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ESTUDIOS DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOCIA MADRILENAS 10 SEPARATA MUSEO DE SAN ISIDRO J) [-as guarniciones clc cintur'ón ¡' atalqc cle tipología rnilitar en Ja Hispanra Romana. ¿t tenor de los bronces hirllados en la ]\4eseta Sur 49 Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur Joaquín Aurrecoechea Fern ández* The belt harness and horse equipment of militaryt tipology in Hispania Romana, in accordance with the bronzes found in the Sowthern Plateau Resumen tes arqueológicas iic toclo el hnperio. el artículo propone una visión cle síntesis sobrc eJ ¡ranoratna de est¿ls piczas en Hisp:rrtia. Abstract archaeological evidence about these iterns in Ronran Ernpire. the articlc suggests a surve)'iir Hispania. I. Introducción EI estudio de los bronces romanos en nuestro país se ha visto potenciado en los últimos años, debido al interés creciente que este tipo de materiales ha suscitado. A pesar de ello, una categoía importante de estos objetos, los adscritos al mundo militar, no se han beneficiado de esta diniámica. La ausencia de estudios concretos en este campo es aún más 1a- mentable si tenemos en cuenta que 1a Península Ibérica fue la primera provincia conquistada por Roma, siendo su suelo, por tanto, e1 primero pisado por sus legiones y porque en nuestro país estuvo acantonada durante siglos 1a Legio VII|. Salvo algunas excepciones, como los materiales procedentes de Numancia y Cáceres el Viejo (Schulten, 1921;1929,ULbert, 1985), aún no han sido publicados 1os bronces pertene- cientes a establecimientos militares de la importancia de León, Herrera de Pisuerga, etc., panorama que esperamos ver pronto cambiado, como ha ocurrido ya con algunos materiales específicos, como son los cingula militae tardorromanos estudiados pot Péfez Rodríguez-Aragón (.1992a y 1992b) y 1os botones arroblonados (Aurrecoeche a, 1994). Nuestro trabajo abarca tL área geográfica, la Meseta Sur, entendida en sentido amplio, por lo que nos ocuparemos de los bronces militares aparecidos en las comunidades castellano-manchega y madrileña2. Para esta zona contamos, desde los últimos años, con una serie de investigaciones que han puesto de manifiesto la importancia de la región desde el punto de vista broncístico3. No obstante, un grupo de materiales, cuya morfología responde a los modelos usados en ambientes militares. apenas han sido reflejados en las publicaciones contemporáneas en forma de noticias aisladas. La necesidad de ofre- cer una síntesis de dichos bronces se imponía, debido tanto al número ciertamente elevado de especímenes que ':' Fr¿ncisco Pachcco. T - 1 0.' D6. 1!)00.+ Nlirl¡gx (EsPaña). e nail: jorc¡rrin @)bbl- cat.bbl. urnrr.cs. La Lt,gio )'ll Ccntiutt l¡ constituvó G¿lba. en cl año ó8 d. C.. con elelrelltos hisprros ¡' por till motilo se la denomira Calbiana. Nornbrado eurpcrador sc lr llcr a a Italia y poco tienrpo rlcspués es transtériih r Panonia. al rtando del 1e-tado r\ntonio Prino. Tras la revueltr posterior il la muette cle Galba (año 69), csta legión apol'a a Otón. gtibcrnador cle Ia Lusitania contru Vilclio. Proclamadc¡ ésle úlLimo cntpcraclor. las lcgiones de orielte se sublcr itit a flvor de Vésplsiolo. Arltonio Prino r§rr¡1rc el nando dc las l-ucrzas cn Panonia 1'marcha haci¡ Ttalia. donde destrona a Vitclio cn no¡nbre de Vespasirno. Tras su r uclta ¡ Patronia es elvitLl¿ c¡t cl 7-1 a Esltaña. col sede c¡ l-cón. Comandacla por L lpio Trajrno. su legaclo en el ttl, contritru)ó a apaglr Ia ilsurreccirin en la Cle¡m¿nia SLqrcrior contra Donicinrttt (8 I -96). Participa en lasopcracionc"clcAdriani¡IIl7 l-18)erBril¿uri¡r¡-deAntonioPío(l3E-l6l)cncl Atiica Septertrional. I-oor¡blc a Scptirnio Severo cottsiguc cl apelativo plrr /i/r'1it. Estuvo todr\ ía prasente en ei S. V. aunquc corno Iegión comitatcnsc. Olras Icgiones tuvieron una csltncia más ltrcle en suelo hisplttto sot la 1-eglo l\r Mat ctlonit'u, Le,qio Y Aluutlue. Lt,qio )'l I:erruto ¡ I-agio IX llispuna tlte parlic^iparrln cn los srt cesos bélicos dc l-incs clc la RepúbJica. iu guerril contra Ponipelo ¡, la últirra [asc dc la colquista de la Penirsula. I)Lrr¿utc los cottflictos dcl rño 68/69 tLtvieron un papel dest¡cado parir Hispania 1t Lt'git I :\tliutri.r. Legio VI \tictri.r -r' Lcgio X Geaitta.l,os pLlcslos fr-ooierizos en donrlc postcriorrneote estu!ieron dcrtinaclas algunrs de e11rs: N,l¿-suncia. tsrigclio. Xanten. Nvme-qer. ctc.. scrán enclaYes qUC sc rcpctirín a Io largo dc csLas páginas por los parule1os acluciblcs a clistintrs piezrs quc cstr¡dittnos. qLre I Qucrcnros agradecer a todas rqucllrs pchonas que nos hul posibilitaclo el acceso r sus coleccioncs. trnto públic¿ls cornri pri!adrs. Irs l¿rcilidades otiecidas. especialmcnLc ¿r Fr¡Lncisco cle la Cigoira. I-rustino N{ontero, personal del Institut.) Arqueológico N,lunicipal de N{aclriil. ilei NIusco Arqucológico de Cueuca. dcl l\lusctr dc Ciuclacl Real ¡- del \luseo de Sanlii Cruz. Los nrateriales proccdcntcs cle La Bien venida peúenecen r un yrcinricnto tod¿i\'ía en h:c dc cxc¿1\¿tción. recogiénclose en cstc cstudio las piezrs clrertes dc corltc\to esttatigráfico. proporcionad¿rs anlable rrcntc por sLr dircclora Carnen Fernández Ochoa, a quien ln¿rnifést¿lDos nllc\iro agradccirnicnto. Tarrbién c¡ueremos indic¡r nues¡a deuda cou Enriquc dc Carrera. quier pacientcmcntc sc prcstó a la lahor de traductor Y nos anintó para llerar a crbo cl prcsente trabajo. ponicndo l nuc\lra alisposición tanlo los nrcdios del Ittstitub Arc¡uco1(r lico Nltmicipal que dirige, conro su pcr\ona a tra\ és de exlensas ch¿irlls cn Ias que in lcrc¿unbiarrr¡s puntos de rista. Prrl las labores de interpretación ¡' búsqueda cle para ielos hemos contado con l¿ lnestirrable r¡-uda dc los it\estjgadores galos \4. Fcugére )'P Pruc. quiencs arnablcnrente nos ofiecieron lit intbrrnación de que disponían c ini ciaron una auténticr búsc¡uccla dc matcriales. inclLtso inétlitos. cn l¿is coleccioncs dc su enlorn0. I Eienplo cle cllo st»r los dirersos trabujos rcalizados para las prorlncias cle Cuenca (FLrcntcs. 1983: l9E7: 1989t l Ciudad Real (Aurrecocchca. l98tla: 1990: 1990a: 1990b: 1991 I. 50 Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 sobrepasa el centenar, como a que la gran mayoría de ellos aún permanecían inéditos. Precisamente 1a abundancia de tales materiales en una zofia en la que se desconocen asentamientos militares, a excepción del campamento de La Cerca (Anguita, Guadalajara) (Sánchez Lafuente, 1919,11-82)4, es un hecho de vital importancia que intentaremos interpretar, así como su concentración cronológica en torno a unos parámetros temporales bastante que nuestros bronces no puedan beneficiarse de las investigaciones en ellos realizadas, bien por pertenecer a excavaciones antiguas o por tratarse de materiales descontextualizados. II. El equipo personal A. concretos. Los broches de cinturón altoimperiales El término "bronces de tipología militar" nos parece más acertado, dada su amplitud conceptual, que e1 res- trictivo "bronces militares", sobre todo si tenemos en cuenta que el carácter castrense de la mayoría de nuestros objetos no puede ser confirmados. La utilización de dicho término nos permite aglutinar en el presente trabajo tres categorías distintas de piezas: aquellas cuya filiación mi- litar es indiscutible, debido a que responden a modelos empleados exclusivamente en entornos militares; los ejemplares de dudosa adscripción, ya que comparten el mismo esquema morfológico que los bronces utilizados por legionarios y auxiliares, aunque su uso se ha constatado también en ambientes civiles; y los ejemplares que inspirándose en tipologías militares reinterpretan y adaptan los modelos primigenios variando su morfología6. Tanto unos como otros responden a una misma dinámica y el estudio conjunto de todos ellos nos abre nuevas posibilidades interpretativas, ya que la mayoría de los yacimientos arqueológicos de donde proceden están a la espera de su estudio. Precisamente la carencia de investigaciones referidas a los asentamientos en que han sido hallados, es una importante limitación a la hora de evaluar su aparición en nuestras tierras. Yacimientos muy próximos entre sí, como Villarrubia de Santiago, Ocaña, Ocaña 2, Villasequilla de Yepes y Borox; o el más alejado de El Quinto (Seseña), todos ellos en Toledo, son prácticamente desconocidos por nuestra ciencia, a pesar de la cantidad y la calidad de los materiales halladosT. Otros, sin embargo, como La Bienvenida (Ciudad Real) o Segóbriga, cuentan con una larga historia bibliográfica, aunr Establccimiento tradicioralrrcnlc considerado como calllpaltcnlo lcgionario cl 196 a.C.. del que clesconoccltos materialcs clue puedan ser adsc¡itos r los objetos qLtc ttfilmos. j llerros dejaclo lucra del presente estudio los bronces esrnalt¿rclos. \it alLrc csta rros prcparurdo ¡ctual[ler]tc un trabujo que los cle ¿t conoccr cn conjunto. Entrc cllos se encuerrrr?n una serie de placls de cinturón o ataii¡c arrobloladas. conccu(rudas Se ogrilicanente entrc cl sur de la actual Ct¡nrunidatl de N{adrid ¡, cl norte de la provincia de Tolcdo. de clar¿ flliación militar ¡,c¡ue sc cncucrtrun vinculadas a r,¡ci rnicntos estudiaclos cn c1 presente n-abajo cn 1os que han aparccido intportantes lolcs de bronces aulóllicanrente r¡rilitrrcs. '' Aún tenclríamos que añaclir unt nLLcvt categoría dc bro¡rces pertelreicnles.r guarnicic»rcs de rtalaje cu\o origen militar es truY rc¡noto o ine\istcltlc. colro las cirmas de le¡o I los pasadues trollcocónicos. pero que han sitlo incluidos rcluí porc¡ue los considcrantos itnpoftantcs para conpletar el ptroranta tle las guarnicio¡es equinas cn nuesfa región. vinculado con el asalto dc Catírn a .Srgr»rirr cn ' Queremos Ilantar la atención sr¡L¡re es¡os vacinicnlos. tsí collto otros situii dos entrc los }ínites de las provincias de \tiidrid. 'foleclo ,v Guadalrjara. ya que la actiridad constructora incliscriminada. los morirnientos oc¡rsionales de tic[¿ ]. sobre todo. la actividad i[controlada clc buscarlores clandestinos. cstáI ]ireralmentc arrasanclo 1r zona. descLe el punto dc \ista arqueológico. Sienil'icaLir.o del clesconocimicnto rle los mismos rcsulta el que c¿si la totalidacl dc los lacimienkrs reflejaclos en nueshr tlabr¡o. rlgunos de krs cuales l¿r los habÍamos datio a conocer nosotros nrisrnos en otras publicacioncs. no son reflejaclos en la Hoja corresponcliente de la Tithilu (Tabula Imperii Ronrani. 1993). En cl proyccto de estudio cle la cucncr medi¡ del TLrjo c¡ue conocernos (Fcrníndcz Nliranila: -Vangas: Plácido. 1990. 15 65). ram bión se omiten una scric clc cncl¡r,es dc¡cumentados por nost¡tros mediante colec, ciones priradas ¡i cu1,os rrateriales son objcto rlc la tesis doctoral c¡ue claboramtis. Esperiinros que estas pduinrs sinan para sensibilizar sobre cstc hccho. que aftcta seriamenlc al conocimiento que en un futLlro sc tcnga de la ditiintica arqucolrigica del te¡ritorio. A comienzos del Imperio, el balteuss era un objeto funcional que podía o no tener una decoración figurada. Los relieves funerarios muestran un cambio gradual durante el S. I, desde el empleo de dos cinturones hasta el uso de un único cinturón. Originalmente, cada balteus servía para soportar un arma a cada costado, pero posteriormente ambas, daga y espada, fueron colgadas de un sólo cinturón, o la daga era llevada en el cinturón y la espada en un tahalí sobre el hombro, costumbre esta última que se popularizó durante la tercera centuria. Los accesorios más comunes de estos cinturones son la hebilla, con placa charnelada o no, así como diversas placas decorativas distribuidas regularmente por el resto del cuero. Al principio del Imperio hubo un cambio general desde las placas de cinturón estrechas a otras más anchas, coincidiendo con el cambio de uso desde los dos cinturones estrechos a uno solo ancho, siendo los conjuntos de Velsen (Morel; Bosman, 1989) y Rheingónheim (Ulbefi, 1969a) las fuentes arqueológicas más completas para este período. Desde el punto de vista ornamentístico podríamos hablar de tres grupos de placas en el S. I d.C.: las ornamentadas con plateado, nielado, o combinación de ambos, cuyos motivos decorativos consisten en diseños geométricos o vegetales, cruces de San Andrés, etc.; las placas repujadas en relieve con diseños tales como la loba y los gemelos, escenas de caza, o un busto coÍ cornucopiae (interpretado tradicionalmente como Tiberio); y, por último, la categoría de placas más abundantes, repujadas en relieve mediante un simple umbo y círculos concéntricos, de las que tenemos un representante en nuestro catálogo procedente de Estremera (Madrid) (FIG. 1, 2).Las hebillas estaban generalmente unidas a una de las placas mediante charnela, aunque ocasionalmente podrían estar integradas en la misma placa, adquiriendo frecuentemente la forma de un pelta de gran tamaño, como nuestro ejemplar de Ocaña (FIG. 1, 5), aunque también se utilizaron coetáneamente otras hebillas cuadradas rematadas por apéndices esféricos. Las agujas de las hebillas peltiformes suelen presentar la morfología de una "flor de lis", mientras que las otras ostentan agujas sencillas. Durante el período antonino los accesorios del cinturón cambiaron significativamente, incorporando la mayoría de las placas, hebillas y apliques de este momento diseños calados (algunos de inspiración celta) o esmaltados, moda que perduró durante todo el S. III d.C.e. Placas rectangulares ca- 'Bishop r Coulstor defienclen lr utilización dcl té¡mito briltrrr.r I no r'íttqulunt prra krs dos prirreros sillos de nuestra era. basándosc cn c¡ue la palabra rr'ngulrrar ¿rpenas sc mcncjolr en las fuentes cliísicas h¿st¡ cl S. Ill. B¿¡1|¿,¡rs es el conccpto cmplcado. por ejemplo. en dilcrsas ctrtas parliculares sobre papiro, conto la de Apo llonous (99 d.C) ) la dc Claudius Terertianus (inicios clcl S. lll. y pu aurores cle 1a talla dc Plinio e1 Viejo l Tircito (Bishcry: Coulston. 199-1. 59). '' A este mornento cronológico pcrtcnecen los ahundantes bronccs csnt¿ltitclos encontr¿r{los er1 nuestro milmentc. tcrrituio de estudio. cu1'a investiglcitín concluiremos próxi ffiil @ qé: 2 1 4 8l :rt= o3 ffi ffif, \o, weI I 52 .loaquírr Aurrccoechea Ferníndez / EPAM 10. 1995 ,o ). W¡,,P 4\*o a ,\ü, O 4 f,i" O óo'g .L t=r-l o3 II 7.- Ocarir: 10. VillasequiJla de Yepcs: I L- Borox: If. Alme¡clros. 1996 53 ladas y esmaltadas, cuyos extremos rematan en peltas han aparecido en todo el Imperio, desde Britania, a lo largo del Rhin y el Danubio hasta Siria (Dura), en los fuertes militares abandonados durante los turbulentos sucesos del S. IIIl0. Es precisamente en la tercera centuria cuando se produce un cambio imporlante en el equipo militar, pues la espada se cuelga ahora de un tahalí, mientras que el cinturón se reserva para portar únicamente la daga. Es por ello que en este siglo el mayor anhelo decorativo recala en los accesorios de bronce de los tahalíes y no en los de 1os cinturonesll. Las hebillas que utilizaban estos últimos eran inuy simples, generalmenie de forma circular, como la nuéstia de Villarrubia de Santiago (Toledo) (FIG. 1, 6), pudiendo ser las anillas lisas, de hierro o bronce, con o sin aguja, o decoradas con una extensión para encajar uno de los botones. Tipos característióos de éste período son las hebillas rectangulares caladas y sin aguja, que se sujetan al cinturón por medio de sendos botones dispuestos uno a cada lado, por lo general fungiformes, y los broches con apliques que reproducían la frase FELIX UTERE (Usalo con buena suefie), siendo un ejemplar completo hallado en una tumba de Lyon el mejor representante de esta última categoría. Poco conocemos de las hebillas y placas de cinturón militares usadas en Hispania durante el altoimperio, panorama que contrasta con'la abundancia de piezas tardorromanas de la misma índole. Es por ello que las seis piezas que aquí estudiaremos cubren parcialmente un importante vacío en la arqueología peninsular. La placa de Estremera (Madrid) pertenece a un grupo bien conocido y muy difundido de balteus castrenses de la segunda mitad del S. I, compuestos por una hebilla peltiforme (del tipo de la nuestra de Ocaña) y varias placas ornamentadas con un umbo central que se disponen a lo largo del cuero. Dichas placas constituyen el tipo B en 1a sistemattzación de los cinturones pre-flavios llevada a cabo por Grew y Griffiths (1991, 49). Ambos extremos de la placa están doblados formando un tubo y una aguja con terminación bulbosa 1o atraviesa, formando una especie de "pseudo charnela", 1o que parece indicar que las distintas placas del cinturón se articulaban entre sí. Un ejemplar completo procedente de Rheingónheim (Ulbert, 1969,126) es el representante paradigmático de este equipo, junto con los ha- llazgos de Tekije (Bishop, Coulston, 1993, 59) y Cesena (Righini, 1965, 81, fig. 1). Asimismo se conservan representaciones iconográficas de estas piezas en 1a estela de Ca- L'r Desde Círmodo ¡ Diocleciano. h esLabiliclad interna dcl hnperio fue altctrda por la guerru civil v la usurpación. I-a región del D¿rnubio (llliricum t no sólo sttr¡i nistró los mejores soldrdos, sino fambiér muchos de los empcraclo-es cle este siglo. EI reclutamic¡rto cle lll¡riciuni para las unidades preluianas y legionarias en Italia (desdc cl reinado de los Severos). así como l¿t tnís amplia cxtctlsión geogrífica t1c unidadcs dc ilirios. turo corro ct¡nsecuencia ia cvoluciiin del equipo militar bltjo nlotlclos d¿nubianos. El control militar romano se extendió m¿is allá del norte dc Brita nia. Nu¡idia ! lüesopotamia. proporcionando ü1 t(nninus l)o5f .lacrr para eJ equipo hallado en las nucr¿ts zonas ocuparlts. Por otra parte. algrulas íreas lucron ¡bando nadas cn el S. Ill.. como los fuertes de 1a línca del Agri Decurnirrttes y los dcl otro lrclo cie N{rinz. rbandonados ertre cl 259-260. así conlo los de Dacia alrcdcdor del 271. lo quc ha proporcionldo ut ter¡¡tintts allte qttr¡n pala los malcriales ¿llí enconlrados. Otr¡s zonils nlenos estratúgjcas, conro Corbridgc doncle se docrurcntó una pe queña.lhbrlrrr. o el luertc lcgionario tle Cacrlon abandonado r finales del S lll. han producido materirlcs cquiparables. Por últirni¡. la mavor cantidad de equipo militar ale estc nlornento fue hrllado cn Dura Europos (Siria). preservado gracias ¿rl corlc\to árido en hs torres y los tÍtneles colapsados durantc cl período final clc ocupaci(rn er cl últirro tercio dcl S. III lBishop: Coulston. 1991. l2l-123). Lr Algunos posibles acccsorios de estos tahalíes de la terccr¡ centttria han aparccido tambiétr en nuestla zora (Fig. 7, 2). aunque er cl presente trabrio sc han inte grado en el grupo de Jos bronccs de amés. por tratarse de taleras de dudosa itrterprclJ\'r,rn. o (r el u<.r¡lique. dc.oruliro.. Foto l. Gurnición de cinturón decorada con insiciones de Villasequilla de Yepes. sacco. No debe extrañarnos el hecho de no conocer ningún paralelo peninsular para esta pieza, pues su uso está vinculado a los cingulum que sostenían la espada, arma reservada a los legionarios, por lo que su hallazgo es raro incluso en la Galia meridional, debido a que la Narbonense fue pacificada con anterioridad a su época de mayor utilización (Depeyrot; Feugere, Gauthieq 1986,146), no conociéndose ninguna pieza en Mamrecos 12. El broche completo de Villasequilla de Yepes (Toledo), caracterizado por su hebilla de bronce en forma de "D" unida a la placa mediante pasador de hierro, pertenece a un tipo más longevo, cronológicamente hablando, ya que estuvo en uso durante las dos primeras centurias de1 Imperio, como demuestran los ejemplares de Caerleon (Zierrkiewicz, 1995, 111, fig. 39, 19) y Sablas (datado entre el 75-100 d.C.) (Feugere; Tendille, 1989, 154, fig. lI0, 213). Boube incluye los ejemplares marroquíes de Thamusida entre el equipo del S. [-III d.C. (Boube-Piccof,1994,13-74). En el Imperio se han encontrado piezas de esta cafegoría et Arae Flaviae, ZtgmanteT, Saalburg, Arnsburg e Intercisa, por citar sólo algunasl3. En Hispania se conocían piezas semejantes en Conímbriga (Alarcao, 1919,96, fig. 20, 60) y en el M.A.N. de Madrid (Ripoll, 1986, 66, fig. 3, I y 3) ra. La cronología entre e1 S. III d. queda confirmada, también para nuestra provincia, por el ajuar que acompañaba al broche de la necrópolis de Paredes (Alenquer, Portugal) (Horta, 1910, 65 y 13-14, fig. 4, 25), y las hebillas sueltas de Conímbriga (Alarcao, 1919, 96, fig. 20, 61, 62 y 64). Estas últimas aparecieron en estratos del S. I d.C., estando asociada una de ellas al momento de construcción del foro flaviols. No obstante, rr Boube rcl¡ciona cinco hebilhs peltitirrtles dc su inve¡tario eun L'sto\ cinltrrones (Bt¡ubc-Piccot. l!)9,1. l3), si bien estos ejcmplares han aparccido sin sus plrcas. Debido r la pcrclriración de estas hcbillas hast¡. al ntenos. el S. lll d.C.. la atribución c¡onoló-qic¿r de las piczas marroquíes ctcelnos que no pucde estableccrsc cotl scguridad. Lr Est¿s piezas guardan unas cvidentes scmcjanzas ti¡rmalcs con las hebillls h lori(d de ic!:nrctúlÍLt. rr El broche portugués se techa desde mcdiados del S. I ¡ la mitad del S. II d.C.' sj bien la datación se establece por ntcdio de parulelos. flno de los broches del \'1.4.N. cucnta ci¡n u|a dcculcirin de nieladi¡s. ntientras clttc cl otro ha sido inler pretado como pcrtcnecierte a unl 1o¡i¿t .\e!¡ilattt.tt(t (RipolJ. 1986, -5ó). L5 L¿ unile¡srlidaci de las tbrnas ¡lc algunos cle los broches de cintutin romanos. queda rtcstiguada col los ejcntplirres que tt¿tllrl]os. pues en la primcra lnitad del S. IV cncontraremos nucvarnente placas rcctangulares con dccoración incisa t hebillas clt fbrma dc "D". que constiluycn la Forma C. lipo a de Sommcr. si bien el sislcna dc en garceeotreplacayhebillasueleserclilcrcnte(Som¡ler.198.1.Iám.2.n'I--5). 54 Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10,1995-1996 hemos de reseñar el empleo de hebillas idénticas en la Hispania tardo republicana, como atestigua el campamento de Cáceres el Viejo, fechado en torno al 80 a.C. (Ulbert, 1984, 217,lám. 10, n" 60). l Foto 2. asr?# Hebillas peltifomes altoimpedales, procedentes de Villasequilla de Yepes y Ocaña. (Toledo) (FIG. 1, 4), que ilustra un tipo de piezas con una cronología bien definida y que son muy abundantes en otras provincias del Imperio, aunque en Hispania se encuentran poco representadas. Son las hebillas que presentan un travesaño en el aro exterior que delimita una forma de creciente y origina un perfil et "L", documentadas en Hod Hill ya durante el período claudio (Brailsford, 1962, 93), aunque al parecer continuaron en uso hasta el S. III, como ha señalado Oldenstein (Oldenstein, 1976, n" 971). Nuestra pieza toledana, por otra parte, se incluiría en e1 grupo C de hebillas peltiformes pre-flavias propuesto por Grew y Griffiths (199I, 49), caracferizado por aquellas que poseen un travesaño surcado por una profunda moldura convexa. Hebillas semejantes, a título de ejemplo han sido encontradas en Richborough (Cunliffe, 1968,93,Lám. 35,96) y Thamusida (Boube-Piccot, 1994,65-66, n" 49). Boube vincula la pieza maffoquí con los cinturones de1 S. I, ornamentados con placas rectangulares, documentados concretamente entre el reinado de Claudio y Nerón16. Otra pieza, que podría ser calificada como de paralelo exacto para nuestro ejemplar toledano, es un especimen del nivel claudio de Hod Hill (Grew; Griffiths, 199I,14, fig. 14, n" 126). Un hallazgo frecuente de la arqueología peninsular son las hebillas peltiformes. La datación de los especímenes descontextualizados es un tarea realmente difícil en nuestra provincia, pues se encuentran presentes prácticamente durante toda la romanidad. Sin embargo, 1a mayoría de las hebillas bien datadas entran dentro del mundo bajoimperial, debido a su asociación con los broches de tipo Simancas y por hallarse insertas en 1a dinámica de 1as denominadas "Necrópolis de1 Duero". Los ejemplares altoimperiales, por el contrario, no siempre son identificados con éxito, aunque creemos que las diferencias morfológicas entre unas y otras piezas pueden ayudar a la hora de precisar la cronología de las hebillas sin contexto. Es por eIlo que, basándonos en criterios estilísticos y paralelos foráneos, no dudamos en catalogar la pieza de Ocaña (FIG. 1, 5) como altoimperial y, aunque esto es más difícil de demostrar, posiblemente vinculada a una placa con umbo central como la descrita anteriormente. La forma interna de la hebilla que describe la pelta culminándola con espirales enrrolladas sobre sí mismas, la técnica de fabricación que implica un bronce de delgada lámina, así como el tamaño generaldelapieza de grandes dimensiones, abogan por esta cronología. Concretamenfe la pieza toledana encaja en e1 grupo B de hebillas peltiformes pre-flavias definidas, por Grew y Griffiths, como aquellas de travesaño liso (Grew; Griffiths, 1991, 49). Entre los paralelos que podemos citar señalaremos los ejemplares de Hod Hill y Verulamium, ambos de época claudia; el de Newstead, posiblemente flavio; de época claudio-neroniana el de Waddon Hill; el de Camulodunum, en torno al año 60 d.C.; o los de Richborough (Cunliffe, 1968, 93). En plata tenemos también un buen paralelo en el broche completo de Pompeya, asociado a una placa repujada con la figuración de Neptuno y Minerva (Feugere, 1993, 221). En Hispania contamos con la hebilla altoimperial de Ampurias (Palol, 1969,151,Fig.26, La características hebillas peltiformes con engarce trapezoidal para asir a la tira de cuero, están representadas también en nuestra iírea mediante el espécimen de Villasequilla de Yepes (FIG. 1, 3). El empleo de estas piezas, ranro entre e1 equipo del equino como del soldado, parece estar avalado por su presencia en el carro de la tumba de NagyLook, elementos de arnés de Brigetio o los ajuares personales de los soldados de la necrópolis de Lauriacum (Boube-Piccot, 1980, 139). Respecto a su cronología, los hallazgos de Dura-Europos, datables entre el 165-256 d.C (Frisch; To11,1949,17-18, n" a0 y 4l), y los de lattmba24 de Lauriacum, en la que aparecieron cuatro monedas de la segunda mitad del S. IV (Klober,1951,89, lám 48, 15), parecen indicar un uso continuado desde finales de la segunda centuria hasta últimos de la cuarta. De todos los hallazgos conocidos la serie marroquí es una de las más numerosas, con trece ejemplares de Volúbilis, siete en Banasa, dos en Souk-el- Arba, trece en Thamusida, uno en Sala, cinco en Tamuda y dos en Tánger, estando documentado incluso un taller broncista dedicado a la producción de estos elementos en Thamusida (Boube-Piccot, 1980, n' 156-168, 408-412, 49 5 -496, 531 -539, 6 10, 6 1 5-6 I 8 y 626-627). De entre las prolijas hebillas de la Mauritania Tingitana, sin embargo, solo dos de ellas, procedentes ambas de Tamuda, pueden ser consideradas como paralelos exactos para nuestro ejemplar toledano, pues en ellas las volutas de la pelta se unen al perfil exterior (Boube-Piccot, 1980, n" 615 y 618). Las hebillas anulares, del tipo de la encontrada en \tllarrubia de Santiago (FIG. 1, 6), como ya dijimos, son propias de la tercera centuria, no apareciendo representadas en las fuentes iconográficas del peíodo tetrárquico. Sin embargo, se ha constatado que algunas piezas aisladas del equipamiento del S. il tuvieron una vida residual en época tardo- romana (Bishop; Coulston, 1993, 160). Esta explicación 1), a la que habría que sumar las de Arcóbriga (Zarugoza) (Caballero, 1914,44,ftg.12,9 a 11) y podría justificar la aparición en Hispania de hebillas anulares vinculadas a yacimientos de las denominadas "Necrópo- León (Mañanes, 1983, 403,Lám. 2, 23). Queremos mencionar aquí otra hebilla peltiforme así mismo altoimperial, hallada en e1 ámbito geográfico que tratamos. Se trata del ejemplar de Villasequilla de Yepes inrcstigadtla tlance\a lambión ollece u¡ listaLlo con los huilazgos cle las hcbillas peltifirrmes en cl lmperio v su correspondicntc bibliosrafía. al quc nos rc nritir¡t¡s (lloube Piccot. 199.1. ó5. not¡s 2 a 5). ('La 55 6 9 8 III Figura -3. Guarriciones de cinluón I r -3. \¡illasecluilla tlc \tpcsl 2 1 ,1. Carpio de Tljo: 5.- Estterriera: 9. Provincia dc Toleclo. 6. Ocaña; 7 Villanubia de Santiago;8.- Santo Espíritu; 56 .loaquín Aurrecoechea Fern¿índez / EPAM 10. 199-5-1996 4 IV 5 6 Figura,1. Carnasdeflenolotrasgurrnicioresdeatalajc:1. Talaveral¿rNuelr:2. Viliasecluilla de Yepes: 3. Alcas: .1. L¿ Bienvenicla: 5.- Ei Quinto: 6.- Ocaña 2 lis del Duero", como la hallada en La Mofterona (Abasolo et alii, 1984, 12, hg.3, 5), aunque también podría ser posible la perpetuación de una moda atávica en nuestro territorio. La cronología inicial de estas hebillas, parámetro al que aún no nos hemos referido, podría ser más antigua de 1o que se piensa, pues en Conímbriga esta documentado un ejemplar en el estrato del S. I, perteneciente a la fase de construcción del foro flavio (Alarcao, 1919,96, fig. 20, 65). paso (Johns; Potter, 1983,78-81, fig. 6); el excepcional cinturón de la colección Ortiz, datado en torno al año 400 y procedente de Asia Menor, con tres paneles historiados en los que se representa la metamorfosis de Dafne (Feugere, 1992, 125-136, fig. 3-6, lám. l); o el archiconocido tesoro de Durante el S. IV el cinturón militar vuelve a obtener el protagonismo que había perdido en la etapa inmediatamente precedente, ya que de él vuelve a colgarse 1a espada. Es Ténés (Argelia) con placas trabajadas en un opus interrasi/¿ sumamente elaborado y dos hebillas, una de las cuales decorada con cabezas de cisne que están estilísticamente más próximas a las testas de estas mismas aves que rematan los mangos de simpulum y otros objetos altoimperiales, que a otras piezas tardorromanas (Heurgon, 1958,31-46, fig, 6-7, lám.3-4). Estas piezas de carácter lujoso pueden servimos de introducción a1 nuevo papel social que obtuvo el cingulum en época tardorromana, período en el que se convierte en parte esencial del uniforme de una sociedad militarizada y símbolo del rango social, tanto de los soldados como de en este momento cuando se enriquecen, decorativamente ha- los funcionarios civiles blando, tanto las placas como las hebillas, acompañándose de un buen numero de accesorios auxiliares como apliques, botones y terminales de cinturón con abundante desarrollo ornamentístico. El cinturón se convierte ahora en un objeto complejo, vinculándose. según la tesis tradicional, con gru- Características de la segunda mitad del siglo IV son las hebillas zoomórficas, formadas por una simetría de leones o delfines afrontados hacia la mortaja de la aguja, unidas a placas charneladas ornamentadas con calados en los que priman los motivos de "ojos de cer:radura". Las distintas categoías de estas piezas han sido señaladas por Sommer (1984), mientras que la distribución espacial de las distintas variantes se encuentra recogida más ampliamente por Bóhme (1986,482-485). Básicamente se distinguen: el tipo Sissy, de difusión eminentemente gá1ica y que presenta una hebilla con simetría de leones; e1 tipo Sagvar, con simetría de delfines; el tipo Colchester, de difusión preferentemente británica, y en el que la hebilla presenta delfines cuyas colas se enroscan para formar una pelta; el tipo Tongern, versión reducida de1 anterior ya que solo cuenta con dos "ojos de cerradura"; y el tipo Salona, de difusión ilírica, con sus hebillas cuadradas. Coetáneas a estas clases serían los broches que no presentan calados de "ojos de cerradura", sino que incorporan en sus placas el primero de los apliques en "hélice" que luego se repiten en el cinturón. Entre ellos encontramos: el tipo Champdolent de hebilla delfiniforme, que puede ser considerado el cinturón militar de las tropas del norle de 1a Galia entre el 340 y el 380; el tipo Gala de hebilla rectangular, usado casi exclusivamente por efectivos militares de la diócesis iliria; y el tipo Remagen, de morfoIogía mixta por contar en la placa con calados de "ojos de cerradura" y hélices. Para todas estas categorías contamos con versiones de placa rígida, en la que placa y hebilla se fundieron en una sola pieza, así el tipo Muids, versión rígida del tipo Champdolent, etc. 18. En líneas generales, las he- B. Los broches de cintarón tardorromanos ultrapirenaicos pos defoederall o laetes, que eran guerteros germanos instalados, como informalaNotitia, en Renania y en el Norte de la Galia. La germanización de1 ejército romano durante la cuarta centuria y el papel fundamental que esta "barbarizactór'" tuvo en la implantación de las nuevas modas en el equipamiento, es un tema ampliamente tratado por la investigación moderna. Arqueológicamente existe 1a tendencia a considerar como germánicos a todos los elementos de cinturón excisos (Kerbschnittgamituren), tan abundantes en Renania y el Norte de la Galia, en donde la arqueología tardorromana está bastante más desarrollada que en otras provincias del Imperio. Esta intetpretación debe ser matizada, pues si comprobamos la repartición geográfica en ámbitos funerarios de estos objetos, acompañados de armas y objetos de adorno, veremos que efectivamente se corresponden con una tradición germánica, pero que si tenemos en cuenta otros parámetros distintos al de la distribución funeraria, comprobaremos que objetos análogos se encuentran en otros tipos de hábitat (ciudades, etc), aunque, si bien es cierlo en número inferior (Feugere, 1993, 250). Estos cinturones tardíos evolucionaron a parlir de los modelos más simples del S. III. En la primera mitad del S. IV los broches eran sencillos, formados por chapas dobladas en "U" y hebillas simples, generalmente ariñonadas u ovales. Contemporáneamente aparecen 1os apliques en forma de hélice, como compañeros de los cinturones más anchos (1012 cm), pasando posteriornente a asociarse, en primer lugar, con los broches delfiniformes de la segunda mitad del S. IV decorados con arcos de her:radura (Delphinschnallen mit durbrochenem Beschlág) y luego con las placas de decoración excisa (Kerbschnittgürtelgarnituren) Estos últimos modelos son los más comúnmente utilizados a finales del S. IV y primeros decenios del S. V. Aparte de los ejemplares en bronce, que seían los que hemos reseñado hasta e1 momento, se encuentran otros realizados en metales preciosos que destacan por sus cualidades ornamentísticas radicalmente distintas a las del resto de las piezas broncíneas, pues en ellas 1a tradición clásica se manifiesta plenamente vigente. Así el broche de Thetford (Inglaterra), presuntamente ocultado a fines del S. IV o comienzos del S. Y con la hebilla decorada mediante dos cabezas de caballo afrontadas muy naturalistas y una placa en Ia que se representa un sátiro al 17. ii Corno ha señalado Pércz Rodrígucz Aragrin 1 1992 19924). la itnportancir clel misnro dio lugar a que el propio término. por ntctoninlit. clesignarr al scn icio rlli- l littr lt¡¡¡t¡¡t,.¡ tlui tnilittttt r¡il(¡i .n!¡¡f). utilizánclose expresiottcs conto r'üigalttnr rtinlc rtotingLrlLrrnntcrt'ri.patt rcfcrirsctlacrltratlaetrel serricjonrilitrr :LeLir,¡..1¡¡i¡r lLnt,lepotrcrt,t¡ libcruri r'ürjrrlo. inrlicrndo cl ccsc ctr cl rnisrno: Lút,quIo olit¡rL'ttt t,.rut,rt o spriliuri r /r3ii1o, parr 1a crpulsión ¡' clcgradacitin deshon«rsa. ctc. El honor que colrportrbll cl uso clel r in.qtrlttnt. se comprcndc crl loda \tl ma-qnitttd si tctrctlos cn cLrcnia que su concesi(rn Ilcraba inrplícita la ceremonia tlc.jutaulcrtlo del cat--9o. Es por ello que su cr¡¡rccsirin v or¡rrrent¿ciól lucmn ollcto de re-culacitin en los Códicc\'lc(ldo\iano v Justirir¡ro. ¡ c¡uc sus guanriciores figumn en lr No¡i/lí I)it¡iit¿tlu¡il, entre 1r. insignitF del rr¡¡¡r.r st('rorufi ltryirit¡¡¡ut¡t l del ¿¿¡¡¡¿'s t'rtrnt ¡.tit,Lrtt'uttt. I Tanrbién tbrmiin piLrtc clc esta tarnilia: e1 tipo Argclicrs. con tnotivo li¡luratlil en su plrcr calada ¡ del que posihlcmellc tcngrlto\ un represertiultc cn nucstra te gión. si interpretauros cl aplicluc dc Boror (Fi-s. l{). 1.1) conlo Pcrtetre.ie¡te.r trrt.t guarnición conrplenrentrrir de cstü cirlcgoría de cintur(in: los l¡rochcs cott placa rígi da triangular. lisr t¡ calada Y hel¡illa oral o rrriiit»tada. pata el que conltrnos con un único rcpresentalrte er llispanir. hallado en Andrlucía ¡ aún inóditit. pltes estal incorporado a ll tc\is tiancesii sin publicrr clc Gisela Ripoll. r cluicn agradecetrlos el quc nos cliera a conoccr ll picza: cl tipo Furfiroz ¡. por últirttt. eJ tipo Sitrancrs. clcl que nos ocLrprrcnrt)s el otr-o apartado de nucstro tr'¿tbajo. 58 Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 -.*F W,b A -_ll --1J tr O I ll t1 5(t f? )r é{ \: ll O @ q+ @ I{ o ;.'l ffi I \d o Ir /l ,.,1 \*/ o #o ffi 7 ffi I ',1 ['{ U 11 =frE= o3 v San Antonio: I I.- \:rldocarros. Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur 59 ffi' }l li t1 & fl 8[l G,U 60 Joaquín Aumecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 billas con aro rectangular y que no presentan cabezas de animales son típicas de las provincias orientales de las orilIas del Danubio y los Balcanes. Las hebillas del tipo britano o gálico que aparecen en Oriente, así como las guarniciones de cinturón danubianas encontradas en Occidente, se interpretan como sintomáticas del movimiento y la presencia de tropas de una u otra parte del Imperio (Bóhme, 1986, 484). En la Meseta Sur se han encontrado varias piezas relaciona?as con las guarniciones descritas, algunas simplemente amplían la zona de dispersión de los broches ultrapirenaicos ya conocidos, como la hebilla delfiniforme de Villamrbia de Santiago (FIG. 2, 5), o la hebilla relacionada con los cinturones excisos de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero, 1986, 253, fig. 1, 9), pero otras documentan tipos aún inéditos en nuestro suelo, como son las placas que incorporan hélices de Borox (FIG. 1, 10) y Ocaña (Toledo) (FIG. 1, 11). distinguiéndose unas de otras en que las hispanas cuentan con un sistema de bisagra para unirse a la placa y las foráneas no. Otras piezas, que aunan características de los broches delfiniformes extrapeninsulares y Simancas, son denominadas por Pérez Rodríguez-Aragón de "tipo intermedio", categoría entre las que se encuentran los bronces de Tirig (Castellón), similar formalmente al tipo Colchester pero que presenta botones para sujetarse al cuero (Rosas, 1976), y Argeliers (Aude, Francia) (Palol, 1969, 150, fig. 25,4)21. La hebilla de Villarrubia de Santiago, a pesar de estar rota en su vástago de unión con la placa, no pudiendo aventurar entonces si contó con bisagrai o cerró mediante travesaño recto, nos parece más conectada con los ejemplares foráneos de La Olmeda y Sant Josep, que con el resto de los hallados en Hispania. El carácter más naturalista de los delfines que en los broches de Silos y Tirig y la casi imposibilidad de que la zona de inserción con la placa rematara en sendas peltas, nos hacen pensar en su pertenencia a un broche de origen extrapeninsular, cuya modología concreta no puede aquilatarse. Cronológicamente las hebillas delfiniformes con placa calada se fechan entre el 350 y el 380, según se desprende del análisis de algunos contextos funerarios pertenecientes a la Galia y Panonia, siendo por tanto sin- crónicas en gran parte con el denominado "horizonte rbschnitt" (Bóhme, 1986, 482). La hebilla de La Bienvenida (Ciudad Real) 1a dimos a conocer ya hace algunos años (Aur:recoechea, Fernández Ochoa; Caballero, 1986,253, fig. 1, 9), yinculándola con ke guarniciones excisas propias del tránSito entre la cuarta y la quinta centuria, por lo que trataremos de eIla más adelante a tenor del remate de cinturón exciso de Villarrubia. Los fragmentos de placas de Borox (FIG. 1, 10) y Ocaña (FIG. 1, 11) marcan un nuevo estadio en nuestro conocimiento sobre los broches tardorromanos hispanos, pues representan un nuevo tipo de bronces que hasta ahora no habían sido documentados en nuestro suelo, nos referimos a los broches que incorporan una hélice casi exenta en su placa. l{uestros ejemplares toledanos serían la adaptación hispana de los broches tipo Champdolent o tipo Gala, los primeros de hebilla zoomórfica con delfines afrontados y los últimos con hebilla rectangular (Sommer, 1984,36,1ám. 14, n" 5-6), no pudiendo concretar el tipo exacto al que están adscritos, por no conservarse 1a hebilla. Thmbién cabe la posibilidad de que pudieran encuadrarse en la variante de placa rígida tipo Muids, ya que al no conservarse el extremo de la placa donde se insertaba la hebilla, desconocemos el sistema de unión de ambos elementos (Sommeq 1984, 38, lám. 16, 7). El tipo Champdolent cuenta con una difusión eminente1as is;¡rry#;: Foto 3. Hebillas delfiniforme y anulr de Villrubia de Santiago. Hebilla en forma de "D" de Borox. Para la hebilla de Villarrubia, debido a su estado fragmentario y a que ha perdido la placa que la complementaba, no podemos precisar con exactitud el tipo de guamición a la que pertenecía, aunque abogamos por su inclusión, atítulo de mera hipótesis, entre las del tipo Sagvar o Champdolent. No obstante, no podemos olvidar que estas mismas hebillas no siempre fueron acompañadas de las placas caladas, sino que también aparecen engarzadas a placas rectangulares u ovales sin esta ornamentación. En Hispania se conocen desde hace tiempo ejemplares de la familia de los broches con hebilla zoomorfa y placa calada decorada con "ojos de cerradura". Algunas pueden interpretarse como de origen extrapeninsular, así la de Sant Josep (Castellón) (Rosas, 1980,202-203, fig.2, 12) y La Olmeda (Palencia) (Palol; Corres, 1914,91-92,fig.22, 1)re; mienrras que orras se han interpretado como copias hispanas, como la de Castillo Billido (Soria) (Lucas, 1911, 41, fig. 47) y el castro de La Yecla de Silos (Burgos) (Palol, 1969,146, fig. 25 bis)20, r" Sant Josep es un poblado lortilicado t¿ualorrom¿lno cuyo úlrimo pcríoi1o de ocupación ticnc una ttcha 7ro\t .lttctil tlcl último tercio clei S. I\'. Rosas. quien publi, cr por primera lez cst¡ hebilla. la dat¡ a l'incs dcl S. lV o comienzos dcl S. \'. según criterios cstilÍslicos derirados dc Ir comparaci(rn con piezas publicrdas por Bullilgcr. El ejerrrplar de I-a Olmcda se encontró en cl curdro 6 de h habitación I 2. rl sur cle la excclra clc lr habitaci(rn I l. iurlto a un \aso de TSHT Dr¿s. 31. -sriln rr)Castillo Billido cs un cas(ro ti¡tificarlo de larga r icll. cnrre el S. IV a.C. al VI d.C.. en el quc rparecieron abundantcs m¿Llcrilrlcs trrdoffomanos. sobrc todo TSHT deco¡¿rd¡ a molcle. El broche dc La Yecla apareció en uno ilc los denontil¿rdos 'callejones". junto a materiales tardoromanos. mente gálica, siendo el ejemplar paradigmático de esta serie, hallado en Niederbreising, un excelente paralelo para nuestro ejemplar de Borox, mientras que el tipo Gala es caracteístico de lazona danubiana22. Su hispanismo vendría dado por 1a presencia de botones para asirse al cuero, modo de fijación eminentemente peninsular en época tardía, si bien conocemos algunos casos galos en que se prefirió también a los rr El broche de Tirig aparcció cn una sepultura de la scgunda rnitad clel S. IV L¡n cuchillo tipo Sim¿Lncus. rr La picza proccrlcnte de Ocaña la dirnos r r u conocer ell nucsiro lrrbujo sohre .junlo a los boloncs hispauos tAurrecocchcr. 199-+. n" 69). confundióndola con uno tle estos objctos. Tras la restauraci(rn c¡ue posteriormelte a csta cstLldio se lleró a cabo. pudinros obscrr lr c¡uc los tr¡vesaños de la hélicc sc cncon¡r'ahatr rotos cn uno dc sus lados. por lo que 1a primera irlcrprctrcj(in debía ser lnoclificada pues uos encontralbarnos ante Lrn¡ placa tle cinturór liagrncnttda. Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur I ii iL___- l-J tJ f,l il lt lt U W,fu @ H o3 '.,.:::-::í=H tlr¿_i "ffimw 5 {t @ ,,ffi ffi"ffffiffi l'\ @ .[ ryf ffi fu W# ffi,r ffi"J w,. m,,uvrr 11 fi Carales: 12. Valdocarros; 13.- N,Iat¡uecla. 61 62 Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 /q ffitu &ffi HH4 .( ffi ,( 8 m,,ffi ffi,.ffi ffi,-ffiVIII 13.- Marchamalo: l'1.- Mazarambroz. Las guamiciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana a tenor de los brolces hallados en la N{eseta Sur botones frente al remache. Estos serían, aparte del archiconocido broche de Argeliers, los menos difundidos procedentes de Saint Clément o Nimes23. C. Los terminales de cinturón tardonomanos ultrapirenaicos Contamos con tres piezas pertenecientes a terminales de cinturón tardorromanos, cuyo interés principal radica en que es la primera yez qu'e se publican, hasta el presente, este tipo de objetos en nuestro país. Dos de ellos pertenecen a sendas categoías de terrninales bien conocidas fuera de nuestras fronteras, nos referimos al remate anforiforme de Mazarambroz (Toledo) (FIG. 1, 9) y al exciso de Villamrbia de Santiago (Toledo) (FIG. 1, 8), mientras que el otro se trata de un terminal peltiforme, también de Villamlbia, para el que no hemos logrado encontrar paralelos (FIG. 1, D24. =* Foto 4. Terminales de cinturón tardoromanos de Villanubia de Santiago y Mazarambroz. Los terminales anforiformes estiín vinculados generalmente a 1as guarniciones con hebillas delfiniformes, cuyos apliques suelen adoptar frecuentemente la forma de "hélice". Keller ha dividido estas piezas en cinco categorías pnncipales, estando adscrito nuestro ejemplar toledano deMazaram' broz a su forma A, caractenzada por las asas en doble voluta que dejan un orificio central ar:riñonado (Keller, 1911,4546, frg. 18, 7-11). Por otra parte, para el cuerpo del ánfora, Simpson ha distinguido dos clases principales de perfiles, ci líndrico y globular, mientras que las asas pueden presentar forma peltiforme o arriñonada (Simpson, 1916, 198-200). Para Simpson estas piezas, vistas en su conjunto, tienen una gran uniformidad conceptual en su diseño, por lo que plantea la hipótesis de que los ejemplares recogidos en su catálogo, representen la producción de un número limitado de talleres en un lapso de tiempo no muy amplio, aunque la aparición de imitaciones locales en el ¡írea geflnana podrían invalidar esta tesis (Sommer, 1984,51). Sommer recoge estos remates de correa en su forma B, distinguiendo nuevamente dos variantes, encajando nuestra pieza en el tipo a (Sommer, 1984,49- ll De estos e.jerlplares g¡los v dc otr¿rs piezas co¡ roblones en lrtgar cle remlt ches. trrtrrcmos nrás e\tens¿unente cr nucstras cot¡clusiones. rr Tenemos incluso dudas sobre la cronologíi1 exacta de esta úllinriL ¡iczr. ¡ue* auncluc está ¿iclscrita a un ¡,rcimicnto prolijo en brorccs militares taLdoLromanos, coino es el cle Villarrubia. no descarlrnros quc sca telnporalntenlc im(crior. Su fbrnia gencral, que recnerda a los Le¡minrlcs anforif¡r¡nes. podría avalar sin embargo ula dataciórr tarclía. 63 51, lám. 19). En Hispania se tenía constancia del conocimiento en nuestro suelo, al menos visual, de estos terminales por el influjo que ejercieron sobre algunos broches Simancas, como e1 hallado en la provincia de Burgos, cuya placa reproduce a este recipiente (Palol, 1969, 149, fig.24, 6), pero se desconocían auténticos terrninales como el que estudiamos, a excepción de una pieza de origen bético depositada en el Museo de Maguncia2s. El terminal andaluz, que no conserva el remate de engarce con la correa, es muy similar al toledano, pues ambos poseen un cuerpo romboidal y asas arriñonadas. Estos tenrrinales anforiformes son muy comunes en la Galia, ostentando muchos de ellos decoración de círculos troquelados como nuestro ejemplar, por lo que podríamos citar a título de ejemplo entre 1os paralelos franceses la pieza del cementerio de Evreux (Fauduet, 1992, ll5, n" 874), aunque guarda una mayor similitud formal con dos piezas de Hérault, halladas respectivamente en Loupian y Béziers, pues 1a primera presenta unas "asas" casi idénticas y la segunda posee un cuerpo romboidal y un esquema general que concuerda con nuestra pieza de Mazarambroz (Feugere, 7993, 253, tt" 17 Y 18). Otros paralelos formales son los terminales de Pritzier (Sommet 7984, lám. 19, 11). La datación dentro de la segunda mitad de 1a cuarta centuria está avalada por múltiples contextos funerarios, como el enterramiento de SaintMarcel (París) (Bonnet et aiii, 1989,191, n' 175) y las necrópolis de Panonia, encontriíndose asociados en estas últimas a fíbulas cruciformes de los tipos Keller 3 (datadas entre eL3401360i), Keller 4 (350/380), Keller 5 (370-400) y Keller 6 (primera mitad del S. V), así como a monedas de Juliano, Joviano, Valentiniano I y Graciano (Keller, 1971). Respecto al terrninal lanceolado de Villamrbia de Santiago, decorado con una serie de peltas excisas (FIG. 1, 8), pertenece al grupo de los Kerbschnittgütelgarnituren, cint.urones anchos decorados con placas excisas, cuyas hebillas poseen extremos decorados con animales en actitud de morder el eje de lapieza. Formalmente lapieza toledana se adscribe a la Forma B, tipo c, variante lb de Sommer para remates de correa (Sommer, 1984, 52,1ám. 20) y en e1 tipo V A de Chadwick (Chadwick, 1961,63-64,fie.23). Los bronces excisos comenzaron a usarse en el reinado de Valentiniano (364-315), perdurando hasta el de Honorio (393-433), si bien el peíodo de máxima utilización comprende el último tercio del S. IV documentándose tipos derivados de ellos durante toda la quinta centuria. Bóhme fecha los terminales lanceolados excisos concretamente a finales del S. IY en torno al 400 (Bóhme, 1986, 413). Caracteísticos de su momento de apogeo son los broches del tipo A, compuestos por cinco placas reunidas en dos grupos y un tubo repujado con decoración de astrágalos; el tipo B, con solo tres piezas conseguidas mediante la fusión de diversas placas y el remate tubular, siendo característico 1a aparición de un frontón triangular ornamentado con animales, así grifos en posición heráldica (piezas de difusión preferentemente gala), o persecuciones de monstruos marinos (comunes en la zona danubiana); y la variante figurativa Muthamannsdorf, de remate circular y característica decoración con escenas figurativas nieladas. Ya entre el cambio de siglo y las dos primeras décadas del S. V aparece el tipo Checy, simplificación morfológica del tipo B, aunque con un mayor desarrollo de la decoración animalística del contomo de las piezas; y el tipo Vieuxville, forlj conocemos gracias a la amrbilitlacl de la Dra. Ciscla Ripoll. ¿r su tesis dc la Lhiversidaci de la Sorbona sobre la iuc¡ttcoiogía tuneraria de ia Bética, r trarés de la colección dcl NTuseo de Mar¡unci¿r. Este terniral lo quiel lo ha incorporaclo Joaquín Aurecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 64 mado por tres placas rectangulares con sendos remates tubulares con decoración de astrágalos. Es en este momento cuando la decoración animalística, heráldica o configurando persecuciones, combinadas con otras geométricas o vegetales, se generalizan tanto en las placas, como en los apliques y los remates de las cor:reas, hasta conformar en las piezas un auténtico "horor vacui", propio de este período. Otros tipos, sin embargo, son mucho más sencillos, ostentando únicamente una hebilla con su placa, como por ejemplo los tipos Herbergen, Misery y Vermand. El mapa de dispersión de los bronces militares excisos comprende principalmente 1a línea de1 Rhin y el Danubio Superio¡ así como e1 norte de Francia, el Sureste de Inglaterra (FIG. 14), aunque se han constatado también algunos hallazgos aislados en el norte de Africa, y como a continuación veremos, en Hispania26. Terminales excisos ornamentados con peltas y cuya sintaxis decorativa guarde paralelismos con el remate de cor:rea lanceolado de Villartubia son, por ejemplo, e1 de 1a guarnición tipo A de Abbeville (Somme) (Bullinger, 1969b, 149-159, fig. 4 y 8), Trier (Sommer, de Annaba (Túnez) (Sommer, 1984,Lám.20,9). Pertenecientes a guarniciones excisas del tipo A han sido documentadas en Hispania dos piezas, halladas ambas en La Olmeda(Pérez Rodríguez-Aragón, 1992a,n" 23 y 24). Variante del tipo B, con una difusión preferentemente ilíri- ca, es la contraplaca de La Morterona (Pérez RodíguezAragón, 1992a, n" 25), mientras que el aplique de Andorra se encuentra asociado generalmente a guarniciones del tipo A (Canturri et alii, 1985, 65-68). Un remate de correa exciso, procedente de la Bética, se conserva en el Museo de Maguncia, cuyo diseño decorativo y morfología difiere ostensiblemente del bronce toledano que comentamos2T. Por último, tenemos la placa reutilizada en un broche de Hornillos del Camino (Palol, 1969, 144-145, fig. 24,5), cuya filiación tipológica no puede ser fijada con seguridad2s. Otras piezas emparentadas con los cinturones de decoración excisa, aunque también aparecen asociadas a placas con otros tipos de omamentaciones e incluso lisas, son las hebillas decoradas con cabezas animalísticas dirigidas hacia el eje de la pieza, que en Hispania han sido halladas en la Cueva de los Murciélagos de Zuheros (Córdoba) (VERA, 1994,69-11), Can Bosch de Basea (Morral et a1ii, 1980, 13, fig.26), Monsanto (Santos; Ponte, 1980, 60-61) y, dentro de la Meseta Sur, en La Bienvenida (Ciudad Real). Salvo los y castellano-manchego, las otras dos hebillas conocidas son ornamentísticamente muy simples. Su filiación ultrapirenaica podría ponerse en duda, al haber aparecido desvinculadas de las placas excisas a 1as que, a l" \r¡ incluilros er nuestro rnapa la zona norte de Iiali¡. pcrquc lls ¡riczrs cluc sc r incuLlan con csa rcgión son atrihuidas. lt¡ tcnjctndosc pof tanto certez¿ de \Lr au téntica procetlencia. ] Estc lcrnintl. nua\tnrcnlc. nos h¡ sirlo datlt¡ lr conoccr por Ciiscir Ripoll irer nota 2 I ). :" I.r tr¡L¡illr c¡cisa dc r\ndorra sc clcontrri cr uu hl-ibital 1ir¡tificado ile altura. culo vrlor estratégico hizo clue estuviera lrarcticrnlente ocLrpado a li¡ lar-go dc tocla 1a lristoria. La antiglra 5¿11r1¿r¿l1r hl proporciorlclo unl nccrópolis dcl ti¡to "l)ucrd'. lc chablc hacilr cl S. V cn la zona dc La \,lorteroua )'eu cu)'as c\ca\rei(rnes \e etr!r)il tra) una placa excisa. La llll¡ de La Olrneda. donde han aparecido dos bronces c\ci sos mili. cs urn pluarliuma rlc lirs ¡icus rcrirlcncias dc los llrlilirndi:tlrs dc lr I'lcsctr. Finalmente la placa reutilizada de Hornillor del Carnino. estii adscrita t¿rrbién u urn ([' llrlc.ll'.r. Il¡.l,rp,'lr. J;l 'llrr "l tLl. lr" por Palencia, Burgos, Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Barce- lona, Andorra y Castelo Branco (Portugal)2e. Estas hebillas con cabezas de animales están documentadas desde e1 período de Valentiniano I (364-315) a Honorio (.393-423), sietdo su área de dispersión principal: el norte de la Galia, Renania, el NO de Alemania y Britania (Bóhme, 1986,413). 1984, lám. 20, 1l), Lambaesis (Bishop; Coulston, 1993, fig. 128,3 y 9), sepultura 6 de Oudenburg, Houdan (Bullinger, 1969a, fig.24,2, fig. 28, 2), Leicester (Chadwick, 196l , 63, fig. 23, a), etc. Si bien su paralelo más cercano se encuentra en un terminal ejemplares portugués buen seguro, en su día estuvieron incorporadas. aunque. como Pérez Rodríguez-Aragón no dudamos, en incoryorar estas piezas al mundo de los Kerbschittgürtelgarnituren, al haber sido encontrados en la Meseta castellana otros ejemplares de filiación indudablemente excisa. Por otra parte, hasta el momento, no hemos constatado ningún ejemplar de estas hebillas vinculado con un broche de tipo Simancas o de tipo intermedio, mientras que sí se ha hecho con las hebillas delfiniformes. Este último dato vendría a avalar, según opinamos, el carácter extrapeninsular de las piezas conocidas, ampliando por tanto el área de dispersión de los bronces excisos y guarniciones afines, que en la actualidad se extienden D. Los broches de cinturón tipo Simancas Estos broches son bien conocidos de la arqueología peninsular, no sólo porque su hallazgo es relativamente frecuente en nuestras excavaciones tardorromanas, sino porque además gozan del privilegio de haber sido una de las categorías de bronces que primeramente llamó la atención de los investigadores hispanos. A Palol se debe el primer trabajo sistemático sobre los mismos (1969), continuado y ampliado por Caballero en su obra sobre Fuentespreadas (1914). Recientemenfe Pérez Rodríguez-Aragón 1es ha dedicado varios estudios dentro de sus artículos de conjunto sobre los cingula militae (1992 y 1992a), por 1o que las referencias a este autor son indispensables. Se trata de una categoría de broches típicamente hispanos, como parece atestiguar su área de difusión, y cuyo origen parece derivar de las guarniciones con decoración calada que imperaron hasta la llegada de 1os broches excisos. y entre ellas, sobre todo están conectados con los ornamentados mediante "ojos de cer:radura". Dicha conexión con los cingula militae europeos mit durbrochenen Beschlcig fue ya establecida por Sommer, quien incluye el tipo Simancas en su Sorle II, form B, typ e, es decir, como uno más dentro de la amplia familia de los broches calados, aunque denotando su claro localismo hispano (Sommer, 1984,35). La articulación de la hebilla con la placa mediante bisagra, así como e1 medio de sujeción del bronce al cuero mediante botones, serían sin embargo sendos rasgos atávicos que emparentarían estas piezas con los cinturones usados durante el S. II y III d.C. Las hebillas presentan dos variantes fundamentales, señaladas ya por Palol y Caballero Zoreda: peltiformes y rectangulares, estando las primeras estrechamente enraizadas con los precedentes altoimperiales. Una peculiaridad de los r! La Cuera de los N'lurciélagos. aulquc nás crrrocida por su licic ncolítica. prc- scrtta ucupación ia¡tlorromrna docuncntarl¿ lrcdilurte sillilata\ prleoer rrtrrn.rs nedas clel S. I\i aparccicrtdo l¡ hcbillr cn las lat¡orcs dc limpiczr rcalizrd¡s cr r nr,, 1991. l-apiczrclcCanBosch\ccncortr(ienl¡zoratlelrsterrl¿rs.enrivelesrerueltosjulto r un¡ monedr tle Clrudio. estando adscrira a una r 11/¿¡ ocupatla hasta rnecliudos/linal del S. \,. que ha ¡rop¡¡¡;¡¡o.1,, nratcrialcs nrclílicos slmilarcs a Ios dc Il zona dc Ia \1!'\cta. Fll c-jcnrpllrr dc L.r Bierreridr tamhién se hrll(r er estratc¡s revueltos. ) está r ircul¿do r un 1'acimiento crrl'os bronces tarclororn¿nos demnestun el misrni¡ hori zr¡nte cultural quc cl clcnt»rinrclo dc las Nccrrlrpolis ilcl Ducrt¡ . Por úlLimo. la hcbillr tle Nlonsanto carece de confe\kr. 65 t'.H J ,& m.ffi ffi5ffi 3u @ 6 /-+l4É-á l-"r +rL ¡r.rffi P il Yffi l,iid tu q* I ::,$ /..