, n" 623). Asimismo, el grupo F de Grew y Griffiths (1991,49,76,f 156)
incluye una hebilla "cornuda" de hueso hallada en Colchester y datada entre el 44155 d.C. Ejemplar hispano de cronología claramente altoimperial es una de las hebillas de Conímbriga, hallada en e1 estrato del S. I en el que se constru-
yó el foro flavio (Alarcao, 1919,96-97, fig.20, 67). Olras
piezas peninsulares posiblemente altoimperiales serían tres
especímenes de Citania de Briteiros32 (Palol, 1969, 151, fig.
25,1,8 y 11), otro par de Conímbriga (Alarcao,1919,97 , tig.
20,68; Palol. 1969, l5l-152,fi5.25,6) y una de León (Mañanes, 1 9 83, 403, lám. 4, 24). Los remates esféricos pareados
no serían exclusivos del equipo personal, encontrándose también entre una serie de anillas de atalaje, cuya apariencia
morfológica es muy similar a nuestras hebillas hispanas, y
que se sitúan temporalmente en los inicios del S. il, como parece demostrar el espécimen de Verulamiun (105-115 d.C.)
(Frere, 1972,130, fig. 40, 125).
En nuestra área han sido documentadas hebillas "cornu-
das" tardorromanas en los yacimientos de Villarrubia de
Santiago (FIG. 2, 1), Puebla de Montalbán (FIG. 2,3) y
Caryio de Tajo (FIG. 2, 4), todas ellas inéditas y pefienecientes al ámbito toledano, a la que habría de sumar un espécimen fragmentado de Huete (Cuenca)33. A éstas habría
que añadir otros ejemplares también hispanos, aparecidos
desvinculados del broche al que un díase engarzaron, como
las de Palencia (Caballero, 1914, 42, fig. 12, 5), Arcóbriga
(Caballero, 1914, 42 y 44, fig. 12, 6 y 7), Museo Arqueológico Nacional (Caballero, 1974, 42 y 44, fig. 12,8 y fig.
43, 4), Santo Tomé del Puerto (Segovia) (FIG. 2, 2) y
Museo de Linares3a. Hebillas "comudas" poseen los broches tipo Simancas de La Morterona (Abasolo, 1984, 9 y
1 1, fig. 3, 1), Castillo de Soria (Caballero, 1914, 42, frg. 12,
3), Fuentespreadas (Caballero, l9l4,40, fig, 11, 1 y 2) y Penadominga (Núñez, 1916,286-287, fig. 3).
rr Para una de ellas. r¡ cl prcpio Palol lr considcr(r cronolirgicaruelte rnterior.l
la cuarta centL¡ri¿t (Palol. I 969. I 5 I ).
" Lr pieza corc¡uense la conoccnros gracil: a la rmabilidari del Dr.;\ngel Fuen
tes. Lllrien la rccogc cn su tcsis tinctoml inéditr.
" L¿ del !luseo de Linares crrcce de ltroccclcncia. \ I uc rccogida en luestra N4e
rnoria dc Licenciatura. rún inédita. sobre los bronces ri¡rn¿inos dc la Orctania.
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de
Otras hebillas tardías aparecidas en Hispania, presentan formas más simples, generalmente en D, como nuestra
piezade Borox (FiG.2, 11), cuyo aro aplanado de sección
en L la emparenta con los ejemplares de la Cueva del Pany
y Liédana (Pérez Rodríguez-Aragón, 1992a, n" 5 y 20, ftg.
15, 3 y 4). Como señaló Pérez, usualmente se encuentran
vinculadas a broches recompuestos a partir de placas fragmentadas, como el de La Nuez de Abajo y el de Hornillos
del Camino, espécimen éste último que reaprovecha una
placa excisa. Finalmente una de las hebillas de Villarrubia
de Santiago (FIG. 2, 8) la hemos incorporado al conjunto
de piezas tardías por sus vagas similitudes con la encontrada en la Cueva de los Murciélagos (Yera, 1994,69-11)
y sus analogías con algunas piezas de la necrópolis bajoimperial de Laukhills (Clarke, 1979, fig.34), aunque la
cronología del ejemplar toledano no hemos podido fijarla
con exactitud.
1os
bronces hallados en la Meseta Sur
61
ducción autóctona de bronces en el marco de la Meseta Sur
durante el peíodo tardorromano, fenómeno ya intuido
desde hace años debido a la abundancia y heterogeneidad
de 1os hallados en esta zo:na36. Broches ornamentados con
arcos de herradura longitudinales son los de La Morterona
(Palencia) (Abasolo, 1984, 12, fig. 3, 3), La Nuez de Abajo
(Burgos) (Palol, 1964, 89, fig. 9,3) y Fuentespreadas (Zamora) (Caballero, l9l 4, 39-40, fig. 1 1, I ), tanto el ejemplar
burgalés como el palentino pudieron contar con placas de
dos anillas para la inserción de 1a hebilla, al igual que la
pieza que presentamos.
La placa de Carpio decorada con roleos (FIG. 3, 2),
goza de buenos paralelos entre yacimientos clásicos de la
denominada "Cultura del Duero". Entre ellos, el broche de
la tumba 52 de Simancas sería lapieza más cercana a nuestro ejemplar (Palol, 1969, 139, fig. 24,3). Las similitudes
dimensionales y ornamentísticas entre el bronce toledano y
vallisoletano son tantas que parecen indicar un mismo
molde para ambos objetos. Solo el trabajo en frío que perde1 tallo serpenteante, el cual estaba
só1o indicado someramente en el molde como se puede
comprobar en el extremo cercano a la hebilla del Carpio, y
foró las oquedades
l€trq;pb-qq.F==-*
Foto
6.
Placa de cinturón
tardon"*TJ.l;j*"
"Simancas" encontrada en Catpio
Respecto a las placas de los broches tipo Simancas,
Pérez Rodríguez-Aragón ha señalado su sintonía, desde el
punto de vista dimensional, con 7os cingula ultrapirenaicos
de la primera mitad del S. IY ya que por lo general son bastante estrechas, lo que condiciona una decoración basada en
temas seriados, entre 1os que destacan los arcos de herradura longitudinales como los de 1a placa de Carpio de Tajo
(Toledo) (FIG. 3, 4) y 1os tallos serpenteantes o roleos, presentes en la placa hallada también en Carpio (FIG. 3, 2).
Una de las placas de Carpio (FIG. 3, 4) es excepcional
desde el punto de vista de1 material en que está confeccionada, siendo éste el plomo. Aunque conocemos apliques decorativos plúmbeos, en concreto para atalaje, como una
placa rectangular calada de Volúbilis y una falera discoidal
de Solua (Boube-Piccot, 1980, 156-151,n" 203), nos inclinamos a pensar que nuestra pieza toledana es más bien una
prueba de fundidor. Dichas pruebas se realizaban para comprobar 1a calidad y el acabado del molde, mediante un metal
mucho más barato como es el plomo, 1o que está atestiguado para e1 mundo militar en una pieza de Brigetio. entre
otras (Bishop; Coulston, 1993, fig. 134,5). Su carácter no
funcional estaría avalado, aparte de por la fragilidad del soporle material, por el hecho de que los apéndices anillados
que hacen de bisagra para la inserción de la hebilla jamás
estuvieron perforados3s. Este ejemplar respaldaría la prot Ertraira. sin ernbargo. el perleck) acab¡do de los c¡hclos cn lbrma de ¿rrcos
de herraclu¡rd'. alLrc parcccn haber sufiido un posterior trabajo cn lrÍti. l-ista pcculiaridad podría indicar ura furción dislinta p[ri1 cst¡ piez¿. aunque igiralrnente ligacla con
el ¡rroccso de iahricaciór del broche clefinitiro en broncc. Podrí¿r trat¿rrse. entonces.
de un modelo reaiizado en plomo. conro paso previo a la confecciírn el seric de moldes en a¡cillr plrra la contección de bronces a la cera perdidr, si bicn cste es un proc,.linrienlo Llel qrre il,' .eilcnru'.'urr\l.rr.'rJ lrr .:p,','.1 |on'anir.
la posterior decoración complementaría, también en frío,
diferencian a un ejemplar de otro. Así, mientras la placa de
Simancas se completó con un friso de espiguillas, la del
Carpio lo hizo con un friso de "SSS" troqueladas. Un friso
semejante al toledano ostenta otro broche también decorado con roleos calados, el de Fuentespreadas (Caballero,
1914,40, fig. 11, 2). Placas similares a la que estudiamos
son también las de Castillo de Carpio Bemardo (Salamanca) (Martin Valls, 1982, 195, fig. 3) y La Morterona (Palencia) (Abasolo, 1984,9 y 11, fig. 3, 1).
Foto
7.
Pl¿cr ile cinturón litrdorromana de tipo Simancas hallrda ilc Villascquilla
de Ycpcs.
Otras placas tipo Simancas no son tan estrech¿ts, como
la encontrada en Villasequilla de Yepes (Toledo) (FIG. 3,
l). que cuenta ¿rdemás con una decoración aún no docurr'En estudio tcnemos ur1 bo«in peltifbrme inacabado dcl tipo II-L2.a de nuestra
tipología (Aurrecoechca. 199.1, l-58-160). hallado en Puebla dc Montalbán (Toledo),
del que hcmos lcnido conocirniento recientcmcntc ) que documenta nuevxmertc la
produccirin de bronces rie uso personal/anés en nuestra zona.
Joaquín Aumecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996
68
mentada entre los broches de esta categoría. Su sintaxis
ornamentística guarda cierta semejanza con uno de los
broches de La Morterona (Abasolo, 1984, ll, tig,3,2),
aunque sólo desde el punto de vista del simetrismo de los
elementos dispuestos en torno a un eje central transversal,
mientras que las dos anillas con las que contó para la inserción de la hebilla, la acercan al modelo caracteístico de
los broches hispanos tardorromanos.
dos anillas para la inserción de la hebilla, rasgo que se interpreta como típicamente hispano. Fuera de nuestro ámbito geográfico de estudio sólo conocemos un broche que
pueda relacionarse con la cafegoría que tratamos, deposi-
tado en el Museo Arqueológico Nacional (Ripoll, 1986,
64, fig. 4. l), y que cuenta únicamente con dos apéndices
esféricos, siendo además la forma general de 1a placa rectangular y no cóncava, como en los ejemplares que trata-
la difusión eminentemente
castellano-manchega, o más ampliamente en la Meseta
Sur, de estos broches, dato que habrá de ser corroborado
en el futuro.
Estos broches Simancas de perfil cóncavo y apéndices
en cada esquina, que singularizaremos como variante
Bienvenida, podrían haber poseído hebillas con cuatro remates esféricos y no las hebillas "cornudas", de las que
hemos tratado anteriormente3e. Tal hipótesis la basamos
en la aparición de una hebilla de este tipo en uno de nuestros broches, el de Ocaña (FIG. 2, 7),y en el hecho de que
serían el complemento decorativo ideal, ya que reproducen el mismo esquema de la placa. De estas hebillas hasta
el momento solo se conocía una, la Santiago de Compostela (Palol, 1969, 147, fig. 25, 1), asociada a un broche
con decoración animalística. De otro tipo, sin bisagra, es
mos38. Esto podría suponer
Foto 8. Placas de cinturón tardoffomanas de la variante "Bienvenida".
encontradas en Villasequilla de Yepes, Puebla de Montalbán, provincia de Cuenca
y Almerdros.
Algunas placas no presentan decoración calada, sino
troquelada o incisa, como la de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero, 1986,253, fig. 1,8),
Ocaña (FIG. 2, 7), Almendros (Cuenca) (FIG.2,l2),Yillasequilla de Yepes (FIG. 3, 3) y Dehesa de la Oliva (Torrelaguna, Madrid) (Cuadrado, 1991, fig. 21). Entre estas
piezas nos detendremos en las tres primeras citadas, cuyos
lados mayores cóncavos rematan en sus cuatro esquinas
mediante apéndices esféricos o en forma de bellota, grupo
que complementaremos con otras placas totalmente lisas
pero de idéntica morfología, como una de la provincia de
Cuenca (FIG. 2, 6) y otra de Villasequilla de Yepes (FIG.
2, 10). Este grupo de ejemplares inscrito dentro del tipo
Simancas no ha sido hasta ahora objeto de particular atención, debido posiblemente a que el número de piezas conocidas era bastante reducido, si bien a tenor de los datos
actuales, con el incremento numérico que se ha producido y las peculiaridades propias que las hermanan, puede
asegurarse que conforman un apartado específico dentro
de estos broches hispanos. Entre las piezas conocidas se
pueden establecer dos apartados, uno que comprende las
grandes placas con decoración de círculos troquelados, y
otro compuesto por pequeñas placas totalmente lisas,
siendo el tamaño de estas últimas qtizá más propio de tahalíes que de cinturones3T. Tanto unas como otras cuentan
con dos botones altos, es decir, en los que la longitud del
vástago de unión entre el disco de1 botón y e1 cuerpo de
la placa es relativamente grande. Asimismo, todas tienen
ri A
r¡renudo sc h¿il¡la ú¡icarrente de broches de cinturón. olr'idanclLr que ai-rn
nrr piczus catalogadas dcntro ilc csla luncioralidad puclicron scnir tirrbién paril
abnrcl¡rr los talralíes. Este feltirneno podrir explicrr. por ejemplo. l¡s diltrencirs di
mcnsionalcs obscrvrdas cntrc clistintos brochcs clc tipo Simancas. e incluso la ercesir r estrecl¡ez de algunas piacas. corro las de Ciarpio tic Tujo ¡' Villasec¡uilla. presen
trdrs cu este crliilog0.
la pieza
también tardía de la tumba 36 de Simancas
(Palol, 1969, 139, fig. 25, 10). No queremos dejar de
mencionar el bronce de la Puebla de Montalbán (Toledo)
(FIG. 2, 9), de lados cóncavos como los especímenes que
tratamos, aunque no posee los remates esféricos de sus
esquinas; y el broche de la sepultura visigoda número 5
de El Espirdo (Segovia), idéntico a los que tratamos (Molinero, 1911, 65,Lám. 1911,65, lám. 103). Este último
ejemplar, lo conocemos únicamente a través de1 dibujo
que de él ofreció Molinero, en el que no se aprecia el reverso de la placa, dato que nos hubiera servido para discernir si se trata de una reutilización en época visigoda de
un broche romano (en el caso de que presentara botones
o remaches para asirse al cuero), o si es una perduración
de esta forma típicamente tardorromana entre la broncística visigoda (si posee apéndices perforados para sujetarse al material). La aparición de un ejemplar de la variante Bienvenida en contextos visigodos podría avalar la cronología más tardía de estos broches, qtizá ya en el S. V
d.c.
'r Proecclc dc u¡r colccción prrticulrr. dtntlc ingrcsó nrcdianlc ¡daluisición a ul
anticLlruio ser illano. aunLluc no ciln¡iclcl¡rros c\tc dalo \ulicicntc con)o par¿l allrmilla probable procedcncia bética de lr pieza.
lrAurcluc sorros conscic¡tc\ dc quc multiplicrr las dcnoninacioncs dcntro cle
una misma lamilir puecle colrplicar la visirin de la rlisnra. iremos optutio por bauli
zar a est¿r c¿rtegoría Lle piczas con cl térrnino "\,¿riante Bicn\cnida'. por ser este el
primcr Irci¡riclrto tlurrlc sc ilocumcntri. l.as al-inidadcs quc prcscntar cslos rjcnrpl¿rres. así conro sus caracteristica\ rnorfbló-sicas diféren¡es a las del resto de 1os especí
rncncs ti¡ro Sinrr¡c¡s. ya qllc c\tos írltimos cstín colcctados con lot brochcs ultrapirenaicos calados con "oios rie cerradura . lliertras que nuest¡a varirnte ro. ros dc
cidió a plaricar cstc subtipo clcnlro clcl mís gencral clc Sinrancas. No hcmos clc olri
dar que Ja firrna B rle Somner se caracteriza por ser broches cle esquinr: reetrnlu
larcs l clccor¡ción calada. prcnrisri cluc no cumplcn nLlcstril\ picrrls "Bicrrvcnicla'': I
LlLic, rllrque paru cl tipo e deromirrdo Sirr¿rlcrs. se rdriertc uur mlrlor divcrsid¿rcl
decoratir ¡ cl los caltdr¡s. stilo se jncluve una pieza hisprna que no posee dichos ca
lados. l ercepciól de las asas: el hroche antbriti¡rrre de Burgos (Sonrrner. 198.1. f.l
cronología clc l¡ rari¡¡rtc propLrcsta. nos pi]rccc postcrior a l¿rs dcl rcsto Lle Ios
broches Simalcas. )il que no han rparecido en lrs denoninrdas 'tr-ccrópolis clcl
Duero' cl,lsicas. si bien estas txnrpoco se téch¡n con precisiiin. pudiendo datarse la
rarlanre la err el S. \'d.C.. rricntrii\ que su írea de ditusión. clebido a los hallazgos
quc se conocen aclLLrlmcnlc. puccc ccrtr¡rsc cn lorno r Cr¡tilla-l,a N4anclra. si bien
con Lull griilr dispersiór. pucs se atestigurin tunto en Cuenca. como en Toledo ¡'Ciiu
-15). [-a
dacl Real.
estas piezas. En primer lugar todas ellas presentan idénticas
decoraciones a base de reticulado oblicuo en la parte ante-
rior del broche, conseguido mediante un fino buril, omamentación no documentada en ningún broche Simancas y
que recuerda a cierlos prototipos altoimperiales. Además
las tres piezas que contaron con un sistema de abrochado en
forma de hebilla, sujetaron este elemento a la placa mediante charnela (es decir, doblando la propia placa para
crear un receptáculo donde acoger 1a hebilla o el pasador
que la engarza) y no con una bisagra (que implica apéndi-
Foto
9.
Placas de cinturón del tipo "Tiermes,AJumancia" aparecidas en Ocaña y
Villmubia de Santiago.
Las placas de la variante Bienvenida están íntimamente
conectadas con otro grupo de broches, denominado por
Pérez Rodríguez-Aragón tipo TiermesNumancia, y que rematan en su extremo posterior en forma cóncava con bolas
en las esquinas. A nuestro juicio desligar el tipo TiermesA{umancia del resto de los broches Simancas no es
opoftuno, si tenemos en cuenta solamente el único criterio
esgrimido por dicho autor, consistente en el sistema de
abrochado por medio de un apéndice perforado en vez de
hebilla, como en 1os ejemplares de Numancia y Tiermes
(Argente; Baquedano, 1983, 415-416, fig. 2,2). Este argumento ya no se sustenta si tenemos en cuenta los dos nuevos ejemplares que documentamos en nuestro estudio, encontrados en Ocaña (FIG. 3, 6) y Santo Espíritu (Z$ar,Badajoz) (FIG. 3, 8), que contaron con sendas hebillas hoy
perdidas, conservándose aún en la pieza toledana la aguja
originala0. Al inventario de estos bronces habría que añadir
un nuevo ejemplar de Estremera (Madrid) (FIG. 3, 5), quizá
la pieza hembra de los broches con apéndices de Tiermes y
Numancia (que seían Tapieza macho). Además su localismo habría quedado obsoleto al documentarse estas piezas
en un marco geográfico más amplio, lo que desmentiría la
hipótesis de Pérez de una posible fabricacién en un taller
soriano. No obstante estas nuevas piezas que damos a conocer presentan unas características homogéneas, que luego
analizaremos, no estudiadas por el investigador anteriormente mencionado, bien distintas de los broches de tipo Simancas, y que sí hacen conveniente desligar a estas piezas
de1 resto de los broches tardorromanos, ya que actualmente
contamos con criterios más sólidos. Posiblemente esta desvinculación de los broches tipo Tiermes,O{umancia, denominación que mantenemos no porque sea Soria el principal
núcleo de distribución de estos bronces, sino porque los primeros dados a conocer en una publicación tenían esta procedencia, no sea sólo morfológica, como en e1 caso de la variante Bienvenida, sino incluso cronológica, pues los broches Tiermes/Numancia pueden ser anteriores a los de Simancas. Pasemos ahora a analizar las características de
ces anillados, tanto en la placa como en 1a hebilla). Los roblones no están fundidos con la placa, siendo por tanto producto del mismo molde, sino que se insertan en ella a modo
de remaches, haciendo incluso visible la cabeza superior de
estos en el anverso de la placa. Destaca también el aspecto
de dichos remaches, mucho más frágiles debido a su fino
vástago y delgada cabeza discoidal, que los botones de los
broches tipo Simancas. El aspecto de las placas es, asimismo, mucho más frágil, pudiéndose incluso hablar, en el caso
del broche de Santo Espíritu, de un trabajo en frío a partir
de una lámina de escaso grosor para constituir dicho elemento, efivez de fabricarse mediante fundición. Este proceso de fabricación estaría también documentado en una de
las contraplacas que consideramos parejas con estos broches, nos referimos a la descontextualizada de 1a provincia
de Toledo (FIG. 3, 9), mientras que la otra contraplaca conocida, la de Villamrbia de Santiago (FIG. 3, 7), sí estaría
rcaltzadamediante fundición. Estas contraplacasal es la prirtreravez que se documentan en los cingula hispanos, siendo un nuevo elemento que diferencia a estos broches de los
de tipo Simancas, ya que en estos últimos jamás se han documentado piezas semejantesa2. Otra característica de placas y contraplacas es la pequeña pestaña que recorre longitudinalmente los lados mayores de las piezas, como se atestigua en los broches de Numancia, Ocaña, Villarmbia, etc.
La aplicación decorativa que presenta la guarnición de Tier-
ryaIlEf{Foto 10. Placa-r dc cirtturiín del tipo ''l'icrmes/Nttttt¿incií hallaLlas en S¡nto
Espíritu (Zúrjrr. Badajoz) I provincia de Tolcdo.
rL Lus hcnros denourilado cor este aPelati\ o. porque considcranlos que puciicron tener esta lunción v no la de mcros apliques ornatncntísticos quu sc rcpiticritn u
1o largo del cinturón. !a alue reprotiucen Lrn csqllenia idéntict¡ al de las placas qtte tra
tamos.
Cicrtamente Ir el prt¡rio Pérez conocír rLna pllca con hebilla quc incluso tillr
bién conscrvaba Ia a-lujr. cncontracia asimismo cn Nurnancia (Arlrente: Baclueclanlt.
l9E.l. -116 ,117, lig. 2..1: Pérez Ror'lríguez-Arauórr. l99la. n'33).
r0
-l Una excepción poclría ser el Lrrochc de Argeliers. crcepcional 1¿nnbiéo en nuchos senridos. )e quc se ha interpretedo ei aplique cn tilrlna.lc crballo de dicho cinturón corlo posiblc contraplaca clel mismo.
Fernández / EPAM 10, 199
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1.1,v
16. El Quinto: 15. Ocañr
2.
mes, en forma de un botón de plata figurado, es otra peculiaridad no documentada entre los broches Simancas y que
nuevamente tiene una raigambre más altoimperial que hispano-tardorromana. Finalmente, 1a forma de abrochado que
presentan los ejemplares de Tiermes y Estremera (FIG. 3,
5) tiene claros precedentes altoimperiales, como el bronce
deZell Alteburg (Gilles, 1985, lám. 39, 8), estando el ejemplar madrileño morfológicamente muy próximo a una guarnición de atalaje de Verulamiun (105-115 d.C.), a la que ya
hemos hecho referencia en otro apartado de nuestro trabajo
(Frere, 1912, 130, fig. 40, 125)43. Otro paralelo aducible
para la pieza madrileña es un broche "hembra" con una argolla rectangular "cornuda", hallado en un estrato del S. III
de la fortificación de Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 68,
fíe. 63,33).
Finalmente nos referiremos a la placa de Casa delaZia
(Tarazona de la Mancha, Albacete), de extrema simplicidad
por tratarse de una lámina rectangular sin decorar (Abascal;
Sánz, 1993, 59, n" 176), que cuenta con 1os paralelos hispanos más cercanos en La Morterona y Arcóbriga (Caballero,1914,45,fig. 12, l2). Su cronología podría ser incluso altoimperial.
E. Las conteras de dagas y espadas
Uno de los elementos más ca¡acterísticos de la arqueo1ogía militar romana son las conteras, que servían de guarda terminal a las dagas y las espadas. Pese a ser un hallaz-
go muy habitual en otras iíreas del Imperio, hasta el momento no se habían podido detectar en la provincia hispana
representantes de esta categoría. Por tanto los ejemplares de
Chozas de Canales (FIG. 7, 14) y Villasequilla de Yepes
(FIG. 7, l5), vienen a llenar un importante vacío de nuestra
arqueología peninsular a.
Las conteras peltiformes, grupo al que pertenecen los
dos ejemplares toledanos que presentamos, se encuentran
generalmente asociadas a la spatha. Cronológicamente se
atestiguan desde e1 S. II, cronología propuesta por el ejemplar de Caerleon (120-200 d.C.) (Cunliffe, 1968, 93) y el de
Wroxeter (circa. 160 d.C.) (Atkinson, 1942,209, fig. 48,
A), aunque posiblemente gozaron de un mayor predicamento a finales de dicha centuria y ya en el siglo siguiente.
siendo un hallazgo habitual en muchos contextos funerarios
de esa época, como por ejemplo, entre el ajuar de la tumba
de Lyon, datado en torno al191 d.C. (Feugere, 1993, 149),
y en la sepultura l3 dela necrópolis de Rheindorf, fechada
en la segunda mitad del S. II (Boube-Piccot, 1994, 152).
Aunque nuestras piezas guardan evidentes similitudes con
el resto de sus congéneres europeos, no se han podido establecer paralelos exactos para las mismas, debido sobre todo
a un criterio de índole dimensional, ya que las conteras toledanas son un poco más pequeñas que el resto de las europeas y norteafricanas. Esta diferencia en el tamaño pudiera
indicar la función de nuestras conteras como guardas de cuchillos y no de armas más grandes, como 1as espadas. Otra
diferencia observada, es la presencia de una perforación en
la cabeza de la pelta. Maruecos es una de las zonas
más
prolijas en hallazgos de este tipo, habiéndose incluso identificado una producción local, abocada a la fabricación de
conteras peltiformes con nervadura central y reverso triangular, cuya cobertura geográfica incluye Volúbilis, Banasa,
Thamusida y Sala (Boube-Piccot, 1994, 153). Nuestra contera de Villasequilla guarda una estrecha relación con el
grupo anteriormente descrito, teniendo en uno de los ejemplares de Volúbilis su mejor paralelo (Boube-Piccof, 1994,
154, n" 290). Entre la serie marroquí, nuestro bronce de
Chozas de Canales guarda evidentes similitudes con las
conteras peltiformes de remate en "forma de lanza", de 1as
que se conocen ejemplares en Volúbilis y Tocolosida
(Boube-Piccot, 159-160, rf 320 y 325). Los dos especímenes marroquíes tienen unas dimensiones muy semejantes a
la contera toledana, entre 3 y 3'5 cm. de alto. Fuera de la
Mauritania Tingitana este tipo se encuentra también documentado en Lozen (Haskovo, Bulgaria). Aparte de la rela1a contera de Chozas de Canales recuerda,
aunque con unas dimensiones menores y un mayor anhelo
decorativo, 1as características guardas en forma de "U" con
nervadura central propias de los últimos años del S. II y primera mitad de la tercera centuria. Los especímenes más característicos de esta cafegoría y que cuenta con una datación
precisa, se han encontrado en la sepultura del soldado de
Lyon, tumba número 8 de 1a necrópolis de Dunaujváros-Intercisa y Dura Europos (Boube-Piccot, 1994, 158).
ción propuesta,
III. El equipo del equino
Nuestra región ha proporcionado un buen número de
bronces relacionados con el mundo del caballo, muchos de
los cua.les están relacionados con los ambientes militaresa5.
El arnés de la caballería auxiliar y legionaria de los comienzos del Principado, desciende directamente del equipamiento celta, y consistía en cinco empalmes principales,
los cuales iunto con la cincha, servían para sostener la silla
de montar. E1 primer tipo de empalme consistió en una simp1e anilla fundida, similar a la encontrada en El Quinto
(FIG. 4, 5), a la que se fijaban tres o cuatro correas por
medio de presillas, siendo estas últimas 1as que, durante la
etapa preflavia, contaban con una mayor riqueza decorativa. Los pinjantes colgaban directamente del cuero, siendo
los diseños en forma de pájaros estilizados los más caracte-
rísticos. Poco después, probablemente en el reinado de
Claudio, se impuso un nuevo tipo de empalme consistente
en un disco con presillas ocultas en su pafte posterior (phalera), potiéndose de moda ahora entre los accesorios metálicos la decoración argéntea y nielada, esta ú1tima con mo-
tivos tomados del repertorio báquico, posiblemente debido
a la asociación entre Baco y los caballos. Los pinjantes comenzaron a suspenderse de las phalerae utilizando imaginería derivada del árbol del roble (hojas y bellotas) imbricándose con diseños báquicos. El tesoro de Xanten (Jenkins, 1985), junto con la colección de piezas de Doorwerth
(Brouwer, 1982), forman 1a fuente de información arqueo1ógica más importante para el conocimiento de la caballería
de este período.
'r El brochc clc Tiernres aprreci(r cn cl rcllcrto de la 'C¿sa dcl,\cucducto ..la
lrblc L'illre el S. I al V d.C'. por lo quc no nos of¡ccc utrt clataciiirt pre.i"r.
! L¡s únicas 'conteras hastr ahora iclcntificadas en Ilisprnia c¡¡n l¡s cle los de
nominador cuchilltis Sinrrncr\. aulqLle lrs vain¡s dc cstt¡s cucl¡illos no po\ccn conterrs propirrrcnlc dichas. pues cs cl mis¡rtt lbrro de lt vttittr cl cluc lc sirre de ele
mcnlo lcrnrinal (Palol. 196-+).
r'Frrera de nuestro c\tLr(lio de-jarlos piezrs trl inlcrcs¿tttLcs cr¡rno los delr¡tttin¡do5 'llil\iuricrdas tle Vrleria (Osuna ct alii. 197t. l6l. lig. 2,1. I I ¡ Carranque (Lrnuza.1992,5l1.asíconrootroshroncesvincullLclosr¡tísaloscarntajesdecicrlolLrjo
\ r h r,idr cir il que a] horizt¡[tc cluc lralarno\.
12
Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
A.
Las cdmas de freno
Este tipo de bronces pasaron en España, a través del tiempo, por múltiples interpretaciones y clasificaciones. En un estado embrionario de Ia investigación, incluso se pensó que
pudieran tratarse de ejemplares fenicios o griegos. Fue Palol
quien les dotó de contenido y los asimiló a la cultura tardorromana46, debido a motivos de orden técnico, arqueológico
y estilístico (Palol,1952,315), si bien el uso correcto dado a
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Foto I 1. Reconstrucción hipotética de Ia guarnición de atalaje depositada en el
entenamiento de la Vega Baja de Toledo.
En el período antonino se desarrollaron una serie de
cambios, consistentes en el paulatino abandono de las
phalerae con anillas ocultadas en la cara posterior y presillas anilladas, que son sustituidas por phalera¿ con anillas dispuestas perimetralmente, las cuales habían sido
previamente usadas en el período augusteo. Los hallazgos
de Newstead (Curle, 1911)
y
Nawa (Abdul-Hak, 1954-
1955), aunque ciertamente atávicos en muchos aspectos,
son paradigmáticos de este momento. En los inicios del S.
III se descartó completamente el uso de anillas para unir
las faleras al cuero, prefiriéndose ahora su.jetarlas directamente sobre el material. Los accesorios del arnés son
ahora muy variados, empleándose desde botones a una
amplia tipología de terminales, pinjantes y elaboradas
camas de bocado, ornamentados con una mezcTa de motivos tomados tanto del repertorio clásico (ondas y svásticas) como celta (trompetas, flores de loto, etc). Características de este momento son las armaduras equinas y las
máscaras formadas por tres placas charneladas como las
encontradas en Straubing y Gherla, empleadas respectivamente en 1as batallas y durante los ejercicios de la hippi-
ca gymnasia, si bien hay que mafizar que las guardas de
bronce que cubrían 1os ojos solamente eran ya empleadas
en el S. [. Los escasos hallazgos de arneses militares correspondientes con certeza al período tardorromano, hacen
que este período sea uno de los peores conocidos de toda
la historia militar romana, si bien, en parte puede compensarse y hasta reconstruirse dicho equipo con los abundantes materiales de este momento pertenecientes al ámbito privado. Bocados y espuelas son los objetos más frecuentes en contextos militares de este período, conociéndose por las fuentes iconográficas y literarias la perduración de Ia silla de montar de "cuernos" y el uso de armaduras, esto último según la Notitia.
estos objetos fue primeramente apuntado por Santos Gener
(Santos, 1950-51, 31), quien desmiente su empleo como broches de cinturón y los ubica dentro del ajuar del equino. Posteriormente Palol lanza la hipótesis de su utilización en el
freno del caballo (Palol, 1952a,298), postulado que se confitmaría tras el estudio dei bocado de la colección Fontaneda (Palol, 1961 ,238). Estos frenos, que Caballero incluye en
el tipo II de su clasificación (Caballero, 19'74,78), estarían
constituidos por los siguientes elementos: dos barras de hierro rematadas en ambos extremos por sendas anillas o ganchos, que se uniían en el centro para formar el bocado articulado; dos camas insertas en el área terminal de cada barra;
y por último, un par de anillas imbricadas en cada argolla del
freno. En e1 estribo superior de las camas engarzaían 1as
tiras de la cabezada, mientras que las anillas extremas serviríarrpara insertar las bridas, abrochadas mediante unos pasadores dobletroncocónicos como 1os que describiremos en el
próximo apartado de nuestro estudio. Este esquema ha podido ser reconstruido gracias a dos frenos completos, hallados
uno en Toledo (Aurrecoechea,1994,163, fig. 2) y otro en Palencia (Palol, 1961, 231 -239, lám. 5). Los miírgenes tempo,
rales en que debieron realizarse los ejemplares hispanos,
abarcarían al menos desde finales del S. II hasta la quinta
centuria, si bien hay que tener en cuenta que la mayoría de
los hallazgos no son producto de estratigrafía47.
En la zona castellano-manchega, se conocían las camas de
Valeria (Cuenca) (Osuna, 1978, 163, fig.24,2) y Avenida de
la Reconquista (Toledo) (Palol, 1972, 136, fig. 8). El par de
camas toledanas acompañaban a una serie de instrumentos
médicos y un codunto de piezas de atalaje que incluso han
pernitido la reconstrucción del bocado enterrado (FIG. 1l).
La moneda de Marco Aurelio (161-180) depositada, posibilita fechar el conjunto a fines del S. [, 1o que le conviefie en el
más antiguo testimonio de1 uso de camas laterales de freno y
pasadores dobletroncocónicos en Hispaniaas. Los ejemplares
toledanos se insertan en una amplia familia, constituida por
las camas que eligieron como principal elemento decorativo
las peltas. En la Mauritania Tingitana se documenta un taller
dedicado a la fabricación de estas piezas en Volúbilis (BoubePiccot, 1964a), siendo las camas de este tipo un hallazgo frecuente en Banasa, Thamusida, Sala y la propia Volúbilis
(Boube-Piccot, 1980, n' 83-86, 311, 505 y 606). Otras camas peltiformes encontramos, por ejemplo, en el car:ro de
Doukhowa-Moghila y Dura-Europos (Frisch; To11, 1949), si
bien ninguna de las mencionadas es idéntica a las toledanas.
r" Dato acturhncntc matizable. si te¡elnos Lal cucnta qlre conocernos calnas cle
fieno altoirrpcrialcs hrlladas en Hispania r c¡uc la maroría de los ejentplares encrtntrrdos en nuestro pirís proccclcn dc cxcavaciones descontextu¿lizadas.
-i Unr sfutesis de las carnas hispanas ha siclo rcrlizrda recienLertente por G. Ri
poll ( I 99:1. 277 156). por lo quc no prof'undizarerrc)s eri este apafiado. renritiendo al
trabajo nrcnciurrdo. Algunas crmas con inscripciones han sido tratrdits Lambión úllirramcnlc lRipoll: Drrder. 1995.589 59.1).
r' D en¡rleo de hocaclos con camrs latcrales conro ei de la Ard. cie la Reco¡
cluista. cslii conlirm¿do prrr 1r segulda mitad tlel S. II en el nirel VII dcl oppiclunr
deAmbrussurr.datadoentreellE0-230d.C.(Fcugc.c:'fendille.l989.159.lig.115.
n'337 ¡ lig. 16).
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana a tenor de los bronces hallaclos en la Nlcscta Sur
13
Aparte de las descritas, nuestra zona de estudio ha producido otra serie de hallazgos que se conservaban inéditos.
Nos referimos a dos camas en forma de "rueda" encontradas
en Talavera la Nueva (Toledo) (FIG. 4, 1) y La Bienvenida
(Ciudad Real) (FIG. 4,4), otra con decoración peltiforme de
Villasequilla de Yepes (FIG. 4, 2) y, finalmente, un ejemplar
con ornamentación calada que describe una estrella procedente de Aleas (Guadalajara) (FIG. 4, 3). Así como las
camas de bocado peltiformes gozan de abundantes paralelos
por todo el Imperio, las que cuentan con radios concéntricos,
que le confieren la apariencia de una auténtica rueda, tienen
en Hispania una mayor difusión. E1 ejemplar hallado en Conimbriga sin contexto estratigriífico definido (Almcao, I97 9,
104, fig. 21,98) y otra cama de procedencia desconocida
(Palol, 1953-54,280, fig. 1, c), son los paralelos más cerca-
Foto 12. Cama de freno de Villasequilla de Yepes.
culado a un cuadrúpedo de menor tamaño, o incluso a un
juguete (Ripoll, 1994, 290).
La aparición de estos ejemplares onlazona castellanomanchega viene a reafirmar, Ltna vez más, la importancia
que el caballo tuvo en la sociedad hispanorromana, sobre
todo la del período bajoimperial, siendo uno de los testimonios de la vida cotidiana de este momento , pueslosfrena
a los que pertenecieron son interpretados como pertenecientes a caballos de parada (Ripoll, 1994,286). No podemos dejar de aludir a la fama, tantas veces mencionada, que
tenían los caballos hispánicos, animales que eran criados
por los propietarios de 1as grandes explotaciones agrícolas
y ganaderas con el fin, no sólo de dedicarlos a las activida-
@
Foto 11. Cama de freno encontrada en la finca Alcoba (Talavera La Nueva, Toledo).
nos para nuestra pieza toledana, mientras que uno de los
ejemplares encontrados en Numancia (Palol, 1952, 306, fig.
5, 15) 1o es para la de Ciudad Rea1. De Banasa proceden
también dos camas del tipo "rueda" similares a las nuestras
(Boube-Piccot, 1980, 233-235, m" 379-380)ae.
La cama de Aleas (Guadalajara) cuenta con una rica decoración calada, uno de cuyos motivos principales es una
estrella de seis puntas. En Hispania se conocen dos juegos
de piezas con el mismo esquema, vinculadas al freno de Cubillas del Cerrato (Palencia) (Palol, 1952, 302-303, fig. 2,
6-7) y otro descontextualizado de la provincia de Palencia
(Palol, 1967, 236-240, lám. 4-6). Las dimensiones de las
camas de Cubillas y del vástago que 1as une, ostensiblemente menores si se las compara con el resto de los frena
equorum conocidos, parecen indicar que su uso estuvo vinr" En algunrs octr.iones se han llcgado a ilttcrprctar estls ciltlla\ con radios colllo
representrciones de un monograma cristológico. hipa)lcsis tratrda con reserYas Por
Ripoll (Ripoll. 1991. 130).
Foto 13. Cama de freno de Aleas.
74
Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996
des cinegéticas, sino también para participar en los juegos
circenses. La vinculación de estos caballos con el mundo
militar bajoimperial, fecha a la que apuntan la mayoría de
los ejemplares hispanos conocidos, no puede ser definida
hasta que se resuelva la problemática que suscita la existencia o no de tropas privadas, dedicadas a 1a protección de
las villae de los grandes latifundisras (Ripoll, 1994,2i9).
De admitir que estos possessores tenían soldados a su servicio, debería aceptarse simultáneamente la presencia de
caballería, método de desplazamiento indispensable para
cubrir las distancias que tendrían que recoffer.
La producción de estas camas parece obedecer a talleres
hispanos que abastecían a una moda esencialmente local,
como indican 1os cerca de 80 ejemplares conocidos en la
Península lbénca, si bien existen evidentes conexiones con
1as camas fabricadas en la Mauritania Tingitana, aunque
estas últimas, salvo raras excepciones, no responden a los
mismos artesanos (Ripoll, 1994, 282). La dispersión geográfica abarca casi toda la provincia hispana, con una
mayor concentración en la zona meseteña y andaluza.
B.
Los pasadores doble-troncocónicos
Estos pasadores de perfil doble-troncocónico formaban
parte del freno equino, junto a las camas vistas anteriormente. Caballero, que los recoge en su tipo V, aboga por su utilizaciót en las riendas, sirviendo para abrochar estas al bocado (Caballero, 1914, 114), tesis ya promulgada por Palol
(Palol, 1972, 136); mientras que Boube-Piccor los fija, concretamente, al cañón del freno (Boube-Piccot, 1980, 91). Representación iconográfica de la colocación de estos objetos
la hallamos reflejada en un mosaico de la villa de Dueñas
(Palol, 1963, lám. 11). Este asentamiento cuenta con dos mo-
mentos cronológicos: una primera fase anterior al último
cuarto del S. III d.C., y otra posterior ya en el S. IV d.C.
(Palol, 1963, 34). El mosaico que plasma al equino está ejecutado con pequeñas teselas sobre fondo en abanico, técnica
frecuente en fechas tardías (Palol, 1963, 29). Otro dato remporal se desprende del letrero, con la inscripción AMORIS,
que posiblemente menciona el nombre de la bestia, realizado con letra capital muy avanzada (Palol, 1963, 30).
Con estos datos penetramos en el marco cronológico que
ocupan nuestras piezas. Los travesaños doble-troncocónicos
ya eran conocidos por la caballería romana de finales del S.
II d.C., como se desprende de los dos ejemplares encontrados en la tumba de la Vega Baja de Toledo, asociados a una
moneda de Marco Aurelio (Palol,1912,144-145, fig. 1). Sin
embargo, su época de apogeo parece situarse en el mundo del
Bajo Imperio, como se desprende de su aparición en las denominadas "Necrópolis del Duero"5o. La datación de los
ejemplares descontextualizados, que por otra pafie son la inmensa mayoría, se ve dificultada por esta continuidad de
uso5l.Intentos de reconstr-ucción de una cabezada altoimperial y otra tardorromana con estos elementos, los hemos llevado a cabo recientemente a tenor de los hallazgos de la
Vega Baja y Fuentespreadas (Aunecoechea, 1994,fig.2y 3).
5'r Prcfcrinos
scguLir eltpleanclo dicho térntiltc¡. itLln(lue entenalcrtos que cl lcnir
ntcno mrniféstlclo alurca ul árcr ntucho ltís rmplia que la planlerda ilicialutente.
cono se ha r cnjdo reiterando en las ilvcstigrciolte\ ¡llás rccieltes.
iL Es del¡ido a cslr lintitació¡ cl c¡ue hallarlos
rbrldonado cl plarteanlicnto 1i
polrigico ciuc csbozarnos hrce algrin ticltlto 1,,\urrecocchca: Ferna'utdcz Ochoa: Ca
ballcro. I9116.26.1-165). en el clurc postulábanlo\ trcs clases llrincipales tcrrpoml
nrente succsir rs.
Estas piezas son un hallazgo frecuente dentro de laparcela broncística de nuestra arqueología meseteña (FIG. 13).
Prueba de ello son los diecinueve ejemplares que conocemos en el área que estudiamos. Madrileños son los de Valdocarros (Arganda) y Velilla de S. Antonio (FIG. 5, n' l1 y
8); toledanos los tres especímenes de El Quinto (Seseña)
(FIG. 5, 17" J,9 y 10) y el par de la Vega Baja; conquenses
los de Valeria (Fuentes, 1980, 111,Lám. 41, fig. 4), Carrascosa del Campo y los seis de Segóbriga (Fuentes, 1980,
180); mientras que Ciudad Real aportó el de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero, 1986,263,
fig. 4, 2); y Albacete los tres pasadores de Los Cabezos
(Mahora) (Abascal; Sanz, 1993, 124, n" 283-285).
En Hispania, fuera de nuestra zona de estudio, han sido
recogidos en; Santa Pola (A1icante) (Sánchez, 1986, 57), El
Espirdo (Segovia) (Molinero, 191 l, 67,1ám. 106), Fuenrespreadas (Caballero. 1974,89, frg.20, núm. 20), Hornillos
del Camino (Burgos) (Palol, 1912, 145, fig. l2), La Olmeda52, Cástulo (Blá2que2,1919,88, fig. 65, 821), Museo de
Mérida (Caballero, 1914, 94, fig. 22, núm. 42), E1 Pomar
(Jerez de los Caballeros, Badajoz) (ATvarez Sáenz de Buruaga et al1i, 1992, fig. 23, 3 8), Conímbri ga (Alar cáo. 197 9,
lám.21, núm. 83), más otro descontextualizado del M.A.N.
de Madrid (Thouvenot. 1921, 124, núm. 643). En Ia publicación sobre la villa de La Cocosa (Badajoz), se refieren a
dos objetos de esta morfología como pasadores de una he-
billa o de una fíbula (Sena, 1952, 152, fig.28, 12 y l4),
aunque nosotros creemos que se tratan de sendas piezas con
igual función de las aquí comentadas. No obstante esta lista
se incrementará bastante en los próximos años, tras 1a publicación de los fondos museísticos aún inéditos, pues conocemos otros ejemplares que no incluimos aquí por pertenecer a otras áreas geográficass3.
Fuera de la Península Ibérica se han hallado en Lyon
(Boucher, 1980, 35, nlúm. 227) y Marruecos. La serie marroquí es, con diferencia, la más numerosa. Trece pasadores
proceden de Volúbilis (Boube-Piccot, 1980, 92-93, n(tm.
61-19), cuatro de Banasa (Boube-Piccot, 1980, 229-230,
núm. 311-314) y dos de Sala (Boube-Piccor", 1980, 349,
núm. 603 y 603 bis). Se infiere de los paralelos expuestos,
la mayor concentración de ejemplares por yacimiento en
Maruecos y una mayor dispersión geográfica en el área
hispana (FIG. 13).
Dimensionalmente estos pasadores conforman un grupo
homogéneo. La longitud máxima oscila entre 5'I y 7'7 cm.
El grosor del cuerpo medio o estrangulamiento, se encuentra
comprendido entre los valores 0'5 y 0'7 cm. Excepcional,
desde el punto de vista metrológico, es el pasador hallado en
la sepultura de inhumación Ballesta número 8 de Ampurias,
junto a un ajuar en el que se integraba una moneda de Galieno (Almagro, 1955,91, frg. 69, núm. 4). Esta pieza, aunque
es morfológicamente idéntica a todas las vistas, cuenta tan
sólo con 2'4 cm. de longitud, hecho que nos indica que pasadores idénticos a los vistos, pero más pequeños, se utilizaron para otros menesteres distintos al ajuar del equino5a. Si
'r El pasadu procedeltte dc la lill¿¡ de [-a Olntcdr estir erpucrto cu el N,lu:et¡ ilc Sa]
daña..junto a otros bronces de atalitic. c¡tcortr,[do5c atin r 1a erpcra de sU publicrción.
" Lln ejcrrrplo rle kr expucslo es otro ptrsarlu lnéclito clc Cístulo. tlut'rcco-!rntr)¡
cn nllestril N'lcntoria de I-icclciatura (ALrrracoecirea. 1989. li-q. ll.3l.
5'Srbemos dc ollrs piezas iclónticrs. talnbión dc reclucid¿rs
dintensiones. libricarhs en hrr»cc t,hueso. qrLc pudieron cnrplcrrse corno plrsrdores dc lcstidos ct
c¿lla\. co¡lo la pieza ilclditr de AIbal¿lc dc 1as Nogucras. que conouuntt,r qlreirr.r
A. FrLcnles. El cjcnrplrr de la nccriipolis antpuritana no se ercucntra asociaclo a ni¡t
-rúr broncc de arnés clcpositrcio conrt l.jurr en la tuntLril.
l5
nos centramos en la cuestión estética, ésta se reduce a una somera decoración consistente en 1íneas incisas dispuestas, ge-
neralmente, en la zona próxima a los escudetes. La ornamentación se complementa, en ocasiones, con un punto que
ocupa el centro del remate semiesférico.
Por último, queremos hacer hincapié en un problema
morfológico, aún no resuelto. Se trata de la desigual proporción entre los dos cuerpos troncocónicos, constatada en
algunos pasadores. Esta variabilidad de tamaño, referida a
un mismo objeto, se aprecia también en 1as zonas terminales. Nosotros creemos que se debe aunarazón de orden fun-
cional, como 1a de facilitar el desabrochado de la pieza,
labor que se agllizaría si se desplazase el pasador, inserto en
anilla del freno, por la parte menos gruesa del travesaño.
1a
D.
Las faleras, sus pinjantes y los grandes apliques
Las faleras son piezas que servían para decorar las corazas militares o los arneses de montura. En el mundo romano, junto a los torques y los brazaletes, constituían 1a categoría más modesta de los dona militaria y eran entregadas a soldados rasos y oficiales subalternos por algún mérito, reservándose otros obsequios, como coronas o el hasta
pura, a los oficiales superiores (Boube-Piccot, 1964, 150).
A éstas de origen estatal se suman otras, cuyo carácter funcional y uso particular ocasiona que sean las que frecuentemente lleguen hasta e1 presente.
Bishop ha llevado a cabo una revisión crítica de las faleras romanas de1 S. I d.C., teniendo en cuenta dos criterios distintos de clasificación: el ornamentístico y el funcional. Este
último es el que puede resultarnos más útil para nuestro trabajo, pues los ejemplares que recoge el investigador inglés
difieren de los nuestros por su sistema de anclaje. Bishop distingue siete grandes familias según el tamaño del objeto y el
número de presillas o anillas que contenga, subdividiéndolas
a su vez en otras menores (Bishop, 1988, 94-95, fig.4l y 42).
Las faleras con una sola presilla (tipo I de Bishop) suelen ser
las más pequeñas de todas, fijrándose directamente sobre la
correa, que pasa a ffavés de la presilla central y se sujeta mediante un remache que atraviesa el eje de la pieza. Nuestros
ejemplares de Villasequilla de Yepes (Toledo) y Castillejo
(Aranjuez, Madrid) (FIG. 7, 1 y 2) pueden estar vinculadas
con este grupo, concretamente la primera con la variante lb,
y la segunda con el subtipo 1c, aunque debemos matizar que
la cronología de las piezas de Bishop es anterior a la de nuestros especímenes y que nuestras piezas pueden ser calificadas también de meros apliques ornamentalesss.
La pelta de Villasequilla (FIG. 7, 1) pertenece a un
grupo de bronces bien definido, en el que tanto 1a presencia de delgados apéndices posteriores para su fijación al
cuero, como la morfología peltiforme son característicos.
Una pequeña argolla, que rara vez se conserva, introducida en el apéndice y que actuaría de tope con la cabeza del
mismo, servía para fijar la pieza al material. Temporalmente estuvieron en uso durante el siglo II, como demuestralapieza gala de Sablas, cuya posición estratigráfica la
El corcc¡rlo de falera es al-go antbi-gtlo. lluc\ cn él se etlgloba a rttl atlrplio cspecllo rrorfolLigico de e'.jctnplares colt distitltos sistenlts dc unitin a hs corrc¿is cle
cuero (prcsillas. anillas. relrachcs. etc.). El cltrácter funcion¡l o nleranlentc ornamcntal Llc estos cspccínrcnes tanrpoco cs cleflnitorio. EI llronce peltil'urtc de \¡i114
scquillr por|ía ser identilicrtlo corrit un apliquc clareteatlo. cn la mislra líncl qrte
lus ¡riczas de nuestm Fig. 10. n" I I a 17. aunqtle dcbjtlo a stl trllaño hcnlos preteri
dc¡ conect¿rlo con cl grttpo de las l-alcrar.
55
Foto 14. Aplique peltiforme, de época altoimperial, encontrado en Villasequilla
de Yepes.
data entre el 120-180 d.C. y que es un magnífico paralelo
para nuestra pieza toledana (Feugere; Tendille, 1989, 155,
fig. 113, 299).De Thamusida procede otra pelta idéntica a
la toledana que tratamos, salvo en la ausencia de 1a ornamentación de círculos concéntricos (Boube-Piccot, 1980,
336, n" 588); siendo otros paralelos los ejemplares encon-
El ejemplar francés de Pépiron
(Saint-Just), en el que se engarzan consecutivamente tres
de estas peltas por medio de bisagras, señalaría claramente la vinculación de este grupo de piezas con el equipo
equino57. En España conocemos otro espécimen de este
tipo, aunque incompleto, hallado en Arcóbriga (Caballero,
1914,90, fig.22,34), y uno de procedencia bética encontrado en Las Mesas de Algar.
La falera madrileña de Castillejo responde a un esquema muy habitual entre la metalistería militar romana, la
yuxtaposición seriada de varias peltas. Su vinculación con
el equipo equino no es segura, pues por las características
trados en Vindonisas6.
'%
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,._-_..-.-**-"-.--
Foto l-5. Falerr peltil'ornrt' procedentc dc Castiliejo.