*i,.i{ q-f,*iY ff #s \J q Eo3 Figura 9. 1. 1\ltral¿lc.lc 7.c»'ttit.2..1 ¡, 11. Boro.r: -i.- Nlmde-jarl 5.- \Iarcharnalo: 6 IX ¡' l0:- Puchla de \{ont¿lbrln: 7. Villarrul¡i¡ dc Santiaso: 8. Titulcia: 9. Ocrña. 66 Joaquín Aurrecoechea Fern¡indez broches de tipo Simancas es, sin embargo, la presencia de un tipo deterrninado de hebillas que no se han documentado entre los cinturones de otras categorías. Nos referimos a las características hebillas que denominaremos "comudas", singularizadas por sus remates en forma de esferas. Pérez Rodrí.guez-Aragón postula que estas hebillas podían derivar de los modelos del S. III, que tienen como prototipo el broche del Numerus Omnium, señalando que la forma rectangular con protuberancias en las esquinas de las piezas europeas evolucionó en Hispania hasta convertirse en hebillas trapezoidales con desarrollados apéndices rematados por bolas30. Sin embargo, según nuestra opinión, el origen de estas hebillas sería más antiguo, teniéndolo que buscar, como en la mayoría de los casos en que se rastrean los ancestros morfológicos de la metalistería tardía, en un tipo de piezas militares altoimperiales más antiguas, las hebillas de perfiles cóncavos y remates globulares. Las similitudes entre estas dos categorías de piezas es evidente. Tanto unas como oftas presentan dos chamelas, y aunque la apariencia general de la hebilla es cuadrada, los tres lados que no están en contacto con 1a placa del cinturón se curvan, presentando generalmente una sección en "D". El lado recto que soporta el par de chamelas cuenta a menudo con 1a presencia de molduras, así mismo, el tránsito entre el remate esférico y el cuerpo de la hebilla suele marcarse también con una moldura. La nota distintiva principal la encontramos en que en los especímenes altoimperiales las esferas ter-rninales frecuentemente son de mucho menor tamaño, mientras que en las hebillas tardías adquieren unas proporciones tales que las convierten en las auténticas protagonistas decorativas de la pieza. También la forma de sujetarse a la placa varía, pues las hebillas altoimperiales suelen unirse a este elemento mediante travesaño recto en el que se inserta la charlela doblada de la placa, formando parte de cingula constituidos por segmentos metálicos articulados, propios de los primeros siglos del Imperio. Sin embargo, las hebillas tardorromanas se unen a la placa mediante bisagras, aunque también se conocen hebillas "cornudas" altoimperiales con este sistema de unión. Las hebillas altoimperiales con remates esféricos se han documentado en contextos castrenses britanos desde finales de la primera centuria, como por ejemplo en Wroxeter y Richborough, datándose en este último campamento entre el 80-120 d.C. (Cunliffe,1968,93-94, liám 35, 91-98), si bien son conocidas en otros yacimientos datados en las dos primeras centurias de nuestra era, como Arae Flaviae (Planck, 1915, 186,lám. 11, 12), Oberstimm, (Bóhme, 1978, lll y 206, 138-139), tor:res del Muro de Adriano (Bank East) (Allason-Jones, 1988, 216,frg.5), y Vo- lúbilis (Boube-Piccot, 1994,109, n' 187)31. No obstante, su uso parece iniciarse durante la República, como atestigua una pieza hispana encontrada en el campamento de Cáceres el Viejo, en uso aproximadamente hacia el 80 a.C., que se asemeja a uno de los ejemplares que presentamos en nuestro catiálogo, procedente de Ocaña (FIG. 2, 7), debido a que cuen- "rDicho autor nrcnciora un¿ hebilla lragrnentada de Canrunlum idéntic¿ a las ltis¡rtnls. c¡uc sc hr queritlr féchar en ópocl altoinrpcrial. si bien él indica c¡ue esta poblacirin panónica fuc lamL¡icln uclutlonarrie[¡o de tropas e incluso lubri«t ct cl Brjo Tmpcrio. por lo que parece irrdicar quc su cronologíl poclrír ser tardorromana. A nuestro pareccr tal posibilidrd es nrul dudosa. si tencrros cn clr!.nr.r (lue c\r\tcl hcbillrs 'cornuilas'rltoirDperiales igualcs: r quc rdcmís la distribucir'lt espacial de las hebillas tardías cs cscnci¡lmcnle hisprlla. no eltcontrándose apenls clocLrntc¡tlildts entre la cultlrra mltcri¡l trrlorrornana de zonas con¡o la Gllia o cl \orlc ile Alrica. cor ius clrre taltos coltactos ntrnilicslan ruestLos bronces bajoirnperialcs. En cs{os tcrrilorios sólo corocenos tlos hebillas "cor¡ruclas": la clc \4ontpcllicr r' \(rlúhilis. 'r La pieza rrarroc¡uLí. sin coltexto estratigráfico. es incluida por Boubc cntrc lrs het¡illas tartlías de su catálogit. si bicn c\ posiblc c¡ue su dataci(rn sea ntás alltiguil. / EPA},I 10. 1995 1996 k*,üJ*-'"--.kj Foto 5. Hebillas "cornudas" de época tardoromana, halladas en Santo Tomé del Puerto (Segovia), Puebla de Montalbán y Carpio de Tajo (Toledo). ta con remates esféricos en todas las esquinas (Ulbert, 1984, 211 ,lám. 10,n" 62). Otro paralelo para esta pieza toledana es una hebilla inglesa datada en época altoimperial y procedente de South Shields, que también posee foÍna rectangular, con apéndices en cada esquina y dos bisagras para la unión con la placa (Allason-Jones; Miket, 1984, 194, n" 623). Asimismo, el grupo F de Grew y Griffiths (1991,49,76,f 156) incluye una hebilla "cornuda" de hueso hallada en Colchester y datada entre el 44155 d.C. Ejemplar hispano de cronología claramente altoimperial es una de las hebillas de Conímbriga, hallada en e1 estrato del S. I en el que se constru- yó el foro flavio (Alarcao, 1919,96-97, fig.20, 67). Olras piezas peninsulares posiblemente altoimperiales serían tres especímenes de Citania de Briteiros32 (Palol, 1969, 151, fig. 25,1,8 y 11), otro par de Conímbriga (Alarcao,1919,97 , tig. 20,68; Palol. 1969, l5l-152,fi5.25,6) y una de León (Mañanes, 1 9 83, 403, lám. 4, 24). Los remates esféricos pareados no serían exclusivos del equipo personal, encontrándose también entre una serie de anillas de atalaje, cuya apariencia morfológica es muy similar a nuestras hebillas hispanas, y que se sitúan temporalmente en los inicios del S. il, como parece demostrar el espécimen de Verulamiun (105-115 d.C.) (Frere, 1972,130, fig. 40, 125). En nuestra área han sido documentadas hebillas "cornu- das" tardorromanas en los yacimientos de Villarrubia de Santiago (FIG. 2, 1), Puebla de Montalbán (FIG. 2,3) y Caryio de Tajo (FIG. 2, 4), todas ellas inéditas y pefienecientes al ámbito toledano, a la que habría de sumar un espécimen fragmentado de Huete (Cuenca)33. A éstas habría que añadir otros ejemplares también hispanos, aparecidos desvinculados del broche al que un díase engarzaron, como las de Palencia (Caballero, 1914, 42, fig. 12, 5), Arcóbriga (Caballero, 1914, 42 y 44, fig. 12, 6 y 7), Museo Arqueológico Nacional (Caballero, 1974, 42 y 44, fig. 12,8 y fig. 43, 4), Santo Tomé del Puerto (Segovia) (FIG. 2, 2) y Museo de Linares3a. Hebillas "comudas" poseen los broches tipo Simancas de La Morterona (Abasolo, 1984, 9 y 1 1, fig. 3, 1), Castillo de Soria (Caballero, 1914, 42, frg. 12, 3), Fuentespreadas (Caballero, l9l4,40, fig, 11, 1 y 2) y Penadominga (Núñez, 1916,286-287, fig. 3). rr Para una de ellas. r¡ cl prcpio Palol lr considcr(r cronolirgicaruelte rnterior.l la cuarta centL¡ri¿t (Palol. I 969. I 5 I ). " Lr pieza corc¡uense la conoccnros gracil: a la rmabilidari del Dr.;\ngel Fuen tes. Lllrien la rccogc cn su tcsis tinctoml inéditr. " L¿ del !luseo de Linares crrcce de ltroccclcncia. \ I uc rccogida en luestra N4e rnoria dc Licenciatura. rún inédita. sobre los bronces ri¡rn¿inos dc la Orctania. Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de Otras hebillas tardías aparecidas en Hispania, presentan formas más simples, generalmente en D, como nuestra piezade Borox (FiG.2, 11), cuyo aro aplanado de sección en L la emparenta con los ejemplares de la Cueva del Pany y Liédana (Pérez Rodríguez-Aragón, 1992a, n" 5 y 20, ftg. 15, 3 y 4). Como señaló Pérez, usualmente se encuentran vinculadas a broches recompuestos a partir de placas fragmentadas, como el de La Nuez de Abajo y el de Hornillos del Camino, espécimen éste último que reaprovecha una placa excisa. Finalmente una de las hebillas de Villarrubia de Santiago (FIG. 2, 8) la hemos incorporado al conjunto de piezas tardías por sus vagas similitudes con la encontrada en la Cueva de los Murciélagos (Yera, 1994,69-11) y sus analogías con algunas piezas de la necrópolis bajoimperial de Laukhills (Clarke, 1979, fig.34), aunque la cronología del ejemplar toledano no hemos podido fijarla con exactitud. 1os bronces hallados en la Meseta Sur 61 ducción autóctona de bronces en el marco de la Meseta Sur durante el peíodo tardorromano, fenómeno ya intuido desde hace años debido a la abundancia y heterogeneidad de 1os hallados en esta zo:na36. Broches ornamentados con arcos de herradura longitudinales son los de La Morterona (Palencia) (Abasolo, 1984, 12, fig. 3, 3), La Nuez de Abajo (Burgos) (Palol, 1964, 89, fig. 9,3) y Fuentespreadas (Zamora) (Caballero, l9l 4, 39-40, fig. 1 1, I ), tanto el ejemplar burgalés como el palentino pudieron contar con placas de dos anillas para la inserción de 1a hebilla, al igual que la pieza que presentamos. La placa de Carpio decorada con roleos (FIG. 3, 2), goza de buenos paralelos entre yacimientos clásicos de la denominada "Cultura del Duero". Entre ellos, el broche de la tumba 52 de Simancas sería lapieza más cercana a nuestro ejemplar (Palol, 1969, 139, fig. 24,3). Las similitudes dimensionales y ornamentísticas entre el bronce toledano y vallisoletano son tantas que parecen indicar un mismo molde para ambos objetos. Solo el trabajo en frío que perde1 tallo serpenteante, el cual estaba só1o indicado someramente en el molde como se puede comprobar en el extremo cercano a la hebilla del Carpio, y foró las oquedades l€trq;pb-qq.F==-* Foto 6. Placa de cinturón tardon"*TJ.l;j*" "Simancas" encontrada en Catpio Respecto a las placas de los broches tipo Simancas, Pérez Rodríguez-Aragón ha señalado su sintonía, desde el punto de vista dimensional, con 7os cingula ultrapirenaicos de la primera mitad del S. IY ya que por lo general son bastante estrechas, lo que condiciona una decoración basada en temas seriados, entre 1os que destacan los arcos de herradura longitudinales como los de 1a placa de Carpio de Tajo (Toledo) (FIG. 3, 4) y 1os tallos serpenteantes o roleos, presentes en la placa hallada también en Carpio (FIG. 3, 2). Una de las placas de Carpio (FIG. 3, 4) es excepcional desde el punto de vista de1 material en que está confeccionada, siendo éste el plomo. Aunque conocemos apliques decorativos plúmbeos, en concreto para atalaje, como una placa rectangular calada de Volúbilis y una falera discoidal de Solua (Boube-Piccot, 1980, 156-151,n" 203), nos inclinamos a pensar que nuestra pieza toledana es más bien una prueba de fundidor. Dichas pruebas se realizaban para comprobar 1a calidad y el acabado del molde, mediante un metal mucho más barato como es el plomo, 1o que está atestiguado para e1 mundo militar en una pieza de Brigetio. entre otras (Bishop; Coulston, 1993, fig. 134,5). Su carácter no funcional estaría avalado, aparte de por la fragilidad del soporle material, por el hecho de que los apéndices anillados que hacen de bisagra para la inserción de la hebilla jamás estuvieron perforados3s. Este ejemplar respaldaría la prot Ertraira. sin ernbargo. el perleck) acab¡do de los c¡hclos cn lbrma de ¿rrcos de herraclu¡rd'. alLrc parcccn haber sufiido un posterior trabajo cn lrÍti. l-ista pcculiaridad podría indicar ura furción dislinta p[ri1 cst¡ piez¿. aunque igiralrnente ligacla con el ¡rroccso de iahricaciór del broche clefinitiro en broncc. Podrí¿r trat¿rrse. entonces. de un modelo reaiizado en plomo. conro paso previo a la confecciírn el seric de moldes en a¡cillr plrra la contección de bronces a la cera perdidr, si bicn cste es un proc,.linrienlo Llel qrre il,' .eilcnru'.'urr\l.rr.'rJ lrr .:p,','.1 |on'anir. la posterior decoración complementaría, también en frío, diferencian a un ejemplar de otro. Así, mientras la placa de Simancas se completó con un friso de espiguillas, la del Carpio lo hizo con un friso de "SSS" troqueladas. Un friso semejante al toledano ostenta otro broche también decorado con roleos calados, el de Fuentespreadas (Caballero, 1914,40, fig. 11, 2). Placas similares a la que estudiamos son también las de Castillo de Carpio Bemardo (Salamanca) (Martin Valls, 1982, 195, fig. 3) y La Morterona (Palencia) (Abasolo, 1984,9 y 11, fig. 3, 1). Foto 7. Pl¿cr ile cinturón litrdorromana de tipo Simancas hallrda ilc Villascquilla de Ycpcs. Otras placas tipo Simancas no son tan estrech¿ts, como la encontrada en Villasequilla de Yepes (Toledo) (FIG. 3, l). que cuenta ¿rdemás con una decoración aún no docurr'En estudio tcnemos ur1 bo«in peltifbrme inacabado dcl tipo II-L2.a de nuestra tipología (Aurrecoechca. 199.1, l-58-160). hallado en Puebla dc Montalbán (Toledo), del que hcmos lcnido conocirniento recientcmcntc ) que documenta nuevxmertc la produccirin de bronces rie uso personal/anés en nuestra zona. Joaquín Aumecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996 68 mentada entre los broches de esta categoría. Su sintaxis ornamentística guarda cierta semejanza con uno de los broches de La Morterona (Abasolo, 1984, ll, tig,3,2), aunque sólo desde el punto de vista del simetrismo de los elementos dispuestos en torno a un eje central transversal, mientras que las dos anillas con las que contó para la inserción de la hebilla, la acercan al modelo caracteístico de los broches hispanos tardorromanos. dos anillas para la inserción de la hebilla, rasgo que se interpreta como típicamente hispano. Fuera de nuestro ámbito geográfico de estudio sólo conocemos un broche que pueda relacionarse con la cafegoría que tratamos, deposi- tado en el Museo Arqueológico Nacional (Ripoll, 1986, 64, fig. 4. l), y que cuenta únicamente con dos apéndices esféricos, siendo además la forma general de 1a placa rectangular y no cóncava, como en los ejemplares que trata- la difusión eminentemente castellano-manchega, o más ampliamente en la Meseta Sur, de estos broches, dato que habrá de ser corroborado en el futuro. Estos broches Simancas de perfil cóncavo y apéndices en cada esquina, que singularizaremos como variante Bienvenida, podrían haber poseído hebillas con cuatro remates esféricos y no las hebillas "cornudas", de las que hemos tratado anteriormente3e. Tal hipótesis la basamos en la aparición de una hebilla de este tipo en uno de nuestros broches, el de Ocaña (FIG. 2, 7),y en el hecho de que serían el complemento decorativo ideal, ya que reproducen el mismo esquema de la placa. De estas hebillas hasta el momento solo se conocía una, la Santiago de Compostela (Palol, 1969, 147, fig. 25, 1), asociada a un broche con decoración animalística. De otro tipo, sin bisagra, es mos38. Esto podría suponer Foto 8. Placas de cinturón tardoffomanas de la variante "Bienvenida". encontradas en Villasequilla de Yepes, Puebla de Montalbán, provincia de Cuenca y Almerdros. Algunas placas no presentan decoración calada, sino troquelada o incisa, como la de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero, 1986,253, fig. 1,8), Ocaña (FIG. 2, 7), Almendros (Cuenca) (FIG.2,l2),Yillasequilla de Yepes (FIG. 3, 3) y Dehesa de la Oliva (Torrelaguna, Madrid) (Cuadrado, 1991, fig. 21). Entre estas piezas nos detendremos en las tres primeras citadas, cuyos lados mayores cóncavos rematan en sus cuatro esquinas mediante apéndices esféricos o en forma de bellota, grupo que complementaremos con otras placas totalmente lisas pero de idéntica morfología, como una de la provincia de Cuenca (FIG. 2, 6) y otra de Villasequilla de Yepes (FIG. 2, 10). Este grupo de ejemplares inscrito dentro del tipo Simancas no ha sido hasta ahora objeto de particular atención, debido posiblemente a que el número de piezas conocidas era bastante reducido, si bien a tenor de los datos actuales, con el incremento numérico que se ha producido y las peculiaridades propias que las hermanan, puede asegurarse que conforman un apartado específico dentro de estos broches hispanos. Entre las piezas conocidas se pueden establecer dos apartados, uno que comprende las grandes placas con decoración de círculos troquelados, y otro compuesto por pequeñas placas totalmente lisas, siendo el tamaño de estas últimas qtizá más propio de tahalíes que de cinturones3T. Tanto unas como otras cuentan con dos botones altos, es decir, en los que la longitud del vástago de unión entre el disco de1 botón y e1 cuerpo de la placa es relativamente grande. Asimismo, todas tienen ri A r¡renudo sc h¿il¡la ú¡icarrente de broches de cinturón. olr'idanclLr que ai-rn nrr piczus catalogadas dcntro ilc csla luncioralidad puclicron scnir tirrbién paril abnrcl¡rr los talralíes. Este feltirneno podrir explicrr. por ejemplo. l¡s diltrencirs di mcnsionalcs obscrvrdas cntrc clistintos brochcs clc tipo Simancas. e incluso la ercesir r estrecl¡ez de algunas piacas. corro las de Ciarpio tic Tujo ¡' Villasec¡uilla. presen trdrs cu este crliilog0. la pieza también tardía de la tumba 36 de Simancas (Palol, 1969, 139, fig. 25, 10). No queremos dejar de mencionar el bronce de la Puebla de Montalbán (Toledo) (FIG. 2, 9), de lados cóncavos como los especímenes que tratamos, aunque no posee los remates esféricos de sus esquinas; y el broche de la sepultura visigoda número 5 de El Espirdo (Segovia), idéntico a los que tratamos (Molinero, 1911, 65,Lám. 1911,65, lám. 103). Este último ejemplar, lo conocemos únicamente a través de1 dibujo que de él ofreció Molinero, en el que no se aprecia el reverso de la placa, dato que nos hubiera servido para discernir si se trata de una reutilización en época visigoda de un broche romano (en el caso de que presentara botones o remaches para asirse al cuero), o si es una perduración de esta forma típicamente tardorromana entre la broncística visigoda (si posee apéndices perforados para sujetarse al material). La aparición de un ejemplar de la variante Bienvenida en contextos visigodos podría avalar la cronología más tardía de estos broches, qtizá ya en el S. V d.c. 'r Proecclc dc u¡r colccción prrticulrr. dtntlc ingrcsó nrcdianlc ¡daluisición a ul anticLlruio ser illano. aunLluc no ciln¡iclcl¡rros c\tc dalo \ulicicntc con)o par¿l allrmilla probable procedcncia bética de lr pieza. lrAurcluc sorros conscic¡tc\ dc quc multiplicrr las dcnoninacioncs dcntro cle una misma lamilir puecle colrplicar la visirin de la rlisnra. iremos optutio por bauli zar a est¿r c¿rtegoría Lle piczas con cl térrnino "\,¿riante Bicn\cnida'. por ser este el primcr Irci¡riclrto tlurrlc sc ilocumcntri. l.as al-inidadcs quc prcscntar cslos rjcnrpl¿rres. así conro sus caracteristica\ rnorfbló-sicas diféren¡es a las del resto de 1os especí rncncs ti¡ro Sinrr¡c¡s. ya qllc c\tos írltimos cstín colcctados con lot brochcs ultrapirenaicos calados con "oios rie cerradura . lliertras que nuest¡a varirnte ro. ros dc cidió a plaricar cstc subtipo clcnlro clcl mís gencral clc Sinrancas. No hcmos clc olri dar que Ja firrna B rle Somner se caracteriza por ser broches cle esquinr: reetrnlu larcs l clccor¡ción calada. prcnrisri cluc no cumplcn nLlcstril\ picrrls "Bicrrvcnicla'': I LlLic, rllrque paru cl tipo e deromirrdo Sirr¿rlcrs. se rdriertc uur mlrlor divcrsid¿rcl decoratir ¡ cl los caltdr¡s. stilo se jncluve una pieza hisprna que no posee dichos ca lados. l ercepciól de las asas: el hroche antbriti¡rrre de Burgos (Sonrrner. 198.1. f.l cronología clc l¡ rari¡¡rtc propLrcsta. nos pi]rccc postcrior a l¿rs dcl rcsto Lle Ios broches Simalcas. )il que no han rparecido en lrs denoninrdas 'tr-ccrópolis clcl Duero' cl,lsicas. si bien estas txnrpoco se téch¡n con precisiiin. pudiendo datarse la rarlanre la err el S. \'d.C.. rricntrii\ que su írea de ditusión. clebido a los hallazgos quc se conocen aclLLrlmcnlc. puccc ccrtr¡rsc cn lorno r Cr¡tilla-l,a N4anclra. si bien con Lull griilr dispersiór. pucs se atestigurin tunto en Cuenca. como en Toledo ¡'Ciiu -15). [-a dacl Real. estas piezas. En primer lugar todas ellas presentan idénticas decoraciones a base de reticulado oblicuo en la parte ante- rior del broche, conseguido mediante un fino buril, omamentación no documentada en ningún broche Simancas y que recuerda a cierlos prototipos altoimperiales. Además las tres piezas que contaron con un sistema de abrochado en forma de hebilla, sujetaron este elemento a la placa mediante charnela (es decir, doblando la propia placa para crear un receptáculo donde acoger 1a hebilla o el pasador que la engarza) y no con una bisagra (que implica apéndi- Foto 9. Placas de cinturón del tipo "Tiermes,AJumancia" aparecidas en Ocaña y Villmubia de Santiago. Las placas de la variante Bienvenida están íntimamente conectadas con otro grupo de broches, denominado por Pérez Rodríguez-Aragón tipo TiermesNumancia, y que rematan en su extremo posterior en forma cóncava con bolas en las esquinas. A nuestro juicio desligar el tipo TiermesA{umancia del resto de los broches Simancas no es opoftuno, si tenemos en cuenta solamente el único criterio esgrimido por dicho autor, consistente en el sistema de abrochado por medio de un apéndice perforado en vez de hebilla, como en 1os ejemplares de Numancia y Tiermes (Argente; Baquedano, 1983, 415-416, fig. 2,2). Este argumento ya no se sustenta si tenemos en cuenta los dos nuevos ejemplares que documentamos en nuestro estudio, encontrados en Ocaña (FIG. 3, 6) y Santo Espíritu (Z$ar,Badajoz) (FIG. 3, 8), que contaron con sendas hebillas hoy perdidas, conservándose aún en la pieza toledana la aguja originala0. Al inventario de estos bronces habría que añadir un nuevo ejemplar de Estremera (Madrid) (FIG. 3, 5), quizá la pieza hembra de los broches con apéndices de Tiermes y Numancia (que seían Tapieza macho). Además su localismo habría quedado obsoleto al documentarse estas piezas en un marco geográfico más amplio, lo que desmentiría la hipótesis de Pérez de una posible fabricacién en un taller soriano. No obstante estas nuevas piezas que damos a conocer presentan unas características homogéneas, que luego analizaremos, no estudiadas por el investigador anteriormente mencionado, bien distintas de los broches de tipo Simancas, y que sí hacen conveniente desligar a estas piezas de1 resto de los broches tardorromanos, ya que actualmente contamos con criterios más sólidos. Posiblemente esta desvinculación de los broches tipo Tiermes,O{umancia, denominación que mantenemos no porque sea Soria el principal núcleo de distribución de estos bronces, sino porque los primeros dados a conocer en una publicación tenían esta procedencia, no sea sólo morfológica, como en e1 caso de la variante Bienvenida, sino incluso cronológica, pues los broches Tiermes/Numancia pueden ser anteriores a los de Simancas. Pasemos ahora a analizar las características de ces anillados, tanto en la placa como en 1a hebilla). Los roblones no están fundidos con la placa, siendo por tanto producto del mismo molde, sino que se insertan en ella a modo de remaches, haciendo incluso visible la cabeza superior de estos en el anverso de la placa. Destaca también el aspecto de dichos remaches, mucho más frágiles debido a su fino vástago y delgada cabeza discoidal, que los botones de los broches tipo Simancas. El aspecto de las placas es, asimismo, mucho más frágil, pudiéndose incluso hablar, en el caso del broche de Santo Espíritu, de un trabajo en frío a partir de una lámina de escaso grosor para constituir dicho elemento, efivez de fabricarse mediante fundición. Este proceso de fabricación estaría también documentado en una de las contraplacas que consideramos parejas con estos broches, nos referimos a la descontextualizada de 1a provincia de Toledo (FIG. 3, 9), mientras que la otra contraplaca conocida, la de Villamrbia de Santiago (FIG. 3, 7), sí estaría rcaltzadamediante fundición. Estas contraplacasal es la prirtreravez que se documentan en los cingula hispanos, siendo un nuevo elemento que diferencia a estos broches de los de tipo Simancas, ya que en estos últimos jamás se han documentado piezas semejantesa2. Otra característica de placas y contraplacas es la pequeña pestaña que recorre longitudinalmente los lados mayores de las piezas, como se atestigua en los broches de Numancia, Ocaña, Villarmbia, etc. La aplicación decorativa que presenta la guarnición de Tier- ryaIlEf{Foto 10. Placa-r dc cirtturiín del tipo ''l'icrmes/Nttttt¿incií hallaLlas en S¡nto Espíritu (Zúrjrr. Badajoz) I provincia de Tolcdo. rL Lus hcnros denourilado cor este aPelati\ o. porque considcranlos que puciicron tener esta lunción v no la de mcros apliques ornatncntísticos quu sc rcpiticritn u 1o largo del cinturón. !a alue reprotiucen Lrn csqllenia idéntict¡ al de las placas qtte tra tamos. Cicrtamente Ir el prt¡rio Pérez conocír rLna pllca con hebilla quc incluso tillr bién conscrvaba Ia a-lujr. cncontracia asimismo cn Nurnancia (Arlrente: Baclueclanlt. l9E.l. -116 ,117, lig. 2..1: Pérez Ror'lríguez-Arauórr. l99la. n'33). r0 -l Una excepción poclría ser el Lrrochc de Argeliers. crcepcional 1¿nnbiéo en nuchos senridos. )e quc se ha interpretedo ei aplique cn tilrlna.lc crballo de dicho cinturón corlo posiblc contraplaca clel mismo. Fernández / EPAM 10, 199 10 flhr h tu fifr rH V,h ffi,..--ffi M V. \F ,. , ffiffi . 1', ,:l t' ...., il t1 .:l h ;;/ 7 /IYrA ., V.W \ \..:. ... ffi.F @ .. ,,i,':t:iJ ...¡i'l../ \:;\i,:':t:7-,,,i,]y' \ 10 i:l ,, ':i;/ .__ ..1,.:l q?h w}¿* F r ':_).\ . :..i.,v ::, . ;) \\ .'r',r/ 'J i., \y8 h ,/fu f1},."_.'',h .: -r \.\ .:. \..i .. ';.7 i'..'¿l \ -iy V 9F &5 Cq U Idffi 13 W 14 tj ffi,,h w,,F_ -tqo3 9. Sin procedencial 10.- \4ondójrr: ll.- Lr Bicnrcnid¡: 1.1,v 16. El Quinto: 15. Ocañr 2. mes, en forma de un botón de plata figurado, es otra peculiaridad no documentada entre los broches Simancas y que nuevamente tiene una raigambre más altoimperial que hispano-tardorromana. Finalmente, 1a forma de abrochado que presentan los ejemplares de Tiermes y Estremera (FIG. 3, 5) tiene claros precedentes altoimperiales, como el bronce deZell Alteburg (Gilles, 1985, lám. 39, 8), estando el ejemplar madrileño morfológicamente muy próximo a una guarnición de atalaje de Verulamiun (105-115 d.C.), a la que ya hemos hecho referencia en otro apartado de nuestro trabajo (Frere, 1912, 130, fig. 40, 125)43. Otro paralelo aducible para la pieza madrileña es un broche "hembra" con una argolla rectangular "cornuda", hallado en un estrato del S. III de la fortificación de Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 68, fíe. 63,33). Finalmente nos referiremos a la placa de Casa delaZia (Tarazona de la Mancha, Albacete), de extrema simplicidad por tratarse de una lámina rectangular sin decorar (Abascal; Sánz, 1993, 59, n" 176), que cuenta con 1os paralelos hispanos más cercanos en La Morterona y Arcóbriga (Caballero,1914,45,fig. 12, l2). Su cronología podría ser incluso altoimperial. E. Las conteras de dagas y espadas Uno de los elementos más ca¡acterísticos de la arqueo1ogía militar romana son las conteras, que servían de guarda terminal a las dagas y las espadas. Pese a ser un hallaz- go muy habitual en otras iíreas del Imperio, hasta el momento no se habían podido detectar en la provincia hispana representantes de esta categoría. Por tanto los ejemplares de Chozas de Canales (FIG. 7, 14) y Villasequilla de Yepes (FIG. 7, l5), vienen a llenar un importante vacío de nuestra arqueología peninsular a. Las conteras peltiformes, grupo al que pertenecen los dos ejemplares toledanos que presentamos, se encuentran generalmente asociadas a la spatha. Cronológicamente se atestiguan desde e1 S. II, cronología propuesta por el ejemplar de Caerleon (120-200 d.C.) (Cunliffe, 1968, 93) y el de Wroxeter (circa. 160 d.C.) (Atkinson, 1942,209, fig. 48, A), aunque posiblemente gozaron de un mayor predicamento a finales de dicha centuria y ya en el siglo siguiente. siendo un hallazgo habitual en muchos contextos funerarios de esa época, como por ejemplo, entre el ajuar de la tumba de Lyon, datado en torno al191 d.C. (Feugere, 1993, 149), y en la sepultura l3 dela necrópolis de Rheindorf, fechada en la segunda mitad del S. II (Boube-Piccot, 1994, 152). Aunque nuestras piezas guardan evidentes similitudes con el resto de sus congéneres europeos, no se han podido establecer paralelos exactos para las mismas, debido sobre todo a un criterio de índole dimensional, ya que las conteras toledanas son un poco más pequeñas que el resto de las europeas y norteafricanas. Esta diferencia en el tamaño pudiera indicar la función de nuestras conteras como guardas de cuchillos y no de armas más grandes, como 1as espadas. Otra diferencia observada, es la presencia de una perforación en la cabeza de la pelta. Maruecos es una de las zonas más prolijas en hallazgos de este tipo, habiéndose incluso identificado una producción local, abocada a la fabricación de conteras peltiformes con nervadura central y reverso triangular, cuya cobertura geográfica incluye Volúbilis, Banasa, Thamusida y Sala (Boube-Piccot, 1994, 153). Nuestra contera de Villasequilla guarda una estrecha relación con el grupo anteriormente descrito, teniendo en uno de los ejemplares de Volúbilis su mejor paralelo (Boube-Piccof, 1994, 154, n" 290). Entre la serie marroquí, nuestro bronce de Chozas de Canales guarda evidentes similitudes con las conteras peltiformes de remate en "forma de lanza", de 1as que se conocen ejemplares en Volúbilis y Tocolosida (Boube-Piccot, 159-160, rf 320 y 325). Los dos especímenes marroquíes tienen unas dimensiones muy semejantes a la contera toledana, entre 3 y 3'5 cm. de alto. Fuera de la Mauritania Tingitana este tipo se encuentra también documentado en Lozen (Haskovo, Bulgaria). Aparte de la rela1a contera de Chozas de Canales recuerda, aunque con unas dimensiones menores y un mayor anhelo decorativo, 1as características guardas en forma de "U" con nervadura central propias de los últimos años del S. II y primera mitad de la tercera centuria. Los especímenes más característicos de esta cafegoría y que cuenta con una datación precisa, se han encontrado en la sepultura del soldado de Lyon, tumba número 8 de 1a necrópolis de Dunaujváros-Intercisa y Dura Europos (Boube-Piccot, 1994, 158). ción propuesta, III. El equipo del equino Nuestra región ha proporcionado un buen número de bronces relacionados con el mundo del caballo, muchos de los cua.les están relacionados con los ambientes militaresa5. El arnés de la caballería auxiliar y legionaria de los comienzos del Principado, desciende directamente del equipamiento celta, y consistía en cinco empalmes principales, los cuales iunto con la cincha, servían para sostener la silla de montar. E1 primer tipo de empalme consistió en una simp1e anilla fundida, similar a la encontrada en El Quinto (FIG. 4, 5), a la que se fijaban tres o cuatro correas por medio de presillas, siendo estas últimas 1as que, durante la etapa preflavia, contaban con una mayor riqueza decorativa. Los pinjantes colgaban directamente del cuero, siendo los diseños en forma de pájaros estilizados los más caracte- rísticos. Poco después, probablemente en el reinado de Claudio, se impuso un nuevo tipo de empalme consistente en un disco con presillas ocultas en su pafte posterior (phalera), potiéndose de moda ahora entre los accesorios metálicos la decoración argéntea y nielada, esta ú1tima con mo- tivos tomados del repertorio báquico, posiblemente debido a la asociación entre Baco y los caballos. Los pinjantes comenzaron a suspenderse de las phalerae utilizando imaginería derivada del árbol del roble (hojas y bellotas) imbricándose con diseños báquicos. El tesoro de Xanten (Jenkins, 1985), junto con la colección de piezas de Doorwerth (Brouwer, 1982), forman 1a fuente de información arqueo1ógica más importante para el conocimiento de la caballería de este período. 'r El brochc clc Tiernres aprreci(r cn cl rcllcrto de la 'C¿sa dcl,\cucducto ..la lrblc L'illre el S. I al V d.C'. por lo quc no nos of¡ccc utrt clataciiirt pre.i"r. ! L¡s únicas 'conteras hastr ahora iclcntificadas en Ilisprnia c¡¡n l¡s cle los de nominador cuchilltis Sinrrncr\. aulqLle lrs vain¡s dc cstt¡s cucl¡illos no po\ccn conterrs propirrrcnlc dichas. pues cs cl mis¡rtt lbrro de lt vttittr cl cluc lc sirre de ele mcnlo lcrnrinal (Palol. 196-+). r'Frrera de nuestro c\tLr(lio de-jarlos piezrs trl inlcrcs¿tttLcs cr¡rno los delr¡tttin¡do5 'llil\iuricrdas tle Vrleria (Osuna ct alii. 197t. l6l. lig. 2,1. I I ¡ Carranque (Lrnuza.1992,5l1.asíconrootroshroncesvincullLclosr¡tísaloscarntajesdecicrlolLrjo \ r h r,idr cir il que a] horizt¡[tc cluc lralarno\. 12 Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 A. Las cdmas de freno Este tipo de bronces pasaron en España, a través del tiempo, por múltiples interpretaciones y clasificaciones. En un estado embrionario de Ia investigación, incluso se pensó que pudieran tratarse de ejemplares fenicios o griegos. Fue Palol quien les dotó de contenido y los asimiló a la cultura tardorromana46, debido a motivos de orden técnico, arqueológico y estilístico (Palol,1952,315), si bien el uso correcto dado a '::tu :,#;, "*f l Foto I 1. Reconstrucción hipotética de Ia guarnición de atalaje depositada en el entenamiento de la Vega Baja de Toledo. En el período antonino se desarrollaron una serie de cambios, consistentes en el paulatino abandono de las phalerae con anillas ocultadas en la cara posterior y presillas anilladas, que son sustituidas por phalera¿ con anillas dispuestas perimetralmente, las cuales habían sido previamente usadas en el período augusteo. Los hallazgos de Newstead (Curle, 1911) y Nawa (Abdul-Hak, 1954- 1955), aunque ciertamente atávicos en muchos aspectos, son paradigmáticos de este momento. En los inicios del S. III se descartó completamente el uso de anillas para unir las faleras al cuero, prefiriéndose ahora su.jetarlas directamente sobre el material. Los accesorios del arnés son ahora muy variados, empleándose desde botones a una amplia tipología de terminales, pinjantes y elaboradas camas de bocado, ornamentados con una mezcTa de motivos tomados tanto del repertorio clásico (ondas y svásticas) como celta (trompetas, flores de loto, etc). Características de este momento son las armaduras equinas y las máscaras formadas por tres placas charneladas como las encontradas en Straubing y Gherla, empleadas respectivamente en 1as batallas y durante los ejercicios de la hippi- ca gymnasia, si bien hay que mafizar que las guardas de bronce que cubrían 1os ojos solamente eran ya empleadas en el S. [. Los escasos hallazgos de arneses militares correspondientes con certeza al período tardorromano, hacen que este período sea uno de los peores conocidos de toda la historia militar romana, si bien, en parte puede compensarse y hasta reconstruirse dicho equipo con los abundantes materiales de este momento pertenecientes al ámbito privado. Bocados y espuelas son los objetos más frecuentes en contextos militares de este período, conociéndose por las fuentes iconográficas y literarias la perduración de Ia silla de montar de "cuernos" y el uso de armaduras, esto último según la Notitia. estos objetos fue primeramente apuntado por Santos Gener (Santos, 1950-51, 31), quien desmiente su empleo como broches de cinturón y los ubica dentro del ajuar del equino. Posteriormente Palol lanza la hipótesis de su utilización en el freno del caballo (Palol, 1952a,298), postulado que se confitmaría tras el estudio dei bocado de la colección Fontaneda (Palol, 1961 ,238). Estos frenos, que Caballero incluye en el tipo II de su clasificación (Caballero, 19'74,78), estarían constituidos por los siguientes elementos: dos barras de hierro rematadas en ambos extremos por sendas anillas o ganchos, que se uniían en el centro para formar el bocado articulado; dos camas insertas en el área terminal de cada barra; y por último, un par de anillas imbricadas en cada argolla del freno. En e1 estribo superior de las camas engarzaían 1as tiras de la cabezada, mientras que las anillas extremas serviríarrpara insertar las bridas, abrochadas mediante unos pasadores dobletroncocónicos como 1os que describiremos en el próximo apartado de nuestro estudio. Este esquema ha podido ser reconstruido gracias a dos frenos completos, hallados uno en Toledo (Aurrecoechea,1994,163, fig. 2) y otro en Palencia (Palol, 1961, 231 -239, lám. 5). Los miírgenes tempo, rales en que debieron realizarse los ejemplares hispanos, abarcarían al menos desde finales del S. II hasta la quinta centuria, si bien hay que tener en cuenta que la mayoría de los hallazgos no son producto de estratigrafía47. En la zona castellano-manchega, se conocían las camas de Valeria (Cuenca) (Osuna, 1978, 163, fig.24,2) y Avenida de la Reconquista (Toledo) (Palol, 1972, 136, fig. 8). El par de camas toledanas acompañaban a una serie de instrumentos médicos y un codunto de piezas de atalaje que incluso han pernitido la reconstrucción del bocado enterrado (FIG. 1l). La moneda de Marco Aurelio (161-180) depositada, posibilita fechar el conjunto a fines del S. [, 1o que le conviefie en el más antiguo testimonio de1 uso de camas laterales de freno y pasadores dobletroncocónicos en Hispaniaas. Los ejemplares toledanos se insertan en una amplia familia, constituida por las camas que eligieron como principal elemento decorativo las peltas. En la Mauritania Tingitana se documenta un taller dedicado a la fabricación de estas piezas en Volúbilis (BoubePiccot, 1964a), siendo las camas de este tipo un hallazgo frecuente en Banasa, Thamusida, Sala y la propia Volúbilis (Boube-Piccot, 1980, n' 83-86, 311, 505 y 606). Otras camas peltiformes encontramos, por ejemplo, en el car:ro de Doukhowa-Moghila y Dura-Europos (Frisch; To11, 1949), si bien ninguna de las mencionadas es idéntica a las toledanas. r" Dato acturhncntc matizable. si te¡elnos Lal cucnta qlre conocernos calnas cle fieno altoirrpcrialcs hrlladas en Hispania r c¡uc la maroría de los ejentplares encrtntrrdos en nuestro pirís proccclcn dc cxcavaciones descontextu¿lizadas. -i Unr sfutesis de las carnas hispanas ha siclo rcrlizrda recienLertente por G. Ri poll ( I 99:1. 277 156). por lo quc no prof'undizarerrc)s eri este apafiado. renritiendo al trabajo nrcnciurrdo. Algunas crmas con inscripciones han sido tratrdits Lambión úllirramcnlc lRipoll: Drrder. 1995.589 59.1). r' D en¡rleo de hocaclos con camrs latcrales conro ei de la Ard. cie la Reco¡ cluista. cslii conlirm¿do prrr 1r segulda mitad tlel S. II en el nirel VII dcl oppiclunr deAmbrussurr.datadoentreellE0-230d.C.(Fcugc.c:'fendille.l989.159.lig.115. n'337 ¡ lig. 16). Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana a tenor de los bronces hallaclos en la Nlcscta Sur 13 Aparte de las descritas, nuestra zona de estudio ha producido otra serie de hallazgos que se conservaban inéditos. Nos referimos a dos camas en forma de "rueda" encontradas en Talavera la Nueva (Toledo) (FIG. 4, 1) y La Bienvenida (Ciudad Real) (FIG. 4,4), otra con decoración peltiforme de Villasequilla de Yepes (FIG. 4, 2) y, finalmente, un ejemplar con ornamentación calada que describe una estrella procedente de Aleas (Guadalajara) (FIG. 4, 3). Así como las camas de bocado peltiformes gozan de abundantes paralelos por todo el Imperio, las que cuentan con radios concéntricos, que le confieren la apariencia de una auténtica rueda, tienen en Hispania una mayor difusión. E1 ejemplar hallado en Conimbriga sin contexto estratigriífico definido (Almcao, I97 9, 104, fig. 21,98) y otra cama de procedencia desconocida (Palol, 1953-54,280, fig. 1, c), son los paralelos más cerca- Foto 12. Cama de freno de Villasequilla de Yepes. culado a un cuadrúpedo de menor tamaño, o incluso a un juguete (Ripoll, 1994, 290). La aparición de estos ejemplares onlazona castellanomanchega viene a reafirmar, Ltna vez más, la importancia que el caballo tuvo en la sociedad hispanorromana, sobre todo la del período bajoimperial, siendo uno de los testimonios de la vida cotidiana de este momento , pueslosfrena a los que pertenecieron son interpretados como pertenecientes a caballos de parada (Ripoll, 1994,286). No podemos dejar de aludir a la fama, tantas veces mencionada, que tenían los caballos hispánicos, animales que eran criados por los propietarios de 1as grandes explotaciones agrícolas y ganaderas con el fin, no sólo de dedicarlos a las activida- @ Foto 11. Cama de freno encontrada en la finca Alcoba (Talavera La Nueva, Toledo). nos para nuestra pieza toledana, mientras que uno de los ejemplares encontrados en Numancia (Palol, 1952, 306, fig. 5, 15) 1o es para la de Ciudad Rea1. De Banasa proceden también dos camas del tipo "rueda" similares a las nuestras (Boube-Piccot, 1980, 233-235, m" 379-380)ae. La cama de Aleas (Guadalajara) cuenta con una rica decoración calada, uno de cuyos motivos principales es una estrella de seis puntas. En Hispania se conocen dos juegos de piezas con el mismo esquema, vinculadas al freno de Cubillas del Cerrato (Palencia) (Palol, 1952, 302-303, fig. 2, 6-7) y otro descontextualizado de la provincia de Palencia (Palol, 1967, 236-240, lám. 4-6). Las dimensiones de las camas de Cubillas y del vástago que 1as une, ostensiblemente menores si se las compara con el resto de los frena equorum conocidos, parecen indicar que su uso estuvo vinr" En algunrs octr.iones se han llcgado a ilttcrprctar estls ciltlla\ con radios colllo representrciones de un monograma cristológico. hipa)lcsis tratrda con reserYas Por Ripoll (Ripoll. 1991. 130). Foto 13. Cama de freno de Aleas. 74 Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996 des cinegéticas, sino también para participar en los juegos circenses. La vinculación de estos caballos con el mundo militar bajoimperial, fecha a la que apuntan la mayoría de los ejemplares hispanos conocidos, no puede ser definida hasta que se resuelva la problemática que suscita la existencia o no de tropas privadas, dedicadas a 1a protección de las villae de los grandes latifundisras (Ripoll, 1994,2i9). De admitir que estos possessores tenían soldados a su servicio, debería aceptarse simultáneamente la presencia de caballería, método de desplazamiento indispensable para cubrir las distancias que tendrían que recoffer. La producción de estas camas parece obedecer a talleres hispanos que abastecían a una moda esencialmente local, como indican 1os cerca de 80 ejemplares conocidos en la Península lbénca, si bien existen evidentes conexiones con 1as camas fabricadas en la Mauritania Tingitana, aunque estas últimas, salvo raras excepciones, no responden a los mismos artesanos (Ripoll, 1994, 282). La dispersión geográfica abarca casi toda la provincia hispana, con una mayor concentración en la zona meseteña y andaluza. B. Los pasadores doble-troncocónicos Estos pasadores de perfil doble-troncocónico formaban parte del freno equino, junto a las camas vistas anteriormente. Caballero, que los recoge en su tipo V, aboga por su utilizaciót en las riendas, sirviendo para abrochar estas al bocado (Caballero, 1914, 114), tesis ya promulgada por Palol (Palol, 1972, 136); mientras que Boube-Piccor los fija, concretamente, al cañón del freno (Boube-Piccot, 1980, 91). Representación iconográfica de la colocación de estos objetos la hallamos reflejada en un mosaico de la villa de Dueñas (Palol, 1963, lám. 11). Este asentamiento cuenta con dos mo- mentos cronológicos: una primera fase anterior al último cuarto del S. III d.C., y otra posterior ya en el S. IV d.C. (Palol, 1963, 34). El mosaico que plasma al equino está ejecutado con pequeñas teselas sobre fondo en abanico, técnica frecuente en fechas tardías (Palol, 1963, 29). Otro dato remporal se desprende del letrero, con la inscripción AMORIS, que posiblemente menciona el nombre de la bestia, realizado con letra capital muy avanzada (Palol, 1963, 30). Con estos datos penetramos en el marco cronológico que ocupan nuestras piezas. Los travesaños doble-troncocónicos ya eran conocidos por la caballería romana de finales del S. II d.C., como se desprende de los dos ejemplares encontrados en la tumba de la Vega Baja de Toledo, asociados a una moneda de Marco Aurelio (Palol,1912,144-145, fig. 1). Sin embargo, su época de apogeo parece situarse en el mundo del Bajo Imperio, como se desprende de su aparición en las denominadas "Necrópolis del Duero"5o. La datación de los ejemplares descontextualizados, que por otra pafie son la inmensa mayoría, se ve dificultada por esta continuidad de uso5l.Intentos de reconstr-ucción de una cabezada altoimperial y otra tardorromana con estos elementos, los hemos llevado a cabo recientemente a tenor de los hallazgos de la Vega Baja y Fuentespreadas (Aunecoechea, 1994,fig.2y 3). 5'r Prcfcrinos scguLir eltpleanclo dicho térntiltc¡. itLln(lue entenalcrtos que cl lcnir ntcno mrniféstlclo alurca ul árcr ntucho ltís rmplia que la planlerda ilicialutente. cono se ha r cnjdo reiterando en las ilvcstigrciolte\ ¡llás rccieltes. iL Es del¡ido a cslr lintitació¡ cl c¡ue hallarlos rbrldonado cl plarteanlicnto 1i polrigico ciuc csbozarnos hrce algrin ticltlto 1,,\urrecocchca: Ferna'utdcz Ochoa: Ca ballcro. I9116.26.1-165). en el clurc postulábanlo\ trcs clases llrincipales tcrrpoml nrente succsir rs. Estas piezas son un hallazgo frecuente dentro de laparcela broncística de nuestra arqueología meseteña (FIG. 13). Prueba de ello son los diecinueve ejemplares que conocemos en el área que estudiamos. Madrileños son los de Valdocarros (Arganda) y Velilla de S. Antonio (FIG. 5, n' l1 y 8); toledanos los tres especímenes de El Quinto (Seseña) (FIG. 5, 17" J,9 y 10) y el par de la Vega Baja; conquenses los de Valeria (Fuentes, 1980, 111,Lám. 41, fig. 4), Carrascosa del Campo y los seis de Segóbriga (Fuentes, 1980, 180); mientras que Ciudad Real aportó el de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero, 1986,263, fig. 4, 2); y Albacete los tres pasadores de Los Cabezos (Mahora) (Abascal; Sanz, 1993, 124, n" 283-285). En Hispania, fuera de nuestra zona de estudio, han sido recogidos en; Santa Pola (A1icante) (Sánchez, 1986, 57), El Espirdo (Segovia) (Molinero, 191 l, 67,1ám. 106), Fuenrespreadas (Caballero. 1974,89, frg.20, núm. 20), Hornillos del Camino (Burgos) (Palol, 1912, 145, fig. l2), La Olmeda52, Cástulo (Blá2que2,1919,88, fig. 65, 821), Museo de Mérida (Caballero, 1914, 94, fig. 22, núm. 42), E1 Pomar (Jerez de los Caballeros, Badajoz) (ATvarez Sáenz de Buruaga et al1i, 1992, fig. 23, 3 8), Conímbri ga (Alar cáo. 197 9, lám.21, núm. 83), más otro descontextualizado del M.A.N. de Madrid (Thouvenot. 1921, 124, núm. 643). En Ia publicación sobre la villa de La Cocosa (Badajoz), se refieren a dos objetos de esta morfología como pasadores de una he- billa o de una fíbula (Sena, 1952, 152, fig.28, 12 y l4), aunque nosotros creemos que se tratan de sendas piezas con igual función de las aquí comentadas. No obstante esta lista se incrementará bastante en los próximos años, tras 1a publicación de los fondos museísticos aún inéditos, pues conocemos otros ejemplares que no incluimos aquí por pertenecer a otras áreas geográficass3. Fuera de la Península Ibérica se han hallado en Lyon (Boucher, 1980, 35, nlúm. 227) y Marruecos. La serie marroquí es, con diferencia, la más numerosa. Trece pasadores proceden de Volúbilis (Boube-Piccot, 1980, 92-93, n(tm. 61-19), cuatro de Banasa (Boube-Piccot, 1980, 229-230, núm. 311-314) y dos de Sala (Boube-Piccor", 1980, 349, núm. 603 y 603 bis). Se infiere de los paralelos expuestos, la mayor concentración de ejemplares por yacimiento en Maruecos y una mayor dispersión geográfica en el área hispana (FIG. 13). Dimensionalmente estos pasadores conforman un grupo homogéneo. La longitud máxima oscila entre 5'I y 7'7 cm. El grosor del cuerpo medio o estrangulamiento, se encuentra comprendido entre los valores 0'5 y 0'7 cm. Excepcional, desde el punto de vista metrológico, es el pasador hallado en la sepultura de inhumación Ballesta número 8 de Ampurias, junto a un ajuar en el que se integraba una moneda de Galieno (Almagro, 1955,91, frg. 69, núm. 4). Esta pieza, aunque es morfológicamente idéntica a todas las vistas, cuenta tan sólo con 2'4 cm. de longitud, hecho que nos indica que pasadores idénticos a los vistos, pero más pequeños, se utilizaron para otros menesteres distintos al ajuar del equino5a. Si 'r El pasadu procedeltte dc la lill¿¡ de [-a Olntcdr estir erpucrto cu el N,lu:et¡ ilc Sa] daña..junto a otros bronces de atalitic. c¡tcortr,[do5c atin r 1a erpcra de sU publicrción. " Lln ejcrrrplo rle kr expucslo es otro ptrsarlu lnéclito clc Cístulo. tlut'rcco-!rntr)¡ cn nllestril N'lcntoria de I-icclciatura (ALrrracoecirea. 1989. li-q. ll.3l. 5'Srbemos dc ollrs piezas iclónticrs. talnbión dc reclucid¿rs dintensiones. libricarhs en hrr»cc t,hueso. qrLc pudieron cnrplcrrse corno plrsrdores dc lcstidos ct c¿lla\. co¡lo la pieza ilclditr de AIbal¿lc dc 1as Nogucras. que conouuntt,r qlreirr.r A. FrLcnles. El cjcnrplrr de la nccriipolis antpuritana no se ercucntra asociaclo a ni¡t -rúr broncc de arnés clcpositrcio conrt l.jurr en la tuntLril. l5 nos centramos en la cuestión estética, ésta se reduce a una somera decoración consistente en 1íneas incisas dispuestas, ge- neralmente, en la zona próxima a los escudetes. La ornamentación se complementa, en ocasiones, con un punto que ocupa el centro del remate semiesférico. Por último, queremos hacer hincapié en un problema morfológico, aún no resuelto. Se trata de la desigual proporción entre los dos cuerpos troncocónicos, constatada en algunos pasadores. Esta variabilidad de tamaño, referida a un mismo objeto, se aprecia también en 1as zonas terminales. Nosotros creemos que se debe aunarazón de orden fun- cional, como 1a de facilitar el desabrochado de la pieza, labor que se agllizaría si se desplazase el pasador, inserto en anilla del freno, por la parte menos gruesa del travesaño. 1a D. Las faleras, sus pinjantes y los grandes apliques Las faleras son piezas que servían para decorar las corazas militares o los arneses de montura. En el mundo romano, junto a los torques y los brazaletes, constituían 1a categoría más modesta de los dona militaria y eran entregadas a soldados rasos y oficiales subalternos por algún mérito, reservándose otros obsequios, como coronas o el hasta pura, a los oficiales superiores (Boube-Piccot, 1964, 150). A éstas de origen estatal se suman otras, cuyo carácter funcional y uso particular ocasiona que sean las que frecuentemente lleguen hasta e1 presente. Bishop ha llevado a cabo una revisión crítica de las faleras romanas de1 S. I d.C., teniendo en cuenta dos criterios distintos de clasificación: el ornamentístico y el funcional. Este último es el que puede resultarnos más útil para nuestro trabajo, pues los ejemplares que recoge el investigador inglés difieren de los nuestros por su sistema de anclaje. Bishop distingue siete grandes familias según el tamaño del objeto y el número de presillas o anillas que contenga, subdividiéndolas a su vez en otras menores (Bishop, 1988, 94-95, fig.4l y 42). Las faleras con una sola presilla (tipo I de Bishop) suelen ser las más pequeñas de todas, fijrándose directamente sobre la correa, que pasa a ffavés de la presilla central y se sujeta mediante un remache que atraviesa el eje de la pieza. Nuestros ejemplares de Villasequilla de Yepes (Toledo) y Castillejo (Aranjuez, Madrid) (FIG. 7, 1 y 2) pueden estar vinculadas con este grupo, concretamente la primera con la variante lb, y la segunda con el subtipo 1c, aunque debemos matizar que la cronología de las piezas de Bishop es anterior a la de nuestros especímenes y que nuestras piezas pueden ser calificadas también de meros apliques ornamentalesss. La pelta de Villasequilla (FIG. 7, 1) pertenece a un grupo de bronces bien definido, en el que tanto 1a presencia de delgados apéndices posteriores para su fijación al cuero, como la morfología peltiforme son característicos. Una pequeña argolla, que rara vez se conserva, introducida en el apéndice y que actuaría de tope con la cabeza del mismo, servía para fijar la pieza al material. Temporalmente estuvieron en uso durante el siglo II, como demuestralapieza gala de Sablas, cuya posición estratigráfica la El corcc¡rlo de falera es al-go antbi-gtlo. lluc\ cn él se etlgloba a rttl atlrplio cspecllo rrorfolLigico de e'.jctnplares colt distitltos sistenlts dc unitin a hs corrc¿is cle cuero (prcsillas. anillas. relrachcs. etc.). El cltrácter funcion¡l o nleranlentc ornamcntal Llc estos cspccínrcnes tanrpoco cs cleflnitorio. EI llronce peltil'urtc de \¡i114 scquillr por|ía ser identilicrtlo corrit un apliquc clareteatlo. cn la mislra líncl qrte lus ¡riczas de nuestm Fig. 10. n" I I a 17. aunqtle dcbjtlo a stl trllaño hcnlos preteri dc¡ conect¿rlo con cl grttpo de las l-alcrar. 55 Foto 14. Aplique peltiforme, de época altoimperial, encontrado en Villasequilla de Yepes. data entre el 120-180 d.C. y que es un magnífico paralelo para nuestra pieza toledana (Feugere; Tendille, 1989, 155, fig. 113, 299).De Thamusida procede otra pelta idéntica a la toledana que tratamos, salvo en la ausencia de 1a ornamentación de círculos concéntricos (Boube-Piccot, 1980, 336, n" 588); siendo otros paralelos los ejemplares encon- El ejemplar francés de Pépiron (Saint-Just), en el que se engarzan consecutivamente tres de estas peltas por medio de bisagras, señalaría claramente la vinculación de este grupo de piezas con el equipo equino57. En España conocemos otro espécimen de este tipo, aunque incompleto, hallado en Arcóbriga (Caballero, 1914,90, fig.22,34), y uno de procedencia bética encontrado en Las Mesas de Algar. La falera madrileña de Castillejo responde a un esquema muy habitual entre la metalistería militar romana, la yuxtaposición seriada de varias peltas. Su vinculación con el equipo equino no es segura, pues por las características trados en Vindonisas6. '% . i ,._-_..-.-**-"-.-- Foto l-5. Falerr peltil'ornrt' procedentc dc Castiliejo. ¡¡'l-as piezrs proccdcntcs cle \iindonisl. que sulllll¡ ulla Llocetrl. sc hlllatr ac tuallneute er cstuclio por Eckhrrt Deschler Frt. quietr rtttltblcttlcnle ¡os l'llcilitó ili bujo dc las nistnas. i'- Publicrch c¡t (juiliu. ll. 196i. pp. -1-1-1 -11J. 16 morfológicas del ejemplar, éste pudo también estar inserto en un tahalí del S. il. Ya hemos referido en otro apartado como en este siglo, la espada se suspende de esta correa, en yez de ir colgada del cinturón. Estos tahalíes presentaban una falera situada hacia la parte baja y un terminal en forma de hoja de hiedra, como queda documentado en los tahalíes que se hallaron en Vimose, o el del enterramiento de Lyon, que incluía monedas que proporcionan un terminus post quem del 194 d.C. Las faleras encontradas en fuertes germanos son circulares sin ornamentar, o tuvieron decoración de círculos concéntricos, pétalos radiales en relieve, o perforaciones geométricas similares a las de las chapas de las conteras de las espadas. El tipo de falera calada más elaborado posee un águi1a central que sujeta los rayos, sobremontada por una inscripción anular que versa OPTIME MAXIME CON (SERVA). Gracias al caracteístico ojal posterior se han podido identificar otras lomas de laleras. tales como la excelente serie de faleras caladas de Dura-Europos y algunas de los yacimientos del Norte de Africa, las cuales muestran diseños de svásticas o célticos y tienen peldaños radiales, peltas o corazones. Es precisamente debido al ojal posterior de la pieza de Castillejo (FIG. 7, 2) el que postulemos su inserción dentro de las faleras de tahalí de la tercera centuria, mejor que dentro del grupo de las faleras equinhs. Un buen paralelo formal para nuestra falera madrileña fue hallado en Dura-Europos (Frisch; Toll, 1949, lám. 3,26), si bien este último ejemplar cuenta con sendos botones. Por contrapartida, la falera fragmentada de Zugmantel es una pieza anllTada idéntica a la de Castillejo, pudiéndose postular que ambas son producto del mismo molde (Oldenstein, 1916, fig. 88, n" 1146). Las piezas de Ocaña (Toledo), Estremera (Madrid) (FIG. 7, 3 y 4) y Ser:radiel (Albacete) (Abascal; Sanz, 1993, 158, n' 353) encajan más dentro de la categoía de los apliques anillados que de las faleras, aunque la confusión terminológica a este respecto entre los diversos investigadores hace que a menudo se empleé el concepto de falera para estas piezass8. Los ejemplares de Estremera y Serradiel pertenecen al nutrido grupo de las peltas, si bien es mucho más raro su apéndice posterior anillado, pues es bastante más frecuente que estas piezas se sujeten mediante roblones o clavos. Un bronce de Banasa es el mejor paralelo para el ejemplar albacetense (Boube-Piccot, 1980, 27I, n" 455). El simbolismo jugaba un importante papel en la religión romana, sobre todo en su vertiente supersticiosa. El aplique luniforrne de Ocaña (FIG. 7, 3) entronca con otro tipo de piezas, los pinjantes más antiguos y populares del Imperio con 1os que compafie idéntica morfología. El creciente era el símbolo de la luna, (la femineidad), mientras que la falera donde se insertaban bien pudiera representar al sol, (la masculinidad) (Zadoks; Witteveen. L911 ,113). Este contenido dual, podía encontrarse remarcado en los colgantes iniciales, con el uso de los colmillos de jabalí que conforman la imagen de algunos crecientes. Los pinjantes luniformes son los más antiguos del Imperio, pues su cronología inicial comienza con Augusto, para perdurar, al menos, hasta el S. II d.C. La popularidad de este motivo decorati¡s Hn cste cas() slr pcqucño t¿maño lo hrrítr cxcluirlas clel apartrdo coffespondiente a las faleras. lunque su sistcrnlr dc sujecirin ¿l cucro nos hr ilecido por cnglo barlas el cslc rpartado. mejor quc cn el de los apliqucs. rúl sienclo conscicnlcs de que su r crcladcra tuncirin fuc simplemente onlantcntili. En Casa de la Zúa (T¿rrazona cle Ia i\.'hncha. Albacctc) tLpueci(r un apliquc con h caracierísticir iurillr posterior quc lo cn globarír cntre los rna¡erialcs que tratamos. ¿iuna]uc sll cronología dudosa nos hr hecho clecidirnos prn sLr ro inclusión cn nucsrro esrLrdio IAL¡ascal: Sinz. I993, I2-i. n'28li). Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996 vo se constata por su presencia en otras categorías de objetos, como los apliques anillados, siendo algunos de ellos el toledano que exponemos y 1os hallados en Volúbilis y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 154, n' 194-198 y 425). Incluso conocemos botones luniformes con dos roblones. como el ejemplar galo de Margon (Depeyrot; Feugere y Gauthier, 1986. l3 I . fig. 23 ). También son apliques anillados las dos piezas de idéntica morfología de Valdocar:ros (Arganda, Madrid) y El Quinto (Seseña, Toledo), decoradas con prótomos de animales (Alonso, 199I,261-214,fig.,1,2y 3). Sobre esras piezas, ya estudiadas en otra publicación, queremos solo señalar un nuevo paralelo no recogido por Alonso, nos referimos a la pieza encontrada en Cáceres el Viejo (Ulbert, 1984,222, lám. 19, 122'¡ qre avala la cronología temprana de estas piezas entorno al S. II-I a.C. Esta datación explica el por qué Alonso no encuentra ejemplares similares entre los repertorios al uso, como el de Bishop o el de Boube, ya que 1as piezas que recogen son más tardíasse. También queremos plantear la duda sobre el origen de estos apliques, pues su temporalidad, unida a su morfología, los acercan más a los botones anillados ibéricos que a los apliques usados por la caballería romana60. Todos los ejemplares vistos hasta el momento tienen una caracteústica en común: el que sólo pudieron servir para pasar una correa posterior o para ser superpuestos sobre el material, por 1o que su cometido debió ser, a nuestro juicio, decorativo. Hecho que se ve reforzado por las escasas dimensiones de los objetos asociados a estas categorías. El ejemplar de El Quinto (FIG. 4, 5) está relacionado con el tipo 5a de Bishop, quien postula que estas piezas debieron emplearse para las uniones del hombro y el anca, juntando pues cuatro correas, aunque queremos mafizat que esta categoría de faleras serían también las más correctas para la ubicación de correas colgantes, junto a las 6ay 6b de Bishop61. Similar uso pudieron tener las faleras anilladas geométricas del tipo de las de San Pedro de Valdanzo (Soria) (Jimeno; Argente; Gómez, 1988-1989,441, fig. 18, 241) y Julióbriga (Millán, 1941, 198, fig. 2); así como las que presentan una decoración figurada humana central y cuatro anillas en las esquinas, como la de San Millán (Orense) (López; Taboada, 1955, 69, fig. 14), Fuentestrún (Soria) (Santos Almansa, 1990, 86, n'97) o Camparañón (Soria) (Mi1lán, 1941,191-199,Lám.21, 1). Estas nos ponen sobre la pista de otro esquema tipológico, ela- borado por Boube-Piccot, quien clasifica las faleras en "'Desestirramos el paralelismo cluc rerliza Alonso cnlrc estls piezas ¡.los apliquesrccogidosporBoubc-Piccot(Alonso.1991.26-11,¡,aquelosc-jcuplaresquese ñala llic. I 9 20 ¡, 25. así corno lárn. 5 I . 52. 91. 97 ¡ 98 dcl catíiogo de Bouhc) son cronológicarnentc posteriues. respondcl rdernás a otros palroues distintos ! bicn conociclos cn ir arc¡ueolotía roulant (conlo lls ¡reltas I la decoración de "trornpe tas ). \'porquc la rnilla postcrior. en la rna¡oría dc los casos. es clc mucho ntrl,or tan¿tño )ii que serr,ía par¿t p¿Lsrr ula o varias correts. lo que las dclinc cono autén lica: frleras. r"'Lr hipritesis de quc sc trate de piezas ibcrricas no ronttnts. ro está reoida 1 con su aparicirin cn un camllaltenro cono Círceres el Vicjo. identificado tr¡clicionrl nrente con ClcL¡¡ru Cutt;ilit pucs cn él aparecieroil olros clemeotos iIdí-¡cn¡s de bron cc como lil¡ulas r,pllcas de cilturón. adcntís de una falcata ¡ ccriunlcus cr¡n g¡alltos localcs. pudiendo pertencccr cstas piezas bicn a las tropas au\iliarc\ autírctonas o al lgresor lusitano (Lllbcil. 198-1.2051. SrL aprriciórr en contc\tos ildígeras. conto cl posible santuario dc Cirstrejórr dc Crpote lBadajoz). podrírn ava)ar tallL_rién !u ori ge0 prcrrom¡n0. " Algunos bottmcs arroblonados. cor¡o el cle \¡eguilla clc Oreja (Fig. il. l l ) puclieron scrvir prra idénticit coltctiilo. Así rtismo.los grilndcs botones con clos roblo ncs. conlo el de Albalatc de Zorita I Boror (Fig. 9. 1 v 2) pudicron cmplearse como penalcs o grlrperiis. por lo quc tcndrírn una firncitnalidrd sittila¡ a las l¡lcras vistus. 1l cuatro grandes apafiados, siendo el primero aquel que más nos interesa, al estar constituido por las piezas ornamentadas con figuraciones, generalmente de contenido apotropáico, como las cabezas de Medusa (Boube-Piccot, 1964, 150). En esta tónica entraría la pieza de Valdocarros (Madrid) (Alonso, 1991,261-214, fig.2, l), cuyo paralelo más cercano es el bronce procedente de Luque (Córdoba) (Cano, 1993,51-62)62. Faleras similares a la toledana que comentamos (FIG. 4, 5) son la de tumba de Saives, otra asociada al carro de Kórnye, mas las encontradas en Volúbilis (Boube-Piccot, 1980, 116, n' 109) y Dura-Europos (Frisch; To11, 1949, lám.2,13). A menudo las faleras están asociadas a otro elemento que las complementan, 1os pinjantes. El uso de pinjantes en los arneses romanos cuenta con un impofiante precedente en la caballería ce7fa. Esta decoración de los arreos pudo ser, en un principio, meramente estética, encaminada a dotar de una mayor vistosidad tanto al jinete como a su montura, 1o que podía tener unas connotaciones de prestigio. Sin embargo, los modelos que se utilizaron como elementos ornamentísticos, poseen un marcado poder mágico que hace sospechar en la escasa arbitrariedad de su elección. Esta función mágica o supersticiosa que parece inherente a algunos pinjantes, define en la mayoría de los casos su morfología o decoración. Ejemplos a citar serían, aparte de las lúnulas vistas anteriormente, los prominentes falos que suelen incorporar, o las manos haciendo el gesto deTafica contra el Mal de Ojo63. Para Ross, los pinjantes rematados en cabezas de páiaro, estarían asociados con el simbolismo celta que imbuye a los primeros arneses romanos, ya que estos pájaros podrían estar conectados con el culto a Marte Céltico (Ross, 1967, 342). Los pinjantes incorporan una o[Iamentación complementaria basada en imágenes alusivas a la fertilidad. Nielados representando hojas de parra, pámpanos y otros símbolos vinculados con la viticultura, o las bellotas terminales de algunos pinjantes, bastan para ejemplificar este punto. En cualquier caso, no es tan necesario justificar el cometido apotropaico de estos objetos, si tenemos en cuenta que hasta este siglo, en contextos rurales, los arneses equinos incorporaban artesanías metálicas con significados simbólicos, como 1a cruz, el sol, la luna o escenas relacionadas con la cosecha (Vince, 1968). La variedad tipológica que caracteriza a esta clase de objetos es abrumadora. Sólo para el S. I d.C., Bishop ha distinguido 11 especies principales que a su vez se subdividen en otras numerosas subespecies (Bishop. 1988, 9698). Si tenemos en cuenta, además, que la clasificación de Bishop únicamente recoge las piezas asociadas con seguridad a1 atalaje equino, descartando así las utilizadas como colgantes de cinturones o las decoraciones de los vehículos terrestres, comprobaremos la iqtteza morfológica que este ornato alcanzó durante el período romano64. La manl No profundizarcnros nrás en eslc lipo de piezrs. dcbido a que han (cnido el privilegio dc scr uno cle ios csc¿tsos bronces trittilalos h¿hitLrlll¡lcrlte por la ilrestigrción pcninsular. dc 1os clue se h¿ h¡blado taltto desde cl punto de r ista ¡ tístico ci¡trlrr simbiilico, por lo que nos remililttits rl recienlc trabajo de Cano robre el ienla ( I 99-l ). b'No incluinr¡' cn cl presente ttabujo los col--ganles [álicos. en partc portluc -Ya los climc¡s a conocer en uu ¡rtículo anteriu (Zrrzalejos: Aurrccoechea: Fernántlcz Ochoa. l gUE). )' en pantL' dado el cariiclcr surn¿nlentc arnbiguo de estos objctos. que Ji.iirlt.r[ .t r,r itr.ct¡t'ct:..'t,'t Llr' lo. ,tt..rlr,'. r'' Dejamos r ur lado el esc¡ucna tipoltigico tlc Boube Piccot ( 196'1. 160 l6l) rnucho nrás sinrple. en el c¡uLc útticametttc lccoge Ires catcgorías. entre las quc se in scrtan los colgrrtcs trítidos l "alatlos'' de Bishop: así colnc¡ el tlc Lari'soll. que recopila una doccna de clases principales (La\\'sorr. 1978. i-+7 l5i). yoría de estos pinjantes se usaron conjuntamente con faleras, engarzando ambos elementos mediante anillado, presilla o charnela, como ya explicamos en la introducción de este capítulo. No obstante, muchos de los tipos que Bishop postula, continuaron en uso durante 1as centurias siguientes, sobre todo aquellos más simples (en forma de gota, losiingicos, etc), o los que gozaban de una afamada tradición, como las lúnulas. Esto confiere a la ordenación de este autor, un valor matizadamente atemporal y útil, por tanto, como base para elaborar una tipología global de este tipo de objetos. Foto 16. Pinjantes de falera altoimperiales hallados en Ocaña. Los pinjantes trífidos, es decir aquellos divididos en tres partes diferenciadas, son los más representativos de la primera centuria y componen el tipo 1 de Bishop, empleándose siempre asociados a falera. En concreto el ejemplar que presentamos, procedente de Ocaña (Toledo) (FIG. 6, 6), pertenece a la subclase 116s. Aunque existen muchas variaciones sobre un mismo tema, las versiones más comunes poseen un lóbulo central en forma de hoja. Un motivo usual es la hoja de roble, en el lóbulo central, flanqueada por dos bellotas terminales. Cuentan, a menudo, con una decoración complementaria basada en la técnica del nielado, centrada en el tema de 1a viticultura, donde aparecen hojas de parra, pámpanos de uvas y zarcillos, ornamentación que ha sido recientemente objeto de una sistematización por parte de Brouwer (1982). Temporalmente los pinjantes trífidos comienzan bajo el reinado de Claudio, sin que, a1 parecer, se conozcan ejemplares más tempranos, tratándose de unas piezas con amplia dispersión geográfica centrada en los campamentos militares noroccidentales del Imperio, aunque no pueden calificarse de muy comunes desde el punto de vista cuantitativo (Bishop. 1988, 96 y 98). La falera más antigua que posee un pinjante de este tipo, documentada científicamente, es una pieza de Xanten con la inscripción PLINIO PRAEF(ECTO) EQUITUM), comandante de un a1a en Germania durante el final de la década de los cuarenta o en la de los cincuenta (Jenkins, 1985, 157). Un pinjante de Scamnum Tribonorum (Caerleon), semejante en todo al ejemplar toledano que tratamos, cuenta con cronología definida por estar inserto en la fase I-II del campamento, datada entre el 65 y el 100 d.C. (Zien1<tewicz, 1995, r'i Bishop olrccc cjenrplare' \cm(¡¿rltes hrllados crl Frernir-stolr Hagg. Greens firgc. Hó1lcirr. Hiiling.cl. Ncuss. C)berslit¡nt. Risstis:cn. Virlkenburg. \\'icsbaclen 1 !blúrbilis lBishop, l9Ut. I 1.1 y 1.16). aunque el li\lil.lo lotal de espccínrenes debe scr nrucho nrl¡or. a tenor dc las piezas que conocerllos trtt citad¡ts por Bishop Joaquín Aur"recoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 108, fig. 31, 9). En España se han encontrado ejemplares trífidos en el Tosal de Manises (A1icante) (Belda, 1945, 165, lám. 7 4'), así como un par en la necrópolis de Tarragona (Serrá Vilaró, 1929,128-129,lám.56, 3, n" 2) (Sená Vi- laró, 1934, 16,Lám. 29, fig. d, 8), a los que cabría añadir, probablemente, una pieza de Arcóbriga (Caballero, 1974, 90, fig. 22,33). En el número I de la ordenación de Bishop se incluyen pinjantes denominados "cabeza de pájaro" o "alados" ("bird-headed" o "winged", respectivamente en la terminología anglosajona). El nombre procede de la decoración que suele ostentar el extremo ganchudo insertado en la falera, 1os semejante a una testa de ave. Por añadidura, si el remate su- perior representa una cabeza de este animal, el resto de la pieza se podría interpretar, de modo un tanto imaginativo, como las alas del mismo. Esta variante de pinjantes del S. I es una de las más representadas entre nuestros ejemplares, correspondiendo a ella las dos piezas de La Bienvenida (Ciudad Real), así como las de Ocaña, Ocafa2, Magán (To- Iedo) (FIG. 6, 1-5) y La Capellanía (Bienservida, Albacete) (Abascal; Sfuiz, 1993, 82, rf 203)66. Aparre de éstos, sólo conocemos ejemplares hispanos de esta categoía, en Solsona (Serrá Vilaró, 1923,24,1ám. XIV C) y Ampurias, aparecidos durante excavaciones antiguas6T. Todas 1as piezas españolas que hemos reseñado son formalmente muy parecidas, lo que podría indicar no solo un mismo momento cronológico para todas ellas, sino también un mismo contexto militar. Para Deimel, en un principio, fueron realizadas recortando una lámina de metal (generalmente latón), pasando más tarde a producirse con molde (Deimel, 1981 ,96). Los cinco ejemplares que presenta en su estudio sobre Magdalensberg son un buen paralelo para nuestros pinjantes de Ocaña, La Bienvenida (FIG. 6, I y 2) y Bienservida, estando fechadas las piezas germanas desde Augusto a Claudio (Deimel, 1981,309-310). Sin embargo, para Oldenstein los modelos primigenios, fundidos y generalmente decorados con nielado o plata se originaron probablemente en época de Augusto, aunque su mayor difusión geográfica la tuvieron durante e1 reinado de Claudio (Norte de Africa, Germania, Britania y Siria). Desde el reinado de Ir{erón hasta los últimos flavios, 1os pinjantes fundidos escasean, siendo sin embargo muy frecuentes las "imitaciones" en chapa carentes de decoración (Oldenstein, 1985, 86-87), cronología que aventuramos para los ejemplares hispanos conocidos. A esta temporalidad apunta un paralelo galo idéntico a los hispanos, perteneciente a 1a fase Vb de ocupación del oppidum de Sablas, datada entre el 75-100 d.C. (Feugere; Tendille, 1989, 155, fig. 111,281).La serie de pinjantes recorrados en chapa goza de amplia difusión, tanto en la Galia como en Hispania, hecho a destacar por cuanto estas dos provincias se encuentran infrarepresentadas en los mapas de dis- tribución conocidos hasta ahora, como el realizado por Bóhme68. Feugére ha señalado que estos pinjantes son, pro- bablemente, el modelo más difundido en la Galia, frente a Britania, donde serían más abundantes los pinjantes trífidos, conclusión que podúa también extrapolarse para Hisr"' El pinjarte albacelcnsc fue dacli¡ a conoccr cu el cat¿ilogo de bronce: clcl jrrro". por lo !luLseo de Albacetc. ilLinque interprctil(lo crriileamente como Lrpa de que se encLrcnlru inserto en cl crpítuio de 1a vajilla mctíllca. n' l-os dos fra-gnrcntos de pinjantes clc .\mpurias. conscrlldos el el NIusct¡ clc Gerona. los c¡ecmos tochr'ía inéclitos. 6¡ El este aspecto radica la ilrportancia dc rllL a conocer lucr os e'-jentplares aparecicios en Hisprnia. col los cluc sc conseguirá ciisponcr dc Llr cut,llogo tnás cxhrus tir o dc estas piezas. pania, al menos en el estadio actual de la investigación (Feugere, 1983, 59)6e. Los ejemplares galos, aunque por desgracia la mayoría carecen de contexto estratigráfico, se fechan grosso modo en la primera mitad del S. I d.C. (Depeyrot; Feugere y Gauthier, 1986, 120). Otro pinjante de La Bienvenida (FIG. 5, 3) parece estar relacionado con la variante 3c de Bishop, también del S. I, pero comparativamente mucho más rara que los vistos anteriorrnente. En Hispana solo conocemos un par de ejemplares peltiformes procedentes de Sant Josep (Casteltón) (Rosas, 1980,20I-202, fig. 2,9)'0, y Monturque (Córdoba) (Galeano; G11,1994,64,f 29), al que cabría añadir un pinjante dudoso de Arcóbriga (Caballero, 1974, 92, fig. 22,35). La temporalidad inicial de estas piezas podría fijarse en la segunda mitad de la primera centuria, a tenor del pinjante con decoración nielada de Pitres (Fauduet, 1992, ll3, n'857). Los pinjantes en forma de gota, como el encontrado en Ocaña2 (FIG. 6,7) se aglutinan en el tipo 5, siendo un hallazgo muy común y versátil. Lapieza toledana se relaciona, exactamente, con la variante 5f de Bishop. Los más pequeños se emplearon para decorar cinturones, las tiras de cuero de los "mandiles" Iegionarios o como colgante central de los pinjantes luniformes. Las piezas de mayor tamaño se utilizaron directamente sobre faleras. Su versatilidad queda también confirmada por un ejemplar reutilizado como aplique decorativo en la funda de un puñal visigodo, hallado así mismo en Toledo, esta vez en la sepultura 45 de El Carpio de Tajo (Ripoll, 1985,12, fig. 12, núm. 3 y 4). Respecto a nuestro ejemplar, creemos que se trata de un bronce complementario para un colgante en forma de creciente, como parece indicar un paralelo idéntico encontrado en el oppidum galo de Sablas. El pinjante francés apareció asociado a un par de elementos decorativos que irían colocados, simétricamente, en las caras laterales delacabezade un equino, datándose entre el año 10 a.C y el 20 d.C., al estar inmerso en el período III de ocupación del poblado (Feugere; Tendille, 1989,141, fig. 104, 116-111). Una cronología similar, hacia principios del S. I d.C., proponemos para Ia pieza toledana. Otro paralelo francés idéntico apareció en Saint-Saturnin (Hérault) 71. La misma versatilidad carucfeiza a otros pinjantes más sencillos, como los de La Bienvenida (FIG. 5, 2), Culebras (Cuenca) y Villas Viejas (Cuenca), cuya cronología no puede ser concretada. El ejemplar conquense de Culebras (FIG. 5, 4) cuenta con una pieza semejante en Richborough, que está fijada como colgante central en un pinjante en forma de creciente, pudiéndose fechar en el S. I d.C. (Cunliffe, 1968, 91,Lám.39, 146), mientras que el de Villas Viejas (FIG. 5, 5) guarda similitudes formales con otra pieza completa de Verulamium, datada entre el 140-150 d.C. Tanto uno como otro podían haber formado parte, también, de terminales de cinturón o de los clásicos "mandiles" militares de inicios del Imperio, si los comparamos con diversos hallaz'"'Feugérc rrmplir el irvenlario rlcsarrollado por Ui:ihme con las piczas lturce :as íBes¡ncon. Roa¡rne. Vicnnc. Auntes. Pontérois. A-ude. etc.). indicando que su distriL¡uciírn rbarc¿ Ia prrtc lteridiolal dc tsriirnia. el iitnes rcnodanubiano v la C¡lir desdc lr ,\arbonense (Fcugere. 1983. 59). 'i'Rosas ficha la piezr en cl S. IV brsándose en critcrios estilís¡icos. tlzora niento clrLc lo colsideraltrils rálido debido I qrLc cl motivo calaclo pcltilirme que la arttr¡ra csgrime corno caritclerísticit cle la tt¡dorro¡nltniclacl nt¡ cs exclusitr¡ dc clla. auncluc los investigaclorcs españolcs solcnros cler en el er¡or clc datar tardíamcntc ios bronces orn¿ntcntndos con pcltas. rr Corrunicación pcrsonal cle N4. Fcugere, quien nos laciliLti dibujo de la picza sala. aún inódit¿. l9 gos de las torres del muro de Adriano. En esta tónica de atemporalidad a que hemos echo referencia, englobariamos también a las piezas de El Quinto (Toledo) y Valeria (Cuenca) (FIG. 5, 1 y 6), para las que queremos señalar sendos paralelos encontrados en Tarragona (Serrá Vilaró, 1928,1ám., 35, 4, n" 5), uno de ellos, similar al ejemplar conquense, presenta incluso perforaciones (Sená Vilaró,1929,Lám 5J, n" 3)72. Pinjantes similares al de Valeria son, también, los de Mé1e y Aspiran (Herault)i3. El pinjante calado de Villasequilla de Yepes (FIG. 6, 8) tiene sus paralelos más cercanos en sendas piezas marroquíes de Volúbilis y Tánger (Boube-Piccot, 1980, 148, n' t79 y 630-63t). Por último, un pinjante de Puente Biezma (Madrid) (FIG. 6, 9), nos pone sobre la pista de un factor no tenido aún en cuenta: la presencia de perforaciones en la placa de estos colgantes, posiblemente destinadas a fijar el bronce al cuero, con el fin de evitar la abrasión resultante del con- tinuo roce del metal sobre la piel del animal. Muchas de estas perforaciones, presentes en pinjantes romanos, se 11evaron a cabo tras su fabricación, 1o que implica que el uso creó la necesidad. Quizá el colgante más factible para necesitar este "retoque" fuera el que se suspende de la falera que une la correa del pecho con la gamarra. Por la posición de este pinjante en el arnés, resultaría muy fácil y práctico sujetarlo a la tira que 1o recorre longitudinalmente por su parte trasera, es decir la gamarra. Ejemplares hallados en Inota, confirman su situación cierta entre estas dos correas (Palagy, 1986, 389-391,lám.7, n" 39). Otra posibilidad es que las perforaciones sirvieran, simplemente, para ubicar unos remaches que fijaran un forro trasero de cuero. El pinjante de Puente Biezma cuenta con paralelos formales, que incluso poseen perforaciones. Nos referimos a sendas piezas halladas en Kingsholm (Gloucester) (Hurst. 1985, fig. 11,n"1y3). E. I-as hebillas y otros sistemas de abrochado La hebilla en bronce plateado de Ocaña y la placa nielada procedente del mismo lugar (FIG. 1, 5 y 6) pertenecen a un ajustador de atalaje, correspondiendo ambas piezas a un broche de tipo hembra, respectivamente adscritos a las formas F71 y F72 de Jenkins. Su función seía, general- ¡ .2 , .ú Foto 17. Hcbilla "hcnbra" y placa halladas en Ocaña. Perterecen a un tipo de cierre propio tie lrs corre¿s de atalaje de los iricios del lmpcrio. y prcscntxn dccoración pliilc¡da ), niclada. r Las tres piezrs concluenscs sc cncLlcntrrn clcpositacias en el \{useo Arqueoló gico de Cuenca: la cle \ialeri¿ con el n" 7.1/15/759 ¡'Jas otnrs ilt¡s sin inrent.ui.u. Henos de señalrr c¡uc cl pinjantc tlc Culcbras prcscnta baño cle plata. rr Comunicación personal cle Nl. Feu,gere. mente, asegurar 1as correas laterales del arnés a la silla, mientras que la forma en ojo de cerradura de nuestra hebilla está relacionada con el pasador, o broche macho, en fonna de "T" que poseía la correa complementaria, como quedó demostrado tras el descubrimiento del arnés de Leiden. Tanto desde el punto de vista morfológico como decorativo, entroncan con la serie de bronces de atalaje altoimperiales más lujosos que conocemos, representados paradigmáticamente por el ajuar equino completo de Xanten (Jenkins, 1985, 149-159, fig. 14) y el del tesoro de Fremington (Reeth, Yorkshire (Craddock et alli, 1973, 9-17). Más modesta, pues carece de motivos plateados o nielados que ornamenten su superficie, aunque perteneciente a la misma categoría de bronces que analizamos, es la placa de Chozas de Canales (Toledo) (FIG. 7, 7). Estos ajustadores fueron muy comunes en toda la frontera norte del Impero occidental durante la primera centuria, pudiendo aquilatar la cronología de la placa nielada de Ocaña en la segunda mitad del S. I d.C., momento en que este tipo de ornamentación es caracteústica (Fauduet, 1992, 119), si bien conocemos placas temporalmente anteriores, como la del campamento de Aulnay-de-Saintonge datada entre los años 2030 d.C. (Feugere, 1993,32). Respecto a los botones con anilla ("button-and-1oop fastener", según la terminología inglesa) tendremos en cuenta la clasificación elaborada por Wild, quien aboga por el empleo de estos objetos dentro del equipo militar, a tenor de que la mayoría han sido encontrados en enclaves militares (Wild, 1970, 146). La piezas madrileñas de Valdocarros (FIG. 7, 12) y Camino de los Afligidos (Alcalá de Henares) (Fernández Galiano, 1916,66, fig.29, 19) estrán adscritas a1 tipo Vc de Wild, fechado según este autor en el S. II d.C (Wild, 1970, 139-140, fig. 1), si bien algunos hallazgos, como los de Conímbriga y Hod Hill, indican que ya eran comunes en yacimientos flavios o pre-flavios7a. Piezas semejantes se han hallado en Caerleon, High Rochester, Manchester, Kirkby Thore, Corbridge, Newstead, Trapain Law, Mainzy Strasbourg (Wild, 1970, 151-152, n'74-86), Magdalensberg (Deimel, 1981, 19, n" 7, 10 y 11), Stockstadt, Zugmanfel, Saalburg (Oldenstein, 1976, 185-186, n" 680684), Fremington Hagg (Webster, 1911,124,n" 77), etc. La funcionalidad de estos objetos no se encuentra aún bien definida, aunque algunos autores abogan por su uso dentro del equipo personal más que en e1 equino, debido a la fragilidad y tamaño de alguno de estos bronces. Así, gracias a su parecido con algunos elementos de anclaje empleados en cinturones militares, podrían haber servido para fijar la correa que soportara e1 puñal sobre el cíngulum (Feugere, 1983, 51), tesis ya lanzada por Wild a tenor de los descubrimientos de Mainz (Wild, 1970, 146). Respecto al botón anillado de Maqueda (Toledo) (FIG. 7, 13), señalaremos su pertenencia al tipo IX de Wild (Wild, 1970, 142-143, n" 131-135), quien lo data en la etapa tardía, aunque la cronología puede verse modificada por la variedad morfológica y dimensional que estos objetos ofrecen. En Sablas, inserto en Ia fase III de ocupación del oppidum y datado entre el 10 a.C. y el 20 d.C., contamos con un paralelo para la piezafoledana, aunque en el caso galo la anilla es triangular (Feugere; Tendille, 1989, I47, fig. 104, 114). De1 fuerle limitaneo de Osterburken procede otro ejemplar similar, datado r- El bokir anillado portugnés está itchrdo en épocr prcllavia, micntras qlre el llill es chudio-ncronirno lAlarc¿ro. I 979. 9ll. ilg. 2 I . E.l1. de Llod Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 80 entre el 150-260 d.C. (Wild, 1910, 143). En Hispania conocemos otro botón anillado del tipo del de Maqueda, encontrado en AmpuriasT5. IV. Los botones arroblonados Un hallazgo frecuente en la arqueología hispanolromana son estos botones, que a menudo aparecen en contextos tardíos y para los que contamos con un trabajo de síntesis que publicamos recientemente (Aurrecoechea, 1994). Ahora queremos centrarnos en algunos de ellos, precisamente aquellos que deben adscribirse indiscutiblemente al mundo militar, bien sea porque su morfología reinterpreta modelos imperantes en los círculos castrenses, o porque tipológicamente cuentan con paralelos idénticos hallados en contextos militares del Limes y de uso exclusivo entre las tropas romanasT6. Quizá el grupo más interesante, junto al de 1os apliques arroblonados en "hélice" de los que hablaremos más adelante, son los botones hexagonales del S. il d.C., adscritos al grupo II-C de la tipología propuesta (Aurrecoechea, 1994, 161). Su interés radica no sólo en que sea un modelo de botón empleado únicamente en ambientes militares, sino que dencia desconocida custodiadas en el Museo de Vienne (Boucher, 1911, 214, n" 867-869). En Britania apareció un botón de esta categoría en Dalton Parlours (Yorkshire), adscrito a una fase de transformación de la villa, fechada a pincipios del S. III d.C. (Black, 1994, 101-108, fig. 6,27)78. Otras piezas britanas son las de Woodcok Hall (Norfolk) (Brown, 1986, fig. 28,199), High Easter (Kelvedon) (Wickenden, 1988,242-243, fig. 6,35), South Shields (AllasonJones; Miket, 1984, n" 870 y 871), Housesteads, Chesters, Brough-on-Humber, South-Ferriby, Colchester y Newstead (Allason-Jones; Miket, 1984, 237). Para Hispania contamos con ffes ejemplares hallados todos ellos en nuestra región de estudio, siendo estos el de Ocaña (FIG. 8, 7) (Aurrecoechea, 1994, n" 67) y el par de Villasequilla de Yepes (Toledo) (FIG. 8, n' 5 y 6). Asociados a estos botones se encuentran unos colgantes cordiformes con remate en forma de "falo", que han venido a avalar su función apotropaica, pues en estos apliques se fundirían, tanto el principio femenino, representado mediante la vulva que ornamenta e1 centro de la placa del botón, como e1 masculino, presente en e1 pinjante. Dichos colgantes se suspendían del orificio con que cuentan algunas piezas, como una de Villasequilla de Yepes (FIG. 8, 5). Un pinjante de este tipo ostenta uno de los botones de Saalburg y otro de HousesteadsTe, siendo otros ejempiares: los cuatro de Zugmantel, Wiesbaden, Cannstatt (Oldenstein, 1916,Lám 34, 260-266), Tourtres, Pouzolles (Reyne-Martre)80, Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 69, fig. 66, 9), Cirencester (Webster, 1958,14, n" 31), Soutth Shields (Allason-Jones; Miket, 1984, n' 660) y Dura-Europos (Frisch; Toll, 1949,Lám. 4, 41-49). Nuevamente en nuestra área fenemos el único colgante de esta clase encontrado en Hispa- nia, nos referimos al de Los Villares (Balazote, Albacete) ffi rei:q:::lllrllr*** Foto I 8. Botones hexagonales y cordifome, característicos de las tropas del S. d.C., encontrados en Villasequilla de Yepes y Ocaña. II además su área de dispersión es restringida, siendo además numéúcamente escasos, 1o que podría indicar su vinculación con algún grupo armado concreto. A ello cabría añadir la homogeneidad formal que los caracfeiza, de tal modo que podía postularse un único taller productor para estas piezas. Oldenstein dio un primer listado con los especímenes aparecidos en Saalburg (3 ejemplares), Niederbirber (2 piezas) y Zugmantel (Oldenstein, 1916, 137-139,lám. 34, 261-272). Galas son las de Caen (Calvados), Mediolanum77, La Saóne, uno descontextualizado del Museo Denon Chalon-SurSaone (Boucher, 1983, 115, n" 95-96), y otro par de proce- (Abascal; Sanz, 1993, 92, n" 220)81 . Finalmente, existe otra modalidad de estos atalajes, que compartiendo el mismo esquema morfológico de los pinjantes descritos, cuentan con un sistema de fijación a la tira de cuero mediante roblones, en algunas ocasiones, y sendos apéndices apuntados, en otras. Entre estos caben citar e1 botón cordiforme britano de Colchester (Webste¡ 1958,16, n" 56); los botones germanos de Zugmantel, Saalburg y Wiesbaden (Oldenstein, 1976, lám.66, 357-860); los apliques claveteados de Le Vieil-Évreux (Fauduet,1992,109, n' 829 y 829 bis); y los botones galos de Meaux (Seine-et-Marne), Bolards (C6te-d'Or), Loubers (Tarn, Midi Pyrénées)S2 y Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 64, fig.61, 4). A1 igual que en el caso anterior, para la provincia hispana contamos con un solo ejemplar aparecido también en la zona toledana: el botón de \tllasequilla de Yepes (FIG. 8, 3). Dicha pieza nos obliga a introducir una nueva variante en la tipología propuesta para los botones hispanos, posibilidad ya contemplada y para la que habíamos ideado un esquema 1o suficientemente flexible I l-l irlcrprctlción cluc el inrestigarkrr inlrlés olrece para explicar la aparición cn llll¿¡¿ britlinicas de éste \,otr¡s l¡rorccs ¡rilil¡rcs. 1a ¡L¡ordlrcnto: cn ltue¡lrts colt c '¡ [-r piezr. depositrcL er e] N,luseo de Gerona. Ir creernos inédita. '('Desestinr¿irenros algunos lifioi clc botoncs itunqllc p¿lra cllo contcmos colr piczrs idónticas cn el Lines. ¡,a rlue si bien luerol errpleados en colte\tos rnililares oo son rcprcscnllliros tlc los mismos. ¡ncs sc hln cncortr'¡do cn lrrl'or núnre ro an rnbicrtes ciriles. Es el caso. por ejenrplo. del botón en torna clc cLtncha sin proceclerrcia íALrrrecocchca. 199+. n' I l 1) con un par¿lclo idónlico cn Faimingel: o cl dc cabcza t¡ralada dcl Ccrro ile los r\n-gclcs (N1adlid) (r\Lrrrecoechea. 199.1. n" 65). hernano de lo; aprrecidos en ZLrSrralrtel v Sarlbur-s (C)lderstein. I976. n'700. 115 111\ " Rccogitias en: Catalo!1ue du nol¡ilier -qallo rom¿in trolr\é a Caen. Fouilles ar chéologiclucs 197.1-1981. p.39. linr. -17. n'El -57. lus ir¡nc s. 'r En Housesteacls ha aparceido un hotrin hcrlgoniLl inconrplct,, uun \rr f¡nj.r¡ Ln colgartc suelto dc l¡ rrisnlt cltlcsofír. ,\gradecemos a Lindsal Alla\or Joles lt nolicir dc cslrs dos piezrs. que se encuenhrn ¿ctualnlente en eslL¡dio llor estlt itLr krra prra la corrc:¡tolclicnic mcmoril dc crcrr rcirir"') l-rs picza. grlrs las colocenros a trarés cle una conrunic¿rcirin pcrsonal cor NI. Feugere. "L I-a picza h¿r sido intcrprclada erL(rnermente conro aplique para asa de reci picnte. si bien sus rlimersiones v morfblogía ro dejar nin-runa clucla sol¡rc su i¡crtcnencia al grupo que trrlanlos!r lnclLridos cn: Collection du Ivlusée de NIerux. Cataiogue 198-1. p 170 172. ¡ l¿irr. 9. n'5-1J: r cr Grtllit, n'16. 1978. p. 203. lig. 17. n' 16. te I [-as guarniciones cle cinturón 1,atala.je cle tipología militar cn la Hispania Rontana, a tenor dc los bronces hallados cn 1¡ l\4esefa Sur como para integrar los nuevos modelos con facilidad.Lafa' milia J de botones cordiformes quedaría ahora divida en dos variantes: la J.1, de perfil cordiforme simple (en la que se integrarían todos los ejemplares hispanos conocidos hasta el momento, a excepción del de Villasequilla) y 1a J.2, que englobaría a los botones con un "corazórt" rematado por una prolongación rectangular similar a un falo. Conectado con estas guamiciones podría estar el remate cordiforme de correa, hallado también en Villasequilla (FIG. "7, l0). Cabe preguntarse el por qué de la concentración de estos botones de la categoría II-C y II-J.2 en e1 área de Villasequilla, donde han aparecido tres piezas, y Ocaña, máxime si tenemos en cuenta que no son un tipo de objeto ni mucho menos frecuente en otras zonas de1 Imperios3. En estos mismos yacimientos aparecen otras guarniciones propias de la tercera centuria; como el botón rectangular de Villasequilla (FIG. 8, 4) perteneciente a nuestro tipo II-G, para el que se podúan citar los especímenes idénticos de Le \4eil-Evreux (Fauduet, 1992, 109, n' 823) y Vireux-Molhain (Lemant, 1985, 68, h9.63,34); o el gran aplique peltiforme de este mismo yacimiento toledano (FIG. 7, 1). También del S. il, y bien conocidos en los campamentos militares del Limes, son 1os botones circulares con umbo central pertenecientes al tipo II-A.1.b.2, que al igual que el grupo hexagonal presenta una gran homogeneidad formal (Aurrecoechea, 1994, 159). Tres de ellos se han encontrado en Niederbieber, doce el 180-190 d.C. en los campamentos gennanos, si bien fue il su época de mayor difusión, como atestiguan las excavaciones de Mediolanum (YY. AA., 1919, lám. 51, n" 242).Un exponente de este tipo de botones fue hallado en la tumba de incineración de un posible oficial romano en Bruiu (Dacia), asociado a una hebilla rectangular y una fíbula que datan el conjunto a mediados de la tercera centuria (Petculescu, 199 1, 2ll, ftg. 2). Los ejemplares hispanos, sin embargo, parecen ser más tardíos, aunque ninguna pieza de esta clase ha aparecido en contextos con datación absoluta el S. (Aurrecoechea, 1994, 166). Los botones peltiformes son, con diferencia, 1os que en mayor número han aparecido en nuestro suelo. De entre e11os se hace muy difícil desligar los auténticamente militares de los que tuvieron un uso civilSa. Só1o en el caso de las piezas halladas en Veguilla de Oreja (Madrid) (FIG. 8. 11) y Chozas de Canales (Toledo) (FIG. 8. 12) se puede postular su inserción en el mundo castrense. El botón madrileño con cua- en Zugmantel y uno en Saalburg (Oldenstein, 1916, 172113,1ám.49), así como veintiséis que acompañaban al carro de Frenz (Lehner, 43, fig. 4, 3). De Marruecos son los encontrados en Volúbilis y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 168, n" 226', y 269, n" 432). F,n Hispania conocíamos el de Vilauba (Gerona) y Velilla de San Antonio (Madrid) (FIG. 8, 1), estando el ejemplar gerundense datado estratigráficamente entre el 325-350 d.C. (Aurrecoechea. 1,994, n' 55 y 56), a los que ahora hay que añadir un nuevo botón de1 tipo II-A.1.b.2 en Ocaña (FIG. 8, 2). En este mismo yacimiento toledano de Ocaña encontramos otro botón circular emparentado con el anterior: nos referimos a uno inédito del tipo II-A.2.b.2 (FIG. 8, 8). Los botones de esta última familia, al conffario de lo que ocurre con el resto, abarcan una amplia área de dispersión peninsular, estando documentados en La Olmeda (Palencia), Iruña (Alava), Motrico (Guipúzcoa), Los Tolmos (Soria), Cabriana (Burgos), Cástulo (Jaén), Cal Mercader (Barcelona) y Mérida (FIG. 8, 9) (Aurrecoechea, 1994, I14). Aparecidos en campamentos del Limes son los seis de Niederbieber, dos de Holzhausen, el par de Saalburg, etc. (Oldenstein, 1916,186-187, lám. 56). Marroquíes son los de Volúbilis, belgas los de Celles-Lez-Waremme y suizos los aparecidos en Augst (Boube-Piccot, 1980, 168, n' 223-225). Encontrado en una necrópolis de índole castrense es el de 1a tumba 185 de la necrópolis de Laukhills (Clarke, 1979, fig.79). Desde el punto de vista cuantitativo disponemos de una serie importante de botones circulares con dos roblones adscritos al yacimiento de Le Vieil-Evreux, donde se han descubierto nueve ejemplares. Dicho emplazamiento podría tener un carácter militar (Fauduet, 1992, 106, n" J 49- 758). La cronología inicial del tipo II-A.2.b.2 se sitúa entre 'r Faucluet ha rc¿rlizado u¡r i¡r'crtt¡rio de los bolorlcs v apliques ¡lililarcs de la zonr dc Er reux. con cl l-in tle aclar¿r el por c1uó ile stt presencia cn una zona el llt c¡uc no estiir iltc\tigL¡¿idos contirlllctlLcs ntilitares 1'disccrnir los tllodclos nlás corrientes (F-¡uduct.1991. ll0).L-ntrclostiposdocurucntadosporclaL¡tor.elln¿isdcstrcailonrt rnéricamentc hablanilo es el grupo clc las peltas. scguido cle cerca por Ios apliques cir culrrcs y los cordilortlcs rcrnattdos en utta b¡rra rectrngul¿n. il%;Slry§ñsñ Foto 19. Botón peltiforme de Veguilla de Oreja y romboidal de Mondéjar. tro peltas está inserlo en el tipo IV-I.3.a de nuestra tipología (Aurrecoechea,1994, n' 119) y pertenece a una categoría de peltas que presentan una moldura que recoffe el contorno de las hojas y parte superior de 1as volutas laterales. Goza de un paralelo idéntico hallado en Feldberg (Oldenstein, 1916,1á111. 34,275), cuya reciprocidad formal y dimensional es tal que nos lleva a postular que sean producto del mismo molde. Son otras peltas similares las aparecidas en: Niederbieber, Saalburg, Zugmantel (Oldenstein, 1916, rf 216,630-632),DwaEuropos (Frisch; Toll,l949,1ám. III, 29), Chesters, Langton, South Shields (Allason-Jones; Miket, 1984,238, n" 884) y la que alberga el Museo de Treviso (Galliazzo, 1979, 218, n" 8). En Banasa apareció otro botón casi idéntico, aunque lapieza marroquí cuenta con dos anillas laterales donde se engatzaban otras peltas arroblonadas (Boube-Piccot, 1980,254, n" 4i9). Finalmente, de Tourbes (Hérault) procede otro botón con cuatro peltas muy similarss, y en Dura-Europos se halló un botón con cuaffo roblones, cuya sintaxis decorativa coincide con nuestro bronce madrileño (Frisch; Toll, 1949,Lám. III, 26). El botón peltiforme con pinjante, de Chozas, tiene una atribución milita¡ bastante más dudosa, estando documentados ejemplares semejantes en Vieux-Port (Fauduet, 1992, 106, n" 781). No queremos dejar de referimos a otros botones peltiformes aparecidos en nuestra región de estudio ¡r Interesanlcs son las aprecircir»tcs de Fettgere sobrc cl sisternr rlc l¿rbricación. que ocusit»a una --qran cslanclarización tlel Proalucto (Feu!¡cre. 1983. 52 5:l). ¡: Conrunicrción personal de N'l. I-cugcre. 82 Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, 1995-1996 cot, 156, n" 201 y 386) y Dura-Europos (Frisch; Toll,1949, M;i Foto 20. Botón peltifome de gran rrmaño. ,pur..iio en Albalate deZortta. y que pefinanecían inéditos, pues si bien su caráctef exclusivamente militar es cuestionable completan el panorama que de estas piezas tenemos en Toledo y Guadalajara. Serían los botones de la categoía II-I.3.b de Marchamalo (Guadalajara) (FIG. 8, 13), Mazarambroz (Toledo) (FIG. 8, 14) y Mondejar (Guadalajara) (FIG. 9, 3); los del tipo II-I.2.a de Borox (Toledo) (FIG. 9, 4) y Marchamalo (FIG. 9, 5); así como los de la clase II-I.1 (FIG. 8, 10) y II-I.3.a (FIG. 9, 1) de Albalate deZonta (Guadalajara). Los botones de la categoría II-I.1, es decir los escudetes simples, son un hallazgo frecuente en Francia, donde se fechan entre los siglos III-IV, estando adscritos a algunos asentamientos militares bien datados, como la forticación de Vireux-Molhain. En este último yacimiento se encontraron una serie de piezas idénticas a la de Albalate de Zoita, asociadas al nivel de incendio del 350 d.C. (Lemant, 1985, 56, fig. 60, ll-12). Mención especial merece e1 botón con cuatro escudetes inscritos en un círculo hallado en Borox (FIG. 9, 2), qte pertenece a1 tipo II-I.2.a y cuyos paralelos formales más cercanos se encuentran en algunas faleras para atalaje y apliques anillados de tahalíes, correspondientes a la tercera centuria, como los de Lengyel (Sellye, 1969,lám. l9l, l-2), Solua, Volúbilis, Banasa (Boube-Pic- lám. 1, 6 y lám.2, 12)). Botones circulares en los que se inscriben cuatro peltas dispuestas en forma crucifonne son, por ejemplo, los de Dunapentele, Brigetio y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 260, n" 430), si bien estos paralelos suelen contar con un número mayor de roblones. En Hispania se ha encontrado otro botón con cuatro peltas caladas en la villa de La Olmeda, si bien posee un único roblón86. Como ya apuntamos, una de las categorías de botones más interesantes son los del tipo II-D, en forma de "hélice". Estos derivan directamente de los apliques claveteados de idéntica morfología que omaban buena parte de los cingula militae tardorromanos, más allá de los Pirineos. Dichos apliques están documentados, por vez primera, decorando un cinturón femenino representado en una estela funeraria de Intercisa, sugiriendo por tanto un origen danubiano para estas piezas. La siguiente vez que aparecen plasmados ya es en un contexto militar, como en el Arco de Constantino y en el mosaico de 7a cacería de Piazza Armerina (Sommer, I 984, 84). En España también contamos con una representación iconográfica de estos elementos, sobre un relieve emeritense que conmemora la victoria de un emperador (Arce, 1982, Foto 22. Botones en forma de "hélice" hallados en Villarubia de Santiago y Titulcia. Placas de cinturón tildoÍomanas que incorporan "hélices" encontradas en Ocaña y Borox. 359-31l,lám. 60-63). Las necrópolis denominadas Laetengraberhan sido pródigas en hallazgos de cinturones con "hélices" de bronce, conociéndose también ejemplares en plata, como los que acompañaban a los yelmos de Berkasovo. Se asocian a una gran variedad de hebillas y placas, debido a su dilatada vida. En los ambientes castrenses comienzan a utilizarse durante la cuarta centuria, acompañando a los broches tipo Ságvar o Colchester, o incluso incorporándose a la placa para configurar los tipos Champdolent y Gala, continuando su uso hasta inicios del S. V. Durante este tiempo evolucionaron incrementando su longitud para acomodarse a una moda que imponía un cinturón muy ancho, llegando incluso a medir algunos ejemplares 10'5 cm. El hecho de que la sociedad hispanorromana conocía los apliques en hélice, de moda entre las tropas ultrapirenaicas, queda atestiguado tanto por e1 ejemplar de Pompaelo como por el relieve triunfal de Augusta Emerita. El aplique de Pamplona (Mezqtít'rz, 1918, 121, fig. ll2), como ya señaló Pérez Rodríguez-Aragón, es propio de algunas guarniciones con decoración tro. ,4l:'.]k Foto 21. Botlín peltifbrme enconLr¿ldo en Borox sr'Erpuesto en el N{uLsco de Saidañ¡. lo creemos inéclito. Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de quelada de la primera mitad del S. V, pudiendo haber pertenecido a una del tipo Trier-Muri de Bóhme. E1 área de dispersión de estas últimas guamiciones es muy restringida, como se puede comprobar por el mapa aportado por Bóhme, lo que dota de un interés adicional a la pieza pamplonesa (Bóhme, 1986, fig. 24). La aparición en nuestro suelo de estos objetos, pero transfomados en botones, al sustituir los clavos que atraviesan las placas de los ejemplares extrapeninsulares por sendos roblones fundidos, cabe explicarse tanto por el prestigio social que el cinturón militar tardorromano posee como por 1a preferencia hispana del roblón frente al remache. Esta ú1tima circunstancia, llevó a adoptar un esquema ornamentístico foriáneo pero concordándolo con los gustos propios peninsulares (Aurrecoechea, 1994, 1 6 1 ). No obstante, nuevamente y como en la mayoría de los casos estudiados en este apartado, la distribución geográfica de los botones en "hélice" es muy limitada, pues en esta ocasión se restringe a la franja de terreno comprendida entre el límite sur de la provincia de Madrid y el norte de 1a de Toledo. Concretamente, el par de botones conocidos hasta el momento se encontraron en Villarrubia de Santiago (Toledo) (FIG. 9, 7) y Bayona de Titulcia (Madrid) (FIG. 9, 8); mientras que las placas de cinturón que incorporan hélices, semejantes a 1os broches del tipo ChampdolenlGala, fueron halladas en Borox (FIG. 1, 10) y Ocaña (FIG. 1, 11), yacimientos todos ellos muy próximos entre sí. Los paralelos aducibles para los dos botones meseteños tendremos que buscarlos entre sus hermanos europeos en forma de aplique, pues respecto a su sistema de fijación al cuero son únicos, a excepción de los de Argeliers87. Una "hélice" de Servian presenta las mismas escotaduras en los extremos de la pala que e1 botón de Mllamrbia de Santiago, estando datado en el S. V d.C. (Depeyrot; Feugere y Gauthier, 1986, 159, fig. 58a, 2); mientras que offa deZilil cuenta con una morfología muy similar a la pieza de Titulcia, careciendo el ejemplar marroquí de decoración (Boube-Piccot, 1994, ll2-113, n' 191). Tras analizar los botones de carácter militar, queremos ahora centrarnos en otras categorías que creemos de interés para completar el panorama que esbozamos. En primer lugar haremos alusión a los botones cordiformes de perfil simple adscritos al tipo II-J. 1, ejemplares que también guardan ciertas conexiones con la broncística militar. Esta categoría, junto a la I-J.1, la creíamos exclusiva del ámbito hispano (Aurrecoechea, 1994, 171), aunque ahora conocemos un ejemplar procedente de Vieil-Evreux, yacimiento posiblemente militar con el que nuestra zona guarda muchas similitudes materiales (Fauduet, 1992, 102, n" 649). El ejemplar galo cuenta con un único roblón y posee como caracteística, no documentada en sus homólogos hispanos, el remate globular que ocupa el pico del corazón, elemento que lo asemeja a1 pinjante de Saint-Ulrich (Lutz, 1912,60, fi5. ll,7). Otro aplique arroblonado galo, también con remate globular, es el de 1a fortificación militar de Vireux-Molhain, estando (Lemat, 1985, 68, fig. lapieza asociada a un estrato del S. il 1os bronces hallados en la Meseta Sur 83 's§s§;i;;§dtIryi;i@ Foto 23. Botones cordiformes aprecidos, de izquierda a derecha, en la provincia de Toledo, Castillejo, Estremera y Borox. 63,33). Al igual que su otro compañero francés, cuenta con un único roblón, si bien presenta una caracteística especial, consistente en una argolla rectangular "cornuda", que le dota de un aspecto similar a los broches "hembra" del tipo de nuestro ejemplar procedente de Esffemera (trIG. 3, 5). La aparición de estos dos ejemplares galos no cambia de manera significativa la visión que de estas piezas tenemos, pudiendo asegurarse que los botones cordiformes son caracteísticamente hispanos. De hecho, su área de difusión es muy limitada, pues de 1os catorce ejemplares conocidos sólo tres han aparecido fuera de Castilla- La Mancha o Madrid, siendo estos los de Calatañazor (Soria) (Aurrecoechea,1994,n" 88. En la zona que estuI 10), La Olmeda y el botón francés diamos conocíamos ya los botones cordiformes de Castillejo (Madrid) (FIG. 10, 2), el descontextualizado de la provincia de Toledo (FIG. 10, 7) y otro sin procedencia (FIG. 10, 9); a 1os que ahora hay que añadir el hallado en Villasequilla de Yepes (FIG. 10,4) y 1os aparecidos en Borox (FIG. 10, 1), Chozas de Canales (FIG. 10, 5), Estremera (Madrid) (FIG. 10, 6), Marchamalo (FIG. 10, 8) y uno del que desconocemos el yacimiento aunque sabemos que fue hallado en la provincia toledana (FIG. 10, 3). Los botones cordiformes hispanos pueden relacionarse con otra cafegoría de piezas tardorromanas: como son los terminales de cinturón en forma de corazón de la segunda mitad del S. IY asociados frecuentemente a las guarniciones con hebillas delfiniformes de esa época. Quizá la función de nuestros botones, siguiendo los modelos en boga durante la cuarta centuria, fuera el ornato de los cinturones hispanos de ese momento, si bien no se ha encontrado, hasta el momento, ninguno de estos botones asociado claramente a un broche tipo Simancas o cualquier otro broche tardorromano8e. El paralelismo que guardan los botones cordiformes hispanos con algunos elementos metiílicos de la necrópolis de Ságvár, nos podía confir- mar su datación tardía. Nos referimos, en concreto, a dos bronces de idéntica morfología respecto a las piezas que comentamos, aparecidos en la sepultura femenina número 54 de dicho cementerio, datada numismáticamente entre el 346361 d.C. (Burger, 1966, 174, fig. 97 , 54, n" '7 -8). Asimismo r'- La guarnición i1c Argeliers presenta un¿ls caractctísticas hispanas mu)'marcildas. No sólo es la placa arroblonadr dccorada con un equino uno dc csos rJ\go\. \in,, los botones en hélicc. pclta ), doble escudete. rsí como Ir colltlaplaca con ia figura de un caballo. piezas todas ellas quc ticnen sus tnejores paralelos cn l¡ N'leseta cas tellana y. sobrc todo. en la zona que estucliiurtts. Aunque considcrarnos 'únicos" a Ios botones hispnnorromanos en "hélice". de bido ¿r su sistema de sujeción al cLrcro. conocemos ura pieza inglesa. proccdcntc cle South Shields y hnentablcmente incornpleta. que pudicra perterecer a) grupo de hé lices ¿rrroblonadas que describimos. si bicn su estado tiagnentario inpidc una total idcntificación (Allason-Joncs¡ Miket. l9il'1. 238. n" 888). ¡3 El bot(ir de La Olmcda se enclrentra expLLcsto cn el Museo de Saldrñ¿r, donde pudinros rcrlo recientemcnte cn una lisit¿r. estiudo ¿t nucstro.juicio aún inédito. f! Por dcsgr¿cia la totaiiilad de los ejcmplares conocidos csliin dcscontextuaii zados. a excepción dc cl dc I-a Oltnecla. por io quc no só]o no puede aquililtarse su luncjón sino que tampoco Jlodemos !1\cnfutar una crolología prccisa. ResPecto iL stl ci¡meticLr. habría quc tener en cuenta quc alguno de estos e.ieltplarcs son de ilimen siones trilst¿ute grandes. por lo qiLc parecen más propios dc las guarniciones iic ata- lajc. Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10,1995-1996 84 estarían conectados también con otros bronces que, desde la época altoimperial, utilizaron la hoja de hiedra como principal elemento decorativo, como es el caso del pasacorreas de Concameau (Rennes) (Bousquet, 1965,340, fig. 27), algunos pinjantes de falera, etc., lo que demuestra la difusión del pedil cordiforme entre la metalistería romana. Por ultimo, su paralelismo con algunas piezas arroblonadas encontradas en la Galia y fechadas en el S. [I, como la de Vireux-Molhain, podía significar un precedente inmediato para nuestros ejemplares hispanos, siendo un dato interesante el que los paralelos franceses provengan de contextos militares. Siguen manteniendo el status de exclusivamente hispanos los botones circulares del tipo I-A.1.a.1, de los que conocemos ocho ejemplares, integrados por seis ya publicados (Aunecoechea. 1994, 112) y dos inéditos, encontrados estos ú1timos en Puebla de Montalbán (Toledo) (FIG. 9, l0) y Borox (FIG. 9, 11). La cafa geográfica de distribución de estas piezas parece cenffarse, por el momento, en la Meseta Sur, con representantes en las provincias de Ciudad Real (1 ejemplar), Madrid (con dos especímenes), Toledo (3) y Albacete (1). Fuera de esta región conocemos los botones inéditos de la villa de La Olmeda (Palencia) y Cabriana (Burgos)e0. Lo mismo cabría decir de los botones del tipo I-A.1.a.2 del que damos a conocer un nuevo ejemplar de Ocaña (FIG. 9, 9), salvo que su ¿írea de difusión pa.rece mucho más amplia, pues se ha constatado en: Valladolid, Segovia, Navarra, Castellón, Toledo e incluso Portugal (Aurrecoeche a, 199 4, 17 2). También parecen típicamente hispanos los botones cruciformes del tipo I-F, posiblemente los más tardíos de toda la serie peninsular, a tenor de los paralelismos que guardan con los apliques de plena época visigoda (Aurrecoechea,1994, 16l-162). Aunque no hemos de olvidar que dentro de la metalistería romana de índole militar este motivo decorativo gozó de gran popularidad, aplicado tanto a los pasacorreas como a los apliques claveteados e incluso a 1os botones arroblonados, algunos de los cuales presentan decoración esmaltada (Dawson, 1989, fig. 4) (Sellye,1939,lám.1,19). El único ejemplar de esta clase que ha sido publicado fue hallado en Velilla (Madrid) (Aurrecoechea,1994, n'50) al que ahora debemos sumar un nuevo botón encontrado en Puebla de Montalbán (Toledo) (FIG. 9, 6). Si bien sólo conocemos estos dos ejemplares en toda la Península, debe resaltarse que ambos han aparecido en una zona pródiga en bronces de tipología milita¡ el átea madrileño-toledana. Finalizaremos este apartado con el botón de Mondejar (Guadalajara) (FIG. 10, 10), pieza que nuevamente nos obliga a crear una nueva categoría en nuestra tipología, la II-Ñel de botones romboidales con dos roblones. Tanto su morfología como la sintaxis decorativa de su ornamentación calada lo separan del resto de los apliques arroblonados conocidos en Hispania, recordándonos sin embargo, a algunos bronces calados del S. III aparecidos en ambientes militares, como los elementos metálicos del cinturón de Colonia (Heurgon, 1958, lám. 18, 2). 'r()I)os c'.jcrrplarcs. proccdcntes ile La Olmeda. están expuestos en cl NfLrsco dc Saldañr. pernaneciendo. por lo que sabemos. inéLlito\. Urlo clc cllos sc hrlló en la turnba J5.1. asociado a unr hcbilh 'comuda' r,a unr rrgolla (lue se enclienh-a alojadr en el roblrin. El botórr de Cabriara sc crcucntra c\pllcsto cn cl,\{useo -\rqueoki V. Los apliques claveteados Bajo esta denominación englobamos un heterogéneo grupo de objetos de morfología muy variada, al igual que su funcionalidad. Entre ellos habúa que distinguir dos categorías: los apliques con un apéndice posterior apuntado y los apliques cuyo vástago remata en una pequeña cabeza. Los primeros son los que realmente cabría calificar de "c1aveteados", pues su apéndice atravesaba el material, agujereándolo, siendo posteriormente remachado. Los otros insertaban su vástago a través de un orificio practicado con anterioridad, asegurando el bronce al cuero mediante una anilla abierta que se fijaba al vástago y que tenía como tope la cabeza del mismo, sistema que puede apreciarse, por ejemplo, en el aplique discoidal de Tiermes, decorado con un personaje báquico (Argente; Baquedano, 1983, 414, fi,g. 2). Tanto unos como otros pertenecieron indistintamente a guarniciones de cinturón y de atalajee2. Dos de nuestras piezas las hemos incluido ya entre los bronces de atalaje, debido a que su adscripción funcional no ofrecía dudas, nos referimos a un aplique peltiforme de gran tamaño, de Villasequilla de Yepes, y a otro con bellotas terminales (FIG. 7, 1 y 11), por lo que nos cenúaremos en las restantes. Los apliques de Villasequilla de Yepes y Ocaña 2 (Toledo) (FIG. 10, 11 y 15) tienen la peculiaridad de conser- var un baño de plata en la cara vista. Ambos están adscritos a la categoría de los apliques decorativos geométricos, muy comunes durante todo el Imperio, sobre todo los circulares, motivo por el cual desistimos de ofrecer otras piezas análogas, aunque el baño argénteo de nuestras piezas podía aqui- latar la cronología de nuestra pieza enTa etapa altoimperial. Peltiforme es otro de los bronces de Villasequilla (FIG. 10, l7), así como uno de La Bienvenida (FIG. 10, 12), pudiendo citarse, entre otros paralelos, los de Dura-Europos (Frisch; To1l, 1949,lám. III, 32). El aplique claveteado de El Quinto (FIG. 10, 16) tiene la forma de doble escudete, estando documentadas piezas análogas pero con sistemas de fijación diferentes, como son los apéndices perforados o roblones, en Volúbilis y Banasa (Boube-Piccot, 1980, 110-17l,rf 232-237 y n" 451-453). Finalmente contamos con dos piezas figurativas: el delfín de El Quinto (FIG. 10, l3) y el caballo de Borox (FIG. 10, 14). E1 aplique delfiniforme enffonca con un nutrido grupo de piezas que, como complemento decorativo de atalajes, utilizaron a este alrimal marino, si bien el tamaño de nuestro bronce aboga por su utilización dentro de un cinturón, o mejor en un tahalí, pues esta última correa permitiía 1a visión de las dos caras laterales y frontal del objeto, ya que la pieza esfá concebida para verse por los cuatro lados como si de una escultura exenta se tratase. Aunque para el delfín toledano podrían citarse numerosos bronces conceptualmente similares, sin embargo desconocemos paralelos exactos en 1o referido a su utilización como aplique anillado. E1 caballo de Borox posee un interés especial, si tenemos en cuenta su paralelismo con determinados broches de raigambre hispana, ya que nuestro équido recuerda dos placas de cinturón de esta categoría: las de Argeliers (Palol, 1969, 150, fig.25,4) y Santiago de Compostela (Palol, 1969, 147, frg.25, 1). En todas ellas el caballo se representó marcando el paso hacia la iz- tico dc Burgos. "r En nuestlo esquefia tipológico publicado cn cl ¡ño I 99.1 nt¡s c]clur intos el la \{. Recienter¡cntc hcmos clccturdo u¡ra rcrisi(rn rlc csta tipología (ALrrrecoe chca. 1 996) para inscrllr las nuevas lbrmrs que han apareciclo. al-gunas cle las cualcs lrs ilcorporamos !'r en el preseltc csluclio por tratarsc alc pic/t¡ slfl]cseteñas. Er dichr rcr isitin hcmos rcsclr'¡do lr letra N para los botones figura&rs con ornarnentación anirnalística. corno l¿i prlntcril con dos rol¡loncs clc Sanlrrcrrcjo. letra '): El si"tcrra dc sujcción descrito pudinos apreciark) también en ci aplique delde El Quinto, el cual toclarí¿i conserral¡a la anill¿i inscrt¿Lclt cn cl r'ástago 1r l'inilbrne primera vez que Io virnos. I-amcnt¿tblcnrcntc lr piczr. que se conserla en un¿ colec ción prrticular. hrbía perdido este elemento cualdo procedimos a dibujrrla. por lcr qLre no sc ha incluidt¡ cn cl dibLrjo qLre presentanos iFig. 10. 13). Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana quierda, siendo las semejanzas morfológicas referidas a la posición de1 animal y el tratamiento estilístico del mismo. muy acusadas entre el bronce francés y e1 toledano. No olvidemos que el cinturón de Argeliers estuvo ornamentado con botones peltiformes, de "hélice", doble escudete y uno en forma de caballo (Zeiss, 1934,larn. 32, 9-14). Este último, que posiblemente tuvo función dg contraplaca, posición que postulamos también para nuestro ejemplar, guarda evidentes analogías conlapiezaque tratamose3. Todo ello nos hace pensar en una datación bajoimperial dentro de la dinámica de los broches Simancas para el aplique de Borox, que sería el único representante en suelo hispano, hasta e1 momento, de 1as guarniciones representadas por el broche de Argeliers, ejemplar éste último, que aunque hallado en territorio galo, responde a los modelos de su provincia vecina. Mención aparte merece otro de los apliques de Villasequilla (FIG. 7, 8), por pertenecer ala categoía de 1os adornos de cinturón de la segunda centuria, objetos desconocidos en la arqueología peninsular. Los hallazgos de la sepultura n" 10 de Neuburg, en la Dacia, fechan este tipo de apliques aproximadamente en 1a segunda mitad del S. II (Hubener, 1963-64,20-25, fig. 4-5, n' 151-157), siendo otros paralelos aducibles los encontrados en Vo1úbi1is (BoubePiccot, 1994,81, n" 101-102). VI. La composición metálica Este tipo de piezas gozan del privilegio de ser uno de los bronces sobre los que más análisis se han practicado en nuestro paísea. En concreto, de los botones nos hemos ocupado en una publicación reciente (Aurrecoechea, 1994, 170), por 1o que no incidiremos aquí en los resultados ofrecidos en su momento al no haber variado estos, pues no se han analizado nuevos ejemplares. Para nuestro estudio, procedimos a una selección de las piezas más representativas de entre 1as aparecidas en nuestrazoÍa, a las que sometimos a análisis mediante técnica espectrométricaes, datos que complementaremos con los ofrecidos por Madroñero de la Cal en su publicación sobre Fuentespreadas y Getafe (Madroñero, 1985). La hebilla de La Bienvenida relacionada con la familia de los bronces excisos (Aurrecoechea Femández Ochoa; Caballero, 1986, 253, hg. 1, 9), presenta una composición distinta en su aro y en su agujae6. Ambos elementos son bronces cuaternarios, característicos de piezas fabricadas con ejemplares de desecho, aunque en el aro los niveles de plomo son bastante más altos, mientras que en la aguja el porcentaje de cobre es mayor. La placa de la variante Bienvenida de este mismo yacimiento (Aurrecoechea; Femández Ochoa; Caballero, 1986, 253,fi5. 1, 8) es también un bronce cuatemario con unas elevadas cantidades de plomoeT, por 1o que no deja de ser curiosa la coincidencia temporal, ya que ambos perte!'Cabría incluso 1a posibilidad dc que el aplique rle Boror fuera en realidad un botón que se hubicra roto por slr r'ástago, hipótcsis que no se puede culfimar daclo el estado kagrlentario cle la piezr. qr Una parte dc Ios anílisis metilicos rcalizados fue linanciatlr por cl Proyectir Preconpctilir o "L¿i cultura material rontarta en la Nlesctit Sur", dirigido por Carmen Fernández C)choa quicn puso a nuestril dlsposiciiin la partida econórlicl (r,[e\Pt,rl dicntc. Sirvan estas líneas para darle nuevamente las grlcias por su apo)'o. "¡ Los análisis se re¿rlizarc¡n en el LC.R.B.C. con un espcclrórttelro KEVEX mod. 7000. !" Aro: 63'7t¿ de Cu. 2'9% d.c 7.¡t. 11'2'tt de Sn l'8? tleZn. lI')% ¡ 18'2¿ri de Pb. Aguja: 75'-1% de Sn 1'7-7?r de Pb. !r Prcscnta un 6.1'.1c2 de Cu. 1'9¿ri dc Zt.7'|\-ic cle Sn dc Cu. r 25 ''179i cle Pb. lL tcnor cle lt¡s bronccs hallaclos en Ia N{eset¿r Sur 85 necen a la tardorromanidad, así como espacial y funcional que las aleaciones de estos dos objetos presentan. Respecto a otros broches de cinturón analizados fuera de nuestra región de estudio, sólo conocemos los de Fuentespreadas, que caben ser calificados de bronces terciarios, aunque difieren en su composición. La guamición omamentada con arcos de herradura es un bronce plomado (12-187o de Pb, 107o de Sn, )'lvo de Fe y 0'3%o de Ag), mientras que la decorada con hojas de hiedra es bronce estañado (107o de Sn, l7o de Pb y 0'l7o de Fe). Generalmente es difícil encontrar bronces o latones puros, ya que en el proceso de fundición se solían buscar aleaciones con buena colabilidad para facilitar el moldeo de las piezas con detalles decorativos, lo que se conseguía con la adición de plomo o estaño. Entre los pasadores dobletroncocónicos analizados, los de Valdocarros (FIG. 5, 11) \32'3Vo de Cu. 6'1?o de Sn y 60'37o de Pb), El Quinto (FIG. 5, 1) (48'l7o de Ctt,0'27o de Zn,2'77o de Sn y 48'5Vo de Pb) y E1 Quinto (FIG. 5, 9) (54'37o deClu,0'27o deZn,5'l7o de Sn y 39'27a de Pb), son todos bronces plomados, pero con la característica de una elevadísima proporción de plomo. La escasa significación de los niveles de cinc, cabe interpretar a esta aleación como buscada intencionadamente, pero con una funcionalidad distinta a la de facilitar el moldeado de las piezas. La explicación de estos bronces con tan elevados índices de plomo, podría estar en la funcionalidad de estos ejemplares, ya que los pasadores que tratamos servían como abrochadores de las riendas a1 bocado del caballo, por lo que quizá se necesitase para este cometido unas piezas relativamente flexibles y no tan rígidas como 1os bronces puros, para facilitar así la imbricación entre ellas y las argollas del freno. Esta flexibilidad podía ser el origen de que algunos de los pasadores que conocemos hallan llegado hasta nosotros literalmente doblados. Bronce terciario es también el aplique claveteado de Ocaña (FIG. 10, 15) (80'6Vo de Cu, 8% de Sn y l0'4Vo de Pb); así como el delfiniforme de El Quinto (FIG. 10, 13) (93'2Vo de Cu, 4'3Vo de Zn y l'4Vo de Sn). Por último, uno de los pinjantes de La Bienvenida (FIG. 6, 2) (85'97o de Cu, ll'67o deZn, l'47a de Sn y 0'27o de Pb) y el colgante de falera de Puente Biezma (FIG. 6, 9) (85'25Vo de Cu, l4'4Vo de Zn y 0'l7o de Pb) caben ser interpretados como los únicos latones encontrados en el muestreo rcalizado. VII. Conclusiones A través de estas páginas hemos ido dotando de un marco cronológico y comparativo a los abundantes bronces ligados al mundo militar delazona castellano-manchega y madrileña, por lo que nos centraremos ahora en las nociones espaciales y las implicaciones histórico-arqueológicas que denotan, relacionándolos con el conjunto de los materiales de igual índole aparecidos en el resto de la Península Ibérica. Si analizamos el conjunto de las piezas, estas se caracte'iizan por una disgregación espacial, aunque todos los asentamientos parecen reunir unas caracteísticas comunes. Salvo algunos ejemplos, como la Dehesa de La Oliva (Madrid) dispuesta en un castro, el resto de los yacimientos están situados mayoritariamente en las vegas de los ríos, con una clara concentración en el curso medio del Thjo. Esta peculiaridad les acerca a los asentamientos "abiertos" de tipo rural, más que a los enclaves militares, máxime si tenemos en cuenta que no se conocen estructuras edilicias que denoten alguna variante de forlificación, aunque debemos de tener en cuen- Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10, i995-1996 E6 \ )) / \ - i: tr ),tr/,,1!.'',:,r, _ ,"///y': l-2 TILITARBS DEL 3-¿l 5-6 rás de \ ,ra ')J \/ '/,{4'^,, I ,) BROXCES -rr-a\ r) ) \\ //> )l N=-\-\. ,y S. I: 7 oooO BRO¡iCES l-2 ITILIT¡RBS DEL S. II.III: 3-¡l 5-6 ráe de 7 e@O@ BROTCES l-2 TfiI,ITARES DEtr, 3-¡[ 5-6 rás de o o S. IV-V: { 7 o t. f¿.2 ,,,,\ \ 5. Tititlcia.6. Ocaña.7. \tguilla ' ,/. I-'- J'kt h t^ 1 . \f.:ti ,// il/t,r \r,, t$!:r- rl dc Orqa. 8.- \rjLlar¡ubi¡ de Sartiago.9. Estrerriera. 10. Nlazaramb¡oz. ta que casi la totalidad de los yacimientos estudiados no cuentan con excavaciones científicas que avalen o desmientan este último punto. Aunque la dispersión de los hallazgos parece ser la tónica general, sin embargo el grueso de los mismos y 1o que es más imporlante, los bronces que cabían interpretarse como exclusivamente militares, se nuclean en torno al tramo de la vía que unía Emerita Augusta y Caesar Augusta, a su paso entre la zona fronteriza de las actuales provincias de Madrid y Toledo (FIGURA 12). Aunque ellistado de yacimientos es mucho mayor, sin embargo destacan tres enclaves muy próximos entre sí, debido a1 número de piezas encontradas en ellos: Villasequilla de Yepes, Ocaña y Villamlbia de Santiago, todos ellos en la provincia de Toledo. Cronológicamente encontramos una cierta continuidad en los hallazgos, que se pueden fechar desde el S. I, y más probablemente en su segunda mitad, hasta e1 S. V; si bien carecemos absolutamente de piezas del equipo militar republicano y de la primera mitad de Ia cuarta centuria. Existe una relación entre la temporalidad de 1as piezas y los tres princrpales yacimientos mencionados. Así Ocaña cuenta con un número muy significativo de bronces exclusivamente militares de 1a primera centuria, más algún haTlazgo esporádico de los siglos III-IV. La totalidad de los bronces de Villasequilla de Yepes se pueden fechar a finales del S. II y ya en el S. ilI, faltando en este enclave tanto los de la primera centuria como los del Bajo Imperio. Los aparecidos en Villarrubia de Santiago, por otra parte, están sobre todo adscritos a7a tardorromanidad, salvo algún elemento residual de la tercera centuria (FIG. 12). Las connotaciones históricas de esta trilogía de yacimientos que se suceden en el tiempo, podía ser ,,,\ ll. La Bienrenida. una de las líneas de investigación más interesantes en el futuro arqueológico de la zona. Cabe preguntarse por qué aparecen tantos bronces militares en una región para la que sólo se conoce un único campamento, el de Guadalajara, que además no proporcionó ni una sola pieza de esta categoría. Esta interrogante no es exclusiva del territorio que nos ocupa, pues a la misma dinámica se ven sometidos, por ejemplo, algunos puntos geogriíficos de la Galia, como Vieil-Évreux, en donde además la variedad de bronces de "tipología militar" es tan numerosa como en e1 caso que nos ocupa, muchos de los cuales, pertenecientes a la misma categoría de objetos documentados en nuestro trabajo, han sido reseñados como paralelos a 1o largo de estas páginas (Fauduet, 1992, ll})e8. Las explicaciones pueden ser varias, entre las que cabe argumentar: la presencia temporal de contingentes armados, la ubicación de un estacionamiento militar desconocido, e7 carácter castrense de los dueños de algunas de las numerosas villae que jalonan nuestra zola, o el establecimiento de veteranos en la misma. Respecto al paso ocasional de contingentes militares, esta es la premisa que se ha esgrimido tradicionalmente para explicar 1a presencia de bronces excisos en Hispania. Las piezas de la misma familia que la de Villam¡bia de Saritiago (FIG. cle !r Tanto e¡ Vieil-Ér,rcux. conto en otros ¡,aciltientos de l¿r ct¡t¡uuca (nccrópolis Élrcux. Vicur-Port. ctc.) que heoros ick¡ señalado cr rucstro trrbajo rlcbido a la rparici(rn cle piezas idénticas a las nucstrils. cstín docuntentrchs las típicas fíbulas crucifbrmes quc suclcn ¡rsoci¿use ¿ü estanento militar. Las fíbulas clc cstos cnclarcs pcrlcnecer, además. a l¿rs r'¿iriantcs miis antigrLas de cste llrupo, ptLdienclo clatarse grotso nretdo cntrc l'inales det S. III ¡'el S. IV d.C. lFau.luct. 1992, 88. n",182-.+E7). Las -suarniciones dc cinturón y atala.je de tipología nrilitar en la Hispania Rontana. a tenor 1, 8) podrían haber sido traídas aquíporlos honoriaci de Ge- roncio durante la guerra civil en época de Constantino III (407-4ll). Esta hipótesis, sin embargo, no ha sido contrastada mediante el seguimiento del movimiento real de estas tropas por la Península, único fenómeno que podía validar definitivamente esta teoía, pues la dispersión de los hallazgos de esta índole en nuestra provincia indicarían que el área cubierta por estos contingentes fue bastante más amplia que los campi palantini que saquearon y las tierras lusitanas escenario de la lucha, donde tenían sus posesiones los sucesores de Teodosioee. La presencia de uno o varios asentamientos desconocidos de tipo militar, quizá cronológicamente sucesivos, nos parece la hipótesis más plausible en relación conlazorta geográfica que comprende los yacimientos cercanos de Ocaña, Villamrbia y Villasequilla, pues en ellos han apareci- do la gran mayoía de 1os bronces exclusivamente militares que se han incluido en este estudio. La Bienvenida podría haber contado con algún contingente militar, posiblemente ocasional y de carácter policial, vinculado con 1a protección de las minas cercanas, como indicarían sus pinjantes de falera de la primera centuria (FIG. 6, 2-3 y FIG.5, 3). Por último, el carácter de los terratenientes y personal establecido en las villae es posiblemente uno de 1os factores más importantes a tener en cuenta a la hora de enfocar correctamente el fenómeno que tratamos, ya que, para e1 período del tardoimperio, Black ha establecido un esquema en su estudio sobre villas británicas, que podría explicar la presencia de bronces militares en nuestra zona (Black, 1994,99-109). Dicho autor, postula que la aparición de estos bronces en asentamientos rurales se debería a que sus dueños habrían efectuado la carrera militar, como paÍe del cursus honorum de su vida profesional. El Estado romano no desarmó jamás sistemáticamente a sus licenciados, utilizándolos incluso para la defensa parcial del territorio, por 1o que muy bien estos terratenientes podían haber acumulado en sus villae auténticos recuerdos de esta vida castrense 100. Precisamente 1a costumbre de no desarmar a sus licenciados, 1e ha permitido reconstruir a Bóhme la procedencia de los mercenarios del ejército romano, básicamente sajones y francos de 1a derecha del Rhin y sólo en una pequeña proporción alamanes en lo referente a las provincias occidentales, pues cuando retorttaban a su patria de origen se llevaban consigo el equipo militar, del que formaba parte el denominado "cinturón de combate", que les había sido dado en el norte de 1a Galia (Bóhme, 1986,495). A esto cabría añadir que dichos terratenientes podían haber traído, ffas abandonar el ejército, a subordinados militares que se ocuparían de su defensa personal, fenómeno que nos pone nuevamente en evidencia la problemática sobre la existencia o no existencia de tropas privadas. En el caso que no ocupa, no deja de ser una explicación sugerente el interpretar lavilla de Matemo, cercana a El Quinto y no muy alejada de1 foco Ocaña-Villamrbia-Vi11asequil1a, como incitadora de un asentamiento próximo destinado a proteger la propiedad, si bien somos conscientes que la cronología inicial de Ocaña en '! l-a hipótesis quc rincula a lc¡s bronces excisos. aparecidos fucr¡ de las zonas ''clásicas" de frontera. con Ios succsos desencadcrados por ll usurpaciih de Ciuls tantino lll, luc ¡a esgrimida por Bóhme en 1977. a tenor dc Ia aparición dc una guar nicitin en N1azrn (Vaucluse) (Feugcrc. l99la. 1,11¡. rlota 271). 01'Black empler incluso la palabrt "souvenirs rclcrida a estos obictos (199'+. 108). Etr Britania estos "reclrcrdos'' ro s(rlo lb¡rcan piezrs del equipo pcrsonal o equino dc un sold¡tilo. sino irtclttso pro¡cctiles de bollivnt )'otras arrllas. ciltno en cl crso de la villa de Whitk)n (G¿lcs). asentamicnto en el qLic, Por otru partc. no ha! constrncia de ur alaallrc que pudierl juslitlcar la prcsencia de Lln tipo de provectil tan concreto en el yacimienkr. t1e los bronces l.rallados en l¡ N'lescta Sur la primera centuria invalidaía en parte esta teoría. Otras presuttas villae que han aportado "recuerdos" de la vida militar de sus dueños o personal podrían ser las de Estremera, Mazarambroz, Borox, Castillejo, Veguilla de Oreja y Chozas de Canales, yacimientos todos ellos en donde las piezas exclusivamente militares son minoritarias, por no decir que anecdóticas, mienffas que por contrapartida encontramos un mayor número de bronces de "tipología militar" 101. Otro dato a tener en cuenta es la noción de "uniforme" que tenía el estamento militar romano, pues con ello se podría aclarar si nuestras piezas formaban pafie del equipo obligatorio que debeía portar un soldado. A este respecto, Feugere ha señalado que tanto el legionario como el auxiliar, aunque gozaban de cierta libertad a la hora de elegir entre deter:rninados objetos, sin embargo debían de responder a ciertos imperativos, que é1 denomina el "equipo mínimo", en e1 que sería básico e1 cingulum, que serviía para sostener la espada aún en tiempos de paz (Feugere,1993,226-227). Abota bien, precisamente al ser el cinturón un distintivo de su status militar ya desde los inicios del Imperio, éste estaría vinculado de forma personal a su propietario, acompañándole en todos sus desplazamientos y posiblemente, tras el licenciamiento, hasta en su posterior vida civil, 1o que explicaría su aparición en un amplio espectro de yacimientos. En nuestra zona, concretamente podía explicar la aparición de la placa de Esffemera (FIG. 1, 2) y el terrninal anforiforme de Mazarambroz (FIG. 1,9), entre otros, pues en estos enclaves dichos ejemplares son casi los únicos bronces que de raigambre militar han aparecido. Grew y Griffiths han señalado cómo a partir de la dinastía julio-claudia el equipo militar tiende a estandarizarse, lo que se consigue ya en el período flavio. No obstante, la impresión general, ya desde el reinado de Augusto, es el de una producción en masa para algunos objetos, como los cinturones y entre estos los decorados con un umbo central, aunque sin olvidar que los gustos personales podían cuajar en el encargo a artesanos privados de piezas más "lujosas", como se sabe por fuentes literarias entre las que cabía citar las conocidas crfas de Apollonous y Tbrentianus (Grew; Griffiths, 1991, 53 y 60). Como a 1o largo de nuestro estudio hemos comprobado que muchos de los objetos presentados son auténticos bronces militares, cabe ahora preguntarse por el origen de los mismos, es decir, sus lugares de producción. Oldenstein piensa que el sistema de fabricae, propio de la época tardorromana, puede también extrapolarse a los tres primeros siglos del Imperio (1985, 82-94). Para este investigador, existirían grandes talleres estatales situados en zonas esffatégicas y encargados de equipar totalmente a 1as legiones recién creadas, abastecerlas de los materiales necesarios para una campaña o reponerlos tras la misma; junto a ellos se encontrarían otros pequeños talleres, generalmente vinculados a los campamentos y vici próx\mos, que se ocuparían de arreglar el equipo roto o producir objetos necesarios para las tropas allí acantonadas102. Ahora bien, en cada provincia existirían diversas fases rr)r Por supueslo que todas las hipritcsis alusi\'tl\ il la interpretación de los yacimientos quc c¡litimr¡s en cstas conclusioles son preliminrrcs.3-a rlue síilo podrál ser corroboradas o desmcnlidas tr-as la excar ación sisteuática dc todos los cnclaves men c i t¡nados. ri'l Oldenstein cstudia tamhién la\ silrilitudes cnlrc Ias distinla\ piezas cle Ios equipos cncontrados en cl l)anubio. Rhin. Siria. Britania y Afi-ica. cotllprobando la idcnticlacl de norlclos pero adr irticndo qrre la sirttpliciclad de los nlisttlos. caso dc l¿ts faleras ¡'pinjanres alloimpcriales, iacililt cl copiado dc lo\ obietos nrcdiante nroldcs tlc arcilla por parte de personrl no muy especializado. lo quc cxplicaría la riipida di fusiírn <ic las mod¿s. 88 Joaquín Aurrecoechea Fe¡nández / EPAM 10,1995-1996 para la implantación de talleres: en un primer momento, el de la conquista, las tropas son abastecidas por talleres situados en zonas próximas ya romanizadas, así posiblemente el caso de Britania a donde Tlegaría equipo de 1a cercana Galia; en un segundo momento, tras el dominio del nuevo territorio, se implantan talleres que lentamente cubren las necesidades de las unidades establecidas en la nueva provincia; y finalmente, la región se conviefe en autosuficiente, importando solo aquellos materiales que no produce. Para Bishop, quien también ha realizado un estudio sobre el tema, la flexibilidad en la producción sería 1a nota dominante para el Altoimperio, señalando además que esfasfabricae situadas en los mismos fuertes o en los yici cercanos, no solo dotaban de cierto autarquismo a las tropas, sino que servirían para el mantenimiento de la moral del ejército, teniéndoles ocupados en tareas artesanales durante los tiempos de paz (Bishop, 1985, 142). Cerca de nuestro ámbito geográfico, en Mamrecos, se han documentado talleres de broncistas a través de algunas piezas inacabadas del equipo militar, como son una cama de bocado peltiforme y una máscara equina para hippica gymnasia de Volúbilis. Más interesante para nuestro estudio sería el taller de Thamusida, donde se produjeron hebillas peltiformes (Boube-Piccot, 1980, n'536) del tipo de la hallada en Villasequilla (FIG. 1, 3). Además de las piezas inacabadas encontradas, los talleres de Volúbilis y Thamusida estaían avalados por la presencia de escoria y restos de estatuas para el reciclaje respectivamente (Boube-Piccot, 1995, 65-61). Otro taller que produjo hebillas peltiformes como la que acabamos de reseñar, fue el de Tibiscum, donde apareció un molde para fabricar estos objetos (Bishop; Coulston, 1993, fig.134,3). Los pinjantes "alados" de la segunda mitad det S. I d.C. aparecidos en nuestra región (FIG. 6, 1-3), debido a su simplicidad, pudieron estar realizados por talleres locales, al igual que los pinjantes "trífidos" (FIG. 6, 6) y la mayoría del equipo aparecido. Feugére ha planteado, a tenor de la aparición sistemática de los pinjantes "alados" tanto en oppida indígenas como en establecimientos militares, que uno de los papeles asumidos por la caballería militar en la Galia durante la primera centuria, podna haber sido el de policía urbana (Feugere, 1983, 59); mientras que Bishop, para la provincia britana, ha puesto de manifiesto la vinculación de estos bronces con unidades concretas, sobre todo con los auxiliares tracios de caballeria, lo que convertiría a los colgantes "alados" en una especie de indicador étnico (Bishop,1987,123-125). Respecto a la hebilla y la placa de Ocaña (FIG. 7, 5 y 6), debido al trabajo especializado que requieren no pudieron ser realizadas en un pequeño taller, sino en unafabrica situada en la Galia o Italia, cenúos de producción de tales piezas durante la primera centuria (Oldenstein, 1985, 87). Estas piezas podrían pertenecer al equipo de parada mejor que al de uso diario, como se ha interpretado el amés completo de Xanten, aunque la presencia abundante de este tipo de bronces de tecnología compleja (sobre todo el baño de plata con disposición superior de nielado) en contextos civiles, como Alesia, debe ser un dato a tener en cuenta (Feugere, 1993, I 80), pues podría indicar un uso más cotidiano. Otras piezas hispánicas de carácter lujoso serían las de Arcóbriga con nielado (Caballero, 1914,90, fig. 22,33), o las de Culebras (Cuenca) (FIG. 5, 4), Villasequilla de Yepes (FIG. 10, 11) y Ocaia2 (FIG. 10, 15), con baño argénteo. Para el resto de los bronces de nuestro estudio pertenecientes a las tres primeras centurias, señalaremos que son idénticos a los hallados en campamentos britanos y del limes reno-danubiano, tradicionalmente vinculados a 1as tropas auxiliares, si bien en la actua- lidad se cuestiona tal disparidad de equipo entre el auxiliar y el legionario. El origen de estas últimas piezas seúa el mismo que el de sus congéneres europeos. La concentración cronológica de nuestras piezas altoimperiales pudiera estar conectada con 1os sucesos de los años 68/69, si bien una relación directa es muy dudosa, pues no tenemos constancia de hechos bélicos en esta región. Hacia esa fecha apuntan 1os pinjantes "alados" y "tífidos", así como los bronces plateados, propios estos últimos de tropas equipadas por talleres estatales. La aparición de equipo militar altoimperial en yacimientos como La Bienvenida, se relacionaría con el control de las minas cercanas, o en otros casos, como Tarragona, por la presencia de tropas en ciudades importantes, si bien resulta más enigmático su hallazgo en el centro peninsular que en el Levante y NO. Bishop indica que la aparición de equipamiento militar en una determinada zona, está siempre conectado con la presencia militar, y no precisamente temporal, en el iírea, que además suele responder a un momento de abandono y que es característico de determinadas unidades. Y lo que es más importante, que 1as desigualdades que actualmente se observan entre el este y el oeste del Imperio, relativas a la distribución de hallazgos militares, se debe únicamente a los diferentes niveles de investigación entre los distintos países (Bishop. 1985, 17- I 8). Respecto a los bronces de la tercera centuria, quizá se relacionen con los turbulentos sucesos de la segunda mitad del siglo, bien las primeras invasiones entorno al 260 o las campañas de Probo contra los usurpadores, aunque arqueológica e históricamente su campo de acción parece haber sido bastante restringido. En este sentido la aparición de un tesorillo inédito, fechado hacia el 260, q Villasequilla de Yepes, yacimiento caracteizado por 1a abundancia de bronces exclusivamente militares de la tercera centuria, amplía la visión geográfica que de este fenómeno se tenía, si bien hay que considerar que estos tesorillos no indican necesariamente el desa:rollo de sucesos bélicos en sus inmediaciones, sino que en la mayoría de los casos son meros síntomas de un ambiente de inestabilidad vivido en la zonar03. Respecto alasfabricae tardías, Lactancio atribuye a Diocleciano su fundación. Aunque algunas no se crearon ex novo, sino que se desaffollaron a partir de talleres preexistentes, la creación de nuevos enclaves ya oficiales y sobre todo, su organización en función de la administración de las diócesis (creación tetriírquica) se remonta probablemente a fines del S. III o comienzos del S. IV. La producción de éstas debió de ser muy superior a la de los artesanos militares del altoimperio, pues debían abastecer a amplios sectores del Imperio, estando especializadas en objetos determinados. De las aproximadamente 40 fabricae que nos ofrece la Notitia Dignitatum, más otras fuentes menores (epigrafía, etc), com- |rrEl tesorillo. aclualmente en cstudio. estir compuesto por ccrcii de 2.000 an toninianos c¡uc abarcul los rein¡clos dc Gorcli¿no III a Póstunto. con una clara conccntr¿rción dc piezas del reinado dc Crlieno. N,{u\ intcrcs¡nte es el matiz que distinguen Campo v Gurl ( 1980. 130) entrc las ocultaciones (acunrulacioncs sinrples tle nu mcr¿rio er circulaciór) v l¿Ls lesaurizaciones lcon]unlo: atesorados en lirncirin dcl vulor nretálico clc las mutetlas). La haja Ic¡ dc las piezas qLle conlpo¡tcn cl tcsorillo toledano dcscart¿rría su ocultamicnto co¡ fines cle tcsturiurción. rvalando por contlapartida su rinculrci(rn con feniintcnos dc inestabilidad política o soci¿l en el área hispana. Para las irvasiones dcl S. lll v ios datos arqrLcol(rgicos que Ias ¿rcolnpañan. se pueclen citar los siguicntes trahajos clírsicos: Bttlil.Cut¡ler¡to¡ tle lrurbtjos tlt,ltt E.tcuelu F,.s¡t«ñoltt dc Hi¡t¡¡ríu t Atqueologfu r,t¡ Rtt¡tu, IX. 1957: lllázgtez. Hitpu ala. XXVIlt. l96E: Canrpo ¡ Ciurt.,\rari.vrrzi. 165-167. l9E0: T¿iracena. I Cot¡¡reso inter¡tutitttal ¿le Pirctutí\to5, 1950: Tarradcll. I-,stutlios Clásitos 1/l 15. 1955: T¿rradell. /l' CN,t. I 957. etc. Respccto rl impacto de la crisis clcl si-glo lll en Hispania nos remitimos al libro clc Fcrnindez t biña (lc)82,9l 117) y al de Arce (1988.53-67). Las guarniciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de ios bronces hallados en la Meseta Sur probamos que el equipo fabricado se centraba en los siguientes objetos: escudos, espadas, lanzas, arcos, corazas (loricarie y clibanariae), sillas de montar, artillería y armas diversasl0a. Como podemos comprobar, entre ellos no se mencionan ni los accesorios metálicos para colreas del equipo personal, tales como los cinturones, ni los pertenecientes al ajuar equino. Para la ubicación de estas fábricas se escogieron sitios con tradición artesanal y cercanos a las materias primas, seguros y con buenas comunicaciones, no estando ninguna de ellas, que sepamos, ubicada en 1a Península Ibérica, siendo 1a fabrica más cercana, según la Notitia, la de Argentorate. Los motivos de esta centralización de la producción han sido estudiados por James (James, 1988, 251-331), siendo las causas fundamentales los reclutamientos masivos desde Ia época de Diocleciano y 1a imposibilidad de autoabastecimiento de campamentos, auxiliares o 1egionarios, debido a que en la mayoría de ellos habían dejado de funcionar sus talleres. La producción en masa originó el que los artesanos no pudieran mantener la calidad en la producción, sobre todo desde el punto de vista decorativo, de los primeros siglos del Imperio, siendo el ejemplo más significativo los cascos. Casos aislados como el casco de Deurne, o los de Berkasovo y Budapest, de claros anhelos decorativos, hacen dudar si estos ejemplares de lujo fueron realizado enfabricae oficiales, o si fueron ejecutados por artesanos de alto nivel que continuaran trabajando paraelejército en el S.IV (Feugere, 1993,243-244). Esta idea es también extrapolable a los bronces excisos, como e1 nuestro de Villamlbia de Santiago, pues la omamentación que los caracfeiza está lejos del concepto de masificación y rupidez que exigían los talleres oficiales descritos. Ahora bien, si el equipo militar tardío se caracfenza por su baja calidad, debido a Ia masificación en la producción, como compensación su función vino acompañada de una significación social que se reforzó respecto a los períodos precedentes. Como ha señalado Feugére para el díptico de Monza (circa. 395), la posición social de Estilicón no se evidencia en el refinamiento de sus vestiduras sino en sus armas: vaina ricamente decorada y escudo con un medallón imperial, indicando e1 abismo que se creó, a fines de la Antigüedad, entre el personal militar-administrativo y el grueso de la población. Característico de este fenómeno sería 1a evolución del cingulum, que en esta época se convirtió en signo y símbolo de la función pública (Feugere, 1993, 248). La problemática principal del Bajoimperio está referida a varios aspectos, entre ellos los contextos funerarios que han ofrecido una gran cantidad de evidencias sobre los distintos tipos de cinturones, pero que sin embargo, como ha señalado Bishop, la información que ofrecen tiene serias limitaciones, debido a que pocas sepulturas están numismáticamente datadas y las fechas del resto se asientan sobre bases poco seguras (Bishop; Coulston, 1993, 160). Además la distribución geográfica de los distintos tipos no hacen, posiblemen- te, sino reflejar la distribución de 1as prácticas de enterramiento y no pueden interpretarse como significativas de la totalidad del área de uso de las piezas. De este modo, la evidencia arqueológica nos ofrece abundante información sobre el S. de Britania, N. de Francia, el Rhin y el Danubio superior, mientras que nuestro conocimiento sobre los cinturones del S. IV-V usados en otras regiones es mucho menor105. rr| La ubicación geográfica de las disLintas lirárlcrir, ¿rbarcaban cada una dc 239 l. ¡ las especialiclacles que cllas pucden encontrarse en la recierte obm dc Fcugcrc t 1 993. u9 Otro punto de interés es que los investigadores han asociado, convencionalmente, los broches excisos con el reclutamiento de germanos en 1os ejércitos romanos. Para Bóhme los cinturones excisos y sus derivaciones troqueladas serían el más revelante testimonio de la simbiosis producida por el establecimiento de grupos de soldados geÍnanos afincados en la zona del Loira y el Rhin, grupos que se acantonaron en función del dispositivo defensivo del norte de 1a Galia del litus saxonicum (qroe ofrecía protección al litoral contra las incursiones de piratas) y del sistema de defensa articulado en torno a la vía Colonia-Tongres-Bavay. Sin embargo, algunas placas incorporan motivos clásicos dentro del esquema geométrico, además de que los broches excisos no son encontrados usualmente en las denominadas Laetengrtiber, como ha señalado Bishop, y pocos se encuentran en 1a Germania libre, sugiriendo su desarrollo y utilización por tropas regulares romanas, oficiales del gobiemo militarizados y, sin duda, por geñnanos equipados por el ejército regular. Interesante es un trabajo reciente de Hedeager en el que cues- tiona la identidad pan-gennana, pues precisamente estos pueblos, en contacto con los romanos desde el S. I d.C., se habían ido aculturando al mismo tiempo que asimilaban 1as costumbres romanas; pero además durante el Bajo Imperio la migración germana no requirió nuevas formas políticas más allá de la unidad étnica o genéfica,lo que produjo el colapso de 1as antiguas formas de vida tribales, surgiendo entonces una élite guerrera cuya cultura material está, en muchos casos, influenciada por las costumbres romanas (Hedeager, 1993, l2l-l3l). Dado el carácter excepcional de las piezas excisas encontradas fuera de su región de origen, estos objetos son generalmente interpretados como el resultado de desplazamientos puntuales, como ya hemos tratado en otro apartado al referirnos al caso hispano. Así, el descubrimiento de un cinturón completo, con una hebilla muy particular del tipo Ehrenbürg-Ostrach en Mazan (Vaucluse) ha sido interpretado por Bóhme como debido a los enfrentamientos, entre el 408-413 en la región de Valencia/Arles, con los partidarios primeramente de Constantino III y luego de Jovino. Tampoco podemos olvidar que la cultura mixta (M is chziv ili s ation) romanogeÍnana de estas zonas militarizadas norgálicas, que facilitó sin traumas la transición entre el Imperio Romano y los reinos "bárbaros", no fue más que, en su origen, la fusión de dos mundos: el castrense y el civil; y que esta simbiosis se documenta en otras provincias imperiales como Panonia, o incluso fuera de las fronteras de1 ')'El conocimiento del ec¡uipo militar dc csta ctapa estir supetiitado a 1as especialcs caractcrísticas históricas cle aquellos años. Solo 1a reorganizacitin fronteriza int plicti el establecimiento de algunas nucvas instalaciones. ¿il-qunas de las curles han proporciorado rnateriale\ tardorromanos. pero cu)¿r dcposición dcst»'dcnada cliflere de la ¡contecida en cl Altoimpcrio. pucs fucron sirnplenrelte dejados donde sc a1macenaban. como en Housesteads. .lntcrcisa t l-¡mbacsis. o dorcle habían sid(] i[st¡lados. collo cn Conrcit ¡ Orsora- Los depósitos rituales en rnedios aeuusos eorltirrL-tan siendo una luente documental lrnbién para esll ópoca. aurlquc gcncrirlnrente afec l¿rn i1 un tipo cle nraterial nuv concreto. como so! las a¡¡nas. pudiúndosc cit¡r los ha Jlazgos en la Germanir Librc dc N¡-dam. Kra-rehul y Ejsbol Nlose (Bishop: Coulston, 1993. 160). Son los enterr¿unientos los que cc¡bran una ma¡,or importancia. cspccialrrierte dentro de las l-r'ontcrils rorrAnas. ¿ la hor¿r tle inteqrretar el equipo rlei soldaclo cn este morrento. tanto en cemerterio-r ftLer¡ dc los li¡c¡tcs. así los de Oudenburg e Intercisa. como cn los próximos a las ciudades. sie¡rdo uno de los mhs inporlanlcs el de Ságr,ár. Los soldados fleron coffienterrente enterrados con sus ropas, broches. navajas v cirturones militarcs. r¡icntr¿rs quc Ias armas fleron ocasionulmente incluidas cn lo que pudo ser nrírs una prirctica prorincial gcrmarlr rlue propianlente tomana. Estirs nccrópolis alel norte de Francia y'tierras del Rhit (Ltatert.qrc)ber.) han sido tta dicionalmente vinculadas co¡r unidades de soldados germ¿lnos llrrctl.), conocidas por la Nt,itia Dignituttrttr ¡' localizadrs cn cstas áre¡s. si bierr la investigliciírn ha elolucionado dur¿urtc los últir¡os años nratizando el l'en(rmeno. c¡uc sc maniliesta tnucho mis complejo de lo que se interpretó er un principio. 90 Imperio, partiendo de la ex-Dacia romana, teniendo cada una de ellas unas peculiaridades propias que deben ser estudiadas en su particular contexto. En 1o que concierne a la Galia del Sur y de España, se han descubiefio tanto ejemplares cercanos a los modelos usados en el Limes como los originales en sí mismos. La producción local de broches tador:romanos de índole militar parece estar avalada para la región meridional francesa. En un hábitat rural en el Languedoc, concretamente en Neffiés (Hérault), se halló un ejemplar defectuoso de una hebilla con delfines ("Delphinschnalle") de un tipo bien conocido en Bretaña a fines del S. IV. La hebilla es producto de un artesano local, que abandonó el trabajo debido a una fisura en el molde (Feugere, 1993,253, n" 6). De estas mismas hebillas delfinifornes se conoce, al menos, otro ejemplar inacabado descubierto enlavilla gala de "La Téte de Fer" (Noyers) y depositado en el Museo de Avallonnais, que no parece estar vinculado con ningún taller oficial. Respecto a la Península Ibérica, los broches con hélice del tipo Champdolent/Gala/Muids encontrados en Borox (FIG. 1, 10) y Ocaña (fig. 1, 11), nos ponen sobre la pista del primer rasgo característico de la cultura material tardorromana en Hispania que queremos abordar: la preferencia del botón frente al remache, como sistema de sujeción del bronce al cuero. Esta preferencia ha sido también ampliamente constatada dentro del panorama de los apliques que acompañaban a cinturones y atalajes, convirtiendo los apliques claveteados en uso fuera de la Península Ibérica en botones arroblonados (Aurrecoechea, 1994, lll-112). La adopción de modelos "clásicos" dentro de la metalisteía militar tardorromana, como los apliques en "hélice'?, reinterpretados como botones en nuestra provincia hispana, como son los de Villamrbia de Santiago (FIG. 9, 7) y Titulcia (FIG. 9, 8), abogan por 1a necesidad de interpretar el significado de este fenómeno. No obstante, aunque en el resto del Imperio el sistema de sujeción preferentemente utilizado durante este período para sujetar las guamiciones de cinturón al cuero fuera el remache, también se conocen ejemplos extrapeninsulares de broches fijados con botones. En el país vecino, por ejemplo, aparte de la archinombrada guarnición aparecida en Argeliers (Aude), que incluso posee botones en "hélice" semejantes a los hallados en nuestros yacimientos del Thjo, contamos con los broches de tipo Sagvar de Nimes (Gard), el del Museo de la Sociedad Arqueológica de Montpellier (Feugere,1993a,146,fig.14, I y 2) y el encontrado en Saint-Clément (Gard) (Feugere, 1993,253, n" 2). Estos broches galos se incluirían dentro de la cafegona denominada por Pérez Rodríguez-Aragón como "de tipo intermedio" (1991, 102104). Sin embargo, la proximidad geográfica no justifica la presencia de estos broches arroblonados, puesto que incluso en la necrópolis de Sagvar se conoce un ejemplar con estos apéndices, aparecido en la sepultura 111 (Burger, 1966,208, fig. 101). Pero quizá es en el apartado de la orfebrería bajoimperial, donde encontramos los broches extrapeninsulares más significativos sujetados con botones. Así: la guarnición aúrea de St. Croix-aux-Mines, con placa decorada mediante un rostro humano y en cuyo reverso figura la estampilla VICTORINUSM (Sommer, 1984,33,1ám,13,3); el famoso conjunto de Ténés, compuesto por un par de hebillas, varias placas y sendos apliques, todos ellos arroblonados (Heurgon, 1958, fig. l,larrr. 3 y 4); la hebilla con placa del tesoro de Thetford (Johns y Potter, 1983, 78-81, fig 6,1ám. 15); o el excepcional cinturón de la colección Ortiz, encontrado en Asia Menor (Feugere, 1992). Joaquín Aurrecoechea Fernández / EPAM 10,1995-1996 Junto a 1a predilección hispana por el sistema arroblonado, la persistencia de modas atávicas, como los abundantes botones peltiformes que jalonan la arqueología meseteña de los siglos IV y Y o la perduración de las hebillas circulares, dibujan un complejo panorama que no puede resolverse con visiones excesivamente simplistas, como es la adopción de las modas militares por la población civil, pero con determinadas "peculiaridades" que la diferenciarían de los elementos metálicos verdaderamente castrenses. La tesis de una "moda" de corte militar que supuestamente imperaría en la Hispania Bajoimperial, fue ya apuntada primeramente por Domínguez Monedero (1985, 178), siendo secundada posteriormente por otros investigadores españoles. Aunque el mundo tardorromano implica una sociedad militat',zada, con 1a consiguiente influencia que en la cultura material esto conlleva, nosotros no creemos que la difusión de los "gustos" militares abarcaran un espectro social tan amplio como se ha querido ver para el caso hispano. E1 uso de esta moda posiblemente se restringió al personal, tanto civil como castrense, vinculado con la administración del Estado y su círculo cercano, en los que entrarían buena parte de la clase dirigente que ostentaba el poder económico. La difusión de esta moda, entre grupos determinados, no justificaría plenamente las peculiaridades ni la concentración geográfica de los hallazgos hispanos. Si el prestigio de la indumentaria hubiera generado la difusión de la misma como una "moda", las zonas romanizadas de la Tarraconense, la Bética y 1a Lusitania no habían podido sustraerse de esta dinámica, máxime cuando esta última estuvo cercana al polo de poder en época teodosiana. Además, los investigadores que proponen la difusión de una moda militar hispanorromana, nunca han analizado el por qué de que dicha moda recree gustos atávicos de siglos anteriores (los del S. II-III d.C.), en yez de "copiar" los modelos que circulaban en aquel momento. No son sólo piezas como los botones peltiformes y las hebillas circulares a las que antes aludimos, sino que gran parte de los bronces de cinturón bajoimperiales hallados en Hispania, demuestran una predilección por las formas antiguas, propias de la etapa altoimperial, como por ejemplo las hebillas peltiformes y "cornudas" que ostentan muchos de nuestros broches "Simancas" 106-. Posiblemente nos encontramos ante varias corrientes y tendencias convergentes que produjeron, dentro de la relativa homogeneidad de la rnetalistería tardorromana, diversas respuestas ante un mismo estímulo, todo ello dentro de la ya tantas veces mencionada koiné broncística que hermana zonas tan distantes de1 Imperio. La pervivencia de la única legión acantonada en nuestro suelo durante centurias, la Legio VII, puede ser la clave para interpretar gran parte de nuestros bronces tardíos de uso personal que reelaboran los modelos auténticamente militares 107. Dicha legión pudo haber producido en su zona de influencia un fenómeno similar ala Mischzivilisation, pero muy mafizado, ya que se produciría mediante la fusión de unos gustos atá- ')u No de¡a de ser curioso c¡uc rur tipo de hebilla corno l¿r "conrutla'. tan característico dc la rom¿nidud tardía en Hispania. por cu¿nlo apcnils sc crclrcrtra e[ otras zon¿rs del Irnpcrio. ri sc rscmeja a los modelos sincrónicos quc sc usabrn cn cl resto de las prolincias. hulda sus raíces en una nrodclo cn boga a files del S. I d.C. rrr'La Legio VII Gemina sc cita corno asertada toda\,ía en Hispania durantc csta época. según la No¡l¡l¿r (XLtl. 1.25). corst¿tl:urdose desde rncdiados dcl S. lll la conrcrsión rie |ts Ltutnabuc del c¿r[]]larrcnlo cn ciuclad. La legiiin. en época tardorro mrna. se compondría clc unos 6.000 hombrcs, si bien tiluante el S. IV parece quc partc de ell¡ sc cncontraba destacada como ejército conritatcnsc cn Ias proi incrrs orreltu les del Lnperio tArcc. 1988. 73). Las guamiciones de cinturón y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor de los bronces hallados en la Meseta Sur 91 a'/ 23 OC4F¡ o t6.-Nlórida.l7. LaCocosa,lE.-HIPonrar.l9.-Conirnbriga.f0.-Banirsa.2l. Sala.22. Volubilis,23. Lvou. vicos propios de una legión antigua y el elemento local, principal se situaría en la Meseta Norte, pero con una im- siendo este último hispanorromano y no gernano. Todo ello en e1 contexto de un momento histórico y social de inestabilidad, que hace primar los valores castrenses. La perduración de modas atávicas en tropas de fundación antigua, que no han sufrido el aporte de contingentes humanos de nueva creación, es un fenómeno reproducido y estudiado en otras áreas del Imperio. Quizá esta M is chzivilis ation hispanat}s, portante irradiación hacia la Meseta Sur, como se ha podido comprobar a 1o largo de nuestro estudio, siendo su presencia en otros puntos de 1a Península mucho más anecdótica. Algunos investigadores señalan un área de dispersión mayor, que incluso abarcaría toda la Península Ibérica, opinión que no secundamos, al menos para los materiales di- simbiosis del mundo militar y el indígena civl7, sealaraíz del denominado "horizonte de las necrópolis del Duero" y sus caracteústicos broches "tipo Simancas", cuyas peculiares manifestaciones funerarias han llamado la atención a los investigadores españoles desde hace tiempoloe. Su foco !r)N Somos conscicntcs dcl significado inter-étnico que el término Misch:itilisct' poscc. co¡¡o fusiór del elernenkr romano y cl germánico. Al emplcar dicho cortcepto para el caso hisptrno, lo rcstlingintos a su veflicntc de unión entle dc¡s cttlturas. ll.r¡ o nrcjor aún. ertre dos lnundos dittrentes. cl rnilitar ¡ eJ civil. r0'Fuertcs. por cjcrnplo. considera que cstas nccrópolis correspondcn a Ia población común de la Mescta. y quc sus peculiaridadcs dcrivan de la evolución de las costumbres funcrarias rorn¿tras y la pen,ivcncia de otr¿Is costumbrcs prefomanas a las que corresponden la prcscncia dc los ajuares (Fucntcs. 19119,277). Sin embatSo. a nuestro.juicio, csta tcoría lo exp)icaría suficicntemente el por qué dc la apariciiín de una cultua milteriill tan distinta a otras zon¿s dc la propia Hispanir. tru ror¡anizadas como la Tarraconense o la Bétic¿. En cstas dos últimas provincias. los mate rialcs tardorromanos característicos dc la que henos ilenomin¿rdo Mi¡t lri¡ilí.stttion hispana son puranrente esporádicos. Siilo tenen¡os que compilrin lus cr.-¡r.rciones de la necrripolis dc Tarraco y la tie Sinrancas para darnos cuenta cle 1as amplias di fercncias que las separan. Además los contactos fbrrrales quc dcnolan los bronces de esta cul¡ura matcrial de Ia N'leseta. se encucntr¿1n mucho tnás pr(rrimos a los vinculados con el ambiertc militrr de otras zoras dcl lntpcrio. que al mundo prcrromano de las dr¡s Castillas. Esta relación con los bronces militares dc las zonas limi tancas, la creemos sin emhargo intlcpcndiente de la etnia germrna. ) rnarJrlrente \i! nificatiYa de lrs inllucncias del equipo militar crt uso durante ese momcnto. Res pccto a que se trate de la 'gcnte comitn' mesetcñt, suscribit¡os las putttualizaciones dc C¿rballcro Zoreda hechas en su rcciente obra sobrc la historia de Zamora. rcferidas al carácter nrilit¿rr que denotan aigtLnos dc los enterralnientos, así cot¡o Ias r.rriedades cle ajuar c¡uc implicarían distinlos gruPos sociales. entre ellos los cnte rranientos dcl tipo de Fuertespreadas que a pesar de ser los iuquctípicos tambiÉn serían Ios rnás ercepcionrlcs. ERRATI]M I a n1 6n-" _ ) 15. oc{ü-r ¡ a Joaquín Aurrecoechea Femández / EPAM 10, 1995-1996 92 rectamente vinculados con la metalistería militar, como son las guarniciones de cinturón. que se concentran en las dos Mesetas, como acabamos de apuntarllo. No obstante, otro tipo de bronces relacionados con las "Necrópolis del Duero", así las camas de freno, los pasadores dobletroncocónicos o la vajilla mefáli:ca, sí parecen abarcar una zona geográfica mucho mayor (FIG. l3). Nada se podrá confirmar de 1o esbozado anteriormente, hasta que sean bien definidos los distintos grupos regionales, se conozcan bien los talleres meseteños y las excavaciones del entorno leonés demuestren un panorama material como e1 que reflejan las zonas palentinas o burgalesas. Tradicionalmente se ha barajado la datación en la segunda mitad del S. IV de este horizonte, si bien recientemente Caballero Zoreda ha adelantado algo la fecha, situándola en el tercer cuarlo de1 S. IY a fenor de los hallazgos de Vadillo de 1a Guareña (Zamora) y Getafe, con monedas de Consta- cio II (350-360) y Valentiniano II (373-383) respectiva- mente (Caballero, 1985, 99). Si los bronces tardorromanos de tipología militar, es decir, aquellos que reinterpretan modelos que circulan en otras áreas del Imperio pero dándoles un sesgo hispano, pueden ser interpretados como síntomas de una cultura tardorromana peculiar, a la que podría denominarse Mischzivilisation por analogía con 1o que ocurre en otras provincias, los bronces auténticamente militares aparecidos en nuestro suelo, como los excisos, requieren otro tipo de explicación. La idea de un limes hispanicus, abandonada ya hace tiempo debido a la inexistencia de pruebas arqueológicas e históricas que la apoyaranllr, no puede ser esgrimida parajustificar la presencia de los auténticos cingula militae que aparecen en nuestra península. Sin embargo, hay que señalar que e1 desmantelamiento de la teoría del Limes hispano, por parte de algunos investigadores españoles, ha originado una excesiva reacción, tendente a negar el carácter castrense de cualquier evidencia arqueológica, como son los propios bronces que ahora tratamos. La radicalízación de la tendencia desmilitarizadora puede ejemplificarse con Fuentes, quien incluso niega 1a vinculación de los bronces excisos aparecidos en otras provincias del Imperio, así el Norte de Africa, con el estacionamiento de tropas (1989, 199). La relación directa de estos accesorios militares con los contingentes armados mencionados por la Notitia, podría ser también dudosa, pues su hallazgo no coincide con la localización concreta de dichos asentamientos militares. Aunque hemos de tener en cuenta que el carácter de tropas comitatensis les implicaría una gran movilidad, cuyo reflejo sería la dispersión de los hallazgos. Aparte de la Legio VII, Gallica en Iruña y la secunda Gallica de ubicación desconocidall2. No obstante su relación indirecta, es decir, como punto de origen de estos bronces militares podría ser más que probable. Si nos detenemos a observar el inventario de piezas hispanas de clara filiación militar, podremos darnos cuenta que su número es bastante escaso en relación con el conjunto de las guarniciones de cinturón hispano-tardorromanas conocidas. Básicamente se restringen, hasta el momento, a nueve ejemplares: e1 broche de Palacios del Si1 (León), encontrado en la misma zona de influencia de la Legio VII; el aplique en "hélice" de Pamplona, ciudad ésta donde se atestiguan documentalmente tropas comitatenses a inicios de1 S. V (Domínguez, 1983, 124); el remate de correa anforiforme de Mazarumbroz (Toledo); y los bronces excisos de La Olmeda (Palencia), La Morterona (Palencia), Pamplona, Villarrubia de Santiago (Toledo) y VicenE d'En- clar (Andona)ll3. La interpretación de la llegada de estos s chnitt gürtel garnituren por mediación de los honoriaci en tiempos de la usurpación de Constantino III, nos parece una de las más sugerentes aunque no exenta de problemas, como hemos indicado en la introducción de estas mismas conclusiones, aunque tampoco podemos olvidar que su aparición en contextos arqueológicos de suntuosas villae, como la de La Olmeda, puede obedecer a la propia historia perso- Ke rb nal del propietario del establecimiento. No olvidemos que las guarniciones excisas se consideran utilizadas sólo por 1os altos oficiales del ejército regular, si bien el carácter geÍnano de estos oficiales no se ha podido comprobar concluyentemente (Bóhme, 1986,413). El terminal exciso de Villamrbia, descontextualizado y alejado de la tradicional zona de acción'de estos honoriaci, podria sugerir que se trata de un recuerdo de la vida militar de su posesor, quien 1o habría transportado hasta aquí tras su posible licenciamiento. Si analizamos el mapa de distribución de estas piezas por el Imperio (FIG. 14), que a tenor de los numerosos hallazgos que se conocen y han publicado 1o creemos altamente representativo de la realidad de estas piezas, comprobaremos que la aparición de bronces excisos fuera de las zonas en conflicto (Germania I y II, Gallia septentrional, Bélgica I y II e Illyricum) es muy puntual. Por tanto, la generalización de estos bronces en contextos civiles, como exponentes de una presunta moda militar, según han esgrimido algunos investigadores españoles (Fuentes, 1989,198-202), no es una premisa que pueda ser tenida en cuenta, pues se contrapone con los datos materiales constatadoslla. Esta última hipótesis fue yalanzada por Sommer (1984, 98-100), para quien los hallazgos de estas guarniciones en villas romanas, fortificaciones irregulares de montaña y grutas, significarían su son cinco las cohortes con que contaba la Península Ibérica: la cohors se'cunda Flavia Pacatiana afincada en Rosinos de Vidriales (Zamora),7a cohors Lucensium en Lugo, la cohors Celtibera en Reinosa (Cantabria), Ia cohors prima ') Fuentes es uno de los aLltorc\ quc cxticnde la zona de Llso de estas guar nicioncs tardor¡orranas a la casi totalidad de Hispania (Fuentes. 1989. 199). si bien algunas de las piezas aparccidas fucra dc la Nlcscta. c¡ue en su obra cata]o ga como bajoinperi¿les. peúerecen en realidacl a otros pcríodos hislóricos (\,er nota I 1:1). rrr No cxpondremos ac¡uí la proJija proclucciírn bibliogrírfica que el hipotético 1,¿cs ha suscitrdo. descle que Palol en la décacla cle los 50 liu4ra la hipóLcsis para desplrés autocorregirse. En Domíngucz N,loncdcro cncurtra¡tos Llna buellt síntesis dclproblcna.hastae)añodepublicacirindesutrabajo(l9il3.l0l i27):rnientra\.luc Novo Guisítn hr realizado olra más rccicnlc ( 1993). Arcc ha insistido también en el concepto de l¡n1if(1nei er r,¿rri¿rs de sus obras (1982a.63-8.11. r I EI lusar clonde cstits cohortes esl¿lbal asentadas. en algunos casos. es todavía objcLo dc polérlicr al ro estu suficientemente identiflcado el lugar entiguo u,'rr rtr correspordienle nrodenro. Así l/c1eic, lrLgar donde se situaba It tttlttrs ¡tritnu Galli cr¡ se relacionr tndiciolaimente cor Iruña. auncluc alguno¡ inrcsLigadorcs han puesto en cluda dicha interpretación (Morilio. I 99 I . I 76). rrr Hcntos clcjado r un l¡do hebillas clelflnitbrmes como la cle Villarrubia. o las relacionad¿is con bronces excisos. cor¡t¡ lr dc I-a Bienvenida, debiclo r Lluc su (,r iEen militar puctlc poncrsc cn cluda, entre o¡ros notivos. al haber aparecido desvilculadas dc sus broches. Lrr Creemos significallvo cl ccho dc c¡uc Fuentes. en su trabajo recopilatorio sobre las "Necrópolis dei Duero" clc I 989. no sc hagr cco de 1a er,olución que la bi bliografía. básicamentc ¿rlcm¿rna. sull ió en h décrda de los 80 respecto a 1a interpre tación de estos bronces militares: rn¡rinre ri tenerno\ en (uent¡ qu!- dicho inrcstigador cita casi exclusivamente la bibliografía cxtranjcra aportadr inicialmentc por Palol en sus lrabaios clásicos. lgul)nrente sig.nificatiro es que Fuertes repita los errores de clasillctción comelidos originariamente por Palol en la ilécada de ios 60, cono por ejenpJo incJuir el broche medicvll dc \lallorca o cl altoimpcrial dc Ampurias. den tro de los brouces t¿rrdorrilmanos de su obra (Fuentes. 1989. 199). Las guarniciones de cintunin y atalaje de tipología militar en la Hispania Romana, a tenor clc los bronccs hallaclos c¡ la Meseta Sur 93 @ ffi' ffi I ü Irigura 1"1. \lapr cle dispersión cle Ios t¡ronccs ercistis tardorrom¿rnos. complclado crm los ú1ti¡ros hallaugos. uso en la esfera civil, para ser posterionnente rebatida por Bóhme tras el estudio de 1os contextos militares de las piezas procedentes de supuestos asentamientos civiles, opinión que compafien también Keller y Gilles (Bóhme,1986,413, nota 8). La fecha inicial que está confimada arqueológicamente para la presencia de contingentes armados bajoimperiales en Hispania seía la de mediados del S. IY con el broche leonés de Palacios del Sil, que testimonia la venida de tropas de origen norgálico en ese período, datación que coincide con la información aportada en este estudio. Faltan, sin embargo, en toda la Península, los broches más simples de los inicios de la cuarta centuria, compuestos por hebillas cerradas, generalmente arriñonadas, que se unen a la placa mediante charnela, siendo la ausencia de testimonios materiales para este momento algo a tener en cuenta en las líneas de investigación futuras. Respecto a la cronología final de esta presencia, se puede pensar que el aplique en "hélice" de Pompaelo, relacionado con las Punzverzierten Garnituren y fechable por tanto en la primera mitad del S. V (Bóhme, 1986, 501), es uno de los últimos testimonios de la vida militar romana en la provincia hispanalls. La guarnición falciforme de Andorra no ha aparecido, hasta el presente, asociada a ejemplares tardíos de la segunda mitad del S. V lri Baihmc sosticnc quc cstas guarniciones pudieron ser portaclas por lrercena rios cie etnia alamana, a tenor de la dispersión dc los hallrzgos c¡ Ias zonas dc llonteru y el territorio "bárbarii' (Bt'hmc. I 9E6. 500-50 I ). (Bóhme, 1986, 416),lo que indicaría otro nuevo parámetro cronológico. Desde el punto de vista histórico, e1 repafio del territorio hispánico en e1 411 entre los pueblos biárbaros que habían penetrado en la Península, según nos narran Hidacio y Orosio, señalaría un vacío de poder, incluso militar, para esa fecha, hipótesis ya esgrimida por García Moreno y Díaz Mafiínez. La última inter¡¿ención autónoma de las tropas imperiales en nuestro territorio, que culminaría en derrota, fue en el año 422, fecha a partir de la cual se abandona a su suerte a toda la Península, salvo la Galaecia ocupada por los suevos y la Tarraconense todavía defendida por tropas imperia1es. Cuando en el 456, el rey godo Teodorico II venza a los suevos en la batalla de Orbigo situada en las cercanías de Astorga (León), sin apoyo ni por mandato de las fuerzas imperiales, la Legio VII debía llevar tiempo desmantelada. No queremos finalizar este estudio sin señalar la paradoja existente, entre la abundante aparición de bronces presumiblemente militares en la meseta sur y la escasez de los mismos en el noroeste de la Península Ibérica, región esta última que constituyó siempre el área militar de interés prioritario en época romana. Esta desproporción no es más que el síntoma de la falta de publicaciones sobre este tema, sobre todo referidas al apartado de los bronces, y la necesidad de fomentar la búsqueda y excavación de 1os enclaves militares hispanonomanos. Desde estas páginas, no gustaría pensar que puedan haber servido para potenciar el interés que estos temas se merecen. Joaquín Auirecoechea Femández / EPAM 10,1995-1996 94 Bibliografra ABASCAL, J.M.y SANZ, R. 1993 Bronces antiguos del Museo de Albacete. Instituto de Estudios Albacetenses de la Diputación de Albacete. ABASOLO, J.A. ET ALII 1984 Excavaciones en elyacimiento de La Morterona, Saldaña (Palencia). Palencia. 