¡¡'l-as piezrs proccdcntcs cle \iindonisl. que sulllll¡ ulla Llocetrl. sc hlllatr ac
tuallneute er cstuclio por Eckhrrt Deschler Frt. quietr rtttltblcttlcnle ¡os l'llcilitó ili
bujo dc las nistnas.
i'- Publicrch c¡t (juiliu. ll. 196i. pp. -1-1-1 -11J.
16
morfológicas del ejemplar, éste pudo también estar inserto
en un tahalí del S. il. Ya hemos referido en otro apartado
como en este siglo, la espada se suspende de esta correa, en
yez de ir colgada del cinturón. Estos tahalíes presentaban
una falera situada hacia la parte baja y un terminal en forma
de hoja de hiedra, como queda documentado en los tahalíes que se hallaron en Vimose, o el del enterramiento de
Lyon, que incluía monedas que proporcionan un terminus
post quem del 194 d.C. Las faleras encontradas en fuertes
germanos son circulares sin ornamentar, o tuvieron decoración de círculos concéntricos, pétalos radiales en relieve, o
perforaciones geométricas similares a las de las chapas de
las conteras de las espadas. El tipo de falera calada más elaborado posee un águi1a central que sujeta los rayos, sobremontada por una inscripción anular que versa OPTIME
MAXIME CON (SERVA). Gracias al caracteístico ojal
posterior se han podido identificar otras lomas de laleras.
tales como la excelente serie de faleras caladas de Dura-Europos y algunas de los yacimientos del Norte de Africa, las
cuales muestran diseños de svásticas o célticos y tienen peldaños radiales, peltas o corazones. Es precisamente debido
al ojal posterior de la pieza de Castillejo (FIG. 7, 2) el que
postulemos su inserción dentro de las faleras de tahalí de la
tercera centuria, mejor que dentro del grupo de las faleras
equinhs. Un buen paralelo formal para nuestra falera madrileña fue hallado en Dura-Europos (Frisch; Toll, 1949,
lám. 3,26), si bien este último ejemplar cuenta con sendos
botones. Por contrapartida, la falera fragmentada de Zugmantel es una pieza anllTada idéntica a la de Castillejo, pudiéndose postular que ambas son producto del mismo
molde (Oldenstein, 1916, fig. 88, n" 1146).
Las piezas de Ocaña (Toledo), Estremera (Madrid)
(FIG. 7, 3 y 4) y Ser:radiel (Albacete) (Abascal; Sanz, 1993,
158, n' 353) encajan más dentro de la categoía de los apliques anillados que de las faleras, aunque la confusión terminológica a este respecto entre los diversos investigadores
hace que a menudo se empleé el concepto de falera para
estas piezass8. Los ejemplares de Estremera y Serradiel pertenecen al nutrido grupo de las peltas, si bien es mucho más
raro su apéndice posterior anillado, pues es bastante más
frecuente que estas piezas se sujeten mediante roblones o
clavos. Un bronce de Banasa es el mejor paralelo para el
ejemplar albacetense (Boube-Piccot, 1980, 27I, n" 455).
El simbolismo jugaba un importante papel en la religión
romana, sobre todo en su vertiente supersticiosa. El aplique
luniforrne de Ocaña (FIG. 7, 3) entronca con otro tipo de
piezas, los pinjantes más antiguos y populares del Imperio
con 1os que compafie idéntica morfología. El creciente era
el símbolo de la luna, (la femineidad), mientras que la falera donde se insertaban bien pudiera representar al sol, (la
masculinidad) (Zadoks; Witteveen. L911 ,113). Este contenido dual, podía encontrarse remarcado en los colgantes
iniciales, con el uso de los colmillos de jabalí que conforman la imagen de algunos crecientes. Los pinjantes luniformes son los más antiguos del Imperio, pues su cronología inicial comienza con Augusto, para perdurar, al menos,
hasta el S. II d.C. La popularidad de este motivo decorati¡s Hn cste cas() slr pcqucño t¿maño lo hrrítr cxcluirlas clel apartrdo coffespondiente a las faleras. lunque su sistcrnlr dc sujecirin ¿l cucro nos hr ilecido por cnglo
barlas el cslc rpartado. mejor quc cn el de los apliqucs. rúl sienclo conscicnlcs de que
su r crcladcra tuncirin fuc simplemente onlantcntili. En Casa de la Zúa (T¿rrazona cle Ia
i\.'hncha. Albacctc) tLpueci(r un apliquc con h caracierísticir iurillr posterior quc lo cn
globarír cntre los rna¡erialcs que tratamos. ¿iuna]uc sll cronología dudosa nos hr hecho
clecidirnos prn sLr ro inclusión cn nucsrro esrLrdio IAL¡ascal: Sinz. I993, I2-i. n'28li).
Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996
vo se constata por su presencia en otras categorías de objetos, como los apliques anillados, siendo algunos de ellos el
toledano que exponemos y 1os hallados en Volúbilis y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 154, n' 194-198 y 425). Incluso
conocemos botones luniformes con dos roblones. como el
ejemplar galo de Margon (Depeyrot; Feugere y Gauthier,
1986. l3 I . fig. 23 ).
También son apliques anillados las dos piezas de idéntica morfología de Valdocar:ros (Arganda, Madrid) y El Quinto (Seseña, Toledo), decoradas con prótomos de animales
(Alonso, 199I,261-214,fig.,1,2y 3). Sobre esras piezas,
ya estudiadas en otra publicación, queremos solo señalar un
nuevo paralelo no recogido por Alonso, nos referimos a la
pieza encontrada en Cáceres el Viejo (Ulbert, 1984,222,
lám. 19, 122'¡ qre avala la cronología temprana de estas piezas entorno al S. II-I a.C. Esta datación explica el por qué
Alonso no encuentra ejemplares similares entre los repertorios al uso, como el de Bishop o el de Boube, ya que 1as piezas que recogen son más tardíasse. También queremos plantear la duda sobre el origen de estos apliques, pues su temporalidad, unida a su morfología, los acercan más a los botones anillados ibéricos que a los apliques usados por la caballería romana60.
Todos los ejemplares vistos hasta el momento tienen
una caracteústica en común: el que sólo pudieron servir
para pasar una correa posterior o para ser superpuestos
sobre el material, por 1o que su cometido debió ser, a nuestro juicio, decorativo. Hecho que se ve reforzado por las
escasas dimensiones de los objetos asociados a estas categorías.
El ejemplar de El Quinto (FIG. 4, 5) está relacionado
con el tipo 5a de Bishop, quien postula que estas piezas debieron emplearse para las uniones del hombro y el anca,
juntando pues cuatro correas, aunque queremos mafizat
que esta categoría de faleras serían también las más correctas para la ubicación de correas colgantes, junto a las
6ay 6b de Bishop61. Similar uso pudieron tener las faleras
anilladas geométricas del tipo de las de San Pedro de Valdanzo (Soria) (Jimeno; Argente; Gómez, 1988-1989,441,
fig. 18, 241) y Julióbriga (Millán, 1941, 198, fig. 2); así
como las que presentan una decoración figurada humana
central y cuatro anillas en las esquinas, como la de San Millán (Orense) (López; Taboada, 1955, 69, fig. 14), Fuentestrún (Soria) (Santos Almansa, 1990, 86, n'97) o Camparañón (Soria) (Mi1lán, 1941,191-199,Lám.21, 1). Estas
nos ponen sobre la pista de otro esquema tipológico, ela-
borado por Boube-Piccot, quien clasifica las faleras en
"'Desestirramos el paralelismo cluc rerliza Alonso cnlrc estls piezas ¡.los apliquesrccogidosporBoubc-Piccot(Alonso.1991.26-11,¡,aquelosc-jcuplaresquese
ñala llic. I 9 20 ¡, 25. así corno lárn. 5 I . 52. 91. 97 ¡ 98 dcl catíiogo de Bouhc) son
cronológicarnentc posteriues. respondcl rdernás a otros palroues distintos ! bicn
conociclos cn ir arc¡ueolotía roulant (conlo lls ¡reltas I la decoración de "trornpe
tas ). \'porquc la rnilla postcrior. en la rna¡oría dc los casos. es clc mucho ntrl,or
tan¿tño )ii que serr,ía par¿t p¿Lsrr ula o varias correts. lo que las dclinc cono autén
lica: frleras.
r"'Lr hipritesis de quc sc trate de piezas ibcrricas no ronttnts. ro está reoida
1
con su aparicirin cn un camllaltenro cono Círceres el Vicjo. identificado tr¡clicionrl
nrente con ClcL¡¡ru Cutt;ilit pucs cn él aparecieroil olros clemeotos iIdí-¡cn¡s de bron
cc como lil¡ulas r,pllcas de cilturón. adcntís de una falcata ¡ ccriunlcus cr¡n g¡alltos
localcs. pudiendo pertencccr cstas piezas bicn a las tropas au\iliarc\ autírctonas o al
lgresor lusitano (Lllbcil. 198-1.2051. SrL aprriciórr en contc\tos ildígeras. conto cl
posible santuario dc Cirstrejórr dc Crpote lBadajoz). podrírn ava)ar tallL_rién !u ori
ge0 prcrrom¡n0.
" Algunos bottmcs arroblonados. cor¡o el cle \¡eguilla clc Oreja (Fig. il. l l ) puclieron scrvir prra idénticit coltctiilo. Así rtismo.los grilndcs botones con clos roblo
ncs. conlo el de Albalatc de Zorita I Boror (Fig. 9. 1 v 2) pudicron cmplearse como
penalcs o grlrperiis. por lo quc tcndrírn una firncitnalidrd sittila¡ a las l¡lcras vistus.
1l
cuatro grandes apafiados, siendo el primero aquel que más
nos interesa, al estar constituido por las piezas ornamentadas con figuraciones, generalmente de contenido apotropáico, como las cabezas de Medusa (Boube-Piccot, 1964,
150). En esta tónica entraría la pieza de Valdocarros (Madrid) (Alonso, 1991,261-214, fig.2, l), cuyo paralelo más
cercano es el bronce procedente de Luque (Córdoba)
(Cano, 1993,51-62)62. Faleras similares a la toledana que
comentamos (FIG. 4, 5) son la de tumba de Saives, otra
asociada al carro de Kórnye, mas las encontradas en Volúbilis (Boube-Piccot, 1980, 116, n' 109) y Dura-Europos
(Frisch; To11, 1949, lám.2,13).
A menudo las faleras están asociadas a otro elemento
que las complementan, 1os pinjantes. El uso de pinjantes en
los arneses romanos cuenta con un impofiante precedente
en la caballería ce7fa. Esta decoración de los arreos pudo
ser, en un principio, meramente estética, encaminada a
dotar de una mayor vistosidad tanto al jinete como a su
montura, 1o que podía tener unas connotaciones de prestigio. Sin embargo, los modelos que se utilizaron como elementos ornamentísticos, poseen un marcado poder mágico
que hace sospechar en la escasa arbitrariedad de su elección. Esta función mágica o supersticiosa que parece inherente a algunos pinjantes, define en la mayoría de los casos
su morfología o decoración. Ejemplos a citar serían, aparte de las lúnulas vistas anteriormente, los prominentes
falos que suelen incorporar, o las manos haciendo el gesto
deTafica contra el Mal de Ojo63. Para Ross, los pinjantes
rematados en cabezas de páiaro, estarían asociados con el
simbolismo celta que imbuye a los primeros arneses romanos, ya que estos pájaros podrían estar conectados con el
culto a Marte Céltico (Ross, 1967, 342). Los pinjantes incorporan una o[Iamentación complementaria basada en
imágenes alusivas a la fertilidad. Nielados representando
hojas de parra, pámpanos y otros símbolos vinculados con
la viticultura, o las bellotas terminales de algunos pinjantes, bastan para ejemplificar este punto. En cualquier caso,
no es tan necesario justificar el cometido apotropaico de
estos objetos, si tenemos en cuenta que hasta este siglo, en
contextos rurales, los arneses equinos incorporaban artesanías metálicas con significados simbólicos, como 1a cruz,
el sol, la luna o escenas relacionadas con la cosecha
(Vince, 1968).
La variedad tipológica que caracteriza a esta clase de
objetos es abrumadora. Sólo para el S. I d.C., Bishop ha
distinguido 11 especies principales que a su vez se subdividen en otras numerosas subespecies (Bishop. 1988, 9698). Si tenemos en cuenta, además, que la clasificación de
Bishop únicamente recoge las piezas asociadas con seguridad a1 atalaje equino, descartando así las utilizadas como
colgantes de cinturones o las decoraciones de los vehículos terrestres, comprobaremos la iqtteza morfológica que
este ornato alcanzó durante el período romano64. La manl No profundizarcnros nrás en eslc lipo de piezrs. dcbido a que han (cnido el
privilegio dc scr uno cle ios csc¿tsos bronces trittilalos h¿hitLrlll¡lcrlte por la ilrestigrción pcninsular. dc 1os clue se h¿ h¡blado taltto desde cl punto de r ista ¡ tístico ci¡trlrr
simbiilico, por lo que nos remililttits rl recienlc trabajo de Cano robre el ienla ( I 99-l ).
b'No incluinr¡' cn cl presente ttabujo los col--ganles [álicos. en partc portluc -Ya
los climc¡s a conocer en uu ¡rtículo anteriu (Zrrzalejos: Aurrccoechea: Fernántlcz
Ochoa. l gUE). )' en pantL' dado el cariiclcr surn¿nlentc arnbiguo de estos objctos. que
Ji.iirlt.r[ .t r,r itr.ct¡t'ct:..'t,'t Llr' lo. ,tt..rlr,'.
r'' Dejamos r ur lado el esc¡ucna tipoltigico tlc Boube Piccot ( 196'1. 160 l6l)
rnucho nrás sinrple. en el c¡uLc útticametttc lccoge Ires catcgorías. entre las quc se in
scrtan los colgrrtcs trítidos l "alatlos'' de Bishop: así colnc¡ el tlc Lari'soll. que recopila una doccna de clases principales (La\\'sorr. 1978. i-+7 l5i).
yoría de estos pinjantes se usaron conjuntamente con faleras, engarzando ambos elementos mediante anillado, presilla o charnela, como ya explicamos en la introducción de
este capítulo. No obstante, muchos de los tipos que Bishop
postula, continuaron en uso durante 1as centurias siguientes, sobre todo aquellos más simples (en forma de gota, losiingicos, etc), o los que gozaban de una afamada tradición,
como las lúnulas. Esto confiere a la ordenación de este
autor, un valor matizadamente atemporal y útil, por tanto,
como base para elaborar una tipología global de este tipo
de objetos.
Foto 16. Pinjantes de falera altoimperiales hallados en Ocaña.
Los pinjantes trífidos, es decir aquellos divididos en tres
partes diferenciadas, son los más representativos de la primera centuria y componen el tipo 1 de Bishop, empleándose siempre asociados a falera. En concreto el ejemplar que
presentamos, procedente de Ocaña (Toledo) (FIG. 6, 6),
pertenece a la subclase 116s. Aunque existen muchas variaciones sobre un mismo tema, las versiones más comunes
poseen un lóbulo central en forma de hoja. Un motivo usual
es la hoja de roble, en el lóbulo central, flanqueada por dos
bellotas terminales. Cuentan, a menudo, con una decoración
complementaria basada en la técnica del nielado, centrada
en el tema de 1a viticultura, donde aparecen hojas de parra,
pámpanos de uvas y zarcillos, ornamentación que ha sido
recientemente objeto de una sistematización por parte de
Brouwer (1982). Temporalmente los pinjantes trífidos comienzan bajo el reinado de Claudio, sin que, a1 parecer, se
conozcan ejemplares más tempranos, tratándose de unas
piezas con amplia dispersión geográfica centrada en los
campamentos militares noroccidentales del Imperio, aunque no pueden calificarse de muy comunes desde el punto
de vista cuantitativo (Bishop. 1988, 96 y 98). La falera más
antigua que posee un pinjante de este tipo, documentada
científicamente, es una pieza de Xanten con la inscripción
PLINIO PRAEF(ECTO) EQUITUM), comandante de un
a1a en Germania durante el final de la década de los cuarenta o en la de los cincuenta (Jenkins, 1985, 157). Un pinjante de Scamnum Tribonorum (Caerleon), semejante en
todo al ejemplar toledano que tratamos, cuenta con cronología definida por estar inserto en la fase I-II del campamento, datada entre el 65 y el 100 d.C. (Zien1<tewicz, 1995,
r'i Bishop olrccc cjenrplare' \cm(¡¿rltes hrllados crl Frernir-stolr Hagg. Greens
firgc. Hó1lcirr. Hiiling.cl. Ncuss. C)berslit¡nt. Risstis:cn. Virlkenburg. \\'icsbaclen 1
!blúrbilis lBishop, l9Ut. I 1.1 y 1.16). aunque el li\lil.lo lotal de espccínrenes debe scr
nrucho nrl¡or. a tenor dc las piezas que conocerllos trtt citad¡ts por Bishop
Joaquín Aur"recoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
108,
fig. 31, 9). En España se han encontrado ejemplares
trífidos en el Tosal de Manises (A1icante) (Belda,
1945,
165, lám. 7 4'), así como un par en la necrópolis de Tarragona (Serrá Vilaró, 1929,128-129,lám.56, 3, n" 2) (Sená Vi-
laró, 1934, 16,Lám. 29, fig. d, 8), a los que cabría añadir,
probablemente, una pieza de Arcóbriga (Caballero, 1974,
90, fig. 22,33).
En el número I de la ordenación de Bishop se incluyen
pinjantes denominados "cabeza de pájaro" o "alados"
("bird-headed" o "winged", respectivamente en la terminología anglosajona). El nombre procede de la decoración que
suele ostentar el extremo ganchudo insertado en la falera,
1os
semejante a una testa de ave. Por añadidura, si el remate su-
perior representa una cabeza de este animal, el resto de la
pieza se podría interpretar, de modo un tanto imaginativo,
como las alas del mismo. Esta variante de pinjantes del S. I
es una de las más representadas entre nuestros ejemplares,
correspondiendo a ella las dos piezas de La Bienvenida
(Ciudad Real), así como las de Ocaña, Ocafa2, Magán (To-
Iedo) (FIG. 6, 1-5) y La Capellanía (Bienservida, Albacete)
(Abascal; Sfuiz, 1993, 82, rf 203)66. Aparre de éstos, sólo
conocemos ejemplares hispanos de esta categoía, en Solsona (Serrá Vilaró, 1923,24,1ám. XIV C) y Ampurias, aparecidos durante excavaciones antiguas6T. Todas 1as piezas
españolas que hemos reseñado son formalmente muy parecidas, lo que podría indicar no solo un mismo momento cronológico para todas ellas, sino también un mismo contexto
militar. Para Deimel, en un principio, fueron realizadas recortando una lámina de metal (generalmente latón), pasando más tarde a producirse con molde (Deimel, 1981 ,96).
Los cinco ejemplares que presenta en su estudio sobre Magdalensberg son un buen paralelo para nuestros pinjantes de
Ocaña, La Bienvenida (FIG. 6, I y 2) y Bienservida, estando fechadas las piezas germanas desde Augusto a Claudio
(Deimel, 1981,309-310). Sin embargo, para Oldenstein los
modelos primigenios, fundidos y generalmente decorados
con nielado o plata se originaron probablemente en época
de Augusto, aunque su mayor difusión geográfica la tuvieron durante e1 reinado de Claudio (Norte de Africa, Germania, Britania y Siria). Desde el reinado de Ir{erón hasta
los últimos flavios, 1os pinjantes fundidos escasean, siendo
sin embargo muy frecuentes las "imitaciones" en chapa carentes de decoración (Oldenstein, 1985, 86-87), cronología
que aventuramos para los ejemplares hispanos conocidos. A
esta temporalidad apunta un paralelo galo idéntico a los hispanos, perteneciente a 1a fase Vb de ocupación del oppidum
de Sablas, datada entre el 75-100 d.C. (Feugere; Tendille,
1989, 155, fig. 111,281).La serie de pinjantes recorrados
en chapa goza de amplia difusión, tanto en la Galia como
en Hispania, hecho a destacar por cuanto estas dos provincias se encuentran infrarepresentadas en los mapas de dis-
tribución conocidos hasta ahora, como el realizado por
Bóhme68. Feugére ha señalado que estos pinjantes son, pro-
bablemente, el modelo más difundido en la Galia, frente a
Britania, donde serían más abundantes los pinjantes trífidos, conclusión que podúa también extrapolarse para Hisr"'
El pinjarte
albacelcnsc fue dacli¡ a conoccr cu el cat¿ilogo de bronce: clcl
jrrro". por lo
!luLseo de Albacetc. ilLinque interprctil(lo crriileamente como Lrpa de
que se encLrcnlru inserto en cl crpítuio de 1a vajilla mctíllca.
n' l-os dos fra-gnrcntos de pinjantes clc .\mpurias. conscrlldos
el el NIusct¡ clc
Gerona. los c¡ecmos tochr'ía inéclitos.
6¡ El este aspecto radica
la ilrportancia dc rllL a conocer lucr os e'-jentplares aparecicios en Hisprnia. col los cluc sc conseguirá ciisponcr dc Llr cut,llogo tnás cxhrus
tir o dc estas piezas.
pania, al menos en el estadio actual de la investigación
(Feugere, 1983, 59)6e. Los ejemplares galos, aunque por
desgracia la mayoría carecen de contexto estratigráfico, se
fechan grosso modo en la primera mitad del S. I d.C. (Depeyrot; Feugere y Gauthier, 1986, 120).
Otro pinjante de La Bienvenida (FIG. 5, 3) parece estar
relacionado con la variante 3c de Bishop, también del S. I,
pero comparativamente mucho más rara que los vistos anteriorrnente. En Hispana solo conocemos un par de ejemplares peltiformes procedentes de Sant Josep (Casteltón)
(Rosas, 1980,20I-202, fig. 2,9)'0, y Monturque (Córdoba) (Galeano; G11,1994,64,f 29), al que cabría añadir un
pinjante dudoso de Arcóbriga (Caballero, 1974, 92, fig.
22,35). La temporalidad inicial de estas piezas podría fijarse en la segunda mitad de la primera centuria, a tenor
del pinjante con decoración nielada de Pitres (Fauduet,
1992, ll3, n'857).
Los pinjantes en forma de gota, como el encontrado en
Ocaña2 (FIG. 6,7) se aglutinan en el tipo 5, siendo un hallazgo muy común y versátil. Lapieza toledana se relaciona, exactamente, con la variante 5f de Bishop. Los más pequeños se emplearon para decorar cinturones, las tiras de
cuero de los "mandiles" Iegionarios o como colgante central de los pinjantes luniformes. Las piezas de mayor tamaño se utilizaron directamente sobre faleras. Su versatilidad
queda también confirmada por un ejemplar reutilizado
como aplique decorativo en la funda de un puñal visigodo,
hallado así mismo en Toledo, esta vez en la sepultura 45 de
El Carpio de Tajo (Ripoll, 1985,12, fig. 12, núm. 3 y 4).
Respecto a nuestro ejemplar, creemos que se trata de un
bronce complementario para un colgante en forma de creciente, como parece indicar un paralelo idéntico encontrado
en el oppidum galo de Sablas. El pinjante francés apareció
asociado a un par de elementos decorativos que irían colocados, simétricamente, en las caras laterales delacabezade
un equino, datándose entre el año 10 a.C y el 20 d.C., al
estar inmerso en el período III de ocupación del poblado
(Feugere; Tendille, 1989,141, fig. 104, 116-111). Una cronología similar, hacia principios del S. I d.C., proponemos
para Ia pieza toledana. Otro paralelo francés idéntico apareció en Saint-Saturnin (Hérault) 71.
La misma versatilidad carucfeiza a otros pinjantes más
sencillos, como los de La Bienvenida (FIG. 5, 2), Culebras
(Cuenca) y Villas Viejas (Cuenca), cuya cronología no
puede ser concretada. El ejemplar conquense de Culebras
(FIG. 5, 4) cuenta con una pieza semejante en Richborough,
que está fijada como colgante central en un pinjante en
forma de creciente, pudiéndose fechar en el S. I d.C. (Cunliffe, 1968, 91,Lám.39, 146), mientras que el de Villas Viejas (FIG. 5, 5) guarda similitudes formales con otra pieza
completa de Verulamium, datada entre el 140-150 d.C. Tanto
uno como otro podían haber formado parte, también, de terminales de cinturón o de los clásicos "mandiles" militares de
inicios del Imperio, si los comparamos con diversos hallaz'"'Feugérc rrmplir el irvenlario rlcsarrollado por Ui:ihme con las piczas lturce
:as íBes¡ncon. Roa¡rne. Vicnnc. Auntes. Pontérois. A-ude. etc.). indicando que su distriL¡uciírn rbarc¿ Ia prrtc lteridiolal dc tsriirnia. el iitnes rcnodanubiano v la C¡lir
desdc lr ,\arbonense (Fcugere. 1983. 59).
'i'Rosas ficha la piezr en cl S. IV brsándose en critcrios estilís¡icos. tlzora
niento clrLc lo colsideraltrils rálido debido I qrLc cl motivo calaclo pcltilirme que la
arttr¡ra csgrime corno caritclerísticit cle la tt¡dorro¡nltniclacl nt¡ cs exclusitr¡ dc clla.
auncluc los investigaclorcs españolcs solcnros cler en el er¡or clc datar tardíamcntc ios
bronces orn¿ntcntndos con pcltas.
rr Corrunicación pcrsonal cle N4. Fcugere, quien nos laciliLti
dibujo de la picza
sala. aún inódit¿.
l9
gos de las torres del muro de Adriano. En esta tónica de
atemporalidad a que hemos echo referencia, englobariamos
también a las piezas de El Quinto (Toledo) y Valeria (Cuenca) (FIG. 5, 1 y 6), para las que queremos señalar sendos paralelos encontrados en Tarragona (Serrá Vilaró, 1928,1ám.,
35, 4, n" 5), uno de ellos, similar al ejemplar conquense, presenta incluso perforaciones (Sená Vilaró,1929,Lám 5J, n"
3)72. Pinjantes similares al de Valeria son, también, los de
Mé1e y Aspiran (Herault)i3.
El pinjante calado de Villasequilla de Yepes (FIG. 6, 8)
tiene sus paralelos más cercanos en sendas piezas marroquíes de Volúbilis y Tánger (Boube-Piccot, 1980, 148, n'
t79 y 630-63t).
Por último, un pinjante de Puente Biezma (Madrid)
(FIG. 6, 9), nos pone sobre la pista de un factor no tenido
aún en cuenta: la presencia de perforaciones en la placa de
estos colgantes, posiblemente destinadas a fijar el bronce
al cuero, con el fin de evitar la abrasión resultante del con-
tinuo roce del metal sobre la piel del animal. Muchas de
estas perforaciones, presentes en pinjantes romanos, se 11evaron a cabo tras su fabricación, 1o que implica que el uso
creó la necesidad. Quizá el colgante más factible para necesitar este "retoque" fuera el que se suspende de la falera
que une la correa del pecho con la gamarra. Por la posición
de este pinjante en el arnés, resultaría muy fácil y práctico
sujetarlo a la tira que 1o recorre longitudinalmente por su
parte trasera, es decir la gamarra. Ejemplares hallados en
Inota, confirman su situación cierta entre estas dos correas
(Palagy, 1986, 389-391,lám.7, n" 39). Otra posibilidad es
que las perforaciones sirvieran, simplemente, para ubicar
unos remaches que fijaran un forro trasero de cuero. El pinjante de Puente Biezma cuenta con paralelos formales, que
incluso poseen perforaciones. Nos referimos a sendas piezas halladas en Kingsholm (Gloucester) (Hurst. 1985, fig.
11,n"1y3).
E. I-as hebillas y otros sistemas
de abrochado
La hebilla en bronce plateado de Ocaña y la placa nielada procedente del mismo lugar (FIG. 1, 5 y 6) pertenecen
a un ajustador de atalaje, correspondiendo ambas piezas a
un broche de tipo hembra, respectivamente adscritos a las
formas F71 y F72 de Jenkins. Su función seía, general-
¡
.2
,
.ú
Foto 17. Hcbilla "hcnbra" y placa halladas en Ocaña. Perterecen a un tipo de
cierre propio tie lrs corre¿s de atalaje de los iricios del lmpcrio. y prcscntxn
dccoración pliilc¡da ), niclada.
r Las tres piezrs concluenscs sc cncLlcntrrn clcpositacias en el \{useo Arqueoló
gico de Cuenca: la cle \ialeri¿ con el n" 7.1/15/759 ¡'Jas otnrs ilt¡s sin inrent.ui.u.
Henos de señalrr c¡uc cl pinjantc tlc Culcbras prcscnta baño cle plata.
rr Comunicación personal cle Nl. Feu,gere.
mente, asegurar 1as correas laterales del arnés a la silla,
mientras que la forma en ojo de cerradura de nuestra hebilla está relacionada con el pasador, o broche macho, en
fonna de "T" que poseía la correa complementaria, como
quedó demostrado tras el descubrimiento del arnés de Leiden. Tanto desde el punto de vista morfológico como decorativo, entroncan con la serie de bronces de atalaje altoimperiales más lujosos que conocemos, representados paradigmáticamente por el ajuar equino completo de Xanten
(Jenkins, 1985, 149-159, fig. 14) y el del tesoro de Fremington (Reeth, Yorkshire (Craddock et alli, 1973, 9-17).
Más modesta, pues carece de motivos plateados o nielados
que ornamenten su superficie, aunque perteneciente a la
misma categoría de bronces que analizamos, es la placa de
Chozas de Canales (Toledo) (FIG. 7, 7). Estos ajustadores
fueron muy comunes en toda la frontera norte del Impero
occidental durante la primera centuria, pudiendo aquilatar
la cronología de la placa nielada de Ocaña en la segunda
mitad del S. I d.C., momento en que este tipo de ornamentación es caracteústica (Fauduet, 1992, 119), si bien conocemos placas temporalmente anteriores, como la del campamento de Aulnay-de-Saintonge datada entre los años 2030 d.C. (Feugere, 1993,32).
Respecto a los botones con anilla ("button-and-1oop fastener", según la terminología inglesa) tendremos en cuenta
la clasificación elaborada por Wild, quien aboga por el empleo de estos objetos dentro del equipo militar, a tenor de
que la mayoría han sido encontrados en enclaves militares
(Wild, 1970, 146). La piezas madrileñas de Valdocarros
(FIG. 7, 12) y Camino de los Afligidos (Alcalá de Henares)
(Fernández Galiano, 1916,66, fig.29, 19) estrán adscritas a1
tipo Vc de Wild, fechado según este autor en el S. II d.C
(Wild, 1970, 139-140, fig. 1), si bien algunos hallazgos,
como los de Conímbriga y Hod Hill, indican que ya eran comunes en yacimientos flavios o pre-flavios7a. Piezas semejantes se han hallado en Caerleon, High Rochester, Manchester, Kirkby Thore, Corbridge, Newstead, Trapain Law,
Mainzy Strasbourg (Wild, 1970, 151-152, n'74-86), Magdalensberg (Deimel, 1981, 19, n" 7, 10 y 11), Stockstadt,
Zugmanfel, Saalburg (Oldenstein, 1976, 185-186, n" 680684), Fremington Hagg (Webster, 1911,124,n" 77), etc. La
funcionalidad de estos objetos no se encuentra aún bien definida, aunque algunos autores abogan por su uso dentro del
equipo personal más que en e1 equino, debido a la fragilidad y tamaño de alguno de estos bronces. Así, gracias a su
parecido con algunos elementos de anclaje empleados en
cinturones militares, podrían haber servido para fijar la correa que soportara e1 puñal sobre el cíngulum (Feugere,
1983, 51), tesis ya lanzada por Wild a tenor de los descubrimientos de Mainz (Wild, 1970, 146). Respecto al botón
anillado de Maqueda (Toledo) (FIG. 7, 13), señalaremos su
pertenencia al tipo IX de Wild (Wild, 1970, 142-143, n"
131-135), quien lo data en la etapa tardía, aunque la cronología puede verse modificada por la variedad morfológica y
dimensional que estos objetos ofrecen. En Sablas, inserto en
Ia fase III de ocupación del oppidum y datado entre el 10
a.C. y el 20 d.C., contamos con un paralelo para la piezafoledana, aunque en el caso galo la anilla es triangular (Feugere; Tendille, 1989, I47, fig. 104, 114). De1 fuerle limitaneo de Osterburken procede otro ejemplar similar, datado
r- El bokir anillado portugnés está itchrdo en épocr prcllavia, micntras qlre el
llill es chudio-ncronirno lAlarc¿ro. I 979. 9ll. ilg. 2 I . E.l1.
de Llod
Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
80
entre el 150-260 d.C. (Wild, 1910, 143). En Hispania conocemos otro botón anillado del tipo del de Maqueda, encontrado en AmpuriasT5.
IV. Los botones arroblonados
Un hallazgo frecuente en la arqueología hispanolromana son estos botones, que a menudo aparecen en contextos
tardíos y para los que contamos con un trabajo de síntesis
que publicamos recientemente (Aurrecoechea, 1994).
Ahora queremos centrarnos en algunos de ellos, precisamente aquellos que deben adscribirse indiscutiblemente al
mundo militar, bien sea porque su morfología reinterpreta
modelos imperantes en los círculos castrenses, o porque tipológicamente cuentan con paralelos idénticos hallados en
contextos militares del Limes y de uso exclusivo entre las
tropas romanasT6.
Quizá el grupo más interesante, junto al de 1os apliques
arroblonados en "hélice" de los que hablaremos más adelante, son los botones hexagonales del S. il d.C., adscritos
al grupo II-C de la tipología propuesta (Aurrecoechea, 1994,
161). Su interés radica no sólo en que sea un modelo de
botón empleado únicamente en ambientes militares, sino que
dencia desconocida custodiadas en el Museo de Vienne
(Boucher, 1911, 214, n" 867-869). En Britania apareció un
botón de esta categoría en Dalton Parlours (Yorkshire), adscrito a una fase de transformación de la villa, fechada a pincipios del S. III d.C. (Black, 1994, 101-108, fig. 6,27)78.
Otras piezas britanas son las de Woodcok Hall (Norfolk)
(Brown, 1986, fig. 28,199), High Easter (Kelvedon) (Wickenden, 1988,242-243, fig. 6,35), South Shields (AllasonJones; Miket, 1984, n" 870 y 871), Housesteads, Chesters,
Brough-on-Humber, South-Ferriby, Colchester y Newstead
(Allason-Jones; Miket, 1984, 237). Para Hispania contamos
con ffes ejemplares hallados todos ellos en nuestra región de
estudio, siendo estos el de Ocaña (FIG. 8, 7) (Aurrecoechea,
1994, n" 67) y el par de Villasequilla de Yepes (Toledo)
(FIG. 8, n' 5 y 6). Asociados a estos botones se encuentran
unos colgantes cordiformes con remate en forma de "falo",
que han venido a avalar su función apotropaica, pues en
estos apliques se fundirían, tanto el principio femenino, representado mediante la vulva que ornamenta e1 centro de la
placa del botón, como e1 masculino, presente en e1 pinjante.
Dichos colgantes se suspendían del orificio con que cuentan
algunas piezas, como una de Villasequilla de Yepes (FIG. 8,
5). Un pinjante de este tipo ostenta uno de los botones de Saalburg y otro de HousesteadsTe, siendo otros ejempiares: los
cuatro de Zugmantel, Wiesbaden, Cannstatt (Oldenstein,
1916,Lám 34, 260-266), Tourtres, Pouzolles (Reyne-Martre)80, Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 69, fig. 66, 9), Cirencester (Webster, 1958,14, n" 31), Soutth Shields (Allason-Jones; Miket, 1984, n' 660) y Dura-Europos (Frisch;
Toll, 1949,Lám. 4, 41-49). Nuevamente en nuestra área fenemos el único colgante de esta clase encontrado en Hispa-
nia, nos referimos al de Los Villares (Balazote, Albacete)
ffi
rei:q:::lllrllr***
Foto I 8. Botones hexagonales y cordifome, característicos de las tropas del S.
d.C., encontrados en Villasequilla de Yepes y Ocaña.
II
además su área de dispersión es restringida, siendo además
numéúcamente escasos, 1o que podría indicar su vinculación
con algún grupo armado concreto. A ello cabría añadir la homogeneidad formal que los caracfeiza, de tal modo que podía postularse un único taller productor para estas piezas.
Oldenstein dio un primer listado con los especímenes aparecidos en Saalburg (3 ejemplares), Niederbirber (2 piezas) y
Zugmantel (Oldenstein, 1916, 137-139,lám. 34, 261-272).
Galas son las de Caen (Calvados), Mediolanum77, La Saóne,
uno descontextualizado del Museo Denon Chalon-SurSaone (Boucher, 1983, 115, n" 95-96), y otro par de proce-
(Abascal; Sanz, 1993, 92, n" 220)81 . Finalmente, existe otra
modalidad de estos atalajes, que compartiendo el mismo esquema morfológico de los pinjantes descritos, cuentan con
un sistema de fijación a la tira de cuero mediante roblones,
en algunas ocasiones, y sendos apéndices apuntados, en
otras. Entre estos caben citar e1 botón cordiforme britano de
Colchester (Webste¡ 1958,16, n" 56); los botones germanos
de Zugmantel, Saalburg y Wiesbaden (Oldenstein, 1976,
lám.66, 357-860); los apliques claveteados de Le Vieil-Évreux (Fauduet,1992,109, n' 829 y 829 bis); y los botones
galos de Meaux (Seine-et-Marne), Bolards (C6te-d'Or),
Loubers (Tarn, Midi Pyrénées)S2 y Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 64, fig.61, 4). A1 igual que en el caso anterior,
para la provincia hispana contamos con un solo ejemplar
aparecido también en la zona toledana: el botón de \tllasequilla de Yepes (FIG. 8, 3). Dicha pieza nos obliga a introducir una nueva variante en la tipología propuesta para los
botones hispanos, posibilidad ya contemplada y para la que
habíamos ideado un esquema 1o suficientemente flexible
I l-l irlcrprctlción cluc el inrestigarkrr inlrlés olrece para explicar la aparición
cn llll¿¡¿ britlinicas de éste \,otr¡s l¡rorccs ¡rilil¡rcs. 1a ¡L¡ordlrcnto: cn ltue¡lrts colt
c
'¡ [-r piezr.
depositrcL er e] N,luseo de Gerona. Ir creernos inédita.
'('Desestinr¿irenros algunos lifioi clc botoncs itunqllc p¿lra cllo contcmos colr
piczrs idónticas cn el Lines. ¡,a rlue si bien luerol errpleados en colte\tos rnililares oo son rcprcscnllliros tlc los mismos. ¡ncs sc hln cncortr'¡do cn lrrl'or núnre
ro an rnbicrtes ciriles. Es el caso. por ejenrplo. del botón en torna clc cLtncha sin
proceclerrcia íALrrrecocchca. 199+. n' I l 1) con un par¿lclo idónlico cn Faimingel:
o cl dc cabcza t¡ralada dcl Ccrro ile los r\n-gclcs (N1adlid) (r\Lrrrecoechea. 199.1. n"
65). hernano de lo; aprrecidos en ZLrSrralrtel v Sarlbur-s (C)lderstein. I976. n'700.
115 111\
" Rccogitias en: Catalo!1ue du nol¡ilier -qallo rom¿in trolr\é a Caen. Fouilles ar
chéologiclucs 197.1-1981. p.39. linr. -17. n'El -57.
lus ir¡nc s.
'r En Housesteacls
ha aparceido un hotrin hcrlgoniLl inconrplct,, uun \rr f¡nj.r¡
Ln colgartc suelto dc l¡ rrisnlt cltlcsofír. ,\gradecemos a Lindsal Alla\or Joles
lt nolicir dc cslrs dos piezrs. que se encuenhrn ¿ctualnlente en eslL¡dio llor estlt itLr
krra prra la corrc:¡tolclicnic mcmoril dc crcrr rcirir"') l-rs picza. grlrs las colocenros a trarés cle una conrunic¿rcirin pcrsonal cor
NI. Feugere.
"L I-a picza h¿r sido intcrprclada erL(rnermente conro aplique para asa de reci
picnte. si bien sus rlimersiones v morfblogía ro dejar nin-runa clucla sol¡rc su i¡crtcnencia al grupo que trrlanlos!r lnclLridos cn: Collection du Ivlusée de NIerux. Cataiogue 198-1. p 170 172.
¡
l¿irr. 9. n'5-1J: r cr Grtllit, n'16. 1978. p. 203. lig. 17. n' 16.
te
I
[-as guarniciones cle cinturón 1,atala.je cle tipología militar cn la Hispania Rontana, a tenor dc los bronces hallados cn 1¡ l\4esefa Sur
como para integrar los nuevos modelos con facilidad.Lafa'
milia J de botones cordiformes quedaría ahora divida en dos
variantes: la J.1, de perfil cordiforme simple (en la que se integrarían todos los ejemplares hispanos conocidos hasta el
momento, a excepción del de Villasequilla) y 1a J.2, que englobaría a los botones con un "corazórt" rematado por una
prolongación rectangular similar a un falo. Conectado con
estas guamiciones podría estar el remate cordiforme de correa, hallado también en Villasequilla (FIG. "7, l0).
Cabe preguntarse el por qué de la concentración de estos
botones de la categoría II-C y II-J.2 en e1 área de Villasequilla, donde han aparecido tres piezas, y Ocaña, máxime si
tenemos en cuenta que no son un tipo de objeto ni mucho
menos frecuente en otras zonas de1 Imperios3. En estos mismos yacimientos aparecen otras guarniciones propias de la
tercera centuria; como el botón rectangular de Villasequilla
(FIG. 8, 4) perteneciente a nuestro tipo II-G, para el que se
podúan citar los especímenes idénticos de Le \4eil-Evreux
(Fauduet, 1992, 109, n' 823) y Vireux-Molhain (Lemant,
1985, 68, h9.63,34); o el gran aplique peltiforme de este
mismo yacimiento toledano (FIG. 7, 1). También del S. il,
y bien conocidos en los campamentos militares del Limes,
son 1os botones circulares con umbo central pertenecientes
al tipo II-A.1.b.2, que al igual que el grupo hexagonal presenta una gran homogeneidad formal (Aurrecoechea, 1994,
159). Tres de ellos se han encontrado en Niederbieber, doce
el 180-190 d.C. en los campamentos gennanos, si bien fue
il su época de mayor difusión, como atestiguan las excavaciones de Mediolanum (YY. AA., 1919, lám. 51, n"
242).Un exponente de este tipo de botones fue hallado en
la tumba de incineración de un posible oficial romano en
Bruiu (Dacia), asociado a una hebilla rectangular y una fíbula que datan el conjunto a mediados de la tercera centuria
(Petculescu, 199 1, 2ll, ftg. 2). Los ejemplares hispanos, sin
embargo, parecen ser más tardíos, aunque ninguna pieza de
esta clase ha aparecido en contextos con datación absoluta
el S.
(Aurrecoechea, 1994, 166).
Los botones peltiformes son, con diferencia, 1os que en
mayor número han aparecido en nuestro suelo. De entre e11os
se hace muy difícil desligar los auténticamente militares de
los que tuvieron un uso civilSa. Só1o en el caso de las piezas
halladas en Veguilla de Oreja (Madrid) (FIG. 8. 11) y Chozas de Canales (Toledo) (FIG. 8. 12) se puede postular su inserción en el mundo castrense. El botón madrileño con cua-
en Zugmantel y uno en Saalburg (Oldenstein, 1916, 172113,1ám.49), así como veintiséis que acompañaban al carro
de Frenz (Lehner, 43, fig. 4, 3). De Marruecos son los encontrados en Volúbilis y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 168,
n" 226', y 269, n" 432). F,n Hispania conocíamos el de Vilauba (Gerona) y Velilla de San Antonio (Madrid) (FIG. 8,
1), estando el ejemplar gerundense datado estratigráficamente entre el 325-350 d.C. (Aurrecoechea. 1,994, n' 55 y
56), a los que ahora hay que añadir un nuevo botón de1 tipo
II-A.1.b.2 en Ocaña (FIG. 8, 2). En este mismo yacimiento
toledano de Ocaña encontramos otro botón circular emparentado con el anterior: nos referimos a uno inédito del tipo
II-A.2.b.2 (FIG. 8, 8). Los botones de esta última familia, al
conffario de lo que ocurre con el resto, abarcan una amplia
área de dispersión peninsular, estando documentados en La
Olmeda (Palencia), Iruña (Alava), Motrico (Guipúzcoa),
Los Tolmos (Soria), Cabriana (Burgos), Cástulo (Jaén), Cal
Mercader (Barcelona) y Mérida (FIG. 8, 9) (Aurrecoechea,
1994, I14). Aparecidos en campamentos del Limes son los
seis de Niederbieber, dos de Holzhausen, el par de Saalburg,
etc. (Oldenstein, 1916,186-187, lám. 56). Marroquíes son
los de Volúbilis, belgas los de Celles-Lez-Waremme y suizos los aparecidos en Augst (Boube-Piccot, 1980, 168, n'
223-225). Encontrado en una necrópolis de índole castrense
es el de 1a tumba 185 de la necrópolis de Laukhills (Clarke,
1979, fig.79). Desde el punto de vista cuantitativo disponemos de una serie importante de botones circulares con dos
roblones adscritos al yacimiento de Le Vieil-Evreux, donde
se han descubierto nueve ejemplares. Dicho emplazamiento
podría tener un carácter militar (Fauduet, 1992, 106, n" J 49-
758). La cronología inicial del tipo II-A.2.b.2 se sitúa entre
'r Faucluet ha rc¿rlizado u¡r i¡r'crtt¡rio de los bolorlcs v apliques ¡lililarcs de la
zonr dc Er reux. con cl l-in tle aclar¿r el por c1uó ile stt presencia cn una zona el llt c¡uc
no estiir iltc\tigL¡¿idos contirlllctlLcs ntilitares 1'disccrnir los tllodclos nlás corrientes
(F-¡uduct.1991. ll0).L-ntrclostiposdocurucntadosporclaL¡tor.elln¿isdcstrcailonrt
rnéricamentc hablanilo es el grupo clc las peltas. scguido cle cerca por Ios apliques cir
culrrcs y los cordilortlcs rcrnattdos en utta b¡rra rectrngul¿n.
il%;Slry§ñsñ
Foto 19. Botón peltiforme de Veguilla de Oreja y romboidal de Mondéjar.
tro peltas está inserlo en el tipo IV-I.3.a de nuestra tipología
(Aurrecoechea,1994, n' 119) y pertenece a una categoría de
peltas que presentan una moldura que recoffe el contorno de
las hojas y parte superior de 1as volutas laterales. Goza de un
paralelo idéntico hallado en Feldberg (Oldenstein, 1916,1á111.
34,275), cuya reciprocidad formal y dimensional es tal que
nos lleva a postular que sean producto del mismo molde. Son
otras peltas similares las aparecidas en: Niederbieber, Saalburg, Zugmantel (Oldenstein, 1916, rf 216,630-632),DwaEuropos (Frisch; Toll,l949,1ám. III, 29), Chesters, Langton,
South Shields (Allason-Jones; Miket, 1984,238, n" 884) y la
que alberga el Museo de Treviso (Galliazzo, 1979, 218, n" 8).
En Banasa apareció otro botón casi idéntico, aunque lapieza
marroquí cuenta con dos anillas laterales donde se engatzaban otras peltas arroblonadas (Boube-Piccot, 1980,254, n"
4i9). Finalmente, de Tourbes (Hérault) procede otro botón
con cuatro peltas muy similarss, y en Dura-Europos se halló
un botón con cuaffo roblones, cuya sintaxis decorativa coincide con nuestro bronce madrileño (Frisch; Toll, 1949,Lám.
III, 26). El botón peltiforme con pinjante, de Chozas, tiene
una atribución milita¡ bastante más dudosa, estando documentados ejemplares semejantes en Vieux-Port (Fauduet,
1992, 106, n" 781). No queremos dejar de referimos a otros
botones peltiformes aparecidos en nuestra región de estudio
¡r Interesanlcs son las aprecircir»tcs de Fettgere sobrc cl sisternr rlc l¿rbricación.
que ocusit»a una --qran cslanclarización tlel Proalucto (Feu!¡cre. 1983. 52 5:l).
¡: Conrunicrción personal de N'l. I-cugcre.
82
Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996
cot, 156, n" 201 y 386) y Dura-Europos (Frisch; Toll,1949,
M;i
Foto 20. Botón peltifome de gran rrmaño.
,pur..iio
en Albalate deZortta.
y que pefinanecían inéditos, pues si bien su caráctef exclusivamente militar es cuestionable completan el panorama que
de estas piezas tenemos en Toledo y Guadalajara. Serían los
botones de la categoía II-I.3.b de Marchamalo (Guadalajara)
(FIG. 8, 13), Mazarambroz (Toledo) (FIG. 8, 14) y Mondejar (Guadalajara) (FIG. 9, 3); los del tipo II-I.2.a de Borox
(Toledo) (FIG. 9, 4) y Marchamalo (FIG. 9, 5); así como los
de la clase II-I.1 (FIG. 8, 10) y II-I.3.a (FIG. 9, 1) de Albalate deZonta (Guadalajara). Los botones de la categoría II-I.1,
es decir los escudetes simples, son un hallazgo frecuente en
Francia, donde se fechan entre los siglos III-IV, estando adscritos a algunos asentamientos militares bien datados, como
la forticación de Vireux-Molhain. En este último yacimiento
se encontraron una serie de piezas idénticas a la de Albalate
de Zoita, asociadas al nivel de incendio del 350 d.C. (Lemant, 1985, 56, fig. 60, ll-12). Mención especial merece e1
botón con cuatro escudetes inscritos en un círculo hallado en
Borox (FIG. 9, 2), qte pertenece a1 tipo II-I.2.a y cuyos paralelos formales más cercanos se encuentran en algunas faleras para atalaje y apliques anillados de tahalíes, correspondientes a la tercera centuria, como los de Lengyel (Sellye,
1969,lám. l9l, l-2), Solua, Volúbilis, Banasa (Boube-Pic-
lám. 1, 6 y lám.2, 12)). Botones circulares en los que se inscriben cuatro peltas dispuestas en forma crucifonne son, por
ejemplo, los de Dunapentele, Brigetio y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 260, n" 430), si bien estos paralelos suelen contar
con un número mayor de roblones. En Hispania se ha encontrado otro botón con cuatro peltas caladas en la villa de
La Olmeda, si bien posee un único roblón86.
Como ya apuntamos, una de las categorías de botones
más interesantes son los del tipo II-D, en forma de "hélice".
Estos derivan directamente de los apliques claveteados de
idéntica morfología que omaban buena parte de los cingula
militae tardorromanos, más allá de los Pirineos. Dichos apliques están documentados, por vez primera, decorando un
cinturón femenino representado en una estela funeraria de
Intercisa, sugiriendo por tanto un origen danubiano para
estas piezas. La siguiente vez que aparecen plasmados ya es
en un contexto militar, como en el Arco de Constantino y en
el mosaico de 7a cacería de Piazza Armerina (Sommer, I 984,
84). En España también contamos con una representación
iconográfica de estos elementos, sobre un relieve emeritense
que conmemora la victoria de un emperador (Arce, 1982,
Foto 22. Botones en forma de "hélice" hallados en Villarubia de Santiago y
Titulcia. Placas de cinturón tildoÍomanas que incorporan "hélices" encontradas en
Ocaña y Borox.
359-31l,lám. 60-63). Las necrópolis denominadas Laetengraberhan sido pródigas en hallazgos de cinturones con "hélices" de bronce, conociéndose también ejemplares en plata,
como los que acompañaban a los yelmos de Berkasovo. Se
asocian a una gran variedad de hebillas y placas, debido a su
dilatada vida. En los ambientes castrenses comienzan a utilizarse durante la cuarta centuria, acompañando a los broches
tipo Ságvar o Colchester, o incluso incorporándose a la placa
para configurar los tipos Champdolent y Gala, continuando
su uso hasta inicios del S. V. Durante este tiempo evolucionaron incrementando su longitud para acomodarse a una
moda que imponía un cinturón muy ancho, llegando incluso
a medir algunos ejemplares 10'5 cm. El hecho de que la sociedad hispanorromana conocía los apliques en hélice, de
moda entre las tropas ultrapirenaicas, queda atestiguado
tanto por e1 ejemplar de Pompaelo como por el relieve triunfal de Augusta Emerita. El aplique de Pamplona (Mezqtít'rz,
1918, 121, fig. ll2), como ya señaló Pérez Rodríguez-Aragón, es propio de algunas guarniciones con decoración tro.
,4l:'.]k
Foto 21. Botlín peltifbrme enconLr¿ldo en Borox
sr'Erpuesto en el N{uLsco de Saidañ¡. lo
creemos inéclito.
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de
quelada de la primera mitad del S. V, pudiendo haber pertenecido a una del tipo Trier-Muri de Bóhme. E1 área de dispersión de estas últimas guamiciones es muy restringida,
como se puede comprobar por el mapa aportado por Bóhme,
lo que dota de un interés adicional a la pieza pamplonesa
(Bóhme, 1986, fig. 24). La aparición en nuestro suelo de
estos objetos, pero transfomados en botones, al sustituir los
clavos que atraviesan las placas de los ejemplares extrapeninsulares por sendos roblones fundidos, cabe explicarse
tanto por el prestigio social que el cinturón militar tardorromano posee como por 1a preferencia hispana del roblón frente al remache. Esta ú1tima circunstancia, llevó a adoptar un
esquema ornamentístico foriáneo pero concordándolo con los
gustos propios peninsulares (Aurrecoechea, 1994, 1 6 1 ). No
obstante, nuevamente y como en la mayoría de los casos estudiados en este apartado, la distribución geográfica de los
botones en "hélice" es muy limitada, pues en esta ocasión se
restringe a la franja de terreno comprendida entre el límite
sur de la provincia de Madrid y el norte de 1a de Toledo. Concretamente, el par de botones conocidos hasta el momento se
encontraron en Villarrubia de Santiago (Toledo) (FIG. 9, 7)
y Bayona de Titulcia (Madrid) (FIG. 9, 8); mientras que las
placas de cinturón que incorporan hélices, semejantes a 1os
broches del tipo ChampdolenlGala, fueron halladas en
Borox (FIG. 1, 10) y Ocaña (FIG. 1, 11), yacimientos todos
ellos muy próximos entre sí. Los paralelos aducibles para los
dos botones meseteños tendremos que buscarlos entre sus
hermanos europeos en forma de aplique, pues respecto a su
sistema de fijación al cuero son únicos, a excepción de los
de Argeliers87. Una "hélice" de Servian presenta las mismas
escotaduras en los extremos de la pala que e1 botón de Mllamrbia de Santiago, estando datado en el S. V d.C. (Depeyrot; Feugere y Gauthier, 1986, 159, fig. 58a, 2); mientras
que offa deZilil cuenta con una morfología muy similar a la
pieza de Titulcia, careciendo el ejemplar marroquí de decoración (Boube-Piccot, 1994, ll2-113, n' 191).
Tras analizar los botones de carácter militar, queremos
ahora centrarnos en otras categorías que creemos de interés
para completar el panorama que esbozamos. En primer lugar
haremos alusión a los botones cordiformes de perfil simple
adscritos al tipo II-J. 1, ejemplares que también guardan ciertas conexiones con la broncística militar. Esta categoría,
junto a la I-J.1, la creíamos exclusiva del ámbito hispano
(Aurrecoechea, 1994, 171), aunque ahora conocemos un
ejemplar procedente de Vieil-Evreux, yacimiento posiblemente militar con el que nuestra zona guarda muchas similitudes materiales (Fauduet, 1992, 102, n" 649). El ejemplar
galo cuenta con un único roblón y posee como caracteística, no documentada en sus homólogos hispanos, el remate
globular que ocupa el pico del corazón, elemento que lo asemeja a1 pinjante de Saint-Ulrich (Lutz, 1912,60, fi5. ll,7).
Otro aplique arroblonado galo, también con remate globular,
es el de 1a fortificación militar de Vireux-Molhain, estando
(Lemat, 1985, 68, fig.
lapieza asociada a un estrato del S.
il
1os
bronces hallados en la Meseta Sur
83
's§s§;i;;§dtIryi;i@
Foto 23. Botones cordiformes aprecidos, de izquierda a derecha, en la provincia
de Toledo, Castillejo, Estremera y Borox.
63,33). Al igual que su otro compañero francés, cuenta con
un único roblón, si bien presenta una caracteística especial,
consistente en una argolla rectangular "cornuda", que le dota
de un aspecto similar a los broches "hembra" del tipo de
nuestro ejemplar procedente de Esffemera (trIG. 3, 5). La
aparición de estos dos ejemplares galos no cambia de manera significativa la visión que de estas piezas tenemos, pudiendo asegurarse que los botones cordiformes son caracteísticamente hispanos. De hecho, su área de difusión es muy
limitada, pues de 1os catorce ejemplares conocidos sólo tres
han aparecido fuera de Castilla- La Mancha o Madrid, siendo estos los de Calatañazor (Soria) (Aurrecoechea,1994,n"
88. En la zona que estuI 10), La Olmeda y el botón francés
diamos conocíamos ya los botones cordiformes de Castillejo (Madrid) (FIG. 10, 2), el descontextualizado de la provincia de Toledo (FIG. 10, 7) y otro sin procedencia (FIG. 10,
9); a 1os que ahora hay que añadir el hallado en Villasequilla de Yepes (FIG. 10,4) y 1os aparecidos en Borox (FIG. 10,
1), Chozas de Canales (FIG. 10, 5), Estremera (Madrid)
(FIG. 10, 6), Marchamalo (FIG. 10, 8) y uno del que desconocemos el yacimiento aunque sabemos que fue hallado en
la provincia toledana (FIG. 10, 3). Los botones cordiformes
hispanos pueden relacionarse con otra cafegoría de piezas
tardorromanas: como son los terminales de cinturón en
forma de corazón de la segunda mitad del S. IY asociados
frecuentemente a las guarniciones con hebillas delfiniformes
de esa época. Quizá la función de nuestros botones, siguiendo los modelos en boga durante la cuarta centuria, fuera el
ornato de los cinturones hispanos de ese momento, si bien no
se ha encontrado, hasta el momento, ninguno de estos botones asociado claramente a un broche tipo Simancas o cualquier otro broche tardorromano8e. El paralelismo que guardan los botones cordiformes hispanos con algunos elementos metiílicos de la necrópolis de Ságvár, nos podía confir-
mar su datación tardía. Nos referimos, en concreto, a dos
bronces de idéntica morfología respecto a las piezas que comentamos, aparecidos en la sepultura femenina número 54
de dicho cementerio, datada numismáticamente entre el 346361 d.C. (Burger, 1966, 174, fig. 97 , 54, n" '7 -8). Asimismo
r'- La guarnición i1c Argeliers presenta un¿ls caractctísticas hispanas mu)'marcildas. No sólo es la placa arroblonadr dccorada con un equino uno dc csos rJ\go\. \in,,
los botones en hélicc. pclta ), doble escudete. rsí como Ir colltlaplaca con ia figura
de un caballo. piezas todas ellas quc ticnen sus tnejores paralelos cn l¡ N'leseta cas
tellana y. sobrc todo. en la zona que estucliiurtts.
Aunque considcrarnos 'únicos" a Ios botones hispnnorromanos en "hélice". de
bido ¿r su sistema de sujeción al cLrcro. conocemos ura pieza inglesa. proccdcntc cle
South Shields y hnentablcmente incornpleta. que pudicra perterecer a) grupo de hé
lices ¿rrroblonadas que describimos. si bicn su estado tiagnentario inpidc una total
idcntificación (Allason-Joncs¡ Miket. l9il'1. 238. n" 888).
¡3 El bot(ir de La Olmcda se enclrentra expLLcsto cn el Museo de Saldrñ¿r, donde
pudinros rcrlo recientemcnte cn una lisit¿r. estiudo ¿t nucstro.juicio aún inédito.
f! Por dcsgr¿cia la totaiiilad de los ejcmplares conocidos csliin dcscontextuaii
zados. a excepción dc cl dc I-a Oltnecla. por io quc no só]o no puede aquililtarse su
luncjón sino que tampoco Jlodemos !1\cnfutar una crolología prccisa. ResPecto iL stl
ci¡meticLr. habría quc tener en cuenta quc alguno de estos e.ieltplarcs son de ilimen
siones trilst¿ute grandes. por lo qiLc parecen más propios dc las guarniciones iic ata-
lajc.
Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10,1995-1996
84
estarían conectados también con otros bronces que, desde la
época altoimperial, utilizaron la hoja de hiedra como principal elemento decorativo, como es el caso del pasacorreas de
Concameau (Rennes) (Bousquet, 1965,340, fig. 27), algunos pinjantes de falera, etc., lo que demuestra la difusión del
pedil cordiforme entre la metalistería romana. Por ultimo, su
paralelismo con algunas piezas arroblonadas encontradas en
la Galia y fechadas en el S. [I, como la de Vireux-Molhain,
podía significar un precedente inmediato para
nuestros
ejemplares hispanos, siendo un dato interesante el que los
paralelos franceses provengan de contextos militares.
Siguen manteniendo el status de exclusivamente hispanos
los botones circulares del tipo I-A.1.a.1, de los que conocemos ocho ejemplares, integrados por seis ya publicados (Aunecoechea. 1994, 112) y dos inéditos, encontrados estos ú1timos en Puebla de Montalbán (Toledo) (FIG. 9, l0) y Borox
(FIG. 9, 11). La cafa geográfica de distribución de estas piezas parece cenffarse, por el momento, en la Meseta Sur, con
representantes en las provincias de Ciudad Real (1 ejemplar),
Madrid (con dos especímenes), Toledo (3) y Albacete (1).
Fuera de esta región conocemos los botones inéditos de la
villa de La Olmeda (Palencia) y Cabriana (Burgos)e0. Lo
mismo cabría decir de los botones del tipo I-A.1.a.2 del que
damos a conocer un nuevo ejemplar de Ocaña (FIG. 9, 9),
salvo que su ¿írea de difusión pa.rece mucho más amplia, pues
se ha constatado en: Valladolid, Segovia, Navarra, Castellón,
Toledo e incluso Portugal (Aurrecoeche a, 199 4, 17 2).
También parecen típicamente hispanos los botones cruciformes del tipo I-F, posiblemente los más tardíos de toda la
serie peninsular, a tenor de los paralelismos que guardan con
los apliques de plena época visigoda (Aurrecoechea,1994,
16l-162). Aunque no hemos de olvidar que dentro de la metalistería romana de índole militar este motivo decorativo
gozó de gran popularidad, aplicado tanto a los pasacorreas
como a los apliques claveteados e incluso a 1os botones arroblonados, algunos de los cuales presentan decoración esmaltada (Dawson, 1989, fig. 4) (Sellye,1939,lám.1,19). El
único ejemplar de esta clase que ha sido publicado fue hallado en Velilla (Madrid) (Aurrecoechea,1994, n'50) al que
ahora debemos sumar un nuevo botón encontrado en Puebla
de Montalbán (Toledo) (FIG. 9, 6). Si bien sólo conocemos
estos dos ejemplares en toda la Península, debe resaltarse que
ambos han aparecido en una zona pródiga en bronces de tipología milita¡ el átea madrileño-toledana.
Finalizaremos este apartado con el botón de Mondejar
(Guadalajara) (FIG. 10, 10), pieza que nuevamente nos
obliga a crear una nueva categoría en nuestra tipología, la
II-Ñel de botones romboidales con dos roblones. Tanto su
morfología como la sintaxis decorativa de su ornamentación calada lo separan del resto de los apliques arroblonados conocidos en Hispania, recordándonos sin embargo, a
algunos bronces calados del S. III aparecidos en ambientes
militares, como los elementos metálicos del cinturón de Colonia (Heurgon, 1958, lám. 18, 2).
'r()I)os c'.jcrrplarcs. proccdcntes ile La Olmeda. están expuestos en cl NfLrsco dc
Saldañr. pernaneciendo. por lo que sabemos. inéLlito\. Urlo clc cllos sc hrlló en la
turnba J5.1. asociado a unr hcbilh 'comuda' r,a unr rrgolla (lue se enclienh-a alojadr en el roblrin. El botórr de Cabriara sc crcucntra c\pllcsto cn cl,\{useo -\rqueoki
V. Los apliques claveteados
Bajo esta denominación englobamos un heterogéneo
grupo de objetos de morfología muy variada, al igual que
su funcionalidad. Entre ellos habúa que distinguir dos categorías: los apliques con un apéndice posterior apuntado y
los apliques cuyo vástago remata en una pequeña cabeza.
Los primeros son los que realmente cabría calificar de "c1aveteados", pues su apéndice atravesaba el material, agujereándolo, siendo posteriormente remachado. Los otros insertaban su vástago a través de un orificio practicado con
anterioridad, asegurando el bronce al cuero mediante una
anilla abierta que se fijaba al vástago y que tenía como tope
la cabeza del mismo, sistema que puede apreciarse, por
ejemplo, en el aplique discoidal de Tiermes, decorado con
un personaje báquico (Argente; Baquedano, 1983, 414, fi,g.
2). Tanto unos como otros pertenecieron indistintamente a
guarniciones de cinturón y de atalajee2.
Dos de nuestras piezas las hemos incluido ya entre los
bronces de atalaje, debido a que su adscripción funcional no
ofrecía dudas, nos referimos a un aplique peltiforme de gran
tamaño, de Villasequilla de Yepes, y a otro con bellotas terminales (FIG. 7, 1 y 11), por lo que nos cenúaremos en las
restantes. Los apliques de Villasequilla de Yepes y Ocaña 2
(Toledo) (FIG. 10, 11
y
15) tienen la peculiaridad de conser-
var un baño de plata en la cara vista. Ambos están adscritos
a la categoría de los apliques decorativos geométricos, muy
comunes durante todo el Imperio, sobre todo los circulares,
motivo por el cual desistimos de ofrecer otras piezas análogas, aunque el baño argénteo de nuestras piezas podía aqui-
latar la cronología de nuestra pieza enTa etapa altoimperial.
Peltiforme es otro de los bronces de Villasequilla (FIG. 10,
l7), así como uno de La Bienvenida (FIG. 10, 12), pudiendo
citarse, entre otros paralelos, los de Dura-Europos (Frisch;
To1l, 1949,lám. III, 32). El aplique claveteado de El Quinto
(FIG. 10, 16) tiene la forma de doble escudete, estando documentadas piezas análogas pero con sistemas de fijación diferentes, como son los apéndices perforados o roblones, en
Volúbilis y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 110-17l,rf 232-237
y n" 451-453). Finalmente contamos con dos piezas figurativas: el delfín de El Quinto (FIG. 10, l3) y el caballo de Borox
(FIG. 10, 14). E1 aplique delfiniforme enffonca con un nutrido grupo de piezas que, como complemento decorativo de
atalajes, utilizaron a este alrimal marino, si bien el tamaño de
nuestro bronce aboga por su utilización dentro de un cinturón,
o mejor en un tahalí, pues esta última correa permitiía 1a visión de las dos caras laterales y frontal del objeto, ya que la
pieza esfá concebida para verse por los cuatro lados como si
de una escultura exenta se tratase. Aunque para el delfín toledano podrían citarse numerosos bronces conceptualmente
similares, sin embargo desconocemos paralelos exactos en
1o
referido a su utilización como aplique anillado. E1 caballo de
Borox posee un interés especial, si tenemos en cuenta su paralelismo con determinados broches de raigambre hispana, ya
que nuestro équido recuerda dos placas de cinturón de esta categoría: las de Argeliers (Palol, 1969, 150, fig.25,4) y Santiago de Compostela (Palol, 1969, 147, frg.25, 1). En todas
ellas el caballo se representó marcando el paso hacia la iz-
tico dc Burgos.
"r En nuestlo esquefia tipológico publicado cn cl ¡ño I 99.1 nt¡s c]clur intos el la
\{. Recienter¡cntc hcmos clccturdo u¡ra rcrisi(rn rlc csta tipología (ALrrrecoe
chca. 1 996) para inscrllr las nuevas lbrmrs que han apareciclo. al-gunas cle las cualcs
lrs ilcorporamos !'r en el preseltc csluclio por tratarsc alc pic/t¡ slfl]cseteñas. Er
dichr rcr isitin hcmos rcsclr'¡do lr letra N para los botones figura&rs con ornarnentación anirnalística. corno l¿i prlntcril con dos rol¡loncs clc Sanlrrcrrcjo.
letra
'): El si"tcrra dc sujcción descrito pudinos apreciark) también en ci aplique delde El Quinto, el cual toclarí¿i conserral¡a la anill¿i inscrt¿Lclt cn cl r'ástago 1r
l'inilbrne
primera vez que Io virnos. I-amcnt¿tblcnrcntc lr piczr. que se conserla en un¿ colec
ción prrticular. hrbía perdido este elemento cualdo procedimos a dibujrrla. por lcr
qLre no sc ha incluidt¡ cn cl dibLrjo qLre presentanos iFig. 10. 13).
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana
quierda, siendo las semejanzas morfológicas referidas a la posición de1 animal y el tratamiento estilístico del mismo. muy
acusadas entre el bronce francés y e1 toledano. No olvidemos
que el cinturón de Argeliers estuvo ornamentado con botones
peltiformes, de "hélice", doble escudete y uno en forma de caballo (Zeiss, 1934,larn. 32, 9-14). Este último, que posiblemente tuvo función dg contraplaca, posición que postulamos
también para nuestro ejemplar, guarda evidentes analogías
conlapiezaque tratamose3. Todo ello nos hace pensar en una
datación bajoimperial dentro de la dinámica de los broches
Simancas para el aplique de Borox, que sería el único representante en suelo hispano, hasta e1 momento, de 1as guarniciones representadas por el broche de Argeliers, ejemplar éste
último, que aunque hallado en territorio galo, responde a los
modelos de su provincia vecina.
Mención aparte merece otro de los apliques de Villasequilla (FIG. 7, 8), por pertenecer ala categoía de 1os adornos de cinturón de la segunda centuria, objetos desconocidos en la arqueología peninsular. Los hallazgos de la sepultura n" 10 de Neuburg, en la Dacia, fechan este tipo de apliques aproximadamente en 1a segunda mitad del S. II (Hubener, 1963-64,20-25, fig. 4-5, n' 151-157), siendo otros
paralelos aducibles los encontrados en Vo1úbi1is (BoubePiccot, 1994,81, n" 101-102).
VI. La composición metálica
Este tipo de piezas gozan del privilegio de ser uno de los
bronces sobre los que más análisis se han practicado en nuestro paísea. En concreto, de los botones nos hemos ocupado en
una publicación reciente (Aurrecoechea, 1994, 170), por 1o
que no incidiremos aquí en los resultados ofrecidos en su momento al no haber variado estos, pues no se han analizado
nuevos ejemplares.
Para nuestro estudio, procedimos a una selección de las
piezas más representativas de entre 1as aparecidas en nuestrazoÍa, a las que sometimos a análisis mediante técnica espectrométricaes, datos que complementaremos con los ofrecidos por Madroñero de la Cal en su publicación sobre
Fuentespreadas y Getafe (Madroñero, 1985).
La hebilla de La Bienvenida relacionada con la familia de
los bronces excisos (Aurrecoechea Femández Ochoa; Caballero, 1986, 253, hg. 1, 9), presenta una composición distinta en su aro y en su agujae6. Ambos elementos son bronces
cuaternarios, característicos de piezas fabricadas con ejemplares de desecho, aunque en el aro los niveles de plomo son
bastante más altos, mientras que en la aguja el porcentaje de
cobre es mayor. La placa de la variante Bienvenida de este
mismo yacimiento (Aurrecoechea; Femández Ochoa; Caballero, 1986, 253,fi5. 1, 8) es también un bronce cuatemario
con unas elevadas cantidades de plomoeT, por 1o que no deja
de ser curiosa la coincidencia temporal, ya que ambos perte!'Cabría incluso 1a posibilidad dc que el aplique rle Boror fuera en realidad un
botón que se hubicra roto por slr r'ástago, hipótcsis que no se puede culfimar daclo
el estado kagrlentario cle la piezr.
qr
Una parte dc Ios anílisis metilicos rcalizados fue linanciatlr por cl Proyectir
Preconpctilir o "L¿i cultura material rontarta en la Nlesctit Sur", dirigido por Carmen
Fernández C)choa quicn puso a nuestril dlsposiciiin la partida econórlicl (r,[e\Pt,rl
dicntc. Sirvan estas líneas para darle nuevamente las grlcias por su apo)'o.
"¡ Los análisis se re¿rlizarc¡n en el LC.R.B.C. con un espcclrórttelro KEVEX mod.
7000.
!" Aro: 63'7t¿
de Cu. 2'9% d.c 7.¡t. 11'2'tt de Sn
l'8? tleZn. lI')%
¡
18'2¿ri de Pb. Aguja: 75'-1%
de Sn 1'7-7?r de Pb.
!r Prcscnta un 6.1'.1c2 de Cu. 1'9¿ri dc Zt.7'|\-ic cle Sn
dc Cu.
r
25
''179i cle Pb.
lL
tcnor cle lt¡s bronccs hallaclos en Ia N{eset¿r Sur
85
necen a la tardorromanidad, así como espacial y funcional
que las aleaciones de estos dos objetos presentan. Respecto a
otros broches de cinturón analizados fuera de nuestra región
de estudio, sólo conocemos los de Fuentespreadas, que caben
ser calificados de bronces terciarios, aunque difieren en su
composición. La guamición omamentada con arcos de herradura es un bronce plomado (12-187o de Pb, 107o de Sn,
)'lvo de Fe y 0'3%o de Ag), mientras que la decorada con
hojas de hiedra es bronce estañado (107o de Sn, l7o de Pb y
0'l7o de Fe). Generalmente es difícil encontrar bronces o latones puros, ya que en el proceso de fundición se solían buscar aleaciones con buena colabilidad para facilitar el moldeo
de las piezas con detalles decorativos, lo que se conseguía
con la adición de plomo o estaño.
Entre los pasadores dobletroncocónicos analizados, los
de Valdocarros (FIG. 5, 11) \32'3Vo de Cu. 6'1?o de Sn y
60'37o de Pb), El Quinto (FIG. 5, 1) (48'l7o de Ctt,0'27o de
Zn,2'77o de Sn y 48'5Vo de Pb) y E1 Quinto (FIG. 5, 9)
(54'37o deClu,0'27o deZn,5'l7o de Sn y 39'27a de Pb), son
todos bronces plomados, pero con la característica de una
elevadísima proporción de plomo. La escasa significación de
los niveles de cinc, cabe interpretar a esta aleación como buscada intencionadamente, pero con una funcionalidad distinta
a la de facilitar el moldeado de las piezas. La explicación de
estos bronces con tan elevados índices de plomo, podría estar
en la funcionalidad de estos ejemplares, ya que los pasadores
que tratamos servían como abrochadores de las riendas a1 bocado del caballo, por lo que quizá se necesitase para este cometido unas piezas relativamente flexibles y no tan rígidas
como 1os bronces puros, para facilitar así la imbricación entre
ellas y las argollas del freno. Esta flexibilidad podía ser el
origen de que algunos de los pasadores que conocemos hallan llegado hasta nosotros literalmente doblados.
Bronce terciario es también el aplique claveteado de
Ocaña (FIG. 10, 15) (80'6Vo de Cu, 8% de Sn
y l0'4Vo
de
Pb); así como el delfiniforme de El Quinto (FIG. 10, 13)
(93'2Vo de Cu, 4'3Vo de Zn y l'4Vo de Sn). Por último, uno
de los pinjantes de
La Bienvenida (FIG. 6, 2) (85'97o de Cu,
ll'67o deZn, l'47a de Sn y 0'27o de Pb) y el colgante de
falera de Puente Biezma (FIG. 6, 9) (85'25Vo de Cu, l4'4Vo
de Zn y 0'l7o de Pb) caben ser interpretados como los únicos latones encontrados en el muestreo rcalizado.
VII.
Conclusiones
A través de estas páginas hemos ido dotando de un marco
cronológico y comparativo a los abundantes bronces ligados
al mundo militar delazona castellano-manchega y madrileña, por lo que nos centraremos ahora en las nociones espaciales y las implicaciones histórico-arqueológicas que denotan, relacionándolos con el conjunto de los materiales de
igual índole aparecidos en el resto de la Península Ibérica.
Si analizamos el conjunto de las piezas, estas se caracte'iizan por una disgregación espacial, aunque todos los asentamientos parecen reunir unas caracteísticas comunes. Salvo
algunos ejemplos, como la Dehesa de La Oliva (Madrid) dispuesta en un castro, el resto de los yacimientos están situados mayoritariamente en las vegas de los ríos, con una clara
concentración en el curso medio del Thjo. Esta peculiaridad
les acerca a los asentamientos "abiertos" de tipo rural, más
que a los enclaves militares, máxime si tenemos en cuenta
que no se conocen estructuras edilicias que denoten alguna
variante de forlificación, aunque debemos de tener en cuen-
Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, i995-1996
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dc Orqa. 8.- \rjLlar¡ubi¡ de Sartiago.9. Estrerriera. 10. Nlazaramb¡oz.
ta que casi la totalidad de los yacimientos estudiados no
cuentan con excavaciones científicas que avalen o desmientan este último punto. Aunque la dispersión de los hallazgos
parece ser la tónica general, sin embargo el grueso de los
mismos y 1o que es más imporlante, los bronces que cabían
interpretarse como exclusivamente militares, se nuclean en
torno al tramo de la vía que unía Emerita Augusta y Caesar
Augusta, a su paso entre la zona fronteriza de las actuales
provincias de Madrid y Toledo (FIGURA 12). Aunque ellistado de yacimientos es mucho mayor, sin embargo destacan
tres enclaves muy próximos entre sí, debido a1 número de
piezas encontradas en ellos: Villasequilla de Yepes, Ocaña y
Villamlbia de Santiago, todos ellos en la provincia de Toledo. Cronológicamente encontramos una cierta continuidad
en los hallazgos, que se pueden fechar desde el S. I, y más
probablemente en su segunda mitad, hasta e1 S. V; si bien carecemos absolutamente de piezas del equipo militar republicano y de la primera mitad de Ia cuarta centuria. Existe una
relación entre la temporalidad de 1as piezas y los tres princrpales yacimientos mencionados. Así Ocaña cuenta con un
número muy significativo de bronces exclusivamente militares de 1a primera centuria, más algún haTlazgo esporádico de
los siglos III-IV. La totalidad de los bronces de Villasequilla
de Yepes se pueden fechar a finales del S. II y ya en el S. ilI,
faltando en este enclave tanto los de la primera centuria
como los del Bajo Imperio. Los aparecidos en Villarrubia de
Santiago, por otra parte, están sobre todo adscritos a7a tardorromanidad, salvo algún elemento residual de la tercera
centuria (FIG. 12). Las connotaciones históricas de esta trilogía de yacimientos que se suceden en el tiempo, podía ser
,,,\
ll.
La Bienrenida.
una de las líneas de investigación más interesantes en el futuro arqueológico de la zona.
Cabe preguntarse por qué aparecen tantos bronces militares en una región para la que sólo se conoce un único campamento, el de Guadalajara, que además no proporcionó ni
una sola pieza de esta categoría. Esta interrogante no es exclusiva del territorio que nos ocupa, pues a la misma dinámica se ven sometidos, por ejemplo, algunos puntos geogriíficos de la Galia, como Vieil-Évreux, en donde además la variedad de bronces de "tipología militar" es tan numerosa
como en e1 caso que nos ocupa, muchos de los cuales, pertenecientes a la misma categoría de objetos documentados en
nuestro trabajo, han sido reseñados como paralelos a 1o largo
de estas páginas (Fauduet, 1992, ll})e8. Las explicaciones
pueden ser varias, entre las que cabe argumentar: la presencia temporal de contingentes armados, la ubicación de un estacionamiento militar desconocido, e7 carácter castrense de
los dueños de algunas de las numerosas villae que jalonan
nuestra zola, o el establecimiento de veteranos en la misma.
Respecto al paso ocasional de contingentes militares, esta es
la premisa que se ha esgrimido tradicionalmente para explicar 1a presencia de bronces excisos en Hispania. Las piezas
de la misma familia que la de Villam¡bia de Saritiago (FIG.
cle
!r Tanto e¡ Vieil-Ér,rcux. conto en otros
¡,aciltientos de l¿r ct¡t¡uuca (nccrópolis
Élrcux. Vicur-Port. ctc.) que heoros ick¡ señalado cr rucstro trrbajo rlcbido a la
rparici(rn cle piezas idénticas a las nucstrils. cstín docuntentrchs las típicas fíbulas
crucifbrmes quc suclcn ¡rsoci¿use ¿ü estanento militar. Las fíbulas clc cstos cnclarcs
pcrlcnecer, además. a l¿rs r'¿iriantcs miis antigrLas de cste llrupo, ptLdienclo clatarse
grotso nretdo cntrc l'inales det S. III ¡'el S. IV d.C. lFau.luct. 1992, 88. n",182-.+E7).
Las -suarniciones dc cinturón y atala.je de tipología nrilitar en la Hispania Rontana. a tenor
1, 8) podrían haber sido traídas
aquíporlos honoriaci de Ge-
roncio durante la guerra civil en época de Constantino III
(407-4ll). Esta hipótesis, sin embargo, no ha sido contrastada mediante el seguimiento del movimiento real de estas tropas por la Península, único fenómeno que podía validar definitivamente esta teoía, pues la dispersión de los hallazgos
de esta índole en nuestra provincia indicarían que el área cubierta por estos contingentes fue bastante más amplia que los
campi palantini que saquearon y las tierras lusitanas escenario de la lucha, donde tenían sus posesiones los sucesores de
Teodosioee. La presencia de uno o varios asentamientos desconocidos de tipo militar, quizá cronológicamente sucesivos,
nos parece la hipótesis más plausible en relación conlazorta
geográfica que comprende los yacimientos cercanos de
Ocaña, Villamrbia y Villasequilla, pues en ellos han apareci-
do la gran mayoía de 1os bronces exclusivamente militares
que se han incluido en este estudio. La Bienvenida podría
haber contado con algún contingente militar, posiblemente
ocasional y de carácter policial, vinculado con 1a protección
de las minas cercanas, como indicarían sus pinjantes de falera de la primera centuria (FIG. 6, 2-3 y FIG.5, 3). Por último, el carácter de los terratenientes y personal establecido en
las villae es posiblemente uno de 1os factores más importantes a tener en cuenta a la hora de enfocar correctamente el fenómeno que tratamos, ya que, para e1 período del tardoimperio, Black ha establecido un esquema en su estudio sobre villas británicas, que podría explicar la presencia de bronces
militares en nuestra zona (Black, 1994,99-109). Dicho autor,
postula que la aparición de estos bronces en asentamientos
rurales se debería a que sus dueños habrían efectuado la carrera militar, como paÍe del cursus honorum de su vida profesional. El Estado romano no desarmó jamás sistemáticamente a sus licenciados, utilizándolos incluso para la defensa parcial del territorio, por 1o que muy bien estos terratenientes podían haber acumulado en sus villae auténticos recuerdos de esta vida castrense 100. Precisamente 1a costumbre
de no desarmar a sus licenciados, 1e ha permitido reconstruir
a Bóhme la procedencia de los mercenarios del ejército romano, básicamente sajones y francos de 1a derecha del Rhin
y sólo en una pequeña proporción alamanes en lo referente a
las provincias occidentales, pues cuando retorttaban a su patria de origen se llevaban consigo el equipo militar, del que
formaba parte el denominado "cinturón de combate", que les
había sido dado en el norte de 1a Galia (Bóhme, 1986,495).
A esto cabría añadir que dichos terratenientes podían haber
traído, ffas abandonar el ejército, a subordinados militares
que se ocuparían de su defensa personal, fenómeno que nos
pone nuevamente en evidencia la problemática sobre la existencia o no existencia de tropas privadas. En el caso que no
ocupa, no deja de ser una explicación sugerente el interpretar
lavilla de Matemo, cercana a El Quinto y no muy alejada de1
foco Ocaña-Villamrbia-Vi11asequil1a, como incitadora de un
asentamiento próximo destinado a proteger la propiedad, si
bien somos conscientes que la cronología inicial de Ocaña en
'! l-a hipótesis quc rincula a lc¡s bronces excisos. aparecidos fucr¡ de las zonas
''clásicas" de frontera. con Ios succsos desencadcrados por ll usurpaciih de Ciuls
tantino lll, luc ¡a esgrimida por Bóhme en 1977. a tenor dc Ia aparición dc una guar
nicitin en N1azrn (Vaucluse) (Feugcrc. l99la. 1,11¡. rlota 271).
01'Black empler incluso la palabrt "souvenirs rclcrida a estos obictos (199'+.
108). Etr Britania estos "reclrcrdos'' ro s(rlo lb¡rcan piezrs del equipo pcrsonal o
equino dc un sold¡tilo. sino irtclttso pro¡cctiles de bollivnt )'otras arrllas. ciltno en cl
crso de la villa de Whitk)n (G¿lcs). asentamicnto en el qLic, Por otru partc. no ha!
constrncia de ur alaallrc que pudierl juslitlcar la prcsencia de Lln tipo de provectil tan
concreto en el yacimienkr.
t1e
los bronces l.rallados en
l¡
N'lescta Sur
la primera centuria invalidaía en parte esta teoría. Otras presuttas villae que han aportado "recuerdos" de la vida militar
de sus dueños o personal podrían ser las de Estremera, Mazarambroz, Borox, Castillejo, Veguilla de Oreja y Chozas de
Canales, yacimientos todos ellos en donde las piezas exclusivamente militares son minoritarias, por no decir que anecdóticas, mienffas que por contrapartida encontramos un
mayor número de bronces de "tipología militar" 101.
Otro dato a tener en cuenta es la noción de "uniforme"
que tenía el estamento militar romano, pues con ello se podría aclarar si nuestras piezas formaban pafie del equipo obligatorio que debeía portar un soldado. A este respecto, Feugere ha señalado que tanto el legionario como el auxiliar,
aunque gozaban de cierta libertad a la hora de elegir entre deter:rninados objetos, sin embargo debían de responder a ciertos imperativos, que é1 denomina el "equipo mínimo", en e1
que sería básico e1 cingulum, que serviía para sostener la espada aún en tiempos de paz (Feugere,1993,226-227). Abota
bien, precisamente al ser el cinturón un distintivo de su status militar ya desde los inicios del Imperio, éste estaría vinculado de forma personal a su propietario, acompañándole en
todos sus desplazamientos y posiblemente, tras el licenciamiento, hasta en su posterior vida civil, 1o que explicaría su
aparición en un amplio espectro de yacimientos. En nuestra
zona, concretamente podía explicar la aparición de la placa
de Esffemera (FIG. 1, 2) y el terrninal anforiforme de Mazarambroz (FIG. 1,9), entre otros, pues en estos enclaves dichos ejemplares son casi los únicos bronces que de raigambre militar han aparecido. Grew y Griffiths han señalado
cómo a partir de la dinastía julio-claudia el equipo militar
tiende a estandarizarse, lo que se consigue ya en el período
flavio. No obstante, la impresión general, ya desde el reinado de Augusto, es el de una producción en masa para algunos objetos, como los cinturones y entre estos los decorados
con un umbo central, aunque sin olvidar que los gustos personales podían cuajar en el encargo a artesanos privados de
piezas más "lujosas", como se sabe por fuentes literarias
entre las que cabía citar las conocidas crfas de Apollonous
y Tbrentianus (Grew; Griffiths, 1991, 53 y 60).
Como a 1o largo de nuestro estudio hemos comprobado
que muchos de los objetos presentados son auténticos bronces militares, cabe ahora preguntarse por el origen de los mismos, es decir, sus lugares de producción. Oldenstein piensa
que el sistema de fabricae, propio de la época tardorromana,
puede también extrapolarse a los tres primeros siglos del Imperio (1985, 82-94). Para este investigador, existirían grandes
talleres estatales situados en zonas esffatégicas y encargados
de equipar totalmente a 1as legiones recién creadas, abastecerlas de los materiales necesarios para una campaña o reponerlos tras la misma; junto a ellos se encontrarían otros pequeños talleres, generalmente vinculados a los campamentos
y vici próx\mos, que se ocuparían de arreglar el equipo roto
o producir objetos necesarios para las tropas allí acantonadas102. Ahora bien, en cada provincia existirían diversas fases
rr)r Por supueslo que todas las hipritcsis alusi\'tl\ il la interpretación de los yacimientos quc c¡litimr¡s en cstas conclusioles son preliminrrcs.3-a rlue síilo podrál ser
corroboradas o desmcnlidas tr-as la excar ación sisteuática dc todos los cnclaves men
c
i
t¡nados.
ri'l Oldenstein cstudia tamhién la\ silrilitudes cnlrc Ias distinla\ piezas cle Ios
equipos cncontrados en cl l)anubio. Rhin. Siria. Britania y Afi-ica. cotllprobando la
idcnticlacl de norlclos pero adr irticndo qrre la sirttpliciclad de los nlisttlos. caso dc l¿ts
faleras ¡'pinjanres alloimpcriales, iacililt cl copiado dc lo\ obietos nrcdiante nroldcs
tlc arcilla por parte de personrl no muy especializado. lo quc cxplicaría la riipida di
fusiírn <ic las mod¿s.
88
Joaquín Aurrecoechea Fe¡nández / EPAM 10,1995-1996
para la implantación de talleres: en un primer momento, el de
la conquista, las tropas son abastecidas por talleres situados
en zonas próximas ya romanizadas, así posiblemente el caso
de Britania a donde Tlegaría equipo de 1a cercana Galia; en un
segundo momento, tras el dominio del nuevo territorio, se
implantan talleres que lentamente cubren las necesidades de
las unidades establecidas en la nueva provincia; y finalmente, la región se conviefe en autosuficiente, importando solo
aquellos materiales que no produce. Para Bishop, quien también ha realizado un estudio sobre el tema, la flexibilidad en
la producción sería 1a nota dominante para el Altoimperio,
señalando además que esfasfabricae situadas en los mismos
fuertes o en los yici cercanos, no solo dotaban de cierto autarquismo a las tropas, sino que servirían para el mantenimiento de la moral del ejército, teniéndoles ocupados en tareas artesanales durante los tiempos de paz (Bishop, 1985, 142). Cerca de nuestro ámbito geográfico, en Mamrecos, se
han documentado talleres de broncistas a través de algunas
piezas inacabadas del equipo militar, como son una cama de
bocado peltiforme y una máscara equina para hippica gymnasia de Volúbilis. Más interesante para nuestro estudio sería
el taller de Thamusida, donde se produjeron hebillas peltiformes (Boube-Piccot, 1980, n'536) del tipo de la hallada en
Villasequilla (FIG. 1, 3). Además de las piezas inacabadas
encontradas, los talleres de Volúbilis y Thamusida estaían
avalados por la presencia de escoria y restos de estatuas para
el reciclaje respectivamente (Boube-Piccot, 1995,
65-61).
Otro taller que produjo hebillas peltiformes como la que acabamos de reseñar, fue el de Tibiscum, donde apareció un
molde para fabricar estos objetos (Bishop; Coulston, 1993,
fig.134,3). Los pinjantes "alados" de la segunda mitad det
S. I d.C. aparecidos en nuestra región (FIG. 6, 1-3), debido a
su simplicidad, pudieron estar realizados por talleres locales,
al igual que los pinjantes "trífidos" (FIG. 6, 6) y la mayoría
del equipo aparecido. Feugére ha planteado, a tenor de la aparición sistemática de los pinjantes "alados" tanto en oppida
indígenas como en establecimientos militares, que uno de los
papeles asumidos por la caballería militar en la Galia durante la primera centuria, podna haber sido el de policía urbana
(Feugere, 1983, 59); mientras que Bishop, para la provincia
britana, ha puesto de manifiesto la vinculación de estos bronces con unidades concretas, sobre todo con los auxiliares tracios de caballeria, lo que convertiría a los colgantes "alados"
en una especie de indicador étnico (Bishop,1987,123-125).
Respecto a la hebilla y la placa de Ocaña (FIG. 7, 5 y 6), debido al trabajo especializado que requieren no pudieron ser
realizadas en un pequeño taller, sino en unafabrica situada
en la Galia o Italia, cenúos de producción de tales piezas durante la primera centuria (Oldenstein, 1985, 87). Estas piezas
podrían pertenecer al equipo de parada mejor que al de uso
diario, como se ha interpretado el amés completo de Xanten,
aunque la presencia abundante de este tipo de bronces de tecnología compleja (sobre todo el baño de plata con disposición superior de nielado) en contextos civiles, como Alesia,
debe ser un dato a tener en cuenta (Feugere, 1993, I 80), pues
podría indicar un uso más cotidiano. Otras piezas hispánicas
de carácter lujoso serían las de Arcóbriga con nielado (Caballero, 1914,90, fig. 22,33), o las de Culebras (Cuenca)
(FIG. 5, 4), Villasequilla de Yepes (FIG. 10, 11) y Ocaia2
(FIG. 10, 15), con baño argénteo. Para el resto de los bronces de nuestro estudio pertenecientes a las tres primeras centurias, señalaremos que son idénticos a los hallados en campamentos britanos y del limes reno-danubiano, tradicionalmente vinculados a 1as tropas auxiliares, si bien en la actua-
lidad se cuestiona tal disparidad de equipo entre el auxiliar y
el legionario. El origen de estas últimas piezas seúa el mismo
que el de sus congéneres europeos.
La concentración cronológica de nuestras piezas altoimperiales pudiera estar conectada con 1os sucesos de los años
68/69, si bien una relación directa es muy dudosa, pues no tenemos constancia de hechos bélicos en esta región. Hacia esa
fecha apuntan 1os pinjantes "alados" y "tífidos", así como
los bronces plateados, propios estos últimos de tropas equipadas por talleres estatales. La aparición de equipo militar altoimperial en yacimientos como La Bienvenida, se relacionaría con el control de las minas cercanas, o en otros casos,
como Tarragona, por la presencia de tropas en ciudades importantes, si bien resulta más enigmático su hallazgo en el
centro peninsular que en el Levante y NO. Bishop indica que
la aparición de equipamiento militar en una determinada
zona, está siempre conectado con la presencia militar, y no
precisamente temporal, en el iírea, que además suele responder a un momento de abandono y que es característico de determinadas unidades. Y lo que es más importante, que 1as desigualdades que actualmente se observan entre el este y el
oeste del Imperio, relativas a la distribución de hallazgos militares, se debe únicamente a los diferentes niveles de investigación entre los distintos países (Bishop. 1985, 17- I 8). Respecto a los bronces de la tercera centuria, quizá se relacionen
con los turbulentos sucesos de la segunda mitad del siglo,
bien las primeras invasiones entorno al 260 o las campañas
de Probo contra los usurpadores, aunque arqueológica e históricamente su campo de acción parece haber sido bastante
restringido. En este sentido la aparición de un tesorillo inédito, fechado hacia el 260, q Villasequilla de Yepes, yacimiento caracteizado por 1a abundancia de bronces exclusivamente militares de la tercera centuria, amplía la visión geográfica que de este fenómeno se tenía, si bien hay que considerar que estos tesorillos no indican necesariamente el desa:rollo de sucesos bélicos en sus inmediaciones, sino que en
la mayoría de los casos son meros síntomas de un ambiente
de inestabilidad vivido en la zonar03.
Respecto alasfabricae tardías, Lactancio atribuye a Diocleciano su fundación. Aunque algunas no se crearon ex
novo, sino que se desaffollaron a partir de talleres preexistentes, la creación de nuevos enclaves ya oficiales y sobre
todo, su organización en función de la administración de las
diócesis (creación tetriírquica) se remonta probablemente a
fines del S. III o comienzos del S. IV. La producción de éstas
debió de ser muy superior a la de los artesanos militares del
altoimperio, pues debían abastecer a amplios sectores del
Imperio, estando especializadas en objetos determinados. De
las aproximadamente 40 fabricae que nos ofrece la Notitia
Dignitatum, más otras fuentes menores (epigrafía, etc), com-
|rrEl tesorillo. aclualmente en cstudio. estir compuesto por ccrcii de 2.000 an
toninianos c¡uc abarcul los rein¡clos dc Gorcli¿no III a Póstunto. con una clara conccntr¿rción dc piezas del reinado dc Crlieno. N,{u\ intcrcs¡nte es el matiz que distinguen Campo v Gurl ( 1980. 130) entrc las ocultaciones (acunrulacioncs sinrples tle nu
mcr¿rio er circulaciór) v l¿Ls lesaurizaciones lcon]unlo: atesorados en lirncirin dcl
vulor nretálico clc las mutetlas). La haja Ic¡ dc las piezas qLle conlpo¡tcn cl tcsorillo
toledano dcscart¿rría su ocultamicnto co¡ fines cle tcsturiurción. rvalando por contlapartida su rinculrci(rn con feniintcnos dc inestabilidad política o soci¿l en el área
hispana. Para las irvasiones dcl S. lll v ios datos arqrLcol(rgicos que Ias ¿rcolnpañan.
se pueclen citar los siguicntes trahajos clírsicos: Bttlil.Cut¡ler¡to¡ tle lrurbtjos tlt,ltt
E.tcuelu F,.s¡t«ñoltt dc Hi¡t¡¡ríu t Atqueologfu r,t¡ Rtt¡tu, IX. 1957: lllázgtez. Hitpu
ala. XXVIlt. l96E: Canrpo ¡ Ciurt.,\rari.vrrzi. 165-167. l9E0: T¿iracena. I Cot¡¡reso
inter¡tutitttal ¿le Pirctutí\to5, 1950: Tarradcll. I-,stutlios Clásitos 1/l 15. 1955: T¿rradell. /l' CN,t. I 957. etc. Respccto rl impacto de la crisis clcl si-glo lll en Hispania nos
remitimos al libro clc Fcrnindez t biña (lc)82,9l 117) y al de Arce (1988.53-67).
Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de ios bronces hallados en la Meseta Sur
probamos que el equipo fabricado se centraba en los siguientes objetos: escudos, espadas, lanzas, arcos, corazas
(loricarie y clibanariae), sillas de montar, artillería y armas
diversasl0a. Como podemos comprobar, entre ellos no se
mencionan ni los accesorios metálicos para colreas del equipo personal, tales como los cinturones, ni los pertenecientes
al ajuar equino. Para la ubicación de estas fábricas se escogieron sitios con tradición artesanal y cercanos a las materias primas, seguros y con buenas comunicaciones, no estando ninguna de ellas, que sepamos, ubicada en 1a Península Ibérica, siendo 1a fabrica más cercana, según la Notitia,
la de Argentorate. Los motivos de esta centralización de la
producción han sido estudiados por James (James, 1988,
251-331), siendo las causas fundamentales los reclutamientos masivos desde Ia época de Diocleciano y 1a imposibilidad de autoabastecimiento de campamentos, auxiliares o 1egionarios, debido a que en la mayoría de ellos habían dejado de funcionar sus talleres. La producción en masa originó
el que los artesanos no pudieran mantener la calidad en la
producción, sobre todo desde el punto de vista decorativo,
de los primeros siglos del Imperio, siendo el ejemplo más
significativo los cascos. Casos aislados como el casco
de
Deurne, o los de Berkasovo y Budapest, de claros anhelos
decorativos, hacen dudar si estos ejemplares de lujo fueron
realizado enfabricae oficiales, o si fueron ejecutados por artesanos de alto nivel que continuaran trabajando paraelejército en el S.IV (Feugere, 1993,243-244). Esta idea es también extrapolable a los bronces excisos, como e1 nuestro de
Villamlbia de Santiago, pues la omamentación que los caracfeiza está lejos del concepto de masificación y rupidez
que exigían los talleres oficiales descritos. Ahora bien, si el
equipo militar tardío se caracfenza por su baja calidad, debido a Ia masificación en la producción, como compensación
su función vino acompañada de una significación social que
se reforzó respecto a los períodos precedentes. Como ha señalado Feugére para el díptico de Monza (circa. 395), la posición social de Estilicón no se evidencia en el refinamiento
de sus vestiduras sino en sus armas: vaina ricamente decorada y escudo con un medallón imperial, indicando e1 abismo que se creó, a fines de la Antigüedad, entre el personal
militar-administrativo y el grueso de la población. Característico de este fenómeno sería 1a evolución del cingulum, que
en esta época se convirtió en signo y símbolo de la función
pública (Feugere, 1993, 248).
La problemática principal del Bajoimperio está referida a
varios aspectos, entre ellos los contextos funerarios que han
ofrecido una gran cantidad de evidencias sobre los distintos
tipos de cinturones, pero que sin embargo, como ha señalado Bishop, la información que ofrecen tiene serias limitaciones, debido a que pocas sepulturas están numismáticamente
datadas y las fechas del resto se asientan sobre bases poco
seguras (Bishop; Coulston, 1993, 160). Además la distribución geográfica de los distintos tipos no hacen, posiblemen-
te, sino reflejar la distribución de 1as prácticas de enterramiento y no pueden interpretarse como significativas de la
totalidad del área de uso de las piezas. De este modo, la evidencia arqueológica nos ofrece abundante información sobre
el S. de Britania, N. de Francia, el Rhin y el Danubio superior, mientras que nuestro conocimiento sobre los cinturones
del S. IV-V usados en otras regiones es mucho menor105.
rr| La ubicación geográfica de las disLintas lirárlcrir,
¿rbarcaban cada una dc
239 l.
¡ las especialiclacles que
cllas pucden encontrarse en la recierte obm dc Fcugcrc t 1 993.
u9
Otro punto de interés es que los investigadores han asociado, convencionalmente, los broches excisos con el reclutamiento de germanos en 1os ejércitos romanos. Para Bóhme
los cinturones excisos y sus derivaciones troqueladas serían
el más revelante testimonio de la simbiosis producida por el
establecimiento de grupos de soldados geÍnanos afincados
en la zona del Loira y el Rhin, grupos que se acantonaron en
función del dispositivo defensivo del norte de 1a Galia del
litus saxonicum (qroe ofrecía protección al litoral contra las
incursiones de piratas) y del sistema de defensa articulado en
torno a la vía Colonia-Tongres-Bavay. Sin embargo, algunas
placas incorporan motivos clásicos dentro del esquema geométrico, además de que los broches excisos no son encontrados usualmente en las denominadas Laetengrtiber, como
ha señalado Bishop, y pocos se encuentran en 1a Germania
libre, sugiriendo su desarrollo y utilización por tropas regulares romanas, oficiales del gobiemo militarizados y, sin
duda, por geñnanos equipados por el ejército regular. Interesante es un trabajo reciente de Hedeager en el que cues-
tiona la identidad pan-gennana, pues precisamente
estos
pueblos, en contacto con los romanos desde el S. I d.C., se
habían ido aculturando al mismo tiempo que asimilaban 1as
costumbres romanas; pero además durante el Bajo Imperio
la migración germana no requirió nuevas formas políticas
más allá de la unidad étnica o genéfica,lo que produjo el colapso de 1as antiguas formas de vida tribales, surgiendo entonces una élite guerrera cuya cultura material está, en muchos casos, influenciada por las costumbres romanas (Hedeager, 1993, l2l-l3l). Dado el carácter excepcional de las
piezas excisas encontradas fuera de su región de origen,
estos objetos son generalmente interpretados como el resultado de desplazamientos puntuales, como ya hemos tratado
en otro apartado al referirnos al caso hispano. Así, el descubrimiento de un cinturón completo, con una hebilla muy particular del tipo Ehrenbürg-Ostrach en Mazan (Vaucluse) ha
sido interpretado por Bóhme como debido a los enfrentamientos, entre el 408-413 en la región de Valencia/Arles, con
los partidarios primeramente de Constantino III y luego de
Jovino. Tampoco podemos olvidar que la cultura mixta
(M is chziv ili s ation) romanogeÍnana de estas zonas militarizadas norgálicas, que facilitó sin traumas la transición entre
el Imperio Romano y los reinos "bárbaros", no fue más que,
en su origen, la fusión de dos mundos: el castrense y el civil;
y que esta simbiosis se documenta en otras provincias imperiales como Panonia, o incluso fuera de las fronteras de1
')'El conocimiento del ec¡uipo militar dc csta ctapa estir supetiitado a 1as especialcs caractcrísticas históricas cle aquellos años. Solo 1a reorganizacitin fronteriza int
plicti el establecimiento de algunas nucvas instalaciones. ¿il-qunas de las curles han
proporciorado rnateriale\ tardorromanos. pero cu)¿r dcposición dcst»'dcnada cliflere
de la ¡contecida en cl Altoimpcrio. pucs fucron sirnplenrelte dejados donde sc a1macenaban. como en Housesteads. .lntcrcisa t l-¡mbacsis. o dorcle habían sid(] i[st¡lados. collo cn Conrcit ¡ Orsora- Los depósitos rituales en rnedios aeuusos eorltirrL-tan siendo una luente documental lrnbién para esll ópoca. aurlquc gcncrirlnrente afec
l¿rn i1 un tipo cle nraterial nuv concreto. como so! las a¡¡nas. pudiúndosc cit¡r los ha
Jlazgos en la Germanir Librc dc N¡-dam. Kra-rehul y Ejsbol Nlose (Bishop: Coulston,
1993. 160). Son los enterr¿unientos los que cc¡bran una ma¡,or importancia. cspccialrrierte dentro de las l-r'ontcrils rorrAnas. ¿ la hor¿r tle inteqrretar el equipo rlei soldaclo
cn este morrento. tanto en cemerterio-r ftLer¡ dc los li¡c¡tcs. así los de Oudenburg e
Intercisa. como cn los próximos a las ciudades. sie¡rdo uno de los mhs inporlanlcs el
de Ságr,ár. Los soldados fleron coffienterrente enterrados con sus ropas, broches. navajas v cirturones militarcs. r¡icntr¿rs quc Ias armas fleron ocasionulmente incluidas
cn lo que pudo ser nrírs una prirctica prorincial gcrmarlr rlue propianlente tomana.
Estirs nccrópolis alel norte de Francia y'tierras del Rhit (Ltatert.qrc)ber.) han sido tta
dicionalmente vinculadas co¡r unidades de soldados germ¿lnos llrrctl.), conocidas por
la Nt,itia Dignituttrttr ¡' localizadrs cn cstas áre¡s. si bierr la investigliciírn ha elolucionado dur¿urtc los últir¡os años nratizando el l'en(rmeno. c¡uc sc maniliesta tnucho
mis complejo de lo que se interpretó er un principio.
90
Imperio, partiendo de la ex-Dacia romana, teniendo cada
una de ellas unas peculiaridades propias que deben ser estudiadas en su particular contexto.