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LES GARNITURES DE CEINTURONS ET D'ATTELAGES DE TYPOLOGIE MILITAIRE EN HISPANIE ROMAINE, A L'AVENANT LES BRONZES TROUVES DANS LA MESETA SUD JOAQUIN AURRECOECHEA FERNANDEZ UNIVERSITE AUTONOME DE MADRID RÉSUMÉ Le propos de ce travail est l'étude des bronzes appartenant à l'équipement militaire romain trouvé dans la Meseta sud. Après la révision des sources archéologiques de tout l'Empire, l'article propose une vision de synthèse sur le panorama de ces pièces en Hispanie. I. INTRODUCTION L'étude des bronzes romains dans notre pays a pris de l'importance ces dernières années, à cause de l'intérêt croissant que ce type de matériel a sucité. Malgré cela, une catégorie importante de ces objets, ceux inscrits dans le monde militaire, n'ont pas bénéficié de cette dynamique. L'absence d'étude concrète dans ce domaine est encore plus lamentable si nous tenons compte du fait que la Péninsule Ibérique fut la première province conquise par Rome, en devenant sa terre, donc la première arrivée de ses légions et parce que la Legio VII (1) fut cantonnée dans notre pays durant des siècles. Sauf quelques exceptions, comme les matériels provenant de Numance et de Cáceres el Viejo (Schulten, 1927, 1929; Ulbert, 1985), les bronzes appartenant a des établissements militaires d'une telle importance que León, Herrera de Pisuerga , etc., n'ont pas encore été publiés, c'est un panorama que nous espérons voir changer bientôt, comme cela est déjà arrivé avec quelques matériels spécifiques: les cingula militae tardo-romains étudiés par Pérez Rodríguez-Aragón (1992a et 1992b) et les appliques rivetées (Aurrecoechea 1994). ____________________ E-mail: joaquin @ bblcat. bbl. uma. es - / - C/Francisco Pacheco 7 . 10° . D6. 29002 Malaga (Espagne). (1) La Legio VII Gemina a été constituée par Galba, en 68 ap. J.C., avec des éléments hispaniques et pour cette raison il l'appela galbienne. Quand il fut nommé empereur il l'emmena en Italie et peu de temps après elle fut transférée en Panonie, à la demande du légat Antonin Premier. Après son retour, postérieur à la mort de Galba (en 69), cette légion aide Othon, gouverneur de la Lusitanie, contre Vitelius. Ce dernier proclamé empereur, les légions d'orient se soulevèrent en faveur de Vespasien. Antonio Prino assuma le commandement des forces en Panonie et marcha jusqu'en Italie, où il détrona Vitelius au nom de Vespasien. A son retour de Panonie elle est envoyée en Espagne en 74, avec son siège à Leon. Elle est commandée par Ulpien Trajan, son légat en 88, elle contribua à appaiser l'insurection en Germanie Supérieure contre Domitien (81-96). Elle participa aux opérations d'Adrien (117-138) en Britanie et d'Antonin le Pieux (138-161) en Afrique du Nord. Favorable à Septime Sévère elle prend le nom de Pia Fidelis. Elle fut encore présente au Ve s., bien que comme légion comitatensis. D'autres légions eurent un séjour plus bref sur le sol d'Hispanie comme la Legio IV Macedonica, Legio V Alaudae, Legio VI Ferrata, et Legio IX Hispana qui participèrent aux évènements de guerre de la fin de la République, la guerre contre Pompée et la dernière phase de la conquête de la Péninsule. Durant les conflits de 68-69 Legio Adiutrix, Legio Victrix et Legio X Gemina eurent un rôle détaché pour l'Hispanie. Quelques une d'entre elles furent destinées aux postes frontières de Maguncia, Brigieto, Xanten, Nymegen, etc., elles feront l'objet de parrallèles allégués aux différentes pièces que nous étudions tout au long de ces pages. Notre travail cerne une aire géographique, la Meseta sud, entendue au sens large, dans lequel nous nous occuperons des bronzes militaires apparus sur les communes de Castille-La Mancha et Madrid (2). Pour cette zone nous comptons, depuis ces dernières années, avec une série de recherches qui ont manifestement donné de l'importance à cette région d'un point de vue des bronzes (3). Néanmoins, un groupe de matériels, dont la morphologie répond aux modèles en usage dans les milieux militaires, ont été à peine signalés dans les publications contemporaines sous forme de compte-rendus isolés. La nécessité de faire une synthèse de ces bronzes s'imposait, à cause du nombre élevé des spécimens qui dépassent la centaine et que la majeure partie d'entre eux soit inédite. C'est précisément l'abondance de tels matériels sur une zone dans laquelle les établissements militaires sont inconnus, à l'exception du Camp de La Cerca (Anguita, Guadalajara) (Sánchez Lafuente 1979, 77-82) (4), c'est un fait d'une importance vitale que nous tenterons d'interpréter, ainsi que sa concentration chronologique autour de parallèles temporels assez concrets. L'appellation "bronzes de typologie militaire" nous paraît plus opportune, à cause de l'ampleur conceptuelle, que la restrictive appellation "bronzes militaires", surtout si nous prenons en compte que la majeure partie de nos objets ne peut être confirmée (5). L'utilisation de cette appellation nous permet de rassembler dans ce travail trois catégories de pièces différentes dont la filiation militaire est indiscutable, à cause du fait qu'elles répondent à des modèles employés exclusivement dans l'entourage militaire, les exemplaires à l'inscription douteuse, bien qu'ils partagent le même shéma morphologique que les bronzes utilisés par les légionnaires et les auxilliaires et bien que leur usage ait aussi été constaté dans des milieux civils; et les exemplaires qui s'inspirent des typologies militaires se réinterprètent et s'adaptent de modèles d'origine en variant leur morphologie (6). Autant les uns comme les autres répondent à une même dynamique et l'ensemble de l'étude de tout ceux-ci nous ouvrent de nouvelles possibilité d'interprétations, puisque la majorité des gisements archéologiques d'où ils proviennent sont en attente d'étude. Ceci est précisément dû au manque de recherches se rapportant aux établissements sur lesquels ils ont été trouvés, c'est une limitation importante au moment de l'évaluer. _________________ (2) Nous voulons remercier toutes les personnes qui nous ont donné la possibilité d'accéder à leurs collections, tant publiques que privée, les facilités offertes, spécialement par Francisco de la Cigoña, Faustino Montero, Le personnel de l'Institut Archéologique Municipal de Madrid, du Musée Archéologique de Cuenca, du Musée de Ciudad Real et du Musée de Santa Cruz. Les matériels provenant de La Bienvenida appartiennent à un gisement encore en cours de fouille, nous reprenons dans cette étude les pièces qui manquent de contexte stratigraphique, aimablement mises à notre disposition par sa directrice Carmen Fernández Ochoa, à qui nous manifestons toute notre gratitude. Nous voulons signaler aussi notre dette envers Enrique de Carrera, qui a patiemment effectué un travail de traduction et nous a encouragé à mener à bien ce travail, en mettant à notre disposition tous les moyens de l'Institut Archéologique Municipal qu'il dirige, tout comme lui-même nous a fait bénéficier de longues causeries au cours desquelles nous échangions nos points de vue. Pour les travaux d'interprétation et de recherche de parallèles nous avons compté sur l'aide inestimable des chercheurs français M. Feugère et P. Pauc, qui nous ont aimablement communiqué les informations dont ils disposaient et initièrent une véritable recherche de matériels, y compris inédits, dans les collections de leur entourage. (3) Par exemple ce sont les divers travaux réalisés dans les Provinces de Cuenca (Fuentes 1983, 1987, 1989) et Cuidad Real (Aurrecoechea, 1989a, 1990, 1990a, 1990b, 1991). (4) Etablissement tradionnellement militaire considéré comme un campement de légionnaires lié à l'assault de Caton à Segontia en 196 av. J-C., duquel nous ne connaissons pas de matériels qui puissent être attribués aux objets que nous étudions. (5) Nous avons laissé hors de cette étude les bronzes émaillés, puisque nous sommes entrain de préparer actuellement un travail qui les fera connaître dans leur ensemble. Parmi eux se trouvent une série d'appliques de ceinturon ou d'attelage rivetées, concentrées géographiquement entre le sud de l'actuelle commune de Madrid et le nord de la Province de Tolède, d'une claire filiation militaire et qui se trouvent liés à des gisements étudiés dans ce travail sur lesquels sont apparus d'importants lots de bronzes authentiquement militaires. (6) Nous devrions rajouter encore une nouvelle catégorie de bronzes appartenant à des garnitures d'attelage dont l'origine militaire est très lointaine ou inexistante, comme les chanfreins-mors et les passantsagrafes tronconiques, mais qui ont été inclus ici parce que nous les considérons importants pour compléter le panorama des garnitures équines de notre région. leur apparition sur nos terres. Des gisements très proches les uns des autres, comme Villarubia de Santiago, Ocaña, Ocaña 2, Villasequilla de Yepes et Borox, ou le plus éloigné El Quinto (Seseña) et tous ceux sur Tolède, sont pratiquement inconnus scientifiquement, malgré la quantité et la qualité des bronzes découverts (7), cependant, comme La Bienvenida (Ciudad Real) ou Segóbriga, comptent une longue histoire bibliographique, bien que ces bronzes n'aient pu bénéficier de recherches qui leur soient attribuables, pour appartenir à des fouilles anciennes ou parce qu'il s'agit de matériel sans contexte. II. -L'EQUIPEMENT PERSONNEL A.LES BOUCLES DE CEINTURONS DU HAUT-EMPIRE Au début de l'Empire, le balteus (8) était un objet fonctionnel qui pouvait avoir ou non une décoration figurée. Les reliefs funéraires montrent un changement graduel durant le Ie s., depuis l'emploi de deux ceinturons jusqu'à l'usage d'un seul. A l'origine, chaque balteus servait à supporter une arme de chaque côté, puis plus tard les deux, dague et épée, furent rassemblées sur un seul ceinturon, ou la dague était portée sur le ceinturon et l'épée dans un baudrier sur l'épaule, c'est cette coutume qui se popularisa durant le troisième siècle. Les accessoires les plus communs à ces ceinturons sont la boucle, avec une plaque à charnière ou non, ainsi que diverses plaques décoratives régulièrement distribuées sur le reste du cuir. Au début de l'Empire il y eu un changement général depuis les plaques de ceinturon étroites à d'autres plus larges, coïncidant avec le changement d'usage des deux ceinturons étroits à un seul plus large, comme les ensembles de Velsen (Morel; Bosman, 1989) et Rheingönheim (Ulbert, 1969a), les sources archéologiques les plus complètes pour cette période. D'un point de vue ornement nous pourrions parler de trois groupes de plaques au Ie s. ap. J-C.: celles ornementées d'un placage d'argent, niélée ou une combinaison des deux, dont les motifs décoratifs consistent en desings géométriques ou végétaux, croix de St. André, etc.; les plaques au relief repoussé avec des desings tels que la louve et les jumeaux, scène de chasse, ou un buste cornucopiae (traditionnellement interprété comme Tibère); et enfin, la catégorie des plaques les plus abondantes, au relief repoussé moyennant un simple umbo et des cercles concentriques, dont nous avons un représentant dans notre catalogue, provenant d'Estremera (Madrid) (fig.1,2). Les boucles sont généralement unies à une des plaques au moyen d'une charnière, bien qu'occasionnellement elles puisssent s'intégrer à la plaque même, en acquerrant fréquemment la forme d'un pelte de grande taille, comme notre exemplaire d'Ocaña (fig.1, 5) et bien que d'autres boucles carrées terminées de petits appendices sphériques soient utilisées en même temps. Les ____________________ (7) Nous voulons attirer l'attention sur ces gisements ainsi que sur d'autres situés entre les limites des Provinces de Madrid, Tolède et Guadalajara, puisque les activités de construction qui provoquent des déplacements occasionels de terre et, surtout, l'activité incontrolée des chercheurs clandestins, ont littéralement détruit la zone, d'un point de vue archéologique. Le fait que presque tous les gisements pris en compte dans notre travail et ceux que nous avons signalé dans d'autres publications n'ont pas été pris en compte dans la feuille correspondante de la Tabula (Tabula Imperii Romani, 1993). Dans le projet d'étude de la moyenne vallée du Tage que nous connaissons (Fernández Miranda; Mangas; Plácido, 1990, 15-65), on ommet aussi une série d'enclaves que nous avons documenté par le biais de collections privées et dont les matériels font l'objet de la thèse de doctorat que nous élaborons. Nous espérons que ces pages serviront à sensibiliser ce fait, qui affecte sérieusement la connaissance, afin que dans le futur se maintienne la dynamique archéologique du territoire. (8) Bishop et Coulston défendent l'utilisation de l'appellation balteus et non cingulum pour les deux premiers siècles de notre ère, en se basant sur le fait que le mot cingulum est à peine mentionné dans les sources classiques jusqu'au IIIe s. Balteus est le concept employé, par exemple, sur diverses cartes particulières en papyrus, comme celle d'Appolonus (99 ap. J-C.) et celle de Claudius Terentianus (début du IIe s.), et par des auteurs de la taille de Pline l'Ancien et Tacite (Bishop; Coulston, 1993, 59). ardillons des boucles peltiformes présentent la forme d'une "fleur de lis", alors que les autres sont de simples aiguilles. Durant la période d'Antonin les accessoires du ceinturon changèrent significativement, en incorporant pour la majorité des plaques, boucles et appliques à ce moment là des designs ajourés (quelques uns d'inspiration celte) ou émaillés, une mode qui perdura tout le IIIe s. ap. J-C. (9). Des plaques rectangulaires ajourées et émaillées, dont les extrémités se terminent en peltes sont apparues dans tout l'Empire, depuis la Britanie, tout le long du Rhin et du Danube jusqu'en Syrie (Dura), dans les forts militaires abandonnés durant les évènements turbulents du IIIe s. (10). C'est précisément au troisième siècle quand se produisit un changement important dans l'équipement militaire, puisque l'épée se suspend maintenant à un baudrier, alors que le ceinturon est réservé uniquement pour porter la dague. C'est pour cela qu'à cette période le souhait décoratif se porte sur les accessoires en bronze des baudriers et non sur les ceinturons (11). Les boucles utilisées par ces derniers étaient très simples, généralement de forme circulaire, comme celle de Villarubia de Santiago (Tolède) (fig.1,6), les anneaux pouvant être lisses, en fer ou en bronze, avec ou sans ardillon, ou décorées avec une extension pour emboîter une des appliques. Les types caractéristiques de cette période sont les boucles rectangulaires ajourées et sans ardillon, qui se fixent au ceinturon au moyen d'appliques disposées de chaque côté, en général fongiforme et les agraphes avec des appliques qui reproduisaient la phrase FELIX UTERE (utilise le avec bonne chance), l'exemplaire complet trouvé à Lyon est le représentant de cette dernière catégorie. Nous connaissons peu de chose sur les boucles et les plaques de ceinturon militaires en usage en Hispanie durant le Haut-Empire, un panorama en contraste avec l'abondance des pièces tardo-romaines du même genre. C'est pour cela que les six pièces que nous étudierons ici couvrent partiellement un vide important dans l'archéologie péninsulaire. La plaque d'Estremera (Madrid) appartient à un groupe bien connu et très répandu de balteus militaires de la seconde moitié du Ie s., composés par une boucle peltiforme (du type de celle d'Ocaña) et plusieurs plaques ornementées avec un umbo central qui sont disposées tout le long du cuir. Les plaques en question constituent le type B dans la systématisation des ceinturons pré-flaviens menée à bien par Grew et Griffitts (1991, 49). Les deux extrémités de la plaque sont doublées en formant un tube et un ardillon avec une terminaison bulbeuse qui le traverse, en formant une espèce de "pseudo-charnière", ce qui paraît indiquer que les différentes plaques du ceinturon s'articulaient entre elles. Un exemplaire complet provenant de Rheingönheim (Ulbert, ____________________ (9) A cette période chronologique appartiennent les nombreux bronzes émaillés rencontrés sur notre territoire d'étude, pour lesquels nous concluerons la recherche prochainement. (10) De Commode à Dioclétien, la stabilité interne de l'Empire fut affectée par la guerre civile et l'usurpation. La région du Danube (Illiricum) non seulement fournit les meilleurs soldats, sinon aussi beaucoup des Empereurs de ce siècle. Le recrutement d'Illyriciani pour les unités prétoriennes et de légionnaires en Italie (Depuis le règne des Sévères), ainsi que la plus large extension géographique d'unités d'illyriens eut comme conséquense la faible évolution de l'équipement militaire des modèles danubiens. Le contrôle militaire romain s'étendit au nord de la Britanie, Numidie, Mésopotamie, et fournit un terminus post quem pour l'équipement trouvé dans les nouvelles zones occupées. D'autre part, quelques aires furent abandonnées au IIIe s., comme les forts de la ligne de l'Agri Decumantes et ceux de l'autre côté de Mainz, abandonnés entre 259-260, ainsi que ceux de Dacie autour de 271, ce qui a fourni un terminus ante quem pour les matériels rencontrés là-bas. D'autres zones moins stratégiques, comme Corbridge où une petite fabrica a été documentée, ou le fort de légionnaires de Caerlon abandonné à la fin du IIIe s., ont produit des matériels comparables. Enfin, la plus grande quantité d'équipemment militaire de cette période à été trouvé à DuraEuropos (Syrie), préservé grâce au contexte arride dans les tours et les tunels éffondrés durant la dernière période d'occupation dans le dernier tiers du IIIe s. (Bishop; Coulston, 1993, 122-123). (11) Quelques possibles accessoires de ces baudriers du troisième siècle sont aussi apparus sur notre zone (fig.7, 2), bien que dans ce travail ils soient intégrés dans le groupe des bronzes de harnais, parce qu'il s'agit de phalères à l'interprétation douteuse, ou dans celui des appliques décoratives. 1969, 126) est le représentant paradigmatique de cet équipement, avec les trouvailles de Tekije (Bishop; Coulston, 1993, 59) et Cesena (Righini, 1965, 81, fig.1). Des représentations iconographiques de ces pièces sont conservées sur la stèle de Cassaco. Le fait de ne connaître aucun parallèle péninsulaire pour cette pièce ne doit pas nous étonner, puisque son usage était lié aux cingulum qui supportaient l'épée, une arme réservée aux légionnaires, et leur découverte est tellement rare y compris en Gaule méridionale, du fait que la Narbonaise fut pacifiée avant la période de sa grande utilisation (Depeyrot; Feugère, Gauthier, 1986, 146), on ne connaît aucune pièce au Maroc (12). L'agrafe complète de Villasequilla de Yepes (Tolède), caractérisée par sa boucle en bronze en forme de "D" unie à la plaque au moyen d'un passant en fer, appartient à un type beaucoup plus ancien, chronologiquement parlant, puisqu'elle fut en usage durant les deux premiers siècles de l'Empire, comme le montrent les exemplaires de Caerleon (Zienkievicz, 1995, 111, fig.39, 19) et Sablas (daté de 75-100 ap. J-C.) (Feugère, Tendille, 1989,154, fig.110,273). Boube inclue les exemplaires marocains de Thamusida parmi l'équipement du II-IIIe s. ap. J-C. (Boube-Piccot, 1994, 73-74). Dans l'Empire on a trouvé des pièces de cette catégorie à Arae Flaviae, Zugmantel, Saalburg, Arnsburg et Intercisa, pour n'en citer que quelques unes (13). En Hispanie on connaît des pièces similaires à Conínbriga (Alarcao, 1979, 96, fig.20, 60) et dans le MAN de Madrid (Ripoll, 1986,66, fig.3, 1 et 3) (14). La chronologie du I-IIe s. ap. J-C. reste confirmée, pour notre province aussi, par le mobilier qui accompagnait l'agrafe de la nécropole de Paredes (Alenquer, Portugal) (Horta, 1970, 65 et 73-74, fig.4, 25) et les boucles isolées de Conímbriga (Alarcao, 1979,96, fig.20, 61,62 et 64). Ces dernières apparurent dans des strates du Ie s. ap. J-C., l'une d'elles étant associée à la période de la construction du forum flavien (15). Néanmoins, nous devons noter l'emploi de boucles identiques dans l'hispanie tardo-républicaine, comme l'atteste le campement de Cáceres el Viejo, daté autour de 80 av. J-C. (Ulbert, 1984, 217, planche 10, n°60). Les boucles peltiformes sont des trouvailles fréquentes dans l'archéologie péninsulaire. La datation de spécimens sans contexte est une tâche réellement difficile dans notre province, puisqu'ils se trouvent présents pratiquement durant toute la romanité. Cependant, la majorité des boucles bien datées rentrent dans le monde du Bas-Empire, à cause de leur association avec des agrafes de type simancas et pour se trouver insérées dans la dynamique des "Nécropoles du Douro". Les exemplaires du Haut-Empire, au contraire, ne sont pas toujours identifiés avec succés, bien que nous croyions que les différences morphologiques entre les unes et les autres pièces puissent aider à préciser la chronologie des boucles sans contexte. C'est pour cela que, en nous basant sur des critères stylistiques et des parallèles étrangers, nous n'hésitons pas à cataloguer la pièce d'Ocaña (fig.1, 5) comme du HautEmpire et, bien que cela soit plus difficile à démontrer, possiblement liée à une plaque avec un umbo central comme celle décrite précédemment. La forme interne de la boucle décrite par le pelte terminé par des spirales enroulées sur elles-même, la technique de fabrication implique une lame mince en bronze, ainsi que la taille générale de la pièce qui est de grande dimension, plaident en faveur de cette chronologie. ____________________ (12) Boube rapporte cinq boucles peltiformes dans son inventaire avec ces ceinturons (Boube-Piccot, 1994, 13) bien que ces exemplaires soient apparus sans leurs plaques. Ceci à cause de la perduration de ces boucles jusqu'au IIIe s. ap. J-C., au moins. Nous croyons que l'attribution chronologique des pièces marocaines ne peut être établie en toute sécurité. (13) Ces pièces gardent d'évidentes ressemblances formelles avec les boucles de la lorica segmentata. (14) L'agraffe portugaise est datée du milieu du Ie s. à la moitié du IIe ap. J-C., bien que la datation s'établisse au moyen de parallèles. Une des agrafes du MAN de Madrid a une décoration nielée, alors que l'autre a été inteprétée comme appartenant à une lorica segmentata (Ripoll, 1986, 56). (15) L'universalité des formes de quelques agrafes de ceinturons romains, est attestée avec les exemplaires dont nous parlons, puisque dans la première moitié du IVe s. ap. J-C. nous trouverons à nouveau des plaques rectangulaires avec une décoration incisée et des boucles en forme de "D", qui constituent la forme C, du type a de Sommer, bien que le système reliant la plaque et la boucle reste différent (Sommer, 1984, planche2, n°1-5). Concrètement la pièce tolédane s'incorpore dans le groupe B des boucles peltiformes préflaviennes définies, par Grew et Griffiths, comme celles à la traverse lisse (Grew et Griffiths 1991, 49). Parmi les parallèles que nous pouvons citer nous signalerons les exemplaires de Hod Hill et Verulamium, les deux d'époque claudienne; celui de Newstead, possiblement flavien; celui de Waddon Hill d'époque claudio-néroniènne; celui de Camulodonum, autour de 60 av. J-C.; ou ceux de Richborough (Cunliffe 1968, 93). Nous avons aussi un bon parallèle en argent avec l'agrafe complète de Pompéi associée à une plaque repoussée avec le décor figuré de Neptune et Minerve (Feugère 1993, 227). En Hispanie nous comptons avec la boucle du Haut-Empire d'Ampurias (Palol 21969, 151, fig.26,1), à laquelle il faudrait ajouter celle d'Arcóbriga (Zaragoza) (Caballero 1974, 44, fig.12, 9 à 11) et León (Mañanes 1983, 403, planche 2, 23). Nous voulons mentionner ici une autre boucle peltiforme du HautEmpire, trouvée dans le milieu géographique que nous étudions. Il s'agit d'un exemplaire de Villasequilla de Yepes (Tolède) (fig.1,4), qui illustre un type de pièces avec une chronologie bien définie et qui sont très abondantes dans d'autres provinces de l'Empire, bien qu'en Hispanie elles soient peu représentées. Ce sont les boucles qui présentent une traverse dans l'anneau extérieur qui délimite une forme de croissant et montre un profil en "L", documentées à Hod Hill déjà durant la période de Claude (Brailsford 1962, 93), bien qu'apparemment elles continuèrent à être utilisées jusqu'au III° s., comme l'a signalé Oldenstein (Oldenstein 1976, n°971). Notre pièce tolédane, d'autre part, s'incluerait dans le groupe C des boucles peltiformes préflaviennes proposé par Grew et Griffiths (1991, 49), caractérisé par celles qui possèdent une traverse sillonnée par une profonde moulure convexe. Des boucles similaires, à titre d'exemple, ont été trouvées à Richborough (Cunliffe 1968, 93, planche 35, 96) et à Thamusida (Boube-Piccot 1994, 65-66, n°49). Boube lie la pièce marocaine aux ceinturons du I° s., ornés de plaques rectangulaires, concrètement documentés entre le règne de Claude et de Néron (16). Une autre pièce qui pourrait être qualifiée comme un parallèle exact à notre exemplaire tolédan, est un spécimen du niveau claudien de Hod Hill (Grew; Griffiths 1991, 74, fig.14, n°126). Les boucles peltiformes caractérisiques avec l'élément de liaison trapézoïdal pour accrocher la lanière de cuir, sont aussi représentées sur notre aire avec le spécimen de Villasequilla de Yepes (fig.1,3). L'emploi de ces pièces, tant pour l'équipement équin que pour le soldat, paraît être avalidé par sa présence sur le char de la tombe de Nagy-Look, les éléments de harnais de Brigieto ou les mobiliers personnels des soldats de la nécropole de Lauriacum (Boube-Piccot 1980, 139). Par rapport à leur chronologie, les trouvailles de Dura-Europos, datables entre 165-256 ap. J-C. (Frisch; Toll,1949, 17-18, n°40 et 41), et ceux de la deuxième moitié du IV° s. (Klober 1957, 89, planche 48, 15), paraissent indiquer un usage continu de la fin du II° s. jusqu'à la fin du IV°. De toutes les découvertes connues la série marocaine est une des plus nombreuses, avec treize exemplaires à Volubilis, sept à Banasa, deux à Souk-el-Arba, treize à Thamusida, un à Sala, cinq à Tamuda et deux à Tanger, un atelier de bronzier dédié à la production de ces éléments est aussi documenté à Thamusida (Boube-Piccot 1980, n°156-168, 408-412, 495496, 537-539, 610, 615-618 et 626-627). Cependant, parmi les prolixes boucles de la Mauritanie Tingitane, deux de celles-ci, provenant toutes les deux de Tamuda, peuvent être considérées comme des parallèles exacts de notre exemplaire tolédan, puisque sur celles-ci les volutes du pelte s'unissent au profil extérieur (Boube-Piccot, 1980, n°615-618). Les boucles annulaires, du type de celle trouvée à Villarubia de Santiago (fig.1,6), comme nous l'avons déjà dit, sont propres au III° s., et n'apparaissent pas dans les sources iconographiques de la période tétrarchique. Cependant, il a été constaté que quelques pièces isolées de l'équipement du III° s. eurent une vie résiduelle à l'époque tardoromaine (Bishop; ___________________ (16) Le chercheur français offre aussi une liste avec les trouvailles de boucles peltiformes de l'Empire et leur bibliographie correspondante, à laquelle nous nous remettons (Boube-Piccot 1994, 65, notes 2 à 5). Coulston 1993, 160). Cette explication pourrait justifier l'apparition en Hispanie de boucles annulaires liées à des gisements des appellations "Nécropoles du Douro", comme celle trouvée à La Morterona (Abasolo et alii, 1984, 12, fig.3, 5), aussi bien que la perpétuation d'une mode atavique sur notre territoire. La chronologie initiale de ces boucles, parallèle auquel nous n'avons pas fait allusion, pourrait être plus ancienne que l'on ne pense, puisqu'à Conímbriga un exemplaire y est documenté dans la strate du I° s., appartenant à la phase de construction du forum flavien (Alarcao 1979, 96, fig.20, 65). B.- LES AGRAFES DE CEINTURONS TARDO-ROMAINS D'OUTRE PYRENNÉES. Durant le IV° s. le ceinturon militaire recommence à obtenir le protagonisme qu'il avait perdu dans l'étape immédiatement précédente, puisque l'épée recommence à s'y suspendre. C'est dans cette période que s'enrichissent, décorativement parlant autant les plaques que les boucles, en s'accompagnant d'un bon nombre d'accessoires auxilliaires commes les appliques, boutons et terminaisons de ceinturons avec un abondant déroulement ornemental. Le ceinturon se convertit maintenant en un objet complet s'attachant, selon la thèse traditionnelle, avec les groupes de foederati ou laetes, qui étaient des guerriers germains installés, comme le dit la NOTITIA, en Rhénanie et dans le nord de la Gaule. La germanisation de l'armée romaine durant le IV° s. et le rôle fondamental que cette "barbarisation" eût sur l'implatation des nouvelles modes dans l'équipement, est un thème largement traité par la recherche moderne. Archéologiquement il existe une tendance à considérer comme germanique tous les éléments de ceinturons excisés "kerbschnittgarnituren" plus abondants en Rhénanie et dans le nord de la Gaule, où l'archéologie tardo-romaine est beaucoup plus développée que dans d'autres provinces de l'Empire. Cette interprétation doit être nuancée, puisque nous pouvons constater la répartition géographique de ces objets dans des milieux funéraires, accompagnés d'armes et d'objets de parure, nous verrons qu'effectivement ils correspondent à une tradition germanique, mais si nous prenons en compte d'autres paramètres différents de celui de la distribution funéraire, nous constaterons que des objets analogues se trouvent dans d'autres types d'habitats (villes, etc.), bien qu'ils soient certainement en nombre inférieur (Feugère 1993, 250). Ces ceinturons tardifs évoluèrent à partir de modèles plus simples du III° s. . Dans la première moitié du IV° s. les agrafes étaient simples, formée par une plaque doublée en "U" et les boucles simples, généralement reiniforme ou ovales. En même temps apparaissent les appliques en forme d'hélice, comme compagnes des ceinturons plus larges (10-12cm), en passant postérieurement en association, tout d'abord, avec les agrafes en forme de dauphins de la deuxième moitié du IV° s., décorées d'arcs en fer à cheval (delphinschnallen mit durbrochenem Beschläg) et ensuite avec les plaques à la décoration excisée (kerbschnittgürtelgarnituren). Ces derniers modèles sont les plus communément utilisés à la fin du IV° s. et aux premières décenies du V° s. . A part les exemplaires en bronze, qui seraient ceux que nous avons noté jusqu'à maintenant, on en trouve dans des métaux précieux qui se détachent pour leurs qualités ornementales radicalement différentes des celles des pièces en bronze, puisque sur celles-ci la tradition classique se manifeste pleinement en vigueur. Ainsi l'agrafe de Thetford (Angleterre), présumément occultée au IV° s. ou début du V° s. avec la boucle décorée de deux têtes de chevaux affrontées très naturalistes et une plaque sur laquelle est représentée un satyre au passage (Johus ; Potter 1983, 78-81, fig.6); l'exceptionnel ceinturon de la collection Ortiz , daté autour de l'an 400 et provenant d'Asie Mineure, avec trois panneaux historiés sur lesquels sont représentés la métamorphose de Daphné (Feugère 1992, 125-136, fig.3-6, planche 1); ou l'archiconnu trésor de Ténès (Algérie) avec des plaques travaillées en Opus Interasile extrêmement élaboré et deux boucles, l'une d'elles est décorée de têtes de cygnes qui sont d'un style plus proche des têtes de ces mêmes oiseaux qui achèvent les manches des simpulum et d'autres objets du Haut-Empire, que d'autres pièces tardo-romaines (Heurgon 1958, 31-46, fig.6-7, planche 3-4). Ces pièces au luxueux caractère peuvent sevir d'introduction au nouveau rôle social qu'eut le cingulum à l'époque tardo-romaine, période dans laquelle il se convertit en partie essentielle de l'uniforme d'une société militarisée et comme symbole du rang social, tout autant des soldats que des fonctionnaires civils (17). Les boucles zoomorphes sont caractéristiques de la deuxième moitié du IV° s., formées par une symétrie de lions ou de dauphins affrontés jusqu'à la mortaise de l'ardillon, unies aux plaques à charnières ornementées de motifs ajourés sur lesquels priment les motifs "en trou de serrure". Les différentes catégories de ces pièces ont été signalées par Sommer (1984), alors que la distribution spaciale des différentes variantes se trouve reprise par Böhme (1986, 482-485). Basiquement on distingue: le type Sissy, de diffusion éminément étendu à la Gaule et qui présente une boucle avec une symétrie de lions; le type Sagvar, avec une symétrie de dauphins; le type Colchester, de diffusion de préférence britanique, et sur lequel la boucle présente des dauphins dont les queues s'enroulent pour former un pelte; le type Tongern, version réduite de la précédente puisqu'il ne compte seulement que deux "trous de serrure"; et le type Salona, de diffusion Illirique, avec ses boucles carrées. Les agrafes qui seraient contemporaines de ces catégories sont celles qui ne présentent pas d'ajourés "en trou de serrure", puisqu'elles incorporent tout d'abord sur leurs plaques des appliques en "hélice" qui se répètent ensuite sur le ceinturon. Parmi celles-ci nous trouvons: le type Champdolent à la boucle en forme de dauphin, comme peut être considéré le ceinturon militaire des troupes du nord de la Gaule entre 340 et 380; le type Gala à la boucle rectangulaire, casi utilisé exclusivement par les effectifs militaires du diocèse d'Illirie; et le type Remagen, de morphologie mixte pour compter sur la plaque avec des motifs ajourés "en trou de serrure" et des hélices. Pour toutes ces catégories nous comptons sur des versions de plaque rigide, sur laquelle la plaque et la boucle ont été fondues en une seule pièce, comme le type Muids, version rigide du type Champdolent, etc. (18). En règle générale, les boucles avec un anneau rectangulaire et qui ne présentent pas de têtes d'animaux sont typiques des provinces orientales des rives du Danube et des Balkans. Les boucles de Britanie ou de Gaule qui apparaissent en Orient, ainsi que les garnitures de ceinturon danubiennes trouvées en occident, s'interprètent comme symptômatique du mouvement et de la présence de troupe d'une partie ou de l'autre de l'Empire (Böhme 1986,484). Sur la Meseta sud il a été trouvé plusieurs pièces rattachées aux garnitures décrites, quelques unes élargissent simplement la zone de dispersion des agrafes d'outre Pyrénées déjà connues, comme la boucle en forme de dauphin de Villarrubia de Santiago (fig.2,5), ou la boucle rattachée avec les ceinturons excisés de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero 1986, 253, fig.1,9), mais d'autres éléments documentent des types encore inédits sur notre sol, comme les plaques décorées d'hélices de Borox (fig.1,10) et Ocaña (Tolède) (fig.1,11). ____________________ (17) Comme l'a signalé Pérez Rodríguez-Aragón (1992 et 1992a) l'importance de ceci même donna lieu à ce que le mot même, par metonimia / identification du personnage en fonction du ceinturon, désigna le service militaire (omnes qui militant cincti sunt), en utilisant des expressions comme cingulum sumere ou cingulum mereri, pour se rapporter à l'entrée au service militare actif, cingulum deponere ou liberari cingulo, indiquant la cessation de lui-même; cingulo aliquem exuere ou spoliari cingulo, pour l'expulsion et la dégradation déshonorante, etc. . L'honneur qui comportait l'usage du cingulum, se comprend dans toute sa grandeur si nous prenons en compte que sa concession amenait la cérémonie implicite du serment de la charge. C'est pour cela que sa concession et son ornementation furent l'objet d'une réglementation dans les codes Théodosien et Justinien, et que leurs garnitures figurent dans la NOTITIA DIGNITATUM, parmi les insignes du COMES SACRARUM LARGITIONUM et du COMES RERUM PRIVATARUM. (18) Ceux qui font aussi partie de cette famille: le type Argeliers, avec un motif figuré sur la plaque ajourée et duquel nous avons un possible représentant dans notre région, si nous interprétons l'applique de Borox (fig.10, 14) comme appartenant à une garniture complémentaire à cette catégorie de ceinturon; les agrafes avec une plaque rigide triangulaire, lisse ou ajourée et à la boucle ovale ou reiniforme, desquelles nous comptons avec un unique représentant en Hispanie, découvert en Andalousie et encore inédit, puisqu'il est dans la thèse française non publiée de Gisela Ripoll, que nous remercions pour nous l'avoir fait connaître; le type Furfooz et, enfin, le type Simancas, dont nous nous occuperons dans un autre paragraphes de notre travail. Pour la boucle de Villarrubia, à cause de son état fragmentaireet du fait qu'elle a perdu la plaque qui la complétait, nous ne pouvons préciser exactement le type de garniture auquel elle appartenait, bien que nous plaidions pour son inclusion, à titre de simple hypothèse, parmi celles de type Sagvar ou Champdolent. Néanmoins, nous ne pouvons oublier que ces boucles mêmes ne furent pas toujours accompagnées de plaques ajourées, mais qu'elles apparurent aussi serties à des plaques rectangulaires ou ovales sans cet ornement. En Hispanie on connaît depuis pas mal de temps des exemplaires de la famille des agrafes avec une boucle zoomorphe et une plaque au décor ajouré en "trou de serrure". On peut en interpréter certaines comme étant d'origine extra péninsulaires, notamment celles de Sant-Josep (Castellón) (Rosas 1980, 202-203, fig.2,12) et La Olmeda (Palencia) (Palol; Cortes 1974, 91-92, fig.22,1) (19), alors que d'autres ont été interprétées comme des copies hispaniques, comme celles de Castillo Billido (Soria) (Lucas 1977, 41, fig.47) et le château de La Yecla de Silos (Burgos) (Palol 1969,146, fig.25 bis) (20), en se distinguant les unes des autres du fait que les hispaniques possèdent un système de charnière pour s'unir à la plaque alors que les modèles étrangers ne l'ont pas. D'autres pièces, qui conjuguent les caractéristiques des agrafes en forme de dauphins, extrapéninsulaires et Simancas, sont appelées par Pérez Rodríguez-Aragón de "Type intermédiaire", catégorie parmi lesquelles se trouvent les bronzes de Tirig (Castellón), formellement similaire au type Colchester mais qui présente des appliques rivetées qui se fixent au cuir (Rosas 1976) et Argeliers (Aude, France) (Palol 1969, 150, fig.25,4) (21). La boucle de Villarrubia de Santiago, qui est brisée au niveau de la tige qui l'unissait à la plaque, nous empêche de dire si elle avait des charnières ou si elle se fermait avec une traverse droite, nous paraît plus en connection avec les exemplaires étrangers de La Olmeda et Sant Josep, qu'avec le reste de ceux trouvés en Hispanie. Le caractère plus naturaliste des dauphins que sur les agrafes de Silos et Tirig et la casi impossibilité de ce que la zone d'insertion avec la plaque soit achevée de peltes, nous fait penser qu'elle appartient à une agrafe d'origine extra-péninsulaire, puisqu'on ne peut juger concrètement de la morphologie. Chronologiquement, les boucles en forme de dauphin avec une plaque ajourée sont datées entre 350 et 380, selon se qui découle de l'analyse de quelques contextes funéraires appartenant à la Gaule et à la Pannonie, en étant synchrones en grande partie avec l'appellation "Horizon Kerbschnitt" (Böhme 1986, 482). Nous avons fait connaître la boucle de La Bienvenida (Ciudad Real), il y a quelques années (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero 1986, 253, fig.1,9), en la rattachant avec les garnitures excisées propres à la charnières du IV° au V° s., nous parlerons de celle-ci plus loin ainsi que de la terminaison du ceinturon excisée de Villarubia. Les fragments de plaques de Borox (fig.1,10) et Ocaña (fig.1,11) marquent une nouvelle étape dans notre connaissance sur les agrafes tardo-romaines hispaniques, puisqu'ils représentent un nouveau type de bronze qui n'ont pas été documenté chez nous, nous nous référons aux agrafes qui incorporent une hélice casi étendue sur leurs plaques. Nos exemplaires tolédans seraient l'adaptation hispanique des agrafes de type Champdolent ou de type Gala, les premières à la boucle zoomorphe avec des dauphins affrontés et les dernières avec une boucle rectangulaire (Sommer 1984, 36, planche 14, n°5 et 6) tout en ne pouvant préciser le type exact ____________________ (19) Sant Josep est un village fortifié tardo-romain dont la dernière période d'occupation a une date post quem du dernier tiers du IV° s. . Rosas, qui publia pour la première fois cette boucle, la date de la fin du IV° ou début du V° s., selon des critères stylistiques dérivés de la comparaison avec des pièces publiées par Bullinger. L'exemplaire de La Olmeda se trouvait dans le carré 6 de la pièce 12, au sud de l'abside de la pièce 11, avec un grand vase de TSHT Drag.37. (20) Castillo Billido est un fort de longue date, entre le IV° et le VI°s. ap. J-C., dans lequel apparurent d'abondants matériels tardoromains, surtout TSHT décorée au moule. L'agrafe de la Yecla aparut dans une des appellations "Callejones", avec des matériels tardo-romains. 21) L'agrafe de Tirig apparut dans une sépulture de la seconde moitié du IV° s. avec un couteau de type Simancas. auquel elles appartiennent, puisque la boucle n'est pas conservée. Il y a aussi la possibilité qu'elles puissent coller avec la variante de la plaque rigide de type Muids, puisque l'extrémité de la plaque ou s'insère l'ardillon n'est pas conservée, nous ne connaissons pas le système d'union de ces deux éléments (Sommer 1984, 38, planche 16, 7). Le type Champdolent compte une diffusion éminément en Gaule, c'est l'exemplaire paradigmatique de cette série, découvert à Niederbreising, qui est un excellent parallèle pour notre exemplaire de Borox, alors que le type Gala est caractéristique de la zone danubienne (22). Son hispanisme serait dû à la présence d'appliques s'accrochant au cuir, un mode de fixation éminément péninsulaire de la période tardive, bien que nous connaissions quelques cas en Gaule pour lesquels on préféra aussi les appliques par rapport aux rivets. Celles de Saint Clément ou Nîmes, mis à part l'agrafe archiconnue d'Argeliers, seraient les moins répandues (23). C.- LES TERMINAISONS DE CEINTURONS TARDO-ROMAINS ULTRAPYRENAÏQUE Nous avons trois pièces appartenant à des terminaisons de ceinturons tardo-romains, dont l'intérêt principal réside dans le fait que c'est la première fois que sont publiés, ce type d'objets dans notre pays, jusqu'à maintenant. Deux d'entre elles appartiennent à chacune des catégories de terminaisons bien connues hors de nos frontières, nous nous référons à la pointe amphoriforme de Mazaranbroz (Tolède) (fig.1,9) et à celle excisée de Villarrubia de Santiago (Tolède) (fig.1,8), alors que pour l'autre il s'agit d'une terminaison peltiforme, de Villarrubia aussi, pour laquelle nous n'avons pas réussi à trouver de parallèles (fig.1,7) (24). Les terminaisons amphoriformes sont généralement rattachées aux garnitures avec des boucles en forme de dauphins, dont les appliques adoptent fréquemment la forme en "hélice". Keller a divisé ces pièces en cinq principales catégories, l'exemplaire tolédan est inscrit à la forme A, carcactérisée par les 'anses/poignées' en double volutes qui laissent un orifice central reiniforme (Keller 1971, 45-46, fig.18, 7-11). D'autre part pour le corps amphoriforme, Simpson a distingué deux principaux types de profil, cylindrique et globulaire, (Keller 1971, 45-46, fig.18, 7-11). D'autre part pour le corps amphoriforme, Simpson a distingué deux principaux types de profil, cylindrique et globulaire, alors que les 'anses/poignées' peuvent se présenter de façon peltiforme ou reiniforme (Simpson 1976, 198-200). Pour Simpson ces pièces, dans l'ensemble, ont une grande uniformité conceptuelle pour leur design, en ce qui concerne l'hypothèse des exemplaires repris dans son catalogue, qui représente la production d'un nombre limité d'ateliers dans un laps de temps peu étendu, bien que l'apparition d'imitations locales en Germanie pourraient invalider cette thèse (Sommer, 4,51). Sommer reprend ces pointes de courroies dans sa forme B, en distinguant à nouveau deux variantes, ce qui fait coller notre pièce au type a (Sommer 1984, 49-51, planche 19). En Hispanie on avait la certitude de connaître, du moins d'avoir vu, ces terminaisons de part l'influence qu'elles exercèrent sur quelques agrafes Simancas, comme celle découverte dans la Province de Burgos, dont la plaque reproduit le récipient (Palol 1969,149,fig.24, 6), mais on ne connaissait pas d'authentiques terminaisons comme celle que nous étudions, à l'exception d'une pièce originaire de Bétique déposée dans le Musée de ____________________ (22) Nous avons fait connaître la pièce provenant d'Ocaña dans notre travail sur les appliques hispaniques (Aurrecoechea 1994, n°69), en la confondant avec un de ces objets. Après la restauration de la pièce qui eût lieu postérieurement à cette étude, nous avons pu observer que les traverses de l'hélice se trouvaient brisées sur un côté, nous devons modifier la première interprétation puisque nous sommes devant une plaque de ceinturon fragmentée. (23)Nous reparlerons de façon plus étendue, dans nos conclusions, de ces exemplaires de Gaule et d'autres pièces avec des rivets à boutonner au lieu de rivets enchâssés. (24) Nous avons aussi des doutes sur la chronologie exacte de cette dernière pièce, bien qu'elle soit attribuée à un gisement prolixe en bronzes militaires tardo-romains, comme c'est le cas pour Villarubia, nous ne pouvons écarter le fait qu'elle soit antérieure. Sa forme générale, qui rappelle les terminaisons amphoriformes, pourraient cependant avaliser une datation tardive. Maguncia (25). La terminaison andalouse, qui ne conserve pas la pointe du sertissage avec la courroie, est très similaire au modèle tolédan, puisque les deux possèdent un corps losangique et des anses/poignées reiniformes. Ces terminaisons amphoriformes sont très communes en Gaule, beaucoup d'entre elles montrent une décoration de cercles estampés comme sur notre exemplaire, nous pouvons citer à titre d'exemple parmi les parallèles français la pièce du cimetière d'Evreux (Fauduet 1992,115, n°874), bien qu'elle ait une plus grande similitude formelle avec deux pièces de l'Hérault, trouvées respectivement à Loupian et Béziers, puisque la première présente des 'anses/poignées' casi identiques et la seconde possède un corps losangique et un shéma général qui concorde avec la pièce de Mazaranbroz (Feugère 1993, 253, n°17 et 18). Les terminaisons de Pritzier (Sommer 1984, planche 19, 11) sont d'autres parallèles formels. La datation de la seconde moitié du IV° s. est valable pour de nombreux contextes funéraires, comme la sépulture de Saint Marcel (Paris) (Bonnet et alii, 1989, 197, n°175) et les nécropoles de Panonie, en association dans ces dernières avec des fibules cruciformes de type Keller 3 (datées entre 340-360), Keller 4 (350-380), Keller 5 (370-400) et Keller 6 (première moitié du V° s.), ainsi que des monnaies de Julien, Jovien, Valentinien I, et Gratien (Keller 1971). La terminaison lancéolée de Villarubia de Santiago, décorée d'une série de peltes excisés (fig.1, 8), appartient au groupe des Kerbschnittgürtelgarnituren, alors que les larges ceinturons, décorés de larges plaques excisées, possèdent des boucles dont les extrémités sont décorées d'animaux mordant l'axe de la pièce. Formellement la pièce tolédane s'inscrit dans la forme B, type c, variante 1b de Sommer pour les pointes de courroie (Sommer 1984, 52, planche 20) et dans le type V A de Chadwick (Chadwick 1961, 63-64, fig.23). Les bronzes excisés commencèrent à être utilisés pendant le règne de Valentinien (364-375), perdurant jusqu'à celui d'Honorius (393433), bien que la grande période d'utilisation fût le dernier tiers du IV° s., et durant tout le V° s. soit documentés de scènes figuratives niélées. Au moment du changement de siècle et les deux premières décades du V° s. apparaît le type Checy, une simplification du type B, bien qu'il ait un plus grand développement de la décoration animalistique du contour des pièces; et le type Vieuxville, formé par trois plaques rectangulaires ayant chacune des arrêts tubulaires et une décoration d'astragales. C'est à ce moment là que la décoration animalistique héraldique ou configurant des persécutions, combinée avec des décorations géométriques ou végétales, se généralisent autant sur les plaques que sur les appliques et les arrêts de courroies jusqu'à conformer sur les pièces un authentique "HORROR VACUI", propre à cette période. Cependant d'autres types sont beaucoup plus simples puisqu'ils montrent uniquement une boucle avec sa plaque, comme par exemple les types Herbergen, Misery et Vermand. La carte de répartition des bronzes militaires excisés comprend principalement la ligne du Rhin et le Danube Supérieur, le nord de la France, le sud-est de l'Angleterre (fig. 16, 14), et bien que l'on ait aussi constaté quelques trouvailles isolées en Afrique du Nord et comme nous le verrons par la suite en Hispanie (26). Les terminaisons excisées ornées de peltes et dont la syntaxe décorative garde des parallélismes avec l'arrêt de courroie lancéolé de Villarubia sont, par exemple, celles de la garniture du type A d'Abbeville (Somme) (Bullinger 1969b,149-159,fig.4 et 8), Trier (Sommer 1984, planche 20, 11), Lambaesis (Bishop; Coulston, 1993, fig.128, 3 et 9), sépulture 6 d'Oudenburg, Houdan (Bullinger, 1969a, fig.24, 2, fig.28,2), Leicester (Chadwick 1961, 63, fig.23,a), etc. Bien que son parallèle le plus proche se trouve sur une terminaison d'Annaba (Tunnis) (Sommer 1984, planche20,9). Deux pièces documentées en Hispanie, trouvées toutes les deux sur La Olmeda (Pérez Rodríguez-Aragón 1992a, n°23 et 24), appartiennent à des garnitures excisées du type A. La contre plaque de La Morterona (Pérez Rodríguez-Aragón 1992, n°25) est une variante du type _____________________ (25) Nous connaissons cette terminaison grâce à l'amabilité de Gisela Ripoll, qui l'a incorporée à sa thèse de l'Université de La Sorbonne sur l'Archéologie funéraire de la Bétique, à travers la collection du Musée de Maguncia. (26) Nous n'incluons pas sur notre carte la zone du nord de l'Italie car les pièces qui s'y rattachent ne sont pas attribuable avec une grande certitude à leur authentique provenance. B, de diffusion principalement illirique, alors que l'applique d'Andorre se trouve, en général, associée à des garnitures du type A (Canturri et alii 1985, 65-68). Dans le Musée de Maguncia se trouve une pointe de courroie excisée, provenant de Bétique, avec un design décoratif et morphologique légèrement différent du bronze tolédan dont nous parlons (27). Nous avons enfin, la plaque réutilisée sur une agrafe d'Hornillos del Camino (Palol 1969, 144-145, fig.24, 5), dont la filiation typologique ne peut être fixée avec certitude (28). D'autres pièces apparentées aux ceinturons à la décoration excisée, bien qu'elles apparaissent aussi associées à des plaques avec un autre type de décor et y compris lisses, comme les boucles décorées de têtes d'animaux dirigées vers l'axe de la pièce, qui ont été trouvées dans la grotte des Murciélagos de Zuheros (Cordoue) (Vera 1994, 69-71) Can Bosch de Basea (Morral et alii 1980, 13, fig.26), Monsanto (Santos; Ponte, 1980, 60-61) et dans la Meseta Sud sur La Bienvenida (Ciudad Real). A part les exemplaires portugais et de Castille-La Mancha, les deux autres boucles sont très simplement décorées. Leur filiation ultra pyrénaïque pourrait être mise en doute, pour être détachées des plaques excisées auxquelles, sûrement, à ce moment là elles furent incorporées, bien que, comme Pérez Rodríguez-Aragón nous n'hésitions pas à incorporer ces pièces dans le monde des kerbschittgürtelgarnituren, puisque d'autres exemplaires, sans aucun doute excisés, ont été trouvés dans la Meseta Castillane. D'autre part, jusqu'à maintenant, nous n'avons constaté aucun exemplaire de ces boucles rattaché à une agrafe de type Simancas ou de type intermédiaire, alors que cela s'est fait avec des boucles en forme de dauphin. Ce dernier renseignement viendrait avaliser, selon nous, le caractère péninsulaire des pièces connues, en élargissant donc l'aire de dispersion des bronzes excisés et des garnitures voisines, qui actuellement s'étendent sur Palencia, Burgos, Tolède, Ciudad Real, Cordoue, Barcelone, Andorre et Castelo Branco (Portugal) (29). Ces boucles avec des têtes d'animaux sont documentées dès la période de Valentinien I (364-375) à Honorius (393-423), leur aire de dispersion principale étant: le nord de la Gaule, la Rhénanie, le N-O de l'Allemagne et la Britanie (Böhme 1986, 473). D. LES AGRAFES DE CEINTURONS DE TYPE SIMANCAS Ces agrafes sont bien connues de l'archéologie péninsulaire, non seulement parce que leur trouvaille est relativement fréquente dans les fouilles tardo-romaines, sinon parce qu'en plus elles ont joui du privilège d'avoir été une des catégories de bronzes qui a attiré en premier l'attention des chercheurs hispaniques. C'est à Palol que l'on doit le premier travail systématique sur celles-ci (1969), continué et élargi par Caballero dans son travail sur Fuentespreadas (1974). Récemment, Pérez Rodríguez-Aragón leur a dédié plusieurs études dans ses articles d'ensemble sur les cingula militae (1992 et 1992a), tellement que les références à cet auteur sont indispensables. ____________________ (27) Nous avons eu à nouveau connaissance de cette terminaison par Gisela Ripoll (voir note 21). (28) La patte excisée d'Andorre a été trouvée dans un habitat fortifié de hauteur, dont la valeur stratégique fit qu'il fut pratiquement occupé tout au long de l'histoire. L'antique Saldania a fourni une nécropole du type "Douro", datable jusqu'au V° s. sur la zone de La Morterona, et dans fouilles on a trouvé une plaque excisée. La villa de La Olmeda, où deux bronzes excisés sont apparus en plus, est un paradigme des riches résidences des propriétaires terriens latins de la Meseta. Finalement la plaque réutilisée, d'Hornillos del Camino, est aussi inscrite à une des nécropoles de type "Douro". (29) La grotte des Murciélagos, bien que plus connue pour son faciès Néolithique, a une occupation tardo-romaine documentée par des sigillées paléochrétiennes et des monnaies du IV° s., la boucle apparut dans des travaux de nettoyage réalisés en 1991. La pièce de Can Bosch a été trouvée dans la zone des termes, dans des niveaux remués, avec une monnaie de Claude, en étant inscrite à une villa occupée jusqu'au milieu/fin du V° s., qui a fourni des matériels métalliques similaires à ceux de la zone de la Meseta. L'exemplaire de La Bienvenida a aussi été trouvé dans des couches remuées, et il est rattaché à un gisement dont les bronzes tardo-romains montrent le même horizon culturel que l'appellation des "nécropoles du Douro". Enfin, la boucle de Monsanto manque de contexte. Il s'agit d'une catégorie d'agrafes typiquement hispaniques, comme paraît l'attester son aire de diffusion, et dont l'origine paraît dériver des garnitures à la décoration ajourée qui dominèrent jusqu'à l'arrivée des agrafes excisées, et parmi elles, qui sont surtout mis en connection avec celles décorées "en trou de serrure". La connection en question avec les cingula militae européens mitdurbrochenen Beschläg fut déjà établie par Sommer, qui inclua le type Simancas dans sa Sorte II, form B, typ e, c'est à dire, comme un élément supplémentaire dans la large famille des agrafes ajourées, bien que montrant sa claire localisation hispanique (Sommer 1984, 35). L'articulation de la boucle avec la plaque au moyen d'une charnière, ainsi que l'assujetissement du bronze au cuir au moyen d'appliques, seraient cependant chacun des traits d'une mode atavique qui apparenterait ces pièces avec les ceinturons utilisés durant les II° et III° s. ap. J-C. Les boucles présentent deux variantes fondamentales, déjà signalées par Palol et Caballero Zoreda: peltiformes et rectangulaires, les premières s'enracinant étroitement avec celles du Haut-Empire. Une particularité des agrafes de type Simancas est, cependant, la présence d'un type déterminé de boucles qui n'a pas été documenté parmi les ceinturons des autres catégories. Nous nous référons aux boucles caractéristiques que nous appellerons "cornues", singularisées par leur arrêt en forme de sphères. Pérez Rodríguez-Aragón préconise que ces boucles pourraient dériver des modèles du III° s., qui ont comme prototype l'agrafe du NUMERUS OMNIUM, en signalant que la forme rectangulaire avec des protubérances dans les angles des pièces européennes évolua en Hispanie jusqu'à se convertir en boucles trapézoïdales avec des appendices développés terminés par des boules (30). Cependant, selon nous, l'origine de ces boucles serait plus ancienne, en devant chercher, comme pour la plupart des cas en nous informant sur les ancêtres morphologiques de la métallurgie tardive, dans un type de pièces militaires du Haut-Empire plus ancienne, les boucles au profil concave et aux terminaisons globulaires. Les similitudes entre ces deux catégories de pièces sont évidentes. Les unes comme les autres présentent deux charnières, et bien que l'apparence générale de la boucle soit carrée, les trois côtés qui ne sont pas en contact avec la plaque du ceinturon s'arrondissent, en présentant généralement une section en "D". Le côté droit qui supporte la paire de charnières présente souvent des moulures, ainsi, le transit entre la terminaison sphérique et le corps de la boucle est marqué d'une moulure. La note distinctive principale se trouve dans le fait que sur les spécimens du Haut-Empire les sphères terminales sont fréquemment d'une taille beaucoup plus petite, alors que sur les boucles tardives ont de telles proportions que cela les convertit en d'authentiques protagonistes décoratives de la pièce. La forme de l'assujestissement à la plaque varie aussi, puisque les boucles du HautEmpire s'unissent à cet élément au moyen d'une traverse droite dans laquelle s'insère la charnière de la plaque repliée, faisant partie des cingula constitués par des segments métalliques articulés, propres aux premiers siècles de l'Empire. Cependant, les boucles tardoromaines s'unissent à la plaque au moyen de charnières, bien que l'on connaisse aussi des boucles "cornues" du Haut-Empire ayant ce système d'union. Les boucles du Haut-Empire avec des terminaisons sphériques ont été documentées dans des contextes militaires britaniques dès la fin du I° s., comme par exemple à Wroxeter et Richborough, ce dernier campement étant daté entre 80-120 ap. J-C. (Cunliffe 1968,93-94, planche 35, 9798), et bien qu'elles soit connues sur d'autres gisements datés des deux premiers siècles de notre ère, comme à Arae Flaviae (Planck 1975, 186, planche 71, 12), Oberstimm (Böhm 1978, 171 et ____________________ (30) Cet auteur mentionne une boucle fragmentée de Carnuntum identique aux hispaniques, qu'on a voulu dater du Haut-Empire, bien qu'il indique que cette aglomération panonique fut aussi un cantonnement de troupe et aussi une FABRICA au Bas-Empire, ce qui paraît indiquer que leur chronologie pourrait être tardo-romaine. A notre avis une telle possibilité est très douteuse, si nous tenons compte du fait qu'il existe des boucles "cornues" du Haut-Empire semblables; et qu'en plus la distribution spaciale des boucles tardives est essentiellement hispanique, ne se trouvant qu'à peine documentées parmi la culture matérielle tardo-romaine des zones comme la Gaule ou l'Afrique du Nord, avec lesquelles nos bronzes du Bas-Empire manifestent tant de contacts. Sur ces territoires nous ne connaissons que deux boucles "cornues": celle de Montpellier et celle de Volubilis. 