En 1o que concierne a la Galia del Sur y de España, se
han descubiefio tanto ejemplares cercanos a los modelos
usados en el Limes como los originales en sí mismos. La
producción local de broches tador:romanos de índole militar
parece estar avalada para la región meridional francesa. En
un hábitat rural en el Languedoc, concretamente en Neffiés
(Hérault), se halló un ejemplar defectuoso de una hebilla
con delfines ("Delphinschnalle") de un tipo bien conocido
en Bretaña a fines del S. IV. La hebilla es producto de un
artesano local, que abandonó el trabajo debido a una fisura
en el molde (Feugere, 1993,253, n" 6). De estas mismas hebillas delfinifornes se conoce, al menos, otro ejemplar inacabado descubierto enlavilla gala de "La Téte de Fer" (Noyers) y depositado en el Museo de Avallonnais, que no parece estar vinculado con ningún taller oficial.
Respecto a la Península Ibérica, los broches con hélice
del tipo Champdolent/Gala/Muids encontrados en Borox
(FIG. 1, 10) y Ocaña (fig. 1, 11), nos ponen sobre la pista del
primer rasgo característico de la cultura material tardorromana en Hispania que queremos abordar: la preferencia del
botón frente al remache, como sistema de sujeción del bronce al cuero. Esta preferencia ha sido también ampliamente
constatada dentro del panorama de los apliques que acompañaban a cinturones y atalajes, convirtiendo los apliques
claveteados en uso fuera de la Península Ibérica en botones
arroblonados (Aurrecoechea, 1994, lll-112). La adopción
de modelos "clásicos" dentro de la metalisteía militar tardorromana, como los apliques en "hélice'?, reinterpretados
como botones en nuestra provincia hispana, como son los de
Villamrbia de Santiago (FIG. 9, 7) y Titulcia (FIG. 9, 8),
abogan por 1a necesidad de interpretar el significado de este
fenómeno. No obstante, aunque en el resto del Imperio el sistema de sujeción preferentemente utilizado durante este período para sujetar las guamiciones de cinturón al cuero fuera
el remache, también se conocen ejemplos extrapeninsulares
de broches fijados con botones. En el país vecino, por ejemplo, aparte de la archinombrada guarnición aparecida en Argeliers (Aude), que incluso posee botones en "hélice" semejantes a los hallados en nuestros yacimientos del Thjo, contamos con los broches de tipo Sagvar de Nimes (Gard), el del
Museo de la Sociedad Arqueológica de Montpellier (Feugere,1993a,146,fig.14, I y 2) y el encontrado en Saint-Clément (Gard) (Feugere, 1993,253, n" 2). Estos broches galos
se incluirían dentro de la cafegona denominada por Pérez
Rodríguez-Aragón como "de tipo intermedio" (1991, 102104). Sin embargo, la proximidad geográfica no justifica la
presencia de estos broches arroblonados, puesto que incluso
en la necrópolis de Sagvar se conoce un ejemplar con estos
apéndices, aparecido en la sepultura 111 (Burger, 1966,208,
fig. 101). Pero quizá es en el apartado de la orfebrería bajoimperial, donde encontramos los broches extrapeninsulares más significativos sujetados con botones. Así: la guarnición aúrea de St. Croix-aux-Mines, con placa decorada mediante un rostro humano y en cuyo reverso figura la estampilla VICTORINUSM (Sommer, 1984,33,1ám,13,3); el famoso conjunto de Ténés, compuesto por un par de hebillas,
varias placas y sendos apliques, todos ellos arroblonados
(Heurgon, 1958, fig. l,larrr. 3 y 4); la hebilla con placa del
tesoro de Thetford (Johns y Potter, 1983, 78-81, fig 6,1ám.
15); o el excepcional cinturón de la colección Ortiz, encontrado en Asia Menor (Feugere, 1992).
Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10,1995-1996
Junto a 1a predilección hispana por el sistema arroblonado, la persistencia de modas atávicas, como los abundantes botones peltiformes que jalonan la arqueología meseteña de los siglos IV y Y o la perduración de las hebillas circulares, dibujan un complejo panorama que no puede resolverse con visiones excesivamente simplistas, como es la
adopción de las modas militares por la población civil, pero
con determinadas "peculiaridades" que la diferenciarían de
los elementos metálicos verdaderamente castrenses. La
tesis de una "moda" de corte militar que supuestamente imperaría en la Hispania Bajoimperial, fue ya apuntada primeramente por Domínguez Monedero (1985, 178), siendo
secundada posteriormente por otros investigadores españoles. Aunque el mundo tardorromano implica una sociedad
militat',zada, con 1a consiguiente influencia que en la cultura material esto conlleva, nosotros no creemos que la difusión de los "gustos" militares abarcaran un espectro social
tan amplio como se ha querido ver para el caso hispano. E1
uso de esta moda posiblemente se restringió al personal,
tanto civil como castrense, vinculado con la administración
del Estado y su círculo cercano, en los que entrarían buena
parte de la clase dirigente que ostentaba el poder económico. La difusión de esta moda, entre grupos determinados, no
justificaría plenamente las peculiaridades ni la concentración geográfica de los hallazgos hispanos. Si el prestigio de
la indumentaria hubiera generado la difusión de la misma
como una "moda", las zonas romanizadas de la Tarraconense, la Bética y 1a Lusitania no habían podido sustraerse
de esta dinámica, máxime cuando esta última estuvo cercana al polo de poder en época teodosiana. Además, los investigadores que proponen la difusión de una moda militar
hispanorromana, nunca han analizado el por qué de que
dicha moda recree gustos atávicos de siglos anteriores (los
del S. II-III d.C.), en yez de "copiar" los modelos que circulaban en aquel momento. No son sólo piezas como los
botones peltiformes y las hebillas circulares a las que antes
aludimos, sino que gran parte de los bronces de cinturón bajoimperiales hallados en Hispania, demuestran una predilección por las formas antiguas, propias de la etapa altoimperial, como por ejemplo las hebillas peltiformes y "cornudas" que ostentan muchos de nuestros broches "Simancas" 106-. Posiblemente nos encontramos ante varias corrientes y tendencias convergentes que produjeron, dentro
de la relativa homogeneidad de la rnetalistería tardorromana, diversas respuestas ante un mismo estímulo, todo ello
dentro de la ya tantas veces mencionada koiné broncística
que hermana zonas tan distantes de1 Imperio. La pervivencia de la única legión acantonada en nuestro suelo durante
centurias, la Legio VII, puede ser la clave para interpretar
gran parte de nuestros bronces tardíos de uso personal que
reelaboran los modelos auténticamente militares 107. Dicha
legión pudo haber producido en su zona de influencia un fenómeno similar ala Mischzivilisation, pero muy mafizado,
ya que se produciría mediante la fusión de unos gustos atá-
')u No de¡a de ser curioso c¡uc rur tipo de hebilla corno l¿r "conrutla'. tan característico dc la rom¿nidud tardía en Hispania. por cu¿nlo apcnils sc crclrcrtra e[ otras
zon¿rs del Irnpcrio. ri sc rscmeja a los modelos sincrónicos quc sc usabrn cn cl resto
de las prolincias. hulda sus raíces en una nrodclo cn boga a files del S. I d.C.
rrr'La Legio VII Gemina sc cita corno asertada toda\,ía en Hispania durantc csta
época. según la No¡l¡l¿r (XLtl. 1.25). corst¿tl:urdose desde rncdiados dcl S. lll la conrcrsión rie |ts Ltutnabuc del c¿r[]]larrcnlo cn ciuclad. La legiiin. en época tardorro
mrna. se compondría clc unos 6.000 hombrcs, si bien tiluante el S. IV parece quc partc
de ell¡ sc cncontraba destacada como ejército conritatcnsc cn Ias proi incrrs orreltu
les del Lnperio tArcc. 1988. 73).
Las guamiciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur
91
a'/
23
OC4F¡
o
t6.-Nlórida.l7. LaCocosa,lE.-HIPonrar.l9.-Conirnbriga.f0.-Banirsa.2l.
Sala.22. Volubilis,23. Lvou.
vicos propios de una legión antigua y el elemento local,
principal se situaría en la Meseta Norte, pero con una im-
siendo este último hispanorromano y no gernano. Todo ello
en e1 contexto de un momento histórico y social de inestabilidad, que hace primar los valores castrenses. La perduración de modas atávicas en tropas de fundación antigua, que
no han sufrido el aporte de contingentes humanos de nueva
creación, es un fenómeno reproducido y estudiado en otras
áreas del Imperio. Quizá esta M is chzivilis ation hispanat}s,
portante irradiación hacia la Meseta Sur, como se ha podido comprobar a 1o largo de nuestro estudio, siendo su presencia en otros puntos de 1a Península mucho más anecdótica. Algunos investigadores señalan un área de dispersión
mayor, que incluso abarcaría toda la Península Ibérica, opinión que no secundamos, al menos para los materiales di-
simbiosis del mundo militar y el indígena civl7, sealaraíz
del denominado "horizonte de las necrópolis del Duero" y
sus caracteústicos broches "tipo Simancas", cuyas peculiares manifestaciones funerarias han llamado la atención a los
investigadores españoles desde hace tiempoloe. Su foco
!r)N
Somos conscicntcs dcl significado inter-étnico que el término Misch:itilisct'
poscc. co¡¡o fusiór del elernenkr romano y cl germánico. Al emplcar dicho cortcepto para el caso hisptrno, lo rcstlingintos a su veflicntc de unión entle dc¡s cttlturas.
ll.r¡
o nrcjor aún. ertre dos lnundos dittrentes. cl rnilitar ¡ eJ civil.
r0'Fuertcs. por cjcrnplo. considera que cstas nccrópolis correspondcn a Ia población común de la Mescta. y quc sus peculiaridadcs dcrivan de la evolución de las
costumbres funcrarias rorn¿tras y la pen,ivcncia de otr¿Is costumbrcs prefomanas a
las que corresponden la prcscncia dc los ajuares (Fucntcs. 19119,277). Sin embatSo.
a nuestro.juicio, csta tcoría lo exp)icaría suficicntemente el por qué dc la apariciiín
de una cultua milteriill tan distinta a otras zon¿s dc la propia Hispanir. tru ror¡anizadas como la Tarraconense o la Bétic¿. En cstas dos últimas provincias. los mate
rialcs tardorromanos característicos dc la que henos ilenomin¿rdo Mi¡t lri¡ilí.stttion
hispana son puranrente esporádicos. Siilo tenen¡os que compilrin lus cr.-¡r.rciones
de la necrripolis dc Tarraco y la tie Sinrancas para darnos cuenta cle 1as amplias di
fercncias que las separan. Además los contactos fbrrrales quc dcnolan los bronces
de esta cul¡ura matcrial de Ia N'leseta. se encucntr¿1n mucho tnás pr(rrimos a los vinculados con el ambiertc militrr de otras zoras dcl lntpcrio. que al mundo prcrromano de las dr¡s Castillas. Esta relación con los bronces militares dc las zonas limi
tancas, la creemos sin emhargo intlcpcndiente de la etnia germrna. ) rnarJrlrente \i!
nificatiYa de lrs inllucncias del equipo militar crt uso durante ese momcnto. Res
pccto a que se trate de la 'gcnte comitn' mesetcñt, suscribit¡os las putttualizaciones dc C¿rballcro Zoreda hechas en su rcciente obra sobrc la historia de Zamora. rcferidas al carácter nrilit¿rr que denotan aigtLnos dc los enterralnientos, así cot¡o Ias
r.rriedades cle ajuar c¡uc implicarían distinlos gruPos sociales. entre ellos los cnte
rranientos dcl tipo de Fuertespreadas que a pesar de ser los iuquctípicos tambiÉn
serían Ios rnás ercepcionrlcs.
ERRATI]M
I
a
n1
6n-"
_
)
15.
oc{ü-r ¡
a
Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996
92
rectamente vinculados con la metalistería militar, como son
las guarniciones de cinturón. que se concentran en las dos
Mesetas, como acabamos de apuntarllo. No obstante, otro
tipo de bronces relacionados con las "Necrópolis del
Duero", así las camas de freno, los pasadores dobletroncocónicos o la vajilla mefáli:ca, sí parecen abarcar una zona
geográfica mucho mayor (FIG. l3).
Nada se podrá confirmar de 1o esbozado anteriormente,
hasta que sean bien definidos los distintos grupos regionales, se conozcan bien los talleres meseteños y las excavaciones del entorno leonés demuestren un panorama material
como e1 que reflejan las zonas palentinas o burgalesas. Tradicionalmente se ha barajado la datación en la segunda
mitad del S. IV de este horizonte, si bien recientemente Caballero Zoreda ha adelantado algo la fecha, situándola en el
tercer cuarlo de1 S. IY a fenor de los hallazgos de Vadillo
de 1a Guareña (Zamora) y Getafe, con monedas de Consta-
cio
II (350-360) y Valentiniano II
(373-383) respectiva-
mente (Caballero, 1985, 99).
Si los bronces tardorromanos de tipología militar, es
decir, aquellos que reinterpretan modelos que circulan en
otras áreas del Imperio pero dándoles un sesgo hispano,
pueden ser interpretados como síntomas de una cultura
tardorromana peculiar, a la que podría denominarse
Mischzivilisation por analogía con 1o que ocurre en otras
provincias, los bronces auténticamente militares aparecidos en nuestro suelo, como los excisos, requieren otro tipo
de explicación. La idea de un limes hispanicus, abandonada ya hace tiempo debido a la inexistencia de pruebas
arqueológicas e históricas que la apoyaranllr, no puede
ser esgrimida parajustificar la presencia de los auténticos
cingula militae que aparecen en nuestra península. Sin
embargo, hay que señalar que e1 desmantelamiento de la
teoría del Limes hispano, por parte de algunos investigadores españoles, ha originado una excesiva reacción, tendente a negar el carácter castrense de cualquier evidencia
arqueológica, como son los propios bronces que ahora tratamos. La radicalízación de la tendencia desmilitarizadora puede ejemplificarse con Fuentes, quien incluso niega
1a vinculación de los bronces excisos aparecidos en otras
provincias del Imperio, así el Norte de Africa, con el estacionamiento de tropas (1989, 199). La relación directa
de estos accesorios militares con los contingentes armados mencionados por la Notitia, podría ser también dudosa, pues su hallazgo no coincide con la localización concreta de dichos asentamientos militares. Aunque hemos de
tener en cuenta que el carácter de tropas comitatensis les
implicaría una gran movilidad, cuyo reflejo sería la dispersión de los hallazgos. Aparte de la Legio
VII,
Gallica en Iruña y la secunda Gallica de ubicación desconocidall2. No obstante su relación indirecta, es decir,
como punto de origen de estos bronces militares podría ser
más que probable. Si nos detenemos a observar el inventario de piezas hispanas de clara filiación militar, podremos
darnos cuenta que su número es bastante escaso en relación
con el conjunto de las guarniciones de cinturón hispano-tardorromanas conocidas. Básicamente se restringen, hasta el
momento, a nueve ejemplares: e1 broche de Palacios del Si1
(León), encontrado en la misma zona de influencia de la
Legio VII; el aplique en "hélice" de Pamplona, ciudad ésta
donde se atestiguan documentalmente tropas comitatenses a
inicios de1 S. V (Domínguez, 1983, 124); el remate de correa anforiforme de Mazarumbroz (Toledo); y los bronces
excisos de La Olmeda (Palencia), La Morterona (Palencia),
Pamplona, Villarrubia de Santiago (Toledo) y VicenE d'En-
clar (Andona)ll3. La interpretación de la llegada de estos
s chnitt gürtel garnituren por mediación de los honoriaci
en tiempos de la usurpación de Constantino III, nos parece
una de las más sugerentes aunque no exenta de problemas,
como hemos indicado en la introducción de estas mismas
conclusiones, aunque tampoco podemos olvidar que su aparición en contextos arqueológicos de suntuosas villae, como
la de La Olmeda, puede obedecer a la propia historia perso-
Ke rb
nal del propietario del establecimiento. No olvidemos que
las guarniciones excisas se consideran utilizadas sólo por 1os
altos oficiales del ejército regular, si bien el carácter geÍnano de estos oficiales no se ha podido comprobar concluyentemente (Bóhme, 1986,413). El terminal exciso de Villamrbia, descontextualizado y alejado de la tradicional zona de
acción'de estos honoriaci, podria sugerir que se trata de un
recuerdo de la vida militar de su posesor, quien 1o habría
transportado hasta aquí tras su posible licenciamiento. Si
analizamos el mapa de distribución de estas piezas por el
Imperio (FIG. 14), que a tenor de los numerosos hallazgos
que se conocen y han publicado 1o creemos altamente representativo de la realidad de estas piezas, comprobaremos
que la aparición de bronces excisos fuera de las zonas en
conflicto (Germania I y II, Gallia septentrional, Bélgica I y
II e Illyricum) es muy puntual. Por tanto, la generalización
de estos bronces en contextos civiles, como exponentes de
una presunta moda militar, según han esgrimido algunos investigadores españoles (Fuentes, 1989,198-202), no es una
premisa que pueda ser tenida en cuenta, pues se contrapone
con los datos materiales constatadoslla. Esta última hipótesis fue yalanzada por Sommer (1984, 98-100), para quien
los hallazgos de estas guarniciones en villas romanas, fortificaciones irregulares de montaña y grutas, significarían su
son
cinco las cohortes con que contaba la Península Ibérica: la
cohors se'cunda Flavia Pacatiana afincada en Rosinos de
Vidriales (Zamora),7a cohors Lucensium en Lugo, la cohors Celtibera en Reinosa (Cantabria), Ia cohors prima
') Fuentes es uno de los aLltorc\ quc cxticnde la zona de Llso de estas guar
nicioncs tardor¡orranas a la casi totalidad de Hispania (Fuentes. 1989. 199). si
bien algunas de las piezas aparccidas fucra dc la Nlcscta. c¡ue en su obra cata]o
ga como bajoinperi¿les. peúerecen en realidacl a otros pcríodos hislóricos (\,er
nota I 1:1).
rrr No cxpondremos ac¡uí la proJija proclucciírn bibliogrírfica que el hipotético
1,¿cs ha suscitrdo. descle que Palol en la décacla cle los 50 liu4ra la hipóLcsis para
desplrés autocorregirse. En Domíngucz N,loncdcro cncurtra¡tos Llna buellt síntesis
dclproblcna.hastae)añodepublicacirindesutrabajo(l9il3.l0l
i27):rnientra\.luc
Novo Guisítn hr realizado olra más rccicnlc ( 1993). Arcc ha insistido también en el
concepto de l¡n1if(1nei er r,¿rri¿rs de sus obras (1982a.63-8.11.
r I EI lusar clonde cstits cohortes esl¿lbal asentadas. en algunos casos. es todavía
objcLo dc polérlicr al ro estu suficientemente identiflcado el lugar entiguo u,'rr rtr
correspordienle nrodenro. Así l/c1eic, lrLgar donde se situaba It tttlttrs ¡tritnu Galli
cr¡ se relacionr tndiciolaimente cor Iruña. auncluc alguno¡ inrcsLigadorcs han puesto en cluda dicha interpretación (Morilio. I 99 I . I 76).
rrr Hcntos clcjado r un l¡do hebillas clelflnitbrmes como la cle Villarrubia. o las
relacionad¿is con bronces excisos. cor¡t¡ lr dc I-a Bienvenida, debiclo r Lluc su (,r iEen
militar puctlc poncrsc cn cluda, entre o¡ros notivos. al haber aparecido desvilculadas
dc sus broches.
Lrr Creemos significallvo cl ccho dc c¡uc Fuentes. en su trabajo recopilatorio
sobre las "Necrópolis dei Duero" clc I 989. no sc hagr cco de 1a er,olución que la bi
bliografía. básicamentc ¿rlcm¿rna. sull ió en h décrda de los 80 respecto a 1a interpre
tación de estos bronces militares: rn¡rinre ri tenerno\ en (uent¡ qu!- dicho inrcstigador cita casi exclusivamente la bibliografía cxtranjcra aportadr inicialmentc por Palol
en sus lrabaios clásicos. lgul)nrente sig.nificatiro es que Fuertes repita los errores de
clasillctción comelidos originariamente por Palol en la ilécada de ios 60, cono por
ejenpJo incJuir el broche medicvll dc \lallorca o cl altoimpcrial dc Ampurias. den
tro de los brouces t¿rrdorrilmanos de su obra (Fuentes. 1989. 199).
Las guarniciones de cintunin y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor clc los bronccs hallaclos
c¡ la
Meseta Sur
93
@
ffi'
ffi
I
ü
Irigura 1"1. \lapr
cle
dispersión cle Ios t¡ronccs ercistis tardorrom¿rnos. complclado crm los ú1ti¡ros hallaugos.
uso en la esfera civil, para ser posterionnente rebatida por
Bóhme tras el estudio de 1os contextos militares de las piezas procedentes de supuestos asentamientos civiles, opinión
que compafien también Keller y Gilles (Bóhme,1986,413,
nota 8). La fecha inicial que está confimada arqueológicamente para la presencia de contingentes armados bajoimperiales en Hispania seía la de mediados del S. IY con el broche leonés de Palacios del Sil, que testimonia la venida de
tropas de origen norgálico en ese período, datación que coincide con la información aportada en este estudio. Faltan, sin
embargo, en toda la Península, los broches más simples de
los inicios de la cuarta centuria, compuestos por hebillas cerradas, generalmente arriñonadas, que se unen a la placa mediante charnela, siendo la ausencia de testimonios materiales para este momento algo a tener en cuenta en las líneas de
investigación futuras. Respecto a la cronología final de esta
presencia, se puede pensar que el aplique en "hélice" de
Pompaelo, relacionado con las Punzverzierten Garnituren y
fechable por tanto en la primera mitad del S. V (Bóhme,
1986, 501), es uno de los últimos testimonios de la vida militar romana en la provincia hispanalls. La guarnición falciforme de Andorra no ha aparecido, hasta el presente, asociada a ejemplares tardíos de la segunda mitad del S. V
lri Baihmc sosticnc quc cstas guarniciones pudieron ser portaclas por lrercena
rios cie etnia alamana, a tenor de la dispersión dc los hallrzgos c¡ Ias zonas dc llonteru y el territorio "bárbarii' (Bt'hmc. I 9E6. 500-50 I ).
(Bóhme, 1986, 416),lo que indicaría otro nuevo parámetro
cronológico. Desde el punto de vista histórico, e1 repafio del
territorio hispánico en e1 411 entre los pueblos biárbaros que
habían penetrado en la Península, según nos narran Hidacio
y Orosio, señalaría un vacío de poder, incluso militar, para
esa fecha, hipótesis ya esgrimida por García Moreno y Díaz
Mafiínez. La última inter¡¿ención autónoma de las tropas imperiales en nuestro territorio, que culminaría en derrota, fue
en el año 422, fecha a partir de la cual se abandona a su suerte a toda la Península, salvo la Galaecia ocupada por los suevos y la Tarraconense todavía defendida por tropas imperia1es. Cuando en el 456, el rey godo Teodorico II venza a los
suevos en la batalla de Orbigo situada en las cercanías de
Astorga (León), sin apoyo ni por mandato de las fuerzas imperiales, la Legio VII debía llevar tiempo desmantelada.
No queremos finalizar este estudio sin señalar la paradoja existente, entre la abundante aparición de bronces presumiblemente militares en la meseta sur y la escasez de los
mismos en el noroeste de la Península Ibérica, región esta
última que constituyó siempre el área militar de interés
prioritario en época romana. Esta desproporción no es más
que el síntoma de la falta de publicaciones sobre este tema,
sobre todo referidas al apartado de los bronces, y la necesidad de fomentar la búsqueda y excavación de 1os enclaves
militares hispanonomanos. Desde estas páginas, no gustaría pensar que puedan haber servido para potenciar el interés que estos temas se merecen.
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LES GARNITURES DE CEINTURONS ET D'ATTELAGES DE TYPOLOGIE MILITAIRE EN
HISPANIE ROMAINE, A L'AVENANT LES BRONZES TROUVES DANS LA MESETA SUD
JOAQUIN AURRECOECHEA FERNANDEZ
UNIVERSITE AUTONOME DE MADRID
RÉSUMÉ
Le propos de ce travail est l'étude des bronzes appartenant à
l'équipement militaire romain trouvé dans la Meseta sud. Après la
révision des sources archéologiques de tout l'Empire, l'article propose
une vision de synthèse sur le panorama de ces pièces en Hispanie.
I. INTRODUCTION
L'étude des bronzes romains dans notre pays a pris de l'importance
ces dernières années, à cause de l'intérêt croissant que ce type de
matériel a sucité. Malgré cela, une catégorie importante de ces objets,
ceux inscrits dans le monde militaire, n'ont pas bénéficié de cette
dynamique. L'absence d'étude concrète dans ce domaine est encore plus
lamentable si nous tenons compte du fait que la Péninsule Ibérique fut la
première province conquise par Rome, en devenant sa terre, donc la
première arrivée de ses légions et parce que la Legio VII (1) fut
cantonnée dans notre pays durant des siècles. Sauf quelques exceptions,
comme les matériels provenant de Numance et de Cáceres el Viejo
(Schulten, 1927, 1929; Ulbert, 1985), les bronzes appartenant a des
établissements militaires d'une telle importance que León, Herrera de
Pisuerga , etc., n'ont pas encore été publiés, c'est un panorama que nous
espérons voir changer bientôt, comme cela est déjà arrivé avec quelques
matériels spécifiques: les cingula militae tardo-romains étudiés par
Pérez Rodríguez-Aragón (1992a et 1992b) et les appliques rivetées
(Aurrecoechea 1994).
____________________
E-mail: joaquin @ bblcat. bbl. uma. es - / - C/Francisco Pacheco 7 . 10°
. D6. 29002 Malaga (Espagne).
(1) La Legio VII Gemina a été constituée par Galba, en 68 ap. J.C., avec
des éléments hispaniques et pour cette raison il l'appela galbienne.
Quand il fut nommé empereur il l'emmena en Italie et peu de temps après
elle fut transférée en Panonie, à la demande du légat Antonin Premier.
Après son retour, postérieur à la mort de Galba (en 69), cette légion
aide Othon, gouverneur de la Lusitanie, contre Vitelius. Ce dernier
proclamé empereur, les légions d'orient se soulevèrent en faveur de
Vespasien. Antonio Prino assuma le commandement des forces en Panonie et
marcha jusqu'en Italie, où il détrona Vitelius au nom de Vespasien. A son
retour de Panonie elle est envoyée en Espagne en 74, avec son siège à
Leon. Elle est commandée par Ulpien Trajan, son légat en 88, elle
contribua à appaiser l'insurection en Germanie Supérieure contre Domitien
(81-96). Elle participa aux opérations d'Adrien (117-138) en Britanie et
d'Antonin le Pieux (138-161) en Afrique du Nord. Favorable à Septime
Sévère elle prend le nom de Pia Fidelis. Elle fut encore présente au Ve
s., bien que comme légion comitatensis. D'autres légions eurent un séjour
plus bref sur le sol d'Hispanie comme la Legio IV Macedonica, Legio V
Alaudae, Legio VI Ferrata, et Legio IX Hispana qui participèrent aux
évènements de guerre de la fin de la République, la guerre contre Pompée
et la dernière phase de la conquête de la Péninsule. Durant les conflits
de 68-69 Legio Adiutrix, Legio Victrix et Legio X Gemina eurent un rôle
détaché pour l'Hispanie. Quelques une d'entre elles furent destinées aux
postes frontières de Maguncia, Brigieto, Xanten, Nymegen, etc., elles
feront l'objet de parrallèles allégués aux différentes pièces que nous
étudions tout au long de ces pages.
Notre travail cerne une aire géographique, la Meseta sud, entendue
au sens large, dans lequel nous nous occuperons des bronzes militaires
apparus sur les communes de Castille-La Mancha et Madrid (2). Pour cette
zone nous comptons, depuis ces dernières années, avec une série de
recherches qui ont manifestement donné de l'importance à cette région
d'un point de vue des bronzes (3). Néanmoins, un groupe de matériels,
dont la morphologie répond aux modèles en usage dans les milieux
militaires, ont été à peine signalés dans les publications contemporaines
sous forme de compte-rendus isolés. La nécessité de faire une synthèse de
ces bronzes s'imposait, à cause du nombre élevé des spécimens qui
dépassent la centaine et que la majeure partie d'entre eux soit inédite.
C'est précisément l'abondance de tels matériels sur une zone dans
laquelle les établissements militaires sont inconnus, à l'exception du
Camp de La Cerca (Anguita, Guadalajara) (Sánchez Lafuente 1979, 77-82)
(4), c'est un fait d'une importance vitale que nous tenterons
d'interpréter, ainsi que sa concentration chronologique autour de
parallèles temporels assez concrets.
L'appellation "bronzes de typologie militaire" nous paraît plus
opportune, à cause de l'ampleur conceptuelle, que la restrictive
appellation "bronzes militaires", surtout si nous prenons en compte que
la majeure partie de nos objets ne peut être confirmée (5). L'utilisation
de cette appellation nous permet de rassembler dans ce travail trois
catégories de pièces différentes dont la filiation militaire est
indiscutable, à cause du fait qu'elles répondent à des modèles employés
exclusivement dans l'entourage militaire, les exemplaires à l'inscription
douteuse, bien qu'ils partagent le même shéma morphologique que les
bronzes utilisés par les légionnaires et les auxilliaires et bien que
leur usage ait aussi été constaté dans des milieux civils; et les
exemplaires qui s'inspirent des typologies militaires se réinterprètent
et s'adaptent de modèles d'origine en variant leur morphologie (6).
Autant les uns comme les autres répondent à une même dynamique et
l'ensemble de l'étude de tout ceux-ci nous ouvrent de nouvelles
possibilité
d'interprétations,
puisque
la
majorité
des
gisements
archéologiques d'où ils proviennent sont en attente d'étude. Ceci est
précisément dû au manque de recherches se rapportant aux établissements
sur lesquels ils ont été trouvés, c'est une limitation importante au
moment de l'évaluer.
_________________
(2) Nous voulons remercier toutes les personnes qui nous ont donné la
possibilité d'accéder à leurs collections, tant publiques que privée, les
facilités offertes, spécialement par Francisco de la Cigoña, Faustino
Montero, Le personnel de l'Institut Archéologique Municipal de Madrid, du
Musée Archéologique de Cuenca, du Musée de Ciudad Real et du Musée de
Santa Cruz. Les matériels provenant de La Bienvenida appartiennent à un
gisement encore en cours de fouille, nous reprenons dans cette étude les
pièces qui manquent de contexte stratigraphique, aimablement mises à
notre disposition par sa directrice Carmen Fernández Ochoa, à qui nous
manifestons toute notre gratitude. Nous voulons signaler aussi notre
dette envers Enrique de Carrera, qui a patiemment effectué un travail de
traduction et nous a encouragé à mener à bien ce travail, en mettant à
notre disposition tous les moyens de l'Institut Archéologique Municipal
qu'il dirige, tout comme lui-même nous a fait bénéficier de longues
causeries au cours desquelles nous échangions nos points de vue. Pour les
travaux d'interprétation et de recherche de parallèles nous avons compté
sur l'aide inestimable des chercheurs français M. Feugère et P. Pauc, qui
nous ont aimablement communiqué les informations dont ils disposaient et
initièrent une véritable recherche de matériels, y compris inédits, dans
les collections de leur entourage.
(3) Par exemple ce sont les divers travaux réalisés dans les Provinces de
Cuenca (Fuentes 1983, 1987, 1989) et Cuidad Real (Aurrecoechea, 1989a,
1990, 1990a, 1990b, 1991).
(4) Etablissement tradionnellement militaire considéré comme un campement
de légionnaires lié à l'assault de Caton à Segontia en 196 av. J-C.,
duquel nous ne connaissons pas de matériels qui puissent être attribués
aux objets que nous étudions.
(5) Nous avons laissé hors de cette étude les bronzes émaillés, puisque
nous sommes entrain de préparer actuellement un travail qui les fera
connaître dans leur ensemble. Parmi eux se trouvent une série d'appliques
de ceinturon ou d'attelage rivetées, concentrées géographiquement entre
le sud de l'actuelle commune de Madrid et le nord de la Province de
Tolède, d'une claire filiation militaire et qui se trouvent liés à des
gisements étudiés dans ce travail sur lesquels sont apparus d'importants
lots de bronzes authentiquement militaires.
(6) Nous devrions rajouter encore une nouvelle catégorie de bronzes
appartenant à des garnitures d'attelage dont l'origine militaire est très
lointaine ou inexistante, comme les chanfreins-mors et les passantsagrafes tronconiques, mais qui ont été inclus ici parce que nous les
considérons importants pour compléter le panorama des garnitures équines
de notre région.
leur apparition sur nos terres. Des gisements très proches les uns des
autres, comme Villarubia de Santiago, Ocaña, Ocaña 2, Villasequilla de
Yepes et Borox, ou le plus éloigné El Quinto (Seseña) et tous ceux sur
Tolède, sont pratiquement inconnus scientifiquement, malgré la quantité
et la qualité des bronzes découverts (7), cependant, comme La Bienvenida
(Ciudad Real) ou Segóbriga, comptent une longue histoire bibliographique,
bien que ces bronzes n'aient pu bénéficier de recherches qui leur soient
attribuables, pour appartenir à des fouilles anciennes ou parce qu'il
s'agit de matériel sans contexte.
II. -L'EQUIPEMENT PERSONNEL
A.LES BOUCLES DE CEINTURONS DU HAUT-EMPIRE
Au début de l'Empire, le balteus (8) était un objet fonctionnel qui
pouvait avoir ou non une décoration figurée. Les reliefs funéraires
montrent un changement graduel durant le Ie s., depuis l'emploi de deux
ceinturons jusqu'à l'usage d'un seul. A l'origine, chaque balteus servait
à supporter une arme de chaque côté, puis plus tard les deux, dague et
épée, furent rassemblées sur un seul ceinturon, ou la dague était portée
sur le ceinturon et l'épée dans un baudrier sur l'épaule, c'est cette
coutume qui se popularisa durant le troisième siècle.
Les accessoires les plus communs à ces ceinturons sont la boucle,
avec une plaque à charnière ou non, ainsi que diverses plaques
décoratives régulièrement distribuées sur le reste du cuir. Au début de
l'Empire il y eu un changement général depuis les plaques de ceinturon
étroites à d'autres plus larges, coïncidant avec le changement d'usage
des deux ceinturons étroits à un seul plus large, comme les ensembles de
Velsen (Morel; Bosman, 1989) et Rheingönheim (Ulbert, 1969a), les sources
archéologiques les plus complètes pour cette période. D'un point de vue
ornement nous pourrions parler de trois groupes de plaques au Ie s. ap.
J-C.: celles ornementées d'un placage d'argent, niélée ou une combinaison
des deux, dont les motifs décoratifs consistent en desings géométriques
ou végétaux, croix de St. André, etc.; les plaques au relief repoussé
avec des desings tels que la louve et les jumeaux, scène de chasse, ou un
buste cornucopiae (traditionnellement interprété comme Tibère); et enfin,
la catégorie des plaques les plus abondantes, au relief repoussé
moyennant un simple umbo et des cercles concentriques, dont nous avons un
représentant dans notre catalogue, provenant d'Estremera (Madrid)
(fig.1,2).
Les boucles sont généralement unies à une des plaques au moyen d'une
charnière, bien qu'occasionnellement elles puisssent s'intégrer à la
plaque même, en acquerrant fréquemment la forme d'un pelte de grande
taille, comme notre exemplaire d'Ocaña (fig.1, 5) et bien que d'autres
boucles carrées terminées de petits appendices sphériques soient
utilisées en même temps. Les
____________________
(7) Nous voulons attirer l'attention sur ces gisements ainsi que sur
d'autres situés entre les limites des Provinces de Madrid, Tolède et
Guadalajara, puisque les activités de construction qui provoquent des
déplacements occasionels de terre et, surtout, l'activité incontrolée des
chercheurs clandestins, ont littéralement détruit la zone, d'un point de
vue archéologique. Le fait que presque tous les gisements pris en compte
dans notre travail et ceux que nous avons signalé dans d'autres
publications n'ont pas été pris en compte dans la feuille correspondante
de la Tabula (Tabula Imperii Romani, 1993). Dans le projet d'étude de la
moyenne vallée du Tage que nous connaissons (Fernández Miranda; Mangas;
Plácido, 1990, 15-65), on ommet aussi une série d'enclaves que nous avons
documenté par le biais de collections privées et dont les matériels font
l'objet de la thèse de doctorat que nous élaborons. Nous espérons que ces
pages serviront à sensibiliser ce fait, qui affecte sérieusement la
connaissance, afin que dans le futur se maintienne la dynamique
archéologique du territoire.
(8) Bishop et Coulston défendent l'utilisation de l'appellation balteus
et non cingulum pour les deux premiers siècles de notre ère, en se basant
sur le fait que le mot cingulum est à peine mentionné dans les sources
classiques jusqu'au IIIe s. Balteus est le concept employé, par exemple,
sur diverses cartes particulières en papyrus, comme celle d'Appolonus (99
ap. J-C.) et celle de Claudius Terentianus (début du IIe s.), et par des
auteurs de la taille de Pline l'Ancien et Tacite (Bishop; Coulston, 1993,
59).
ardillons des boucles peltiformes présentent la forme d'une "fleur de
lis", alors que les autres sont de simples aiguilles.
Durant la période d'Antonin les accessoires du ceinturon changèrent
significativement, en incorporant pour la majorité des plaques, boucles
et appliques à ce moment là des designs ajourés (quelques uns
d'inspiration celte) ou émaillés, une mode qui perdura tout le IIIe s.
ap. J-C. (9). Des plaques rectangulaires ajourées et émaillées, dont les
extrémités se terminent en peltes sont apparues dans tout l'Empire,
depuis la Britanie, tout le long du Rhin et du Danube jusqu'en Syrie
(Dura), dans les forts militaires abandonnés durant les évènements
turbulents du IIIe s. (10). C'est précisément au troisième siècle quand
se produisit un changement important dans l'équipement militaire, puisque
l'épée se suspend maintenant à un baudrier, alors que le ceinturon est
réservé uniquement pour porter la dague. C'est pour cela qu'à cette
période le souhait décoratif se porte sur les accessoires en bronze des
baudriers et non sur les ceinturons (11). Les boucles utilisées par ces
derniers étaient très simples, généralement de forme circulaire, comme
celle de Villarubia de Santiago (Tolède) (fig.1,6), les anneaux pouvant
être lisses, en fer ou en bronze, avec ou sans ardillon, ou décorées avec
une extension pour emboîter une des appliques. Les types caractéristiques
de cette période sont les boucles rectangulaires ajourées et sans
ardillon, qui se fixent au ceinturon au moyen d'appliques disposées de
chaque côté, en
général fongiforme et les agraphes avec des appliques
qui reproduisaient la phrase FELIX UTERE (utilise le avec bonne chance),
l'exemplaire complet trouvé à Lyon est
le
représentant de cette
dernière catégorie.
Nous connaissons peu de chose sur les boucles et les plaques de
ceinturon militaires en usage en Hispanie durant le Haut-Empire, un
panorama en contraste avec l'abondance des pièces tardo-romaines du même
genre. C'est pour cela que les six pièces que nous étudierons ici
couvrent partiellement un vide important dans l'archéologie péninsulaire.
La plaque d'Estremera (Madrid) appartient à un groupe bien connu et
très répandu de balteus militaires de la seconde moitié du Ie s.,
composés par une boucle peltiforme (du type de celle d'Ocaña) et
plusieurs plaques ornementées avec un umbo central qui sont disposées
tout le long du cuir. Les plaques en question constituent le type B dans
la systématisation des ceinturons pré-flaviens menée à bien par Grew et
Griffitts (1991, 49). Les deux extrémités de la plaque sont doublées en
formant un tube et un ardillon avec une terminaison bulbeuse qui le
traverse, en formant une espèce de "pseudo-charnière", ce qui paraît
indiquer que les différentes plaques du ceinturon s'articulaient entre
elles. Un exemplaire complet provenant de Rheingönheim (Ulbert,
____________________
(9) A cette période chronologique appartiennent les nombreux bronzes
émaillés rencontrés sur notre territoire d'étude, pour lesquels nous
concluerons la recherche prochainement.
(10) De Commode à Dioclétien, la stabilité interne de l'Empire fut
affectée par la guerre civile et l'usurpation. La région du Danube
(Illiricum) non seulement fournit les meilleurs soldats, sinon aussi
beaucoup des Empereurs de ce siècle. Le recrutement d'Illyriciani pour
les unités prétoriennes et de légionnaires en Italie (Depuis le règne des
Sévères), ainsi que la plus large extension géographique d'unités
d'illyriens eut comme conséquense la faible évolution de l'équipement
militaire des modèles danubiens. Le contrôle militaire romain s'étendit
au nord de la Britanie, Numidie, Mésopotamie, et fournit un terminus post
quem pour l'équipement trouvé dans les nouvelles zones occupées. D'autre
part, quelques aires furent abandonnées au IIIe s., comme les forts de la
ligne de l'Agri Decumantes et ceux de l'autre côté de Mainz, abandonnés
entre 259-260, ainsi que ceux de Dacie autour de 271, ce qui a fourni un
terminus ante quem pour les matériels rencontrés là-bas. D'autres zones
moins stratégiques, comme Corbridge où une petite fabrica a été
documentée, ou le fort de légionnaires de Caerlon abandonné à la fin du
IIIe s., ont produit des matériels comparables. Enfin, la plus grande
quantité d'équipemment militaire de cette période à été trouvé à DuraEuropos (Syrie), préservé grâce au contexte arride dans les tours et les
tunels éffondrés durant la dernière période d'occupation dans le dernier
tiers du IIIe s. (Bishop; Coulston, 1993, 122-123).
(11) Quelques possibles accessoires de ces baudriers du troisième siècle
sont aussi apparus sur notre zone (fig.7, 2), bien que dans ce travail
ils soient intégrés dans le groupe des bronzes de harnais, parce qu'il
s'agit de phalères à l'interprétation douteuse, ou dans celui des
appliques décoratives.
1969, 126) est le représentant paradigmatique de cet équipement, avec les
trouvailles de Tekije (Bishop; Coulston, 1993, 59) et Cesena (Righini,
1965, 81, fig.1). Des représentations iconographiques de ces pièces sont
conservées sur la stèle de Cassaco. Le fait de ne connaître aucun
parallèle péninsulaire pour cette pièce ne doit pas nous étonner, puisque
son usage était lié aux cingulum qui supportaient l'épée, une arme
réservée aux légionnaires, et leur découverte est tellement rare y
compris en Gaule méridionale, du fait que la Narbonaise fut pacifiée
avant la période de sa grande utilisation (Depeyrot; Feugère, Gauthier,
1986, 146), on ne connaît aucune pièce au Maroc (12).
L'agrafe complète de Villasequilla de Yepes (Tolède), caractérisée
par sa boucle en bronze en forme de "D" unie à la plaque au moyen d'un
passant
en
fer,
appartient
à
un
type
beaucoup
plus
ancien,
chronologiquement parlant, puisqu'elle fut en usage durant les deux
premiers siècles de l'Empire, comme le montrent les exemplaires de
Caerleon (Zienkievicz, 1995, 111, fig.39, 19) et Sablas (daté de 75-100
ap. J-C.) (Feugère, Tendille, 1989,154, fig.110,273). Boube inclue les
exemplaires marocains de Thamusida parmi l'équipement du II-IIIe s. ap.
J-C. (Boube-Piccot, 1994, 73-74). Dans l'Empire on a trouvé des pièces de
cette catégorie à Arae Flaviae, Zugmantel, Saalburg, Arnsburg et
Intercisa, pour n'en citer que quelques unes (13). En Hispanie on connaît
des pièces similaires à Conínbriga (Alarcao, 1979, 96, fig.20, 60) et
dans le MAN de Madrid (Ripoll, 1986,66, fig.3, 1 et 3) (14). La
chronologie du I-IIe s. ap. J-C. reste confirmée, pour notre province
aussi, par le mobilier qui accompagnait l'agrafe de la nécropole de
Paredes (Alenquer, Portugal) (Horta, 1970, 65 et 73-74, fig.4, 25) et les
boucles isolées de Conímbriga (Alarcao, 1979,96, fig.20, 61,62 et 64).
Ces dernières apparurent dans des strates du Ie s. ap. J-C., l'une
d'elles étant associée à la période de la construction du forum flavien
(15). Néanmoins, nous devons noter l'emploi de boucles identiques dans
l'hispanie tardo-républicaine, comme l'atteste le campement de Cáceres el
Viejo, daté autour de 80 av. J-C. (Ulbert, 1984, 217, planche 10, n°60).
Les boucles peltiformes sont des trouvailles fréquentes dans
l'archéologie péninsulaire. La datation de spécimens sans contexte est
une tâche réellement difficile dans notre province, puisqu'ils se
trouvent présents pratiquement durant toute la romanité. Cependant, la
majorité des boucles bien datées rentrent dans le monde du Bas-Empire, à
cause de leur association avec des agrafes de type simancas et pour se
trouver insérées dans la dynamique des "Nécropoles du Douro". Les
exemplaires du Haut-Empire, au contraire, ne sont pas toujours identifiés
avec succés, bien que nous croyions que les différences morphologiques
entre les unes et les autres pièces puissent aider à préciser la
chronologie des boucles sans contexte. C'est pour cela que, en nous
basant sur des critères stylistiques et des parallèles étrangers, nous
n'hésitons pas à cataloguer la pièce d'Ocaña (fig.1, 5) comme du HautEmpire et, bien que cela soit plus difficile à démontrer, possiblement
liée à une plaque avec un umbo central comme celle décrite précédemment.
La forme interne de la boucle décrite par le pelte terminé par des
spirales enroulées sur elles-même, la technique de fabrication implique
une lame mince en bronze, ainsi que la taille générale de la pièce qui
est de grande dimension, plaident en faveur de cette chronologie.
____________________
(12) Boube rapporte cinq boucles peltiformes dans son inventaire avec ces
ceinturons (Boube-Piccot, 1994, 13) bien que ces exemplaires soient
apparus sans leurs plaques. Ceci à cause de la perduration de ces boucles
jusqu'au IIIe s. ap. J-C., au moins. Nous croyons que l'attribution
chronologique des pièces marocaines ne peut être établie en toute
sécurité.
(13) Ces pièces gardent d'évidentes ressemblances formelles avec les
boucles de la lorica segmentata.
(14) L'agraffe portugaise est datée du milieu du Ie s. à la moitié du IIe
ap. J-C., bien que la datation s'établisse au moyen de parallèles. Une
des agrafes du MAN de Madrid a une décoration nielée, alors que l'autre a
été inteprétée comme appartenant à une lorica segmentata (Ripoll, 1986,
56).
(15) L'universalité des formes de quelques agrafes de ceinturons romains,
est attestée avec les exemplaires
dont nous parlons, puisque dans la
première moitié du IVe s. ap. J-C. nous trouverons à nouveau des plaques
rectangulaires avec une décoration incisée et des boucles en forme de
"D", qui constituent la forme C, du
type a de Sommer, bien que le
système reliant la plaque et la boucle reste différent (Sommer, 1984,
planche2, n°1-5).
Concrètement la pièce tolédane s'incorpore dans le groupe B des
boucles peltiformes préflaviennes définies, par Grew et Griffiths, comme
celles à la traverse lisse (Grew et Griffiths 1991, 49). Parmi les
parallèles que nous pouvons citer nous signalerons les exemplaires de Hod
Hill et Verulamium, les deux d'époque claudienne; celui de Newstead,
possiblement flavien; celui de Waddon Hill d'époque claudio-néroniènne;
celui de Camulodonum, autour de 60 av. J-C.; ou ceux de Richborough
(Cunliffe 1968, 93). Nous avons aussi un bon parallèle en argent avec
l'agrafe complète de Pompéi associée à une plaque repoussée avec le décor
figuré de Neptune et Minerve (Feugère 1993, 227). En Hispanie nous
comptons avec la boucle du Haut-Empire d'Ampurias (Palol 21969, 151,
fig.26,1), à laquelle il faudrait ajouter celle d'Arcóbriga (Zaragoza)
(Caballero 1974, 44, fig.12, 9 à 11) et León (Mañanes 1983, 403, planche
2, 23).
Nous voulons mentionner ici une autre boucle peltiforme du HautEmpire, trouvée dans le milieu géographique que nous étudions. Il s'agit
d'un exemplaire de Villasequilla de Yepes (Tolède) (fig.1,4), qui
illustre un type de pièces avec une chronologie bien définie et qui sont
très abondantes dans d'autres provinces de l'Empire, bien qu'en Hispanie
elles soient peu représentées. Ce sont les boucles qui présentent une
traverse dans l'anneau extérieur qui délimite une forme de croissant et
montre un profil en "L", documentées à Hod Hill déjà durant la période de
Claude (Brailsford 1962, 93), bien qu'apparemment elles continuèrent à
être utilisées jusqu'au III° s., comme l'a signalé Oldenstein (Oldenstein
1976, n°971). Notre pièce tolédane, d'autre part, s'incluerait dans le
groupe C des boucles peltiformes préflaviennes proposé par Grew et
Griffiths (1991, 49), caractérisé par celles qui possèdent une traverse
sillonnée par une profonde moulure convexe. Des boucles similaires, à
titre d'exemple, ont été trouvées à Richborough (Cunliffe 1968, 93,
planche 35, 96) et à Thamusida (Boube-Piccot 1994, 65-66, n°49). Boube
lie la pièce marocaine aux ceinturons du I° s., ornés de plaques
rectangulaires, concrètement documentés entre le règne de Claude et de
Néron (16). Une autre pièce qui pourrait être qualifiée comme un
parallèle exact à notre exemplaire tolédan, est un spécimen du niveau
claudien de Hod Hill (Grew; Griffiths 1991, 74, fig.14, n°126).
Les boucles peltiformes caractérisiques avec l'élément de liaison
trapézoïdal pour accrocher la lanière de cuir, sont aussi représentées
sur notre aire avec le spécimen de Villasequilla de Yepes (fig.1,3).
L'emploi de ces pièces, tant pour l'équipement équin que pour le soldat,
paraît être avalidé par sa présence sur le char de la tombe de Nagy-Look,
les éléments de harnais de Brigieto ou les mobiliers personnels des
soldats de la nécropole de Lauriacum (Boube-Piccot 1980, 139). Par
rapport à leur chronologie, les trouvailles de Dura-Europos, datables
entre 165-256 ap. J-C. (Frisch; Toll,1949, 17-18, n°40 et 41), et ceux de
la deuxième moitié du IV° s. (Klober 1957, 89, planche 48, 15),
paraissent indiquer un usage continu de la fin du II° s. jusqu'à la fin
du IV°. De toutes les découvertes connues la série marocaine est une des
plus nombreuses, avec treize exemplaires à Volubilis, sept à Banasa, deux
à Souk-el-Arba, treize à Thamusida, un à Sala, cinq à Tamuda et deux à
Tanger, un atelier de bronzier dédié à la production de ces éléments est
aussi documenté à Thamusida (Boube-Piccot 1980, n°156-168, 408-412, 495496, 537-539, 610, 615-618 et 626-627). Cependant, parmi les prolixes
boucles de la Mauritanie Tingitane, deux de celles-ci, provenant toutes
les deux de Tamuda, peuvent être considérées comme des parallèles exacts
de notre exemplaire tolédan, puisque sur celles-ci les volutes du pelte
s'unissent au profil extérieur (Boube-Piccot, 1980, n°615-618).
Les boucles annulaires, du type de celle trouvée à Villarubia de
Santiago (fig.1,6), comme nous l'avons déjà dit, sont propres au III° s.,
et n'apparaissent pas dans les sources iconographiques de la période
tétrarchique. Cependant, il a été constaté que quelques pièces isolées de
l'équipement du III° s. eurent une vie résiduelle à l'époque tardoromaine (Bishop;
___________________
(16) Le chercheur français offre aussi une liste avec les trouvailles de
boucles peltiformes de l'Empire et leur bibliographie correspondante, à
laquelle nous nous remettons (Boube-Piccot 1994, 65, notes 2 à 5).
Coulston 1993, 160). Cette explication pourrait justifier l'apparition en
Hispanie de boucles annulaires liées à des gisements des appellations
"Nécropoles du Douro", comme celle trouvée à La Morterona (Abasolo et
alii, 1984, 12, fig.3, 5), aussi bien que la perpétuation d'une mode
atavique sur notre territoire. La chronologie initiale de ces boucles,
parallèle auquel nous n'avons pas fait allusion, pourrait être plus
ancienne que l'on ne pense, puisqu'à Conímbriga un exemplaire y est
documenté dans la strate du I° s., appartenant à la phase de construction
du forum flavien (Alarcao 1979, 96, fig.20, 65).
B.- LES AGRAFES DE CEINTURONS TARDO-ROMAINS D'OUTRE PYRENNÉES.
Durant le IV° s. le ceinturon militaire recommence à obtenir le
protagonisme qu'il avait perdu dans l'étape immédiatement précédente,
puisque l'épée recommence à s'y suspendre. C'est dans cette période que
s'enrichissent, décorativement parlant autant les plaques que les
boucles, en s'accompagnant d'un bon nombre d'accessoires auxilliaires
commes les appliques, boutons et terminaisons de ceinturons avec un
abondant déroulement ornemental. Le ceinturon se convertit maintenant en
un objet complet s'attachant, selon la thèse traditionnelle, avec les
groupes de foederati ou laetes, qui étaient des guerriers germains
installés, comme le dit la NOTITIA, en Rhénanie et dans le nord de la
Gaule. La germanisation de l'armée romaine durant le IV° s. et le rôle
fondamental que cette "barbarisation" eût sur l'implatation des nouvelles
modes dans l'équipement, est un thème largement traité par la recherche
moderne. Archéologiquement il existe une tendance à considérer comme
germanique
tous
les
éléments
de
ceinturons
excisés
"kerbschnittgarnituren" plus abondants en Rhénanie et dans le nord de la
Gaule, où l'archéologie tardo-romaine est beaucoup plus développée que
dans d'autres provinces de l'Empire. Cette interprétation doit être
nuancée, puisque nous pouvons constater la répartition géographique de
ces objets dans des milieux funéraires, accompagnés d'armes et d'objets
de parure, nous verrons qu'effectivement ils correspondent à une
tradition germanique, mais si nous prenons en compte d'autres paramètres
différents de celui de la distribution funéraire, nous constaterons que
des objets analogues se trouvent dans d'autres types d'habitats (villes,
etc.), bien qu'ils soient certainement en nombre inférieur (Feugère 1993,
250).