206, 138-139), dans les tours du mur d'Hadrien (Bank East) (AllonsonJones 1988, 216, fig. 5) et à Volubilis (Boube-Piccot 1994, 109, n°187) (31). Néanmoins, son utilisation paraît débuter durant la république, comme l'atteste une pièce hispanique trouvée dans le campement de Cáceres el Viejo, aproximativement en usage jusqu'en 80 ap. J-C., qui ressemble à un des exemplaires de notre catalogue provenant d'Ocaña (fig. 2, 7), à cause du fait qu'elle présente des terminaisons spériques dans tous les angles (Ulbert 1984, 217, planche 10, n°62). Un autre parallèle pour cette pièce tolédane, se trouve être une boucle anglaise datée du HautEmpire et provenant de South Shields, de forme rectangulaire aussi, avec des appendices dans chaque angle et deux charnières pour l'union avec la plaque (Allanson-Jones; Micket, 1984,194,n°623). Ainsi même, le groupe F de Grew et Griffiths (1991,49,76,n°156) inclut une boucle "cornue" en os trouvée à Colchester et datée entre 44-55 ap. J-C.. L'exemplaire hispanique d'une chronologie clairement du Haut-Empire se trouve être une des boucles de Conímbriga, découverte dans la couche du I°s.quand le Forum flavien a été construit (Alarcao, 1979,96-97, fig.20,67). D'autres pièces péninsulaires probablement du Haut-Empire pourraient être les trois spécimens de Citania de Briteiros (32) (Palol,1969,151,fig.25,7,8 et 11), une autre paire de Conímbriga (Alarcao,1979,97,fig.20,68; Palol,1969,151-152,fig.25,6) et une de León (Mañanes, 1983,403,planche 4,24). Les terminaisons sphériques assorties ne seraient pas exclusives de l'équipement personnel, on les trouve aussi parmi une série d'anneaux d'attelage, dont l'apparence morphologique est très similaire à nos boucles hispaniques, et qui se situent temporalement au début du II°s., comme paraît le montrer le spécimen de Verulamiun (105-115 ap. J-C.) (Frere,1972,130,fig.40,125). Sur notre aire des boucles "cornues" tardo-romaines ont été documentées sur les gisements de Villarrubia de Santiago (fig.2,1), Puebla de Montalbán (fig.2,3) et Carpio de Tajo (fig.2,4), toutes cellesci inédites et appartenant au milieu ambiant tolédan, auquel il faudrait ajouter un spécimen fragmenté de Huete (Cuenca) (33). A celles-ci il faudrait ajouter d'autres exemplaires hispaniques aussi, apparus détachés de l'agrafe à laquelle ils furent autrefois liés, comme celle de Palencia (Caballero,1974,42,fig.12,5), Arcóbriga (Caballero, 1974,42 et 44,fig.12,6et7), Musée Archéologique National (Caballero,1974,42 et 44,fig.12, 8 et fig.43,4), Santo Tomé del Puerto (Ségovie) (fig.2,2) et Musée de Linares (34). Les agrafes de type Simancas possédant des boucles "cornues" sont celles de La Morterona (Abasolo,1984,9 et 11, fig.3,1), Castillo de Soria (Caballero,1974,42,fig.12,3), Fuentespreadas (Caballero,197440,fig.11,1 et 2) et Penadominga (Nuñez,1976,286287,fig.3). D'autres boucles tardives apparues en Hispanie, présentent des formes plus simples, généralement en D, comme la pièce de Borox (fig.2,11), dont l'anneau applani de section en L l'apparente aux exemplaires de la Cueva del Pany et Liédana (Pérez RodríguezAragón,1992a,n°5 et 20, fig.15, 3 et 4). Comme le signala Pérez, habituellement elles se trouvent rattachées à des agrafes recomposées à partir de plaques fragmentées, comme celle de La Nuez de Abajo et celle d'Hornillos del Camino, ce dernier spécimen réutilise une plaque excisée. Finalement nous incorporons à l'ensemble des pièces tardives, une des boucles de Villarrubia de Santiago (fig.2,8), pour ses vagues ressemblances avec celle trouvée dans la Cueva de los Murciélagos (Vera,1994,69-71) et ses analogies avec quelques pièces de la nécropole du Bas-Empire de Laukhills (Clarke,1979,fig.34), bien que nous n'ayons pu fixer exactement la chronologie de l'exemplaire tolédan. ____________________ (31) La pièce marocaine sans contexte stratigraphique, est incluse par Boube parmi les boucles tardives de son catalogue, bien qu'il soit possible que sa datation soit plus ancienne. (32) Pour l'une d'entre-elles, Palol lui-même la considérait chronologiquement antérieure au IV°s. (Palol, 1969,151). (33) Nous connaissons cette pièce de Cuenca grâce à l'amabilité du Dr Angel Fuentes, qui l'a incorporée dans sa thèse doctorale inédite. (34) Celle de Linares manque de provenance, et fut incorporé dans notre Mémoire de Licence, encore inédit, sur les bronzes romains de l'Orétanie. Par rapport aux plaques des agrafes de type Simancas, Pérez Rodríguez-Aragón a signalé son accord, d'un point de vue dimentionnel, avec les cingula ultra-pyrénaïques de la première moitié du IV° s., puisqu'en général elles sont assez étroites, ce qui conditionne une décoration à base de thèmes sériés, parmi lesquels se détachent les arcs en fer à cheval longitudinaux comme ceux de la plaque de Carpio de Tajo (Tolède) (fig.3,4) et les tiges serpentées ou enroulées présentes sur la plaque trouvée aussi à Carpio (fig.3,2). Une des plaques de Carpio (fig.3,4) est exceptionnelle de part le métal qui la compose, celui-ci étant du plomb. Bien que nous connaissions des appliques décorées en plomb, concrètement pour l'attelage, comme une plaque rectangulaire ajourée de Volubilis et une phalère discoïdale de Solua (Boube-Piccot,1980,156-157,n°203), nous nous inclinons à penser que notre pièce tolédane est plus un essai de fondeur. Ces essais se réalisaient pour vérifier la qualité et la finition du moule, au moyen d'un métal bien meilleur marché comme le plomb, ce qui est attesté pour le monde militaire dans une pièce de Brigetio, entre autres (Bishop; Coulston,1993,fig.134,5). Son caractère non fonctionnel serait avalisé, à part pour la fragilité du métal, pour le fait aussi que les appendices annelés qui font charnière pour l'insertion de la boucle ne furent jamais perforés (35). Cet exemplaire garantirait la production autochtone de bronzes dans le cadre de la Meseta Sud pendant la période tardo-romaine, un phénomène déjà pressenti depuis quelques années à cause de l'abondance et l'hétérogénéité des trouvailles sur cette zone (36). Les agrafes décorées longitudinalement d'arcs en "fer à cheval" sont celles de La Morterona (Palencia) (Abasolo,1984,12,fig.3,3), La Nuez de Abajo (Burgos) (Palol,1964,89,fig.9,3) et Fuentespreadas (Zamora) (Caballero,1974,3940,fig.11,1), autant l'exemplaire de Burgos que celui de Palencia ont pu avoir des plaques avec deux anneaux pour l'insertion de la boucle, tout comme la pièce que nous présentons. La plaque de Carpio décorées d'enroulements (fig.3,2), jouit de bons parallèles parmi les gisements classiques de l'appellation "Culture du Douro". Parmi eux, l'agrafe de la tombe 52 de Simancas serait la plus proche de notre exemplaire (Palol,1969,139,fig.24,3). Les similitudes dimentionnelles et décoratives entre le bronze tolédan et celui de Valladolid sont si nombreuses qu'elles paraissent indiquer un même moule pour les deux objets. Seul le travail à froid qui perfora les cavités de la tige serpentée, était seulement sommairement indiqué dans le moule comme on peut le vérifier sur l'extrémité proche de la boucle du Carpio, et la décoration postérieure complémentaire, à froid aussi, différencièrent les exemplaires. Ainsi, alors que la plaque de Simancas fut complétée d'une frise de chevrons, celle de Carpio le fut par une frise de "SSS" estampée. Une frise similaire à la tolédane comme le montre une autre agrafe décorée aussi d'enroulements ajourés, celle de Fuentespreadas (Caballero,1974,40,fig.11,2). Des plaques similaires à celle que nous étudions sont aussi les exemplaires de Castillo de Carpio Bernardo (Salamanca) (Martin Valls,1982,195,fig.3) et La Morterona (Palencia) (Abasolo,1984,9 et 11,fig.3,1). D'autres plaques de type Simancas ne sont pas aussi étroites, que celle trouvée à Villasequilla de Yepes (Tolède) (fig.3,1) qui possède en plus une décoration non encore documentée parmi les agrafes de cette catégorie. Sa syntaxe décorative garde une certaine ressemblance avec une des agrafes de La Morterona (Abasolo,1984,11,fig.3,2), bien que ce ne soit que d'un point de ____________________ (35) Ce qui étonne, cependant, c'est la parfaite finition des motifs ajourés en forme de "fer à cheval", qui paraissent avoir subi postérieurement un travail à froid. Cette particularité pourrait indiquer une fonction différente pour cette pièce, bien qu'également liée avec le processus de fabrication de l'agrafe achevée en bronze. Il pourrait s'agir alors d'un modèle réalisé en plomb, comme cela arriva au préalable pour la confection en série de moules en argile afin de confectionner des bronzes à la cire perdue, bien que cela soit un procédé dont nous n'avons pas la preuve constante à l'époque romaine. (36) Nous avons en étude une applique rivetée peltiforme inachevée du type II-I-2-a de notre typologie (Aurrecoechea, 158-160), trouvée à Puebla de Montalbán (Tolède), dont nous avons eu connaissance récemment et qui documente à nouveau la production de bronzes à usage personnel/harnais sur notre zone. vue de la symétrie des éléments disposés autour d'un axe central transversal, alors que les deux anneaux qu'elle possédait pour l'insertion de la boucle, la rapproche du modèle caractéristique des agrafes hispaniques tardo-romaines. Quelques plaques ne présentent pas de décoration ajourée, sinon estampée ou incisée, comme celle de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernandez Ochoa; Caballero,1986,253,fig.1,8), Ocaña (fig.2,7), Almendros (Cuenca) (fig.2, 12), Villasequilla de Yepes (fig.3,3) et Dehesa de la Oliva (Torrelaguna, Madrid) (Cuadrado,1991,fig.21). Parmi ces pièces nous nous arrêterons sur les trois premières citées, dont les plus grands côtés concaves se terminent aux quatre coins par des appendices sphériques ou en formes de gland, un groupe que nous complèterons d'autres plaques totalement lisses mais de morphologie identique, comme celle de la province de Cuenca (fig.2,6) et celle de Villasequilla de Yepes (fig.2,10). Ce groupe d'exemplaires inscrit dans le type Simancas n'a pas fait l'objet d'une attention particulière jusqu'à maintenant, probablement à cause du nombre réduit de pièces connues, désormais avec les nouveaux renseignements, donc l'accroissement du nombre de pièces qui s'est produit et les particularités propres qui font qu'elles se ressemblent comme des soeurs, ont peut assurer qu'elles forment un groupe spécifique parmi les agrafes hispaniques. Parmi les pièces connues on peut établir deux apartés, un qui comprend les grandes plaques décorées de cercles estampés, et un autre composé de petites plaques complètement lisses, la taille de ces dernières est peut-être plus adaptée pour des baudriers que des ceinturons (37). Autant les unes que les autres possèdent de hautes appliques, c'est à dire, sur lesquelles la longueur de la tige d'union du disque de l'applique et le corps de la plaque sont relativement grandes. De même, elles ont toutes deux anneaux pour l'insertion de la boucle, un trait qui peut être interprété comme typiquement hispanique. En dehors du milieu géographique concernant cette étude, nous connaissons seulement une agrafe qui peut être mise en relation avec la catégorie dont il s'agit, elle est déposée dans le Musée Archéologique National (Ripoll, 1986,64,fig.4,1), et qui ne possède que deux appendices sphériques, la forme de la plaque étant en plus rectangulaire et non concave, comme pour les exemplaires que nous étudions (38). Ceci pourrait supposer que la diffusion de ces agrafes est éminément de Castille-La Manche, ou plus largement de la Meseta Sud, un renseignement qui devra être corroboré dans le futur. Ces agrafes Simancas au profil concave avec des appendices aux quatre coins, que nous singulariserons comme une variante Bienvenida, pourraient avoir eu des boucles avec quatre terminaisons sphériques et non des boucles "cornues", dont nous avons parlé précédemment (39). ____________________ (37) Souvent on parle uniquement d'agrafes de ceinturon, en oubliant que quelques pièces cataloguées dans cette fonction ont pu aussi servir à agrafer les baudriers. Ce phénomène pourrait expliquer, par exemple, les différences de tailles observées parmi les différentes agrafes de type Simancas, et y compris l'excessive étroitesse de quelques plaques, comme celles de Carpio de Tajo et Villasequilla, présentées dans ce catalogue. (38) Elle provient d'une collection particulière, elle avait fait l'objet d'une acquisition chez un antiquaire sévillan, nous ne considérons pas ce renseignement suffisant pour affirmer que la pièce provient de Bétique. (39) Bien que nous soyons conscient que le fait de multiplier les appellations au sein d'une même famille puisse compliquer la vision de celle-ci, nous avons opté pour baptiser cette catégorie de pièce "variante Bienvenida", puisque ce gisement est le premier où elle a été documentée. Les affinités que présentent ces exemplaires, ainsi que leurs morphologies caractéristiquement différentes de celles du reste des spécimens de type Simancas, bien que ces derniers soient mis en rapport avec les agrafes ultra-pyrénaïques ajourées "en trou de serrure", alors que notre variante ne l'est pas, cela nous décida à établir ce sous-type dans celui plus général de Simancas. Nous ne devons pas oublier que la forme B de Sommer est caractérisée par les agrafes rectangulaires et au décor ajouré, des prémisses qui ne visent pas les pièces "Bienvenida"; et pour qui, bien que pour le type et l'appellation Simancas, on observe une plus grande diversité de décors ajourés, on peut seulement inclure une pièce hispanique ne possédant pas de décor ajouré, à l'exception des poignées: l'agrafe amphoriforme de Burgos (Sommer,1984,34-35). La chronologie de la variante proposée, nous paraît postérieure à celles du reste des agrafes Simancas, puisqu'elles ne sont pas apparues dans les appellations classiques "Nécropoles du Douro", bien que celles-ci ne soient pas datées avec précision, on peut maintenant dater la variante du V° s. av. J-C., alors que son aire de diffusion, à cause des trouvailles connues actuellement, paraît se trouver autour de Castille-La Manche, malgré une grande dispersion, puisqu'elles sont attestées aussi bien à Cuenca, qu'à Tolède et Ciudad Real. Nous basons une telle hypothèse sur l'apparition d'une boucle de ce type sur une de nos agrafes, celle d'Ocaña (fig.2, 7), et pour la raison qui fait qu'elles seraient le complément décoratif idéal, puisqu'elles reproduisent le même shéma que la plaque. Nous ne connaissons pour le moment qu'une seule de ces boucles, celle de Saint-Jacques-de-Compostelle (Palol,1969,147,fig.25,1) associée à une agrafe décorée d'animaux. Un autre type, sans charnière, se trouve être la pièce tardive provenant aussi de la tombe 36 de Simancas (Palol,1969,139,fig.25,10). Nous ne voulons pas oublier de mentionner le bronze de la Puebla de Montalbán (Tolède) (fig.2,9), aux côtés concaves comme les spécimens que nous étudions bien qu'elle ne possède pas les terminaisons sphériques aux coins; et l'agrafe de la sépulture wisigothe n°5 d'El Espirdo (Ségovie), identique à celles que nous étudions (Molinero,1971,65,planche 103). Nous connaissons ce dernier exemplaire uniquement par le dessin qu'en fait Molinero, sur lequel on ne peut apprécier le revers de la plaque, un renseignement qui aurait pu nous servir pour discerner s'il s'agissait d'une réutilisation d'une agrafe romaine à l'époque wisigothique (au cas où elle présenterait des appliques ou des rivets pour s'accrocher au cuir), ou si c'est une perduration de cette forme typiquement tardoromaine parmi les bronzes wisigothiques (si elle possède des appendices perforés pour se fixer au matériel). L'apparition d'un exemplaire de la variante Bienvenida dans des contextes wisigoths pourrait avaliser la chronologie plus tardive de ces agrafes, peut-être alors au V° s. ap. JC. Les plaques de la variante Bienvenida sont intimement liées avec un autre groupe d'agrafes, appelées par Pérez Rodríguez-Aragón type Tiermes/Numancia, et qui se terminent dans leur extrémité postérieure concave par des boules à chaque coin. A notre avis, détacher le type Tiemes/Numancia du reste des agrafes Simancas n'est pas opportun, si nous prenons en compte seulement l'unique critère que fait valoir cet auteur, concernant le système d'attache au moyen d'un appendice perforé au lieu d'une boucle, comme sur les exemplaires de Numancia et Tiermes (Argente; Baquedano,1983,415-416,fig.2,2). Cet argument ne peut être maintenant soutenu si nous tenons compte des deux nouveaux exemplaires que nous documentons dans notre étude, trouvés à Ocaña (fig.3,6) et Santo Espíritu (Zujar, Badajoz) (fig.3,8), qui possédèrent chacun une boucle aujourd'hui disparues, la pièce tolédane conserve encore son ardillon d'origine (40). A l'inventaire de ces bronzes il faudrait ajouter un nouvel exemplaire d'Estremera (Madrid) (fig.3,5) peut être la pièce femelle des agrafes avec des appendices de Tiermes et Numancia (qui seraient la pièce mâle). En plus sa localisation est restée obsolète pour que ces pièces soient documentées sur une aire géographique plus large, ce qui démentirait l'hypothèse de Pérez pour une possible fabrication dans un atelier de Soria. Néanmoins les nouvelles pièces que nous faisons connaître présentent des caractéristiques homogènes, que nous analyserons ensuite, elles n'ont pas été étudiées par le chercheur mentionné précédemment, elles sont bien distinctes des agrafes de type Simancas, et il est convenu de détacher ces pièces du reste des agrafes tardo-romaines, puisque nous comptons maintenant avec des critères plus solides. Certainement que le détachement des agrafes de type Tiermes/Numancia, une appellation que nous maintenons non pas parce que Soria est le principal centre de distribution de ces bronzes, mais parce que les premiers renseignements connus et publiés avaient cette provenance, non seulement morphologique, comme pour le cas de la variante Bienvenida, mais aussi chronologique, puisque les agrafes Tiermes/Numancia peuvent être antérieures à celles de Siamcas. Nous allons analyser maintenant les caractéristiques de ces pièces. Tout d'abord toutes celles-ci présentent des décorations identiques à base d'un réticulé oblique sur la partie antérieure de l'agrafe, obtenu au moyen d'un fin burin, une ornementation non encore documentée sur aucune agrafe Simancas et qui rapelle certains prototypes du Haut-Empire. En plus les trois pièces qui possédaient un système d'agrafe en forme de boucle, fixèrent cet élément à la plaque au moyen d'une charnière __________________ (40) Sûrement que Pérez connaissait une plaque avec une boucle qui conservait aussi l'ardillon, trouvée à Numancia (Argente, Baquedano,1983,416-417,fig.2,4; Pérez Rodríguez-Aragón,1992a,n°33). (c'est à dire que la plaque est repliée sur elle-même pour créer un réceptacle où accrocher la boucle ou le passant-agrafe qui l'enfile) et non avec une charnière (ce qui implique des appendices annelés sur la plaque et sur la boucle). Les rivets ne sont pas fondus avec la plaque, tout en étant un produit du même moule. Ils sont rivetés à elle, on peut donc voir sur le revers supérieur de la plaque la tête supérieure de ceux-ci. Ce qui se détache aussi c'est l'aspect de ces rivets, beaucoup plus fragiles à cause de leur fine tige et leur mince tête discoïdale, que les appliques des agrafes type Simancas. L'aspect des plaques est, ainsi même, beaucoup plus fragile, et on peut aussi parler dans le cas de l'agrafe de Santo Espíritu, d'un travail à froid à partir d'une plaque très fine pour constituer l'élément en question, au lieu d'un travail de fonte. Ce procédé de fabrication serait bien documenté sur une des contreplaques que nous considérons s'accoupler avec ces agrafes, nous nous référons à celles de la province de Tolède et qui est sans contexte (fig.3,9), alors que l'autre contreplaque connue, de Villarrubia de Santiago (fig.3,7), serait fondue. Ces contreplaques (41) sont documentées pour la première fois sur les cingula hispaniques, en étant un nouvel élément qui différencie ces agrafes des types Simancas, puisque sur ces dernières on n'a jamais documenté de pièces semblables (42). Une autre caractéristique de ces plaques et contreplaques c'est la bordure décorative qui parcourt longitudinalement les côtés longs des pièces, comme c'est attesté sur les agrafes de Numancia, Ocaña, Villarrubia, etc. L'application décorative que présente la garniture de Tiermes, en forme de bouton en argent figuré, est une autre particularité non documentée parmi les agrafes Simancas et qui a, à nouveau, des racines plus dans le Haut-Empire que dans la période tardo-romaine hispanique. Finalement, le moyen d'agrafer que présentent les exemplaires de Tiermes et d'Estremera (fig.3,5) ont de clairs précédents de Haut-Empire, comme le bronze de Zell Alteburg (Gilles,1985,planche 39,8), l'exemplaire de Madrid étant morphologiquement plus proche d'une garniture d'attelage de Verulamiun (105-115 ap. J-C.), de laquelle nous avons fait référence dans un autre paragraphe de notre travail (Frere,1972,130,fig.40,125) (43).Un autre parallèle que l'on peut avancer pour la pièce madrilène est une pièce "femelle" avec une boucle rectangulaire "cornue", découvert dans une couche du III° s. de la fortification de Vireux-Molhain (Lemant,1985,68,fig.63,33). Finalement nous nous référons à la plaque de Casa de la Zúa (Tarazona de la Mancha, Albacete), extrêmement simple puisqu'il s'agit d'une plaque rectangulaire sans décoration (Abascal; Sánz,1993,59,n°176), qui compte avec des parallèles très proches comme ceux de La Morterona et Arcóbriga (Caballero,1974,45,fig.12,12). Sa chronologie pourrait aussi s'inclure au Haut-Empire. E. LES BOUTEROLLES DE DAGUES ET D'EPEES Un des éléments les plus caractéristiques de l'archéologie militaire romaine, ce sont les bouterolles qui servaient d'embout de protection aux dagues et aux épées. Bien qu'elles soient une trouvaille très habituelle sur les autres provinces de l'Empire, on n'a pu en détecter en Hispanie jusqu'à maintenant. On a donc les exemplaires de Chozas de Canales (fig.7,14) et Villasequilla de Yepes (fig.7,15) qui viennent combler le vide important de notre archéologie péninsulaire (44). ____________________ (41) Nous les avons appelées avec cette dénomination, parce que nous considérons qu'elles auraient pu avoir cette fonction et non celle de simples appliques ornementales qui se répétèrent tout le long du ceinturon, puisqu'elles reproduisent un shéma identique à celui des plaques dont nous parlons. (42) L'agrafe d'Argeliers pourrait être aussi une exception dans pas mal de sens, puisque l'applique en forme de cheval de ce ceinturon a été interprétée comme une possible contreplaque de celui-ci. (43) L'agrafe de Tiermes apparut dans le remplissage de la "Casa del Acueducto"/maison de l'aqueduc, datable du I° s. av. J-C.; puisqu'elle nous offre une datation précise. (44) Les seules "bouterolles" identifiées jusqu'à maintenant en Hispanie sont celles des couteaux types Simancas, bien que les fourreaux de ces couteaux ne possèdent pas de bouterolles proprement dites, puisque c'est la partie terminale du fourreau qui lui sert de protection (Palol,1964). Les bouterolles peltiformes, groupe auquel appartiennent les deux exemplaires tolédans que nous présentons, sont généralement associés à la spatha. Chronologiquement elles sont attestées dès le II° s., une chronologie proposée pour l'exemplaire de Caerleon (120-200 ap. J-C.) (Cunliffe,1968,93) et celui de Wroxeter (autour de 160 ap. J-C.) (Atkinson,1942,209,fig.48,A), bien qu'ils jouirent probablement d'une plus grande influence à la fin du siècle en question et aussi au siècle suivant, en étant une trouvaille habituelle dans beaucoup de contextes funéraires de cette époque, comme par exemple, dans le mobilier de la tombe de Lyon, daté autour de 197 ap. J-C. (Feugère,1993,149), et dans la sépulture 73 de la nécropole de Rheindorf, datée de la seconde moitié du II° s. (Boube-Piccot,1994,152). Bien que nos pièces gardent d'évidentes similitudes avec le reste de leurs congénères européens, on n'a pu établir de parallèles exacts pour celles-ci, surtout à cause du critère à caractère dimentionnel, puisque les bouterolles tolédanes sont un peu plus petites que le reste des européennes et de celles d'Afrique du Nord. Cette différence de dimension pourrait indiquer que la fonction de nos bouterolles servirait de protection à des couteaux et non à des armes plus grandes, comme les épées. Une autre différence observée, c'est la présence d'une perforation au sommet du pelte. Le Maroc est une des zones les plus prolixes en découvertes de ce type, puisqu'il s'y est aussi identifié une production locale, spécialisée dans la fabrication de bouterolles peltiformes avec une nervure centrale et le revers triangulaire, et dont la couverture géographique inclue Volubilis, Banasa, Thamusida et Sala (Boube-Piccot,1994,153). La bouterolles de Villasequilla garde une étroite relation avec le groupe précédemment décrit, en ayant avec un des exemplaires de Volubilis son meilleur parallèle (Boube-Picot,1994,154,n°290). Parmi la série marocaine, le bronze de Chozas de Canales garde d'évidentes similitudes avec les bouterolles peltiformes terminées en "forme de lance", dont on connait des exemplaires à Volubilis et Tocolosida (Boube-Piccot, 159-160,n° 320 et 325). Les deux spécimens marocains ont des dimensions très semblables à la bouterolle tolédane, entre 3 et 3,5 cm de haut. En dehors de la Mauritanie Tingitane ce type se trouve aussi documenté à Lozen (Haskovo, Bulgarie). A part la mise en relation proposée, la bouterolle de Chozas de Canales rapelle, bien que de moindre dimension et une plus grande aspiration décorative, tout en gardant la forme caractéristique d'un "U", avec une nervure centrale, propre aux dernières années du II° s. et à la première moitié du III° s. Les spécimens les plus caractéristiques de cette catégorie et qui ont une datation précise, ont été trouvés dans la sépulture du soldat de Lyon, dans la tombe n°8 de la nécropole de Dunaujváros-Intercisa et Dura Europos (Boube-Piccot,1994,158). III. - L'EQUIPEMENT EQUIN Notre région a fourni un bon nombre de bronzes en relation avec le monde du cheval, beaucoup de ceux-ci sont mis en relation avec les milieux militaires (45). Le harnais de la cavalerie auxilliaire et légionnaire des débuts du Principat, descend directement de l'équipement celte, et consistait en cinq embranchements principaux, assemblés avec la sangle qui servait à tenir la selle. Le premier type d'embranchement consistait en un simple anneau fondu, similaire à celui trouvé sur El Quinto (fig.4,5), sur lequel se fixaient trois ou quatre courroies au moyen de passants, ces dernières étaient celles qui, durant la période flavienne, avaient une plus grande richesse décorative. Les pendentifs étaient directement accrochés au cuir. Les designs utilisés les plus caractéristiques étaient ceux en forme d'oiseaux stylisés. Peu après, probablement pendant le règne de Claude, un nouveau type d'embranchement s'imposa qui consistait en un disque avec des passants occultés sur la partie postérieure (phalera). Ce qui était à la mode à ce moment là parmi les accessoires métalliques c'est la décoration argentée et niélée, cette dernière avec des motifs pris dans le répertoire ___________________ (45) Nous laissons en dehors de notre étude des pièces aussi intéressantes que celles appelées "passe-courroie" de Valeria (Osuna et alii,1978,161,fig.24,1) et Carranque (Lanuza,1992,51), ainsi que d'autres bronzes plus rattachés aux voitures d'un certains luxe et à la vie civile plutôt qu'à l'horizon que nous traitons ici. bachique, possiblement dû à l'association entre bacchus et les chevaux. Les pendentifs commencèrent à être suspendus aux phalerae en utilisant l'imagerie dérivée du chêne (feuilles et glands) tout en s'imbriquant avec les designs bachiques. Le trésor de Xanten (Jenkins,1985) et la collection de pièces de Doorwerth (Brouwer,1982) forment la source archéologique la plus importante pour la connaissance de la cavalerie de cette période. Dans la période des antonins se dévellopèrent une série de changements, consistant en un lent abandon des phalerae avec des anneaux occultés sur la face postérieure et les passants en forme d'anneaux, qui sont substituées par des phalerae avec des anneaux disposés sur le pourtour, celles-ci ont probablement été utilisées dans la période augustéenne. Les découvertes de Newstead (Curle,1911) et Nawa (AbdulHak,1954-1955), bien que sûrement ataviques sous de nombreux aspects, sont paradigmatiques de ce moment-là. Au début du III° s. l'utilisation des anneaux pour unir les phalères au cuir a complètement été écarté, en préférant à ce moment-là les accrocher directement sur le cuir. Les accessoires du harnais sont alors très variés, en employant depuis les appliques jusqu'à une large typologie de terminaisons, de pendentifs et de mors élaborés, ornés d'un mélange de motifs pris dans le répertoire classique (vagues et svastikas) comme celte (trompettes, fleurs de lotus, etc.). Ce qui est caractéristique de ce moment là ce sont les assemblages équins et les masques formés de trois plaques réunies par des charnières comme celles trouvées à Straubing et Gherla, respectivement employées durant les batailles et les exercices de la hippica gymnasia, bien qu'il faille nuancer que les protections en bronze qui couvraient seulement les yeux étaient déjà employées au II° s. Les rares découvertes de harnais militaires correspondant avec certitude à la période tardo-romaine, font qu'elle est une des pires connues de toute l'histoire militaire romaine, bien qu'elle puisse être en partie compensée et jusqu'à la possibilité de reconstituer cet équipement avec les abondants matériels de ce moment appartenant au milieu ambiant privé. Les mors et les éperons sont les objets les plus fréquents en contextes militaires de cette période, la continuité de l'utilisation de la selle "à cornes" et des assemblages, ces derniers selon la Notitia sont connus par les sources iconographiques et littéraires. A. - LES MORS Ce type de bronzes passa en Espagne, à travers le temps, par de multiples interprétations et classifications. L'état embryonnaire de la recherche à fait penser qu'il pouvait s'agir d'exemplaires phéniciens ou grecs. Ce fut Palol qui dota leur contenu et les assimila à la culture tardo-romaine (46), dû à des motifs d'ordre technique, archéologique et stylistique (Palol,1952,315), bien que l'utilisation correcte donnée à ces objets ait été pointée en premier par Santos Gener (Santos,195051,31), qui démentit son emploi comme agrafe de ceinturon et les plaça dans le mobilier équin. Par la suite Palol lança l'hypothèse de leur utilisation comme mors de cheval (Palol,1952a,298), un postulat qui a été confirmé à travers l'étude de la collection Fontaneda (Palol,1967,238). Ces mors que Caballero inclue dans le type II de sa classification (Caballero,1974,78), seraient constitués par les éléments suivants: deux barres de fer terminées à chaque extrémité par des anneaux ou des crochets, qui s'unirent au centre pour former le mors articulé; deux freins insérés dans la partie terminale de chaque barre; et enfin, une paire d'anneaux imbriqués dans chaque boucle du frein.Les lanières de la têtière s'assemblaient dans l'étrier supérieur des freins, alors que les anneaux situés aux extrémités servirent à insérer les brides, agrafées au moyen de passants tronconiques double comme ceux que nous décrivons dans le prochain aparté de notre étude. Ce shéma a pu être reconstruit grâce à deux freins complets, trouvés l'un à Tolède (Aurrecoechea,1994,163,fig.2) et l'autre à Palencia (Palol,1967,237-239,planche 5). Les marges temporelles dans lesquelles ont dû se réaliser les _____________________ (46) Renseignement actuellement nuançable, si on prend en compte que l'on connaît des mors du Haut-Empire trouvés en Hispanie et que la majorité des exemplaires trouvés sur notre sol proviennent de fouilles sans contexte. exemplaires hispaniques, cernent au moins la fin du II° s. jusqu'au V° s., bien qu'il faille prendre en compte que la majorité des trouvailles ne proviennent pas de contexte stratigraphique (47). Dans la zone Castille-La Mancha, on connaissait les freins de Valeria (Cuenca) (Osuna,1978,163,fig.24,2) et Avenue de la Reconquête à Tolède (palol,1972,136,fig.8). La paire de freins tolédane accompagnait une série d'instruments médicaux et un ensemble de pièces d'attelage qui ont aussi permis la reconstitution du mors dont il est question (fig.11). La monnaie de Marc-Aurèle (161-180) déposée, permet de dater l'ensemble à la fin du II° s., ce qui en fait le plus ancien témoignage de l'utilisation de freins latéraux et de passants tronconiques double en Hispanie (48). Les exemplaires tolédans s'insèrent dans une large famille, constituée par les freins principalement décorés de peltes. A Volubilis, en Mauritanie Tingitane, se trouve un atelier dédié à la fabrication de ces pièces (Boube-Piccot,1964a), les freins de ce type sont des trouvailles fréquentes à Banasa, Thamusida, Sala et Volubilis même (Boube-Piccot,1980,n°83-86,377,505 et 606). Nous trouvons d'autres freins peltiformes, par exemple, sur le char de Doukhowa-Moghila et DuraEuropos (Frisch; Toll,1949), bien qu'aucun de ceux mentionnés ne soit identique aux tolédans. Notre zone d'étude a produit une autre série de découvertes inédites, en dehors de celles décrites. Il s'agit de deux freins en forme de "roue" trouvés à Talavera la Nueva (tolède) (fig.4,1) et à La Bienvenida (Ciudad Real) (fig.4,4), un autre avec une décoration peltiforme de Villasequilla de Yepes (fig.4,2) et, finalement, un exemplaire avec une ornementation ajourée en forme d'étoile qui provient d'Aleas (Guadalajara) (fig.4,3). C'est donc ainsi que les mors peltiformes jouissent d'abondants parallèles sur tout l'Empire, ceux qui représentent des rouelles radiées, qui leur confèrent l'authentique apparence d'une roue ont une plus grande diffusion en Hispanie. L'exemplaire trouvé à Conimbriga sans contexte stratigraphique défini (alarcao,1979,104,fig.21,98) et un autre frein de provenance inconnue (Palol,1953-54,280,fig.1,c), sont les parallèles les plus proches de notre pièce tolédane, alors qu'un des exemplaires trouvé à Numance (Palol,1952,306,fig.5,15) est un parallèle de Ciudad Real. Deux freins de type "rouelle" similaires aux nôtres proviennent de Banasa (BoubePiccot,1980,233-235,n°379-380) (49). Le frein d'Aleas (Guadalajara) compte une riche décoration ajourée, dont un des motifs principaux est une étoile à six pointes.En hispanie on connaît deux jeux de pièces avec le même shéma, rattachés aux frein de Cubillas del Cerrato (Palencia) (Palol,1952,302-303,fig.2,6-7) et un autre sans contexte de la province de Palencia (Palol,1967,236240,planche 4-6). Les dimensions des freins de Cubillas et de la tige qui les unit, ostensiblement plus petites si on les compare avec le reste des frena equorum connus, paraissent indiquer que leur usage fut rattaché à un quadrupède de petite taille ou à un jouet (Ripoll,1994,290). L'apparition de ces exemplaires dans la zone de Castille-La Manche vient réafirmer, une fois de plus, l'importance qu'avait le cheval dans la société hispano-romaine, surtout au Bas-Empire, en étant un témoignage de la vie quotidienne à ce moment-là, puisque les frena à qui ils appartinrent sont interprétés comme appartenant à des chevaux de parade (Ripoll,1994,286). Nous ne pouvons manquer de faire allusion à la réputation, tant de fois mentionnée, qu'eurent les ____________________ (47) Une synthèse des freins hispaniques a été réalisée récemment par G. Ripoll (1994,277-356), que nous n'approfondissons pas dans ce paragraphe puisqu'il faut s'en remettre au travail mentionné. Quelques freins avec des inscriptions ont aussi été traités dernièrement (Ripoll; Darder,1995,589-594). (48) L'emploi de mors avec des freins latéraux comme celui de l'Av. de la Reconquête est confirmé par la découverte de la deuxième moitié du II° s. du niveau VII de l'oppidum d'Ambrussum, daté entre 180-230 ap. J-C. (Feugère; Tendille,1989,159,fig.115,n°337 et fig.16). (49) Quelque fois ces freins radiés ont été interprétés comme des représentations d'un symbole chrétien, une hypothèse émise avec réserve par Ripoll (Ripoll,1994,30). chevaux hispaniques, comme animaux élevés par les propriétaires des grandes exploitations agricoles et d'élevages, non seulement dédiées aux activités cynégétiques, mais pour participer aussi aux jeux du cirque. Le rattachement de ces chevaux au monde militaire du Bas-Empire, date à laquelle est notée la majorité des exemplaires hispaniques connus, ne peut être défini jusqu'à ce que soit résolu la problématique que suscite l'existence ou non de troupes privées, dédiées à la protection des villae des grands propriétaires terriens (Ripoll,1994,279). Il faut admettre que ces possessores avaient des soldats à leur service, ce qui devrait faire accepter simultanément la présence de la cavalerie, un moyen de déplacement indispensable pour couvrir les distances qu'ils avaient à parcourir. La production de ces freins paraît venir d'ateliers hispaniques qui approvisionnaient une mode essentiellement locale, comme l'indiquent les près de 80 exemplaires connus sur la Péninsule Ibérique, et bien qu'il existe d'évidentes connexions avec les freins fabriqués en Mauritanie Tingitanne, bien que ces derniers, à part de rares exceptions, n'appartiennent pas aux mêmes artisans (Ripoll,1994,282). La dispersion géographique embrasse presque toute l'Hispanie, avec une concentration plus importante dans la zone de la Meseta et en Andalousie. B. - LES PASSANTS DOUBLE-TRONCONIQUES Ces passants au profil double-tronconique faisaient partie du frein de l'équipement équin, associé avec les chanfreins vus auparavant. Caballero, qui les regroupent dans son type V, plaide en faveur de leur utilisation sur les brides, en servant à accrocher ces dernières au mors (Caballero,1974,114), une thèse déjà promulguée par Palol (Palol,1972,136); alors que Boube-Piccot les fixe, concrètement, au canon du frein (Boube-Piccot,1980,91). Nous trouvons une représentation iconographique de la fonction de ces objets représentée sur la mosaïque de la villa de Dueñas (Palol,1963,planche 11). Cette installation compte deux périodes chronologiques: une première phase antérieure au dernier quart du III° s. ap. J-C., et une autre postérieure, alors, au IV° s. ap. J-C. (Palol,1963,34). La mosaÏque qui montre la représentation équine a été exécutée avec des petites tesselles sur un fond en éventail, une technique fréquente dans les période tardives (Palol,1963,29). Un autre renseignement temporel se détache de l'enseigne, avec l'inscription AMORIS, qui mentionne probablement le nom de la bête, réalisée en lettres capitales mises en avant (Palol,1963,30). Avec ces renseignements nous pénétrons dans le cadre chronologique qui concernent nos pièces. Les traverses double-tronconiques étaient déjà connues dans la cavalerie romaine de la fin du II° s. ap. J-C., comme il en découle des deux exemplaires trouvés dans la tombe de la Vega Baja de Tolède, associés à une monnaie de Marc-Aurèle (Palol,1972,144-145,fig.1). Cependant son apogée paraît se situer dans le monde du Bas-Empire, puisqu'on les voit apparaître dans les sépultures appelées "nécropoles du Douro" (50). La datation des exemplaires sans contexte, qui par ailleurs font partie de l'immense majorité, est difficilement possible à cause de la continuité de l'utilisation (51). Des tentatives de reconstitution d'une têtière au Haut-Empire et une autre du Bas-Empire avec ces éléments, ont aboutis récemment aux résultats obtenus à partir des trouvailles de la Vega Baja et Fuentespreadas (Aurrecoechea,1994,fig. 2 et 3). ___________________ (50) Nous préférons continuer à utiliser cette appellation, bien que le phénomène se soit manifesté sur une aire beaucoup plus large que celle établie initialement, comme on en est venu à le dire à nouveau dans des recherches plus récentes. (51) Nous avons dû abandonner l'établissement typologique que nous avions ébauché il y a quelques années à cause des limites de datation qui s'imposent (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero,1986,264-265). Dans ce travail nous postulions pour trois principales périodes temporalement successives. Ces pièces sont une trouvaille fréquente parmi les bronzes de l'archéologie de la meseta (fig.16, 13). La preuve en est des dix-neuf exemplaires que nous connaissons sur l'aire que nous étudions. Les madrilènes sont ceux de Vadocarros (Arganda) et Velilla de S. Antonio (fig.5,n°11 et 8); de Tolède les trois spécimens d'El Quinto (Seseña) (fig.5,n°7,9 et 10) et la paire de la Vega Baja; de Cuenca ceux de Valeria (Fuentes,1980,177,planche 41,fig.4), Carascosa del Campo et les six de Segobriga (Fuentes,1980,180); alors que Ciudad Real a fourni celui de La Bienvenida (Aurrecoechea; Fernández Ochoa;Caballero,1986,263,fig.4.2); et Albacete les trois passants de Los Cabezos (Mahora) (Abascal,Sanz,1993,124,n°283-285). En hispanie, hors de notre zone d'étude, il en a été trouvé à: Santa Pola (Alicante) (Sánchez,1986,57), El espirdo (Ségovie) (Molinero,1971,67,planche 106), Fuentespreadas (Caballero,1974,89,fig.20,n°20), Hornillos del Camino (Burgos) (Palol,1972,145,fig.12), La Olmeda (52), Castulo (Blasquez,1979,88,fig.65,821), musée de Mérida (Caballero,1974,94,fig.22,n°42), El Pomar (Jerez de los caballeros, Badajoz) (Alvarez Sáenz de Buruaga et alii,1992,fig.23,38), Conimbriga (Alarcao,1979,planche 21,n°83), plus un autre sans contexte du MAN de Madrid (Thouvenot,1927,124,n°643). Dans la publication de la villa de La Cocosa (Badajoz), il est fait référence à deux objets de cette morphologie comme passant d'une boucle ou d'une fibule (Serra,1952,152,fig.28,12 et 14), bien que nous croyons qu"il s'agisse de deux pièces de la même fonction que celles commentées ici. Néanmoins cette liste s'augmentera bien plus dans les années à venir, par la publication des fonds de musées encore inédits, puisque nous connaissons d'autres exemplaires que nous n'incluons pas ici car ils appartiennent à d'autres aires géographiques (53). En dehors de la Péninsule Ibérique, on en a trouvé à Lyon (Boucher,1980,35,n°227) et au Maroc. A la différence que la série marocaine est la plus nombreuse. Treize passants proviennent de Volubilis (Boube-Piccot,1980,92-93,n°67-79), quatre de Banasa (BoubePiccot,1980,229-230,n°371-374) et deux de Sala (BoubePiccot,1980,349,n°603 et 603 bis). La plus grande concentration d'exemplaires par gisement au Maroc et une plus grande dispersion géographique sur l'aire hispanique (fig.16,13) déduction faite des parallèles exposés. De façon dimentionnelle, ces passants forment un groupe homogène. La longueur maximum oscille entre 5,1cm et 7,7cm. l'épaisseur au niveau du milieu ou de l'étranglement se trouve comprise entre 0,5 et 0,7cm. Ce qui est exceptionnel, d'un point de vue métrologique, c'est le passant trouvé dans la sépulture à inhumation Ballesta n°8 d'Ampurias, associé à un mobilier dans lequel était intégré un bronze de Gallien (Almagro,1955,91,fig.69,n°4). Cette pièce, bien qu'elle soit morphologiquement identique à toutes les autres, n'a que 2,4cm de long, un fait qui nous indique que des passants identiques aux autres, mais plus petits, ont été utilisés pour d'autres nécessités, différentes du mobilier équin (54). Si nous mettons l'accent sur la question esthétique, celle-ci se réduit à une sommaire décoration qui consiste en lignes incisées disposées, généralement, sur la zone proche des écussons. L'ornementation se complète, à l'occasion, avec un point qui occupe le centre de la terminaison semisphérique. _______________ (52) Le passant provenant de la villa de La Olmeda est exposé dans le musée de Saldaña, associé à d'autres bronzes d'attelage, se trouvant dans l'attente de leur publication. (53) Un exemple de ce qui a été exposé est celui de Cástulo, que nous avons repris dans notre mémoire (Aurrecoechea,1989,fig.31,3) (54) Nous connaissons d'autres pièces identiques de dimension réduite aussi, fabriquées en bronze et en os, qui on pu être employées comme passant de vêtements ou capes, comme la pièce inédite d'Albalate de las Nogueras, que nous connaissons grâce à A. Fuentes. L'exemplaire de la nécropole ampuritaine ne se trouve associée à aucun bronze de harnais déposé comme mobilier dans la tombe. Enfin, nous voulons mettre l'accent sur un problème morphologique qui n'est pas encore résolu. Il s'agit de l'inégalité proportionnelle entre les deux corps tronconiques, constatée sur quelques passants. Cette variabilité de taille, par rapport à un même objet, peut aussi se voir sur les zones terminales. Nous croyons que c'est dû à une raison d'ordre fonctionnel, comme celle du déboutonnage de la pièce, travail qui accélère le déplacement du passant, inséré dans l'anneau du frein, par le côté le moins épais de la tige. D. - LES PHALERES, LEURS PENDANTS ET LES GRANDES APPLIQUES Les phalères sont des pièces qui servirent pour décorer les cuirasses mlitaires ou les harnais de monture. Dans le monde romain, associé aux torques et aux bracelets, elles constituaient la catégorie la plus modeste des dona militaria et étaient remises aux simples soldats et aux officiers subalternes pour un quelconque mérite, d'autres dons sont réservés, comme les couronnes ou hasta pura, aux officiers supérieurs (Boube-Piccot,1964,150). A celles-ci d'origine étatiques s'en ajoutent d'autres, dont le caractère fonctionnel et l'usage particulier leur donnent fréquemment l'occasion d'arriver jusqu'à nous. Bishop a mené à bien une révision critique des phalères romaines du I° s. ap. J-C., en prenant en compte deux critères de classement différents: l'ornementation et la fonction. Ce dernier est celui qui peut être le plus utile pour notre travail, puisque les exemplaires que reprend le chercheur anglais diffèrent des nôtres par leur système d'ancrage. Bishop distingue sept grandes familles selon la taille de l'objet et le nombre de passants ou d'anneaux qu'il contient, en les subdivisant en même temps en d'autres plus petits (Bishop,1988,9495,fig.41 et 42). les phalères avec un seul passant (type 1 de Bishop) restent les plus petites de toutes, se fixant directement sur la courroie qui passe à travers le passant central et s'accroche au moyen d'un rivet qui traverse l'axe de la pièce. Nos exemplaires de Villasequilla de Yepes (Tolède) et Castillejo (Aranjuez, Madrid) (fig.7,1 et 2) peuvent être rattachés à ce groupe, concrètement, la première avec la variante 1b, et la seconde avec le sous-type 1c, bien que nous devions nuancer que la chronologie des pièces de Bishop soit antérieure à celle de nos spécimens et que nos pièces puissent être aussi qualifiées de simples appliques ornementales (55). Le pelte de Villasequilla (fig.7,1) appartient à un groupe de bronzes bien défini, dans lequel la présence de minces appendices postérieurs pour le fixer au cuir autant que la morphologie peltiforme sont carctéristiques. Un petit anneau, qui est rarement conservé, introduit dans l'appendice sert d'arrêt avec la tête de celui-ci, il servait pour fixer la pièce au matériel. Temporellement ils furent en usage au II° s., comme le montre la pièce trouvée en Gaule, à Sablas, dont la stratigraphie la date entre 120-180 ap. J-C. et qui est un magnifique parallèle pour notre pièce tolédane (Feugère;Tendille,1989,155,fig.113,299). De Thamusida provient un autre pelte identique au tolédan dont nous parlons, à part l'absence de l'ornementation de cercles concentriques (Boube-Piccot,1980,336,n°588); les autres parallèles sont les exemplaires trouvés à Vindonissa (56). L'exemplaire français de Pépiron (Sain-Just), sur lequel s'enchaînent consécutivement trois de ces peltes au moyen de charnières, marquerait clairement l'attachement ____________________ (55) Le concept de phalère est assez ambigü, puisque dans celui-ci s'englobe un large spectre morphologique d'exemplaires avec différents systèmes d'union aux courroies en cuir (passants, anneaux, rivets, etc.). Le caractère fonctionnel ou simplement ornemental de ces spécimens ne peut pas plus être défini. Le bronze peltiforme de Villasequilla pourrait être identifié comme une applique cloutée, sur la même lignée que les pièces de la figure 10, n°11 à 17, bien qu'à cause de sa taille nous ayons préféré la connecter avec le groupe des phalères. (56) Les pièces de Vindonissa, qui totalisent la douzaine, sont actuellement étudiées par Eckhart Deschler-Erb, qui nous a aimablement transmis les dessins de celles-ci. de ce groupe de pièces avec l'équipement équin (57). En Espagne nous connaissons un autre spécimen de ce type, bien qu'incomplet, trouvé à Arcóbriga (Caballero,1974,90,fig.22,34), et un provenant de Bétique trouvé à Las Mesas de Algar. La phalère madrilène de castillejo répond à un shéma très habituel parmi les éléments métalliques militaires romains, par la juxtaposition en série de plusieurs peltes. Son rattachement à l'équipement équin n'est pas sûr, mais par les caractéristiques morphologiques de l'exemplaire, celui-ci à pu aussi être inséré sur un baudrier du III° s. Nous avons déjà évoqué dans un autre paragraphe comment durant ce siècle, l'épée est suspendue à cette courroie, au lieu d'être suspendue au ceinturon. Ces baudriers présentent une phalère située vers la partie basse et une terminaison en forme de feuille de lierre, comme on peut le voir sur les baudriers trouvés à Vimose, ou celui de la sépulture de Lyon, qui inclut des monnaies qui fournissent un terminus post quem de 194 ap. J-C. Les phalères trouvées sur des forts germains sont circulaires et inornées, ou elles ont eu une décoration de cercles concentriques, des pétales radiaux en relief, ou des perforations géométriques similaires à celles des bouterolles des épées. Le type de phalère ajourée le plus élaboré possède un aigle central qui soutient les rayons, surmonté par une inscription annulaire qui dit OPTIME MAXIME CON (SERVA). Grâce au caractéristique bouton postérieur on a pu identifier d'autres formes de phalères, telle que l'excellente série de phalères de Dura-Europos et certaines des gisements d'Afrique du Nord qui montrent des designs de svastikas ou celtiques et qui ont des gradins radiaux, des peltes ou des coeurs. C'est bien à cause de l'orifice postérieur de la pièce de Castillejo (fig.7,2) que nous pouvons la rattacher aux phalères de baudriers du III° s. , plus que parmi le groupe de phalère équines. Un bon parallèle formel à notre pièce madrilène a été trouvé à Dura-Europos (Frisch,Toll,1949, planche 3,26) puiqu'ils ont chacun une applique/bouton. Par contre, la phalère fragmentée de Zugmentel est une pièce annelée identique à celle de Castillejo, et l'on peut postuler qu'elles sont toutes les deux produites d'un même moule (Oldeinstein,1976,fig.88,n°1146). Les pièces d'Ocaña (Tolède), Estremera (Madrid) (fig.7,3 et 4) et Serradiel (Albacete) (Abascal; Sanz,1993,158,n°353) rentrent plus dans la catégorie des pièces annelées que dans les phalères, bien que la confusion terminologique de ceci parmi les divers chercheurs fait qu'à mesure on emploie le concepte de phalère pour ces pièces (58). Les exemplaires d'Estremera et Serradiel appartiennent à l'important groupe de peltes, si bien que leur appendice annelé postérieur est beaucoup plus rare, puisqu'il est bien plus fréquent que ces pièces s'accrochent au moyen de rivets ou de clous. Un bronze de Banasa est le meilleur parallèle à l'exemplaire d'Albacete (Boube-Piccot, 1980,271,n°455). Le symbolisme jouait un rôle important dans la religion romaine, surtout par son côté superstition. L'applique en forme de lune d'Ocaña (fig.7,3) s'allie à un autre type de pièce, les pendeloques plus anciennes et plus populaires dans l'Empire avec lesquelles elle partage une morphologie identique. Le croissant était le symbole de la lune (la féminité), alors que la phalère, où elle s'insérait, pourrait bien représenter le soleil (la masculinité) (Zadoks; Witteveen, 1977,173). Cette dualité pourrait être remarquer sur les pendants initiaux, avec l'utilisation de sanglier qui se conforment à l'image de croissant. Les pendentifs en forme de croissant de lune sont les plus anciens durant l'Empire, puisque leur chronologie initiale commence sous Auguste, pour perdurer, du moins, jusqu'au II° s. ap. J-C.. La popularité de ce motif décoratif est _____________________ (57) Publiée dans Gallia, 21,1963,p.443-444. (58) Dans ce cas leur petite taille ne les excluerait pas du groupe appartenant aux phalères, bien qu'aussi leur système de fixation au cuir nous a décidé à les englober dans ce groupe, plus que dans celui des appliques, tout en étant conscient que leur véritable fonction fut simplement décorative. A Casa de la Zúa (Tarazona de la Mancha, Albacete) apparut une applique avec un anneau postérieur caractéristique qui l'engloberait parmi les matériels que nous étudions, bien que sa chronologie douteuse a fait que nous avons décidé de ne pas l'inclure dans notre étude (Abascal; Sánz,1993,125,n°288). constaté sur d'autres catégories d'objets, comme les appliques annelées, parmi eux la pièce de Tolède que nous présentons et les éléments trouvés à Volubilis et Banasa (Boube-Piccot, 1980, 154, n°194-198 et 425). Nous connaissons aussi des appliques en forme de croissant avec deux rivets, comme l'exemplaire de Margon en Gaule (Depeyrot; Feugère et Gauthier, 1986, 131, fig.23). Il y a aussi comme appliques annelées deux pièces de morphologie identique, celle de Valdocarros (Arganda,Madrid) et de El Quinto (Seseña,Tolède), décorées de protémés d'animaux (Alonso, 1991, 261-274, fig.1, 2 et 3). A propos de ces pièces, déjà étudiées et publiées, nous voulons seulement signaler un nouveau parallèle non repris par Alonso, nous faisons référence à la pièce trouvée à Cáceres el Viejo (Ulbert,1984,222, planche 19, 122) qui avalise la chronologie ancienne de ces pièces autour du II-I° s. av. J-C.. Cette datation explique la raison pour laquelle Alonso ne trouve pas d'exemplaires similaires parmi les répertoires d'usage, comme celui de Bishop ou celui de Boube, puisque les pièces qu'ils reprennent sont plus tardives (59). Nous voulons aussi émettre un doute sur l'origine de ces appliques, puisque leur temporalité, unie à leur morphologie, les rapprochent plus des appliques annelées ibériques que des appliques utilisées par la cavalerie romaine (60). Tous les exemplaires que nous avons vu jusque là ont une caractéristique commune: ils pouvaient seulement servir à passer une courroie postérieure ou être supperposés sur le matériel, si bien que leur but devait être, à notre avis, décoratif. Un fait qui se voit renforcé par les faibles dimensions des objets associés à ces catégories. L'exemplaire de El Quinto (fig.4,5) est en relation avec le type 5a de Bishop, lequel postule que ces pièces ont dû s'employer pour les unions de l'épaule et de la hanche, en unissant donc quatre courroies, bien que nous voulions nuancer que cette catégorie de phalères serait la plus correcte pour être positionnée sur des courroies pendantes, joint au 6a et au 6b de Bishop (61). Les phalères géométriques annelées du type de San Pedro de Valdanzo (Soria) (Jimeno; Argente; Gómez, 19881989,441,fig.18,241) et Julióbriga (Millán,1947,198,fig.2) ont pu avoir un usage similaire; ainsi que celles qui présentent une décoration centrale à figuration humaine et quatre anneaux aux coins, comme celle de San Millán (Orense) (López; Taboada, 1955, 69,fig.14), Fuentestrún (Soria) (Santos Almansa, 1990,86, n°97) ou Camparañon (Soria) (Millán,1947,197-199,planche 21,1). Ceci nous met sur la piste d'un autre shéma typologique, élaboré par Boube-Piccot, qui classe les phalères en quatre grands groupes, dont le premier est celui qui nous intéresse le plus, pour être constitué par les pièces ornées de figurations, généralement à contenu apotropaïque, comme les têtes de méduses (BoubePiccot,1964,150). Dans cette tendance on aurait la pièce de Valdocarros (Madrid) (Alonso, 1991,261-274,fig.2,1) dont le parallèle le plus proche est le bronze provenant de Luque (Cordoue) ____________________ (59) Nous rejetons le parallèle que fait Alonso entre ces pièces et les appliques reprises par Boube-Piccot (Alonso,1991,264) puisque les exemplaires qu'il signale (fig.19-20 et 25, de même que les planches 51, 52, 93, 97 et 98 du catalogue de Boube) sont chronologiquement postérieurs, ils répondent en plus à différents autres patrons bien connus dans l'archéologie romaine (comme les peltes et la décoration de "trompettes"), et parce que l'anneau postérieur, dans la majorité des cas, est d'une bien plus grande taille puisqu'il servait à passer une ou plusieurs courroies, ce qui les définit comme d'authentiques phalères. (60) L'hypothèse de ce qu'il s'agit de pièces ibériques et non romaines, n'est pas incompatible avec leur apparition dans un campement comme Cáceres el Viejo, traditionnellement identifié comme Castra Caecilia, puisque sur lui sont apparus d'autres éléments indigènes en bronze comme des fibules et des plaques de ceinturons, en plus d'une falcata et de céramiques locales avec des graffitis, ces pièces pouvaient aussi bien appartenir aux troupes auxilliaires autochtones ou à l'agresseur lusitanien (Ulbert,1984,205). Leur apparition en contextes indigènes, comme le possible sanctuaire de Castrejón de Capote (Badajoz), pourraient aussi avaliser leur origine préromaine. (61) Quelques appliques rivetées, comme celle de Veguilla de Oreja (fig.8,11) ont pu servir pour un emploi identique. De la même façon, les grandes appliques avec deux rivets, comme celles de Abalate de Zorita et Borox (fig.9,1 et 2) ont pu s'employer comme poitrinière ou croupière, si bien qu'elles auraient une fonctionnalité similaires aux phalères que nous avons vu. (Cano,1993, 57-62) (62). Des phalères similaires à la tolédane, que nous commentions (fig.4,5), sont, celle de la tombe de Saives, une autre associée au char de Környe, plus celles trouvées à Volubilis (BoubePiccot, 1980,116,n°109) et Dura-Europos (Frisch;Toll, 1949, planche 2, 13). Souvent les phalères sont associées aux pendentifs, éléments qui les complètent. L'utilisation de pendentifs sur les harnais romains compte avec un important précédent dans la cavalerie celte. Cette décoration des harnais a pu être, au début, simplement esthétique, orientée à mieux attirer l'attention du cavalier comme de sa monture, ce qui pourrait avoir des connotations de prestige. Cependant, les modèles qui ont été utilisés comme éléments ornementaux, possèdent un pouvoir magique marquant qui laisse suspecter le faible arbitraire de leur choix. Cette fonction magique ou supersticieuse qui paraît inhérente à quelques pendentifs, définit dans la majorité des cas leur morphologie ou leur décoration. Les exemples à citer seraient, à part les lunules déjà vues auparavant, les proéminents phallus qui peuvent être incorporés, ou les mains faisant le geste de la fica contre le mauvais oeil (63). Pour Ross, les pendentifs terminés en têtes d'oiseau, seraient associés avec le symbolisme celte qui inspira les premiers harnais romains, puisque ces oiseaux pourraient être rattachés avec le culte au Mars celtique (Ross,1967,342). Les pendentifs incorporent une ornementation complémentaire basée sur des images faisant allusion à la fertilité. Des éléments niélés représentant des feuilles de vigne, des pampres et d'autres symboles rattachés à la viticulture, ou les glands terminaux de quelques pendants, suffisent à donner l'exemple sur ce point. Dans n'importe quel cas, il n'est pas nécessaire de justifier la fonction apotropaïque de ces objets, si nous tenons compte que jusqu'à ce siècle, en contextes ruraux, les harnais équins incorporaient de l'artisanat métallique aux significations symboliques, comme la croix, le soleil, la lune ou des scènes en relation avec la récolte (Vince, 1968). La variété typologique qui caractérise cette classe d'objet est écrasante. Pour le seul I° s. ap. J-C., Bishop a distingué 11 espèces principales qui se subdivisent à la fois en de nombreuses sous-espèces (Bishop, 1988, 96-98). Si nous tenons compte, en plus, que la classification de Bishop reprend uniquement les pièces associées en toute sécurité à l'attelage équin, en écartant ainsi celles utilisées comme pendants de ceinturons ou les décorations de véhicules terrestres, nous constaterons la richesse morphologique que cet ornementation atteint durant la période romaine (64). La majorité de ces pendants s'utilisèrent conjointement avec des phalères, en accrochant les deux éléments au moyen d'un anneau, d'une ganse ou d'une charnière, comme nous l'expliquons dans l'introduction de ce chapitre. Néanmoins, beaucoup de types dont parle Bishop, continuèrent à être en usage durant les siècles suivants, surtout les plus simples (en forme de goutte, losangique, etc.) ou ceux qui jouirent d'une célèbre tradition, comme les lunules. Ceci confère à la typologie de cet auteur, une valeur nuancée qui n'est pas temporaire et d'autant utile comme base pour élaborer une typologie globale de ce type d'objets. Les pendants trifides, c'est à dire ceux divisés en trois partie différenciées, sont les plus représentatifs du premier siècle et composent le type 1 de Bishop, s'employant toujours associés à la phalère. Concrètement l'exemplaire que nous présentons, provenant d'Ocaña (Tolède) ____________________ (62) Nous n'approfondirons pas plus ce type de pièces, du fait qu'eeles ont eu le privilège d'être un des rares bronzes habituellement traité dans la recherche péninsulaire, dont on a tellement parlé d'un point de vue artistique et symbolique, que nous nous remettons au récent travail de Cano sur ce thème (1993). (63) Nous n'incluons pas dans ce travail les pendeloques phaliques, en partie parce que nous les avons déjà fait connaître dans un article antérieur (Zarzalejos; Aurrecoechea; Fernandez Ochoa, 1988), et d'autre part pour le caractère ambigü de ces objets dont il est difficile de faire une interprétation. (64) Nous laissons de côté le shéma typologique de Boube-Piccot (1964, 160-162) beaucoup plus simple, dans lequel sont uniquement reprises trois catégories, parmi lesquelles s'inserrent les pendants trifides et ailés de Bishop; tout comme celui de Lawson, qui recueille une douzaine de classes principales (Lawson, 1978, 147-153). (fig.6,6) appartient à la sous-classe 1.l (65). Bien que beaucoup de variantes existent sur un même thème, les versions les plus communes possèdent un lobe central en forme de feuille. Un motif usuel est la feuille de chêne, dans le lobe central, flanquée de deux glands terminaux. Elles comptent, au moins, avec une décoration complémentaire basée sur la technique du niélé, centrée sur le thème de la viticulture, où apparaissent des feuilles de lierre, des pampres et des vrilles, une ornementation qui a récement fait l'objet d'une systématisation de la part de Brouwer (1982). Temporalement les pendants trifides commencent sous le règne de Claude, sans que semble-t-il, on connaisse des exemplaires plus précoces, s'agissant de pièces d'une large dispersion géographique centrée sur les campements militaires nord-occidentaux de l'Empire, bien qu'on ne puisse les qualifier de très commun d'un point de vue quantitatifs (Bishop,1988,96 et 98). La phalère la plus ancienne que possède un pendant de ce type, documenté scientifiquement, est une pièce de Xanten avec l'inscription PLINIO PRAEF(ECTO) EQ(UITUM), commandant d'une aile de Germanie au cours de la fin des années quarante ou dans les années cinquante (Jenkins,1985,157). Un pendant de Scamnum Tribonorum (Caerleon), en tout point semblable à l'exemplaire dont nous parlons, compte avec une chronologie définie pour être inséré dans la phase I-II du Campement, daté entre 65 et 100 ap. JC.(Zienkiewicz,1995,108,fig.37,9). En Espagne on a trouvé des exemplaires trifides dans le Tosal de Manises (Alicante (Belda,1945,165,planche 74), ainsi qu'une paire dans la nécropole de Tarragone (Serrá Vilaró,1929,128129, planche 56,3,n°2) (Serrá Vilaró,1934,76,planche 29,fig. d, 8), à ceux-ci il faudrait probablement ajouter, une pièce d'Arcóbriga (Caballero,1974,90,fig.22,33). Dans le numéro 7 de la typologie de Bishop s'incluent les pendants appelés "tête d'oiseau" ou "ailé" ("bird-headed" ou "winged", respectivement dans la terminologie anglosaxonne). Le nom provient de la décoration qui présente l'extrémité crochue insérée dans la phalère, semblable à une tête d'oiseau. En outre, si la terminaison supérieure représente une tête d'oiseau, le reste de la pièce pourrait être interprété, de façon un peu imaginative, comme les ailes de celui-ci. Cette variante de pendants du I° s. est une des plus représentées parmi nos exemplaires, correspondant à celle-ci les deux pièces de La Bienvenida (Ciudad Real), tout comme celle d'Ocaña, Ocaña 2, Magán (Tolède) (fig.6, 1-5) et La Capellanía (Bienservida, Albacete) (Abascal; Sánz,1993,82,n°203) (66). A part ceux-ci, nous ne connaissons que des exemplaires hispaniques de cette catégorie, à Solsona (Serrá Vilaró,1923,24, planche XIV, C) et à Ampurias, apparus dans des fouilles anciennes (67). Toutes les pièces espagnoles que nous avons signalé sont formellement semblables, ce qui pourrait indiquer non seulement un même moment chronologique pour toutes celles-ci, sinon aussi un même contexte militaire. Pour Deimel, au début, elles furent réalisées en recoupant une feuille de métal (généralement en laiton) pour plus tard être produite au moule (Deimel,1987,96). Les cinq exemplaires qu'il présente dans son étude sur Magdalensberg sont un bon parallèle pour nos pendants d'Ocaña, La Bienvenida (fig.6, 1 et 2) et Bienservida, les pièces germaines étant datées d'Auguste à Claude (Deimel,1987,309-310). Cependant, pour Oldenstein les premiers modèles, fondus et généralement niélés ou argentés sont probablement d'origine augustéenne, bien que leur grande diffusion géographiqueeut lieu durant le règne de Claude (Afrique du Nord, Germanie, Britanie et Syrie). Du règne de Néron jusqu'aux derniers flaviens, les pendants fondus sont rares, alors que les "imitations" en tôle dépourvues de décoration sont très fréquents (Oldenstein,1985,86-87), une chronologie que nous aventurons pour les exemplaires hispaniques connus. A cette temporalité correspond un parallèle identique aux hispaniques en Gaule, appartenant à la phase Vb de l'occupation de l'oppidum de Sablas, datée entre 75-100 ap. J-C. (Feugère; ____________________ (65) Bishop offre des exemplaires similaires trouvés à Fremington Hagg, Greensforge, Höfhein, Hüfingel, Neuss, Oberstimm, Risstissen, Valkenburg, Wiesbaden et Volubilis (Bishop, 1988, 114 et 146), bien que la liste complète des spécimens doive être beaucoup plus longue, comme des pièces que nous connaissons et qui ne sont pas citées par Bishop. (66) Le pendant d'Albacete a été publié dans le catalogue de bronzes du musée d'Albacete, bien qu'interprété de façon erronée comme "couvercle de pichet", puisqu'il est inséré dans le chapitre de la vaisselle métallique. (67) Nous croyons encore inédits les deux fragments de pendants d'Ampurias, conservés dans le musée de Gérone. Tendille,1989,155,fig.111,281). La série des pendants en tôle recoupée jouit d'une large diffusion, tant en Gaule qu'en Hispanie, un fait à détacher à cause de ces deux provinces qui se trouvent sous-représentées sur les cartes de distribution connues jusqu'à maintenant, comme celle réalisée par Böhme (68). Feugère a signalé que ces pendants sont, probablement, le modèle le plus diffusé en Gaule, par rapport à la Britanie, où les pendants trifides seraient plus abondants, une conclusion que l'on pourrait extrapoler pour l'Hispanie, du moins dans l'état actuel de la recherche (Feugère,1983,59) (69). Les exemplaires de Gaule, bien que malheureusement pour leur majorité manquent de contexte stratigraphique, sont datés grosso modo de la première moitié du I° s. ap. J-C. (Depeyrot; Feugère et Gauthier,1986,120). Un autre pendant de La Bienvenida (fig.5,3) paraît être en relation avec la variante 3c de Bishop, du I° s. aussi, mais comparativement beaucoup plus rare que ceux vus antérieurement. En Hispanie nous ne connaissons seulement qu'une paire d'exemplaires peltiformes provenant de San Josep (Castellón) (Rosas,1980,201-202, fig.2,9) (70), et Monturque (Cordoue) (Galaeno; Gil,1994,64,n°29), auquxels il faudrait ajouter un pendant douteux d'Arcobriga (Caballero,1974,92,fig.22,35). La temporalité initiale de ces pièces pourrait se fixer dans la deuxième moitié du premier siècle, conformément au pendant niélé de Pîtres (Fauduet,1992,113,n°857). Les pendants en forme de de goutte, comme celui trouvé à Ocaña 2 (fig.6,7) se rattachent au type 5, en étant une trouvaille très commune et versatile. La pièce tolédane est en relation, exactement, avec la variante 5f de Bishop. Le splus petits furent employés pour décorer les ceinturons, les lanières de cuir des "tabliers" (ou "apron" en anglais) des légionnaires ou comme pendentif central des pendants luniformes. Les pièces de plus grande taille furent directement utilisées sur les phalères. Leur versatilité reste aussi confirmée par un exemplaire réutilisé comme applique décorative sur le fourreau d'un poignard wisigoth, trouvé à Tolède même, cette fois dans la sépulture 45 d'El Carpio de Tajo (Ripoll,1985,72,fig.12,n°3 et 4). En ce qui concerne notre exemplaire, nous croyons qu'il s'agit d'un bronze complémentaire pour un pendentif en forme de croissant, comme paraît l'indiquer un parallèle trouvé sur l'oppidum de Sablas en Gaule. Le pendant français apparut associé à une paire d'éléments décoratifs qui furent mis, symétriquement, sur les côtés latéraux d'une tête équine, datable entre 10 av.J-C. et 20 ap. J-C., pour être immergé dans la période IIIde l'occupation du village (Feugère; Tendille,1989,147,fig.104,176-177). Une chronologie similaire, jusqu'aux débuts du I° s. ap. J-C., que nous proposons pour la pièce tolédane. Un autre parallèle français identique apparut à Saint-Saturnin (Hérault) (71). La même versatilité caractérise d'autres pendants plus simples, comme ceux de La Bienvenida (fig.5,2), Culebras (Cuenca) et Villas Viejas (Cuenca), dont la chronologie ne peut être concrète. L'exemplaire de Culebras (Cuenca) (fig.5,4) compte avec une pièce similaire à Richborough, qui est fixée comme pendentif central sur un pendant en forme de croissant, en J-C. (Cunliffe,1968,97, planche 39,146), alors que celui de Villas Viejas (fig.5,5) garde des ___________________ (68) Par cet aspect il est important de faire connaître de nouveaux exemplaires apparus en Hispanie, dans le but de disposer d'un catalogue plus exhaustif de ces pièces. (69) Feugère élargit l'inventaire développé par Böhme avec les pièces françaises (Besançon, Roanne, Vienne, Aumes, Pomérois, Agde, etc.) en indiquant que leur distribution comprend la partie méridionale de la Britanie, le limes rhénodanubien et la Gaule depuis la Narbonaise (Feugère,1983,59). (70) Rosas date la pièce au IV° s. en se basant sur des critères stylistiques, raisonnement que nous ne considérons pas valide à cause de ce que le motif ajouré peltiforme que l'auteur estime caractéristique de la romanité tardive n'est pas exclusif de celle-ci, bien que les chercheurs espagnols aient tendance à faire l'erreur de dater tardivement les bronzes décorés de peltes. (71) Communication personnelle de M. Feugère, qui nous a fait passer le dessin de cette pièce, encore inédite. similitudes formelles avec une autre pièce complète de Verulamium datée de 140-150 ap. J-C. Autant l'un comme l'autre auraient pu faire partie, aussi, de terminaisons de ceinturons ou des classiques "tabliers"/"apron" militaires des débuts de L'Empire, si nous les comparons avec les diverses trouvailles des tours du Mur d'Hadrien. Dans cette tonique non temporaire à laquelle nous avons fait référence, nous engloberions aussi les pièces d'El Quinto (Tolède) et Valeria (Cuenca) (fig.5, 1 et 6), pour lesquelles nous voulons signaler chacun des parallèles trouvés à Tarragone (Serrá Vilaró,1928, planche 35,4,n°5), l'un d'eux, similaire à l'exemplaire de Cuenca, présente aussi des perforations (Serrá Vilaró,1929,planche 57,n°3) (72). Des pendants similaires à celui de Valeria sont aussi ceux de Méle et Aspiran (Hérault) (73). Le pendant ajouré de Villasequilla de Yepes (fig.6,8) a ses parallèles les plus proches dans chacune des pièces marocaines de Volubilis et Tanger (Boube-Piccot,1980,148,n°179 et 630-631). Enfin un pendant de Puente Biezma (Madrid) (fig.6,9), nous met sur la piste d'un facteur qui n'a pas encore été pris en compte: la présence de perforations sur la plaque des pendentifs en question, probablement destinées à fixer le bronze au cuir, afin d'éviter l'abrasion résultant du continuel frottement du métal sur la peau de l'animal. Beaucoup de ces perforations sur les pendants romains, ont été effectuées au moment de la fabrication, ce qui fait que c'est leur utilité qui en fit une nécessité. Peut-être que le pendentif en question nécessitait cette "retouche" du fait qu'il était suspendu à la phalère qui unit la courroie de la poitrine avec la martingale. Cependant la position sur le harnais, serait plus facile et plus pratique en l'accrochant à la lanière qui parcourt longitudinalement la partie arrière, c'est à dire la martingale. Des exemplaires trouvés à Inota, confirment sa localisation certaine entre ces deux courroies (Palagy,1986,389-397, planche 7, n°39. Une autre possibilité c'est que les perforations servirent, simplement, pour placer des rivets qui fixèrent un fourreau arrière en cuir. Le pendant de Puente Biezma compte avec des parallèles formel, qui possèdent aussi des perforations. Nous nous référons à chacunes des pièces trouvées à Kingsholm (Gloucester) (Hurst,1985,fig.11,n°1 et 3). E.- LES BOUCLES ET AUTRES SYSTEMES DE BOUTONNAGE La boucle en bronze argentée d'Ocaña et la plaque nielée provenant du même endroit (fig.7,5 et 6) appartiennent à une attache d'attelage, les deux pièces correspondant à une agrafe femelle, respectivement inscrites aux formes F71 et F72 de Jenkins. Leur fonction serait, en général, d'assembler les courroies latérales du harnais à la selle, alors que la forme en "trou de serrure" de notre boucle est en relation avec le passant-agrafe ou l'agrafe mâle, en forme de "T" que possédait la courroie complémentaire, comme il a été démontré à travers la découverte du harnais de Leiden. Autant d'un point de vue morphologique que décoratif, elles s'apparentent avec la série de bronze d'attelage du Haut-Empire plus luxueuse que nous connaissons, représentée par l'ensemble qui compose le mobilier équin complet de Xanten (Jenkins,1985,149-159,fig.14) et celui du trésor de Fremington (Reeth, Yorkshire) (Craddock et alii,1973,9-17). Plus modeste, puisqu'elle ne présente pas de motifs argentés ou nielés qui orneraient sa surface, et bien qu'elle appartienne à la même catégorie de bronzes que nous étudions, c'est la plaque de Chozas de Canales (Tolède) (fig.7,7). Ces attaches ont été très communes sur toute la frontière nord de l'Empire Occidental durant le premier siècle, en pouvant apprécier la chronologie de la plaque nielée d'Ocaña dans la seconde moitié du I° s. ap. J-C., moment pour lequel ce type d'ornementation est caractéristique (Fauduet,1992,119), bien que nous connaissions des plaques temporalement antérieures, comme celle du Camp d'Aulnay-en-Saintonge datée de 20-30 ap. J-C. (Feugère,1993,32). ____________________ (72) Les trois pièces de Cuenca sont déposées dans le Musée archéologique de Cuenca; celle de Valeria avec le n°74/15/759 et les deux autres sans numéro d'inventaire. Nous devons signaler que le pendant de Culebras est argenté. (73) Communication personnelle de M. Feugère. Par rapport aux appliques annelées ("button-and-loop fastener", selon la terminologie anglaise) nous prendrons en compte la classification élaborée par Wild, qui plaide pour l'emploi de ces objets dans l'équipement militaire, puisque la majorité ont été trouvés dans des enclaves militaires (Wild,1970,146). Les pièces madrilènes de Valdocarros (fig.7,12) et Camino de los Afligidos (Alcala de Henares) (Fernández Galiano,1976,66,fig.29,19) sont inscrites au type Vc de Wild, datées selon cet auteur au II° s. ap. J-C. (Wild,1970,139-140,fig.1), bien que quelques trouvailles, comme celles de Conímbriga et Hod Hill, indiquent qu'elles étaient déjà communes sur des gisemens flaviens et pré-flaviens (74). Des pièces similaires ont été trouvées à Caerleon, High Rochester, Manchester, Kirkby Thore, Corbridge, Newstead, Trapain Law, Mainz et Strasbourg (Wild,1970,151-152, n°74-86), Magdalensberg (Deimel,1987,79,n°7,10 et 11), Stockstadt, Zugmentel, Saalburg (Odenstein,1976,185-186,n°680-684), Fremington Hagg (Webster,1971,124,n°77), etc. La fonctionnalité de ces objets n'est pas encore bien définie, bien que quelques auteurs plaident pour leur usage dans l'équipement personnel plus que dans l'équin, à cause de la fragilité et la taille de quelques uns de ces bronzes. Ainsi, grâce à leur ressemblance avec quelques éléments d'ancrage employés sur des ceinturons militaires, ils pourraient avoir servi pour fixer la courroie qui supporte le poignard sur le cingulum (Feugère,1983,51), une thèse déjà lancée par Wild conformément aux découvertes de Mainz (Wild,1970,146). En ce qui concerne l'applique annelée de Maqueda (Tolède) (fig.7,13), nous signalerons son appartenance au type IX de Wild (Wild,1970,142-143,n°131-135), qui la date dans la période tardive, bien que la chronologie puisse se voir modifiée par la variété morphologique et dimentionnelle qu'offrent ces objets. A Sablas, inséré dans la phase III de l'occupation de l'oppidum et daté entre 10 av.J-C. et 20 ap. J-C., nous comptons avec un parallèle pour la pièce tolédane, bien que pour le cas français l'anneau soit triangulaire (Feugère; Tendille,1989,147,fig.104,174). Du fort de la frontière d'Osterburken provient un autre exemplaire similaire, daté entre 150 et 260 ap. J-C. (Wild,1970,143). En Hispanie nous connaissons une autre applique annelée du même type que celui de Maqueda, trouvée à Ampurias (75). III. - LES APPLIQUES RIVETEES Ces appliques sont une trouvaille fréquente dans l'archéologie hispano-romaine, qui apparaissent souvent dans des contextes tardifs et desquelles nous avons fait un travail de synthèse que nous avons publié récemment (Aurrecoechea 1994). Nous voulons maintenant nous centrer sur quelques unes d'entre-elles, précisément celles qui doivent s'inscrirent indiscutablement au monde militaire, puisque leur morphologie réinterprète des modèles qui règnent dans les cercles militaires, ou parce qu'elles compte avec des parallèles identiques trouvés dans des contextes militaires du Limes et d'un usage exclusif parmi les troupes romaines (76). Sans aucun doute le groupe le plus intéressant, avec celui des appliques rivetées en "Hélice" desquelles nous parlerons plus loin, est celui des appliques hexagonales du III° s. ap. J-C., inscrit au groupe IIc de la typologie proposée (Aurrecoechea,1994,161). Son intérêt vient du fait que non seulement il s'agit d'un modèle d'applique uniquement employé en milieux militaires, mais qu'en plus leur aire de dispersion est restreinte, en étant en plus numériquement rares, ce qui pourrait indiquer leur rattachement avec un groupe armé concret. A cela il faudrait ajouter ____________________ (74) L'applique annelée portuguaise est datée de l'époque pré-flavienne, alors que celle de Hod Hill est claudio -néroniènne (Alarcao,1979,98,fig.21,84). (75) Nous croyons inédite la pièce déposée dans le Musée de Gérone (76) Nous refuserons quelques types d'applique bien que pour cela nous comptions avec des pièces identiques sur le Limes, bien qu'elles furent employées en contextes militaires, elles ne sont pas représentatives de ceux-ci, puisqu'on en a trouvé en grand nombre dans des milieux civils. C'est le cas, par exemple, du bouton en forme de coquillage sans provenance (Aurrecoechea,1994,n°114) avec un parallèle identique à Faimingen; ou celui à la tête ovale du Cerro de los Angeles (Madrid) (Aurrecoechea,1994,n°65), ressemblant en tous points à ceux apparus à Zugmentel et Saalburg (Oldenstein,1976,n°700,715-717). l'homogénéité formelle qui les caractérise, de telle façon que l'on pourrait postuler pour un unique atelier de production pour ces pièces. Oldenstein donna une première liste avec les spécimens apparus à Saalburg (3 exemplaires), Niederbrider (2 pièces) et Zugmentel (Oldenstein,1976,137-139,planche 34,267-272). En Gaule on trouve celles de Caen (Calvados), Mediolanum (77), la Saône, un sans contexte du Musée Denon à Chalon-sur-Saône (Boucher,1983,115,n°95-96) et une autre paire de provenance inconnue déposée dans le musée de Vienne (Boucher,1971,214,n°867-869). En Britanie apparut une applique de cette catégorie à Dalton Parlours (Yorkshire), inscrite dans une phase de transformation de la villa, datée des débuts du III° s. ap. J-C. (Black,1994,107-108,fig.6,27) (78). D'autres pièces de Britanie sont celles de Woodcok Hall (Norfolk) (Brown,1986,fig.28,199), High Easter (Kelvedon) (Wickenden,1988,242-243,fig.6,35), South Shields (AllasonJones; Miket,1984,n°870-871), Housesteads, Chesters, Brough-on-Humber, South-Ferriby, Colchester et Newstead (Allason-Jones; Miket,1984,237). En Hispanie nous comptons trois exemplaires trouvés tous ceux-ci dans notre région d'étude, comme celui d'Ocaña (fig.8,7) (Aurrecoechea,1994,n°67) et la paire de Vilasequilla de Yepes (Tolède) (fig.8, n° 5 et 6). Associés à ces appliques on trouve des pendants cordiformes avec une terminaison en forme de "phalus", qui sont venus avaliser leur fonction apotropaïque, puisque sur ces appliques fusionnèrent, aussi bien l'élément essentiel féminin, représenté avec la vulve qui orne le centre de l'applique, que le masculin, présent sur le pendentif. Ces pendants étaient suspendus à l'orifice que comptent quelques pièces, comme l'une de Villasequilla de Yepes (fig.8,5). Un pendentif de ce type est représenté par une des appliques de Saalburg et une autre de Housteads (79), d'autres exemples sont: les quatres de Zugmentel, Wiesbaden, Cannstatt (Oldenstein,1976,planche 34,260-266), Tourtres, Pouzolles (Reyne-Martre) (80), Vireux-Molhain (Lemant,1985,69,fig.66,9), Cirencester (Webster,1958,74,n°31), South Shields (Allason-Jones; Miket,1984,n°660) et Dura Europos (Frish; Toll,1949, planche 4,47-49). Récemment sur notre aire nous avons l'unique pendant de cette classe trouvé en Hispanie, nous nous référons à celui de Los Villares (Balazote, Albacete) (Abascal;Sánz,1993,92,n°220) (81). Finalement, il existe une autre catégorie d'attelage, qui tout en partageant le même shéma morphologique que les pendants décrits, ont un système de fixation à la lanière de cuir aux moyen d'appliques, dans certains cas, et chacun un appendice pointu, par ailleurs. Parmi ceux-ci il faut citer l'applique cordiforme britanique de Colchester (Webster,1958,76,n°56); les appliques germaniques de Zugmentel, Saalburg et Wiesbaden (Oldenstein,1976, planche 66,857-860); les appliques cloutées du Viel-Evreux (Fauduet,1992,109,n°829 et 829 bis); et les appliques françaises de Meaux (Seine-et-Marne), Bolards (Côte-d'Or), Loubers (Tarn, Midi-Pyrénées) (82) et Vireux-Molhain (Lemant,1985,64,fig.61,4). De même que pour le cas précédent, pour la province d'Hispanie nous comptons avec un seul exemplaire apparu aussi sur la zone tolédane: l'applique de Villasequilla de Yepes (fig.8,3). La pièce en question nous oblige à introduire une nouvelle variante dans la typologie proposée pour les appliques hispaniques, une possibilité déjà envisagée et pour laquelle nous avions conçu un shéma suffisament flexible afin de pouvoir intégrer les nouveaux modèles avec facilité. La famille J des appliques cordiformes serait ____________________ (77) Reprises sur: Catalogue du mobilier gallo-romain trouvé à Caen. Fouilles archéologiques 1974-1982, p.39,planche 37, n°81-57. (78) Nous aborderons dans nos conclusions l'interprétation qu'offre le chercheur anglais pour expliquer l'apparition de ces bronzes militaires, et d'autres aussi, en villae britaniques. (79) A Housteads est apparue une applique hexagonale incomplète avec son pendentif et un pendant isolé de la même catégorie. Nous remercions Lindsay Allason-Jones pour nous avoir fait connaître ces deux pièces, qui sont actuellement étudiées par cet auteur pour le compte-rendu correspondant à la fouille. (80) Nous connaissons les pièces de Gaule grâce à une communication personnelle de M. Feugère. (81) La pièce a été interprété de façon erronée comme applique d'anse de récipient, si bien que ses dimensions et sa morphologie ne font aucun doute sur son appartenance au groupe que nous étudions. (82)Inclus dans: Collection du Musée de Meaux, Catalogue 1984, p.170 et 172, planche 9, n°544; et dans Gallia, n°36,1978, p.203, fig.27,n°16. maintenant divisée en deux variantes: la J.1, au contour cordiforme simple (dans laquelle s'intègrerait tous les exemplaires hispaniques connus jusqu'à maintenant, à l'exception de celui de Villasequilla) et la J.2, qui engloberait les appliques avec un "coeur" terminé par une prolongation rectangulaire similaire à un phallus. La terminaison cordiforme de courroie, trouvée aussi à Villasequilla (fig.7,10) pourrait être rattachée à ces garnitures. Il faut s'interroger sur la raison de la concentration des appliques de la catégorie II-C et II-J.2 sur l'aire de Villasequilla, où sont apparues trois pièces, et Ocaña, surtout si nous prenons en compte qu'elles sont un type d'objet pas très fréquent sur les autres zones de l'Empire (83). Sur ces gisements mêmes apparaissent d'autres garnitures propres du troisième siècle; comme l'applique rectangulaire de Villasequilla (fig.8,4) appartenant à notre type II-G, pour lequel on pourrait citer les spécimens identiques du Vieil-Evreux (Fauduet,1992,109,n°823) et Vireux-Molhain (Lemant,1985,68,fig.63,34); ou la grande applique peltiforme de ce même gisement tolédan (fig.7,1). Du III° s. aussi, et bien connus dans les campements militaires du Limes, se sont les appliques circulaires avec un umbo central appartenant au type II-A.1.b.2, qui de même que le groupe hexagonal présente une grande homogénéité formelle (Aurrecoechea,1994,159). Trois d'entre eux ont été trouvé à Niederbieber, douze à Zugmentel et un à Saalburg (Oldenstein,1976,172-173, planche 49), ainsi que vingt-six qui accompagnaient le char de Frenz (Lehner,43,fig.4,3). Du Maroc il s'agit de celles trouvées à Volubilis et Banasa (Boube-Piccot,1980,168, n°226; et 269, n°432). En Hispanie nous connaissions celle de Vilauba (Gérone) et celle de Velilla de San Antonio (Madrid) (fig.8,1), l'exemplaire de Gérone étant daté stratigraphiquement entre 325-350 ap. J-C. (Aurrecoechea,1994,n°55 et 56), auxquelles il faudrait ajouter une nouvelle applique du type II-A.1.b.2 à Ocaña (fig.8,2). Sur ce même gisement tolédan d'Ocaña nous trouvons une autre applique circulaire apparentée à la précédente : nous nous référons à une inédite du type IIA.2.b.2 (fig.8,8). Les appliques de cette dernière famille, contrairement à ce qui arrive avec les autres, embrassent une large surface de dispersion péninsulaire, en étant documentées sur La Olmeda (Palencia), Iruña (Alava), Motrico (Guipúzcoa), Los Tolmos (Soria), Cabriana (Burgos), Cástulo (Jaén), Cal Mercader (Barcelona) y Mérida (fig.8,9) (Aurrecoechea,1994,174). Celles apparues sur des campements du Limes sont les six de Niederbierber, les deux de Holzhausen, la paire de Saalburg, etc. (Oldenstein,1976,186-187, planche 56). Les marocaines de Volubilis, les belges de Celles-lez-Waremme et les suisses sont celles apparues à Augst (Boube-Piccot,1980,168,n°223-225). Une découverte dans la nécropole à caractère militaire est celle de la tombe 185 de la nécropole de Laukhills (Clarke,1979,fig.79). D'un point de vue quantitatif nous disposons d'une importante série d'appliques circulaires avec deux rivets inscrite au gisement du Vieil-Evreux, où l'on a découvert neuf exemplaires. L'emplacement en question pourrait avoir un caractère militaire (Fauduet,1992,106,n°749-758). La chronologie initiale du type II-A.2.b.2 se situe entre 180 et 190 ap. J-C. sur les campements germains, c'est bien le II° s. qui fut l'époque de grande diffusion, comme l'attestent les fouilles de Mediolanum (VV. AA., 1979, planche 51, n°242). Un exemple de ce type d'applique a été trouvé dans la tombe à incinération d'un probable officier romain à Bruiu (Dacie), associé à une boucle rectangulaire et une fibule qui datent l'ensemble de la moitié du troisième siècle (Petculescu,1991,211,fig.2). Cependant, les exemplaires hispaniques paraissent être plus tardifs, bien qu'aucune pièce de cette classe soit apparue en contextes avec une datation absolue (Aurrecoechea,1994,166). Les appliques peltiformes sont, à la différence, celles qui sont apparues sur notre sol en plus grand nombre. Parmi celles-ci il est très difficile de détacher celles qui sont authentiquement _____________________ (83) Fauduet a réalisé un inventaire des boutons et appliques militaires de la zone d'Evreux, afin d'éclaircir les raisons de leur présence dans une zone dans laquelle ne sont pas attestés les contingents militaires et de dicerner les modèles les plus courants (Fauduet,1992,110). Parmi ces types documentés par l'auteur, le plus notable numériquement parlant est le groupe des peltes, suivi de près par les appliques circulaires et les cordiformes terminées par une barre rectangulaire. militaires de celles qui eurent un usage civil (84). Ce n'est que dans le cas des pièces trouvées à Veguilla de Oreja (Madrid) (fig. 8,11) et Chozas de Canales (Tolède) (fig.8,12) que l'on peut postuler leur insertion dans le monde militaire. L'applique madrilène avec quatre peltes est insérée dans le type IV-I.3.a de notre typologie (Aurrecoechea,1994,n°119) et appatient à une catégorie de peltes qui présentent une moulure qui parcourt le contour des feuilles et la partie supérieure des volutes latérales. Elle jouit d'un parallèle identique trouvé à Feldberg (Oldenstein, 1976,planche 34,275), dont la réciprocité formelle et dimensionnelle est telle qu'elle nous amène à postuler qu'elles aient été produites dans un même moule. D'autres peltes similaires sont ceux apparus à: Niederbierber, Saalburg, Zugmentel (Oldenstein,1976,n°276,630-632), Dura-Europos (Frisch; Toll,1949,planche III,29), Chesters, Langton, South Shields (Allason-Jones; Miket,1984,238,n°884) et celui déposé dans le Musée de Trévise (Galliazzo,1979,218,n°8). A Banasa apparut une autre applique presque identique, bien que la pièce marocaine compte deux anneaux latéraux où s'enfilent d'autres peltes rivetés (Boube-Piccot,1980,254,n°419). Enfin, de Tourbes (Hérault) provient une autre applique très similaire avec quatre peltes (85), et à Dura-Europos il a été trouvé une applique avec quatre rivets, dont la syntaxe décorative coïncide avec notre bronze madrilène (Frisch; Toll,1949,planche III,26). L'applique peltiforme avec un pendant, de Chozas, a une attribution militaire beaucoup plus douteuse, des exemplaires similaires sont documentés à Vieux-Port (Fauduet,1992,106,n°781). Nous ne voulons pas omettre de nous référer à d'autres appliques peltiformes apparues dans notre région d'étude et qui demeurent inédites, puisque leur caractère exclusivement militaire est discutable elles complètent le panorama des pièces que nous avons à Tolède et à Guadalajara. Ce serait les appliques de la catégorie II-I.3.b de Marchamalo (Guadalajara) (fig.8,13), Mazarambroz (Tolède) (fig.8,14) et Mondejar (Guadalajara) (fig.9,3); celles du type II-I.2.a de Borox (Tolède) (fig.9,4) et Marchamalo (fig.9,5); ainsi que ceux de la classe II-I.1 (fig.8,10) et II-I.3.a (fig.9,1) d'Albalate de Zorita (Guadalajara). Les appliques de la catégorie II-I.1, c'est à dire les écussons simples, sont une fréquente trouvaille en France, où elles sont datées du III-IV° s., en étant inscrites à quelques installations militaires bien datées, comme la fortification de Vireux-Molhain. Dans ce dernier gisement on trouva une série de pièces identiques à celle d'Albalete de Zorita, associées au niveau de l'incendie de 350 ap. J-C. (Lemant,1985,56,fig.60,11-12). Une mention spéciale méritée par l'applique avec quatre écussons inscrits dans un cercle, elle a été trouvée à Borox (fig.9,2) et appartient au type II-I.2.a, des parallèles formels plus proches se trouvent sur quelques phalères pour des attelageset des appliques annelées de baudriers, du III° s., comme ceux de Lengyel (Sellye,1969,planche 191,1-2), Solua, Volubilis, Banasa (Boube-Piccot,156,n°201 et 386) et Dura-Europos (Frisch; Toll,1949,planche 1, 6 et planche 2, 12). Des appliques circulaires sur lesquelles s'inscrivent quatre peltes disposées en croix sont, par exemple, celles de Dunapentele, Brigieto, et Banasa (BoubePiccot,1980,260,n°430), bien que ces parallèles comptent un nombre supérieur de rivets. En Hispanie on a trouvé une autre applique avec quatre peltes ajourés sur la villa de La Olmeda, qui possède un unique rivet (86). Comme nous l'avons déjà signalé, une des catégories d'appliques les plus intéressantes est celle du type II-D, en forme "d'hélice". Elles dérivent directement des appliques cloutées à la morphologie identique qui ornèrent une bonne partie des cingula militae tardo-romains, au-delà des Pyrénées. Les appliques en question ont été documentées, pour la première fois, comme décoration d'un ceinturon féminin représenté sur une stèle funéraire d'Intercisa, en faisant apparaître une origine danubienne pour ces pièces. Elles apparaissent la fois suivante déjà concrétisées en contexte militaire, comme sur l'arc de Constantinien y sur la mosaïque de la partie de chasse de Piazza Armerina (Sommer,1984,84). Nous comptons aussi en Espagne avec ____________________ (84) Les appréciations de Feugère sur le système de fabrication, qui à cette occasion donne une grande standardisation du produit, sont intéressantes (Feugère,1983,52-54). (85) Une communication personnelle de M. Feugère. (86) Exposé dans le Musée de Saldaña, nous le croyons inédit. une représentation iconographique de ces éléments, sur un relief de Mérida qui commémore la victoire d'un empereur (Arce,1982,359-371, planche 60-63). Les nécropoles appelées Laetengraber ont été prodigues en trouvailles de ceinturons avec des "hélices" en bronze, dont on connaît aussi des exemplaires en argent, comme ceux qui accompagnèrent les heaumes de Berkasovo. Elles s'associent à une grande variété de boucles et de plaques, ceci dû à une longue existence. Dans les milieux militaires on commence à les utiliser durant le quatrième siècle, en accompagnant les broches de type Sagvar ou Colchester, ou aussi en s'incorporant à la plaque pour configurer les types Champdolent y Gala et en continuant à être en usage jusqu'aux débuts du V° s. Durant cette période, elles évoluèrent en accroissant leur longueur pour s'adapter à une mode qui imposait un ceinturon très large, avec des exemplaires arrivant à mesurer 10,5cm. Le fait que la société hispano-romaine connaissait les appliques en hélice, à la mode parmi les troupes ultrapyrénaïques, est aussi bien attesté par l'exemplaire de Pompaleo que par le relief d'Augusta Emerita. L'applique de Pampelune (Mezquíriz,1978,121,fig.112), comme l'a déjà signalé Pérez RodríguezAragón, est propre de quelques garnitures avec une décoration estampée de la première moitié du V° s., en pouvant avoir appartenu à une du type Trier-Muri de Böhme. L'aire de dispersion de ces dernières garnitures est très restreinte, comme on peut le voir sur la carte fournie par Böhme, ce qui donne un intérêt supplémentaire à la pièce de Pampelune (Böhme,1986,fig.24). L'apparition de ces objets sur notre sol, mais transformés en appliques, en remplaçant les clous qui traversent les plaques des exemplaires extrapéninsulaires par des rivets fondus, cela s'explique autant par le prestige social que possède le ceinturon militaire tardo-romain que par la préférence hispanique du rivet. Cette ultime circonstance, amène à adopter un shéma ornemental étranger mais en concordance avec les goûts péninsulaires propres (Aurrecoechea,1994,161). Néanmoins, à nouveau et comme dans la majorité des cas étudiés dans ce paragraphe, la distribution géographique des appliques en "hélice" est très limitée, puisqu'elle se resteint à la frange de terrain comprise entre la limite sud de la province de Madrid et le nord de celle de Tolède. Concrètement, la paire d'appliques connue jusqu'à maintenant a été trouvée à Villarubia de Santiago (Tolède) (fig.9,7) et Bayona de Titulcia (Madrid) (fig.9,8); alors que les plaques de ceinturon qui incorporent des hélices, similaires aux broches de type Champdolent/Gala, ont été trouvées à Borox (fig.1,10) et Ocaña (fig.1,11), des gisements qui sont très proches les uns des autres. Les parallèles qui peuvent être ajouter aux deux appliques/boutons de la Meseta devront être cherchés parmi leurs semblables européens en forme d'applique, puisque leur système de fixation au cuir les rend uniques, à l'exception de ceux d'Argeliers (87). Une "hélice" de Servian présente les mêmes échancrures aux extrémités des pales que l'applique de Villarrubia de Santiago, en étant datée du V° s. ap. J-C. (Depeyrot; Feugère et Gauthier,1986,159,fig.58a,2); alors qu'une autre de Zilil compte avec une morphologie très similaire à la pièce de Titulcia, toutefois l'exemplaire marocain manque de décoration (Boube-Piccot,1994,112-113,n°191). Après avoir analysé les appliques à caractère militaire, nous voulons nous centrer sur d'autres catégories que nous croyons d'intérêt pour compléter le panorama que nous ébauchons. Tout d'abord nous ferons allusion aux appliques cordiformes au contour simple inscrites au type II-J.1, des exemplaires qui gardent aussi certaines connexions avec les bronzes militaires. Nous croyons cette catégorie, unie à la I.J.1, exclusive du milieu hispanique (Aurrecoechea,1994,171), ____________________ (87) La garniture d'Argeliers présente des caractéristiques hispaniques très marquées. Non seulement c'est la plaque rivetée et décorée d'un motif équin qui est un de ces traits particuliers, mais aussi les appliques en forme d'hélice, de pelte et de double écusson, tout comme la contre-plaque avec la figuration d'un cheval, toutes ces pièces ont leurs meilleurs parallèles sur la Meseta de Castille et, surtout, sur la zone que nous étudions. Bien que nous considérions "uniques" les appliques hispano-romaines en "hélice", à cause de leur système de fixation au cuir, nous connaissons une pièce anglaise, provenant de South Shields et lamentablement incomplète, qui pourrait appartenir au groupe d'hélices rivetées que nous décrivons, bien que son état fragmentaire empêche une totale identification (Allason-Jones; Miket,1984,238,n°888). bien que maintenant nous connaissions un exemplaire provenant de VieilEvreux, un gisement probablement militaire avec lequel notre zone garde beaucoup de similitudes de matériels (Fauduet,1992,102,n°649). L'exemplaire français ne compte qu'un seul rivet et possède comme caractéristique, non documentée sur ses homologues hispaniques, la terminaison globulaire qui se trouve à la pointe du coeur, un élément qui le rend semblable au pendant de Saint-Ulrich (Lutz,1972,60,fig.11,7). Une autre applique rivetée française, avec aussi une terminaison globulaire, est celle de la fortification militaire de Vireux-Molhain, qui est associée à une strate du III° s. (Lemant,1985,68,fig.63,33). De même que son autre compagne française, elle compte un unique rivet, bien qu'elle présente une caractéristique spéciale qui consiste en un anneau rectangulaire "cornu" qui lui donne un aspect similaire aux broches "mâle" du type de notre exemplaire provenant d'Estremera (fig.3,5). L'apparition de ces deux exemplaires français ne change pas de façon significative la vision que nous avons de ces pièces, puisque l'on peut assurer que les appliques cordiformes sont carctéristiquement hispaniques. De ce fait leur aire de difusion est très limitée, puisque des quatorze exemplaires connus seuls trois sont apparus hors de Castille-La Mancha ou Madrid, c'est à dire ceux de Calatañazor (Soria) (Aurrecoechea,1994,n°110), La Olmeda et l'applique française (88). Sur la zone que nous étudions, nous connaissions déjà les appliques cordiformes de Castillejo (Madrid) (fig.10,2), celle décontextualisée de la province de Tolède (fig.10,7) et une autre sans provenance (fig.10,9); à celles-ci il faut maintenant ajouter la trouvaille de Villasequilla de Yepes (fig.10,4) et celles apparues à Borox (fig.10,1), Chozas de Canales (fig.10,5), Estremera (Madrid) (fig.10,6), Marchamalo (fig.10,8) et une delaquelle nous ne connaissons pas le gisement bien que nous sachions qu'il ait été trouvé sur la province de Tolède (fig.10,3). Les appliques cordiformes hispaniques peuvent être mises en relation avec une autre catégorie de pièces tardo-romaines: comme le sont les terminaisons de ceinturon en forme de coeur de la seconde moitié du IV° S., fréquemment associées aux garnitures avec des boucles en forme de dauphin de cette période. Peut-être que la fonction de nos appliques, suivant les modèles en vogue durant le quatrième siècle, fut l'ornement des ceinturons hispaniques de cette époque, bien que l'on n'ai trouvé jusqu'à maintenant, aucune de ces appliques clairement associée à une broche de type Simancas ou une autre quelconque broche tardo-romaine (89). Le parallélisme que gardent les appliques cordiformes hispaniques avec quelques éléments métalliques de la nécropole de Sagvar, pourrait nous confirmer leur datation tardive. Nous nous référons, concrètement, à deux bronzes de morphologie identique en ce qui concerne les pièces dont nous parlons, elles sont apparues dans la sépulture féminine n°54 du cimetière en question, datée par la numismatique de 346-367 ap. J-C. (Burger,1966,174,fig.97,54,n°7-8). Ils seraient aussi connecté avec d'autres bronzes qui, depuis le Haut-Empire, utilisèrent la feuille de lierre comme principal élément décoratif, comme c'est le cas pour le passe-courroie de Concarneau (Rennes) (Bousquet,1965,340,fig.27), quelques pendants de phalères, etc., ce qui montre la diffusion du contour cordiforme parmi les éléments métalliques romains. Enfin, leur parallélisme avec quelques pièces rivetées trouvées en Gaule et datées du III° s., comme celle de Vireux-Molhain, pourrait signifier un précédent immédiat pour nos exemplaires hispaniques; le renseignement intéressant c'est que les parallèles français proviennent de contextes militaires. ____________________ (88) L'applique de La Olmeda est exposée dans le Musée de Saldaña, où nous avons pu le voir récemment au cours d'une visite, il est encore inédit à notre avis. (89) Malheureusement la totalité des exemplaires connus sont décontextualisés, à l'exception de celui de La Olmeda, de ce fait on ne peut non seulement juger leur fonction mais on ne peut pas plus aventurer une chronologie précise. Par rapport à leur emploi, il faudrait tenir compte que quelques uns de ces exemplaires sont d'assez grandes dimensions, donc ils paraissent plus propres des garnitures d'attelage. Les appliques circulaires du type I-A.1.a.1 continuent à maintenir un statut exclusivement hispanique, desquelles nous connaissons huit exemplaires, dont six ont déjà été publiés (Aurrecoechea,1994,172) et deux inédits qui ont été trouvés à Puebla de Montalbán (Tolède) (fig.9,10) et Borox (fig.9,11). La carte de distribution géographique de ces pièces paraît être centrée, pour le moment, sur la Meseta sud, avec des représentants sur les provinces de Ciudad Real (1 exemplaire), Madrid (avec deux spécimens), Tolède (3) et Albacete (1). Hors de cette région nous connaissons les appliques inédites de la villa de La Olmeda (Palencia) et Cabriana (Burgos) (90). On peut en dire autant des appliques I-A.1.a.2 pour lesquelles nous faisons connaître un nouvel exemplaire à Ocaña (fig.9,9), à part que son aire de dispersion est beaucoup plus large, puisqu'on en a constaté sur Valladolid, Ségovie, en Navarre, à Castellón, à Tolède et y compris au Portugal (Aurrecoechea,1994,172). Les appliques cruciformes du type I-F paraissent être typiquement hispaniques, probablement les plus tardives de la série péninsulaire, tout comme les paraléllismes qu'elles gardent avec les appliques de l'époque wisigothe (Aurrecoechea,1994,161-162). Bien que nous ne devrions pas oublier que parmi les éléments métalliques romains à caractère militaire ce motif décoratif jouit d'une grande popularité, aussi appliqué aux passes-courroies qu'aux appliques cloutées et y compris aux appliques rivetées, dont quelques unes présentent une décoration émaillée (Dawson,1989,fig.4) (Sellye,1939,planche 7,19). L'unique exemplaire de cette classe qui a été publié, a été trouvé à Velilla (Madrid) (Aurrecoechea,1994,n°50) auquel nous devons ajouter maintenant une nouvelle applique trouvée à Puebla de Montalbán (Tolède) (fig.9,6). Bien que nous ne connaissions que ces deux appliques sur toute la Péninsule, on doit faire ressortir le fait que les deux sont apparues sur une zone prodigue en bronzes de typologie militaire, l'aire madriléno-tolédane. Nous terminerons cet aparté avec l'applique de Mondejar (Guadalajara) (fig.10,10), une pièce qui nous oblige à nouveau à créer une nouvelle catégorie dans notre typologie, la II-Ñ (91) des appliques losangiques avec deux rivets. Autant sa morphologie que la syntaxe décorative de son ornementation ajourée la sépare du reste des appliques rivetées connues en Hispanie, en nous rappellant cependant, quelques bronzes ajourés du III° s. apparus dans des milieux ambiants militaires, comme les éléments métalliques du ceinturon de Cologne (Heurgon,1958,planche 18, 2). IV.