Ces ceinturons tardifs évoluèrent à partir de modèles plus simples
du III° s. . Dans la première moitié du IV° s. les agrafes étaient
simples, formée par une plaque doublée en "U" et les boucles simples,
généralement
reiniforme ou ovales. En même temps apparaissent les
appliques en forme d'hélice, comme compagnes des ceinturons plus larges
(10-12cm), en passant postérieurement en association, tout d'abord, avec
les agrafes en forme de dauphins de la deuxième moitié du IV° s.,
décorées d'arcs en fer à cheval (delphinschnallen mit durbrochenem
Beschläg) et ensuite avec les plaques à la décoration excisée
(kerbschnittgürtelgarnituren). Ces derniers modèles sont les plus
communément utilisés à la fin du IV° s. et aux premières décenies du V°
s. . A part les exemplaires en bronze, qui seraient ceux que nous avons
noté jusqu'à maintenant, on en trouve dans des métaux précieux qui se
détachent pour leurs qualités ornementales radicalement différentes des
celles des pièces en bronze, puisque sur celles-ci la tradition classique
se manifeste pleinement en vigueur. Ainsi l'agrafe de Thetford
(Angleterre), présumément occultée au IV° s. ou début du V° s. avec la
boucle décorée de deux têtes de chevaux affrontées très naturalistes et
une plaque sur laquelle est représentée un satyre au passage (Johus ;
Potter 1983, 78-81, fig.6); l'exceptionnel ceinturon de la collection
Ortiz , daté autour de l'an 400 et provenant d'Asie Mineure, avec trois
panneaux historiés sur lesquels sont représentés la métamorphose de
Daphné (Feugère 1992, 125-136, fig.3-6, planche 1); ou l'archiconnu
trésor de Ténès (Algérie) avec des plaques travaillées en Opus Interasile
extrêmement élaboré et deux boucles, l'une d'elles est décorée de têtes
de cygnes qui sont d'un style plus proche des têtes de ces mêmes oiseaux
qui achèvent les manches des simpulum et d'autres objets du Haut-Empire,
que d'autres pièces tardo-romaines (Heurgon 1958, 31-46, fig.6-7, planche
3-4). Ces pièces au luxueux caractère peuvent sevir d'introduction au
nouveau rôle social qu'eut le cingulum à l'époque tardo-romaine, période
dans laquelle il se convertit en partie essentielle de l'uniforme d'une
société militarisée et comme symbole du rang social, tout autant des
soldats que des fonctionnaires civils (17).
Les boucles zoomorphes sont caractéristiques de la deuxième moitié
du IV° s., formées par une symétrie de lions ou de dauphins affrontés
jusqu'à la mortaise de l'ardillon, unies aux plaques à charnières
ornementées de motifs ajourés sur lesquels priment les motifs "en trou de
serrure". Les différentes catégories de ces pièces ont été signalées par
Sommer (1984), alors que la distribution spaciale des différentes
variantes se trouve reprise par Böhme (1986, 482-485). Basiquement on
distingue: le type Sissy, de diffusion éminément étendu à la Gaule et qui
présente une boucle avec une symétrie de lions; le type Sagvar, avec une
symétrie de dauphins; le type Colchester, de diffusion de préférence
britanique, et sur lequel la boucle présente des dauphins dont les queues
s'enroulent pour former un pelte; le type Tongern, version réduite de la
précédente puisqu'il ne compte seulement que deux "trous de serrure"; et
le type Salona, de diffusion Illirique, avec ses boucles carrées. Les
agrafes qui seraient contemporaines de ces catégories sont celles qui ne
présentent pas d'ajourés "en trou de serrure", puisqu'elles incorporent
tout d'abord sur leurs plaques des appliques en "hélice" qui se répètent
ensuite sur le ceinturon. Parmi celles-ci nous trouvons: le type
Champdolent à la boucle en forme de dauphin, comme peut être considéré le
ceinturon militaire des troupes du nord de la Gaule entre 340 et 380; le
type Gala à la boucle rectangulaire, casi utilisé exclusivement par les
effectifs militaires du diocèse d'Illirie; et le type Remagen, de
morphologie mixte pour compter sur la plaque avec des motifs ajourés "en
trou de serrure" et des hélices. Pour toutes ces catégories nous comptons
sur des versions de plaque rigide, sur laquelle la plaque et la boucle
ont été fondues en une seule pièce, comme le type Muids, version rigide
du type Champdolent, etc. (18). En règle générale, les boucles avec un
anneau rectangulaire et qui ne présentent pas de têtes d'animaux sont
typiques des provinces orientales des rives du Danube et des Balkans. Les
boucles de Britanie ou de Gaule qui apparaissent en Orient, ainsi que les
garnitures de ceinturon danubiennes trouvées en occident, s'interprètent
comme symptômatique du mouvement et de la présence de troupe d'une partie
ou de l'autre de l'Empire (Böhme 1986,484).
Sur la Meseta sud il a été trouvé plusieurs pièces rattachées aux
garnitures décrites, quelques unes élargissent simplement la zone de
dispersion des agrafes d'outre Pyrénées déjà connues, comme la boucle en
forme de dauphin de Villarrubia de Santiago (fig.2,5), ou la boucle
rattachée avec les ceinturons excisés de La Bienvenida (Aurrecoechea;
Fernández Ochoa; Caballero 1986, 253, fig.1,9), mais d'autres éléments
documentent des types encore inédits sur notre sol, comme les plaques
décorées d'hélices de Borox (fig.1,10) et Ocaña (Tolède) (fig.1,11).
____________________
(17)
Comme l'a signalé Pérez Rodríguez-Aragón (1992 et 1992a)
l'importance de ceci même donna lieu à ce que le mot même, par metonimia
/ identification du personnage en fonction du ceinturon, désigna le
service militaire (omnes qui militant cincti sunt), en utilisant des
expressions comme cingulum sumere ou cingulum mereri, pour se rapporter à
l'entrée au service militare actif, cingulum deponere ou liberari
cingulo, indiquant la cessation de lui-même; cingulo aliquem exuere ou
spoliari cingulo, pour l'expulsion et la dégradation déshonorante, etc. .
L'honneur qui comportait l'usage du cingulum, se comprend dans toute sa
grandeur si nous prenons en compte que sa concession amenait la cérémonie
implicite du serment de la charge. C'est pour cela que sa concession et
son ornementation furent l'objet d'une réglementation dans les codes
Théodosien et Justinien, et que leurs garnitures figurent dans la NOTITIA
DIGNITATUM, parmi les insignes du COMES SACRARUM LARGITIONUM et du COMES
RERUM PRIVATARUM.
(18) Ceux qui font aussi partie de cette famille: le type Argeliers, avec
un motif figuré sur la plaque ajourée et duquel nous avons un possible
représentant dans notre région, si nous interprétons l'applique de Borox
(fig.10, 14) comme appartenant à une garniture complémentaire à cette
catégorie de ceinturon; les agrafes avec une plaque rigide triangulaire,
lisse ou ajourée et à la boucle ovale ou reiniforme, desquelles nous
comptons avec un unique représentant en Hispanie, découvert en Andalousie
et encore inédit, puisqu'il est dans la thèse française non publiée de
Gisela Ripoll, que nous remercions pour nous l'avoir fait connaître; le
type Furfooz et, enfin, le type Simancas, dont nous nous occuperons dans
un autre paragraphes de notre travail.
Pour la boucle de Villarrubia, à cause de son état fragmentaireet du
fait qu'elle a perdu la plaque qui la complétait, nous ne pouvons
préciser exactement le type de garniture auquel elle appartenait, bien
que nous plaidions pour son inclusion, à titre de simple hypothèse, parmi
celles de type Sagvar ou Champdolent. Néanmoins, nous ne pouvons oublier
que ces boucles mêmes ne furent pas toujours accompagnées de plaques
ajourées, mais qu'elles apparurent aussi serties à des plaques
rectangulaires ou ovales sans cet ornement. En Hispanie on connaît depuis
pas mal de temps des exemplaires de la famille des agrafes avec une
boucle zoomorphe et une plaque au décor ajouré en "trou de serrure". On
peut en interpréter certaines comme étant d'origine extra péninsulaires,
notamment celles de Sant-Josep (Castellón) (Rosas 1980, 202-203,
fig.2,12) et La Olmeda (Palencia) (Palol; Cortes 1974, 91-92, fig.22,1)
(19), alors que d'autres ont été interprétées comme des copies
hispaniques, comme celles de Castillo Billido (Soria) (Lucas 1977, 41,
fig.47) et le château de La Yecla de Silos (Burgos) (Palol 1969,146,
fig.25 bis) (20), en se distinguant les unes des autres du fait que les
hispaniques possèdent un système de charnière pour s'unir à la plaque
alors que les modèles étrangers ne l'ont pas. D'autres pièces, qui
conjuguent les caractéristiques des agrafes en forme de dauphins, extrapéninsulaires et Simancas, sont appelées par Pérez Rodríguez-Aragón de
"Type intermédiaire", catégorie parmi lesquelles se trouvent les bronzes
de Tirig (Castellón), formellement similaire au type Colchester mais qui
présente des appliques rivetées qui se fixent au cuir (Rosas 1976) et
Argeliers (Aude, France) (Palol 1969, 150, fig.25,4) (21). La boucle de
Villarrubia de Santiago, qui est brisée au niveau de la tige qui
l'unissait à la plaque, nous empêche de dire si elle avait des charnières
ou si elle se fermait avec une traverse droite, nous paraît plus en
connection avec les exemplaires étrangers de La Olmeda et Sant Josep,
qu'avec le reste de ceux trouvés en Hispanie. Le caractère plus
naturaliste des dauphins que sur les agrafes de Silos et Tirig et la casi
impossibilité de ce que la zone d'insertion avec la plaque soit achevée
de peltes, nous fait penser qu'elle appartient à une agrafe d'origine
extra-péninsulaire,
puisqu'on
ne
peut
juger
concrètement
de
la
morphologie. Chronologiquement, les boucles en forme de dauphin avec une
plaque ajourée sont datées entre 350 et 380, selon se qui découle de
l'analyse de quelques contextes funéraires appartenant à la Gaule et à la
Pannonie, en étant synchrones en grande partie avec l'appellation
"Horizon Kerbschnitt" (Böhme 1986, 482).
Nous avons fait connaître la boucle de La Bienvenida (Ciudad Real),
il y a quelques années (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero 1986,
253, fig.1,9), en la rattachant avec les garnitures excisées propres à la
charnières du IV° au V° s., nous parlerons de celle-ci plus loin ainsi
que de la terminaison du ceinturon excisée de Villarubia.
Les fragments de plaques de Borox (fig.1,10) et Ocaña (fig.1,11)
marquent une nouvelle étape dans notre connaissance sur les agrafes
tardo-romaines hispaniques, puisqu'ils représentent un nouveau type de
bronze qui n'ont pas été documenté chez nous, nous nous référons aux
agrafes qui incorporent une hélice casi étendue sur leurs plaques. Nos
exemplaires tolédans seraient l'adaptation hispanique des agrafes de type
Champdolent ou de type Gala, les premières à la boucle zoomorphe avec des
dauphins affrontés et les dernières avec une boucle rectangulaire (Sommer
1984, 36, planche 14, n°5 et 6) tout en ne pouvant préciser le type exact
____________________
(19) Sant Josep est un village fortifié tardo-romain
dont la dernière
période d'occupation a une date post quem du dernier tiers du IV° s. .
Rosas, qui publia pour la première fois cette boucle, la date de la fin
du IV° ou début du V° s., selon des critères stylistiques dérivés de la
comparaison avec des pièces publiées par Bullinger. L'exemplaire de La
Olmeda se trouvait dans le carré 6 de la pièce 12, au sud de l'abside de
la pièce 11, avec un grand vase de TSHT Drag.37.
(20) Castillo Billido est un fort de longue date, entre le IV° et le
VI°s. ap. J-C., dans lequel apparurent d'abondants matériels tardoromains, surtout TSHT décorée au moule. L'agrafe de la Yecla aparut dans
une des appellations "Callejones", avec des matériels tardo-romains.
21) L'agrafe de Tirig apparut dans une sépulture de la seconde moitié du
IV° s. avec un couteau de type Simancas.
auquel elles appartiennent, puisque la boucle n'est pas conservée. Il y a
aussi la possibilité qu'elles puissent coller avec la variante de la
plaque rigide de type Muids, puisque l'extrémité de la plaque ou s'insère
l'ardillon n'est pas conservée, nous ne connaissons pas le système
d'union de ces deux éléments (Sommer 1984, 38, planche 16, 7). Le type
Champdolent compte une diffusion éminément en Gaule, c'est l'exemplaire
paradigmatique de cette série, découvert à Niederbreising, qui est un
excellent parallèle pour notre exemplaire de Borox, alors que le type
Gala est caractéristique de la zone danubienne (22). Son hispanisme
serait dû à la présence d'appliques s'accrochant au cuir, un mode de
fixation éminément péninsulaire de la période tardive, bien que nous
connaissions quelques cas en Gaule pour lesquels on préféra aussi les
appliques par rapport aux rivets. Celles de Saint Clément ou Nîmes, mis à
part l'agrafe archiconnue d'Argeliers, seraient les moins répandues (23).
C.- LES TERMINAISONS DE CEINTURONS TARDO-ROMAINS ULTRAPYRENAÏQUE
Nous avons trois pièces appartenant à des terminaisons de ceinturons
tardo-romains, dont l'intérêt principal réside dans le fait que c'est la
première fois que sont publiés, ce type d'objets dans notre pays, jusqu'à
maintenant. Deux d'entre elles appartiennent à chacune des catégories de
terminaisons bien connues hors de nos frontières, nous nous référons à la
pointe amphoriforme de Mazaranbroz (Tolède) (fig.1,9) et à celle excisée
de Villarrubia de Santiago (Tolède) (fig.1,8), alors que pour l'autre il
s'agit d'une terminaison peltiforme, de Villarrubia aussi, pour laquelle
nous n'avons pas réussi à trouver de parallèles (fig.1,7) (24).
Les terminaisons amphoriformes sont généralement rattachées aux
garnitures avec des boucles en forme de dauphins, dont les appliques
adoptent fréquemment la forme en "hélice". Keller a divisé ces pièces en
cinq principales catégories, l'exemplaire tolédan est inscrit à la forme
A, carcactérisée par les 'anses/poignées' en double volutes qui laissent
un orifice central reiniforme (Keller 1971, 45-46, fig.18, 7-11). D'autre
part pour le corps amphoriforme, Simpson a distingué deux principaux
types de profil, cylindrique et globulaire, (Keller 1971, 45-46, fig.18,
7-11). D'autre part pour le corps amphoriforme, Simpson a distingué deux
principaux types de profil, cylindrique et globulaire, alors que les
'anses/poignées' peuvent se présenter de façon peltiforme ou reiniforme
(Simpson 1976, 198-200). Pour Simpson ces pièces, dans l'ensemble, ont
une grande uniformité conceptuelle pour leur design, en ce qui concerne
l'hypothèse des exemplaires repris dans son catalogue, qui représente la
production d'un nombre limité d'ateliers dans un laps de temps peu
étendu, bien que l'apparition d'imitations locales en Germanie pourraient
invalider cette thèse
(Sommer, 4,51). Sommer reprend ces pointes de
courroies dans sa forme B, en distinguant à nouveau deux variantes, ce
qui fait coller notre pièce au type a (Sommer 1984, 49-51, planche 19).
En Hispanie on avait la certitude de connaître, du moins d'avoir vu, ces
terminaisons de part l'influence qu'elles exercèrent sur quelques agrafes
Simancas, comme celle découverte dans la Province de Burgos, dont la
plaque reproduit le récipient (Palol
1969,149,fig.24, 6), mais on ne
connaissait pas d'authentiques terminaisons comme celle que nous
étudions, à l'exception d'une pièce originaire de Bétique déposée dans le
Musée de
____________________
(22) Nous avons fait connaître la pièce provenant d'Ocaña dans notre
travail sur les appliques hispaniques (Aurrecoechea 1994, n°69), en la
confondant avec un de ces objets. Après la restauration de la pièce qui
eût lieu postérieurement à cette étude, nous avons pu observer que les
traverses de l'hélice se trouvaient brisées sur un côté, nous devons
modifier la première interprétation puisque nous sommes devant une plaque
de ceinturon fragmentée.
(23)Nous reparlerons de façon plus étendue, dans nos conclusions, de ces
exemplaires de Gaule et d'autres pièces avec des rivets à boutonner au
lieu de rivets enchâssés.
(24) Nous avons aussi des doutes sur la chronologie exacte de cette
dernière pièce, bien qu'elle soit attribuée à un gisement prolixe en
bronzes militaires tardo-romains, comme c'est le cas pour Villarubia,
nous ne pouvons écarter le fait qu'elle soit antérieure. Sa forme
générale, qui rappelle les terminaisons amphoriformes, pourraient
cependant avaliser une datation tardive.
Maguncia (25). La terminaison andalouse, qui ne conserve pas la pointe du
sertissage avec la courroie, est très similaire au modèle tolédan,
puisque les deux possèdent un corps losangique et des anses/poignées
reiniformes. Ces terminaisons amphoriformes sont très communes en Gaule,
beaucoup d'entre elles montrent une décoration de cercles estampés comme
sur notre exemplaire, nous pouvons citer à titre d'exemple parmi les
parallèles français la pièce du cimetière d'Evreux (Fauduet 1992,115,
n°874), bien qu'elle ait une plus grande similitude formelle avec deux
pièces de l'Hérault, trouvées respectivement à Loupian et Béziers,
puisque la première présente des 'anses/poignées' casi identiques et la
seconde possède un corps losangique et un shéma général qui concorde avec
la pièce de Mazaranbroz (Feugère 1993, 253, n°17 et 18). Les terminaisons
de Pritzier (Sommer 1984, planche 19, 11) sont d'autres parallèles
formels. La datation de la seconde moitié du IV° s. est valable pour de
nombreux contextes funéraires, comme la sépulture de Saint Marcel (Paris)
(Bonnet et alii, 1989, 197, n°175) et les nécropoles de Panonie, en
association dans ces dernières avec des fibules cruciformes de type
Keller 3 (datées entre 340-360), Keller 4 (350-380), Keller 5 (370-400)
et Keller 6 (première moitié du V° s.), ainsi que des monnaies de Julien,
Jovien, Valentinien I, et Gratien (Keller 1971). La terminaison lancéolée
de Villarubia de Santiago, décorée d'une série de peltes excisés (fig.1,
8), appartient au groupe des Kerbschnittgürtelgarnituren, alors que les
larges ceinturons, décorés de larges plaques excisées, possèdent des
boucles dont les extrémités sont décorées d'animaux mordant l'axe de la
pièce. Formellement la pièce tolédane s'inscrit dans la forme B, type c,
variante 1b de Sommer pour les pointes de courroie (Sommer 1984, 52,
planche 20) et dans le type V A de Chadwick (Chadwick 1961, 63-64,
fig.23). Les bronzes excisés commencèrent à être utilisés pendant le
règne de Valentinien (364-375), perdurant jusqu'à celui d'Honorius (393433), bien que la grande période d'utilisation fût le dernier tiers du
IV° s., et durant tout le V° s. soit documentés
de scènes figuratives
niélées. Au moment du changement de siècle et les deux premières décades
du V° s. apparaît le type Checy, une simplification du type B, bien qu'il
ait un plus grand développement de la décoration animalistique du contour
des pièces; et le type Vieuxville, formé par trois plaques rectangulaires
ayant chacune des arrêts tubulaires et une décoration d'astragales. C'est
à ce moment là que la décoration animalistique héraldique ou configurant
des
persécutions,
combinée
avec
des
décorations
géométriques
ou
végétales, se généralisent autant sur les plaques que sur les appliques
et les arrêts de courroies jusqu'à conformer sur les pièces un
authentique "HORROR VACUI", propre à cette période. Cependant d'autres
types sont beaucoup plus simples puisqu'ils montrent uniquement une
boucle avec sa plaque, comme par exemple les types Herbergen, Misery et
Vermand. La carte de répartition des bronzes militaires excisés comprend
principalement la ligne du Rhin et le Danube Supérieur, le nord de la
France, le sud-est de l'Angleterre (fig. 16, 14), et bien que l'on ait
aussi constaté quelques trouvailles isolées en Afrique du Nord et comme
nous le verrons par la suite en Hispanie (26).
Les terminaisons excisées ornées de peltes et dont la syntaxe
décorative garde des parallélismes avec l'arrêt de courroie lancéolé de
Villarubia sont, par exemple, celles de la garniture du type A
d'Abbeville (Somme) (Bullinger 1969b,149-159,fig.4 et 8), Trier (Sommer
1984, planche 20, 11), Lambaesis (Bishop; Coulston, 1993, fig.128, 3 et
9), sépulture 6 d'Oudenburg, Houdan (Bullinger, 1969a, fig.24, 2,
fig.28,2), Leicester (Chadwick 1961, 63, fig.23,a), etc. Bien que son
parallèle le plus proche se trouve sur une terminaison d'Annaba (Tunnis)
(Sommer 1984, planche20,9).
Deux pièces documentées en Hispanie, trouvées toutes les deux sur La
Olmeda (Pérez Rodríguez-Aragón 1992a, n°23 et 24), appartiennent à des
garnitures excisées du type A. La contre plaque de La Morterona (Pérez
Rodríguez-Aragón 1992, n°25) est une variante du type
_____________________
(25) Nous connaissons cette terminaison grâce à l'amabilité de Gisela
Ripoll, qui l'a incorporée à
sa thèse de l'Université de La Sorbonne
sur l'Archéologie funéraire de la Bétique, à travers la collection du
Musée de Maguncia.
(26) Nous n'incluons pas sur notre carte la zone du nord de l'Italie car
les pièces qui s'y rattachent ne sont pas attribuable avec une grande
certitude à leur authentique provenance.
B, de diffusion principalement illirique, alors que l'applique d'Andorre
se trouve, en général, associée à des garnitures du type A (Canturri et
alii 1985, 65-68). Dans le Musée de Maguncia se trouve une pointe de
courroie excisée, provenant de Bétique, avec un design décoratif et
morphologique légèrement différent du bronze tolédan dont nous parlons
(27). Nous avons enfin, la plaque réutilisée sur une agrafe d'Hornillos
del Camino (Palol 1969, 144-145, fig.24, 5), dont la filiation
typologique ne peut être fixée avec certitude (28).
D'autres pièces apparentées aux ceinturons à la décoration excisée,
bien qu'elles apparaissent aussi associées à des plaques avec un autre
type de décor et y compris lisses, comme les boucles décorées de têtes
d'animaux dirigées vers l'axe de la pièce, qui ont été trouvées dans la
grotte des Murciélagos de Zuheros (Cordoue) (Vera 1994, 69-71) Can Bosch
de Basea (Morral et alii 1980, 13, fig.26), Monsanto (Santos; Ponte,
1980, 60-61) et dans la Meseta Sud sur La Bienvenida (Ciudad Real). A
part les exemplaires portugais et de Castille-La Mancha, les deux autres
boucles sont très simplement décorées. Leur filiation ultra pyrénaïque
pourrait être mise en doute, pour être détachées des plaques excisées
auxquelles, sûrement, à ce moment là elles furent incorporées, bien que,
comme Pérez Rodríguez-Aragón nous n'hésitions pas à incorporer ces pièces
dans
le
monde
des
kerbschittgürtelgarnituren,
puisque
d'autres
exemplaires, sans aucun doute excisés, ont été trouvés dans la Meseta
Castillane. D'autre part, jusqu'à maintenant, nous n'avons constaté aucun
exemplaire de ces boucles rattaché à une agrafe de type Simancas ou de
type intermédiaire, alors que cela s'est fait avec des boucles en forme
de dauphin. Ce dernier renseignement viendrait avaliser, selon nous, le
caractère péninsulaire des pièces connues, en élargissant donc l'aire de
dispersion des bronzes excisés et des garnitures voisines, qui
actuellement s'étendent sur Palencia, Burgos, Tolède, Ciudad Real,
Cordoue, Barcelone, Andorre et Castelo Branco (Portugal) (29). Ces
boucles avec des têtes d'animaux sont documentées dès la période de
Valentinien I (364-375) à Honorius (393-423), leur aire de dispersion
principale étant: le nord de la Gaule, la Rhénanie, le N-O de l'Allemagne
et la Britanie (Böhme 1986, 473).
D. LES AGRAFES DE CEINTURONS DE TYPE SIMANCAS
Ces agrafes sont bien connues de l'archéologie péninsulaire, non
seulement parce que leur trouvaille est relativement fréquente dans les
fouilles tardo-romaines, sinon parce qu'en plus elles ont joui du
privilège d'avoir été une des catégories de bronzes qui a attiré en
premier l'attention des chercheurs hispaniques. C'est à Palol que l'on
doit le premier travail systématique sur celles-ci (1969), continué et
élargi par Caballero dans son travail sur Fuentespreadas (1974).
Récemment, Pérez Rodríguez-Aragón leur a dédié plusieurs études dans ses
articles d'ensemble sur les cingula militae (1992 et 1992a), tellement
que les références à cet auteur sont indispensables.
____________________
(27) Nous avons eu à nouveau connaissance de cette terminaison par Gisela
Ripoll (voir note 21).
(28) La patte excisée d'Andorre a été trouvée dans un habitat fortifié de
hauteur, dont la valeur stratégique fit qu'il fut pratiquement occupé
tout au long de l'histoire. L'antique Saldania a fourni une nécropole du
type "Douro", datable jusqu'au V° s. sur la zone de La Morterona, et dans
fouilles on a trouvé une plaque excisée. La villa de La Olmeda, où deux
bronzes excisés sont apparus en plus, est un paradigme des riches
résidences des propriétaires terriens latins de la Meseta. Finalement la
plaque réutilisée, d'Hornillos del Camino, est aussi inscrite à une des
nécropoles de type "Douro".
(29) La grotte des Murciélagos, bien que plus connue pour son faciès
Néolithique, a une occupation tardo-romaine documentée par des sigillées
paléochrétiennes et des monnaies du IV° s., la boucle apparut dans des
travaux de nettoyage réalisés en 1991. La pièce de Can Bosch a été
trouvée dans la zone des termes, dans des niveaux remués, avec une
monnaie de Claude, en étant inscrite à une villa occupée jusqu'au
milieu/fin du V° s., qui a fourni des matériels métalliques similaires à
ceux de la zone de la Meseta. L'exemplaire de La Bienvenida a aussi été
trouvé dans des couches remuées, et il est rattaché à un gisement dont
les bronzes tardo-romains montrent le même horizon culturel que
l'appellation des "nécropoles du Douro". Enfin,
la boucle de Monsanto
manque de contexte.
Il s'agit d'une catégorie d'agrafes typiquement hispaniques, comme
paraît l'attester son aire de diffusion, et dont l'origine paraît dériver
des garnitures à la décoration ajourée qui dominèrent jusqu'à l'arrivée
des agrafes excisées, et parmi elles, qui sont surtout mis en connection
avec celles décorées "en trou de serrure". La connection en question avec
les cingula militae européens mitdurbrochenen Beschläg fut déjà établie
par Sommer, qui inclua le type Simancas dans sa Sorte II, form B, typ e,
c'est à dire, comme un élément supplémentaire dans la large famille des
agrafes ajourées, bien que montrant sa claire localisation hispanique
(Sommer 1984, 35). L'articulation de la boucle avec la plaque au moyen
d'une charnière, ainsi que l'assujetissement du bronze au cuir au moyen
d'appliques, seraient cependant chacun des traits d'une mode atavique qui
apparenterait ces pièces avec les ceinturons utilisés durant les II° et
III° s. ap. J-C.
Les boucles présentent deux variantes fondamentales, déjà signalées
par Palol et Caballero Zoreda: peltiformes et rectangulaires, les
premières s'enracinant étroitement avec celles du Haut-Empire. Une
particularité des agrafes de type Simancas est, cependant, la présence
d'un type déterminé de boucles qui n'a pas été documenté parmi les
ceinturons des autres catégories. Nous nous référons aux boucles
caractéristiques que nous appellerons "cornues", singularisées par leur
arrêt en forme de sphères. Pérez Rodríguez-Aragón préconise que ces
boucles pourraient dériver des modèles du III° s., qui ont comme
prototype l'agrafe du NUMERUS OMNIUM, en signalant que la forme
rectangulaire avec des protubérances dans les angles des pièces
européennes évolua en Hispanie jusqu'à se convertir en boucles
trapézoïdales avec des appendices développés terminés par des boules
(30). Cependant, selon nous, l'origine de ces boucles serait plus
ancienne, en devant chercher, comme pour la plupart des cas en nous
informant sur les ancêtres morphologiques de la métallurgie tardive, dans
un type de pièces militaires du Haut-Empire plus ancienne, les boucles au
profil concave et aux terminaisons globulaires. Les similitudes entre ces
deux catégories de pièces sont évidentes. Les unes comme les autres
présentent deux charnières, et bien que l'apparence générale de la boucle
soit carrée, les trois côtés qui ne sont pas en contact avec la plaque du
ceinturon s'arrondissent, en présentant généralement une section en "D".
Le côté droit qui supporte la paire de charnières présente souvent des
moulures, ainsi, le transit entre la terminaison sphérique et le corps de
la boucle est marqué d'une moulure. La note distinctive principale se
trouve dans le fait que sur les spécimens du Haut-Empire les sphères
terminales sont fréquemment d'une taille beaucoup plus petite, alors que
sur les boucles tardives ont de telles proportions que cela les convertit
en d'authentiques protagonistes décoratives de la pièce. La forme de
l'assujestissement à la plaque varie aussi, puisque les boucles du HautEmpire s'unissent à cet élément au moyen d'une traverse droite dans
laquelle s'insère la charnière de la plaque repliée, faisant partie des
cingula constitués par des segments métalliques articulés, propres aux
premiers siècles de l'Empire. Cependant, les boucles tardoromaines
s'unissent à la plaque au moyen de charnières, bien que l'on connaisse
aussi des boucles "cornues" du Haut-Empire ayant ce système d'union. Les
boucles du Haut-Empire avec des terminaisons sphériques ont été
documentées dans des contextes militaires britaniques dès la fin du I°
s., comme par exemple à Wroxeter et Richborough, ce dernier campement
étant daté entre 80-120 ap. J-C. (Cunliffe 1968,93-94, planche 35, 9798), et bien qu'elles soit connues sur d'autres gisements datés des deux
premiers siècles de notre ère, comme à Arae Flaviae (Planck 1975, 186,
planche 71, 12), Oberstimm (Böhm 1978, 171 et
____________________
(30) Cet auteur mentionne une boucle fragmentée de Carnuntum identique
aux hispaniques, qu'on a voulu dater du Haut-Empire, bien qu'il indique
que cette aglomération panonique fut aussi un cantonnement de troupe et
aussi une FABRICA au Bas-Empire, ce qui paraît indiquer que leur
chronologie pourrait être tardo-romaine. A notre avis une telle
possibilité est très douteuse, si nous tenons compte du fait qu'il existe
des boucles "cornues" du Haut-Empire semblables; et qu'en plus la
distribution
spaciale
des
boucles
tardives
est
essentiellement
hispanique, ne se trouvant qu'à peine documentées parmi la culture
matérielle tardo-romaine des zones comme la Gaule ou l'Afrique du Nord,
avec lesquelles nos bronzes du Bas-Empire manifestent tant de contacts.
Sur ces territoires nous ne connaissons que deux boucles "cornues": celle
de Montpellier et celle de Volubilis.
206, 138-139), dans les tours du mur d'Hadrien (Bank East) (AllonsonJones 1988, 216, fig. 5) et à Volubilis (Boube-Piccot 1994, 109, n°187)
(31). Néanmoins, son utilisation paraît débuter durant la république,
comme l'atteste une pièce hispanique trouvée dans le campement de Cáceres
el Viejo, aproximativement en usage jusqu'en 80 ap. J-C., qui ressemble à
un des exemplaires de notre catalogue provenant d'Ocaña (fig. 2, 7), à
cause du fait qu'elle présente des terminaisons spériques dans tous les
angles (Ulbert 1984, 217, planche 10, n°62). Un autre parallèle pour
cette pièce tolédane, se trouve être une boucle anglaise datée du HautEmpire et provenant de South Shields, de forme rectangulaire aussi, avec
des appendices dans chaque angle et deux charnières pour l'union avec la
plaque (Allanson-Jones; Micket, 1984,194,n°623). Ainsi même, le groupe F
de Grew et Griffiths (1991,49,76,n°156) inclut une boucle "cornue" en os
trouvée à Colchester et datée entre 44-55 ap. J-C.. L'exemplaire
hispanique d'une chronologie clairement du Haut-Empire se trouve être une
des boucles de Conímbriga, découverte dans la couche du I°s.quand le
Forum flavien a été construit (Alarcao, 1979,96-97, fig.20,67). D'autres
pièces péninsulaires probablement du Haut-Empire pourraient être les
trois spécimens de Citania de Briteiros (32) (Palol,1969,151,fig.25,7,8
et 11), une autre paire de Conímbriga (Alarcao,1979,97,fig.20,68;
Palol,1969,151-152,fig.25,6) et une de León (Mañanes, 1983,403,planche
4,24). Les terminaisons sphériques assorties ne seraient pas exclusives
de l'équipement personnel, on les trouve aussi parmi une série d'anneaux
d'attelage, dont l'apparence morphologique est très similaire à nos
boucles hispaniques, et qui se situent temporalement au début du II°s.,
comme paraît le montrer le spécimen de Verulamiun (105-115 ap. J-C.)
(Frere,1972,130,fig.40,125).
Sur notre aire des boucles "cornues" tardo-romaines ont été
documentées sur les gisements de Villarrubia de Santiago (fig.2,1),
Puebla de Montalbán (fig.2,3) et Carpio de Tajo (fig.2,4), toutes cellesci inédites et appartenant au milieu ambiant tolédan, auquel il faudrait
ajouter un spécimen fragmenté de Huete (Cuenca) (33). A celles-ci il
faudrait ajouter d'autres exemplaires hispaniques aussi, apparus détachés
de l'agrafe à laquelle ils furent autrefois liés, comme celle de Palencia
(Caballero,1974,42,fig.12,5),
Arcóbriga
(Caballero,
1974,42
et
44,fig.12,6et7), Musée Archéologique National (Caballero,1974,42 et
44,fig.12, 8 et fig.43,4), Santo Tomé del Puerto (Ségovie) (fig.2,2) et
Musée de Linares (34). Les agrafes de type Simancas possédant des boucles
"cornues" sont celles de La Morterona (Abasolo,1984,9 et 11, fig.3,1),
Castillo
de
Soria
(Caballero,1974,42,fig.12,3),
Fuentespreadas
(Caballero,197440,fig.11,1
et
2)
et
Penadominga
(Nuñez,1976,286287,fig.3).
D'autres boucles tardives apparues en Hispanie, présentent des
formes plus simples, généralement en D, comme la pièce de Borox
(fig.2,11), dont l'anneau applani de section en L l'apparente aux
exemplaires de la Cueva del Pany et Liédana (Pérez RodríguezAragón,1992a,n°5 et 20, fig.15, 3 et 4). Comme le signala Pérez,
habituellement elles se trouvent rattachées à des agrafes recomposées à
partir de plaques fragmentées, comme celle de La Nuez de Abajo et celle
d'Hornillos del Camino, ce dernier spécimen réutilise une plaque excisée.
Finalement nous incorporons à l'ensemble des pièces tardives, une des
boucles
de
Villarrubia
de
Santiago
(fig.2,8),
pour
ses
vagues
ressemblances avec celle trouvée dans la Cueva de los Murciélagos
(Vera,1994,69-71) et ses analogies avec quelques pièces de la nécropole
du Bas-Empire de Laukhills (Clarke,1979,fig.34), bien que nous n'ayons pu
fixer exactement la chronologie de l'exemplaire tolédan.
____________________
(31) La pièce marocaine sans contexte stratigraphique, est incluse par
Boube parmi les boucles tardives de son catalogue, bien qu'il soit
possible que sa datation soit plus ancienne.
(32)
Pour
l'une
d'entre-elles,
Palol
lui-même
la
considérait
chronologiquement antérieure au IV°s. (Palol, 1969,151).
(33) Nous connaissons cette pièce de Cuenca grâce à l'amabilité du Dr
Angel Fuentes, qui l'a incorporée dans sa thèse doctorale inédite.
(34) Celle de Linares manque de provenance, et fut incorporé dans notre
Mémoire de Licence, encore inédit, sur les bronzes romains de l'Orétanie.
Par rapport aux plaques des agrafes de type Simancas, Pérez
Rodríguez-Aragón a signalé son accord, d'un point de vue dimentionnel,
avec les cingula ultra-pyrénaïques de la première moitié du IV° s.,
puisqu'en général elles sont assez étroites, ce qui conditionne une
décoration à base de thèmes sériés, parmi lesquels se détachent les arcs
en fer à cheval longitudinaux comme ceux de la plaque de Carpio de Tajo
(Tolède) (fig.3,4) et les tiges serpentées ou enroulées présentes sur la
plaque trouvée aussi à Carpio (fig.3,2).
Une des plaques de Carpio (fig.3,4) est exceptionnelle de part le
métal qui la compose, celui-ci étant du plomb. Bien que nous connaissions
des appliques décorées en plomb, concrètement pour l'attelage, comme une
plaque rectangulaire ajourée de Volubilis et une phalère discoïdale de
Solua (Boube-Piccot,1980,156-157,n°203), nous nous inclinons à penser que
notre pièce tolédane est plus un essai de fondeur. Ces essais se
réalisaient pour vérifier la qualité et la finition du moule, au moyen
d'un métal bien meilleur marché comme le plomb, ce qui est attesté pour
le monde militaire dans une pièce de Brigetio, entre autres (Bishop;
Coulston,1993,fig.134,5). Son caractère non fonctionnel serait avalisé, à
part pour la fragilité du métal, pour le fait aussi que les appendices
annelés qui font charnière pour l'insertion de la boucle ne furent jamais
perforés (35). Cet exemplaire garantirait la production autochtone de
bronzes dans le cadre de la Meseta Sud pendant la période tardo-romaine,
un phénomène déjà pressenti depuis quelques années à cause de l'abondance
et l'hétérogénéité des trouvailles sur cette
zone (36). Les agrafes
décorées longitudinalement d'arcs en "fer à cheval" sont celles de La
Morterona (Palencia) (Abasolo,1984,12,fig.3,3), La Nuez de Abajo (Burgos)
(Palol,1964,89,fig.9,3) et Fuentespreadas (Zamora) (Caballero,1974,3940,fig.11,1), autant l'exemplaire de Burgos que celui de Palencia ont pu
avoir des plaques avec deux anneaux pour l'insertion de la boucle, tout
comme la pièce que nous présentons.
La plaque de Carpio décorées d'enroulements (fig.3,2), jouit de bons
parallèles parmi les gisements classiques de l'appellation "Culture du
Douro". Parmi eux, l'agrafe de la tombe 52 de Simancas serait la plus
proche de notre exemplaire (Palol,1969,139,fig.24,3). Les similitudes
dimentionnelles et décoratives entre le bronze tolédan et celui de
Valladolid sont si nombreuses qu'elles paraissent indiquer un même moule
pour les deux objets. Seul le travail à froid qui perfora les cavités de
la tige serpentée, était seulement sommairement indiqué dans le moule
comme on peut le vérifier sur l'extrémité proche de la boucle du Carpio,
et
la
décoration
postérieure
complémentaire,
à
froid
aussi,
différencièrent les exemplaires. Ainsi, alors que la plaque de Simancas
fut complétée d'une frise de chevrons, celle de Carpio le fut par une
frise de "SSS" estampée. Une frise similaire à la tolédane comme le
montre une autre agrafe décorée aussi d'enroulements ajourés, celle de
Fuentespreadas (Caballero,1974,40,fig.11,2). Des plaques similaires à
celle que nous étudions sont aussi les exemplaires de Castillo de Carpio
Bernardo (Salamanca) (Martin Valls,1982,195,fig.3) et La Morterona
(Palencia) (Abasolo,1984,9 et 11,fig.3,1).
D'autres plaques de type Simancas ne sont pas aussi étroites, que
celle trouvée à Villasequilla de Yepes (Tolède) (fig.3,1) qui possède en
plus une décoration non encore documentée parmi les agrafes de cette
catégorie. Sa syntaxe décorative garde une certaine ressemblance avec une
des agrafes de La Morterona (Abasolo,1984,11,fig.3,2), bien que ce ne
soit que d'un point de
____________________
(35) Ce qui étonne, cependant, c'est la parfaite finition des motifs
ajourés en forme de "fer à cheval", qui paraissent avoir subi
postérieurement un travail à froid. Cette particularité pourrait indiquer
une fonction différente pour cette pièce, bien qu'également liée avec le
processus de fabrication de l'agrafe achevée en bronze. Il pourrait
s'agir alors d'un modèle réalisé en plomb, comme cela arriva au préalable
pour la confection en série de moules en argile afin de confectionner des
bronzes à la cire perdue, bien que cela soit un procédé dont nous n'avons
pas la preuve constante à l'époque romaine.
(36) Nous avons en étude une applique rivetée peltiforme inachevée du
type II-I-2-a de notre typologie (Aurrecoechea, 158-160), trouvée à
Puebla de Montalbán (Tolède), dont nous avons eu connaissance récemment
et qui documente à nouveau la production de bronzes à usage
personnel/harnais sur notre zone.
vue de la symétrie des éléments disposés autour d'un axe central
transversal, alors que les deux anneaux qu'elle possédait pour
l'insertion de la boucle, la rapproche du modèle caractéristique des
agrafes hispaniques tardo-romaines.
Quelques plaques ne présentent pas de décoration ajourée, sinon
estampée ou incisée, comme celle de La Bienvenida (Aurrecoechea;
Fernandez Ochoa; Caballero,1986,253,fig.1,8), Ocaña (fig.2,7), Almendros
(Cuenca) (fig.2, 12), Villasequilla de Yepes (fig.3,3) et Dehesa de la
Oliva (Torrelaguna, Madrid) (Cuadrado,1991,fig.21). Parmi ces pièces nous
nous arrêterons sur les trois premières citées, dont les plus grands
côtés concaves se terminent aux quatre coins par des appendices
sphériques ou en formes de gland, un groupe que nous complèterons
d'autres plaques totalement lisses mais de morphologie identique, comme
celle de la province de Cuenca (fig.2,6) et celle de Villasequilla de
Yepes (fig.2,10). Ce groupe d'exemplaires inscrit dans le type Simancas
n'a pas fait l'objet d'une attention particulière jusqu'à maintenant,
probablement à cause du nombre réduit de pièces connues, désormais avec
les nouveaux renseignements, donc l'accroissement du nombre de pièces qui
s'est produit et les particularités propres qui font qu'elles se
ressemblent comme des soeurs, ont peut assurer qu'elles forment un groupe
spécifique parmi les agrafes hispaniques. Parmi les pièces connues on
peut établir deux apartés, un qui comprend les grandes plaques décorées
de cercles estampés, et un autre composé de petites plaques complètement
lisses, la taille de ces dernières est peut-être plus adaptée pour des
baudriers que des ceinturons (37). Autant les unes que les autres
possèdent de hautes appliques, c'est à dire, sur lesquelles la longueur
de la tige d'union du disque de l'applique et le corps de la plaque sont
relativement grandes. De même, elles ont toutes deux anneaux pour
l'insertion de la boucle, un trait qui peut être interprété comme
typiquement hispanique. En dehors du milieu géographique concernant cette
étude, nous connaissons seulement une agrafe qui peut être mise en
relation avec la catégorie dont il s'agit, elle est déposée dans le Musée
Archéologique National (Ripoll, 1986,64,fig.4,1), et qui ne possède que
deux appendices sphériques, la forme de la plaque étant en plus
rectangulaire et non concave, comme pour les exemplaires que nous
étudions (38). Ceci pourrait supposer que la diffusion de ces agrafes est
éminément de Castille-La Manche, ou plus largement de la Meseta Sud, un
renseignement qui devra être corroboré dans le futur.
Ces agrafes Simancas au profil concave avec des appendices aux
quatre coins, que nous singulariserons comme une variante Bienvenida,
pourraient avoir eu des boucles avec quatre terminaisons sphériques et
non des boucles "cornues", dont nous avons parlé précédemment (39).
____________________
(37) Souvent on parle uniquement d'agrafes de ceinturon, en oubliant que
quelques pièces cataloguées dans cette fonction ont pu aussi servir à
agrafer les baudriers. Ce phénomène pourrait expliquer, par exemple, les
différences de tailles observées parmi les différentes agrafes de type
Simancas, et y compris l'excessive étroitesse de quelques plaques, comme
celles de Carpio de Tajo et Villasequilla, présentées dans ce catalogue.
(38) Elle provient d'une collection particulière, elle avait fait l'objet
d'une acquisition chez un antiquaire sévillan, nous ne considérons pas ce
renseignement suffisant pour affirmer que la pièce provient de Bétique.
(39) Bien que nous soyons conscient que le fait de multiplier les
appellations au sein d'une même famille puisse compliquer la vision de
celle-ci, nous avons opté pour baptiser cette catégorie de pièce
"variante Bienvenida", puisque ce gisement est le premier où elle a été
documentée. Les affinités que présentent ces exemplaires, ainsi que leurs
morphologies caractéristiquement différentes de celles du reste des
spécimens de type Simancas, bien que ces derniers soient mis en rapport
avec les agrafes ultra-pyrénaïques ajourées "en trou de serrure", alors
que notre variante ne l'est pas, cela nous décida à établir ce sous-type
dans celui plus général de Simancas. Nous ne devons pas oublier que la
forme B de Sommer est caractérisée par les agrafes rectangulaires et au
décor ajouré, des prémisses qui ne visent pas les pièces "Bienvenida"; et
pour qui, bien que pour le type et l'appellation Simancas, on observe une
plus grande diversité de décors ajourés, on peut seulement inclure une
pièce hispanique ne possédant pas de décor ajouré, à l'exception des
poignées: l'agrafe amphoriforme de Burgos (Sommer,1984,34-35). La
chronologie de la variante proposée, nous paraît postérieure à celles du
reste des agrafes Simancas, puisqu'elles ne sont pas apparues dans les
appellations classiques "Nécropoles du Douro", bien que celles-ci ne
soient pas datées avec précision, on peut maintenant dater la variante du
V° s. av. J-C., alors que son aire de diffusion, à cause des trouvailles
connues actuellement, paraît se trouver autour de Castille-La Manche,
malgré une grande dispersion, puisqu'elles sont attestées aussi bien à
Cuenca, qu'à Tolède et Ciudad Real.
Nous basons une telle hypothèse sur l'apparition d'une boucle de ce type
sur une de nos agrafes, celle d'Ocaña (fig.2, 7), et pour la raison qui
fait qu'elles seraient le complément décoratif idéal, puisqu'elles
reproduisent le même shéma que la plaque. Nous ne connaissons pour le
moment qu'une seule de ces boucles, celle de Saint-Jacques-de-Compostelle
(Palol,1969,147,fig.25,1) associée à une agrafe décorée d'animaux. Un
autre type, sans
charnière, se trouve être la pièce tardive provenant
aussi de la tombe 36 de Simancas (Palol,1969,139,fig.25,10). Nous ne
voulons pas oublier de mentionner le bronze de la Puebla de Montalbán
(Tolède) (fig.2,9), aux côtés concaves comme les spécimens que nous
étudions bien qu'elle ne possède pas les terminaisons sphériques aux
coins; et l'agrafe de la sépulture wisigothe n°5 d'El Espirdo (Ségovie),
identique à celles que nous étudions (Molinero,1971,65,planche 103). Nous
connaissons ce dernier exemplaire uniquement par le dessin qu'en fait
Molinero, sur lequel on ne peut apprécier le revers de la plaque, un
renseignement qui aurait pu nous servir pour discerner s'il s'agissait
d'une réutilisation d'une agrafe romaine à l'époque wisigothique (au cas
où elle présenterait des appliques ou des rivets pour s'accrocher au
cuir), ou si c'est une perduration de cette forme typiquement tardoromaine parmi les bronzes wisigothiques (si elle possède des appendices
perforés pour se fixer au matériel). L'apparition d'un exemplaire de la
variante Bienvenida dans des contextes wisigoths pourrait avaliser la
chronologie plus tardive de ces agrafes, peut-être alors au V° s. ap. JC.
Les plaques de la variante Bienvenida sont intimement liées avec un
autre groupe d'agrafes, appelées par Pérez Rodríguez-Aragón type
Tiermes/Numancia, et qui se terminent dans leur extrémité postérieure
concave par des boules à chaque coin. A notre avis, détacher le type
Tiemes/Numancia du reste des agrafes Simancas n'est pas opportun, si nous
prenons en compte seulement l'unique critère que fait valoir cet auteur,
concernant le système d'attache au moyen d'un appendice perforé au lieu
d'une boucle, comme sur les exemplaires de Numancia et Tiermes (Argente;
Baquedano,1983,415-416,fig.2,2). Cet argument ne peut être maintenant
soutenu si nous tenons compte des deux nouveaux exemplaires que nous
documentons dans notre étude, trouvés à Ocaña (fig.3,6) et Santo Espíritu
(Zujar, Badajoz) (fig.3,8), qui possédèrent chacun une boucle aujourd'hui
disparues, la pièce tolédane conserve encore son ardillon d'origine (40).
A l'inventaire de ces bronzes il faudrait ajouter un nouvel exemplaire
d'Estremera (Madrid) (fig.3,5) peut être la pièce femelle des agrafes
avec des appendices de Tiermes et Numancia (qui seraient la pièce mâle).
En plus sa localisation est restée obsolète pour que ces pièces soient
documentées sur une aire géographique plus large, ce qui démentirait
l'hypothèse de Pérez pour une possible fabrication dans un atelier de
Soria. Néanmoins les nouvelles pièces que nous faisons connaître
présentent des caractéristiques homogènes, que nous analyserons ensuite,
elles n'ont pas été étudiées par le chercheur mentionné précédemment,
elles sont bien distinctes des agrafes de type Simancas, et il est
convenu de détacher ces pièces du reste des agrafes tardo-romaines,
puisque nous comptons maintenant avec des critères plus solides.
Certainement que le détachement des agrafes de type Tiermes/Numancia, une
appellation que nous maintenons non pas parce que Soria est le principal
centre de distribution de ces bronzes, mais parce que les premiers
renseignements connus et publiés avaient cette provenance, non seulement
morphologique, comme pour le cas de la variante Bienvenida, mais aussi
chronologique,
puisque
les
agrafes
Tiermes/Numancia
peuvent
être
antérieures à celles de Siamcas. Nous allons analyser maintenant les
caractéristiques de ces pièces. Tout d'abord toutes celles-ci présentent
des décorations identiques à base d'un réticulé oblique sur la partie
antérieure de l'agrafe, obtenu au moyen d'un fin burin, une ornementation
non encore documentée sur aucune agrafe Simancas et qui rapelle certains
prototypes du Haut-Empire. En plus les trois pièces qui possédaient un
système d'agrafe en forme de boucle, fixèrent cet élément à la plaque au
moyen d'une charnière
__________________
(40) Sûrement que Pérez connaissait une plaque avec une boucle qui
conservait
aussi
l'ardillon,
trouvée
à
Numancia
(Argente,
Baquedano,1983,416-417,fig.2,4; Pérez Rodríguez-Aragón,1992a,n°33).
(c'est à dire que la plaque est repliée sur elle-même pour créer un
réceptacle où accrocher la boucle ou le passant-agrafe qui l'enfile) et
non avec une charnière (ce qui implique des appendices annelés sur la
plaque et sur la boucle). Les rivets ne sont pas fondus avec la plaque,
tout en étant un produit du même moule. Ils sont rivetés à elle, on peut
donc voir sur le revers supérieur de la plaque la tête supérieure de
ceux-ci. Ce qui se détache aussi c'est l'aspect de ces rivets, beaucoup
plus fragiles à cause de leur fine tige et leur mince tête discoïdale,
que les appliques des agrafes type Simancas. L'aspect des plaques est,
ainsi même, beaucoup plus fragile, et on peut aussi parler dans le cas de
l'agrafe de Santo Espíritu, d'un travail à froid à partir d'une plaque
très fine pour constituer l'élément en question, au lieu d'un travail de
fonte. Ce procédé de fabrication serait bien documenté sur une des
contreplaques que nous considérons s'accoupler avec ces agrafes, nous
nous référons à celles de la province de Tolède et qui est sans contexte
(fig.3,9), alors que l'autre contreplaque connue, de Villarrubia de
Santiago
(fig.3,7),
serait
fondue.