- LES APPLIQUES CLOUTEES Sous cette appellation nous englobons un groupe d'objets hétérogènes de morphologie très variée, tout comme leur fonctionnalité. Parmi eux il faudrait distinguer deux catégories: les appliques avec un appendice postérieur noté et les appliques dont la tige se termine par une petite tête. Les premières sont celles qu'il faudrait réellement qualifier de "cloutées" puisque leur appendice transperce le matériel, en le trouant, et en étant postérieurement riveté. Les autres inserrent leur tige à travers un orifice pratiqué auparavant, en assurant le bronze au cuir au moyen d'un anneau ouvert qui se fixait à la tige et qui avait comme arrêt la tête de celui-ci, un système que l'on peut apprécier, par exemple, sur l'applique discoïdale de Tiermes, décorée d'un ____________________ (90) Deux exemplaires, provenant de La Olmeda, sont exposés dans le Musée de Saldaña, restant, à ce que nous savons, inédits. L'un deux a été trouvé dans la tombe 354, associé à une boucle "cornue" et à un anneau qui se trouve logé dans le rivet. L'applique de Cabriana est exposée dans le Musée Arquéologique de Burgos. (91) Dans notre shéma typologique publié en 1994 nous en étions à la lettre M. Récemment nous avons fait une révision de cette typologie (Aurrecoechea,1996) pour insérer les nouvelles formes qui sont apparues, quelques unes desquelles ont déjà été incorporées dans cette étude puisqu'il est question de pièces de la Meseta sud. Dans la révision en question nous avons réservé la lettre N pour les appliques figurées avec une ornementation animalière, comme la panthère avec deux rivets de Sanlucarejo. personnage bachique (Argente; Baquedano,1983,414,fig.2). Autant les uns comme les autres appartiennent indistinctement à des garnitures de ceinturons et d'attelages (92). Nous avons déjà inclu deux de nos pièces parmi les bronzes d'attelage, à cause de ce que leur inscription fonctionnelle n'est pas à mettre en doute, nous nous référons à une applique peltiforme de grande taille, de Villasequilla de Yepes, et une autre avec des glands terminaux (fig.7, 1 et 11), tellement que nous nous centrerons sur les pièces restantes. Les appliques de Villasequilla de Yepes et Ocaña 2 (Tolède) (fig.10, 11 et 15) ont la particularité de conserver une couche d'argent sur la face visible. Les deux sont inscrites dans la catégorie des appliques géométriques décoratives, très communes durant tout l'Empire, surtout les circulaires, un motif pour lequel nous renoncerons à offrir d'autres pièces analogues, bien que la couche argentée de nos pièces pourrait estimer la chronologie de notre pièce dans le Haut-Empire. Une autre pièce peltiforme est l'un des bronzes de Villasequilla (fig.10,17), ainsi qu'une pièce de La Bienvenida (fig.10,12), on peut citer, parmi les parallèles, ceux de Dura-Europos (Frisch; Toll,1949, planche III, 32). L'applique cloutée d'El Quinto (fig.10,16) est en forme d'écusson double, on trouve des pièces analogues mais avec des systèmes de fixation diférents, comme le sont les appendices perforés ou les rivets, à Volubilis et à Banasa (Boube-Piccot,1980,170-171,n°232-237 et n°451-453. Finalement nous comptons avec deux pièces figuratives: le dauphin d'El Quinto (fig.10,13) et le cheval de Borox (fig.10,14). L'applique en forme de dauphin s'allie à un groupe de pièces dense qui, comme complément décoratif d'attelages, utilisa cet animal marin, bien que la taille de notre bronze plaide en faveur d'une utilisation sur un ceinturon, ou encore mieux sur un baudrier, puisque sur cette dernière courroie il était permis de voir les deux faces latérales et la frontale de l'objet, puisque la pièce était conçue pour être vue sur les quatre côtés comme s'il s'agissait d'une sculpture même. Bien que pour le dauphin on puisse citer de nombreux bronzes conceptuellement similaires, nous ne connaissons pas de parallèles exacts faisant référence à l'utilisation comme applique annelée. Le cheval de Borox a un intérêt spécial, si nous tenons compte de son parallélisme avec des broches définies de racines hispaniques puisque notre équidé rappelle deux plaques de ceinturon de cette catégorie: celle d'Argeliers (Palol,1969,150,fig.25,4) et de SaintJacques-de-Compostelle (Palol,1969,147,fig.25,1). Sur tous les exemplaires le cheval est représenté marquant un pas vers la gauche, les ressemblances morphologiques sont celles qui font références à la position du cheval et à son traitement stylistique, très accusées sur le bronze français comme sur le tolédan. Nous n'oublions pas que le ceinturon d'Argeliers fut orné d'appliques peltiformes, en "hélice", en écusson double, et en forme de cheval (Zeiss,1934,planche 32,9-14). Ce dernier, qui a probablement eu une fonction de contreplaque, une position que nous postulons aussi pour notre exemplaire, garde d'évidentes analogies avec la pièce dont nous parlons (93). Tout ceci nous fait penser à une datation du Bas-Empire dans la dynamique des broches Simancas pour l'applique de Borox, qui serait l'unique représentante sur le sol hispanique, jusqu'à maintenant, des garnitures représentées par la broche d'Argeliers, ce dernier exemplaire, qui bien que trouvé sur le territoire français, répond aux modèles de la province voisine. Une autre des appliques de Villasequilla (fig.7,8) mérite une mention à part, pour appartenir à la catégorie des parures de ceinturon du deuxième siècle, des objets inconnus dans l'archéologie péninsulaire. Les trouvailles de la sépulture n°10 de Neuburg, en Dacie, datent approximativement __________________ (92) Nous avons pu aussi apprécier le système de fixation décrit sur l'applique delfiniforme d'El Quinto, qui conservait encore l'anneau inserré dans la tige la première fois que nous l'avons vu. Lamentablement, la pièce, qui est conservée dans une collection particulière, a perdu cet élément lorsque nous l'avons dessinée, c'est la raison pour laquelle il n'est pas inclu sur le dessin que nous présentons (fig.10,13). (93) Il y a aussi la possibilité de ce que l'applique de Borox était en réalité une applique/bouton qui s'est cassée au niveau de la tige, une hypothèse qui ne peut être confirmer à cause de l'état fragmentaire de la pièce. ce type d'appliques de la seconde moitié du deuxième siècle (Hubener,1963-64,20-25,fig. 4-5,n°151-157), les autres parallèles qui peuvent être ajoutés sont ceux trouvés sur Volubilis (BoubePiccot,1994,81,n°101-102). V. - LA COMPOSITION METALLIQUE Ce type de pièce jouit du privilège d'être un des bronzes sur lesquels le plus d'analyses ont été pratiquées dans notre pays (94). Concrètement, nous nous sommes occupé des appliques dans une publication récente (Aurrecoechea,1994,170), donc nous ne donnerons pas de nouveaux résultats, déjà communiqués à ce moment là et qui n'ont pas varié, puisqu'aucun nouvel exemplaire n'a été analysé. Pour notre étude, nous avons procédé à une sélection des pièces les plus représentatives parmi celles qui sont apparues sur notre zone, lesquelles ont été soumises à une analyse au moyen d'une technique spectrométrique (95), des renseignements que nous complèterons avec ceux offerts par Madroñero de la Cal dans sa publication sur Fuentepreadas et Getafe (Madroñero,1985). La boucle de La Bienvenida en relation avec la famille des bronzes excisés (Aurrecoechea; Fernández Ochoa, Caballero,1986,253,fig.1,9), présente une composition différente dans son anneau et dans son aiguille (96). Les deux éléments sont des bronzes quaternaires, caractéristiques de pièces fabriquées avec des exemplaires de rebuts, bien que sur l'anneau les pourcentages de plomb soient bien plus hauts, alors que sur l'aiguille le pourcentage de cuivre est le plus grand. La plaque de la variante Bienvenida de ce même gisement (Aurrecoechea; Fernández Ochoa; Caballero,1986,253,fig.1,8) est aussi un bronze quaternaire avec des quantités de plomb élevées (97), tellement que la coïncidence temporelle en est curieuse, puisque les deux appartiennent à la romanité tardive, tout comme celles spatiale et fonctionnelle que les alliages de ces objets présentent. En ce qui concerne d'autres broches de ceinturon analisées hors de notre région d'étude, nous ne connaissons que celles de Fuentepreadas, qui doivent être qualifiées de bronzes terciaires, bien qu'ils diffèrent dans leur composition. La garniture ornée d'arcs en fer à cheval est un bronze au plomb (12-18% de Pb, 10% de Sn, 0,1% de Fe et 0,3% d'Ag), alors que celle qui est décorée de feuilles de lierre est un bronze à l'étain (10% de Sn, 1% de Pb et 0,1% de Fe). Il est généralement difficile de trouver des bronzes ou laitons purs, puisque dans le processus de fonte on arrivait à obtenir des alliages avec une bonne fluidité pour faciliter le moulage des pièces avec les détails décoratifs, ce qui s'obtenait avec une addition de plomb ou d'étain. Parmi les passants doubles-tronconiques analisés, ceux de Valdocarros (fig.5,11) (32,3% de ( 6,7% de Sn et 60,3% de Pb), El Quinto (fig.5,7) ( 48,1% de Cu, 0,2% de Zn, 2,7% de Sn et 48,5% de Pb) et El Quinto (fig.5,9) (54,3% de Cu, 0,2% de Zn, 5,7% de Sn et 39,2% de Pb), ce sont tous des bronzes au plomb, mais avec une caractéristique proportion élevée de plomb. L'infime importance du pourcentage de zinc, peut être interprété comme une recherche intentionnelle, mais avec une fonctionnalité différente de celle qui est destinée à faciliter le moulage des pièces. L'explication de ces bronzes, avec des indices de plomb aussi élevés, pourrait être due à la fonctionnalité de ces exemplaires, puisque les passants dont nous parlons servaient à agrafer les rênes au mors du cheval, tellement qu'il était peut-être nécessaire pour ____________________ (94) Une partie des analyses métalliques réalisées, a été financée par le Projet Précompétitif "la culture matérielle romaine dans la Meseta Sud", dirigé par Carmen Fernández Ochoa qui a mis à notre disposition la partie économique correspondante. C'est à nouveau l'occasion de la remercier pour son appui. (95) Les analyses ont été réalisées dans le I.C.R.B.C. avec un spectromètre Kevex mod. 7000. (96) Anneau: 63,7% de Cu, 2,9% de Zn, 14,2% de Sn et 18,2% de Pb. Aiguille: 75,4% de Cu, 3,8% de Zn, 11,2% de Sn et 7,7% de Pb. (97) Il présente 64,4% de Cu, 1,9% de Zn, 7,4% de Sn et 25,47% de Pb. cette tâche d'avoir des pièces relativement flexibles et non aussi rigides comme les bronzes purs, pour faciliter l'imbrication entre elles et les anneaux du mors. Cette flexibilité pourrait être à l'origine de quelques uns des passants que nous connaissons puisqu'ils sont arrivés à nous litéralement pliés en deux. Comme bronze tertiaire nous avons l'applique cloutée d'Ocaña (fig. 10,15) (80,6% de Cu, 8% de Sn, et 10,4% de Pb); tout comme celle en forme de dauphin d'El Quinto (fig.10,13) (93,2% de Cu, 4,3% de Zn et 1,4% de Sn). Enfin un des pendants de La Bienvenida (fig.6,2) (85,9% de Cu, 11,6% de Zn, 1,4% de Sn et 0,2% de Pb) et le pendant de phalère de Puente Biezma (fig.6,9) (85,25% de Cu, 14,4% de Zn et 0,1% de Pb) sont interprétés comme les uniques laitons trouvés dans l'échantillonage réalisé. VI. - CONCLUSIONS A travers ces pages nous avons donné un cadre chronologique et comparatif aux nombreux bronzes liés au monde militaire de la zone de Castille-La Mancha et madrilène, tellement que nous nous centrerons maintenant sur les notions spatiales et les implications historicoarchéologiques qui en resortent, en les mettant en relation avec l'ensemble des matériel de même caractère apparus sur le reste de la Péninsule Ibérique. Si nous analysons l'ensemble des pièces, celles-ci se caractérisent par une désagrégation spatiale, bien que tous les emplacements paraissent réunir des caractéristiques communes. Sauf quelques exemples, comme la Dehesa de la Oliva (Madrid) installée dans un fort, le reste des gisements est situé majoritairement sur les rives des cours d'eau, avec une concentration claire sur le cours moyen du Tage. Cette particularité les rapproches des installations "ouvertes" de type rural, plus que des enclaves militaires, surtout si nous tenons compte qu'on ne connaît pas de structures en relation avec un édile qui indiquent une variante de fortification, bien que nous devions ternir compte que presque la totalité des gisements étudiés n'ont pas bénéficier de fouilles scientifiques qui avaliseraient ou démentiraient ce dernier point. Bien que la dispersion des trouvailles paraisse être la tonique générale, cependant la majeur partie de ceux-ci et ce qui est le plus important, les bronzes qui doivent être interprétés comme exclusivement militaires, forment un noyau autour du tronçon de voie qui relie Emerita Augusta à Cesar Augusta, au passage entre la zone frontalière des actuelles provinces de Madrid et Tolède (figure 12). Bien que la liste des gisements soit beaucoup plus grande, cependant, trois enclaves très proches les unes des autres se détachent, à cause du nombre de pièces trouvées sur elles: Villasequilla de Yepes, Ocaña et Villarrubia de Santiago, toutes sur la province de Tolède. Chronologiquement nous trouvons une certaine continuité dans les trouvailles, qui peuvent être datées du I° s., et plus probablement dans sa seconde moitié, jusqu'au V° s.; si bien que nous manquons absolument de pièces de l'équipement militaire républicain et de la première moitié du IV° s.. Il existe une relation entre la temporalité des pièces et les trois principaux gisements mentionnés. Ainsi Ocaña compte avec un nombre très significatif de bronzes exclusivement militaires du premier siècle, plus quelques trouvailles sporadiques des III°-IV° s.. La totalité des bronzes de Villasequilla de Yepes peuvent être datés à la fin du II° s. et dans le III° s., alors que ceux du I° s. tout comme ceux du Bas-Empire sont manquant dans cette enclave. Ceux apparus à Villarrubia de Santiago, d'autre part, sont surtout inscrits dans la romanité tardive, sauf un élément résiduel du III° s. (fig. 12). Les connotations historiques de cette trilogie de gisements qui se succèdent dans le temps, pourraient être un des fils conducteur de recherche les plus intéressants pour l'archéologie future de cette zone. Il faut se poser la question sur l'apparition d'autant de bronzes militaires dans une région qui ne compte qu'un seul campement, celui de Guadalajara, qui en plus n'a fourni aucune pièce de cette catégorie. Cette question n'est pas exclusive du territoire qui nous occupe, puisqu'à la même dynamique sont soumis, par exemple, quelques points géographiques de la Gaule, comme Vieil-Evreux, où en plus la variété des bronzes de "typologie militaire" est tellement nombreuse comme dans le cas qui nous occupe, beaucoup de ceux-ci qui appartiennent à la même catégorie d'objets documentés dans notre travail, ont été signalés comme parallèles tout au long de ces pages (Fauduet,1992,110) (98). Il peut y avoir plusieurs explications, parmi lesquelles on peut argumenter sur: la présence temporelle de contingents armés, la situation d'un stationnement militaire inconnu, le caractère militaire des propriétaires de quelques villae qui jalonnent notre zone, ou l'établissement de vétérans sur celle-ci. En ce qui concerne le passage occasionel de contingents militaires, c'est la prémisse qui a été traditionnellement argumenté pour expliquer la présence de bronzes militaires excisés en Hispanie. Les pièces de la même famille que celle de Villarrubia de Santiago (fig.1,8) pourraient avoir été amenées ici par les honoriaci de Geroncio durant la guerre civile à l'époque de Constantin III (407-411). Cependant, cette hypothèse n'a pas été contrôlée par le suivi du réel mouvement de troupes sur la Péninsule, un unique phénomène qui pourrait valider définitivement cette théorie, puisque la dispersion des trouvailles de ce genre sur notre province indiquerait que l'aire couverte par ces contingents a été beaucoup plus large que les campi palantini qui pillèrent les terres lusitaniennes un scénario de la lutte, où les successeurs de Théodose (99) avaient leurs possessions. La présence d'une ou plusieurs installations inconnues de type militaire, peut-être chronologiquement successives, nous paraît être l'hypothèse la plus plausible en relation avec la zone géographique qui comprend les gisements proches d'Ocaña, Villarrubia et Villasequilla, puisque sur eux sont apparus la grande majorité des bronzes exclusivement militaires qui ont été inclus dans cette étude. La Bienvenida pourrait avoir compté un contingent militaire, probablement occasionnel et à caractère policier, rattaché avec la protection des mines toutes proches, comme l'indiquerait ses pendants de phalère du premier siècle (fig.6,2-3 et fig.5,3). Enfin, le caractère des propriétaires fonciers et du personnel établis sur les villae est probablement un des facteurs les plus importants à prendre en compte au moment d'envisager de façon correcte le phénomène que nous abordons, puisque pour la période tardive de l'Empire, Black a établi un shéma dans son étude sur les villas britaniques, qui pourrait expliquer la présence de bronzes militaires sur notre zone (Black,1994,99-109). L'auteur en question, indique que l'apparition de ces bronzes sur des installations rurales serait due à ce que leurs propriétaires auraient effectué une carrière militaire, comme participation au cursus honorum de leur vie professionnelle. L'état romain ne désarma jamais systématiquement ses licenciés, en les utilisant aussi pour la défense du territoire, de même que ces propriétaires fonciers pouvaient avoir accumulé sur leur villae d'authentiques souvenirs de cette vie militaire (100). C'est précisément la coutume de ne pas désarmer les licenciés, qui a permis à Böhme de reconstituer la provenance des mercenaires de l'armée romaine, fondamentalement les saxons et les francs de la rive droite du Rhin et dans une faible proportion les alamans des provinces occidentales, quand ils retournaient donc dans leur patrie d'origine, ils emportaient avec eux l'équipement militaire, dont faisait partie le dénommé "ceinturon de combat" qui leur avait été donné dans le nord de la Gaule (Böhme,1986,495). A ceci il faudrait ajouter que les propriétaires fonciers en question pourraient avoir emmené, après avoir abandonné l'armée, des subordonnés militaires qui s'occupèrent de leur défense personnelle, un phénomène qui met à nouveau en évidence la problématique sur l'existence ou non de troupes privées. Dans le cas qui nous occupe, c'est une explication suggestive dans l'interprétation de la ____________________ (98) Tant à Vieil-Evreux, que sur d'autre gisements de la commune (nécropole d'Evreux, Vieux-Port, etc.) que nous avons signalé dans notre travail à cause de l'apparition de pièces identiques aux nôtres, sont documentées les typiques fibules cruciformes qui sont associées à la classe militaire. Les fibules de ces enclaves appartiennent, en plus, aux variantes les plus anciennes de ce groupe, en pouvant les dater grosso modo à la fin du III° s. et au IV° s. ap. J-C. (Fauduet,1992,88,n°482487). (99) L'hypothèse rattachée aux bronzes excisés, apparus hors des zones de frontières "classiques", avec les évènements déclenchés par l'usurpation de Constantin III, a été argumentée par Böhme en 1977, de même l'apparition d'une garniture à Mazan (Vaucluse) (Feugère,1993a,146,note 271). (100) Black emploie aussi le terme "souvenirs" par rapport à ces objets (Black,1994,108). En Britanie ces "souvenirs" non seulement regroupent les pièces de l'équipement personnel ou équin d'un soldat, mais aussi les progectiles de ballista et d'autres armes, comme c'est le cas sur la villa de Whitton (Gales), une installation sur laquelle, d'autre part, il n'y a pas de preuve d'une attaque qui pourrait justifier la présence d'un type de projectile aussi concret sur le gisement. villa de Materno, proche d'El Quinto et pas très éloignée du foyer d'Ocaña-Villarrubia-Villasequilla, comme incitatrice d'une installation proche destinée à protéger la propriété, bien que nous soyons concient que la chronologie initiale d'Ocaña du premier siècle invaliderait en partie cette théorie. D'autres villae présumées qui ont apporté des "souvenirs" de la vie militaire de leurs propriétaires ou du personnel pourraient être celles d'Estremera, de Mazarambroz, de Borox, de Castillejo, de Veguilla de Oreja et de Chozas de Canales, tous ces gisements où les pièces exclusivement militaires sont minoritaires, pour ne pas dire qu'anecdotiques, alors qu'au contraire nous trouvons un plus grand nombre de bronzes de "typologie militaire" (101). Un autre renseignement à prendre en compte c'est la notion "d'uniforme" qu'avait la classe militaire romaine, car grâce à cela on pourrait émettre l'idée de ce que nos pièces faisaient partie de l'équipement obligatoire que devait porter un soldat. Par rapport à ceci, Feugère a signalé que autant le légionnaire comme l'auxilliaire, bien qu'ils jouissaient d'une certaine liberté au moment de choisir parmi les objets déterminés, devaient cependant répondre à certains impératifs, qu'il appelle "l'équipement minimum", sur lequel le cingulum serait fondamental, qui servait à supporter l'épée encore en temps de paix (Feugère,1993,226-227). Or, c'est précisément le fait que le ceinturon soit un signe distinctif du statut militaire depuis déjà les débuts de l'Empire, qu'il était rattaché de façon personnelle à son propriétaire, en l'accompagnant dans tous ses déplacements et probablement, après le licenciement, jusque dans sa vie civile postérieure, ce qui expliquerait leur apparition sur un large spectre de gisements. Sur notre zone, on pourrait expliquer concrètement l'apparition de la plaque d'Estremera (fig.1,2) et la terminaison amphoriforme de Mazarambroz (fig.1,9), entre autre, car sur ces enclaves les exemplaires en question sont les uniques bronzes d'origine militaire qui soient apparus. Grew et Griffiths ont signalé comment à partir de la dynastie julio-claudienne l'équipement militaire tend à se standardiser, ce qui arrive déjà dans la période flavienne. Néanmoins, l'impression générale depuis déjà le règne d'auguste, c'est celle de la production en masse de quelques objets, comme les ceinturons et parmi ceux-ci les éléments décorés d'un umbo central, sans oublier que les goûts personnels pourraient remplir les commandes d'artisans privés de pièces plus "luxueuses", comme on le sait par les sources littéraires parmi lesquelles il faudrait citer les lettres bien connues d'Apollonous et Terentianus (Grew; Grifffiths,1991,53 et 60). Comme tout au long de notre étude nous avons prouvé que beaucoup des objets présentés sont d'authentiques bronzes militaires, il faut se demander maintenant d'où ils sont originaire, c'est à dire, connaître leurs lieux de production. Oldenstein pense que le système de fabricae, propre à l'époque romaine tardive, peut aussi être extrapolé pour les trois premiers siècle de l'Empire (1985,82-94). Pour ce chercheur, il existerait de grands ateliers étatiques situés sur des zones stratégiques et chargé de totalement équiper les légions récemment crées, pour les approvisionner en matériels nécessaire pour une campagne ou les réparer après celle-ci; tout près d'eux se trouvaient d'autres petits ateliers, généralement rattachés aux campements et vici proches, qui se chargeaient d'arranger l'équipement brisé ou de produire des objets nécessaire pour les troupes cantonnées là (102). Or, dans chaque province il existait diverses phases d'implantation pour les ateliers: dans un premier temps, celui de la conquête, les troupes sont approvisionnées, par des ateliers situées dans des zones proches déjà romanisées, ainsi ____________________ (101) Naturellement que toutes les hypothèses qui font allusion à l'interprétation des gisements que nous avons émises dans ces conclusions son préliminaires, puisqu'elles ne pourraient être corroborées ou démenties qu'avec une fouille systématique de toutes les enclaves mentionnées. (102) Oldenstein étudie aussi les similitudes entre les différentes pièces des équipements trouvés sur le Danube, le Rhin, en Syrie, en Britanie et en Afrique, en vérifiant l'identité des modèles mais en avertissant que leur simplicité, comme c'est le cas pour les phalères et les pendants du Haut-Empire, facilite la copie des objets au moyen de moulages en argile par du personnel qui n'est pas très spécialisé, ce qui expliquerait la rapide diffusion des modes. probablement c'est le cas de la Britanie où est arrivé l'équipement de la Gaule toute proche, dans un second temps, après la domination du nouveau territoire, s'implantent des ateliers qui couvrent lentement les nécessités des unités establies dans la nouvelle province; et finalement, la région devient auto-suffisante, en important seulement ces matériels qu'elle ne produit pas. Pour Bishop, qui a aussi réalisé une étude sur ce thème, la flexibilité de la production serait la note dominante du Haut-Empire, signalant en plus que ces fabricae situées dans les forts même ou dans les vici proches, non seulement dotèrent les troupes d'une certaine autarcie, mais servirent aussi à maintenir le moral des troupes, en les occupant à des tâches artisanales pendant les temps de paix (Bishop,1985,1-42). Proche de notre milieu ambiant géographique, au Maroc, on a documenté des ateliers de bronziers par quelques pièces innachevées de l'équipement militaire, comme le sont, un mors peltiforme et un masque équin pour la hippica gymnasia de Volubilis. Plus intéressant pour notre étude, ce serait l'atelier de Thamusida, où ont été produites des boucles peltiformes (Boube-Piccot,1980,n°536) du type de celle trouvée à Villasequilla (fig.1,3). En plus des pièces trouvées innachevées, les ateliers de Volubilis et de Thamusida seraient respectivement avalisés par la présence de scories et de restes de statues pour le recyclage (Boube-Piccot,1995,65-67). Un autre atelier qui a produit des boucles peltiformes comme celui dont nous venons de parler, a été celui de Tibiscum, où est apparu un moule pour fabriquer ces objets (Bishop; Coulston,1993,fig.134,3). Les pendants "ailés" de la seconde moitié du premier siècle apparus dans notre région (fig.6,1-3), à cause de leur simplicité, ont pu être réalisés par des ateliers locaux, de même que les pendants "trifides" (fig.6,6) et la majorité de l'équipement apparu. Feugère s'est posé la question, à savoir que l'apparition systématique des pendants "ailés" aussi bien sur les oppida indigènes que dans les établissements militaires, qui unit les rôles assumés par la cavalerie militaire en Gaule durant le premier siècle , pourrait avoir été celui de police urbaine (Feugère,1983,59); alors que Bishop, pour la province britanique, a manifestement rattaché ces bronzes avec des unités concrètes, surtourt avec des auxilliaires thraces de cavallerie, ce qui convertirait les pendants "ailés" en une espèce d'indicateur ethnique (Bishop,1987,123-125). En ce qui concerne la boucle et la plaque d'Ocaña (fig.7, 5 et 6), elles n'ont pu être réalisées dans un petit atelier à cause du travail qu'elles ont exigé, mais dans une fabrica située en Gaule ou en Italie, centres de production de telles pièces durant le premier siècle (Oldenstein,1985,87). Ces pièces pourraient appartenir à l'équipement de parade plus qu'à un usage quotidien, comme a été interprété le complexe harnais de Xanten, bien que la présence abondante de ce type de bronzes de technologie complexe (surtout le bain d'argent avec la couche niélée supperposée) en contextes civiles, comme à Alesia, doit être un renseignement à prendre en compte (Feugère,1993,180), pourrait alors indiquer un usage plus quotidien. Les autres pièces à caratère luxueux seraient celles d'Arcóbriga niélées (Caballero,1974,90,fig.22,33) ou celles de Culebras (Cuenca) (fig.5,4), de Villasequilla de Yepes (fig.10,11) et d'Ocaña 2 (fig.10,15), avec un bain argenté. Pour le reste des bronzes de notre étude appartenant aux trois premiers siècles, nous signalerons qu'ils sont identiques à ceux trouvés sur des campements britaniques et du limes rhéno-danubien, traditionnellement rattachées aux troupes auxilliaires, bien qu'actuellement on se pose la question sur une telle disparité entre l'auxilliaire et le légionnaire. L'origine de ces dernières pièces serait la même que celle de leurs congénères européennes. La concentration chronologique de nos pièces du Haut-Empire pourrait être connectée avec les évènements des années 68/69, bien qu'une relation directe soit très douteuse, puisque nous n'avons pas la preuve de faits bélliqueux dans cette région. Jusqu'à cette date ce sont les pendants "ailés" et "trifides", ainsi que les bronzes argentés, propres de ces dernières troupes équipées par les ateliers étatiques. L'apparition d'équipement militaire du Haut-Empire sur des gisement comme La Bienvenida, était en relation avec le contrôle des mines toutes proches, ou dans d'autres cas, comme à Tarragone, avec la présence de troupes dans des villes importantes, si bien que leur trouvaille reste plus énigmatique dans le centre de la Péninsule que sur le levant ou le N-O. Bishop indique que l'apparition d'équipement militaire dans une zone déterminée, est toujours connectée avec la présence militaire, et pas précisément temporelle, sur l'aire, qui en plus répond à un abandon et qui est caractéristique d'unités déterminées. Et le plus important, ce sont les inégalités que l'on peut observer entre l'est et l'ouest de l'Empire, relatives à la distribution des trouvailles militaires, ce qui est dû aux différents niveaux de recherches entre les différents pays (Bishop,1985,17-18). En ce qui concerne les bronzes du troisième siècle, ils sont peut-être en relation avec les évènements turbulents de la seconde moitié du siècle comme les premières invasions autour de 260 ou les campagnes de Probus contre les usurpateurs, bien que l'archéologie et que historiquement les champs d'action paraissent avoir été assez restreints. Dans ce sens l'apparition d'un trésor inédit, daté jusqu'en 260, sur un gisement caractérisé par l'abondance de bronzes exclusivemments militaires du troisième siècle, a amplifié la vision géographique que l'on avait de ce phénomène, si bien qu'il faut considérer que ces petits trésors n'indiquent pas nécessairement le déroulement d'évènements bélliqueux dans leurs environs, mais que dans la majorité des cas ce sont de simples symptômes d'un milieu d'instabilité vécu sur la zone (103). En ce qui concerne les fabricae tardives, Lactance attribut à Dioclétien leur fondation. Bien que quelques unes n'aient pas été créé ex novo, si ce n'est qu'elles se développèrent à partir d'ateliers préexistants, la création de nouvelles enclaves déjà officielles et surtout, leur organisation en fonction de l'administration des diocèses (création tétrarchique) remonte probablement à la fin du III° s. ou débuts du IV° s.. La production de celles-ci devait être très supérieure à celle des artisans militaires du Haut-Empire, puisqu'ils devaient approvisionner de larges secteurs de l'Empire, en étant spécialisés en objets déterminés. Des aproximativement 40 fabricae que nous offre la Notitia Dignitatum, plus d'autres sources mineures (épigraphie, etc.), nous constaterons que l'équipement fabriqué se centrait dans les objets suivants: écussons, épées, lances, arcs, cuirasses (loricariae et clibanariae), selles, artillerie et armes diverses (104). Comme nous pouvons le constater, parmi eux on ne mentionne ni les accessoires métalliques pour les courroies de l'équipement personnel, tout comme les ceinturons, ni ceux appartenant au mobilier équin. Pour l'emplacement de ces fabriques on a choisi des sites avec une tradition artisanale et proches des matières premières, sûrs et avec de bonnes communications, en n'étant aucune d'elles, que nous sachions, située sur la Péninsule Ibérique, la fabrica la plus proche étant, selon la Notitia, celle d'Argentorate. Les motifs de cette centralisation de la production ont été étudiés par James (James,1988,257-331), les causes fondamentales étant le recrutements massifs depuis l'époque de Dioclétien et l'impossibilité d'autoapprovisionnement des campements, d'auxilliaires ou légionnaires, à cause de ce que dans la majorité d'entre eux leurs ateliers ont arrêté de fonctionner. La production en masse est à l'origine de ce que les artisans ne purent maintenir la qualité de la production, surtout d'un point de vue décoratif, des premiers siècles de l'Empire, l'exemple le plus significatif étant les casques. Des cas isolés comme le casque de Deurne, ou ceux de Berkasovo et Budapest, avec des clairs désirs décoratifs, font douter si ces exemplaires de luxe ont été réalisés en fabricae officielles, ou s'ils furent exécutés par des artisans de haut niveau qui continuèrent à travailler pour l'armée au IV° s. (Feugère,1993,243-244). Cette idée est aussi extrapolable aux bronzes excisés, comme celui de Villarrubia de Santiago, puisque l'ornementation qui le caractérise est loin du concept de ____________________ (103) Le petit trésor, actuellement en étude, est composé par près de 2 000 antoniniens qui embrassent les règnes de Gordien III à Postume, avec une claire concentration de pièces dans le règne de Galien. Ce qui est intéressant c'est la nuance que distinguent Campo et Gurt (1980,130) entre les occultations (accumulation de numéraires en circulation) et les thésaurisations (ensembles thésaurisés en fonction de la valeur métallique des monnaies). Le faible titre des pièces, qui composent le petit trésor tolédan, écarterait leur cachette afin de thésauriser, en avalisant par contre leur rattachement avec des phénomènes d'instabilité politique ou social sur l'aire hispanique. Pour les invasions du III° s. et les renseignements archéologiques qui les accompagnent, on peut citer les travaux classiques suivants: Balil, Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, IX, 1957; Blázquez, Hispania, XXVIII, 1968; Campo et Gurt, Numisma, 165-167, 1980; Taracena, I Congreso internacional de Pirenaístas, 1950; Taradell, Estudios Clásicos III, 15, 1955; Taradell, IV CNA, 1957, etc. En ce qui concerne l'impact de la crise du III° s. en Hispanie nous nous remettons au livre de Fernández Ubiña (1982, 91-117) et à celui d'Arce (1988, 53-67). (104) La situation géographique des différentes fabricae et les spécialités attribuées à chacune d'elles peuvent se trouver dans le travail récent de Feugère (1993,239). production en masse et de rapidité qu'exigent les ateliers officiels décrits. Or, si l'équipement militaire tardif se caractérise par sa faible qualité, à cause de la masse de la production, comme compensation sa fonction se vit accompagnée d'une signification sociale qui se renforça par rapport aux périodes précédentes. Comme l'a signalé Feugère pour le diptyque de Monza (circa. 395), la position sociale de Stilicon n'est pas mise en évidence sur la recherche de ses vêtements mais sur ses armes: fourreau richement décoré et écusson avec un médaillon impérial, indiquant l'abîme qui se créa, à la fin de l'Antiquité, entre le personnel militaro-administratif et le gros de la population. L'évolution du cingulum serait caractéristique de ce phénomène, qui à cette époque se convertit en signe et symbole de la fonction publique (Feugère,1993,248). La principale problématique du Bas-Empire se rapporte à divers aspects, parmi eux les contextes funéraires qui ont offerts une grande quantité d'évidences sur les différents types de ceinturons, mais qui cependant, comme l'a signalé Bishop, l'information qu'ils offrent ont de serieuses limitations, à cause de ce que peu de sépultures ont été datées par la numismatique et les dates du mobilier restant reposent sur des bases peu sûres (Bishop; Coulston,1993,160). En plus la distribution géographique n'est pas des différents types, probablement, mais reflète la distribution des pratiques d'enterrements qui peuvent être interprétées de façon significative sur la totalité de l'aire d'utilisation des pièces. De cette manière, l'évidence archéologique nous offre une abondante information sur le S. de la Britanie, le N. de la France, le Rhin et le Danube supérieur, alors que nos connaissances sur les ceinturons du IV-V° s. utilisés dans d'autres régions est bien moindre (105). Un autre point d'intérêt, les chercheurs ont associé, conventionnellement, les broches excisées avec le recrutement de germains dans les armées romaines. Pour Böhme les ceinturons excisés et leur dérivations estampées seraient le plus éminent témoignage de la symbiose produite par l'établissement de groupes de soldats germains établis sur la zone de la Loire et du Rhin, des groupes qui s'installèrent en fonction du dispositif de défense du nord de la Gaule du litus saxonicum (qui protégeaient le litoral contre les incursion de pirates) et du système de défense articulé autour de la voie de Cologne-Tongres-Bavay. Cependant, quelques plaques incorporent des motifs classiques dans le shéma géométrique, en plus de ce que les broches ne sont pas habituellement trouvées sur les dénommées Laetengräber, comme l'a signalé Bishop, et peu d'entre elles se trouvent en Germanie libre, alors que leur développement et leur utilisation apparaissent avec des troupes régulières romaines, officielles du gouvernement militarisées et , sans doute, par des germains équipés par l'armée régulière. Récemment Hedeager a fait un travail intéressant où il se pose la question sur l'identité de la collectivité germaine, puisque précisément ces peuples, en contact avec les romains depuis le I° s. ap. J-C., ont changé de culture en même temps qu'ils assimilaient les coutumes romaines, mais en plus au BasEmpire la migration germaine n'a pas eu besoin de nouvelles formes politiques au delà de l'unité ethnique ou génétique, ce qui produisit le collapsus ____________________ (105) La connaissance de l'équipement militaire de cette étape est dépendante des caractéristiques spatiales historiques de ces années. Seule la réorganisation frontalière implique l'établissement de quelques nouvelles installations, quelques unes de celles-ci ont fourni des matériels tardo-romains, mais leur déposition désordonnée diffère de celle qui est survenue dans le Haut-Empire, puisqu'elles furent simplement laissées où elles s'accumulèrent, comme à Housesteads, Intercisa et Lambaesis, où elles ont été installées, comme à Gornea et Orsova. Les dépôts rituels en milieux aqueux continuent à être aussi une source de documentation pour cette époque, bien que généralement ils affectent un type de matériel très concret, comme le sont les armes, en pouvant citer les trouvailles en Germanie Libre de Nydam, Kragehul et Ejsbol Mose (Bishop; Coulston,1993,160). Ce sont les enterrements qui prennent le plus d'importance, spécialement aux frontières romaines, au moment d'interpréter l'équipement du soldat de cette époque, tant en cimetières hors des forts, comme ceux d'Oudenburg et Incisa, que ceux proches des villes, comme un des plus important celui de Sagvar Les soldats furent courrament enterrés avec leurs vêtements, broches, couteaux et ceinturons militaires, alors que les armes furent occacsionnellement incluses dans ce qui a pu être plus une pratique provinciale germaine que proprement romaine. Ces nécropoles du nord de la France et des terres du Rhin (Laetengräber) ont été traditionnellement rattachées avec des unités de soldats germains (laeti), connues par la Notitia Dignitatum et localisées dans ces aires, puisque la recherche a évolué durant les dernières années en nuançant le phénomène, qui se montre beaucoup plus complexe par rapport à ce qui s'interpréta au début. des anciennes formes de vie tribales, ce qui fit surgir alors une élite guerrière dont la culture matérielle est, dans beaucoup de cas, influancée par les coutumes romaines (Hedeager,1993,121-131). Etant donné le caractère exceptionnel des pièces excisées trouvées hors de leur région d'origine, ces objets sont généralement interprétés comme le résultat de déplacements ponctuels, comme nous l'avons déjà dit dans un aparté précédent en faisant allusion au cas hispanique. Ainsi, la découverte d'un ceinturon complet, avec une boucle particulière du type Ehrenbürg-Ostrach à Mazan (Vaucluse) a été interprété par Böhme comme dû aux affrontements, en 408-413 dans la région de Valence/Arles, avec les partisans tout d'abord de Constantin III puis ensuite de Jovien. Nous ne pouvons oublier que la culture mixte (Mischzivilisation) romano-germaine de ces zones militarisées du nord de la Gaule, qui facilita sans traumatismes la transition entre l'Empire Romain et les royaumes "barbares", n'a pas été plus que, à l'origine, la fusion de deux mondes: militaire et civil; et que cette symbiose se documente sur d'autres provinces impériales comme la Pannonie, et y compris hors des frontières de l'Empire, en divisant l'ex-Dacie romaine, chacune d'elles ayant des particularités propres qui doivent être étudiées dans leur contexte particulier. En ce qui concerne la Gaule du Sud et l'Espagne, on a découvert tellement d'exemplaires proches des modèles utilisés sur le Limes comme les originaux même. La production locale de broches tardo-romaines de caractère militaire paraît être avalisée pour la région méridionale française. Sur un habitat rural du Languedoc, concrètement à Neffiès (Hérault), un exemplaire défectueux d'une boucle avec des dauphins ("Delphinschnalle") a été trouvé, un type bien connu en Bretagne à la fin du IV° s.. La boucle est le produit d'un artisan local, qui abandonna le travail à cause d'une fissure dans le moule (Feugère,1993,253,n°6). De ces mêmes boucles en forme de dauphins on en connaît, au moins, un autre exemplaire innachevé découvert sur la villa gallo-romaine de "La Tête de Fer" (Noyers) et déposé dans le Musée d'Avallonais, qui ne paraît être rattaché à aucun atelier officiel. En ce qui concerne la Péninsule Ibérique, les broches en hélice du type Chamdolent/Gaule/Muids trouvées à Borox (fig.1,10) et Ocaña (fig.1,11), nous mettent sur la piste du premier trait caractéristique de la culture matérielle tardo-romaine en Hispanie que nous voulons aborder: la préférence de l'applique boutonnée par rapport à la rivetée, comme système de fixation du bronze au cuir. Cette préférence a aussi été largement constaté dans le panorama des appliques qui accompagnent des ceinturons et des attelages, en convertissant les appliques cloutées en usage hors de la Péninsule Ibérique en appliques rivetées (Aurrecoechea,1994,171-172). L'adoption de modèles "classiques" dans les éléments métalliques militaires tardo-romains, comme les appliques en "hélice", réinterprétés comme appliques boutonnées sur notre province hispanique, sont ceux de Villarrubia de Santiago (fig.9,7) et Titulcia (fig.9,8), plaident pour la nécessité d'interpréter la signification de ce phénomène. Néanmoins, bien que dans le reste de l'Empire le système de fixation utilisé de préférence durant cette période pour accrocher les garnitures de ceinturons au cuir fut le rivet, on connaît aussi des exemplaires extra-péninsulaires de broches boutonnées. Dans le pays voisin, par exemple, à part la archi-nommée garniture apparue à Argeliers (Aude), qui possède aussi des appliques en "hélice" semblables aux trouvailles de nos gisements du Tage, nous comptons avec les broches de type Sagvar de Nîmes (Gard), celle de la Société archéologique de Montpellier (Feugère,1993a,146,fig.14, 1 et 2) et celle trouvée à SaintClément (Gard) (Feugère,1993,253,n°2). Ces broches françaises s'inclueraient dans la catégorie appelée par Pérez Rodríguez-Aragón comme "de type intermédiaire" (1991,102-104). Cependant, la proximité géographique ne justifie pas la présence de ces broches rivetées, puisque y compris dans la nécropole de Sagvar on connaît un exemplaire avec ces appendices, apparu dans la sépulture 111 (Burger,1966,208,fig.101). Mais peut-être que c'est dans le contenu de l'orfèvrerie du Bas-Empire, où nous trouvons les broches extrapéninsulaires les plus significatives boutonnées. Ainsi: la garniture dorée de Sainte-Croix-aux-Mines, avec une plaque décorée d'un portrait humain et dont le revers porte l'estampille VICTORINUSM (Sommer,1984,33,planche 13,3); le fameux ensemble de Ténès, composé d'une paire de boucles, de plusieurs plaques et de chacune une applique rivetée (Heurgon,1958,fig.7, planche 3 et 4); la boucle avec une plaque du trésor de Thetford (Johns et Potter,1983,78-81,fig.6,planche 15); ou l'exceptionnel ceinturon de la collection Ortiz, trouvé en Asie Mineure (Feugère,1992). A côté du système riveté de prédilection hispanique, la persistence de modes ataviques, comme les abondantes appliques peltiformes qui jalonnent l'archéologie de la Meseta des IV-V° s., ou la perduration des boucles circulaires, dessinent un panorama complexe que l'on ne peut résoudre avec des visions excessivement simplistes, comme c'est le cas pour l'adoption des modes militaires par la population civile, mais avec des "particularités" déterminées qui les différencièrent des éléments métalliques véritablement militaires. La thèse d'une mode de style militaire qui a probablement pu régner dans l'Hispanie du Bas-Empire, a tout d'abord été notée par Domínguez Monedero (1985,178), en étant reprise postérieurement par d'autres chercheurs espagnols. Bien que le monde tardo-romain implique une société militarisée, avec l'influance qui résulte de ce que la culture matérielle peut apporter, nous ne croyons pas que la diffusion des "goûts" militaires embrassent un spectre social aussi large que ce que l'on a voulu le faire croire pour le cas hispanique. L'usage de cette mode a probablement été restreinte au personnel, civil comme militaire, rattaché à l'administration de l'état et à son cercle le plus proche, dans lequel entra une bonne partie de la classe des dirigents qui avaient le pouvoir économique. La diffusion de cette mode, parmi des groupes déterminés, ne justifia pas pleinement les particularités ni la concentration géographique des trouvailles hispaniques. Si le prestige de l'habillement eut généré la diffusion de celle-ci comme une"mode", les zones romanisées de la Tarraconensis, la Bétique et la Lusitanie n'auraient pu se soustraire à cette dynamique, surtout lorsque cette dernière fut proche du pôle du pouvoir dans la période de Théodose. En plus, les chercheurs qui proposent la diffusion d'une mode militaire hispano-romaine, n'ont jamais analysé le fait de ce que la mode en question recrée des goûts ataviques des siècles antérieurs (ceux des II-III° s. ap. J-C.), au lieu de "copier" les modèles qui circulaient à ce moment là. Ce ne sont pas seulement les pièces comme les appliques peltiformes et les boucles circulaires auxquelles nous avons fait allusion auparavant, mais aussi une grande partie des bronzes de ceinturon du Bas-Empire trouvée en Hispanie, qui démontrent une prédilection pour les formes antique, propres du Haut-Empire, comme par exemple les boucles peltiformes et "cornues" que présentent beaucoup de nos broches "Simancas" (106). Nous nous trouvons probablement devant plusieurs courants et tendances convergents qui produisirent, dans la relative homogénéité des éléments métalliques tardo-romains, diverses réponses devant une même stimulation, tout ceci dans la koiné des bronzes, déjà tellement de fois mentionnée, qui rapproche comme des soeurs des zones de l'Empire tellement distantes. La survivance de l'unique légion cantonnée sur notre sol durant des siècles, la Legio VII, peut être la clé pour interpréter une grande partie de nos bronzes tardifs à usage personnel qui reprennent les modèles authentiquement militaires (107). La légion en question a pu produire sur sa zone d'influance un phénomène similaire à la Mischzivilisation, mais tout en nuance, puisqu'elle se produisit au moyen de la fusion de goûts ataviques propres d'une légion ancienne et de l'élément local, ce dernier étant hispano-romain et non germain. Tout ceci dans le contexte d'un moment historique et social d'instabilité, qui fait primer les valeurs militaires. Les perdurations de modes ataviques dans des troupes fondées anciennement, qui n'ont pas ____________________ (106) C'est curieux de voir qu'un type de boucle comme la "cornue", aussi caractéristique de la romanité tardive en Hispanie, alors qu'on en trouve à peine sur d'autres zones de l'Empire, ne ressemble pas aux modèles synchrones qui étaient utilisés sur le reste des provinces, et fait remonter ses racines à un modèle en vogue à la fin du I° s. ap. J-C. (107) La Legio VII Gemina est citée comme encore installée en Hispanie durant cette période, selon la Notitia (XLII,1,25), en constatant depuis le milieu du III° s. la conversion des cannabae du campement en une ville. La légion, à l'époque tardo-romaine, se composait de 6000 hommes , si bien que durant le IV° s. on dirait qu'une partie de ceux-ci a été détaché comme armée comite sur les provinces orientales de l'Empire (Arce,1988,73). souffert de l'apport d'une nouvelle création de contingents humains, est un phénomène reproduit et étudié sur d'autres aires de l'Empire. Cette Mischzivilisation hispanique (108), symbiose du monde militaire et civil indigène, est peut-être la racine de l'appellation "horizon des nécropoles du Douro" et ses broches caractéristiques de "type Simancas", dont les manifestations funéraires particulières ont attiré l'attention des chercheurs espagnols depuis longtemps (109). Leur foyer principal se situerait sur la Meseta Nord, mais avec un rayonnement important vers la Meseta Sud, comme on a pu le vérifier tout au long de notre étude, leur présence sur d'autres points de la Péninsule étant beaucoup plus anecdotique. Quelques chercheurs signalent une plus grande aire de dispersion, qui y compris comprendrait toute la Péninsule Ibérique, une opinion que nous n'appuyons pas, au moins pour les matériels directement rattachés avec les éléments militaires, comme les garnitures de ceinturon, qui se concentrent sur les deux Mesetas, comme nous venons de l'expliquer (110). Néanmoins, un autre type de bronzes en relation avec les "Nécropoles du Douro", comme les mors, les passants doubletronconiques ou la vaisselle métallique, paraissent embrasser une aire géographique bien plus vaste (fig.13). Rien de ce qui a été ébauché auparavant ne pourra être confirmé, jusqu'à ce que les différents groupes régionaux soient bien définis, que l'on connaisse bien les ateliers des Mesetas et que des fouilles dans la région de León montrent un panorama de matériel comme celui que reflète les régions de Palencia ou Burgos. Traditionnellement on a baissé la datation dans la seconde moitié du IV° s. de cet horizon, si bien récemment Caballero Zoreda a quelque peu avancé la date, en la situant dans le troisième quart du IV° s., de même que les trouvailles de Vadillo de la Guareña (Zamora) et Getafe, avec des monnaies de Constance II (350360) et Valentinien II (373-383) respectivement (Caballero,1985,99). Si les bronzes tardo-romains de typologie militaire, c'est à dire, ceux qui réinterprètent des modèles qui circulent sur d'autres aires de l'Empire mais en leur donnant un aspect hispanique, ils peuvent être interprétés comme les symptômes d'une culture tardo-romaine particulière, qui pourrait être appelée Mischzivilisation par analogie avec ce qui arrive sur les autres provinces, les bronzes authentiquement militaires apparus sur notre sol, comme les excisés, requièrrent un autre type d'explication. L'idée d'un Limes hispanicus, abandonnée déjà depuis longtemps ____________________ (108) Nous sommes conscient de la signification inter-ethnique que possède le terme Mischzivilisation, comme fusion de l'éléments romain et du germanique. Nous réservons l'emploi du concept en question pour le cas hispanique, à l'union entre deux cultures, ou encore mieux, entre deux mondes, le militaire et le civil. (109) Fuentes, par exemple, considère que ces nécropoles correspondent à la population ordinaire de la Meseta, et que leurs particularités dérivent de l'évolution des coutumes funéraires romaines et de la survivance d'autres coutumes pré-romaines auxquelles correspondent la présence des mobiliers (Fuentes,1989,277). Cependant, à notre avis, cette théorie n'expliquerait pas la raison pour laquelle l'apparition d'une culture matérielle tellement différente des autres zones de l'Hispanie même, tellement romanisées comme la Tarraconensis ou la Bétique. Sur ces deux dernières provinces, les matériels tardo-romains caractéristiques de ce que nous appelons la Mischzivilisation hispanique sont purement sporadiques. Il nous suffit seulement de comparer les fouilles de la nécropole de Tarraco et celle de Simancas pour nous rendre compte des grandes différences qui les séparent. En plus les contacts formels que montrent les bronzes de cette culture matérielle de la Meseta, se trouvent beaucoup plus proches de ceux rattachés avec le milieux ambiant militaire d'autres zones de l'Empire, qu'au monde pré-romain des deux Castilles. Cette relation avec les bronzes militaires des zones frontières, nous la croyons cependant indépendante de l'ethnie germaine, et simplement significative des influances de l'équipement militaire en usage à ce moment là. De ce qui se dit sur les "gens communs" de la Meseta, nous approuvons les précisions de Caballero Zoreda faites dans son récent travail sur l'histoire de Zamora, faisant allusion au caractère militaire que montrent quelques enterrements, ainsi que la variété des mobiliers qui impliquèrent différents groupes sociaux, parmi eux les enterrements du type de Fuentespreadas qui bien qu'ils soient archi-typiques seraient aussi les plus exceptionnels. (110) Fuentes est un des auteurs qui étend la zone d'utilisation de ces garnitures tardo-romaines à la casi totalité de l'Hispanie (Fuentes,1989,199), si bien que quelques unes des pièces apparues hors de la Meseta qu'il catalogue dans son travail comme étant du Bas-Empire, appartiennent en réalité à d'autres périodes historiques (voir note 114). à cause de l'inéxistence de preuves archéologiques et historiques qui l'auraient appuyées (111), ne peut se faire valloir pour justifier la présence des authentiques cingula militae qui apparaissent sur notre Péninsule. Cependant, il faut signaler que le démantellement de la théorie du Limes hispanique, de la part de quelques chercheurs espagnols, a provoqué une réaction excessive, tendant à nier le caractère militaire d'une quelconque évidence archéologique, comme le sont les bronzes en question dont il s'agit maintenant. La radicalisation de la tendance démilitarisante peut s'amplifier avec Fuentes, qui lui aussi nie le rattachement de ces bronzes excisés apparus sur d'autres provinces de l'Empire, comme l'Afrique du Nord, avec le stationnement de troupes (1989,199). La relation directe de ces accessoires militaires avec les contingents armés mentionnés par la Notitia, pourrait aussi être douteuse, puisque leur découverte ne coïncide pas avec la localisation concrète des installations militaires en question. Bien que nous devions tenir compte que le carctère des troupes comitatensis leur impliquerait une grande mobilité, dont le reflet serait la dispersion des trouvailles. A part la Legio VII, il y a cinq cohortes sur la Péninsule Ibérique: la cohors secunda Flavia Pacatiana établie à Rosinos de Vidriales (Zamora), la cohors Lucensium à Lugo, la cohors Celtibera à Reinosa (Cantabria), la cohors prima Gallica à Iruña et la secunda Gallica d'implantation inconnue (112). Néanmoins leur relation indirecte, c'est à dire, comme lieu d'origine des ces bronzes militaires pourrait être plus que probable. Si nous observons l'inventaire des pièces hispaniques de claire filiation militaire, nous pourrons nous rendre compte que leur nombre, en relation avec l'ensemble des garnitures de ceinturon hispanique tardo- romain connu, est assez rare. Fondamentalement elles se restreignent, jusqu'à maintenant, à huit exemplaires: la broche de Palacio del Sil (León), trouvée sur la même zone d'influence de la Legio VII; l'applique en "hélice" de Pampelune, une ville où sont attestées des troupes comitatensis aux débuts du V° s. (Domínguez,1983,124); la terminaison de courroie amphoriforme de Mazarambroz (Tolède); et les bronzes excisés de La Olmeda (Palencia), La Morterona (Palencia), Pampelune, Villarrubia de Santiago (Tolède) Vicenç d'Enclar (Andorre) (113). L'interprétation de l'arrivée de ces Kerbschnittgürtelgarnituren par l'intermédiaire des honoriaci du temps de l'usurpation de Constantin III, nous paraît une des plus suggestive bien que non exempte de problèmes, comme nous l'avons indiqué au début de la conclusion, bien que nous ne puissions oublier que leur apparition dans des contextes archéologiques de somptueuses villae, comme celle de La Olmeda, peut obéir à l'histoire personnelle même du propriétaire de l'établissement. Nous n'oublions pas que les garnitures excisées sont considérées seulement d'utilisation pour les officiers de haut rang de l'armée régulière, si bien que le caractère germain de ces officiers n'a pu être vérifié de façon concluante (Böhme,1986,473). La terminaison excisée de Villarrubia, sans contexte et éloignée de la traditionnelle zone d'action de ces honoriaci, pourrait suggérer qu'il s'agit d'un souvenir de la vie militaire de son possesseur, qui l'aurait transporté jusque là après son possible licenciement. Si nous analysons la carte de distribution de ces pièces sur l'Empire (fig.14), comme de même pour les nombreuses trouvailles connues et qui ont été publiées nous la croyons hautement représentative de la réalité, nous constaterons que l'apparition de bronzes excisés hors des zones en conflit (Germanie I et II, Gaule septentrionale, Belgique I et II et Illyricum) est ____________________ (111) Nous n'exposerons pas ici la prolixe production bibliographique qu'a sucité l'hypothétique limes, depuis que Palol dans les années 50 lança l'hypothèse, pour se rétracter par la suite. Dans Domínguez Monedero nous trouvons une bonne synthèse du problème, jusqu'à l'année de publication de son travail (1983,101-127); alors que Novo Guisán en a réalisé un autre plus récemment (1993). Arce a aussi insisté sur le concept de limitanei dans plusieurs de ses travaux (1982a,63-84). (112) Le lieu d'établissement de ces cohortes, dans quelques cas, fait encore l'objet d'une polémique du fait que le site antique avec le lieu moderne correspondant n'a pas été suffisamment identifié. Ainsi Veleia, un endroit où se situait la cohors prima Gallica est traditionnellement mise en relation avec Iruña, bien que quelques chercheurs aient mis en doute l'interprétation en question (Morillo,1991,176). (113) Nous avons laissé de côté les boucles en forme de dauphin comme celle de Villarrubia, ou celles en relation avec les bronzes excisés, comme celle de La Bienvenida, leur origine militaire pouvant être mise en doute, comme motif entre autre, le fait qu'elles soient apparues détachées de leur broches. très ponctuelle. C'est pourquoi, la généralisation de ces bronzes en contextes civiles, comme exemples d'une prétendue mode militaire, comme l'on fait valloir quelques chercheurs espagnols (Fuentes,1989,198-202), n'est pas une prémisse qui peut être prise en compte, puisque cela s'oppose avec les renseignements matériellement constatés (114). Cette dernière hypothèse a été lancée par Sommer (1984,98-100), pour qui les trouvailles de ces garnitures sur des villas romaines, des fortifications irrégulières de montagne et de grotte, signifièrent leur utilisation dans la sphère civile, pour être postérieurement réfutée par Böhme après l'étude des contextes militaires des pièces provenant de soit-disantes installations civiles, une opinion que partagent aussi Keller et Gilles (Böhme,473,note8). La date initiale qui est archéologiquement confirmée pour la présence de contingents armés du Bas-Empire en Hispanie serait du milieu du IV° s., avec la broche aux lions de Palacios del Sil, qui témoigne de la venue de troupes originaires du Nord de la Gaule à cette période, un renseignement qui coïncide avec l'information apportée dans cette étude. Cependant sur toute la Péninsule, il manque les broches plus simples des débuts du IV° s., composées de boucles fermées, généralement reiniformes qui s'unissent à la plaque au moyen d'une charnière, l'absence de témoignage de matériel étant pour le moment quelque chose à prendre en compte dans les futures lignes de recherches. En ce qui concerne la chronologie finale de cette présence, on peut penser que l'applique en "hélice" de Pompaelo, en relation avec les Punzverzierten Garnituren et datable donc de la première moitié du V° s. (Böhme,1986,501), c'est un des derniers témoignage de la vie militaire romaine sur la province hispanique (115). La garniture falciforme d'Andorre, n'est pas apparue, jusqu'à maintenant, associée à des exemplaires tardifs de la seconde moitié du V° s. (Böhme,1986,476), ce qui indiquerait un nouveau paramètre chronologique. D'un point de vue historique, le partage du territoire hispanique en 411 entre les peuples barbares qui sont entrés sur la Péninsule, selon la narration faite par Hidacio et Orosio, marquerait un vide du pouvoir, y compris militaire, pour cette date, une hypothèse déjà présentée par García Moreno et Díaz Martínez. La dernière intervention autonome des troupes impériales sur notre territoire, qui culmina en déroute, se déroula en 422, date à partir de laquelle la Péninsule fut abandonnée à son sort, sauf la Galaecia qui est occupée par les suèves et la Tarraconensis encore défendue par des troupes impériales. Quand en 456, le roi goth Théodoric II a vaincu les suèves à la bataille d'Orbigo située dans les environs d'Astorga (León), sans l'appui ni le commandement des forces impériales, la Legio VII devait être démantelée depuis longtemps. Nous ne voulons pas terminer cette étude sans signaler le paradoxe qui existe, entre l'abondante apparition de bronzes présumés militaires sur la Meseta Sud et la rareté de ceux-ci dans le Nord-est de la Péninsule Ibérique, cette dernière région ayant toujours constitué l'aire militaire d'intérêt prioritaire à l'époque romaine. Cette disproportion n'est pas plus que le symptôme d'un manque de publications sur ce thème, surtout se référant aux bronzes, et la nécessité de susciter les recherches et les fouilles des enclaves militaires hispano-romaines. Nous espérons que ces pages serviront à éveiller l'intérêt que mérite ce thème de recherche. ____________________ (114) Nous croyons significatif le fait que Fuentes, dans son travail de recueil sur les "Nécropoles du Douro" en 1989, ne se soit pas fait l'écho de l'évolution, car la bibliographie, basiquement allemande, souffrit dans la décade des années 80 en ce qui concerne l'interprétation de ces bronzes militaires; surtout si nous tenons compte que l'auteur en question cite exclusivement la bibliographie étrangère apportée initialement par Palol dans ses travaux classiques. Ce qui est également significatif c'est que Fuentes répète les erreurs de classification commises à l'origine par Palol dans la décade des années 60, comme par exemple inclure la broche médiévale de Mallorca ou celle du Haut-Empire d'Ampurias, parmi les bronzes tardo-romains de son travail (Fuentes,1989,199). (115) Böhme soutient que ces garnitures ont pu être portées par des mercenaires alamans, de même que pour la dispersion des trouvailles sur des zones frontières et le territoire "barbare" (Böhme,1986,500-501). LEGENDES DES FIGURES Fig. 1 : Garnitures de ceinturons: ... Fig. 2 : Garnitures de ceinturons: ... Fig. 3 : Garnitures de ceinturons: ... Fig. 4 : Mors et autres garnitures d'attelage: ... Fig. 5 : Pendants d'attelage et passants double-tronconiques de mors: ... Fig. 6 : Pendants d'attelage: ... Fig. 7 : Garnitures d'attelage et accessoires de dagues/d'épées: ... Fig. 8 : Appliques: ... Fig. 9 : Appliques: ... Fig. 10 : Appliques: ... Fig. 11 : Reconstitution hypothétique de la garniture d'attelage déposée dans la sépulture de la Vega Baja à Tolède. Fig. 12 : Concentrations des bronzes, ayant assuré, sur les gisements de la Meseta Sud. un caractère militaire Fig. 13 : Carte de répartition des passants double-tronconiques pour les mors de chevaux: ... Fig. 14 : Carte de répartition des complétée des dernières trouvailles. bronzes tardo-romains excisés, LEGENDES DES PHOTOS Ph. 1 : Garniture de ceinturon décorée d'incisions de Villasequilla de Yepes. Ph. 2 : Boucles peltiformes du Haut-Empire, provenant de Villasequilla de Yepes et Ocaña. Ph. 3 : Terminaisons de Santiago et Mazarambroz. ceinturon tardo-romaines de Villarrubia de Ph. 4 : Boucles "cornues" d'époque tardo-romaine, trouvées à Santo Tomé del Puerto (Ségovie), Puebla de Montalbán et Carpio de Tajo (Tolède). Ph. 5 : Boucles en forme de dauphin et annulaire de Villarrubia de Santiago. Boucle en forme de "D" de Borox. Ph. 6 : Plaques de ceinturon tardo-romaines de la variante "Bienvenida", trouvées à Villasequilla de Yepes, Puebla de Montalbán, dans la province de Cuenca et à Almendros (Cuenca). Ph.7 : Plaque de ceinturon tardo-romaine de type "Simancas" trouvée à Villasequilla de Yepes. Ph.8 : Plaque de ceinturon tardo-romaine de type "Simancas" trouvée à Carpio de Tajo. Ph.9 : Plaques de ceinturon type "Tiermes/Numancia" apparues à Ocaña et Villarrubia de Santiago. Ph.10 : Plaques de ceinturon type "Tiermes/Numancia" Espíritu (Zujar, Badajoz) et dans la province de Tolède. trouvées à San Ph. 11 : Mors trouvé sur la propriété Alcoba (Talavera la Nueva, Tolède). Ph.12 : Mors de Villasequilla de Yepes. Ph.13 : Mors d'Aleas. Ph.14 : Pendants de phalère du Haut-Empire, trouvés à Ocaña. Ph.15 : Applique peltiforme, du Haut-Empire, trouvée à Villasequilla de Yepes. Ph.16 : Phalère peltiforme provenant de Castillejo. Ph.17 : Boucle "femelle" et plaque trouvées à Ocaña. Elles appartiennent à un type d'attache propre aux courroies d'attelage des débuts de l'Empire, et présentent une décoration argentée et niélée. Ph.18 : Appliques hexagonales et cordiforme, carctéristiques des troupes du III° s. ap. J-C., trouvées à Villasequilla de Yepes et Ocaña. Ph. 19 : Applique peltiforme de Veguilla de Oreja et applique losangique de Mondejar. Ph. 20 : Applique peltiforme de grande taille, apparue à Albalate de Zorita. Ph. 21 : Applique peltiforme trouvée à Borox. Ph. 22 : Appliques en forme d'"hélice" trouvées à Villarrubia de Santiago et Titulcia. Plaques de ceinturon tardo-romaines qui incorporent des "hélices" trouvées à Ocaña et Borox. Ph. 23 : Appliques cordiformes apparues, de gauche à droite, sur la province de Tolède, à Castillejo, à Estremera et à Borox.