Ces
contreplaques
(41)
sont
documentées pour la première fois sur les cingula hispaniques, en étant
un nouvel élément qui différencie ces agrafes des types Simancas, puisque
sur ces dernières on n'a jamais documenté de pièces semblables (42). Une
autre caractéristique de ces plaques et contreplaques c'est la bordure
décorative qui parcourt longitudinalement les côtés longs des pièces,
comme c'est attesté sur les agrafes de Numancia, Ocaña, Villarrubia, etc.
L'application décorative que présente la garniture de Tiermes, en forme
de bouton en argent figuré, est une autre particularité non documentée
parmi les agrafes Simancas et qui a, à nouveau, des racines plus dans le
Haut-Empire que dans la période tardo-romaine hispanique. Finalement, le
moyen d'agrafer que présentent les exemplaires de Tiermes et d'Estremera
(fig.3,5) ont de clairs précédents de Haut-Empire, comme le bronze de
Zell Alteburg (Gilles,1985,planche
39,8), l'exemplaire de Madrid étant
morphologiquement plus proche d'une garniture d'attelage de Verulamiun
(105-115 ap. J-C.), de laquelle nous avons fait référence dans un autre
paragraphe de notre travail (Frere,1972,130,fig.40,125) (43).Un autre
parallèle que l'on peut avancer pour la pièce madrilène est une pièce
"femelle" avec une boucle rectangulaire "cornue", découvert dans une
couche
du
III°
s.
de
la
fortification
de
Vireux-Molhain
(Lemant,1985,68,fig.63,33).
Finalement nous nous référons à la plaque de Casa de la Zúa
(Tarazona de la Mancha, Albacete), extrêmement simple puisqu'il s'agit
d'une plaque rectangulaire sans décoration (Abascal; Sánz,1993,59,n°176),
qui compte avec des parallèles très proches comme ceux de La Morterona
et Arcóbriga (Caballero,1974,45,fig.12,12). Sa chronologie pourrait aussi
s'inclure au Haut-Empire.
E. LES BOUTEROLLES DE DAGUES ET D'EPEES
Un des éléments les plus caractéristiques de l'archéologie militaire
romaine, ce sont les bouterolles qui servaient d'embout de protection aux
dagues et aux épées. Bien qu'elles soient une trouvaille très habituelle
sur les autres provinces de l'Empire, on n'a pu en détecter en Hispanie
jusqu'à maintenant. On a donc les exemplaires de Chozas de Canales
(fig.7,14) et Villasequilla de Yepes (fig.7,15) qui viennent combler le
vide important de notre archéologie péninsulaire (44).
____________________
(41) Nous les avons appelées avec cette dénomination, parce que nous
considérons qu'elles auraient pu avoir cette fonction et non celle de
simples appliques ornementales qui se répétèrent tout le long du
ceinturon, puisqu'elles reproduisent un shéma identique à celui des
plaques dont nous parlons.
(42) L'agrafe d'Argeliers pourrait être aussi une exception dans pas mal
de sens, puisque l'applique en forme de cheval de ce ceinturon a été
interprétée comme une possible contreplaque de celui-ci.
(43) L'agrafe de Tiermes apparut dans le remplissage de la "Casa del
Acueducto"/maison de l'aqueduc, datable du I° s. av. J-C.; puisqu'elle
nous offre une datation précise.
(44) Les seules "bouterolles" identifiées jusqu'à maintenant en Hispanie
sont celles des couteaux types Simancas, bien que les fourreaux de ces
couteaux ne possèdent pas de bouterolles proprement dites, puisque c'est
la partie terminale du fourreau qui lui sert de protection (Palol,1964).
Les bouterolles peltiformes, groupe auquel appartiennent les deux
exemplaires tolédans que nous présentons, sont généralement associés à la
spatha. Chronologiquement elles sont attestées
dès le II° s., une
chronologie proposée pour l'exemplaire de Caerleon (120-200 ap. J-C.)
(Cunliffe,1968,93) et celui de Wroxeter (autour de 160 ap. J-C.)
(Atkinson,1942,209,fig.48,A), bien qu'ils jouirent probablement d'une
plus grande influence à la fin du siècle en question et aussi au siècle
suivant, en étant une trouvaille habituelle dans beaucoup de contextes
funéraires de cette époque, comme par exemple, dans le mobilier de la
tombe de Lyon, daté autour de 197 ap. J-C. (Feugère,1993,149), et dans la
sépulture 73 de la nécropole de Rheindorf, datée de la seconde moitié du
II° s. (Boube-Piccot,1994,152). Bien que nos pièces gardent d'évidentes
similitudes avec le reste de leurs congénères européens, on n'a pu
établir de parallèles exacts pour celles-ci, surtout à cause du critère à
caractère dimentionnel, puisque les bouterolles tolédanes sont un peu
plus petites que le reste des européennes et de celles d'Afrique du Nord.
Cette différence de dimension pourrait indiquer que la fonction de nos
bouterolles servirait de protection à des couteaux et non à des armes
plus grandes, comme les épées. Une autre différence observée, c'est la
présence d'une perforation au sommet du pelte. Le Maroc est une des zones
les plus prolixes en découvertes de ce type, puisqu'il s'y est aussi
identifié une production locale, spécialisée dans la fabrication de
bouterolles peltiformes avec une nervure centrale et le revers
triangulaire, et dont la couverture géographique inclue Volubilis,
Banasa, Thamusida et Sala (Boube-Piccot,1994,153). La bouterolles de
Villasequilla garde une étroite relation avec le groupe précédemment
décrit, en ayant avec un des exemplaires de Volubilis son meilleur
parallèle (Boube-Picot,1994,154,n°290). Parmi la série marocaine, le
bronze de Chozas de Canales garde d'évidentes similitudes avec les
bouterolles peltiformes terminées en "forme de lance", dont on connait
des exemplaires à Volubilis et Tocolosida (Boube-Piccot, 159-160,n° 320
et 325). Les deux spécimens marocains ont des dimensions très semblables
à la bouterolle tolédane, entre 3 et 3,5 cm de haut. En dehors de la
Mauritanie Tingitane ce type se trouve aussi documenté à Lozen (Haskovo,
Bulgarie). A part la mise en relation proposée, la bouterolle de Chozas
de Canales rapelle, bien que de moindre dimension et une plus grande
aspiration décorative, tout en gardant la forme caractéristique d'un "U",
avec une nervure centrale, propre aux dernières années du II° s. et à la
première moitié du III° s. Les spécimens les plus caractéristiques de
cette catégorie et qui ont une datation précise, ont été trouvés dans la
sépulture du soldat de Lyon, dans la tombe n°8 de la nécropole de
Dunaujváros-Intercisa et Dura Europos (Boube-Piccot,1994,158).
III. - L'EQUIPEMENT EQUIN
Notre région a fourni un bon nombre de bronzes en relation avec le
monde du cheval, beaucoup de ceux-ci sont mis en relation avec les
milieux militaires (45).
Le harnais de la cavalerie auxilliaire et légionnaire des débuts du
Principat, descend directement de l'équipement celte, et consistait en
cinq embranchements principaux, assemblés avec la sangle qui servait à
tenir la selle. Le premier type d'embranchement consistait en un simple
anneau fondu, similaire à celui trouvé sur El Quinto (fig.4,5), sur
lequel se fixaient trois ou quatre courroies au moyen de passants, ces
dernières étaient celles qui, durant la période flavienne, avaient une
plus grande richesse décorative. Les pendentifs étaient directement
accrochés au cuir. Les designs utilisés les plus caractéristiques étaient
ceux en forme d'oiseaux stylisés. Peu après, probablement pendant le
règne de Claude, un nouveau type d'embranchement s'imposa qui consistait
en un disque avec des passants occultés sur la partie postérieure
(phalera). Ce qui était à la mode à ce moment là parmi les accessoires
métalliques c'est la décoration argentée et niélée, cette dernière avec
des motifs pris dans le répertoire
___________________
(45) Nous laissons
en dehors de notre étude des pièces aussi
intéressantes que celles appelées "passe-courroie" de Valeria (Osuna et
alii,1978,161,fig.24,1) et Carranque (Lanuza,1992,51), ainsi que d'autres
bronzes plus rattachés aux voitures d'un certains luxe et à la vie civile
plutôt qu'à l'horizon que nous traitons ici.
bachique, possiblement dû à l'association entre bacchus et les chevaux.
Les pendentifs commencèrent à être suspendus aux phalerae en utilisant
l'imagerie dérivée du chêne (feuilles et glands) tout en s'imbriquant
avec les designs bachiques. Le trésor de Xanten (Jenkins,1985) et la
collection de pièces de Doorwerth (Brouwer,1982) forment la source
archéologique la plus importante pour la connaissance de la cavalerie de
cette période. Dans la période des antonins se dévellopèrent une série de
changements, consistant en un lent abandon des phalerae avec des anneaux
occultés sur la face postérieure et les passants en forme d'anneaux, qui
sont substituées par des phalerae avec des anneaux disposés sur le
pourtour, celles-ci ont probablement été utilisées dans la période
augustéenne. Les découvertes de Newstead (Curle,1911) et Nawa (AbdulHak,1954-1955), bien que sûrement ataviques sous de nombreux aspects,
sont paradigmatiques de ce moment-là. Au début du III° s. l'utilisation
des anneaux pour unir les phalères au cuir a complètement été écarté, en
préférant à ce moment-là les accrocher directement sur le cuir. Les
accessoires du harnais sont alors très variés, en employant depuis les
appliques jusqu'à une large typologie de terminaisons, de pendentifs et
de mors élaborés, ornés d'un mélange de motifs pris dans le répertoire
classique (vagues et svastikas) comme celte (trompettes, fleurs de lotus,
etc.). Ce qui est caractéristique de ce moment là ce sont les assemblages
équins et les masques formés de trois plaques réunies par des charnières
comme celles trouvées à Straubing et Gherla, respectivement employées
durant les batailles et les exercices de la hippica gymnasia, bien qu'il
faille nuancer que les protections en bronze qui couvraient seulement les
yeux étaient déjà employées au II° s. Les rares découvertes de harnais
militaires correspondant avec certitude à la période tardo-romaine, font
qu'elle est une des pires connues de toute l'histoire militaire romaine,
bien qu'elle puisse être en partie compensée et jusqu'à la possibilité de
reconstituer cet équipement avec les abondants matériels de ce moment
appartenant au milieu ambiant privé. Les mors et les éperons sont les
objets les plus fréquents en contextes militaires de cette période, la
continuité de l'utilisation de la selle "à cornes" et des assemblages,
ces derniers selon la Notitia sont connus par les sources iconographiques
et littéraires.
A. - LES MORS
Ce type de bronzes passa en Espagne, à travers le temps, par de
multiples interprétations et classifications. L'état embryonnaire de la
recherche à fait penser qu'il pouvait s'agir d'exemplaires phéniciens ou
grecs. Ce fut Palol qui dota leur contenu et les assimila à la culture
tardo-romaine (46), dû à des motifs d'ordre technique, archéologique et
stylistique (Palol,1952,315), bien que l'utilisation correcte donnée à
ces objets ait été pointée en premier par Santos Gener (Santos,195051,31), qui démentit son emploi comme agrafe de ceinturon et les plaça
dans le mobilier équin. Par la suite Palol lança l'hypothèse de leur
utilisation comme mors de cheval (Palol,1952a,298), un postulat qui a été
confirmé à travers l'étude de la collection Fontaneda (Palol,1967,238).
Ces mors que Caballero inclue dans le type II de sa classification
(Caballero,1974,78), seraient constitués par les éléments suivants: deux
barres de fer terminées à chaque extrémité par des anneaux ou des
crochets, qui s'unirent au centre pour former le mors articulé; deux
freins insérés dans la partie terminale de chaque barre; et enfin, une
paire d'anneaux imbriqués dans chaque boucle du frein.Les lanières de la
têtière s'assemblaient dans l'étrier supérieur des freins, alors que les
anneaux situés aux extrémités servirent à insérer les brides, agrafées au
moyen de passants tronconiques double comme ceux que nous décrivons dans
le prochain aparté de notre étude. Ce shéma a pu être reconstruit grâce à
deux freins complets, trouvés l'un à Tolède (Aurrecoechea,1994,163,fig.2)
et l'autre à Palencia (Palol,1967,237-239,planche 5). Les marges
temporelles dans lesquelles ont dû se réaliser les
_____________________
(46) Renseignement actuellement nuançable, si on prend en compte que l'on
connaît des mors du Haut-Empire trouvés en Hispanie et que la majorité
des exemplaires trouvés sur notre sol proviennent de fouilles sans
contexte.
exemplaires hispaniques, cernent au moins la fin du II° s. jusqu'au V°
s., bien qu'il faille prendre en compte que la majorité des trouvailles
ne proviennent pas de contexte stratigraphique (47).
Dans la zone Castille-La Mancha, on connaissait les freins de
Valeria (Cuenca) (Osuna,1978,163,fig.24,2) et Avenue de la Reconquête à
Tolède (palol,1972,136,fig.8). La paire de freins tolédane accompagnait
une série d'instruments médicaux et un ensemble de pièces d'attelage qui
ont aussi permis la reconstitution du mors dont il est question (fig.11).
La monnaie de Marc-Aurèle (161-180) déposée, permet de dater l'ensemble à
la fin du II° s., ce qui en fait le plus ancien témoignage de
l'utilisation de freins latéraux et de passants tronconiques double en
Hispanie (48). Les exemplaires tolédans s'insèrent dans une large
famille, constituée par les freins principalement décorés de peltes. A
Volubilis, en Mauritanie Tingitane, se trouve un atelier dédié à la
fabrication de ces pièces (Boube-Piccot,1964a), les freins de ce type
sont des trouvailles fréquentes à Banasa, Thamusida, Sala et Volubilis
même (Boube-Piccot,1980,n°83-86,377,505 et 606). Nous trouvons d'autres
freins peltiformes, par exemple, sur le char de Doukhowa-Moghila et DuraEuropos (Frisch; Toll,1949), bien qu'aucun de ceux mentionnés ne soit
identique aux tolédans.
Notre zone d'étude a produit une autre série de découvertes
inédites, en dehors de celles décrites. Il s'agit de deux freins en forme
de "roue" trouvés à Talavera la Nueva (tolède) (fig.4,1) et à La
Bienvenida (Ciudad Real) (fig.4,4), un autre avec une décoration
peltiforme de Villasequilla de Yepes (fig.4,2) et, finalement, un
exemplaire avec une ornementation ajourée en forme d'étoile qui provient
d'Aleas (Guadalajara) (fig.4,3). C'est donc ainsi que les mors
peltiformes jouissent d'abondants parallèles sur tout l'Empire, ceux qui
représentent des rouelles radiées, qui leur confèrent l'authentique
apparence d'une roue ont une plus grande diffusion en Hispanie.
L'exemplaire trouvé à Conimbriga sans contexte stratigraphique défini
(alarcao,1979,104,fig.21,98) et un autre frein de provenance inconnue
(Palol,1953-54,280,fig.1,c), sont les parallèles les plus proches de
notre pièce tolédane, alors qu'un des exemplaires trouvé à Numance
(Palol,1952,306,fig.5,15) est un parallèle de Ciudad Real. Deux freins de
type "rouelle" similaires aux nôtres proviennent de Banasa (BoubePiccot,1980,233-235,n°379-380) (49).
Le frein d'Aleas (Guadalajara) compte une riche décoration ajourée,
dont un des motifs principaux est une étoile à six pointes.En hispanie on
connaît deux jeux de pièces avec le même shéma, rattachés aux frein de
Cubillas del Cerrato (Palencia) (Palol,1952,302-303,fig.2,6-7) et un
autre sans contexte de la province de Palencia (Palol,1967,236240,planche 4-6). Les dimensions des freins de Cubillas et de la tige qui
les unit, ostensiblement plus petites si on les compare avec le reste des
frena equorum connus, paraissent indiquer que leur usage fut rattaché à
un quadrupède de petite taille ou à un jouet (Ripoll,1994,290).
L'apparition de ces exemplaires dans la zone de Castille-La Manche
vient réafirmer, une fois de plus, l'importance qu'avait le cheval dans
la société hispano-romaine, surtout au Bas-Empire, en étant un témoignage
de la vie quotidienne à ce moment-là, puisque les frena à qui ils
appartinrent sont interprétés comme appartenant à des chevaux de parade
(Ripoll,1994,286). Nous ne pouvons manquer de faire allusion à la
réputation, tant de fois mentionnée, qu'eurent les
____________________
(47) Une synthèse des freins hispaniques a été réalisée récemment par G.
Ripoll (1994,277-356), que nous n'approfondissons pas dans ce paragraphe
puisqu'il faut s'en remettre au travail mentionné. Quelques freins avec
des
inscriptions
ont
aussi
été
traités
dernièrement
(Ripoll;
Darder,1995,589-594).
(48) L'emploi de mors avec des freins latéraux comme celui de l'Av. de la
Reconquête est confirmé par la découverte de la deuxième moitié du II° s.
du niveau VII de l'oppidum d'Ambrussum, daté entre 180-230 ap. J-C.
(Feugère; Tendille,1989,159,fig.115,n°337 et fig.16).
(49) Quelque fois ces freins radiés ont été interprétés comme des
représentations d'un symbole chrétien, une hypothèse émise avec réserve
par Ripoll (Ripoll,1994,30).
chevaux hispaniques, comme animaux élevés par les propriétaires des
grandes exploitations agricoles et d'élevages, non seulement dédiées aux
activités cynégétiques, mais pour participer aussi aux jeux du cirque. Le
rattachement de ces chevaux au monde militaire du Bas-Empire, date à
laquelle est notée la majorité des exemplaires hispaniques connus, ne
peut être défini jusqu'à ce que soit résolu la problématique que suscite
l'existence ou non de troupes privées, dédiées à la protection des villae
des grands propriétaires terriens (Ripoll,1994,279). Il faut admettre que
ces possessores avaient des soldats à leur service, ce qui devrait faire
accepter simultanément la présence de la cavalerie, un moyen de
déplacement indispensable pour couvrir les distances qu'ils avaient à
parcourir.
La production de ces freins paraît venir d'ateliers hispaniques qui
approvisionnaient une mode essentiellement locale, comme l'indiquent les
près de 80 exemplaires connus sur la Péninsule Ibérique, et bien qu'il
existe d'évidentes connexions avec les freins fabriqués en Mauritanie
Tingitanne, bien que ces derniers, à part de rares exceptions,
n'appartiennent pas aux mêmes artisans (Ripoll,1994,282). La dispersion
géographique embrasse presque toute l'Hispanie, avec une concentration
plus importante dans la zone de la Meseta et en Andalousie.
B. - LES PASSANTS DOUBLE-TRONCONIQUES
Ces passants au profil double-tronconique faisaient partie du frein
de l'équipement équin, associé avec les chanfreins vus auparavant.
Caballero, qui les regroupent dans son type V, plaide en faveur de leur
utilisation sur les brides, en servant à accrocher ces dernières au mors
(Caballero,1974,114),
une
thèse
déjà
promulguée
par
Palol
(Palol,1972,136); alors que Boube-Piccot les fixe, concrètement, au canon
du frein (Boube-Piccot,1980,91). Nous trouvons une représentation
iconographique de la fonction de ces objets représentée sur la mosaïque
de la villa de Dueñas (Palol,1963,planche 11). Cette installation compte
deux périodes chronologiques: une première phase antérieure au dernier
quart du III° s. ap. J-C., et une autre postérieure, alors, au IV° s. ap.
J-C. (Palol,1963,34). La mosaÏque qui montre la représentation équine a
été exécutée avec des petites tesselles sur un fond en éventail, une
technique fréquente dans les période tardives (Palol,1963,29). Un autre
renseignement temporel se détache de l'enseigne, avec l'inscription
AMORIS, qui mentionne probablement le nom de la bête, réalisée en lettres
capitales mises en avant (Palol,1963,30).
Avec ces renseignements nous pénétrons dans le cadre chronologique
qui concernent nos pièces. Les traverses double-tronconiques étaient déjà
connues dans la cavalerie romaine de la fin du II° s. ap. J-C., comme il
en découle des deux exemplaires trouvés dans la tombe de la Vega Baja de
Tolède, associés à une monnaie de Marc-Aurèle (Palol,1972,144-145,fig.1).
Cependant son apogée paraît se situer dans le monde du Bas-Empire,
puisqu'on les voit apparaître dans les sépultures appelées "nécropoles du
Douro" (50). La datation des exemplaires sans contexte, qui par ailleurs
font partie de l'immense majorité, est difficilement possible à cause de
la continuité de l'utilisation (51). Des tentatives de reconstitution
d'une têtière au Haut-Empire et une autre du Bas-Empire avec ces
éléments, ont aboutis récemment aux résultats obtenus à partir des
trouvailles de la Vega Baja et Fuentespreadas (Aurrecoechea,1994,fig. 2
et 3).
___________________
(50) Nous préférons continuer à utiliser cette appellation, bien que le
phénomène se soit manifesté sur une aire beaucoup plus large que celle
établie initialement, comme on en est venu à le dire à nouveau dans des
recherches plus récentes.
(51) Nous avons dû abandonner l'établissement typologique que nous avions
ébauché il y a quelques années à cause des limites de datation qui
s'imposent (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero,1986,264-265). Dans
ce travail nous postulions pour trois principales périodes temporalement
successives.
Ces pièces sont une trouvaille fréquente parmi les bronzes de
l'archéologie de la meseta (fig.16, 13). La preuve en est des dix-neuf
exemplaires que nous connaissons sur l'aire que nous étudions. Les
madrilènes sont ceux de Vadocarros (Arganda) et Velilla de S. Antonio
(fig.5,n°11 et 8); de Tolède les trois spécimens d'El Quinto (Seseña)
(fig.5,n°7,9 et 10) et la paire de la Vega Baja; de Cuenca ceux de
Valeria (Fuentes,1980,177,planche 41,fig.4), Carascosa del Campo et les
six de Segobriga (Fuentes,1980,180); alors que Ciudad Real a fourni celui
de
La
Bienvenida
(Aurrecoechea;
Fernández
Ochoa;Caballero,1986,263,fig.4.2); et Albacete les trois passants de Los
Cabezos (Mahora) (Abascal,Sanz,1993,124,n°283-285).
En hispanie, hors de notre zone d'étude, il en a été trouvé à:
Santa
Pola
(Alicante)
(Sánchez,1986,57),
El
espirdo
(Ségovie)
(Molinero,1971,67,planche
106),
Fuentespreadas
(Caballero,1974,89,fig.20,n°20),
Hornillos
del
Camino
(Burgos)
(Palol,1972,145,fig.12),
La
Olmeda
(52),
Castulo
(Blasquez,1979,88,fig.65,821),
musée
de
Mérida
(Caballero,1974,94,fig.22,n°42), El Pomar (Jerez de los caballeros,
Badajoz) (Alvarez Sáenz de Buruaga et alii,1992,fig.23,38), Conimbriga
(Alarcao,1979,planche 21,n°83), plus un autre sans contexte du MAN de
Madrid (Thouvenot,1927,124,n°643). Dans la publication de la villa de La
Cocosa (Badajoz), il est fait référence à deux objets de cette
morphologie
comme
passant
d'une
boucle
ou
d'une
fibule
(Serra,1952,152,fig.28,12 et 14), bien que nous croyons qu"il s'agisse de
deux pièces de la même fonction que celles commentées ici. Néanmoins
cette liste s'augmentera bien plus dans les années à venir, par la
publication des fonds de musées encore inédits, puisque nous connaissons
d'autres exemplaires que nous n'incluons pas ici car ils appartiennent à
d'autres aires géographiques (53).
En dehors de la Péninsule Ibérique, on en a trouvé à Lyon
(Boucher,1980,35,n°227) et au Maroc. A la différence que la série
marocaine est la plus nombreuse. Treize passants proviennent de Volubilis
(Boube-Piccot,1980,92-93,n°67-79),
quatre
de
Banasa
(BoubePiccot,1980,229-230,n°371-374)
et
deux
de
Sala
(BoubePiccot,1980,349,n°603
et
603
bis).
La
plus
grande
concentration
d'exemplaires par gisement au Maroc et une plus grande dispersion
géographique sur l'aire hispanique (fig.16,13) déduction faite des
parallèles exposés.
De façon dimentionnelle, ces passants forment un groupe homogène. La
longueur maximum oscille entre 5,1cm et 7,7cm. l'épaisseur au niveau du
milieu ou de l'étranglement se trouve comprise entre 0,5 et 0,7cm. Ce qui
est exceptionnel, d'un point de vue métrologique, c'est le passant trouvé
dans la sépulture à inhumation Ballesta n°8 d'Ampurias, associé à un
mobilier
dans
lequel
était
intégré
un
bronze
de
Gallien
(Almagro,1955,91,fig.69,n°4).
Cette
pièce,
bien
qu'elle
soit
morphologiquement identique à toutes les autres, n'a que 2,4cm de long,
un fait qui nous indique que des passants identiques aux autres, mais
plus petits, ont été utilisés pour d'autres nécessités, différentes du
mobilier équin (54). Si nous mettons l'accent sur la question esthétique,
celle-ci se réduit à une sommaire décoration qui consiste en lignes
incisées disposées, généralement, sur la zone proche des écussons.
L'ornementation se complète, à l'occasion, avec un point qui occupe le
centre de la terminaison semisphérique.
_______________
(52) Le passant provenant de la villa de La Olmeda est exposé dans le
musée de Saldaña, associé à d'autres bronzes d'attelage, se trouvant dans
l'attente de leur publication.
(53) Un exemple de ce qui a été exposé est celui de Cástulo, que nous
avons repris dans notre mémoire (Aurrecoechea,1989,fig.31,3)
(54) Nous connaissons d'autres pièces identiques de dimension réduite
aussi, fabriquées en bronze et en os, qui on pu être employées comme
passant de vêtements ou capes, comme la pièce inédite d'Albalate de las
Nogueras, que nous connaissons grâce à A. Fuentes. L'exemplaire de la
nécropole ampuritaine ne se trouve associée à aucun bronze de harnais
déposé comme mobilier dans la tombe.
Enfin, nous voulons mettre l'accent sur un problème morphologique
qui n'est pas encore résolu. Il s'agit de l'inégalité proportionnelle
entre les deux corps tronconiques, constatée sur quelques passants. Cette
variabilité de taille, par rapport à un même objet, peut aussi se voir
sur les zones terminales. Nous croyons que c'est dû à une raison d'ordre
fonctionnel, comme celle du déboutonnage de la pièce, travail qui
accélère le déplacement du passant, inséré dans l'anneau du frein, par le
côté le moins épais de la tige.
D. - LES PHALERES, LEURS PENDANTS ET LES GRANDES APPLIQUES
Les phalères sont des pièces qui servirent pour décorer les
cuirasses mlitaires ou les harnais de monture. Dans le monde romain,
associé aux torques et aux bracelets, elles constituaient la catégorie la
plus modeste des dona militaria et étaient remises aux simples soldats et
aux officiers subalternes pour un quelconque mérite, d'autres dons sont
réservés, comme les couronnes ou hasta pura, aux officiers supérieurs
(Boube-Piccot,1964,150). A celles-ci d'origine étatiques s'en ajoutent
d'autres, dont le caractère fonctionnel et l'usage particulier leur
donnent fréquemment l'occasion d'arriver jusqu'à nous.
Bishop a mené à bien une révision critique des phalères romaines du
I° s. ap. J-C., en prenant en compte deux critères de classement
différents: l'ornementation et la fonction. Ce dernier est celui qui peut
être le plus utile pour notre travail, puisque les exemplaires que
reprend le chercheur anglais diffèrent des nôtres par leur système
d'ancrage. Bishop distingue sept grandes familles selon la taille de
l'objet et le nombre de passants ou d'anneaux qu'il contient, en les
subdivisant en même temps en d'autres plus petits (Bishop,1988,9495,fig.41 et 42). les phalères avec un seul passant (type 1 de Bishop)
restent les plus petites de toutes, se fixant directement sur la courroie
qui passe à travers le passant central et s'accroche au moyen d'un rivet
qui traverse l'axe de la pièce. Nos exemplaires de Villasequilla de Yepes
(Tolède) et Castillejo (Aranjuez, Madrid) (fig.7,1 et 2) peuvent être
rattachés à ce groupe, concrètement, la première avec la variante 1b, et
la seconde avec le sous-type 1c, bien que nous devions nuancer que la
chronologie des pièces de Bishop soit antérieure à celle de nos spécimens
et que nos pièces puissent être aussi qualifiées de simples appliques
ornementales (55).
Le pelte de Villasequilla (fig.7,1) appartient à un groupe de
bronzes bien défini, dans lequel la présence de minces appendices
postérieurs pour le fixer au cuir autant que la morphologie peltiforme
sont carctéristiques. Un petit anneau, qui est rarement conservé,
introduit dans l'appendice sert d'arrêt avec la tête de celui-ci, il
servait pour fixer la pièce au matériel. Temporellement ils furent en
usage au II° s., comme le montre la pièce trouvée en Gaule, à Sablas,
dont la stratigraphie la date entre 120-180 ap. J-C. et qui est un
magnifique
parallèle
pour
notre
pièce
tolédane
(Feugère;Tendille,1989,155,fig.113,299). De Thamusida provient un autre
pelte identique au tolédan dont nous parlons, à part l'absence de
l'ornementation de cercles concentriques (Boube-Piccot,1980,336,n°588);
les autres parallèles sont les exemplaires trouvés à Vindonissa (56).
L'exemplaire français de Pépiron (Sain-Just), sur lequel s'enchaînent
consécutivement trois de ces peltes au moyen de charnières, marquerait
clairement l'attachement
____________________
(55) Le concept de phalère est assez ambigü, puisque dans celui-ci
s'englobe un large spectre morphologique d'exemplaires avec différents
systèmes d'union aux courroies en cuir (passants, anneaux, rivets, etc.).
Le caractère fonctionnel ou simplement ornemental de ces spécimens ne
peut pas plus être défini. Le bronze peltiforme de Villasequilla pourrait
être identifié comme une applique cloutée, sur la même lignée que les
pièces de la figure 10, n°11 à 17, bien qu'à cause de sa taille nous
ayons préféré la connecter avec le groupe des phalères.
(56) Les pièces de Vindonissa, qui totalisent la douzaine, sont
actuellement étudiées par Eckhart Deschler-Erb, qui nous a aimablement
transmis les dessins de celles-ci.
de ce groupe de pièces avec l'équipement équin (57). En Espagne nous
connaissons un autre spécimen de ce type, bien qu'incomplet, trouvé à
Arcóbriga (Caballero,1974,90,fig.22,34), et un provenant de Bétique
trouvé à Las Mesas de Algar. La phalère madrilène de castillejo répond à
un shéma très habituel parmi les éléments métalliques militaires romains,
par la juxtaposition en série de plusieurs peltes. Son rattachement à
l'équipement équin n'est pas sûr, mais par les caractéristiques
morphologiques de l'exemplaire, celui-ci à pu aussi être inséré sur un
baudrier du III° s. Nous avons déjà évoqué dans un autre paragraphe
comment durant ce siècle, l'épée est suspendue à cette courroie, au lieu
d'être suspendue au ceinturon. Ces baudriers présentent une phalère
située vers la partie basse et une terminaison en forme de feuille de
lierre, comme on peut le voir sur les baudriers trouvés à Vimose, ou
celui de la sépulture de Lyon, qui inclut des monnaies qui fournissent un
terminus post quem de 194 ap. J-C. Les phalères trouvées sur des forts
germains sont circulaires et inornées, ou elles ont eu une décoration de
cercles concentriques, des pétales radiaux en relief, ou des perforations
géométriques similaires à celles des bouterolles des épées. Le type de
phalère ajourée le plus élaboré possède un aigle central qui soutient les
rayons, surmonté par une inscription annulaire qui dit OPTIME MAXIME CON
(SERVA). Grâce au caractéristique bouton postérieur on a pu identifier
d'autres formes de phalères, telle que l'excellente série de phalères de
Dura-Europos et certaines des gisements d'Afrique du Nord qui montrent
des designs de svastikas ou celtiques et qui ont des gradins radiaux, des
peltes ou des coeurs. C'est bien à cause de l'orifice postérieur de la
pièce de Castillejo (fig.7,2) que nous pouvons la rattacher aux phalères
de baudriers du III° s. , plus que parmi le groupe de phalère équines. Un
bon parallèle formel à notre pièce madrilène a été trouvé à Dura-Europos
(Frisch,Toll,1949,
planche
3,26)
puiqu'ils
ont
chacun
une
applique/bouton. Par contre, la phalère fragmentée de Zugmentel est une
pièce annelée identique à celle de Castillejo, et l'on peut postuler
qu'elles
sont
toutes
les
deux
produites
d'un
même
moule
(Oldeinstein,1976,fig.88,n°1146).
Les pièces d'Ocaña (Tolède), Estremera (Madrid) (fig.7,3 et 4) et
Serradiel (Albacete) (Abascal; Sanz,1993,158,n°353) rentrent plus dans la
catégorie des pièces annelées que dans les phalères, bien que la
confusion terminologique de ceci parmi les divers chercheurs fait qu'à
mesure on emploie le concepte de phalère pour ces pièces (58). Les
exemplaires d'Estremera et Serradiel appartiennent à l'important groupe
de peltes, si bien que leur appendice annelé postérieur est beaucoup plus
rare, puisqu'il est bien plus fréquent que ces pièces s'accrochent au
moyen de rivets ou de clous. Un bronze de Banasa est le meilleur
parallèle à l'exemplaire d'Albacete (Boube-Piccot, 1980,271,n°455).
Le symbolisme jouait un rôle important dans la religion romaine,
surtout par son côté superstition. L'applique en forme de lune d'Ocaña
(fig.7,3) s'allie à un autre type de pièce, les pendeloques plus
anciennes et plus populaires dans l'Empire avec lesquelles elle partage
une morphologie identique. Le croissant était le symbole de la lune (la
féminité), alors que la phalère, où elle s'insérait, pourrait bien
représenter le soleil (la masculinité) (Zadoks; Witteveen, 1977,173).
Cette dualité pourrait être remarquer sur les pendants initiaux, avec
l'utilisation de sanglier qui se conforment à l'image de croissant. Les
pendentifs en forme de croissant de lune sont les plus anciens durant
l'Empire, puisque leur chronologie initiale commence sous Auguste, pour
perdurer, du moins, jusqu'au II° s. ap. J-C.. La popularité de ce motif
décoratif est
_____________________
(57) Publiée dans Gallia, 21,1963,p.443-444.
(58) Dans ce cas leur petite taille ne les excluerait pas du groupe
appartenant aux phalères, bien qu'aussi leur système de fixation au cuir
nous a décidé à les englober dans ce groupe, plus que dans celui des
appliques, tout en étant conscient que leur véritable fonction fut
simplement décorative. A Casa de la Zúa (Tarazona de la Mancha, Albacete)
apparut une applique avec un anneau postérieur caractéristique qui
l'engloberait parmi les matériels que nous étudions, bien que sa
chronologie douteuse a fait que nous avons décidé de ne pas l'inclure
dans notre étude (Abascal; Sánz,1993,125,n°288).
constaté sur d'autres catégories d'objets, comme les appliques annelées,
parmi eux la pièce de Tolède que nous présentons et les éléments trouvés
à Volubilis et Banasa (Boube-Piccot, 1980, 154, n°194-198 et 425). Nous
connaissons aussi des appliques en forme de croissant avec deux rivets,
comme l'exemplaire de Margon en Gaule (Depeyrot; Feugère et Gauthier,
1986, 131, fig.23). Il y a aussi comme appliques annelées deux pièces de
morphologie identique, celle de Valdocarros (Arganda,Madrid) et de El
Quinto (Seseña,Tolède), décorées de protémés d'animaux (Alonso, 1991,
261-274, fig.1, 2 et 3). A propos de ces pièces, déjà étudiées et
publiées, nous voulons seulement signaler un nouveau parallèle non repris
par Alonso, nous faisons référence à la pièce trouvée à Cáceres el Viejo
(Ulbert,1984,222, planche 19, 122) qui avalise la chronologie ancienne de
ces pièces autour du II-I° s. av. J-C.. Cette datation explique la raison
pour laquelle Alonso ne trouve pas d'exemplaires similaires parmi les
répertoires d'usage, comme celui de Bishop ou celui de Boube, puisque les
pièces qu'ils reprennent sont plus tardives (59). Nous voulons aussi
émettre un doute sur l'origine de ces appliques, puisque leur
temporalité, unie à leur morphologie, les rapprochent plus des appliques
annelées ibériques que des appliques utilisées par la cavalerie romaine
(60).
Tous les exemplaires que nous avons vu jusque là ont une
caractéristique commune: ils pouvaient seulement servir à passer une
courroie postérieure ou être supperposés sur le matériel, si bien que
leur but devait être, à notre avis, décoratif. Un fait qui se voit
renforcé par les faibles dimensions des objets associés à ces catégories.
L'exemplaire de El Quinto (fig.4,5) est en relation avec le type 5a
de Bishop, lequel postule que ces pièces ont dû s'employer pour les
unions de l'épaule et de la hanche, en unissant donc quatre courroies,
bien que nous voulions nuancer que cette catégorie de phalères serait la
plus correcte pour être positionnée sur des courroies pendantes, joint au
6a et au 6b de Bishop (61). Les phalères géométriques annelées du type de
San
Pedro
de
Valdanzo
(Soria)
(Jimeno;
Argente;
Gómez,
19881989,441,fig.18,241) et Julióbriga (Millán,1947,198,fig.2) ont pu avoir
un usage similaire; ainsi que celles qui présentent une décoration
centrale à figuration humaine et quatre anneaux aux coins, comme celle de
San Millán (Orense) (López; Taboada, 1955, 69,fig.14), Fuentestrún
(Soria)
(Santos
Almansa,
1990,86,
n°97)
ou
Camparañon
(Soria)
(Millán,1947,197-199,planche 21,1). Ceci nous met sur la piste d'un autre
shéma typologique, élaboré par Boube-Piccot, qui classe les phalères en
quatre grands groupes, dont le premier est celui qui nous intéresse le
plus, pour être constitué par les pièces ornées de figurations,
généralement à contenu apotropaïque, comme les têtes de méduses (BoubePiccot,1964,150). Dans cette tendance on aurait la pièce de Valdocarros
(Madrid) (Alonso, 1991,261-274,fig.2,1) dont le parallèle le plus proche
est le bronze provenant de Luque (Cordoue)
____________________
(59) Nous rejetons le parallèle que fait Alonso entre ces pièces et les
appliques reprises par Boube-Piccot (Alonso,1991,264) puisque les
exemplaires qu'il signale (fig.19-20 et 25, de même que les planches 51,
52, 93, 97 et 98 du catalogue de Boube) sont chronologiquement
postérieurs, ils répondent en plus à différents autres patrons bien
connus dans l'archéologie romaine (comme les peltes et la décoration de
"trompettes"), et parce que l'anneau postérieur, dans la majorité des
cas, est d'une bien plus grande taille puisqu'il servait à passer une ou
plusieurs courroies, ce qui les définit comme d'authentiques phalères.
(60) L'hypothèse de ce qu'il s'agit de pièces ibériques et non romaines,
n'est pas incompatible avec leur apparition dans un campement comme
Cáceres el Viejo, traditionnellement identifié comme Castra Caecilia,
puisque sur lui sont apparus d'autres éléments indigènes en bronze comme
des fibules et des plaques de ceinturons, en plus d'une falcata et de
céramiques locales avec des graffitis, ces pièces pouvaient aussi bien
appartenir aux troupes auxilliaires autochtones ou à l'agresseur
lusitanien (Ulbert,1984,205). Leur apparition en contextes indigènes,
comme le possible sanctuaire de Castrejón de Capote (Badajoz), pourraient
aussi avaliser leur origine préromaine.
(61) Quelques appliques rivetées, comme celle de Veguilla de Oreja
(fig.8,11) ont pu servir pour un emploi identique. De la même façon, les
grandes appliques avec deux rivets, comme celles de Abalate de Zorita et
Borox (fig.9,1 et 2) ont pu s'employer comme poitrinière ou croupière, si
bien qu'elles auraient une fonctionnalité similaires aux phalères que
nous avons vu.
(Cano,1993, 57-62) (62). Des phalères similaires à la tolédane, que nous
commentions (fig.4,5), sont, celle de la tombe de Saives, une autre
associée au char de Környe, plus celles trouvées à Volubilis (BoubePiccot, 1980,116,n°109) et Dura-Europos (Frisch;Toll, 1949, planche 2,
13).
Souvent les phalères sont associées aux pendentifs, éléments qui les
complètent. L'utilisation de pendentifs sur les harnais romains compte
avec un important précédent dans la cavalerie celte. Cette décoration des
harnais a pu être, au début, simplement esthétique, orientée à mieux
attirer l'attention du cavalier comme de sa monture, ce qui pourrait
avoir des connotations de prestige. Cependant, les modèles qui ont été
utilisés comme éléments ornementaux, possèdent un pouvoir magique
marquant qui laisse suspecter le faible arbitraire de leur choix. Cette
fonction magique ou supersticieuse qui paraît inhérente à quelques
pendentifs, définit dans la majorité des cas leur morphologie ou leur
décoration. Les exemples à citer seraient, à part les lunules déjà vues
auparavant, les proéminents phallus qui peuvent être incorporés, ou les
mains faisant le geste de la fica contre le mauvais oeil (63). Pour Ross,
les pendentifs terminés en têtes d'oiseau, seraient associés avec le
symbolisme celte qui inspira les premiers harnais romains, puisque ces
oiseaux pourraient être rattachés avec le culte au Mars celtique
(Ross,1967,342).
Les
pendentifs
incorporent
une
ornementation
complémentaire basée sur des images faisant allusion à la fertilité. Des
éléments niélés représentant des feuilles de vigne, des pampres et
d'autres symboles rattachés à la viticulture, ou les glands terminaux de
quelques pendants, suffisent à donner l'exemple sur ce point. Dans
n'importe quel cas, il n'est pas nécessaire de justifier la fonction
apotropaïque de ces objets, si nous tenons compte que jusqu'à ce siècle,
en contextes ruraux, les harnais équins incorporaient de l'artisanat
métallique aux significations symboliques, comme la croix, le soleil, la
lune ou des scènes en relation avec la récolte (Vince, 1968).
La variété typologique qui caractérise cette classe d'objet est
écrasante. Pour le seul I° s. ap. J-C., Bishop a distingué 11 espèces
principales qui se subdivisent à la fois en de nombreuses sous-espèces
(Bishop, 1988, 96-98). Si nous tenons compte, en plus, que la
classification de Bishop reprend uniquement les pièces associées en toute
sécurité à l'attelage équin, en écartant ainsi celles utilisées comme
pendants de ceinturons ou les décorations de véhicules terrestres, nous
constaterons la richesse morphologique que cet ornementation atteint
durant la période romaine (64). La majorité de ces pendants s'utilisèrent
conjointement avec des phalères, en accrochant les deux éléments au moyen
d'un anneau, d'une ganse ou d'une charnière, comme nous l'expliquons dans
l'introduction de ce chapitre. Néanmoins, beaucoup de types dont parle
Bishop, continuèrent à être en usage durant les siècles suivants, surtout
les plus simples (en forme de goutte, losangique, etc.) ou ceux qui
jouirent d'une célèbre tradition, comme les lunules. Ceci confère à la
typologie de cet auteur, une valeur nuancée qui n'est pas temporaire et
d'autant utile comme base pour élaborer une typologie globale de ce type
d'objets.
Les pendants trifides, c'est à dire ceux divisés en trois partie
différenciées, sont les plus représentatifs du premier siècle et
composent le type 1 de Bishop, s'employant toujours associés à la
phalère. Concrètement l'exemplaire que nous présentons, provenant d'Ocaña
(Tolède)
____________________
(62) Nous n'approfondirons pas plus ce type de pièces, du fait qu'eeles
ont eu le privilège d'être un des rares bronzes habituellement traité
dans la recherche péninsulaire, dont on a tellement parlé d'un point de
vue artistique et symbolique, que nous nous remettons au récent travail
de Cano sur ce thème (1993).
(63) Nous n'incluons pas dans ce travail les pendeloques phaliques, en
partie parce que nous les avons déjà fait connaître dans un article
antérieur (Zarzalejos; Aurrecoechea; Fernandez Ochoa, 1988), et d'autre
part pour le caractère ambigü de ces objets dont il est difficile de
faire une interprétation.
(64) Nous laissons de côté le shéma typologique de Boube-Piccot (1964,
160-162) beaucoup plus simple, dans lequel sont uniquement reprises trois
catégories, parmi lesquelles s'inserrent les pendants trifides et ailés
de Bishop; tout comme celui de Lawson, qui recueille une douzaine de
classes principales (Lawson, 1978, 147-153).
(fig.6,6) appartient à la sous-classe 1.l (65). Bien que beaucoup de
variantes existent sur un
même thème, les versions les plus communes
possèdent un lobe central en forme de feuille. Un motif usuel est la
feuille de chêne, dans le lobe central, flanquée de deux glands
terminaux. Elles comptent, au moins, avec une décoration complémentaire
basée sur la technique du niélé, centrée sur le thème de la viticulture,
où apparaissent des feuilles de lierre, des pampres et des vrilles, une
ornementation qui a récement fait l'objet d'une systématisation de la
part de Brouwer (1982). Temporalement les pendants trifides commencent
sous le règne de Claude, sans que
semble-t-il, on connaisse des
exemplaires plus précoces, s'agissant de pièces d'une large dispersion
géographique centrée sur les campements militaires nord-occidentaux de
l'Empire, bien qu'on ne puisse les qualifier de très commun d'un point de
vue quantitatifs (Bishop,1988,96 et 98). La phalère la plus ancienne que
possède un pendant de ce type, documenté scientifiquement, est une pièce
de Xanten avec l'inscription PLINIO PRAEF(ECTO) EQ(UITUM), commandant
d'une aile de Germanie au cours de la fin des années quarante ou dans les
années cinquante (Jenkins,1985,157). Un pendant de Scamnum Tribonorum
(Caerleon), en tout point semblable à l'exemplaire dont nous parlons,
compte avec une chronologie définie pour être inséré dans la phase I-II
du
Campement,
daté
entre
65
et
100
ap.
JC.(Zienkiewicz,1995,108,fig.37,9). En Espagne on a trouvé des exemplaires
trifides dans le Tosal de Manises (Alicante (Belda,1945,165,planche 74),
ainsi qu'une paire dans la nécropole de Tarragone (Serrá Vilaró,1929,128129, planche 56,3,n°2) (Serrá Vilaró,1934,76,planche 29,fig. d, 8), à
ceux-ci
il
faudrait
probablement
ajouter,
une
pièce
d'Arcóbriga
(Caballero,1974,90,fig.22,33).
Dans le numéro 7 de la typologie de Bishop s'incluent les pendants
appelés
"tête
d'oiseau"
ou
"ailé"
("bird-headed"
ou
"winged",
respectivement dans la terminologie anglosaxonne). Le nom provient de la
décoration qui présente l'extrémité crochue insérée dans la phalère,
semblable à une tête d'oiseau. En outre, si la terminaison supérieure
représente une tête d'oiseau, le reste de la pièce pourrait être
interprété, de façon un peu imaginative, comme les ailes de celui-ci.
Cette variante de pendants du I° s. est une des plus représentées parmi
nos exemplaires, correspondant à celle-ci les deux pièces de La
Bienvenida (Ciudad Real), tout comme celle d'Ocaña, Ocaña 2, Magán
(Tolède) (fig.6, 1-5) et La Capellanía (Bienservida, Albacete) (Abascal;
Sánz,1993,82,n°203) (66). A part ceux-ci, nous ne connaissons que des
exemplaires
hispaniques
de
cette
catégorie,
à
Solsona
(Serrá
Vilaró,1923,24, planche XIV, C) et à Ampurias, apparus dans des fouilles
anciennes (67). Toutes les pièces espagnoles que nous avons signalé sont
formellement semblables, ce qui pourrait indiquer non seulement un même
moment chronologique pour toutes celles-ci, sinon aussi un même contexte
militaire. Pour Deimel, au début, elles furent réalisées en recoupant
une feuille de métal (généralement en laiton) pour plus tard être
produite au moule (Deimel,1987,96). Les cinq exemplaires qu'il présente
dans son étude sur Magdalensberg sont un bon parallèle pour nos pendants
d'Ocaña, La Bienvenida (fig.6, 1 et 2) et Bienservida, les pièces
germaines
étant
datées
d'Auguste
à
Claude
(Deimel,1987,309-310).
Cependant, pour Oldenstein les premiers modèles, fondus et généralement
niélés ou argentés sont probablement d'origine augustéenne, bien que leur
grande diffusion géographiqueeut lieu durant le règne de Claude (Afrique
du Nord, Germanie, Britanie et Syrie). Du règne de Néron jusqu'aux
derniers flaviens, les pendants fondus sont rares, alors que les
"imitations" en tôle dépourvues de décoration sont très fréquents
(Oldenstein,1985,86-87), une chronologie que nous aventurons pour les
exemplaires hispaniques connus. A cette temporalité correspond un
parallèle identique aux hispaniques en Gaule, appartenant à la phase Vb
de l'occupation de l'oppidum de Sablas, datée entre 75-100 ap. J-C.
(Feugère;
____________________
(65) Bishop offre des exemplaires similaires trouvés à Fremington Hagg,
Greensforge, Höfhein, Hüfingel, Neuss, Oberstimm, Risstissen, Valkenburg,
Wiesbaden et Volubilis (Bishop, 1988, 114 et 146), bien que la liste
complète des spécimens doive être beaucoup plus longue, comme des pièces
que nous connaissons et qui ne sont pas citées par Bishop.
(66) Le pendant d'Albacete a été publié dans le catalogue de bronzes du
musée d'Albacete, bien qu'interprété de façon erronée comme "couvercle de
pichet", puisqu'il est inséré dans le chapitre de la vaisselle
métallique.
(67) Nous croyons encore inédits les deux fragments de pendants
d'Ampurias, conservés dans le musée de Gérone.
Tendille,1989,155,fig.111,281). La série des pendants en tôle recoupée
jouit d'une large diffusion, tant en Gaule qu'en Hispanie, un fait à
détacher à cause de ces deux provinces qui se trouvent sous-représentées
sur les cartes de distribution connues jusqu'à maintenant, comme celle
réalisée par Böhme (68). Feugère a signalé que ces pendants sont,
probablement, le modèle le plus diffusé en Gaule, par rapport à la
Britanie, où les pendants trifides seraient plus abondants, une
conclusion que l'on pourrait extrapoler pour l'Hispanie, du moins dans
l'état actuel de la recherche (Feugère,1983,59) (69). Les exemplaires de
Gaule, bien que malheureusement pour leur majorité manquent de contexte
stratigraphique, sont datés grosso modo de la première moitié du I° s.
ap. J-C. (Depeyrot; Feugère et Gauthier,1986,120).
Un autre pendant de La Bienvenida (fig.5,3) paraît être en relation
avec la variante 3c de Bishop, du I° s. aussi, mais comparativement
beaucoup plus rare que ceux vus antérieurement. En Hispanie nous ne
connaissons seulement qu'une paire d'exemplaires peltiformes provenant de
San Josep (Castellón) (Rosas,1980,201-202, fig.2,9) (70), et Monturque
(Cordoue) (Galaeno; Gil,1994,64,n°29), auquxels il faudrait ajouter un
pendant douteux d'Arcobriga (Caballero,1974,92,fig.22,35). La temporalité
initiale de ces pièces pourrait se fixer dans
la deuxième moitié du
premier
siècle,
conformément
au
pendant
niélé
de
Pîtres
(Fauduet,1992,113,n°857).
Les pendants en forme de de goutte, comme celui trouvé à Ocaña 2
(fig.6,7) se rattachent au type 5, en étant une trouvaille très commune
et versatile. La pièce tolédane est en relation, exactement, avec la
variante 5f de Bishop. Le splus petits furent employés pour décorer les
ceinturons, les lanières de cuir des "tabliers" (ou "apron" en anglais)
des légionnaires ou comme pendentif central des pendants luniformes. Les
pièces de plus grande taille furent directement utilisées sur les
phalères. Leur versatilité reste aussi confirmée par un exemplaire
réutilisé comme applique décorative sur le fourreau d'un poignard
wisigoth, trouvé à Tolède même, cette fois dans la sépulture 45 d'El
Carpio de Tajo (Ripoll,1985,72,fig.12,n°3 et 4). En ce qui concerne notre
exemplaire, nous croyons qu'il s'agit d'un bronze complémentaire pour un
pendentif en forme de croissant, comme paraît l'indiquer un parallèle
trouvé sur l'oppidum de Sablas en Gaule. Le pendant français apparut
associé à une paire d'éléments décoratifs qui furent mis, symétriquement,
sur les côtés latéraux d'une tête équine, datable entre 10 av.J-C. et 20
ap. J-C., pour être immergé dans la période IIIde l'occupation du village
(Feugère; Tendille,1989,147,fig.104,176-177). Une chronologie similaire,
jusqu'aux débuts du I° s. ap. J-C., que nous proposons pour la pièce
tolédane. Un autre parallèle français identique apparut à Saint-Saturnin
(Hérault) (71).
La même versatilité caractérise d'autres pendants plus simples,
comme ceux de La Bienvenida (fig.5,2), Culebras (Cuenca) et Villas Viejas
(Cuenca), dont la chronologie ne peut être concrète.
L'exemplaire de
Culebras
(Cuenca)
(fig.5,4)
compte
avec
une
pièce
similaire
à
Richborough, qui est fixée comme pendentif central sur un pendant en
forme de croissant, en
J-C. (Cunliffe,1968,97, planche 39,146), alors
que celui de Villas Viejas (fig.5,5) garde des
___________________
(68) Par cet aspect il est important de faire connaître de nouveaux
exemplaires apparus en Hispanie, dans le but de disposer d'un catalogue
plus exhaustif de ces pièces.
(69) Feugère élargit l'inventaire développé par Böhme avec les pièces
françaises (Besançon, Roanne, Vienne, Aumes, Pomérois, Agde, etc.) en
indiquant que leur distribution comprend la partie méridionale de la
Britanie, le limes rhénodanubien et la Gaule depuis la Narbonaise
(Feugère,1983,59).
(70) Rosas date la pièce au IV° s. en se basant sur des critères
stylistiques, raisonnement que nous ne considérons pas valide à cause de
ce que le motif ajouré peltiforme que l'auteur estime caractéristique de
la romanité tardive n'est pas exclusif de celle-ci, bien que les
chercheurs espagnols aient tendance à faire l'erreur de dater tardivement
les bronzes décorés de peltes.
(71) Communication personnelle de M. Feugère, qui nous a fait passer le
dessin de cette pièce, encore inédite.
similitudes formelles avec une autre pièce complète de Verulamium datée
de 140-150 ap. J-C. Autant l'un comme l'autre auraient pu faire partie,
aussi, de terminaisons de ceinturons ou des classiques "tabliers"/"apron"
militaires des débuts de L'Empire,
si nous les comparons avec les
diverses trouvailles des tours du Mur d'Hadrien. Dans cette tonique non
temporaire à laquelle nous avons fait référence, nous engloberions aussi
les pièces d'El Quinto (Tolède) et Valeria (Cuenca) (fig.5, 1 et 6), pour
lesquelles nous voulons signaler chacun des parallèles trouvés à
Tarragone (Serrá Vilaró,1928, planche 35,4,n°5), l'un d'eux, similaire à
l'exemplaire
de
Cuenca,
présente
aussi
des
perforations
(Serrá
Vilaró,1929,planche 57,n°3) (72). Des pendants similaires à celui de
Valeria sont aussi ceux de Méle et Aspiran (Hérault) (73).
Le pendant ajouré de Villasequilla de Yepes (fig.6,8) a ses
parallèles les plus proches dans chacune des pièces marocaines de
Volubilis et Tanger (Boube-Piccot,1980,148,n°179 et 630-631).
Enfin un pendant de Puente Biezma (Madrid) (fig.6,9), nous met sur
la piste d'un facteur qui n'a pas encore été pris en compte: la présence
de perforations sur la plaque des pendentifs en question, probablement
destinées à fixer le bronze au cuir, afin d'éviter l'abrasion résultant
du continuel frottement du métal sur la peau de l'animal. Beaucoup de ces
perforations sur les pendants romains, ont été effectuées au moment de la
fabrication, ce qui fait que c'est leur utilité qui en fit une nécessité.
Peut-être que le pendentif en question nécessitait cette "retouche" du
fait qu'il était suspendu à la phalère qui unit la courroie de la
poitrine avec la martingale. Cependant la position sur le harnais, serait
plus facile et plus pratique en l'accrochant à la lanière qui parcourt
longitudinalement la partie arrière, c'est à dire la martingale. Des
exemplaires trouvés à Inota, confirment sa localisation certaine entre
ces deux courroies (Palagy,1986,389-397, planche 7, n°39. Une autre
possibilité c'est que les perforations servirent, simplement, pour placer
des rivets qui fixèrent un fourreau arrière en cuir. Le pendant de Puente
Biezma compte avec des parallèles formel, qui possèdent aussi des
perforations. Nous nous référons à chacunes des pièces trouvées à
Kingsholm (Gloucester) (Hurst,1985,fig.11,n°1 et 3).
E.- LES BOUCLES ET AUTRES SYSTEMES DE BOUTONNAGE
La boucle en bronze argentée d'Ocaña et la plaque nielée provenant
du même endroit (fig.7,5 et 6) appartiennent à une attache d'attelage,
les deux pièces correspondant à une agrafe femelle, respectivement
inscrites aux formes F71 et F72 de Jenkins. Leur fonction serait, en
général, d'assembler les courroies latérales du harnais à la selle, alors
que la forme en "trou de serrure" de notre boucle est en relation avec le
passant-agrafe ou l'agrafe mâle, en forme de "T" que possédait la
courroie complémentaire, comme il a été démontré à travers la découverte
du harnais de Leiden. Autant d'un point de vue morphologique que
décoratif, elles s'apparentent avec la série de bronze d'attelage du
Haut-Empire
plus
luxueuse
que
nous
connaissons,
représentée
par
l'ensemble
qui
compose
le
mobilier
équin
complet
de
Xanten
(Jenkins,1985,149-159,fig.14) et celui du trésor de Fremington (Reeth,
Yorkshire) (Craddock et alii,1973,9-17). Plus modeste, puisqu'elle ne
présente pas de motifs argentés ou nielés qui orneraient sa surface, et
bien qu'elle appartienne à la même catégorie de bronzes que nous
étudions, c'est la plaque de Chozas de Canales (Tolède) (fig.7,7). Ces
attaches ont été très communes sur toute la frontière nord de l'Empire
Occidental durant le premier siècle, en pouvant apprécier la chronologie
de la plaque nielée d'Ocaña dans la seconde moitié du I° s. ap. J-C.,
moment
pour
lequel
ce
type
d'ornementation
est
caractéristique
(Fauduet,1992,119), bien que nous connaissions des plaques temporalement
antérieures, comme celle du Camp d'Aulnay-en-Saintonge datée de 20-30 ap.
J-C. (Feugère,1993,32).
____________________
(72) Les trois pièces de Cuenca sont déposées dans le Musée archéologique
de Cuenca; celle de Valeria avec le n°74/15/759 et les deux autres sans
numéro d'inventaire. Nous devons signaler que le pendant de Culebras est
argenté.
(73) Communication personnelle de M. Feugère.
Par rapport aux appliques annelées ("button-and-loop fastener",
selon
la
terminologie
anglaise)
nous
prendrons
en
compte
la
classification élaborée par Wild, qui plaide pour l'emploi de ces objets
dans l'équipement militaire, puisque la majorité ont été trouvés dans des
enclaves militaires (Wild,1970,146). Les pièces madrilènes de Valdocarros
(fig.7,12) et Camino de los Afligidos (Alcala de Henares) (Fernández
Galiano,1976,66,fig.29,19) sont inscrites au type Vc de Wild, datées
selon cet auteur au II° s. ap. J-C. (Wild,1970,139-140,fig.1), bien que
quelques trouvailles, comme celles de Conímbriga et Hod Hill, indiquent
qu'elles étaient déjà communes sur des gisemens flaviens et pré-flaviens
(74). Des pièces similaires ont été trouvées à Caerleon, High Rochester,
Manchester, Kirkby Thore, Corbridge, Newstead, Trapain Law, Mainz et
Strasbourg
(Wild,1970,151-152,
n°74-86),
Magdalensberg
(Deimel,1987,79,n°7,10
et
11),
Stockstadt,
Zugmentel,
Saalburg
(Odenstein,1976,185-186,n°680-684),
Fremington
Hagg
(Webster,1971,124,n°77), etc. La fonctionnalité de ces objets n'est pas
encore bien définie, bien que quelques auteurs plaident pour leur usage
dans l'équipement personnel plus que dans l'équin, à cause de la
fragilité et la taille de quelques uns de ces bronzes. Ainsi, grâce à
leur ressemblance avec quelques éléments d'ancrage employés sur des
ceinturons militaires, ils pourraient avoir servi pour fixer la courroie
qui supporte le poignard sur le cingulum (Feugère,1983,51), une thèse
déjà
lancée
par
Wild
conformément
aux
découvertes
de
Mainz
(Wild,1970,146). En ce qui concerne l'applique annelée de Maqueda
(Tolède) (fig.7,13), nous signalerons son appartenance au type IX de Wild
(Wild,1970,142-143,n°131-135), qui la date dans la période tardive, bien
que la chronologie puisse se voir modifiée par la variété morphologique
et dimentionnelle qu'offrent ces objets. A Sablas, inséré dans la phase
III de l'occupation de l'oppidum et daté entre 10 av.J-C. et 20 ap. J-C.,
nous comptons avec un parallèle pour la pièce tolédane, bien que pour le
cas
français
l'anneau
soit
triangulaire
(Feugère;
Tendille,1989,147,fig.104,174). Du fort de la frontière d'Osterburken
provient un autre exemplaire similaire, daté entre 150 et 260 ap. J-C.
(Wild,1970,143). En Hispanie nous connaissons une autre applique annelée
du même type que celui de Maqueda, trouvée à Ampurias (75).
III. - LES APPLIQUES RIVETEES
Ces appliques sont une trouvaille fréquente dans l'archéologie
hispano-romaine, qui apparaissent souvent dans des contextes tardifs et
desquelles nous avons fait un travail de synthèse que nous avons publié
récemment (Aurrecoechea 1994). Nous voulons maintenant nous centrer sur
quelques unes d'entre-elles, précisément celles qui doivent s'inscrirent
indiscutablement
au
monde
militaire,
puisque
leur
morphologie
réinterprète des modèles qui règnent dans les cercles militaires, ou
parce qu'elles compte avec des parallèles identiques trouvés dans des
contextes militaires du Limes et d'un usage exclusif parmi les troupes
romaines (76).
Sans aucun doute le groupe le plus intéressant, avec celui des
appliques rivetées en "Hélice" desquelles nous parlerons plus loin, est
celui des appliques hexagonales du III° s. ap. J-C., inscrit au groupe
IIc de la typologie proposée (Aurrecoechea,1994,161). Son intérêt vient
du fait que non seulement il s'agit d'un modèle d'applique uniquement
employé en milieux militaires, mais qu'en plus leur aire de dispersion
est restreinte, en étant en plus numériquement rares, ce qui pourrait
indiquer leur rattachement avec un groupe armé concret. A cela il
faudrait ajouter
____________________
(74) L'applique annelée portuguaise est datée de l'époque pré-flavienne,
alors
que
celle
de
Hod
Hill
est
claudio
-néroniènne
(Alarcao,1979,98,fig.21,84).
(75) Nous croyons inédite la pièce déposée dans le Musée de Gérone
(76) Nous refuserons quelques types d'applique bien que pour cela nous
comptions avec des pièces identiques sur le Limes, bien qu'elles furent
employées en contextes militaires, elles ne sont pas représentatives de
ceux-ci, puisqu'on en a trouvé en grand nombre dans des milieux civils.
C'est le cas, par exemple, du bouton en forme de coquillage sans
provenance (Aurrecoechea,1994,n°114) avec un parallèle identique à
Faimingen; ou celui à la tête ovale du Cerro de los Angeles (Madrid)
(Aurrecoechea,1994,n°65), ressemblant en tous
points à ceux apparus à
Zugmentel et Saalburg (Oldenstein,1976,n°700,715-717).
l'homogénéité formelle qui les caractérise, de telle façon que l'on
pourrait postuler pour un unique atelier de production pour ces pièces.
Oldenstein donna une première liste avec les spécimens apparus à Saalburg
(3
exemplaires),
Niederbrider
(2
pièces)
et
Zugmentel
(Oldenstein,1976,137-139,planche 34,267-272). En Gaule on trouve celles
de Caen (Calvados), Mediolanum (77), la Saône, un sans contexte du Musée
Denon à Chalon-sur-Saône (Boucher,1983,115,n°95-96) et une autre paire de
provenance
inconnue
déposée
dans
le
musée
de
Vienne
(Boucher,1971,214,n°867-869). En Britanie apparut une applique de cette
catégorie à Dalton Parlours (Yorkshire), inscrite dans une phase de
transformation de la villa, datée des débuts du III° s. ap. J-C.
(Black,1994,107-108,fig.6,27) (78). D'autres pièces de Britanie sont
celles de Woodcok Hall (Norfolk) (Brown,1986,fig.28,199), High Easter
(Kelvedon) (Wickenden,1988,242-243,fig.6,35), South Shields (AllasonJones; Miket,1984,n°870-871), Housesteads, Chesters, Brough-on-Humber,
South-Ferriby, Colchester et Newstead (Allason-Jones; Miket,1984,237). En
Hispanie nous comptons trois exemplaires trouvés tous ceux-ci dans notre
région d'étude, comme celui d'Ocaña (fig.8,7) (Aurrecoechea,1994,n°67) et
la paire de Vilasequilla de Yepes (Tolède) (fig.8, n° 5 et 6). Associés à
ces appliques on trouve des pendants cordiformes avec une terminaison en
forme de "phalus", qui sont venus avaliser leur fonction apotropaïque,
puisque sur ces appliques fusionnèrent, aussi bien l'élément essentiel
féminin, représenté avec la vulve qui orne le centre de l'applique, que
le masculin, présent sur le pendentif. Ces pendants étaient suspendus à
l'orifice que comptent quelques pièces, comme l'une de Villasequilla de
Yepes (fig.8,5). Un pendentif de ce type est représenté par une des
appliques de Saalburg et une autre de Housteads (79), d'autres exemples
sont:
les
quatres
de
Zugmentel,
Wiesbaden,
Cannstatt
(Oldenstein,1976,planche 34,260-266), Tourtres, Pouzolles (Reyne-Martre)
(80),
Vireux-Molhain
(Lemant,1985,69,fig.66,9),
Cirencester
(Webster,1958,74,n°31), South Shields (Allason-Jones; Miket,1984,n°660)
et Dura Europos (Frish; Toll,1949, planche 4,47-49). Récemment sur notre
aire nous avons l'unique pendant de cette classe trouvé en Hispanie, nous
nous
référons
à
celui
de
Los
Villares
(Balazote,
Albacete)
(Abascal;Sánz,1993,92,n°220) (81). Finalement, il existe une autre
catégorie d'attelage, qui tout en partageant le même shéma morphologique
que les pendants décrits, ont un système de fixation à la lanière de cuir
aux moyen d'appliques, dans certains cas, et chacun un appendice pointu,
par ailleurs. Parmi ceux-ci il faut citer l'applique cordiforme
britanique
de
Colchester
(Webster,1958,76,n°56);
les
appliques
germaniques de Zugmentel, Saalburg et Wiesbaden (Oldenstein,1976, planche
66,857-860);
les
appliques
cloutées
du
Viel-Evreux
(Fauduet,1992,109,n°829 et 829 bis); et les appliques françaises de Meaux
(Seine-et-Marne), Bolards (Côte-d'Or), Loubers (Tarn, Midi-Pyrénées) (82)
et Vireux-Molhain (Lemant,1985,64,fig.61,4). De même que pour le cas
précédent, pour la province d'Hispanie nous comptons avec un seul
exemplaire apparu aussi sur la zone tolédane: l'applique de Villasequilla
de Yepes (fig.8,3). La pièce en question nous oblige à introduire une
nouvelle variante dans la typologie proposée pour les appliques
hispaniques, une possibilité déjà envisagée et pour laquelle nous avions
conçu un shéma suffisament flexible afin de pouvoir intégrer les nouveaux
modèles avec facilité. La famille J des appliques cordiformes serait
____________________
(77) Reprises sur: Catalogue du mobilier gallo-romain trouvé à Caen.
Fouilles archéologiques 1974-1982, p.39,planche 37, n°81-57.
(78) Nous aborderons dans nos conclusions l'interprétation qu'offre le
chercheur anglais pour expliquer l'apparition de ces bronzes militaires,
et d'autres aussi, en villae britaniques.
(79) A Housteads est apparue une applique hexagonale incomplète avec son
pendentif et un pendant isolé de la même catégorie. Nous remercions
Lindsay Allason-Jones pour nous avoir fait connaître ces deux pièces, qui
sont actuellement étudiées par cet auteur pour le compte-rendu
correspondant à la fouille.
(80) Nous connaissons les pièces de Gaule grâce à une communication
personnelle de M. Feugère.
(81) La pièce a été interprété de façon erronée comme applique d'anse de
récipient, si bien que ses dimensions et sa morphologie ne font aucun
doute sur son appartenance au groupe que nous étudions.
(82)Inclus dans: Collection du Musée de Meaux, Catalogue 1984, p.170 et
172, planche 9, n°544; et dans Gallia, n°36,1978, p.203, fig.27,n°16.
maintenant divisée en deux variantes: la J.1, au contour cordiforme
simple (dans laquelle s'intègrerait tous les exemplaires hispaniques
connus jusqu'à maintenant, à l'exception de celui de Villasequilla) et la
J.2, qui engloberait les appliques avec un "coeur" terminé par une
prolongation rectangulaire similaire à un phallus. La terminaison
cordiforme de courroie, trouvée aussi à Villasequilla (fig.7,10) pourrait
être rattachée à ces garnitures.
Il faut s'interroger sur la raison de la concentration des appliques
de la catégorie II-C et II-J.2 sur l'aire de Villasequilla, où sont
apparues trois pièces, et Ocaña, surtout si nous prenons en compte
qu'elles sont un type d'objet pas très fréquent sur les autres zones de
l'Empire (83). Sur ces gisements mêmes apparaissent d'autres garnitures
propres
du
troisième
siècle;
comme
l'applique
rectangulaire
de
Villasequilla (fig.8,4) appartenant à notre type II-G, pour lequel on
pourrait
citer
les
spécimens
identiques
du
Vieil-Evreux
(Fauduet,1992,109,n°823) et Vireux-Molhain (Lemant,1985,68,fig.63,34); ou
la grande applique peltiforme de ce même gisement tolédan (fig.7,1). Du
III° s. aussi, et bien connus dans les campements militaires du Limes, se
sont les appliques circulaires avec un umbo central appartenant au type
II-A.1.b.2, qui de même que le groupe hexagonal présente une grande
homogénéité formelle (Aurrecoechea,1994,159). Trois d'entre eux ont été
trouvé
à
Niederbieber,
douze
à
Zugmentel
et
un
à
Saalburg
(Oldenstein,1976,172-173,
planche
49),
ainsi
que
vingt-six
qui
accompagnaient le char de Frenz (Lehner,43,fig.4,3). Du Maroc il s'agit
de celles trouvées à Volubilis et Banasa (Boube-Piccot,1980,168, n°226;
et 269, n°432). En Hispanie nous connaissions celle de Vilauba (Gérone)
et celle de Velilla de San Antonio (Madrid) (fig.8,1), l'exemplaire de
Gérone
étant
daté
stratigraphiquement
entre
325-350
ap.
J-C.
(Aurrecoechea,1994,n°55 et 56), auxquelles il faudrait ajouter une
nouvelle applique du type II-A.1.b.2 à Ocaña (fig.8,2). Sur ce même
gisement tolédan d'Ocaña nous trouvons une autre applique circulaire
apparentée à la précédente : nous nous référons à une inédite du type IIA.2.b.2 (fig.8,8). Les appliques de cette dernière famille, contrairement
à ce qui arrive avec les autres, embrassent une large surface de
dispersion péninsulaire, en étant documentées sur La Olmeda (Palencia),
Iruña (Alava), Motrico (Guipúzcoa), Los Tolmos (Soria), Cabriana
(Burgos), Cástulo (Jaén), Cal Mercader (Barcelona) y Mérida (fig.8,9)
(Aurrecoechea,1994,174). Celles apparues sur des campements du Limes sont
les six de Niederbierber, les deux de Holzhausen, la paire de Saalburg,
etc. (Oldenstein,1976,186-187, planche 56). Les marocaines de Volubilis,
les belges de Celles-lez-Waremme et les suisses sont celles apparues à
Augst (Boube-Piccot,1980,168,n°223-225). Une découverte dans la nécropole
à caractère militaire est celle de la tombe 185 de la nécropole de
Laukhills (Clarke,1979,fig.79). D'un point de vue quantitatif nous
disposons d'une importante série d'appliques
circulaires avec deux
rivets inscrite au gisement du Vieil-Evreux, où l'on a découvert neuf
exemplaires. L'emplacement en question pourrait avoir un caractère
militaire (Fauduet,1992,106,n°749-758). La chronologie initiale du type
II-A.2.b.2 se situe entre 180 et 190 ap. J-C. sur les campements
germains, c'est bien le II° s. qui fut l'époque de grande diffusion,
comme l'attestent les fouilles de Mediolanum (VV. AA., 1979, planche 51,
n°242). Un exemple de ce type d'applique a été trouvé dans la tombe à
incinération d'un probable officier romain à Bruiu (Dacie), associé à une
boucle rectangulaire et une fibule qui datent l'ensemble de la moitié du
troisième siècle (Petculescu,1991,211,fig.2). Cependant, les exemplaires
hispaniques paraissent être plus tardifs, bien qu'aucune pièce de cette
classe
soit
apparue
en
contextes
avec
une
datation
absolue
(Aurrecoechea,1994,166).
Les appliques peltiformes sont, à la différence, celles qui sont
apparues sur notre sol en plus grand nombre. Parmi celles-ci il est très
difficile de détacher celles qui sont authentiquement
_____________________
(83) Fauduet a réalisé un inventaire des boutons et appliques militaires
de la zone d'Evreux, afin d'éclaircir les raisons de leur présence dans
une zone dans laquelle ne sont pas attestés les contingents militaires et
de dicerner les modèles les plus courants (Fauduet,1992,110). Parmi ces
types documentés par l'auteur, le plus notable numériquement parlant est
le groupe des peltes, suivi de près par les appliques circulaires et les
cordiformes terminées par une barre rectangulaire.
militaires de celles qui eurent un usage civil (84). Ce n'est que dans le
cas des pièces trouvées à Veguilla de Oreja (Madrid) (fig. 8,11) et
Chozas de Canales (Tolède) (fig.8,12) que l'on peut postuler leur
insertion dans le monde militaire. L'applique madrilène avec quatre
peltes
est
insérée
dans
le
type
IV-I.3.a
de
notre
typologie
(Aurrecoechea,1994,n°119) et appatient à une catégorie de peltes qui
présentent une moulure qui parcourt le contour des feuilles et la partie
supérieure des volutes latérales. Elle jouit d'un parallèle identique
trouvé à Feldberg (Oldenstein, 1976,planche 34,275), dont la réciprocité
formelle et dimensionnelle est telle qu'elle nous amène à postuler
qu'elles aient été produites dans un même moule. D'autres peltes
similaires sont ceux apparus à: Niederbierber, Saalburg, Zugmentel
(Oldenstein,1976,n°276,630-632), Dura-Europos (Frisch; Toll,1949,planche
III,29),
Chesters,
Langton,
South
Shields
(Allason-Jones;
Miket,1984,238,n°884) et celui déposé dans le Musée de Trévise
(Galliazzo,1979,218,n°8). A Banasa apparut une autre applique presque
identique, bien que la pièce marocaine compte deux anneaux latéraux où
s'enfilent d'autres peltes rivetés (Boube-Piccot,1980,254,n°419). Enfin,
de Tourbes (Hérault) provient une autre applique très similaire avec
quatre peltes (85), et à Dura-Europos il a été trouvé une applique avec
quatre rivets, dont la syntaxe décorative coïncide avec notre bronze
madrilène (Frisch; Toll,1949,planche III,26). L'applique peltiforme avec
un pendant, de Chozas, a une attribution militaire beaucoup plus
douteuse, des exemplaires similaires sont documentés à Vieux-Port
(Fauduet,1992,106,n°781). Nous ne voulons pas omettre de nous référer à
d'autres appliques peltiformes apparues dans notre région d'étude et qui
demeurent inédites, puisque leur caractère exclusivement militaire est
discutable elles complètent le panorama des pièces que nous avons à
Tolède et à Guadalajara. Ce serait les appliques de la catégorie II-I.3.b
de Marchamalo (Guadalajara) (fig.8,13), Mazarambroz (Tolède) (fig.8,14)
et Mondejar (Guadalajara) (fig.9,3); celles du type II-I.2.a de Borox
(Tolède) (fig.9,4) et Marchamalo (fig.9,5); ainsi que ceux de la classe
II-I.1
(fig.8,10)
et
II-I.3.a
(fig.9,1)
d'Albalate
de
Zorita
(Guadalajara). Les appliques de la catégorie II-I.1, c'est à dire les
écussons simples, sont une fréquente trouvaille en France, où elles sont
datées du III-IV° s., en étant inscrites à quelques installations
militaires bien datées, comme la fortification de Vireux-Molhain. Dans ce
dernier gisement on trouva une série de pièces identiques à celle
d'Albalete de Zorita, associées au niveau de l'incendie de 350 ap. J-C.
(Lemant,1985,56,fig.60,11-12).
Une
mention
spéciale
méritée
par
l'applique avec quatre écussons inscrits dans un cercle, elle a été
trouvée à Borox (fig.9,2) et appartient au type II-I.2.a, des parallèles
formels plus proches se trouvent sur quelques phalères pour des
attelageset des appliques annelées de baudriers, du III° s., comme ceux
de Lengyel (Sellye,1969,planche 191,1-2), Solua, Volubilis, Banasa
(Boube-Piccot,156,n°201
et
386)
et
Dura-Europos
(Frisch;
Toll,1949,planche 1, 6 et planche 2, 12). Des appliques circulaires sur
lesquelles s'inscrivent quatre peltes disposées en croix sont, par
exemple,
celles
de
Dunapentele,
Brigieto,
et
Banasa
(BoubePiccot,1980,260,n°430), bien que ces parallèles comptent un nombre
supérieur de rivets. En Hispanie on a trouvé une autre applique avec
quatre peltes ajourés sur la villa de La Olmeda, qui possède un unique
rivet (86).
Comme nous l'avons déjà signalé, une des catégories d'appliques les
plus intéressantes est celle du type II-D, en forme "d'hélice". Elles
dérivent directement des appliques cloutées à la morphologie identique
qui ornèrent une bonne partie des cingula militae tardo-romains, au-delà
des Pyrénées. Les appliques en question ont été documentées, pour la
première fois, comme décoration d'un ceinturon féminin représenté sur une
stèle funéraire d'Intercisa, en faisant apparaître une origine danubienne
pour ces pièces. Elles apparaissent la fois suivante déjà concrétisées en
contexte militaire, comme sur l'arc de Constantinien y sur la mosaïque de
la partie de chasse de Piazza Armerina (Sommer,1984,84). Nous comptons
aussi en Espagne avec
____________________
(84) Les appréciations de Feugère sur le système de fabrication, qui à
cette occasion donne une grande standardisation du produit, sont
intéressantes (Feugère,1983,52-54).
(85) Une communication personnelle de M. Feugère.
(86) Exposé dans le Musée de Saldaña, nous le croyons inédit.
une représentation iconographique de ces éléments, sur un relief
de
Mérida qui commémore la victoire d'un empereur (Arce,1982,359-371,
planche 60-63). Les nécropoles appelées Laetengraber ont été prodigues en
trouvailles de ceinturons avec des "hélices" en bronze, dont on connaît
aussi des exemplaires en argent, comme ceux qui accompagnèrent les
heaumes de Berkasovo. Elles s'associent à une grande variété de boucles
et de plaques, ceci dû à une longue existence. Dans les milieux
militaires on commence à les utiliser durant le quatrième siècle, en
accompagnant les broches de type Sagvar ou Colchester, ou aussi en
s'incorporant à la plaque pour configurer les types Champdolent y Gala et
en continuant à être en usage jusqu'aux débuts du V° s.
Durant cette
période, elles évoluèrent en accroissant leur longueur pour s'adapter à
une mode qui imposait un ceinturon très large, avec des exemplaires
arrivant à mesurer 10,5cm. Le fait que la société hispano-romaine
connaissait les appliques en hélice, à la mode parmi les troupes ultrapyrénaïques, est aussi bien attesté par l'exemplaire de Pompaleo que par
le
relief
d'Augusta
Emerita.
L'applique
de
Pampelune
(Mezquíriz,1978,121,fig.112), comme l'a déjà signalé Pérez RodríguezAragón, est propre de quelques garnitures avec une décoration estampée de
la première moitié du V° s., en pouvant avoir appartenu à une du type
Trier-Muri de Böhme. L'aire de dispersion de ces dernières garnitures est
très restreinte, comme on peut le voir sur la carte fournie par Böhme, ce
qui
donne
un
intérêt
supplémentaire
à
la
pièce
de
Pampelune
(Böhme,1986,fig.24). L'apparition de ces objets sur notre sol, mais
transformés en appliques, en remplaçant les clous qui traversent les
plaques des exemplaires extrapéninsulaires par des rivets fondus, cela
s'explique autant par le prestige social que possède le ceinturon
militaire tardo-romain que par la préférence hispanique du rivet. Cette
ultime circonstance, amène à adopter un shéma ornemental étranger mais en
concordance avec les goûts péninsulaires propres (Aurrecoechea,1994,161).
Néanmoins, à nouveau et comme dans la majorité des cas étudiés dans ce
paragraphe, la distribution géographique des appliques en "hélice" est
très limitée, puisqu'elle se resteint à la frange de terrain comprise
entre la limite sud de la province de Madrid et le nord de celle de
Tolède. Concrètement, la paire d'appliques connue jusqu'à maintenant a
été trouvée à Villarubia de Santiago (Tolède) (fig.9,7) et Bayona de
Titulcia (Madrid) (fig.9,8); alors que les plaques de ceinturon qui
incorporent des hélices, similaires aux broches de type Champdolent/Gala,
ont été trouvées à Borox (fig.1,10) et Ocaña (fig.1,11), des gisements
qui sont très proches les uns des autres. Les parallèles qui peuvent être
ajouter aux deux appliques/boutons de la Meseta devront être cherchés
parmi leurs semblables européens en forme d'applique, puisque leur
système de fixation au cuir les rend uniques, à l'exception de ceux
d'Argeliers (87). Une "hélice" de Servian présente les mêmes échancrures
aux extrémités des pales que l'applique de Villarrubia de Santiago, en
étant
datée
du
V°
s.
ap.
J-C.
(Depeyrot;
Feugère
et
Gauthier,1986,159,fig.58a,2); alors qu'une autre de Zilil compte avec une
morphologie très similaire à la pièce de Titulcia, toutefois l'exemplaire
marocain manque de décoration (Boube-Piccot,1994,112-113,n°191).
Après avoir analysé les appliques à caractère militaire, nous
voulons nous centrer sur d'autres catégories que nous croyons d'intérêt
pour compléter le panorama que nous ébauchons. Tout d'abord nous ferons
allusion aux appliques cordiformes au contour simple inscrites au type
II-J.1, des exemplaires qui gardent aussi certaines connexions avec les
bronzes militaires. Nous croyons cette catégorie, unie à la I.J.1,
exclusive du milieu hispanique (Aurrecoechea,1994,171),
____________________
(87) La garniture d'Argeliers présente des caractéristiques hispaniques
très marquées. Non seulement c'est la plaque rivetée et décorée d'un
motif équin qui est un de ces traits particuliers, mais aussi les
appliques en forme d'hélice, de pelte et de double écusson, tout comme la
contre-plaque avec la figuration d'un cheval, toutes ces pièces ont leurs
meilleurs parallèles sur la Meseta de Castille et, surtout, sur la zone
que nous étudions.
Bien que nous considérions "uniques" les appliques hispano-romaines en
"hélice", à cause de leur système de fixation au cuir, nous connaissons
une pièce anglaise, provenant de South Shields et lamentablement
incomplète, qui pourrait appartenir au groupe d'hélices rivetées que nous
décrivons,
bien
que
son
état
fragmentaire
empêche
une
totale
identification (Allason-Jones; Miket,1984,238,n°888).
bien que maintenant nous connaissions un exemplaire provenant de VieilEvreux, un gisement probablement militaire avec lequel notre zone garde
beaucoup
de
similitudes
de
matériels
(Fauduet,1992,102,n°649).
L'exemplaire français ne compte qu'un seul rivet et possède comme
caractéristique, non documentée sur ses homologues hispaniques, la
terminaison globulaire qui se trouve à la pointe du coeur, un élément qui
le rend semblable au pendant de Saint-Ulrich (Lutz,1972,60,fig.11,7). Une
autre applique rivetée française, avec aussi une terminaison globulaire,
est celle de la fortification militaire de Vireux-Molhain, qui est
associée à une strate du III° s. (Lemant,1985,68,fig.63,33). De même que
son autre compagne française, elle compte un unique rivet, bien qu'elle
présente une caractéristique spéciale qui consiste en un anneau
rectangulaire "cornu" qui lui donne un aspect similaire aux broches
"mâle" du type de notre exemplaire provenant d'Estremera (fig.3,5).
L'apparition de ces deux exemplaires français ne change pas de façon
significative la vision que nous avons de ces pièces, puisque l'on peut
assurer
que
les
appliques
cordiformes
sont
carctéristiquement
hispaniques. De ce fait leur aire de difusion est très limitée, puisque
des quatorze exemplaires connus seuls trois sont apparus hors de
Castille-La Mancha ou Madrid, c'est à dire ceux de Calatañazor (Soria)
(Aurrecoechea,1994,n°110), La Olmeda et l'applique française (88). Sur la
zone que nous étudions, nous connaissions déjà les appliques cordiformes
de Castillejo (Madrid) (fig.10,2), celle décontextualisée de la province
de Tolède (fig.10,7) et une autre sans provenance (fig.10,9); à celles-ci
il faut maintenant ajouter la trouvaille de Villasequilla de Yepes
(fig.10,4) et celles apparues à Borox (fig.10,1), Chozas de Canales
(fig.10,5), Estremera (Madrid) (fig.10,6), Marchamalo (fig.10,8) et une
delaquelle nous ne connaissons pas le gisement bien que nous sachions
qu'il ait été trouvé sur la province de Tolède (fig.10,3). Les appliques
cordiformes hispaniques peuvent être mises en relation avec une autre
catégorie de pièces tardo-romaines: comme le sont les terminaisons de
ceinturon en forme de coeur de la seconde moitié du IV° S., fréquemment
associées aux garnitures avec des boucles en forme de dauphin de cette
période. Peut-être que la fonction de nos appliques, suivant les modèles
en vogue durant le quatrième siècle, fut l'ornement des ceinturons
hispaniques de cette époque, bien que l'on n'ai trouvé jusqu'à
maintenant, aucune de ces appliques clairement associée à une broche de
type Simancas ou une
autre quelconque broche tardo-romaine (89). Le
parallélisme que gardent les appliques cordiformes hispaniques avec
quelques éléments métalliques de la nécropole de Sagvar, pourrait nous
confirmer leur datation tardive. Nous nous référons, concrètement, à deux
bronzes de morphologie identique en ce qui concerne les pièces dont nous
parlons, elles sont apparues dans la sépulture féminine n°54 du cimetière
en
question,
datée
par
la
numismatique
de
346-367
ap.
J-C.
(Burger,1966,174,fig.97,54,n°7-8). Ils seraient aussi connecté avec
d'autres bronzes qui, depuis le Haut-Empire, utilisèrent la feuille de
lierre comme principal élément décoratif, comme c'est le cas pour le
passe-courroie
de
Concarneau
(Rennes)
(Bousquet,1965,340,fig.27),
quelques pendants de phalères, etc., ce qui montre la diffusion du
contour cordiforme parmi les éléments métalliques romains. Enfin, leur
parallélisme avec quelques pièces rivetées trouvées en Gaule et datées du
III° s., comme celle de Vireux-Molhain, pourrait signifier un précédent
immédiat pour nos exemplaires hispaniques; le renseignement intéressant
c'est que les parallèles français proviennent de contextes militaires.
____________________
(88) L'applique de La Olmeda est exposée dans le Musée de Saldaña, où
nous avons pu le voir récemment au cours d'une visite, il est encore
inédit à notre avis.
(89)
Malheureusement
la
totalité
des
exemplaires
connus
sont
décontextualisés, à l'exception de celui de La Olmeda, de ce fait on ne
peut non seulement juger leur fonction mais on ne peut pas plus aventurer
une chronologie précise. Par rapport à leur emploi, il faudrait tenir
compte que quelques uns de ces exemplaires sont d'assez grandes
dimensions, donc ils paraissent plus propres des garnitures d'attelage.
Les appliques circulaires du type I-A.1.a.1 continuent à maintenir
un statut exclusivement hispanique, desquelles nous connaissons huit
exemplaires, dont six ont déjà été publiés (Aurrecoechea,1994,172) et
deux inédits qui ont été trouvés à Puebla de Montalbán (Tolède)
(fig.9,10) et Borox (fig.9,11). La carte de distribution géographique de
ces pièces paraît être centrée, pour le moment, sur la Meseta sud, avec
des représentants sur les provinces de Ciudad Real (1 exemplaire), Madrid
(avec deux spécimens), Tolède (3) et Albacete (1). Hors de cette région
nous connaissons les appliques inédites de la villa de La Olmeda
(Palencia) et Cabriana (Burgos) (90). On peut en dire autant des
appliques I-A.1.a.2 pour lesquelles nous faisons connaître un nouvel
exemplaire à Ocaña (fig.9,9), à part que son aire de dispersion est
beaucoup plus large, puisqu'on en a constaté sur Valladolid, Ségovie, en
Navarre,
à
Castellón,
à
Tolède
et
y
compris
au
Portugal
(Aurrecoechea,1994,172).
Les appliques cruciformes du type I-F paraissent être typiquement
hispaniques, probablement les plus tardives de la série péninsulaire,
tout comme les paraléllismes qu'elles gardent avec les appliques de
l'époque wisigothe (Aurrecoechea,1994,161-162). Bien que nous ne devrions
pas oublier que parmi les éléments métalliques romains à caractère
militaire ce motif décoratif jouit d'une grande popularité, aussi
appliqué aux passes-courroies qu'aux appliques cloutées et y compris aux
appliques rivetées, dont quelques unes présentent une décoration émaillée
(Dawson,1989,fig.4) (Sellye,1939,planche 7,19). L'unique exemplaire de
cette classe qui a été publié, a été trouvé à Velilla (Madrid)
(Aurrecoechea,1994,n°50) auquel nous devons ajouter maintenant une
nouvelle applique trouvée à Puebla de Montalbán (Tolède) (fig.9,6). Bien
que nous ne connaissions que ces deux appliques sur toute la Péninsule,
on doit faire ressortir le fait que les deux sont apparues sur une zone
prodigue en bronzes de typologie militaire, l'aire madriléno-tolédane.
Nous
terminerons
cet
aparté
avec
l'applique
de
Mondejar
(Guadalajara) (fig.10,10), une pièce qui nous oblige à nouveau à créer
une nouvelle catégorie dans notre typologie, la II-Ñ (91) des appliques
losangiques avec deux rivets. Autant sa morphologie que la syntaxe
décorative de son ornementation ajourée la sépare du reste des appliques
rivetées connues en Hispanie, en nous rappellant cependant, quelques
bronzes ajourés du III° s. apparus dans des milieux ambiants militaires,
comme
les
éléments
métalliques
du
ceinturon
de
Cologne
(Heurgon,1958,planche 18, 2).
IV.- LES APPLIQUES CLOUTEES
Sous cette appellation
nous englobons un groupe d'objets
hétérogènes de morphologie très variée, tout comme leur fonctionnalité.
Parmi eux il faudrait distinguer deux catégories: les appliques avec un
appendice postérieur noté et les appliques dont la tige se termine par
une petite tête. Les premières sont celles qu'il faudrait réellement
qualifier de "cloutées" puisque leur appendice transperce le matériel, en
le trouant, et en étant postérieurement riveté. Les autres inserrent leur
tige à travers un orifice pratiqué auparavant, en assurant le bronze au
cuir au moyen d'un anneau ouvert qui se fixait à la tige et qui avait
comme arrêt la tête de celui-ci, un système que l'on peut apprécier, par
exemple, sur l'applique discoïdale de Tiermes, décorée d'un
____________________
(90) Deux exemplaires, provenant de La Olmeda, sont exposés dans le Musée
de Saldaña, restant, à ce que nous savons, inédits. L'un deux a été
trouvé dans la tombe 354, associé à une boucle "cornue" et à un anneau
qui se trouve logé dans le rivet. L'applique de Cabriana est
exposée
dans le Musée Arquéologique de Burgos.
(91) Dans notre shéma typologique publié en 1994 nous
en étions à la
lettre M. Récemment nous avons fait une révision de cette typologie
(Aurrecoechea,1996) pour insérer les nouvelles formes qui sont apparues,
quelques unes desquelles ont déjà été incorporées dans cette étude
puisqu'il est question de pièces de la Meseta sud. Dans la révision en
question nous avons réservé la lettre N pour les appliques figurées avec
une ornementation animalière, comme la panthère avec deux rivets de
Sanlucarejo.
personnage bachique (Argente; Baquedano,1983,414,fig.2). Autant les uns
comme les autres appartiennent indistinctement à des garnitures de
ceinturons et d'attelages (92).
Nous avons déjà inclu deux de nos pièces parmi les bronzes
d'attelage, à cause de ce que leur inscription fonctionnelle n'est pas à
mettre en doute, nous nous référons à une applique peltiforme de grande
taille, de Villasequilla de Yepes, et une autre avec des glands terminaux
(fig.7, 1 et 11), tellement que nous nous centrerons sur les pièces
restantes. Les appliques de Villasequilla de Yepes et Ocaña 2 (Tolède)
(fig.10, 11 et 15) ont la particularité de conserver une couche d'argent
sur la face visible. Les deux sont inscrites dans la catégorie des
appliques géométriques décoratives, très communes durant tout l'Empire,
surtout les circulaires, un motif pour lequel nous renoncerons à offrir
d'autres pièces analogues, bien que la couche argentée de nos pièces
pourrait estimer la chronologie de notre pièce dans le Haut-Empire. Une
autre pièce peltiforme est l'un des bronzes de Villasequilla (fig.10,17),
ainsi qu'une pièce de La Bienvenida (fig.10,12), on peut citer, parmi les
parallèles, ceux de Dura-Europos (Frisch; Toll,1949, planche III, 32).
L'applique cloutée d'El Quinto (fig.10,16) est en forme d'écusson double,
on trouve des pièces analogues mais avec des systèmes de fixation
diférents, comme le sont les appendices perforés ou les rivets, à
Volubilis et à Banasa (Boube-Piccot,1980,170-171,n°232-237 et n°451-453.
Finalement nous comptons avec deux pièces figuratives: le dauphin d'El
Quinto (fig.10,13) et le cheval de Borox (fig.10,14). L'applique en forme
de dauphin s'allie à un groupe de pièces dense qui, comme complément
décoratif d'attelages, utilisa cet animal marin, bien que la taille de
notre bronze plaide en faveur d'une utilisation sur un ceinturon, ou
encore mieux sur un baudrier, puisque sur cette dernière courroie il
était permis de voir les deux faces latérales et la frontale de l'objet,
puisque la pièce était conçue pour être vue sur les quatre côtés comme
s'il s'agissait d'une sculpture même. Bien que pour le dauphin on puisse
citer
de
nombreux
bronzes
conceptuellement
similaires,
nous
ne
connaissons pas de parallèles exacts faisant référence à
l'utilisation
comme applique annelée. Le cheval de Borox a un intérêt spécial, si nous
tenons compte de son parallélisme avec des broches définies de racines
hispaniques puisque notre équidé rappelle deux plaques de ceinturon de
cette catégorie: celle d'Argeliers (Palol,1969,150,fig.25,4) et de SaintJacques-de-Compostelle
(Palol,1969,147,fig.25,1).
Sur
tous
les
exemplaires le cheval est représenté marquant un pas vers la gauche, les
ressemblances morphologiques sont celles qui font références à la
position du cheval et à son traitement stylistique, très accusées sur le
bronze français comme sur le tolédan. Nous n'oublions pas que le
ceinturon d'Argeliers fut orné d'appliques peltiformes, en "hélice", en
écusson double, et en forme de cheval (Zeiss,1934,planche 32,9-14). Ce
dernier, qui a probablement eu une fonction de contreplaque, une position
que nous postulons aussi pour notre exemplaire, garde d'évidentes
analogies avec la pièce dont nous parlons (93). Tout ceci nous fait
penser à une datation du Bas-Empire dans la dynamique des broches
Simancas pour l'applique de Borox, qui serait l'unique représentante sur
le sol hispanique, jusqu'à maintenant, des garnitures représentées par la
broche d'Argeliers, ce dernier exemplaire, qui bien que trouvé sur le
territoire français, répond aux modèles de la province voisine.
Une autre des appliques de Villasequilla (fig.7,8) mérite une
mention à part, pour appartenir à la catégorie des parures de ceinturon
du deuxième siècle, des objets inconnus dans l'archéologie péninsulaire.
Les trouvailles de la sépulture n°10 de Neuburg, en Dacie, datent
approximativement
__________________
(92) Nous avons pu aussi apprécier le système de fixation décrit sur
l'applique delfiniforme d'El Quinto, qui conservait encore l'anneau
inserré
dans
la
tige
la
première
fois
que
nous
l'avons
vu.
Lamentablement, la pièce, qui est conservée dans une collection
particulière, a perdu cet élément lorsque nous l'avons dessinée, c'est la
raison pour laquelle il n'est pas inclu sur le dessin que nous présentons
(fig.10,13).
(93) Il y a aussi la possibilité de ce que l'applique de Borox était en
réalité une applique/bouton qui s'est cassée au niveau de la tige, une
hypothèse qui ne peut être confirmer à cause de l'état fragmentaire de la
pièce.
ce type d'appliques
de la seconde moitié du deuxième siècle
(Hubener,1963-64,20-25,fig. 4-5,n°151-157), les autres parallèles qui
peuvent
être
ajoutés
sont
ceux
trouvés
sur
Volubilis
(BoubePiccot,1994,81,n°101-102).
V. - LA COMPOSITION METALLIQUE
Ce type de pièce jouit du privilège d'être un des bronzes sur
lesquels le plus d'analyses ont été pratiquées dans notre pays (94).
Concrètement, nous nous sommes occupé des appliques dans une publication
récente (Aurrecoechea,1994,170), donc nous ne donnerons pas de nouveaux
résultats, déjà communiqués à ce moment là et qui n'ont pas varié,
puisqu'aucun nouvel exemplaire n'a été analysé.
Pour notre étude, nous avons procédé à une sélection des pièces les
plus représentatives parmi celles qui sont apparues sur notre zone,
lesquelles ont été soumises à une analyse au moyen d'une technique
spectrométrique (95), des renseignements que nous complèterons avec ceux
offerts par Madroñero de la Cal dans sa publication sur Fuentepreadas et
Getafe (Madroñero,1985).
La boucle de La Bienvenida en relation avec la famille des bronzes
excisés (Aurrecoechea; Fernández Ochoa, Caballero,1986,253,fig.1,9),
présente une composition différente dans son anneau et dans son aiguille
(96). Les deux éléments sont des bronzes quaternaires, caractéristiques
de pièces fabriquées avec des exemplaires de rebuts, bien que sur
l'anneau les pourcentages de plomb soient bien plus hauts, alors que sur
l'aiguille le pourcentage de cuivre est le plus grand. La plaque de la
variante Bienvenida de ce même gisement (Aurrecoechea; Fernández Ochoa;
Caballero,1986,253,fig.1,8) est aussi un bronze quaternaire avec des
quantités de plomb élevées (97), tellement que la coïncidence temporelle
en est curieuse, puisque les deux appartiennent à la romanité tardive,
tout comme celles spatiale et fonctionnelle
que les alliages de ces
objets présentent. En ce qui concerne d'autres broches de ceinturon
analisées hors de notre région d'étude, nous ne connaissons que celles de
Fuentepreadas, qui doivent être qualifiées de bronzes terciaires, bien
qu'ils diffèrent dans leur composition. La garniture ornée d'arcs en fer
à cheval est un bronze au plomb (12-18% de Pb, 10% de Sn, 0,1% de Fe et
0,3% d'Ag), alors que celle qui est décorée de feuilles de lierre est un
bronze à l'étain
(10% de Sn, 1% de Pb et 0,1% de Fe). Il est
généralement difficile de trouver des bronzes ou laitons purs, puisque
dans le processus de fonte on arrivait à obtenir des alliages avec une
bonne fluidité pour faciliter le moulage des pièces avec les détails
décoratifs, ce qui s'obtenait avec une addition de plomb ou d'étain.
Parmi
les
passants
doubles-tronconiques
analisés,
ceux
de
Valdocarros (fig.5,11) (32,3% de ( 6,7% de Sn et 60,3% de Pb), El Quinto
(fig.5,7) ( 48,1% de Cu, 0,2% de Zn, 2,7% de Sn et 48,5% de Pb) et El
Quinto (fig.5,9) (54,3% de Cu, 0,2% de Zn, 5,7% de Sn et 39,2% de Pb), ce
sont tous des bronzes au plomb, mais avec une caractéristique proportion
élevée de plomb. L'infime importance du pourcentage de zinc, peut être
interprété
comme
une
recherche
intentionnelle,
mais
avec
une
fonctionnalité différente de celle qui est destinée à faciliter le
moulage des pièces. L'explication de ces bronzes, avec des indices de
plomb aussi élevés, pourrait être due à la fonctionnalité de ces
exemplaires, puisque les passants dont nous parlons servaient à agrafer
les rênes au mors du cheval, tellement qu'il était peut-être nécessaire
pour
____________________
(94) Une partie des analyses métalliques réalisées, a été financée par le
Projet Précompétitif "la culture matérielle romaine dans la Meseta Sud",
dirigé par Carmen Fernández Ochoa qui a mis à notre disposition la partie
économique correspondante. C'est à nouveau l'occasion de la remercier
pour son appui.
(95) Les analyses ont été réalisées dans le I.C.R.B.C. avec un
spectromètre Kevex mod. 7000.
(96) Anneau: 63,7% de Cu, 2,9% de Zn, 14,2% de Sn et 18,2% de Pb.
Aiguille: 75,4% de Cu, 3,8% de Zn, 11,2% de Sn et 7,7% de Pb.
(97) Il présente 64,4% de Cu, 1,9% de Zn, 7,4% de Sn et 25,47% de Pb.
cette tâche d'avoir des pièces relativement flexibles et non aussi
rigides comme les bronzes purs, pour faciliter l'imbrication entre elles
et les anneaux du mors. Cette flexibilité pourrait être à l'origine de
quelques uns des passants que nous connaissons puisqu'ils sont arrivés à
nous litéralement pliés en deux.
Comme bronze tertiaire nous avons l'applique cloutée d'Ocaña (fig.
10,15) (80,6% de Cu, 8% de Sn, et 10,4% de Pb); tout comme celle en forme
de dauphin d'El Quinto (fig.10,13) (93,2% de Cu, 4,3% de Zn et 1,4% de
Sn). Enfin un des pendants de La Bienvenida (fig.6,2) (85,9% de Cu, 11,6%
de Zn, 1,4% de Sn et 0,2% de Pb) et le pendant de phalère de Puente
Biezma (fig.6,9) (85,25% de Cu, 14,4% de Zn et 0,1% de Pb) sont
interprétés comme les uniques laitons trouvés dans l'échantillonage
réalisé.
VI. - CONCLUSIONS
A travers ces pages nous avons donné un cadre chronologique et
comparatif aux nombreux bronzes liés au monde militaire de la zone de
Castille-La Mancha et madrilène, tellement que nous nous centrerons
maintenant sur les notions spatiales et les implications historicoarchéologiques qui en resortent, en les mettant en relation avec
l'ensemble des matériel de même caractère apparus sur le reste de la
Péninsule Ibérique.
Si nous analysons l'ensemble des pièces, celles-ci se caractérisent
par une désagrégation spatiale, bien que tous les emplacements paraissent
réunir des caractéristiques communes. Sauf quelques exemples, comme la
Dehesa de la Oliva (Madrid) installée dans un fort, le reste des
gisements est situé majoritairement sur les rives des cours d'eau, avec
une concentration claire sur le cours moyen du Tage. Cette particularité
les rapproches des installations "ouvertes" de type rural, plus que des
enclaves militaires, surtout si nous tenons compte qu'on ne connaît pas
de structures en relation avec un édile qui indiquent une variante de
fortification, bien que nous devions ternir compte que presque la
totalité des gisements étudiés n'ont pas bénéficier de fouilles
scientifiques qui avaliseraient ou démentiraient ce dernier point. Bien
que la dispersion des trouvailles paraisse être la tonique générale,
cependant la majeur partie de ceux-ci et ce qui est le plus important,
les bronzes qui doivent être interprétés comme exclusivement militaires,
forment un noyau autour du tronçon de voie qui relie Emerita Augusta à
Cesar Augusta, au passage entre la zone frontalière des actuelles
provinces de Madrid et Tolède (figure 12). Bien que la liste des
gisements soit beaucoup plus grande, cependant, trois enclaves très
proches les unes des autres se détachent, à cause du nombre de pièces
trouvées sur elles: Villasequilla de Yepes, Ocaña et Villarrubia de
Santiago, toutes sur la province de Tolède. Chronologiquement nous
trouvons une certaine continuité dans les trouvailles, qui peuvent être
datées du I° s., et plus probablement dans sa seconde moitié, jusqu'au V°
s.; si bien que nous manquons absolument de pièces de l'équipement
militaire républicain et de la première moitié du IV° s.. Il existe une
relation entre la temporalité des pièces et les trois principaux
gisements mentionnés. Ainsi Ocaña compte avec un nombre très significatif
de bronzes exclusivement militaires du premier siècle, plus quelques
trouvailles sporadiques des III°-IV° s.. La totalité des bronzes de
Villasequilla de Yepes peuvent être datés à la fin du II° s. et dans le
III° s., alors que ceux du I° s. tout comme ceux du Bas-Empire sont
manquant dans cette enclave. Ceux apparus à Villarrubia de Santiago,
d'autre part, sont surtout inscrits dans la romanité tardive, sauf un
élément résiduel du III° s. (fig. 12). Les connotations historiques de
cette trilogie de gisements qui se succèdent dans le temps, pourraient
être un des fils conducteur de recherche les plus intéressants pour
l'archéologie future de cette zone.
Il faut se poser la question sur l'apparition d'autant de bronzes
militaires dans une région qui ne compte qu'un seul campement, celui de
Guadalajara, qui en plus n'a fourni aucune pièce de cette catégorie.
Cette question n'est pas exclusive du territoire qui nous occupe,
puisqu'à la même dynamique sont soumis, par exemple, quelques points
géographiques de la Gaule, comme Vieil-Evreux, où en plus la variété des
bronzes de "typologie militaire" est tellement nombreuse comme dans le
cas qui nous occupe, beaucoup de ceux-ci qui appartiennent à la même
catégorie d'objets documentés dans notre travail, ont été signalés comme
parallèles tout au long de ces pages (Fauduet,1992,110) (98). Il peut y
avoir plusieurs explications, parmi lesquelles on peut argumenter sur: la
présence temporelle de contingents armés, la situation d'un stationnement
militaire inconnu, le caractère militaire des propriétaires de quelques
villae qui jalonnent notre zone, ou l'établissement de vétérans sur
celle-ci. En ce qui concerne le passage occasionel de contingents
militaires, c'est la prémisse qui a été traditionnellement argumenté pour
expliquer la présence de bronzes militaires excisés en Hispanie. Les
pièces de la même famille que celle de Villarrubia de Santiago (fig.1,8)
pourraient avoir été amenées ici par les honoriaci de Geroncio durant la
guerre civile à l'époque de Constantin III (407-411). Cependant, cette
hypothèse n'a pas été contrôlée par le suivi du réel mouvement de troupes
sur la Péninsule, un unique phénomène qui pourrait valider définitivement
cette théorie, puisque la dispersion des trouvailles de ce genre sur
notre province indiquerait que l'aire couverte par ces contingents a été
beaucoup plus large que les campi palantini qui pillèrent les terres
lusitaniennes un scénario de la lutte, où les successeurs de Théodose
(99) avaient leurs possessions. La présence d'une ou plusieurs
installations inconnues de type militaire, peut-être chronologiquement
successives, nous paraît être l'hypothèse la plus plausible en relation
avec la zone géographique qui comprend les gisements proches d'Ocaña,
Villarrubia et Villasequilla, puisque sur eux sont apparus la grande
majorité des bronzes exclusivement militaires qui ont été inclus dans
cette étude. La Bienvenida pourrait avoir compté un contingent militaire,
probablement occasionnel et à caractère policier, rattaché avec la
protection des mines toutes proches, comme l'indiquerait ses pendants de
phalère du premier siècle (fig.6,2-3 et fig.5,3). Enfin, le caractère des
propriétaires fonciers et du personnel établis sur les villae est
probablement un des facteurs les plus importants à prendre en compte au
moment d'envisager de façon correcte le phénomène que nous abordons,
puisque pour la période tardive de l'Empire, Black a établi un shéma dans
son étude sur les villas britaniques, qui pourrait expliquer la présence
de bronzes militaires sur notre zone (Black,1994,99-109). L'auteur en
question, indique que l'apparition de ces bronzes sur des installations
rurales serait due à ce que leurs propriétaires auraient effectué une
carrière militaire, comme participation au cursus honorum de leur vie
professionnelle. L'état romain ne désarma jamais systématiquement ses
licenciés, en les utilisant aussi pour la défense du territoire, de même
que ces propriétaires fonciers pouvaient avoir accumulé sur leur villae
d'authentiques souvenirs de cette vie militaire (100). C'est précisément
la coutume de ne pas désarmer les licenciés, qui a permis à Böhme de
reconstituer
la
provenance
des
mercenaires
de
l'armée
romaine,
fondamentalement les saxons et les francs de la rive droite du Rhin et
dans une faible proportion les alamans des provinces occidentales, quand
ils retournaient donc dans leur patrie d'origine, ils emportaient avec
eux l'équipement militaire, dont faisait partie le dénommé "ceinturon de
combat"
qui
leur
avait
été donné dans le nord de
la Gaule
(Böhme,1986,495). A ceci il faudrait ajouter que les propriétaires
fonciers en question pourraient avoir emmené, après avoir abandonné
l'armée, des subordonnés militaires qui s'occupèrent de leur défense
personnelle, un phénomène qui met à nouveau en évidence la problématique
sur l'existence ou non de troupes privées. Dans le cas qui nous occupe,
c'est une explication suggestive dans l'interprétation de la
____________________
(98) Tant à Vieil-Evreux, que sur d'autre gisements de la commune
(nécropole d'Evreux, Vieux-Port, etc.) que nous avons signalé dans notre
travail à cause de l'apparition de pièces identiques aux nôtres, sont
documentées les typiques fibules cruciformes qui sont associées à la
classe militaire. Les fibules de ces enclaves appartiennent, en plus, aux
variantes les plus anciennes de ce groupe, en pouvant les dater grosso
modo à la fin du III° s. et au IV° s. ap. J-C. (Fauduet,1992,88,n°482487).
(99) L'hypothèse rattachée aux bronzes excisés, apparus hors des zones de
frontières "classiques", avec les évènements déclenchés par l'usurpation
de Constantin III, a été argumentée par Böhme en 1977, de même
l'apparition d'une garniture à Mazan (Vaucluse) (Feugère,1993a,146,note
271).
(100) Black emploie aussi le terme "souvenirs" par rapport à ces objets
(Black,1994,108). En Britanie ces "souvenirs" non seulement regroupent
les pièces de l'équipement personnel ou équin d'un soldat, mais aussi les
progectiles de ballista et d'autres armes, comme c'est le cas sur la
villa de Whitton (Gales), une installation sur laquelle, d'autre part, il
n'y a pas de preuve d'une attaque qui pourrait justifier la présence d'un
type de projectile aussi concret sur le gisement.
villa de Materno, proche d'El Quinto et pas très éloignée du foyer
d'Ocaña-Villarrubia-Villasequilla, comme incitatrice d'une installation
proche destinée à protéger la propriété, bien que nous soyons concient
que la chronologie initiale d'Ocaña du premier siècle invaliderait en
partie cette théorie. D'autres villae présumées qui ont apporté des
"souvenirs" de la vie militaire de leurs propriétaires ou du personnel
pourraient être celles d'Estremera, de Mazarambroz, de Borox, de
Castillejo, de Veguilla de Oreja et de Chozas de Canales, tous ces
gisements où les pièces exclusivement militaires sont minoritaires, pour
ne pas dire qu'anecdotiques, alors qu'au contraire nous trouvons un plus
grand nombre de bronzes de "typologie militaire" (101).
Un autre renseignement à prendre en compte c'est la notion
"d'uniforme" qu'avait la classe militaire romaine, car grâce à cela on
pourrait émettre
l'idée de ce que nos pièces faisaient partie de
l'équipement obligatoire que devait porter un soldat. Par rapport à ceci,
Feugère a signalé que autant le légionnaire comme l'auxilliaire, bien
qu'ils jouissaient d'une certaine liberté au moment de choisir parmi les
objets déterminés, devaient cependant répondre à certains impératifs,
qu'il appelle "l'équipement minimum", sur lequel le cingulum serait
fondamental, qui servait à supporter l'épée encore en temps de paix
(Feugère,1993,226-227).
Or, c'est précisément le fait que le ceinturon
soit un signe distinctif du statut militaire depuis déjà les débuts de
l'Empire, qu'il était rattaché de façon personnelle à son propriétaire,
en l'accompagnant dans tous ses déplacements et probablement, après le
licenciement, jusque dans sa vie civile postérieure, ce qui expliquerait
leur apparition sur un large spectre de gisements. Sur notre zone, on
pourrait expliquer concrètement l'apparition de la plaque d'Estremera
(fig.1,2) et la terminaison amphoriforme de Mazarambroz (fig.1,9), entre
autre, car sur ces enclaves les exemplaires en question sont les uniques
bronzes d'origine militaire qui soient apparus. Grew et Griffiths ont
signalé comment à partir de la dynastie julio-claudienne l'équipement
militaire tend à se standardiser, ce qui
arrive déjà dans la période
flavienne. Néanmoins, l'impression générale depuis déjà le règne
d'auguste, c'est celle de la production en masse de quelques objets,
comme les ceinturons et parmi ceux-ci les éléments décorés d'un umbo
central, sans oublier que les goûts personnels pourraient remplir les
commandes d'artisans privés de pièces plus "luxueuses", comme on le sait
par les sources littéraires parmi lesquelles il faudrait citer les
lettres
bien
connues
d'Apollonous
et
Terentianus
(Grew;
Grifffiths,1991,53 et 60).
Comme tout au long de notre étude nous avons prouvé que beaucoup des
objets présentés sont d'authentiques bronzes militaires, il faut se
demander maintenant d'où ils sont originaire, c'est à dire, connaître
leurs lieux de production. Oldenstein pense que le système de fabricae,
propre à l'époque romaine tardive, peut aussi être extrapolé pour les
trois premiers siècle de l'Empire (1985,82-94). Pour ce chercheur, il
existerait de grands
ateliers étatiques situés sur des zones
stratégiques et chargé de totalement équiper les légions récemment crées,
pour les approvisionner en matériels nécessaire pour une campagne ou les
réparer après celle-ci; tout près d'eux se trouvaient d'autres petits
ateliers, généralement rattachés aux campements et vici proches, qui se
chargeaient d'arranger l'équipement brisé ou de produire des objets
nécessaire pour les troupes cantonnées là (102). Or, dans chaque province
il existait diverses phases d'implantation pour les ateliers: dans un
premier temps, celui de la conquête, les troupes sont approvisionnées,
par des ateliers situées dans des zones proches déjà romanisées, ainsi
____________________
(101) Naturellement que toutes les hypothèses qui font allusion à
l'interprétation des gisements que nous avons émises dans ces conclusions
son préliminaires, puisqu'elles ne pourraient être corroborées ou
démenties qu'avec une fouille systématique de toutes les enclaves
mentionnées.
(102) Oldenstein étudie aussi les similitudes entre les différentes
pièces des équipements trouvés sur le Danube, le Rhin, en Syrie, en
Britanie et en Afrique, en vérifiant l'identité des modèles mais en
avertissant que leur simplicité, comme c'est le cas pour les phalères et
les pendants du Haut-Empire, facilite la copie des objets au moyen de
moulages en argile par du personnel qui n'est pas très spécialisé, ce qui
expliquerait la rapide diffusion des modes.
probablement c'est le cas de la Britanie où est arrivé l'équipement de la
Gaule toute proche, dans un second temps, après la domination du nouveau
territoire, s'implantent des ateliers qui
couvrent lentement
les
nécessités des unités
establies dans la nouvelle province; et
finalement, la région devient auto-suffisante, en important seulement ces
matériels qu'elle ne produit pas. Pour Bishop, qui a aussi réalisé une
étude sur ce thème, la flexibilité de la production serait la note
dominante du Haut-Empire, signalant en plus que ces fabricae situées dans
les forts même ou dans les vici proches, non seulement dotèrent les
troupes d'une certaine autarcie, mais servirent aussi à maintenir le
moral des troupes, en les occupant à des tâches artisanales pendant les
temps de paix (Bishop,1985,1-42). Proche de notre milieu ambiant
géographique, au Maroc, on a documenté des ateliers de bronziers par
quelques pièces innachevées de l'équipement militaire, comme le sont, un
mors peltiforme et un masque équin pour la hippica gymnasia de Volubilis.
Plus intéressant pour notre étude, ce serait l'atelier de Thamusida, où
ont été produites des boucles peltiformes (Boube-Piccot,1980,n°536) du
type de celle trouvée à Villasequilla (fig.1,3). En plus des pièces
trouvées innachevées, les ateliers de Volubilis et de Thamusida seraient
respectivement avalisés par la présence de scories et de restes de
statues pour le recyclage (Boube-Piccot,1995,65-67). Un autre atelier qui
a produit des boucles peltiformes comme celui dont nous venons de parler,
a été celui de Tibiscum, où est apparu un moule pour fabriquer ces objets
(Bishop; Coulston,1993,fig.134,3). Les pendants "ailés" de la seconde
moitié du premier siècle apparus dans notre région (fig.6,1-3), à cause
de leur simplicité, ont pu être réalisés par des ateliers locaux, de même
que les pendants "trifides" (fig.6,6) et la majorité de l'équipement
apparu. Feugère s'est posé la question, à savoir que l'apparition
systématique des pendants "ailés" aussi bien sur les oppida indigènes que
dans les établissements militaires, qui unit les rôles assumés par la
cavalerie militaire en Gaule durant le premier siècle , pourrait avoir
été celui de police urbaine (Feugère,1983,59); alors que Bishop, pour la
province britanique, a manifestement
rattaché ces bronzes avec des
unités concrètes, surtourt avec des auxilliaires thraces de cavallerie,
ce qui convertirait les pendants "ailés" en une espèce d'indicateur
ethnique (Bishop,1987,123-125). En ce qui concerne la boucle et la
plaque d'Ocaña (fig.7, 5 et 6), elles n'ont pu être réalisées dans un
petit atelier à cause du travail qu'elles ont exigé, mais dans une
fabrica située en Gaule ou en Italie, centres de production de telles
pièces durant le premier siècle (Oldenstein,1985,87). Ces pièces
pourraient appartenir à l'équipement de parade plus qu'à un usage
quotidien, comme a été interprété le complexe harnais de Xanten, bien que
la présence abondante de ce type de bronzes de technologie complexe
(surtout le bain d'argent avec la couche niélée supperposée) en contextes
civiles, comme à Alesia, doit être un renseignement à prendre en compte
(Feugère,1993,180), pourrait alors indiquer un usage plus quotidien. Les
autres pièces à caratère luxueux seraient celles d'Arcóbriga niélées
(Caballero,1974,90,fig.22,33) ou celles de Culebras (Cuenca) (fig.5,4),
de Villasequilla de Yepes (fig.10,11) et d'Ocaña 2 (fig.10,15), avec un
bain argenté. Pour le reste des bronzes de notre étude appartenant aux
trois premiers siècles, nous signalerons qu'ils sont identiques à ceux
trouvés sur des campements britaniques et du limes rhéno-danubien,
traditionnellement
rattachées
aux
troupes
auxilliaires,
bien
qu'actuellement on se pose la question sur une telle disparité entre
l'auxilliaire et le légionnaire. L'origine de ces dernières pièces serait
la même que celle de leurs congénères européennes.
La concentration chronologique de nos pièces du Haut-Empire pourrait
être connectée avec les évènements des années 68/69, bien qu'une relation
directe soit très douteuse, puisque nous n'avons pas la preuve de faits
bélliqueux dans cette région. Jusqu'à cette date ce sont les pendants
"ailés" et "trifides", ainsi que les bronzes argentés, propres de ces
dernières troupes équipées par les ateliers étatiques. L'apparition
d'équipement militaire du Haut-Empire sur des gisement comme La
Bienvenida, était en relation avec le contrôle des mines toutes proches,
ou dans d'autres cas, comme à Tarragone, avec la présence de troupes dans
des villes importantes, si bien que leur trouvaille reste plus
énigmatique dans le centre de la Péninsule que sur le levant ou le N-O.
Bishop indique que l'apparition d'équipement militaire dans une zone
déterminée, est toujours connectée avec la présence militaire, et pas
précisément temporelle, sur l'aire, qui en plus répond à un abandon et
qui est caractéristique d'unités déterminées. Et le plus important, ce
sont les inégalités que l'on peut observer entre l'est et l'ouest de
l'Empire, relatives à la distribution des trouvailles militaires, ce qui
est dû aux différents niveaux de recherches entre les différents pays
(Bishop,1985,17-18). En ce qui concerne les bronzes du troisième siècle,
ils sont peut-être en relation avec les évènements turbulents de la
seconde moitié du siècle comme les premières invasions autour de 260 ou
les campagnes de Probus contre les usurpateurs, bien que l'archéologie et
que historiquement les champs d'action paraissent avoir été assez
restreints. Dans ce sens l'apparition d'un trésor inédit, daté jusqu'en
260,
sur
un
gisement
caractérisé
par
l'abondance
de
bronzes
exclusivemments militaires du troisième siècle, a amplifié la vision
géographique
que l'on avait de ce phénomène, si bien qu'il faut
considérer que ces petits trésors n'indiquent pas nécessairement le
déroulement d'évènements bélliqueux dans leurs environs, mais que dans la
majorité des cas ce sont de simples symptômes d'un milieu d'instabilité
vécu sur la zone (103).
En ce qui concerne les fabricae tardives, Lactance attribut à
Dioclétien leur fondation. Bien que quelques unes n'aient pas été créé ex
novo, si ce n'est qu'elles se développèrent à partir d'ateliers préexistants, la création de nouvelles enclaves déjà officielles et surtout,
leur organisation en fonction de l'administration des diocèses (création
tétrarchique) remonte probablement à la fin du III° s. ou débuts du IV°
s.. La production de celles-ci devait être très supérieure à celle des
artisans militaires du Haut-Empire, puisqu'ils devaient approvisionner de
larges secteurs de l'Empire, en étant spécialisés en objets déterminés.
Des aproximativement 40 fabricae que nous offre la Notitia Dignitatum,
plus d'autres sources mineures (épigraphie, etc.), nous constaterons que
l'équipement fabriqué se centrait dans les objets suivants: écussons,
épées, lances, arcs, cuirasses (loricariae et clibanariae), selles,
artillerie et armes diverses (104). Comme nous pouvons le constater,
parmi eux on ne mentionne ni les accessoires métalliques pour les
courroies de l'équipement personnel, tout comme les ceinturons, ni ceux
appartenant au mobilier équin. Pour l'emplacement de ces fabriques on a
choisi des sites avec une tradition artisanale et proches des matières
premières, sûrs et avec de bonnes communications, en n'étant aucune
d'elles, que nous sachions, située sur la Péninsule Ibérique, la fabrica
la plus proche étant, selon la Notitia, celle d'Argentorate. Les motifs
de cette centralisation de la production ont été étudiés par James
(James,1988,257-331), les causes fondamentales étant le recrutements
massifs depuis l'époque de Dioclétien et l'impossibilité d'autoapprovisionnement des campements, d'auxilliaires ou légionnaires, à cause
de ce que dans la majorité d'entre eux leurs ateliers ont arrêté de
fonctionner. La production en masse est à l'origine de ce que les
artisans ne purent maintenir la qualité de la production, surtout d'un
point de vue décoratif, des premiers siècles de l'Empire, l'exemple le
plus significatif étant les casques. Des cas isolés comme le casque de
Deurne, ou ceux de Berkasovo et Budapest, avec des clairs désirs
décoratifs, font douter si ces exemplaires de luxe ont été réalisés en
fabricae officielles, ou s'ils furent exécutés par des artisans de haut
niveau
qui
continuèrent
à
travailler
pour
l'armée
au
IV°
s.
(Feugère,1993,243-244). Cette idée est aussi extrapolable aux bronzes
excisés, comme celui de Villarrubia de Santiago, puisque l'ornementation
qui le caractérise est loin du concept de
____________________
(103) Le petit trésor, actuellement en étude, est composé par près de 2
000 antoniniens qui embrassent les règnes de Gordien III à Postume, avec
une claire concentration de pièces dans le règne de Galien. Ce qui est
intéressant c'est la nuance que distinguent Campo et Gurt (1980,130)
entre les occultations (accumulation de numéraires en circulation) et les
thésaurisations
(ensembles
thésaurisés
en
fonction
de
la
valeur
métallique des monnaies). Le faible titre des pièces, qui composent le
petit trésor tolédan, écarterait leur cachette afin de thésauriser, en
avalisant par contre leur rattachement avec des phénomènes d'instabilité
politique ou social sur l'aire hispanique. Pour les invasions du III° s.
et les renseignements archéologiques qui les accompagnent, on peut citer
les travaux classiques suivants: Balil, Cuadernos de Trabajos de la
Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, IX, 1957; Blázquez,
Hispania, XXVIII, 1968; Campo et Gurt, Numisma, 165-167, 1980; Taracena,
I Congreso internacional de Pirenaístas, 1950; Taradell, Estudios
Clásicos III, 15, 1955; Taradell, IV CNA, 1957, etc. En ce qui concerne
l'impact de la crise du III° s. en Hispanie nous nous remettons au livre
de Fernández Ubiña (1982, 91-117) et à celui d'Arce (1988, 53-67).
(104) La situation géographique des différentes fabricae et les
spécialités attribuées à chacune d'elles peuvent se trouver dans le
travail récent de Feugère (1993,239).
production en masse et de rapidité qu'exigent les ateliers officiels
décrits. Or, si l'équipement militaire tardif se caractérise par sa
faible qualité, à cause de la masse de la production, comme compensation
sa fonction se vit accompagnée d'une signification sociale qui se
renforça par rapport aux périodes précédentes. Comme l'a signalé Feugère
pour le diptyque de Monza (circa. 395), la position sociale de Stilicon
n'est pas mise en évidence sur la recherche de ses vêtements mais sur ses
armes: fourreau richement décoré et écusson avec un médaillon impérial,
indiquant l'abîme qui se créa, à la
fin de l'Antiquité, entre le
personnel militaro-administratif et le gros de la population. L'évolution
du cingulum serait caractéristique de ce phénomène, qui à cette époque se
convertit en signe et symbole de la fonction publique (Feugère,1993,248).
La principale problématique du Bas-Empire se rapporte à divers
aspects, parmi eux les contextes funéraires qui ont offerts une grande
quantité d'évidences sur les différents types de ceinturons, mais qui
cependant, comme l'a signalé Bishop, l'information qu'ils offrent ont de
serieuses limitations, à cause de ce que peu de sépultures ont été datées
par la numismatique et les dates du mobilier restant
reposent sur des
bases peu sûres (Bishop; Coulston,1993,160). En plus la distribution
géographique n'est pas des différents types, probablement, mais reflète
la
distribution
des
pratiques
d'enterrements
qui
peuvent
être
interprétées
de
façon
significative
sur
la
totalité
de
l'aire
d'utilisation des pièces. De cette manière, l'évidence archéologique nous
offre une abondante information sur le S. de la Britanie, le N. de la
France, le Rhin et le Danube supérieur, alors que nos connaissances sur
les ceinturons du IV-V° s. utilisés dans d'autres régions est bien
moindre (105). Un autre point d'intérêt, les chercheurs ont associé,
conventionnellement, les broches excisées avec le recrutement de germains
dans les armées romaines. Pour Böhme les ceinturons excisés et leur
dérivations estampées seraient le plus éminent témoignage de la symbiose
produite par l'établissement de groupes de soldats germains établis sur
la zone de la Loire et du Rhin, des groupes qui s'installèrent en
fonction du dispositif de défense du nord de la Gaule du litus saxonicum
(qui protégeaient le litoral contre les incursion de pirates) et du
système de défense articulé autour de la voie de Cologne-Tongres-Bavay.
Cependant, quelques plaques incorporent des motifs classiques dans le
shéma géométrique, en plus de ce que les broches ne sont pas
habituellement trouvées sur les dénommées Laetengräber, comme l'a signalé
Bishop, et peu d'entre elles se trouvent en Germanie libre, alors que
leur développement et leur utilisation apparaissent avec des troupes
régulières romaines, officielles du gouvernement militarisées et , sans
doute, par des germains équipés par l'armée régulière. Récemment Hedeager
a fait un travail intéressant où il se pose la question sur l'identité de
la collectivité germaine, puisque précisément ces peuples, en contact
avec les romains depuis le I° s. ap. J-C., ont changé de culture en même
temps qu'ils assimilaient les coutumes romaines, mais en plus au BasEmpire la migration germaine n'a pas eu besoin de nouvelles formes
politiques au delà de l'unité ethnique ou génétique, ce qui produisit le
collapsus
____________________
(105) La connaissance de l'équipement militaire de cette étape est
dépendante des caractéristiques spatiales historiques de ces années.
Seule la réorganisation frontalière implique l'établissement de quelques
nouvelles installations, quelques unes de celles-ci ont fourni des
matériels tardo-romains, mais leur déposition désordonnée diffère de
celle qui est survenue dans le Haut-Empire, puisqu'elles furent
simplement laissées où elles s'accumulèrent, comme à Housesteads,
Intercisa et Lambaesis, où elles ont été installées, comme à Gornea et
Orsova. Les dépôts rituels en milieux aqueux continuent à être aussi une
source de documentation pour cette époque, bien que généralement ils
affectent un type de matériel très concret, comme le sont les armes, en
pouvant citer les trouvailles en Germanie Libre de Nydam, Kragehul et
Ejsbol
Mose (Bishop; Coulston,1993,160). Ce sont les enterrements qui
prennent le plus d'importance, spécialement aux frontières romaines, au
moment d'interpréter l'équipement du soldat de cette époque, tant en
cimetières hors des forts, comme ceux d'Oudenburg et Incisa, que ceux
proches des villes, comme un des plus important celui de Sagvar Les
soldats furent courrament enterrés avec leurs vêtements, broches,
couteaux
et
ceinturons
militaires,
alors
que
les
armes
furent
occacsionnellement incluses dans ce qui a pu être plus une pratique
provinciale germaine que proprement romaine. Ces nécropoles du nord de la
France et des terres du Rhin (Laetengräber) ont été traditionnellement
rattachées avec des unités de soldats germains (laeti), connues par la
Notitia Dignitatum et localisées dans ces aires, puisque la recherche a
évolué durant les dernières années en nuançant le phénomène, qui se
montre beaucoup plus complexe par rapport à ce qui s'interpréta au début.
des anciennes formes de vie tribales, ce qui fit surgir alors une élite
guerrière dont la culture matérielle est, dans beaucoup de cas,
influancée par les coutumes romaines (Hedeager,1993,121-131). Etant donné
le caractère exceptionnel des pièces excisées trouvées hors de leur
région d'origine, ces objets sont généralement interprétés comme le
résultat de déplacements ponctuels, comme nous l'avons déjà dit dans un
aparté précédent en faisant allusion au cas hispanique. Ainsi, la
découverte d'un ceinturon complet, avec une boucle particulière du type
Ehrenbürg-Ostrach à Mazan (Vaucluse) a été interprété par Böhme comme dû
aux affrontements, en 408-413 dans la région de Valence/Arles, avec les
partisans tout d'abord de Constantin III puis ensuite de Jovien. Nous ne
pouvons oublier que la culture mixte (Mischzivilisation) romano-germaine
de ces zones militarisées du nord de la Gaule, qui facilita sans
traumatismes la transition entre l'Empire Romain et les royaumes
"barbares", n'a pas été plus que, à l'origine, la fusion de deux mondes:
militaire et civil; et que cette symbiose se documente sur d'autres
provinces impériales comme la Pannonie, et y compris hors des frontières
de l'Empire, en divisant l'ex-Dacie romaine, chacune d'elles ayant des
particularités propres qui doivent être étudiées dans leur contexte
particulier.
En ce qui concerne la Gaule du Sud et l'Espagne, on a découvert
tellement d'exemplaires proches des modèles utilisés sur le Limes comme
les originaux même. La production locale de broches tardo-romaines de
caractère militaire paraît être avalisée pour la région méridionale
française. Sur un habitat rural du Languedoc, concrètement à Neffiès
(Hérault), un exemplaire défectueux d'une boucle avec des dauphins
("Delphinschnalle")
a été trouvé, un type bien connu en Bretagne à la
fin du IV° s.. La boucle est le produit d'un artisan local, qui abandonna
le travail à cause d'une fissure dans le moule (Feugère,1993,253,n°6). De
ces mêmes boucles en forme de dauphins on en connaît, au moins, un autre
exemplaire innachevé découvert sur la villa gallo-romaine de "La Tête de
Fer" (Noyers) et déposé dans le Musée d'Avallonais, qui ne paraît être
rattaché à aucun atelier officiel.
En ce qui concerne la Péninsule Ibérique, les broches en hélice du
type Chamdolent/Gaule/Muids trouvées à Borox (fig.1,10) et Ocaña
(fig.1,11), nous mettent sur la piste du premier trait caractéristique de
la culture matérielle tardo-romaine en Hispanie que nous voulons aborder:
la préférence de l'applique boutonnée par rapport à la rivetée, comme
système de fixation du bronze au cuir. Cette préférence a aussi été
largement constaté dans le panorama des appliques qui accompagnent des
ceinturons et des attelages, en convertissant les appliques cloutées en
usage
hors
de
la
Péninsule
Ibérique
en
appliques
rivetées
(Aurrecoechea,1994,171-172). L'adoption de modèles "classiques" dans les
éléments métalliques militaires tardo-romains, comme les appliques en
"hélice", réinterprétés comme appliques boutonnées sur notre province
hispanique, sont ceux de Villarrubia de Santiago (fig.9,7) et Titulcia
(fig.9,8), plaident pour la nécessité d'interpréter la signification de
ce phénomène. Néanmoins, bien que dans le reste de l'Empire le système de
fixation utilisé de préférence durant cette période pour accrocher les
garnitures de ceinturons au cuir fut le rivet, on connaît aussi des
exemplaires extra-péninsulaires de broches boutonnées. Dans le pays
voisin, par exemple, à part la archi-nommée garniture apparue à Argeliers
(Aude), qui possède aussi des appliques en "hélice" semblables aux
trouvailles de nos gisements du Tage, nous comptons avec les broches de
type Sagvar de Nîmes (Gard), celle de la Société archéologique de
Montpellier (Feugère,1993a,146,fig.14, 1 et 2) et celle trouvée à SaintClément
(Gard)
(Feugère,1993,253,n°2).
Ces
broches
françaises
s'inclueraient dans la catégorie appelée par Pérez Rodríguez-Aragón comme
"de
type
intermédiaire"
(1991,102-104).
Cependant,
la
proximité
géographique
ne justifie pas la présence de ces broches rivetées,
puisque y compris dans la nécropole de Sagvar on connaît un exemplaire
avec
ces
appendices,
apparu
dans
la
sépulture
111
(Burger,1966,208,fig.101). Mais peut-être que c'est dans le contenu de
l'orfèvrerie du Bas-Empire, où nous trouvons les broches extrapéninsulaires les plus significatives boutonnées. Ainsi: la garniture
dorée de Sainte-Croix-aux-Mines, avec une plaque décorée d'un portrait
humain
et
dont
le
revers
porte
l'estampille
VICTORINUSM
(Sommer,1984,33,planche 13,3); le fameux ensemble de Ténès, composé d'une
paire de boucles, de plusieurs plaques
et de chacune une applique
rivetée (Heurgon,1958,fig.7, planche 3 et 4); la boucle avec une plaque
du trésor de Thetford (Johns et Potter,1983,78-81,fig.6,planche 15); ou
l'exceptionnel ceinturon de la collection Ortiz, trouvé en Asie Mineure
(Feugère,1992).
A côté du système riveté de prédilection hispanique, la persistence
de modes ataviques, comme les abondantes appliques peltiformes qui
jalonnent l'archéologie de la Meseta des IV-V° s., ou la perduration des
boucles circulaires, dessinent un panorama complexe que l'on ne peut
résoudre avec des visions excessivement simplistes, comme c'est le cas
pour l'adoption des modes militaires par la population civile, mais avec
des "particularités" déterminées qui les différencièrent des éléments
métalliques véritablement militaires. La thèse d'une mode de style
militaire qui a probablement pu régner dans l'Hispanie du Bas-Empire, a
tout d'abord été notée par Domínguez Monedero (1985,178), en étant
reprise postérieurement par d'autres chercheurs espagnols. Bien que le
monde tardo-romain implique une société militarisée, avec l'influance qui
résulte de ce que la culture matérielle peut apporter, nous ne croyons
pas que la diffusion des "goûts" militaires embrassent un spectre social
aussi large que ce que l'on a voulu le faire croire pour le cas
hispanique. L'usage de cette mode a probablement été restreinte au
personnel, civil comme militaire, rattaché à l'administration de l'état
et à son cercle le plus proche, dans lequel entra une bonne partie de la
classe des dirigents qui avaient le pouvoir économique. La diffusion de
cette mode, parmi des groupes déterminés, ne justifia pas pleinement les
particularités
ni
la
concentration
géographique
des
trouvailles
hispaniques. Si le prestige de l'habillement eut généré la diffusion de
celle-ci comme une"mode", les zones romanisées de la Tarraconensis, la
Bétique et la Lusitanie n'auraient pu se soustraire à cette dynamique,
surtout lorsque cette dernière fut proche du pôle du pouvoir dans la
période de Théodose. En plus, les chercheurs qui proposent la diffusion
d'une mode militaire hispano-romaine, n'ont jamais analysé le fait de ce
que la mode en question recrée des goûts ataviques des siècles antérieurs
(ceux des II-III° s. ap. J-C.), au lieu de "copier" les modèles qui
circulaient à ce moment là. Ce ne sont pas seulement
les pièces comme
les appliques peltiformes
et les boucles circulaires auxquelles nous
avons fait allusion auparavant, mais aussi une grande partie des bronzes
de ceinturon du Bas-Empire trouvée en Hispanie, qui démontrent une
prédilection pour les formes antique, propres du Haut-Empire, comme par
exemple les boucles peltiformes et "cornues" que présentent beaucoup de
nos broches "Simancas" (106). Nous nous trouvons probablement devant
plusieurs courants et tendances convergents qui produisirent, dans la
relative homogénéité des éléments métalliques tardo-romains, diverses
réponses devant une même stimulation, tout ceci dans la koiné des
bronzes, déjà tellement de fois mentionnée, qui rapproche comme des
soeurs des zones de l'Empire tellement distantes. La survivance de
l'unique légion cantonnée sur notre sol durant des siècles, la Legio VII,
peut être la clé pour interpréter une grande partie de nos bronzes
tardifs à usage personnel qui reprennent les modèles authentiquement
militaires (107). La légion en question a pu produire sur sa zone
d'influance un phénomène similaire à la Mischzivilisation, mais tout en
nuance, puisqu'elle se produisit au moyen de la fusion de goûts ataviques
propres d'une
légion ancienne et de l'élément local, ce dernier étant
hispano-romain et non germain. Tout ceci dans le contexte d'un moment
historique et social d'instabilité, qui fait primer les valeurs
militaires. Les perdurations de modes ataviques dans des troupes fondées
anciennement, qui n'ont pas
____________________
(106) C'est curieux de voir qu'un type de boucle comme la "cornue", aussi
caractéristique de la romanité tardive en Hispanie, alors qu'on en trouve
à peine sur d'autres zones de l'Empire, ne ressemble pas aux modèles
synchrones qui étaient utilisés sur le reste des provinces, et fait
remonter ses racines à un modèle en vogue à la fin du I° s. ap. J-C.
(107) La Legio VII Gemina est citée comme encore installée en Hispanie
durant cette période, selon la Notitia (XLII,1,25), en constatant depuis
le milieu du III° s. la conversion des cannabae du campement en une
ville. La légion, à l'époque tardo-romaine, se composait de 6000 hommes ,
si bien que durant le IV° s. on dirait qu'une partie de ceux-ci a été
détaché
comme armée comite sur les provinces orientales de l'Empire
(Arce,1988,73).
souffert de l'apport d'une nouvelle création de contingents humains, est
un phénomène reproduit et étudié sur d'autres aires de l'Empire. Cette
Mischzivilisation hispanique (108), symbiose du monde militaire et civil
indigène, est peut-être la racine de l'appellation "horizon des
nécropoles du Douro" et ses broches caractéristiques de "type Simancas",
dont les manifestations funéraires particulières ont attiré l'attention
des chercheurs espagnols depuis longtemps (109). Leur foyer principal se
situerait sur la Meseta Nord, mais avec un rayonnement important vers la
Meseta Sud, comme on a pu le vérifier tout au long de notre étude, leur
présence sur d'autres points de la Péninsule étant beaucoup plus
anecdotique. Quelques chercheurs signalent une plus grande aire de
dispersion, qui y compris comprendrait toute la Péninsule Ibérique, une
opinion que nous n'appuyons pas, au moins pour les matériels directement
rattachés avec les éléments militaires, comme les garnitures de
ceinturon, qui se concentrent sur les deux Mesetas, comme nous venons de
l'expliquer (110). Néanmoins, un autre type de bronzes en relation avec
les "Nécropoles du Douro", comme les mors, les passants doubletronconiques ou la vaisselle métallique, paraissent embrasser une aire
géographique bien plus vaste (fig.13).
Rien de ce qui a été ébauché auparavant ne pourra être confirmé,
jusqu'à ce que les différents groupes régionaux soient bien définis, que
l'on connaisse bien les ateliers des Mesetas et que des fouilles dans la
région de León montrent un panorama de matériel comme celui que reflète
les régions de Palencia ou Burgos. Traditionnellement on a baissé la
datation dans la seconde moitié du IV° s. de cet horizon, si bien
récemment Caballero Zoreda a quelque peu avancé la date, en la situant
dans le troisième quart du IV° s., de même que les trouvailles de Vadillo
de la Guareña (Zamora) et Getafe, avec des monnaies de Constance II (350360) et Valentinien II (373-383) respectivement (Caballero,1985,99).
Si les bronzes tardo-romains de typologie militaire, c'est à dire,
ceux qui réinterprètent des modèles qui circulent sur d'autres aires de
l'Empire mais en leur donnant un aspect hispanique, ils peuvent être
interprétés comme les symptômes d'une culture tardo-romaine particulière,
qui pourrait être appelée Mischzivilisation par analogie avec ce qui
arrive sur les autres provinces, les bronzes authentiquement militaires
apparus sur notre sol, comme les excisés, requièrrent un autre type
d'explication. L'idée d'un Limes hispanicus, abandonnée déjà depuis
longtemps
____________________
(108) Nous sommes conscient de la signification inter-ethnique que
possède le terme Mischzivilisation, comme fusion de l'éléments romain et
du germanique. Nous réservons l'emploi du concept en question pour le cas
hispanique, à l'union entre deux cultures, ou encore mieux, entre deux
mondes, le militaire et le civil.
(109) Fuentes, par exemple, considère que ces nécropoles correspondent à
la population ordinaire de la Meseta, et que leurs particularités
dérivent de l'évolution des coutumes funéraires romaines et de la
survivance d'autres coutumes pré-romaines auxquelles correspondent la
présence des mobiliers (Fuentes,1989,277). Cependant, à notre avis, cette
théorie n'expliquerait pas la raison pour laquelle l'apparition d'une
culture matérielle tellement différente des autres zones de l'Hispanie
même, tellement romanisées comme la Tarraconensis ou la Bétique. Sur ces
deux dernières provinces, les matériels tardo-romains caractéristiques de
ce que nous appelons la Mischzivilisation hispanique sont purement
sporadiques. Il nous suffit seulement de comparer les fouilles de la
nécropole de Tarraco et celle de Simancas pour nous rendre compte des
grandes différences qui les séparent. En plus les contacts formels que
montrent les bronzes de cette culture matérielle de la Meseta, se
trouvent beaucoup plus proches de ceux rattachés avec le milieux ambiant
militaire d'autres zones de l'Empire, qu'au monde pré-romain des deux
Castilles. Cette relation avec les bronzes militaires des zones
frontières, nous la croyons cependant indépendante de l'ethnie germaine,
et simplement significative des influances de l'équipement militaire en
usage à ce moment là. De ce qui se dit sur les "gens communs" de la
Meseta, nous approuvons les précisions de Caballero Zoreda faites dans
son récent travail sur l'histoire de Zamora, faisant allusion au
caractère militaire que montrent quelques enterrements, ainsi que la
variété des mobiliers qui impliquèrent différents groupes sociaux, parmi
eux les enterrements du type de Fuentespreadas qui bien qu'ils soient
archi-typiques seraient aussi les plus exceptionnels.
(110) Fuentes est un des auteurs qui étend la zone d'utilisation de ces
garnitures
tardo-romaines
à
la
casi
totalité
de
l'Hispanie
(Fuentes,1989,199), si bien
que quelques unes des pièces apparues hors
de la Meseta qu'il catalogue dans son travail comme étant du Bas-Empire,
appartiennent en réalité à d'autres périodes historiques (voir note 114).
à cause de l'inéxistence de preuves archéologiques et historiques qui
l'auraient appuyées (111), ne peut se faire valloir pour justifier la
présence des authentiques cingula militae qui apparaissent sur notre
Péninsule. Cependant, il faut signaler que le démantellement de la
théorie du Limes hispanique, de la part de quelques chercheurs
espagnols, a provoqué une réaction excessive, tendant à nier le caractère
militaire d'une quelconque évidence archéologique, comme le sont les
bronzes en question dont il s'agit maintenant. La radicalisation de la
tendance démilitarisante peut s'amplifier avec Fuentes, qui lui aussi nie
le rattachement de ces bronzes excisés apparus sur d'autres provinces de
l'Empire, comme l'Afrique du Nord, avec le stationnement de troupes
(1989,199). La relation directe de ces accessoires militaires avec les
contingents armés mentionnés par la Notitia, pourrait aussi être
douteuse, puisque leur découverte ne coïncide pas avec la localisation
concrète des installations militaires en question. Bien que nous devions
tenir compte que le carctère des troupes comitatensis leur impliquerait
une grande mobilité, dont le reflet serait la dispersion des trouvailles.
A part la Legio VII, il y a cinq cohortes sur la Péninsule Ibérique: la
cohors secunda Flavia Pacatiana établie à Rosinos de Vidriales (Zamora),
la cohors Lucensium à Lugo, la cohors Celtibera à Reinosa (Cantabria), la
cohors prima Gallica à Iruña et la secunda Gallica d'implantation
inconnue (112).
Néanmoins leur relation indirecte, c'est à dire, comme
lieu d'origine des ces bronzes militaires pourrait être plus que
probable. Si nous observons l'inventaire des pièces hispaniques de claire
filiation militaire, nous pourrons nous rendre compte que leur nombre, en
relation avec l'ensemble des garnitures de ceinturon hispanique tardo-
romain connu, est assez rare. Fondamentalement elles se restreignent,
jusqu'à maintenant, à huit exemplaires: la broche de Palacio del Sil
(León), trouvée sur la même zone d'influence de la Legio VII; l'applique
en "hélice" de Pampelune, une ville où sont attestées des troupes
comitatensis aux débuts du V° s. (Domínguez,1983,124); la terminaison de
courroie amphoriforme de Mazarambroz (Tolède); et les bronzes excisés de
La Olmeda (Palencia), La Morterona (Palencia), Pampelune, Villarrubia de
Santiago (Tolède) Vicenç d'Enclar (Andorre) (113). L'interprétation de
l'arrivée de ces Kerbschnittgürtelgarnituren par l'intermédiaire des
honoriaci du temps de l'usurpation de Constantin III, nous paraît une des
plus suggestive bien que non exempte de problèmes, comme nous l'avons
indiqué au début de la conclusion, bien que nous ne puissions oublier que
leur apparition dans des contextes archéologiques de somptueuses villae,
comme celle de La Olmeda, peut obéir à l'histoire personnelle même du
propriétaire de l'établissement. Nous n'oublions pas que les garnitures
excisées sont considérées seulement d'utilisation pour les officiers de
haut rang de l'armée régulière, si bien que le caractère germain de ces
officiers n'a pu être vérifié de façon concluante (Böhme,1986,473). La
terminaison excisée de Villarrubia, sans contexte et éloignée de la
traditionnelle zone d'action de ces honoriaci, pourrait suggérer qu'il
s'agit d'un souvenir de la vie militaire de son possesseur, qui l'aurait
transporté jusque là après son possible licenciement. Si nous analysons
la carte de distribution de ces pièces sur l'Empire (fig.14), comme de
même pour les nombreuses trouvailles connues et qui ont été publiées nous
la croyons hautement représentative de la réalité, nous constaterons que
l'apparition de bronzes excisés hors des zones en conflit (Germanie I et
II, Gaule septentrionale, Belgique I et II et Illyricum) est
____________________
(111) Nous n'exposerons pas ici la prolixe production bibliographique
qu'a sucité l'hypothétique limes, depuis que Palol dans les années 50
lança l'hypothèse, pour se rétracter par la suite. Dans Domínguez
Monedero nous trouvons une bonne synthèse du problème, jusqu'à l'année de
publication de son travail (1983,101-127); alors que Novo Guisán en a
réalisé un autre plus récemment
(1993). Arce a aussi insisté sur le
concept de limitanei dans plusieurs de ses travaux (1982a,63-84).
(112) Le lieu d'établissement de ces cohortes, dans quelques cas, fait
encore l'objet d'une polémique du fait que le site antique avec le lieu
moderne correspondant n'a pas été suffisamment identifié. Ainsi Veleia,
un endroit où se situait la cohors prima Gallica est traditionnellement
mise en relation avec Iruña, bien que quelques chercheurs aient mis en
doute l'interprétation en question (Morillo,1991,176).
(113) Nous avons laissé de côté les boucles en forme de dauphin comme
celle de Villarrubia, ou celles en relation avec les bronzes excisés,
comme celle de La Bienvenida, leur origine militaire pouvant être mise en
doute, comme motif entre autre, le fait qu'elles soient apparues
détachées de leur broches.
très ponctuelle. C'est pourquoi, la généralisation de ces bronzes en
contextes civiles, comme exemples d'une prétendue mode militaire, comme
l'on fait valloir quelques chercheurs espagnols (Fuentes,1989,198-202),
n'est pas une prémisse qui peut être prise en compte, puisque cela
s'oppose avec les renseignements matériellement constatés (114). Cette
dernière hypothèse a été lancée par Sommer (1984,98-100), pour qui les
trouvailles de ces garnitures sur des villas romaines, des fortifications
irrégulières de montagne et de grotte, signifièrent leur utilisation dans
la sphère civile, pour être postérieurement réfutée par Böhme après
l'étude des contextes militaires des pièces provenant de soit-disantes
installations civiles, une opinion que partagent aussi Keller et Gilles
(Böhme,473,note8). La date initiale qui est archéologiquement confirmée
pour la présence de contingents armés du Bas-Empire en Hispanie serait du
milieu du IV° s., avec la broche aux lions de Palacios del Sil, qui
témoigne de la venue de troupes originaires du Nord de la Gaule à cette
période, un renseignement qui coïncide avec l'information apportée dans
cette étude. Cependant sur toute la Péninsule, il manque les broches plus
simples des débuts du IV° s., composées de boucles fermées, généralement
reiniformes qui s'unissent à la plaque au moyen d'une charnière,
l'absence de témoignage de matériel étant pour le moment quelque chose à
prendre en compte dans les futures lignes de recherches. En ce qui
concerne la chronologie finale de cette présence, on peut penser que
l'applique en "hélice" de Pompaelo, en relation avec les Punzverzierten
Garnituren
et
datable
donc
de
la
première
moitié
du
V°
s.
(Böhme,1986,501),
c'est un des derniers témoignage de la vie militaire
romaine sur la province hispanique (115). La garniture falciforme
d'Andorre, n'est pas apparue, jusqu'à maintenant, associée à des
exemplaires tardifs de la seconde moitié du V° s. (Böhme,1986,476), ce
qui indiquerait un nouveau paramètre chronologique. D'un point de vue
historique, le partage du territoire hispanique en 411 entre les peuples
barbares qui sont entrés sur la Péninsule, selon la narration faite par
Hidacio et Orosio, marquerait un vide du pouvoir, y compris militaire,
pour cette date, une hypothèse déjà présentée par García Moreno et Díaz
Martínez. La dernière intervention autonome des troupes impériales sur
notre territoire, qui culmina en déroute, se déroula en 422, date à
partir de laquelle la Péninsule fut abandonnée à son sort, sauf
la
Galaecia qui est occupée par les suèves et la Tarraconensis encore
défendue par des troupes impériales. Quand en 456, le roi goth Théodoric
II a vaincu les suèves à la bataille d'Orbigo située dans les environs
d'Astorga (León), sans l'appui ni le commandement des forces impériales,
la Legio VII devait être démantelée depuis longtemps.
Nous ne voulons pas terminer cette étude sans signaler le paradoxe
qui existe, entre l'abondante apparition de bronzes présumés militaires
sur la Meseta Sud et la rareté de ceux-ci dans le Nord-est de la
Péninsule Ibérique, cette dernière région ayant toujours constitué l'aire
militaire d'intérêt prioritaire à l'époque romaine. Cette disproportion
n'est pas plus que le symptôme d'un manque de publications sur ce thème,
surtout se référant aux bronzes, et la nécessité de susciter les
recherches et les fouilles des enclaves militaires hispano-romaines. Nous
espérons que ces pages serviront à éveiller l'intérêt que mérite ce thème
de recherche.
____________________
(114) Nous croyons significatif le fait que Fuentes, dans son travail de
recueil sur les "Nécropoles du Douro" en 1989, ne se soit pas fait l'écho
de l'évolution, car la bibliographie, basiquement allemande, souffrit
dans la décade des années 80 en ce qui concerne l'interprétation de ces
bronzes militaires; surtout si nous tenons compte que l'auteur en
question
cite
exclusivement
la
bibliographie
étrangère
apportée
initialement par Palol dans ses travaux classiques. Ce qui est également
significatif c'est que Fuentes répète les erreurs de classification
commises à l'origine par Palol dans la décade des années 60, comme par
exemple inclure la broche médiévale de Mallorca ou celle du Haut-Empire
d'Ampurias,
parmi
les
bronzes
tardo-romains
de
son
travail
(Fuentes,1989,199).
(115) Böhme soutient que ces garnitures ont pu être portées par des
mercenaires alamans, de même que pour la dispersion des trouvailles sur
des zones frontières et le territoire "barbare" (Böhme,1986,500-501).
LEGENDES DES FIGURES
Fig. 1 : Garnitures de ceinturons: ...
Fig. 2 : Garnitures de ceinturons: ...
Fig. 3 : Garnitures de ceinturons: ...
Fig. 4 : Mors et autres garnitures d'attelage: ...
Fig. 5 : Pendants d'attelage et passants double-tronconiques de mors: ...
Fig. 6 : Pendants d'attelage: ...
Fig. 7 : Garnitures d'attelage et accessoires de dagues/d'épées: ...
Fig. 8 : Appliques: ...
Fig. 9 : Appliques: ...
Fig. 10 : Appliques: ...
Fig. 11 : Reconstitution hypothétique de la garniture d'attelage déposée
dans la sépulture de la Vega Baja à Tolède.
Fig. 12 : Concentrations des bronzes, ayant
assuré, sur les gisements de la Meseta Sud.
un
caractère
militaire
Fig. 13 : Carte de répartition des passants double-tronconiques pour les
mors de chevaux: ...
Fig. 14 : Carte de répartition des
complétée des dernières trouvailles.
bronzes
tardo-romains
excisés,
LEGENDES DES PHOTOS
Ph. 1 : Garniture de ceinturon décorée d'incisions de Villasequilla de
Yepes.
Ph. 2 : Boucles peltiformes du Haut-Empire, provenant de Villasequilla de
Yepes et Ocaña.
Ph. 3 : Terminaisons de
Santiago et Mazarambroz.
ceinturon
tardo-romaines
de
Villarrubia
de
Ph. 4 : Boucles "cornues" d'époque tardo-romaine, trouvées à Santo Tomé
del Puerto (Ségovie), Puebla de Montalbán et Carpio de Tajo (Tolède).
Ph. 5 : Boucles en forme de dauphin et annulaire de Villarrubia de
Santiago. Boucle en forme de "D" de Borox.
Ph. 6 : Plaques de ceinturon tardo-romaines de la variante "Bienvenida",
trouvées à Villasequilla de Yepes, Puebla de Montalbán, dans la province
de Cuenca et à Almendros (Cuenca).
Ph.7 : Plaque de ceinturon tardo-romaine de type "Simancas" trouvée à
Villasequilla de Yepes.
Ph.8 : Plaque de ceinturon tardo-romaine de type "Simancas" trouvée à
Carpio de Tajo.
Ph.9 : Plaques de ceinturon type "Tiermes/Numancia" apparues à Ocaña et
Villarrubia de Santiago.
Ph.10 : Plaques de ceinturon type "Tiermes/Numancia"
Espíritu (Zujar, Badajoz) et dans la province de Tolède.
trouvées
à
San
Ph. 11 : Mors trouvé sur la propriété Alcoba (Talavera la Nueva, Tolède).
Ph.12 : Mors de Villasequilla de Yepes.
Ph.13 : Mors d'Aleas.
Ph.14 : Pendants de phalère du Haut-Empire, trouvés à Ocaña.
Ph.15 : Applique peltiforme, du Haut-Empire, trouvée à Villasequilla de
Yepes.
Ph.16 : Phalère peltiforme provenant de Castillejo.
Ph.17 : Boucle "femelle" et plaque trouvées à Ocaña. Elles appartiennent
à un type d'attache propre aux courroies d'attelage des débuts de
l'Empire, et présentent une décoration argentée et niélée.
Ph.18 : Appliques hexagonales et cordiforme, carctéristiques des troupes
du III° s. ap. J-C., trouvées à Villasequilla de Yepes et Ocaña.
Ph. 19 : Applique peltiforme de Veguilla de Oreja et applique losangique
de Mondejar.
Ph. 20 : Applique peltiforme de grande taille, apparue à Albalate de
Zorita.
Ph. 21 : Applique peltiforme trouvée à Borox.
Ph. 22 : Appliques en forme d'"hélice" trouvées à Villarrubia de Santiago
et Titulcia. Plaques de ceinturon tardo-romaines qui incorporent des
"hélices" trouvées à Ocaña et Borox.
Ph. 23 : Appliques cordiformes apparues, de gauche à droite, sur la
province de Tolède, à Castillejo, à Estremera et à Borox.